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ie studios sobre lenguaje, subjetividad, » formacién Pedagogia profana 64 demasiado lineal, demasiado edificante. En la formacién hay, a veces, tensién, destruccién, negacién. Por eso s6lo son formativas las expe. riencias en las que se hace la prueba dela propia identidad. Ys la risa es peligrosa, quiz lo que ocurre es, simplemente, que s6lo en la prueba del peligro puede estar la verdadera salvacién, No la salvaci6n entendida como una salida de emergencia o como una reclusién a perpetuidad en un lugar protegido, sino la salvacién de la vida misma. ¥ un pensa miento que no sea capaz de enfrentar el mundo y de enfrentarse a si mismo con un gorro de cascabeles quiza sea un pensamiento que esté-a salvo. Pero no va a poder salvarse de almidonarse en una corbata, en una toga, o en una sotana de predicador. ‘A veces, de forma demasiado simplista, entendemos la critica como un mero intermedio entre el desplazamiento de unos dioses y la consagracion de otros. Pero la critica modema, aquélla que tiene la risa como instrumento, tiene un rasgo que la hace tnica en la historia la imposibilidad de consagrarse a si misma en ninguna de sus modali- dades, la imposibilidad de que alguna de las formas del espiritu critica se convierta en ortodoxia critica, en dogma crtico, en catecismo criti- co. Por eso, en Ia modernidad, la misma risa critica se destruye sin cesar a si misma y tiene el nihilismo como resultado. La ironfa critica permanente que se toma ademés a si misma como objeto es, a la vez, el alimento y el veneno de nuestro mundo, la garantia de su propio dina- mismo, de su propia apertura, Decia Nietzsche que ante la pretension de Dios de ser el tinico Dios, los dioses se murieron de risa. Y més vale morir de risa que morir de endiosamiento. Al final todos mueren, que hasta los dioses son finitos, pero al morir de risa los dioses salvaron su divinidad mientras que al morir de endiosamiento Dios no pudo salvarse asi mismo. “Tencema PARTE: FIGURAS DEL PORVENIA SSeS EL ENIGMA DE LA INFANCIA © Lo QUE VA DE LO IMPOSIBLE A LO VERDADERO Toutes les vies étaient pareilles disait la mére, sauf les enfants. Les enfants, on ne savait rien. C'est vrai, disait le pére, les enfants on sat rien. ‘Mazcverrre Duzas Je n'entends pas votre langege dit Penfant enfant sauvage. Jaques Prevent Los nifios, esos seres extrafios de Tos que nada se sabe, esos seres salvajes que no entienden nuestra lengua. ‘Sin embargo, podemos abrir un libro de psicologia infantil y sa- bremos de sus satisfacciones, de sus miedos, de sus necesidades, de sus peculiares modos de sentir y de pensar. Podemos leer un estudio socicl6- sgico y sabremos de su desamparo, de la violencia que se ejerce sobre ellos, de su abandono, de su miseria. Tenemos bibliotecas enteras que contienen todo lo que sabemos de los nos y legiones de especialistas que nos diven Jo que son, lo que quieren y lo que necesitan en lugares como la televisién, las revistas, los libros, las salas de conferencias o las aulas universitaria. Pociemos i a unos grandes almacenes y encontraremos ropa de nifios, ju- uetes de nifios, libros de nifios, objetos para los cuartos de los nifos. Podemos repasar la cartelera de espectéculos y veremos peliculas de ni- fos, teatro de nifios, misica de nifios, exposiciones de nifios, parques de atracciones, circos, fiestas de nifios, programas de televisiGn para nifios. Si visitamos la ciudad veremos escuelas de mésica para nifios, escuelas de artes plisticas, de danza, centros de ocio y tiempo libre, ludotecas, polideportivos. Si nos colamos en ciertos despachos veremos que hay una politica social y educativa para ta infancia y, por lo tanto, montones de planes y de proyectos para los nifios hechos como se hacen los planes y los ‘proyectos, con un diagndstico de la situacién, unos objetivos, unas estrate- ‘gias y una serie de mecanismos de evaluacién. Y si nos dedicamos a ecno- cer gente encontraremos enseguida multitudes de maestros, psic6logos, =168- TenoenA PARTE: FIGURAS DEL PoRVENIA animadores, pediatras, trabajadores sociales, pedagogos, monitores, edu- cadores diversos y todo tipo de personas que trabajan con nifios y que, como buenos especialistas y buenos técnicos, tienen también determina. dos objetivos, aplican determinadas estrategias de actuaci6n y son capaces de evaluar sein ciertos criterios la mayor 0 menor eficacia de su trabajo La infancia es algo que nuestros saberes, nuestras précticas y nues- tras instituciones ya han capturado: algo que podemos explicar y nombrar, algo sobre lo que podemos intervenir, algo que podemos acoger. La infan- cia, desde este punto de vista, no es otra cosa que el objeto de estudio de un conjunto de saberes més 0 menos cientificos, a presa de un conjunto de acciones més o menos técnicamente controladas y eficaces, o el usuario de un conjunto de instituciones més o menos adaptadas a sus necesidades, a sus caracteristicas 0 a sus demandas. Nosotros sabemos lo que son los nifios,o intentamos saberlo, y procuramos hablar una lengua que los nifios puedan entender cuando tratamios con ellos en los lugares que hemos orga~ nizado para albergarlos. 