You are on page 1of 9

· .

Susana Rotker, Bravo pueblo: poder, utopía y violencia,


Caracas, La Nave Va, 2005. Simón Rodríguez: la carcajada más seria del siglo XIX*

Durante los años posteriores a la Independencia, los letrados sirvie-


ron al Poder en el proceso de consolidación de las nuevas naciones, tan-
to dictando leyes, redactando programas de gobierno, difundiendo cre-
dos nacionales, como - sobre todo- fijando las normas de la lengua.
Ese cuadro, tan bien perfilado por Ángel Rama en La ciudad letrada
, (1984), no es, sin embargo, tan homogéneo como se supone. Hay en él
unas pocas e importantísimas fisuras (algunas de las cuales Rama sí
menciona) a las que rara vez han prestado atención los estudios litera-
consagrados al primer tercio del siglo XIX, ya escasos de por sí. J-a
más notable de esas 'irregularidades' se llama Simón Rodríguez I .
- Rodríguez fue tan incómodo en su época que -como él mismo lo
declaró-se lo descalificaba como delirante (1: 225; II: 161,511,517)2.
A su vez, la historia literaria, apegada al modelo liberal que en definitiva
triunfó, prefirió lavarse de su presencia, 'normalizándolo', reduciéndolo

• Este texto es la version original en espafiol de "Simón Rodríguez: The Loudest Laugh of che 19th
Century (or che Importance ofNot BeingAndrés Bello)" . Trad. Sophia McClennen. En: Th, PÚlW ofHú-
rory: Rtgionalism &visittd in Latin Amtrica, ed. Doris Sommer. Durham and London: Duke Universiry
Press, 1999, pp. 119-133. (Volumen publicado originalmente en Modern Language Quanerly, vol. 57,
1996).
1. Las reflexiones de Rama son indispensables para pensar la relación enue la ciudad letrada y el Po-
der; Rama tuVO e! mérito, además, de reparas en lo extraordinario de Simón Rodríguez. Es curioso que las
publicaciones más recientes sobre Rodríguez sean obras de ficción: dos obras de teatro y una novela (Cho-
crón, Bonrnatí, Uslar Pietri).
2. Mientras no se indique otra cosa, las referencias a los textoS de Roddguez proceden de las Obras
compltfas (1975), manteniendo la ortografía de! original.
....
T
100 BRAVO PUEBLO' SI/sana Rotleer Si",I" R4á,/p'z;.· '" (arciljada mdJ una tÚl siglo XIX 101

