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Etica Hace algunos afios, el sociélogo Raymond Baumhart pregunté a los empresarios: «Qué significa la ética para ustedes?». Entre sus respuestas cabe destacar: «La ética tiene que ver con lo que mis sentimientos me dicen qué esta bien 0 mal». «La ética tiene que ver con mis creencias religiosas». «Ser ético significa cumplir la ley». «La ética consiste en los esténdares de comportamiento que acepta nuestra sociedad». «No sé lo que significa esa palabra». El significado de la ética es dificil de definir, y las opiniones de muchas personas con respecto a la ética son indefinidas. No obstante, los dilemas éticos nos rodean con- tinuamente. En muchos sectores de la sociedad, las instituciones estén enviando seftales contradictorias sobre el valor de la conducta moral. Considere los siguientes ejemplos: BH El dos veces presidente Bill Clinton fue, gracias a sus resultados y a las encues- tas, un presidente de gran éxito. Bajo su liderazgo, el pais se mantuvo alejado de guerras mortiferas, y la economia crecié como no lo habia hecho nunca. Pero, éticamente, la administracién de Clinton constituyé uno de los peores episodios presidenciales, siendo Clinton el segundo presidente de la historia que sufrié la humillacién de ser sometido a un proceso de destitucién. Los escandalos en la Casa Blanca de Clinton abundaban: Whitewater-gate, Viajes-gate, Corea-gate, Becaria-gate; todos crearon vergtienza, bochorno y humillacién a la mds alta institucién del mundo libre. El fiscal especial Kenneth Starr gasté 55 millones de délares de los contri- buyentes y varios afios para acusar a los asociados de Clinton e investigar todas 90 PARTE II Validacion Jas consecuencias tributarias de las cuestionables inversiones del presidente y su esposa en el asunto inmobiliario de Whitewater en Arkansas. La veterana oficina de viajes de la Casa Blanca fue sumariamente supri- mida, supuestamente por orden de la Primera Dama, para dejar sitio a sus amigas. El presidente Clinton fue acusado de ofrecer la habitacién Lincoln de la Casa Blanca como «recompensa» a las contribuciones significativas a su campaita electoral, y se acusé a un significativo circulo de recaudadores de fondos asi ticos de solicitar favores de la Casa Blanca a cambio de importantes contri- buciones. La culminacién del colapso ético de Clinton se produjo cuando se revelé que el Presidente habia mentido sobre su relacién continuada con una becaria de la Casa Blanca, cuyo nombre se hizo famoso rdpidamente en todo el mundo (véa- se el Estudio de Caso al final de este capitulo). En efecto, incluso después de que el escdndalo Ménica Lewinsky dejara una cicatriz permanente en la presidencia de Clinton, el Presidente fue acusa- do al final de su mandato de haber indultado a un grupo de terroristas porto- rriquefios para ayudar a su mujer en su candidatura al Senado por Nueva York, donde los votantes portorriquefios constituyen un importante grupo de electo- res de la ciudad. El legado ético de Clinton extendid, afectando a sus amigos y aliados. El jefe de estrategia medidtica de Clinton, Dick Morris, fue obligado a dimitir cuando se revelé que contrataba regularmente a una prostituta de Washington que «escuchaba» las sesiones telefonicas estratégicas con el Presidente. Diversos secretarios del gabinete de Clinton y ejecutivos de alto rango (des- de Webster Jubbell hasta Henry Cisneros, pasando por el difunto Ron Brown) fueron acusados y juzgados, o incluso peor. Un viejo amigo, Vincent Foster, res- ponsable de la custodia de los registros del caso Whitewater, se suicid6. Incapaz de escapar del escdindalo ético, el vicepresidente Al Gore fue acusado de pedir contribuciones democréticas de la Casa Blanca violando las leyes fede- rales, y se defendié alegando que «no sabia» que una reunion celebrada