'No obstante, y al mismo tiempo, la infancia es lo otro: lo que, siempre més allé de cualquier intento de captura, inquieta la seguridad de nuestros saberes, cuestiona el poder de muestras pricticas y abre un vacio enel que se abisma el edificio bien construido de nuestras instituciones de acogida. Pensar la infancia como algo otro es, justamente, pensar esa in- ‘quietud, ese cuestionamiento y ese vacio. Bs insistir una vez més: los ni- fios, esos seres extrafios de los que nada se sabe, esos seres salvajes que no entienden nuestra lengua. La infancia entendida como algo otro no es lo que ya sabemos, ppero tampoco es lo que arin no sabemos. Lo que todavia es desconocido justifica el poder del conocimiento y en absoluto inquieta su seguridad. Lo ‘que ain no sabemos no es otra cosa que Io que se deja medir y anunciar ppot Io que sabemos, aquello que Io que sabemos se da como meta, como tarea y como recorrido. La arrogancia del saber no s6lo esté en la exhibi- cién de lo que ya ha conquistado, sino también en el tamatio de sus pro- yyectos y de sus ambiciones, en todo lo que todavia esté por conquistar pero que ya ha sido seftalado y determinado como territorio de conquista posible. Por otra parte, la infancia como algo otro no se reduce a lo que ya hhemos sido capaces de someter a la 16gica cada vez més afinada de nues- tras pricticas y de nuestra instituciones, pero tampoco puede confun ‘con lo que atin no hemos podido someter. Lo que todavia se nos resiste justifica nuestro poder y en absoluto Io cuestiona. Los que saben siguen investigando, los politicos siguen haciendo planes y proyectos, los gran- EL ENGMA DE LA NFANCIA -167- des almacenes siguen innovando sus catélogos, los productores de espec- téculos siguen fabricando nuevos productos, los profesionales siguen me- jorando sus précticas y los lugares en los que acogemos a los nifios siguen aumentando y adaptindose cada ver. més a sus usuarios. Todos trabajan para reducir io que atin hay de desconocido en los nifios y para someter lo que en ellos ain hay de salvaje. Entonces ;d6nde esta la inquietud, dénde el cuestionamiento y dénde el vacio, si la infancia ha sido ya explicada por nuestros saberes, sometida por nuestras précticas y capturada por nuestias stituciones, y si lo que todavia no ha sido explicado 0 sometido esté ya medido y seialado segtin los criterios met6dicos de nuestra voluntad de saber y de nuestra voluntad de poder? La infancia como algo otro no es el objeto (0 el objetivo) del saber sino lo que escapa a cualquier objetualizacién y lo que desvia de todo objetivo; no es el punto de anclaje del poder, sino lo que marca su lineade derrumbe, su limite exterior, sti absoluta impotencia; no es lo que esta presente en nuestras instituciones, sino lo que permanece ausente € i abarcable, brllando siempre fuera de sus limites. Por lo tanto, la otredad de la infancia no significa que los nifios todavia se resistan a ser plenamen- te apropiados por nuestros saberes, nuestras pricticas y nuestras instsu- ciones; ni siquiera significa que esa apropiacién acaso nunca podré redi- zarse completamente. La otredad de la infancia es algo mucho més radi- cal: nada més y nada menos que su absoluta heterogeneidad respecto a nosotros y a nuestro mundo, su absoluta diferencia. Y si la presencia enig- mética de la infancia es la presencia de algo radical e irreductiblemeate tro, habré que pensarla en tanto que siempre nos escapa: en tanto cue inquieta lo que sabemos (y la soberbia de nuestra voluntad saber), en tanto que suspende lo que podemos (y la arrogancia de nuestra voluntad de po- det) y en tanto que pone en cuestién los lugares que hemos consiru:do para ella (y lo presuntuoso de nuestra voluntad de abarcarla). Ahi esté el vértigo: en cOmo la otredad de la infancia nos lleva a una region en la que no rigen las medidas de nuestro saber y de nuestro poder. En tanto que encarna la aparicin de la alteridad, la infancia ne es nunca lo que sabemos (es lo otro de nuestros saberes), pero sin embargo es, portadora de una verdad que debemos ponemnos en disposicién de es2u- char; no es nunca la presa de nuestro poder (es lo otro que no puede ser sometido), pero al mismo tiempo requiere nuestra iniciativa; no esté nunca en.el lugar que le damos (es lo otto que no puede ser abarcado), pero ‘debemos abrir un lugar que la reciba. Eso es la experiencia del nifio como otro: el encuentro con una verdad que no acepta la medida de nuestro

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