a. ser sólo como el maestro del Libertador Simón Bolívar y maestro Y republicano incansable; que tuvo el mérito de ser uno de los
SImplificando Incluso ese rol con rótulos que lo describen como el pocos que hadan reír al Andrés Bello; que, llamado por
Rousseau o el Pestalozzi latinoamericano. Estas calificaciones eurocen- sus contemporáneos 'el Sócrates caraqueño', murió sin homenajes ni
tristas no han tomado en cuenta las diferencias de proyecto y el abismo cargos públicos, acusado de hereje y en una miseria incluso más absolu-
que mediaba entre el contexto europeo de esos aurores y la realidad ta que su soledad.
efervescente dd Nuevo Mundo. Adelanto aquí, casi como un gesto de Me limitaré a revisar otra razón para el borramiento del nombre de
salubridad, que si bien Rodríguez sí fue, en efecto, el maestro que guió Simón Rodríguez, razón aún más grave que el de su el
a Bolívar en su crecimiento hacia el compromiso emancipador, el pare- escándalo de su escritura. Porque su obra es una interrupción del éIls-
cido con Pestalozzi radica sólo en el interés de ambos por la educación oficial, un cortocircuito que pone en evidencia la maquinaria ma-
de los niños pobres, pero sus métodos pedagógicos eran opuestos. En quilladora del campo ideológico. Poner en evidencia significa, en los
cuanto a Rousseau, habría que tomar en cuenta que el venezolano lo textos de Rodríguez, denunciar la traición contra las promesas de cam-
leyó en la Carac,as colonial del siglo XVIII, en condiciones de lectura bios sociales que animaron las guerras de emancipación; significa tam-
que equivalían a una traducción peculiar, con una biblioteca restringida bién escribir de manera tal que el lenguaje mismo exponga la saturación
y un horizonte cultural que obviamente determinaba una reinvención de sentidos y valores con que la "república de las letras" (II: 286), como
de sentidos y códigos culturales, una él la llamaba, trataba de moldear' hegemónicamente el orden simbólico
¿Por qué el desdibujamiento de una figura de tal peso? Acaso porque yel sujeto nacional.
durante su vida trashumante no qUISO e r arte e a olítica es de- Lo que me interesa subrayar es que la escritura de Rodríguez intro-
cir, no tuvo la habilidad de renunciar a sus princípios para triun ar en la duce lo heterogén!:o : sus textos representan la sociedad de un modo di-
realidad, no supo o no quiso transar con los convencionalismos, no ne- ferente al que se estaba imponiendo. Como bien lo vio Michel de Cer-
goció con las autoridades locales, no modificó sus colegios de vida co- teau (1988), al dar un espacio textualaotra mirada u otro discurso, al
y mixta, no ocultó su matrimonio con una india, ni le dio la es- hacer sectores de la realidad, se desplazan los límites de la
palda a Bolívar cuando todos se despedazaban por quedarse con partí- cu tura, se amplía el horizonte de la discllsión, se incluye en el campo
culas de su poder. Aunque no es ésta la ocasió_n de examinar su vida, no de lo aquella realidad q11 e la silencia, satura,
puedo evitar la tentación de contar, para aquellos que nunca lo leyeron manipula, trata de borrar. 0, para decirlo con palabras de Rodríguez, su
ni oyeron hablar de él, algunos datos biográficos singulares: que vivió escritura qUIere "Descubrir diferencias, donde el comun de los hombres
más de 30 años bajo (el .más usado: Samuel Ro- no ve sino semejanzas, ó vice versa" (II: 207).
binson, firma que usó para la traducción que hiciera del A ala de Cha- , Una de las estrategias de esta heterología de la escritura es producir
teaubriand, la primera en nuestro idioma); que durante su larguísimo una lectura crítica, que no se deje llevar incondicionalmente por la letra
exilio por el mundo llegó incluso a fundar con fray Servando Teresa de impresa: para ello rompe con la tipografía tradicional de un modo tan
Mier una escuela de español en la Francia de comienzos del siglo XIX; sorpresivo y variado que el lector está obligado a modificar sus hábitos
que pese al apoyo de Bolívar y Sucre no logró concretar los proyectos de lectura. Abrir cualquier texto de Simón Rodríguez es experimentar,
educativos que habrían de realizar la verdadera emancipación de los entonces, a primera vista, el sentido de la fisura, de lo heterogéneo eri el
pueblos; que fue inventor, fabricante de velas, tipógrafo, políglota, sistema literario.
Casi un siglo antes de los caligramas de Apollinaire, los textos de
3. Las diferencias son obvias entre Conujos tÚ amigo dados al Cokjio tÚ Latacunga y los textOS de Pes-
Rodríguez están construidos con el tamaño de las palabras, los espacios
taloZZl (cfr. Rurnazo. en Rodríguez. 1975. T; 105-7). Sobre la modificación del valor que podía tener un tex- de la página y las distintas variantes tipográficas. Hay llaves, corchetes,
to europeo leído dentro del marco de las restringidas bibliotecas americanas de la Colonia. ver Rotker y
Martínez (I992). . blancos, cursivas, capitulares, negritas: un mapa de significaciones que
'. 102 BRAVO PUEBLO · Susana Ro/leer Simón RDdrlgutz: la carrajada mdss"ia tÚ/ siglo XIX 103