en un templo budista fuera realmente una campajia para recaudar fondos. Gore no pudo superar el estigma de haber respaldado a Clinton sin dudarlo, una leal- tad que perjudicé su propia campaiia por la presidencia. En el otro extremo del espectro, el portavoz republicano de la Cémara de Representantes, Newt Gingrich, fue llamado al orden y multado por un comi- té ético del Congreso por utilizar un curso educativo como «frente» para obte- ner contribuciones para la campafta electoral. Al final, Gingrich perdié su pues- to de portavoz y tuvo que dimitir de su escafio. El candidato republicano a la sucesién de Clinton, el gobernador de Texas George W. Bush, fue «desafiado desde el punto de vista ético» cuando se negé a contestar a las acusaciones de que habia consumido cocaina en la universidad. CAPITULO 4 Etica 91 & 0 El periodismo también estuvo plagado de transgresiones éticas. La comentarista de noticias de la ABC, Barbara Walters, hizo un reporta- je halagador sobre el creador de Sunset Boulevard, Andrew Lloyd Webber, en su programa de entrevistas de 20 preguntas y 20 respuestas, a finales de 1996. La Srta. Walters no mencioné su inversién de 100 000 délares en la misma pro- duccién de Broadway que laureaba’. El columnista de Newsweek, Joe Klein, fue seftalado como el autor de la obra «de ficcién», éxito de ventas, que atacaba al presidente Clinton y a otros. El Sr. Klein nego insistentemente que fuera el autor «anénimo» de Primary Colors, hasta que se vio obligado a admitir que habia mentido 2. La CNN, la respetada cadena de noticias 24 horas al dia, fue descubierta en un embarazoso desliz ético, cuando se revelé que un programa que inaugu- raba la asociacién de la cadena con la revista Time era falso. El informe de la CNN demostraba que el ejército estadounidense habia empleado gas nervioso durante la guerra del Vietnam. Posteriormente se descubrié que los periodis- tas y los productores habian manipulado la evidencia y pecado de crédulos para «demostrar» su alegato. La CNN se disculpé por el engafio y despidié a los res- ponsables. ¥ Las organizaciones, con dnimo y sin dnimo de lucro, tampoco pudieron escapar del escdndalo ético. Los principales fabricantes de tabaco de la nacién fueron acorralados en el Congreso y los tribunales a finales de la década de 1990, acusados de haber sabido siempre, pero no haber admitido nunca, que el consumo de cigarrillos es perjudicial para la salud y crea adiccién (véase el Estudio de Caso del Capitulo 19). Al final, un gran productor, Liggett, admitié que habia sabido durante aftos que fumar era adictivo >. Finalmente, cuando se aproximaba el nuevo milenio, incluso los ejecutivos de la industria tabaquera lo admitieron: «Podriamos haber sido un sector mejor en los tiltimos 40 afios» 4. La empresa aseguradora Prudential Insurance, conocida como «la roca» por su integridad financiera, se vio amedrentada por un escéndalo que implicaba a sus vendedores en précticas poco escrupulosas. La empresa American Express, incluida entre las empresas mds grandes y de mayor prestigio del mundo, contribuyé con 8 millones de délares a resolver una disputa con un antiguo alto ejecutivo, Edmund Safra, tras reconocer que habia intentado desacreditar al Sr. Safra vinculdndole a actividades ilegales. Irénicamente, en 1999 el Sr. Safra murié asfixiado cuando una enfermera quemé6 su apartamento en Ménaco. Wal-Mart, durante aitos promotora de un programa para comprar pro- ductos americanos, fue acusada de contratar a trabajadores menores de edad para producir vestidos en América latina y en Asia. Incluso peor, la lacrimé- gena socia de Wal Mart, Kathie Lee Gifford, una personalidad televisiva impoluta, fue acusada de aliarse con los esclavistas contratistas de niftos que producian ropa que llevaba su nombre °.

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