si hoy resulta asombroso, no podía menos que sacudir al lector de co- sentantes", "tergiversar el sentido", "exaltar al pueblo [... ] y servirse de él
mienzos del siglo XIX. en este estado" (1: 273). .
Descubrirlo hoyes maravilloso. El estrago de esas páginas, su apa- Lo que Simón Rodríguez en evidencia es una verdad incómo-
rente anarquía, sus gritos y secretos, su necesidad de orden en medio de da, velada por la escritura oficial: dos o tres décadas después de la pro-
tanta originalidad, parecen una pintura con letras, un fresco en blanco y clamación de la Independencia aún no se había hecho nada por cambiar
negro de las convulsiones políticas, los caudillismos, los intereses en el fondo de las cosas. No se suprimieron los privilegios de clase ni si-
pugna, las marginaciones y la ebullición social que vivían los países de quiera en el caso del sufragio, que siguió siendo un derecho exclusivo de
América del Sur, donde Rodríguez intentó poner en práctica sus ideas, los sectores ilustrados; los terratenientes y la Iglesia conservaron sus pro-
fracasando una y otra vez por su intransigencia con el orden establecido. piedades, y las condiciones coloniales de discriminación apenas
Los énfasis y las repeticiones, la distribución de las palabras son tan para campesinos , indios y negros, si bien se abolió legalmente la esclaVI-
astutos que obligan al lector a tomar distancia frente a la letra impresa. tud (cfr. Romero, 1978 y 1986; Ricaurte Soler, 1980; Roig, 1976-1982;
Para asegurar el efecto, además de "pintar escribiendo" (H: 223), hace González Stephan, 1987). En México y Brasil se impuso la monarquía;
una interpelación que hoy se llamaría metatextual: en Chile y Ecuador los gobiernos conservadores; en Paraguay, Argenti-
na, Venezuela, México y Bolivia, las dictaduras.
Examínese, en lo escritO hasta aquí, Es esta sociedad la que encuentra Simón Rodríguez al volver de su
si hay conexión {en las Ideas y largo exilio norteamericano y europeo. Tal vez han cambiado los ros-
en los PensamientOs tros, pero las tensiones, los privilegios y el desequilibrio poderlraza sigue
tercamente en su lugar. Lo que se ha vuelto progresista es el discurso.
y si tOdo se reúne en una idea jeneraL Letrados, liberales y conservadores, pipiolos y pelucones, centralistas y
(II: 158-9). federales, se han apropiado del lenguaje de la emancipación por igual,
acomodándolo a sus necesidades y principios. Es así que el siglo XIX es
Apela directamente al lector para que se detenga ("examínese"), tome el del vacío útil de los lemas, de la 'prostitución de la palabra', como lo
conciencia del proceso de lectura, revise y corrija el sentido de lo leído. corroborará mucho después el chileno Francisco Bilbao:
Esta apelación de Luces y virtudes sociales (1834) no es, por cierto, la
única en su obra; por ejemplo, en El Libertador del Mediodía de Améri- No confundáis, americanos, el charlatanismo de la libertad, que es
ca y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de fa causa social,' una especie de pasaporte para hacerse escuchar en nuestro siglo, con la
redactado en 1828, dedica más de cinco páginas al "Derecho del lector realidad del espíritu, y con los actOs verdaderos que la libertad exige
para ser juez" (H: 207-12). con su lógica inflexible ("El enemigo interno", en Rotker, II: 209).
Rodríguez se esfuerza por conferir nuevo peso a las palabras, por ha-
cerlas sentir (II: 161). Los arreglos gráficos miman el sonido yel movi- Pero las reflexiones acerca del vacío retórico comenzaron a enunciar-
miento de la boca, reproducen en la página la disposición del pensa- se hacia fines del XIX; la primera parte del siglo, en cambio, compartía
miento y tratan, sobre todo, de llamar la atención sobre el sentido de las ' la fe de Andrés Bello en el poder de la palabra. He allí una de las rarezas
palabras. "Impreso no quiere decir bueno", advierte (H: 193). de Simón Rodríguez: el dinamismo de su textualidad trata, justamente,
¿Por qué este alena? Porque, como denuncia en Sociedades america- de combatir el vacío retórico. De la libertad, por ejemplo, que era una
nas (1828), hay un tráfico de la palabra que realiza "una clase intermedia de las banderas de la época, acusa: "Libertad personal y derecho de pro-
de sujetos" para "conar toda comunicación entre el pueblo y sus repre- piedad", son palabras usadas "para eximirse de toda especie de coopera-
. ción al bien jeneral, para exijir servicios sin retribución y trabajos sin re-
' .
104 BRAVO PUEBLO. Susana Rotker SjmJn RluJrltu"'" la (aTCajatÚI mlÚ urja tÚ' lit'" XIX 105

compensa, para justificar su inacción con las costumbres, y sus procedi- los signos de Importancia", yel acento y las modulaciones son los de
mientos con las leyes", "para convertir la USURPACION en posesión" "conexion y relacion", en el escrito:
y gozar con perjuicio de terceros "á título de LEJITIMIDAD (y la leji-
timidad es un abuso tolerado) " (H: 115). Todo es manipulación de la el Tamaño Y} de los caractéres, indican los TONOS
palabra. Dice Rodríguez: "O ¡escritores! que no consultais sino el deseo la Variedad
de haceros valer -consultad el interes de la causa que finjis defender" (H:
227). la separación y } de iaserrases, In
'd'lCan las PAUSAS
Ante esta manipulación, Simón Rodríguez insiste en modificar la el aislamiento
actitud en la lectura. Propone:
La Separación se pinta
LEER, es RESUCITAR IDEAS, SEPULTADAS en el PAPEL: poniendo la palabra ó la frase entre puntos
El aislamiento se pinta
Cada Palabra es un EPITAFIO

i que, para hacer esa especie de MILAGRO! es menester


la palabra ó
poniendo { la Frase } enmedio de la pdjina
conocer los ESPIRITUS de las difuntas,
o tener ESPIRITUS EQUIVALENTES qué subrogarles
(II: 29), , se pintan
, {POniendo un punto
Las ElípSlS
debajo de la palabra omitida
¿Por qué "Cada Palabra es un EPITAFIO"?¿Por qué resucitar "los ESPI-
RITUS de las difuntas"? Por ue ara escribir y significar, Rodríguez de-
Los Guiones indican la RELACION
bía colocars dentro del inmenso intertexto o, como diría Barthes, "co-
Las Llaves • la CONEXlON
locar su proplO engua)e, su propia producción de lenguaje en el infini-
(II: 15 8)
to mismo del lenguaje" (18)4 .
Dedica, así, parte de Luces y virtudes sociales (1834) a explicar la im-
Su obsesión por el cómo se lee y, especialmente el cómo se dice, di-
portancia de hacerse entender, detallando minuciosamente la "FORMA
fiere obviamente de la de Andrés Bello, para quien la ortografía debía
que se da al DISCURSO" (JI: 151), las técnicas de la persuasión, la ne-
legitimar lo escrito, haciendo que "la escritura sea un fiel y seguro depó-
cesidad de PINTAR al HABLAR, las diferencias entre el paradigma, la
sito de las leyes, de las artes, de las ciencias, y todo cuanto discurrieron
sinopsis, los párrafos, las proposiciones, las frases. "El Escritor tiene qué
los doctos sabios en todas profesiones" (Bello, 1979: 460). La mención
disponer sus Pájinas para obtener el mismo resultado / luego el arte de
a Bello no es 'casual: pocos escritores latinoamericanos muestran tan cla-
Escribir necesita / del arte de Pintar" (JI: 157). Todo debe ser pesado y
ramente la función racionalizadora de la ciudad letrada en sus poemas y
medido, para hacer SENTIR al lector y, por lo tanto, SABER (H: 153).
ensayos, en la formulación del código civil y la gramática, en su trabajo
Así como en el discurso hablado -explica- los tonos y las pausas "son
como primer rector de la Universidad de Chile.
Bello y Rodríguez compartieron Caracas como lugar de nacimiento
4, Es aquí donde Barthes diferencia escritura y escribanía: "La 'escribanía' sería en el fondo y primera formación, compartieron parte del exilio europeo yel interés
estilo del que escribe creyendo que el lenguaje es s610 un insuumenro, y que a él no le corresponde discuor
su propio lenguaje enunciado; la 'escribanía' es' el estilo del que se niega a plantearse el problema de la enun- por la ortografía y la educación. ,El joven Bolívar fue discípulo de am-
ciaci6n, y que cree que el escribir, consiste simplemente en encadenar enunciados' (31), bos. Pero si Bello participó plenamente de las instituciones normativas y
106 BRAVO PUEBLO· Susana Rollen Simón Rodrlp'a.: la CilrcajatÚJ más srriA "" siglo XIX 107

'monoteístas', Rodríguez desarrolló estrategias discursivas heterológicas cambio, que "populacho" es una "palabra [oo.] [que], quiere decir pueblo
o 'politeístas' (en el sentido que le da de Certeau: 48), tratando de hacer menudo ó jente menuda [oo.] por extensión ¡ENTE DESPRECIABLE' y
el campo de lo nacional menos excluyente de lo que era. que el "hombre no es verdaderamente despreciable sino por su IGNO-
Para estimular el uso correcto de la gramática, Bello publicó "Análi- RANCIA" . Por lo tanto, es necesario instruir al populacho (II: 290-1).
sis ideológico de los tiempos de la conj ugación castellana" (1841) y la Bello, un purista, termina aceptando la introducción de neologis-
Gramdtica de la lengua castellana destinada al uso de los americanos mos, porque "el adelantamiento prodigioso de todas las ciencias y las ar-
(1847), intento de remover el servilismo ante la gramática latina de Ne- tes, la difusión de la cultura intelectual, y las revoluciones políticas, pi-
brija, texto de educación colonial. Su idea, como la del mexicano Fray den cada día nuevos signos para expresar ideas nuevas". Su único reparo es
Servando Teresa de Mier, el argentino Domingo F. Sarmiento y el pro- adoptar vocablos innecesarios o que descubran "la afectación y el mal
pio Simón Rodríguez, era simplificar el alfabeto, reduciendo el número gusto" (1981, IV: 11; cursivas agregadas). El ejemplo es de los más reve-
de letras a igual número de sonidos que el lenguaje hablad0 5• El objeti- ladores de la mecánica del discurso letrado: representar un solo lado de
vo era evitar la "algarabía" (Rodríguez, 1: 266) o la "babel izació n" , con- la realidad. Simón Rodríguez, desenmascara esa mecánica: "Por todas
servar "la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un me- partes se ven Escuelas políticas enseñando á dar otros nombres d las mis-
dio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las mas cosas; y á formular, en otro estilo, las órdenes del otro día. Las voces
varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes" son nuevas, en efecto, y las cosas parecen serlo; pero en realidad [oo.] de plan
(Bello, 1981, IV: 11). no se ha variado" (I: 267; cursivas agregadas). Las palabras hacen que
Las afirmaciones de Bello sobre la ortografía, la ley y la pureza son todo luzca nuevo, pero nada ha cambiado.
de un género muy distinto a las de Rodríguez; éste dice: En un texto notable, Rodríguez reflexiona sobre la relación entre
lengua y poder, para desordenar, para denunciar, para provocar. En el
Un signo para cada articulación [oo.] y siempre el mismo [oo.] sería "Pródromo" de Sociedades americanas, forma dos columnas paralelas de
preferible á la profusión de caracteres que lucen en la portada de un li- texto, una titulada "la LENGUA" y la otra, "el GOBIERNO". Una
bro Letras cuadradas y redondas, con cola, con pelos y con dientes, lengua nacional, afirma, es para que "todos los nativos / la articulen, la
unas acostadas y otras en pié, son buenas para ejercitar el buril, no los canten , la construyan y la escriban / del mismo modo"; alIado traza la
ojos. Si se Limpiase el alfabeto, podría fijarse , y ya fijo, se conservaría equivalencia en el arte de gobernar y luego compara la sintaxis con la
invariable: entonces tendría el esplendor de la claridad (I: 266). disciplina (1: 265). Propone en la misma página:

Parece que la lengua no necesita Parece que gobernar es dar órde-


El gesto de la escritura es antagónico. En Bello se lee la voz de la ins-
de letras-que como se forma nes solamente -que como se for-
titución, el decreto de arriba hacia abajo, la autoridad; en Rodríguez el
puede conservarse-por tanto, man los Gobiernos pueden con-
humor, la irreverencia horizontal, hacia sus pares. Uno dictamina, siste-
que la economía de La palabra está servarse- por tanto, que la cien-
matiza, para erigir la gramática como red de poder nacional; el otro
en la boca. cia del Gobierno consiste en te-
también quiere sistematizar, pero para reformular las relaciones de Po-
ner sumiso aL que obedece.
der y denunciar la corrupción. Bello cree que los gramáticos están lla-
mados a registrar la lengua de "la gente culta" y evitar así las "chocarre-
Piénsese en las funciones de la Piénsese en el verdadero espíritu
ras vulgaridades e idiotismos del populacho". Rodríguez sostiene, en
Escritura, y se conocerá la impor- de las funciones gubernativas, y
tancia de la Ortografia. se verá cuales son los deberes del
5. Todos estOS intentos de definir una gramática propia fracasaron . Las naciones de América Latina Gobierno
terminaron adoptando oficialmente. en la década de 1880. las normas de la Real Academia Española.
, 108 BRAVO PUEBLO· Susana Ro/leer Siwr4" &drll"t%.' ''' carcaj""" "w saUz tÚl sig'" XIX 109

Todo lo que se confia á la tradi- Confiar la suerte de los pueblos otra vez: "La América no ha de imitar SERVILMENTE, sino ser [... ]
ción oral, se arriesga. al parecer de uno ó de muchos ORIJINAL" (II: 16).
Lej isladores, traidos por el acaso Como se sabe, el discurso letrado del siglo XIX se caracteriza por re-
á la lejislatura, es arriesgar la feli- presentar la realidad como una división entre civilización y barbarie,
cidad pública. calcando el concepto europeo. Es casi una redundancia recordarlo acá,
pero me permito mencionar, a modo de comparación, los proyectos de
He mencionado hacia el principio de este capítulo que la escritura de inmigración europea y blanca de Juan Bautista Alberdi, o las afirmacio-
Rodríguez introduce lo heterogéneo. No lo hace sólo haciendo sentir el nes de Sarmiento acerca de que "valdría al m,undo librarse" de los "in-
peso de las palabras, modificando la gramática o rediagramando los mo- dios asquerosos", a quienes consideraba "una raza prehistórica servil"
dos de lectura, sino abriendo un espacio de representación diferente al (Brading: 674), o que los gauchos no tenían de humanos más que la
que se estaba imponiendo. Preocupado por el "arte de dibujar Repúbli- sangre (Anderson 1mbert: 122). Bello, por su parte, coincide con este
cas, se diferencia claramente del cuerpo de sabios de Bello: "¿No podrían desprecio hacia la raza nativa:
formar nuevas costumbres y gobernarse por ellas?", pregunta y propone:
"Observando la índole de los nativos, se acertaría á darles el Gobierno No se coloniza matando a los pobladores indígenas: ¿para qué matar-
que les conviene. -Poniéndoles en contradiccion consigo mismos [... ] los si basta empujarlos de bosque en bosque y de pradería en pradería?
nada se conseguirá" (1: 268). Este reclamo encontrará eco más de medio La destitución y el hambre harán a la larga la obra de la destrucción,
siglo después, cuando José Martí pida en "Nuestra América" que los go- sin ruido y sin escándalo (1981 , XXIII : 163-4).
bernantes dejen de imponer sistemas políticos ajenos y aprendan de las
necesidades de la propia realidad. Rodríguez no duda: hay que hacer Simón Rodríguez, en cambio, coincide con la definición de su discí-
"una Ortografía Ortolójica, es decir, fundada en la boca"; y, al mismo pulo Simón Bolívar en la Carta de Jamaica (1815): los latinoamericanos
tiempo, "Un Gobierno Etolójico, esto es, fundado en las costumbres" para somos "un pequeño género humano". Para él, entonces, no se trata de
que todos los que hablan gocen "de los bienes sociales" (1: 269). desplazar lo propio con habitantes importados de Europa, sino "tener
En la "ortolojía" y en la "etolojía" está claro, una vez más, el divorcio Pueblo: formarlo debe ser la única ocupación de los que se apersonan
de Rodríguez. Esto de fundar repúblicas de acuerdo con las costumbres por la causa social" (1: 283). Su proyecto es exactamente el opuesto al de
de cada lugar poco tiene que ver ,con la concreta imposición de moldes Sarmiento:
neocoloniales (Chatterjee: 20). En efecto, las repúblicas latinoamerica-
nas se enunciaban como "nuevas" y emancipadas, pero, en la práctica, COLONIZAR el país con [... ]
adoptaron el concepto de nación que a su vez se estaba definiendo en la sus PROPIOS HABITANTES
Europa occidental de acuerdo con los modelos, niveles de progreso y y para tener
tradiciones específicas de cada país, en especial de Francia e Inglaterra. COLONOS DECENTES
Así, terminó sustituyéndose el esquema colonial por un proyecto subal- INSTRUIRLOS en la nifiez
terno, neocolonial, dependiente, muchas veces contradictorio, que no (1982: 79).
pudo resolver los conflictos internos ni construir sociedades sin altísi-
mos porcentajes de pobreza y que, además, veía como inferiores las for- ¿Cuáles son los "propios habitantes"? En El Libertador del Mediod/a de
mas propias de civilización, tal c0%l10 se evidencia en textos claves como América lo dice: "Las familias Americanas se componen de 1ndíjenas de
Conflictos y armon/as de las razas en América de Domingo-Faustino Sar- ,varios colores, por la mezcla con Europeos y Africanos" (II: 256). En 50-
miento o en los Estudios pollticos de Alberdi. Rodríguez repite, una y cietÚldes americanas es aún más explícito en cuanro al "quiénes somos":
110 111
BRAVO PUEBLO· SI/sana Ro/k"

Huasos, Chinos i Bárbaros 204), ya que "el estado de la América no es el de la Independencia; sino
Gauchos, Cholos i Huachinangos el de una de suspensión de annas (se ha dicho). Cuanto trastorno! [... ]
Negros, Prietos i Jentiles ¡Cuanta sangre! [... ] para conseguir tan poco!" (1: 272). Hay que hacer
Serranos, Calentanos, Indíjenas
Jente de Color i de Ruana ... algo por unos pobres pueblos que después de haber costeado con
Morenos, Mulatos i Zambos sus personas y bienes [... ] o, con ovejas, con su carne y su lana [... ] la
Blancos porfiados i Patas amarillas Independencia, han venido a ser menos libres que antes (y no culpen
i una CHUSMA de Cruzados por ello a sus caudillos: el cuerpo militar no ha hecho constituciones)
Tercerones, Cuarterones, Quinterones (1982: 190).
i Salta-atrás
que hace, como en botánica, De estos textos surge una imagen distinta a la de la traición a la pa-
una familia de CRIPTOGAMOS tria cometida, por ejemplo, por las hordas caudillistas de Rosas en el Fa-
(1: 320). cundo. Recontextualizar a Simón Rodríguez es, por fuerza, recontextuali-
zar a los escritores del período: he allí una de las riquezas de su escritura.
Esta familia de criptógamos no es inferior a cualquier otra. No para Desde la acera de enfrente, Simón Rodríguez reta a sus pares:
Rodríguez, que quiere fundar una nación, como se ha visto, con sus
propios habitantes 6 • La solución radica, en buena media, en la instruc- Los Doctores Americanos no advierten que deben su ciencia á los in-
ción popular. Por eso aclara en sus "Consejos de amigo" que "el hombre dios y á los negros: porque si los Señores Doctores hubieran tenido
no es Ignorante, porque es POBRE, sino al contrario". La "civilización", qué arar, sembrar, recoger, cargar y confeccionar lo que han comido,
dice variando los contenidos, sería lograr que los gobiernos comiencen vestido y jugado durante su vida inútil [.. .] no sabrían tanto: [... ] esta-
con la infancia y se persuadan de que su primer deber es el de cuidar rían en los campos y serían tan brutos como sus esclavos (1982: 61-2).
que no haya un solo individuo "que ignore sus DERECHOS i DEBE-
RES SOCIALES" (II: 31). Yen un inusitado pedido para la imagen que la historia literaria sue-
• Simón Rodríguez, por su educación y raza, bien podía haber forma- le construir sobre la época, exige: "DENSEME LOS MUCHACHOS
do filas con la 'gente decente', ayudando a perfilar el contorno de las POBRES ", los abandonados, los rudos, los que nadie puede mantener,
nuevas naciones desde el punto de vista de 'nosotros los letrados'. Pero para educarlos" (1: 313). Este "DENSEME" ubica su lugar de enuncia-
prefiere cruzar a la acera de enfrente y desde allí, desde la posición del ción: inclusivo y exclusivo, es decir, se dirige a sus pares desde la posi-
Otro, del que está afuera, hablarle a ese 'nosotros' de la élite. ción de un igual que puede emitir órdenes y no del inferior que ruega;
Rodríguez ve su entorno claramente y decide no ser cómplice de sus pero, a la vez, se diferencia, separándose del "nosotros" para acusar al
pares, porque "la guerra de Independencia no ha tocado a su fin" (II: "ustedes" implícito en el "dénseme" por abandonar a los pobres.
El espacio de representación del campo social es, pues, totalmente
Otro en Rodríguez. No sólo no hay desprecio hacia las diversas razas la-
6. La idea de! vacío retórico que puede ser apuntalada por numerosos ejemplos. Así. Euro- tinoamericanas, sino un orgullo juguetón que se deleita enumerando la
pa no es para Rodríguez e! equIvalente allurnmoso proyecto de civilización. sino "el horroroso cuadro de su
miseria" e injusticias sociales. 'Orden público' no es la utopía racional cuya función es eliminar el desorden diversidad. Llega a referirse a sí mismo como "el zambo Don Simón"
la fe el progreso indus:rial. el la navegación. la civilización (Sarmiento); 'orden (II: 534), asumiendo una identidad castigada sin tenerla, una identidad
pubhco remite que los que más se ocupen de enseñar o protejer la enseñanza. para poder dispo-
ner masas anImadas y no de como antes". La noción de orden público en Simón Rodríguez que estaba en el último escalón jerárquico de la época. Pone todo el cui-
remite a una utopCa de muy dIstinto cahbre: que todos sepan sus obligaciones. que tOdos cumplan con ellas, dado en las pausas, en lo tipográfico, en los signos y espacios en blanco
que todos vivan de acuerdo.
112 BRAVO PUEBLO· Susana Rotkn 113

de la página; pone cuidado en que el énfasis realmente enfatice y, por lo nario nacional donde el problema por considerar son los pobres y no la
tanto, re-signifique para crear un espacio de representación. Este espa- marginación de grupos raciales. 'Allí elabora una parodia de la lengua
cio de representación es el espacio de pertenencia y exclusión: los pobres oral que es, a la vez, una feroz sátira social.
y los ricos, en lugar de los grupos raciales. Al dibu ' ar este es acio de lo A diferencia de Bello, quien atribuye la corrección en el habla a una
no dicho en el texto, lo dibu'a en el ima inario soci . clase específica, Rodríguez ve la incorrección en todas las clases sociales.
sus textos, así, evan a cabo una operacl n espacializadora que etermi- Los ricos o dueños de algún oficio no son mejores que los mendigos: la
na o desplaza los límites, retrabajando las divisiones espaciales que su- ignorancia los iguala. El texto se interrumpe con diálogos paródicos:
brayan y organizan una cultura. Para hablar del Otro, no hace como sus uno entre las muchachas que van de compra a una ex-pulpería y la se-
pares: organizarlo desde el punto de vista de la propia clase social u ocu- fiora de un maestro (II: 6); otro, entre una vieja y un militar (II: 7).
par el lugar del Otro apropiándose de su voz, sino que desplaza el espa- OtrO, más que diálogo, es la divertida imitación onomatopéyica de los
cio de enunciación (lo que hemos llamado "la acera de enfrente") para, coros de niños aprendiendo a leer, escribir y hacer operaciones matemá-
en definitiva, denunciar a los letrados. ticas a fuerza de repeticiones; dice, por ejemplo, que cantan a gritos las
A esta altura del texto, tal vez ya algunos de ustedes se hayan pre- sumas y la tabla de multiplicar:
guntado el por qué del título: "Simón Rodríguez, la carcajada más seria
del siglo XIX". Si la heterogeneidad de la escritura no es suficiente para doj vej doj + cuatro
explicar la elección de este título, acaso habrá que referirse a otra de las trej vej sis + disioch
violaciones que comete: escribir sin la complicidad contextual y simbó- Si multiplican
lica del resto de los letrados. Porque si el grupo lector era potencialmen- Dicen [... ]
te muy limitado y, por lo tanto, fácil de acotar, Rodríguez comete el ges- och po diej + ochent
to contrario que implica la escritura/lectura entre iguales: la complici- SI restan

dad. Es lo que Brown y Gilman (1972) detectan como "solidaridad": la quien de sinc, sin + nás
escritura delata similitudes en la cultura y en las actitudes entre autor y si dividen
lector. En la primera mitad del siglo XIX se escribía para la sociedad de en nueb siet - unn - i quean doj
los iguales (letrados blancos burgueses u oligarcas de diversas tendencias (JI: 28).
políticas que se reconocían en esa escritura); Rodríguez rompe los códi-
gos, delata los guiños, le da vuelta a los términos. Luego se burla de los que "CHAPURRAN el Latin con su Lengua
Rodríguez nunca comenzaría diciendo, como Bello: "Divina Poe- nativa" (II: 37) y de la incultura de la directora de un instituto escolar
sía". Él está en la fisura, no en la élite. El gesto de espacializar de otro (II: 38). Sigue con una reflexión acerca de los "barbarismos y los solecis-
modo el campo social va profundizándose, trazando una representación mos" de los jóvenes y niñas, y con una lista de 156 expresiones popula-
de "los propios habitantes" cada vez más irreverente, interrumpiendo lí- res y su equivalencia "correcta" (II: 38-41). No contento con todo esto,
mites socio o etno-culturales, formulando otro espacio para la interac- embiste contra los doctores, contando el caso de uno que decía:
ción. Así, no sólo pide que en las escuelas se enseñe quechua y español,
por ejemplo, sino que se emprendan escuelas con los indios, porque "de DOLDRA. / Le advirtió un Amigo que, e! verbo DOLER no es irre-
BLANQUITOS! / poco o nada podrá Usted esperar" (II: 6). gular en e! futuro, / como lo son PODER, VENIR, SALIR, i otros, /
En Consejos de amigo dados al Colejio de Latacunga, redactado hacia i su respuesta fué= / "He conocido hombres MUI SABIOS! i siempre
1845 y publicado póstumamente, lleva a su mejor extremo el arte de es- les he óido decir [oo.] / DOLDRá". / El Amigo le constestó= "Pues, yo
cribir de manera tal que el lenguaje introduzca otro espacio en el imagi- he estado en varios puntos de la España, i ni en la hez / de! Pueblo he
114
115

oído tal palabra". / "¿Y, qué tenemos nosotros qué ver con la España? La sátira es implacable y muy graciosa; pero la mayoría de las frases
para eso somos / INDEPENDIENTES" (fue su descargo) / El Amigo, sólo se entiende cuando se las lee en voz alta, mimando la oralidad que
encojiendo los hombres, le dijo- [... ] "Yo no sabía que la / Lengua Es- d texto a su vez imita.
pañola, en América, hubiese VUELTO CASACA, juntO con los / IN- Su deseo: estar en el Otro para que sea reconocido corno persona,
SURGENTES, i que DOLER fuese uno de los CABECILLAS" (II: "ver al jénero humano en cada hombre" (II: 228) , alterar el lenguaje de
43). la solidaridad sólo entre los que detentan el poder, porque "no hay sim-
patía verdadera sino entre iguales" (11: 221). Esta simpatía entre iguales
Su humor se va volviendo más corrosivo a medida que avanza el tex- como objetivo social -que no apunta ni a una revolución ni a la elimi-
to. Adelantándose a las posibles protestas ante su proyecto de que toda nación de la propiedad, sino a la dignificación de todo hombre como
la población aporte un real al año para las escuelas, sólo deja vocablos recipiente del "jénero humano"-, sigue siendo hoy una utopía transgre- I
"correctos" cuando alude a clérigos, frailes, monjas y algún "RICO JE- sora. Lo era también, por supuesro, a mediados del siglo XIX, aunque I
NEROSO" (II: 55-6). Imagina las quejas poniendo en escena a un entonces era un tema. pendiente en todas las discusiones intelectuales y
mendigo, a un pordiosero negro (sobre el que se ve en la necesidad de ahora ya casi ha dejado de serlo.
aclarar que "los NEGROS tienen alma en el cuerpo") y un "vecino hon- El fracaso del proyecto de Simón Rodríguez pone al descubierto
rado, ejemplar, timorato & ca.", nostálgico de 14 vieja escuela donde otro mayor: la incapacidad para formar ciudadanos, sociedades demo-
aprendía a decir misas: cráticas e igualitarias; pero en tanto proyecto para América Latina aún
se conserva "como si siguiera a la espera de su realización" (Rama: 64).
No FALTARA algun vecino HONRADO , EJEMPLAR, TIMO- Lo que no puede tildarse de fracaso es su obra misma, su escritura hete-
RATO, & ca que al dar el cuartillito [... ] o sin darlo [... ] suelte un sus- rológica que, para usar una alegoría feliz del Iluminismo, proyecta una
piro, i diga al pobre= carcajada feroz que proyecta otra luz sobre las escrituras fundadoras de
"Yo tambien pago, Amigo: i ni ujté ni yo sabemoj aonde va a pará las naciones latinoamericanas.
nuejtro rial: dis ques pa la enseñanza [.. .] ojalá juera así! Ya va pa un
mej, que puse a un Chiquiyo en la Ejcuela, i todavía no sabe ler. Ayí
no se ven Cariyaj ni Catonej, ni Fle u ri ej ni Pojetej [... ]
Catecismos [... ] ni por pienso. Cuand yo tenia 5 añs, iá sabia aiur
a Miss, i callaba el vers que aba gUSt; pea tambien ej verdá que mi
Máestro era un hombr como hay pocs: una buena alm, buen cristian:
noj hacia RESA loj misteris - confesar toas loj mess - cantá el uisaji i
lo emaj; pea ia ess s'acabó, Amig. ¡Qué ejtrecha cuent tiene qué ar, el
Señor Gobiern de suj Ejcuelaj a al moa. Vamoj a elantj que el mundo
da muchaj vuelts. Adioj Amig: dese Ujté una vueltecit po acá, en estoj
diaj: hoi no tengo que ale: la Vijen lo remedi"
Se va el pobre, i sale el timorato a murmurar, con los vecinos - a
acordarse, con ternura, de los AZOTES que el Maestro les DABA,
parque fueran BUENOS, i a citar Caballeros virtuosos, que aprendié-
ron, junto con ellos, en la misma Escuela (II: 57-8).

You might also like