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20 manuel moreno fraginals LA HISTORIA COMO ARMA AL Comendante Ernesto Guevara Sema, dondequiera que esté, dandole las gracies por muchas razones, Resulta sorprendente replantearse ahora, después de tantas vueltas sobre el tema, euil ha de ser 0 —en forma imperativa— cuil debe ser Ia funcién de un histo- dor en la sociedad socialista, Sin embargo, creemos imprescindible este plan- teamiento porque el proceso revolucionario cubano, berriendo todas las antiguas jerarquits, nos ha hecho volver a las preguntas iniciales. Hoy, todo intelectual hhomesto esté necesitado de un analisis y recuento de su actitud, y los historiadores ‘no son una excepeidn, No podemos vivir en la sociedad nueva con las viejas concepeiones fata es una frase repetida hasta el infinite, Pero gqué hhemos hecho por la creacién de Ja nveva historia, del nuevo historiador? Empecemos por reconocer con Ie mas absolute honestidad que los libros de his- toriadores profesionales se leen poco; y se leen menot a medida que la opinién de sus colegas eleva la categoria intelectual de estas obras, Es obvio que no nos referimos aqui a los textos que los estudiantes adquieren y leen obligatoriamente como medio de aprobar sus asignsturas. Nuestra mencidn es a los libros histiricos —de historiadores profesionales cubanos y extranjeros— antes y después de la Rewlucién. La verdad de esta afirmacién queda demostrada con un simple ané- lisis estadistico de venta de libros. Este poco leer obras de historia, va indisolu- Blemente ligado a otro hecho de mayor trascendencia. Hay un clamor gencral Por una historia nueve, por una forma distinta de ver el pasado, que no satisfecho en In etapa revolucionaria. Son muy pocos los nuevos libros. hist publicades @ partir de 1959, aunque si hemos texido une importante Iabor de reediciones. Pero ni las antiguas obras han Mlenado siempre su cometido, ni las ruevas hin sido siempre nuevas en el exacto sentido de esta palabra. El hombre que va naciendo en este perfodo de construccién del socialisme intuye que los esquemts histérics tradicionales no funcionan. Los estudiantes se muestran per- plejos ante obras que pretenden ser el antecedente inmediato del presente que vi- vimos y que sin embergo nada tienen que ver con este mundo fabulose ques bre ante sus ojos. Y prefieren, como lecturas —no como disciplina— la historia apasionade, alucinante, que se revela detris de La tortura, La gungrena, La fave- le, © la recie explicacién de una clase social que ofrece El cimarrén 0 Memorias de una cubanita que nacié con ef siglo. El resumen definitive de este problema csté en Je respuesta sincere del agudo José Luciano Franco, cuando le preguntaron por qué Ie historia era tan aburride: La historia real —respondié—, ese. apasionante suceder diario, ereador, jaméis es sburrido: quienes somos definitivamente aburridos, somos les historiadores. GPAMA QUE LA musromta? AL penetrar en el camino del socislismo, replanteemos la pregunta inicial: para qué le historia? Durante siglos hemos venido acumulando reepvestes: la historia como masstra de la vida, ejemplo de las generaciones venideras, leccién de pre- sente... De Maquiavelo, a Savigny, a Toynbee —por citar sélo algunas cumbres del nacimiento y desarrollo de Ix historiografia burguesa— las respucstas a la razén de ‘a historia permanecen idénticas, aunque en cada ocatién se expresen on palabras diversas. Las palabras distintas para decir siempre lo mismo pe- recen autilezas de eacolisticot: pero en eat sutileza esti el sentido del juego y el gran fraude de la historia escrita burguesa. La historia escrita cubana es tam- bien una tipica concepcién burguesa. Y si queremos contestar sinceramente Ia pregunta: pera qué la historie?, dehemos interrogarnos también en este sentido: Gpara qué necesita la historia Ia clase dominante? La historia escrita es uno de los elementos fundamentales de la superestructura creada por un determinado régimen de produccin. En este sentido puede compa- réreele adecusdamente con la religién y el derecho, Tal ver por eco aburre a los hombres de boy como un libro antiguo de derecho o de teologia, y no interesa mio que a los expecielizadoe. Repiticndo determinados conceptos histéricos a los rifios en las escuclas y al pueblo todo a través de los diversos medios de comu- nicacién, la burguesia ha tratado de crear un mundo de mitos que en su raiz es idéntico « Ia creencia en San Juan Bosco o en el Santisimo Nifio de Praga. Sélo que la historia escrita es més peligrosa que las antiguas formas religiosas a las que pretende sustituir 0 complementar, ya que los mitos histéricos no responden 4 la mentalidad primitive sino se cotizan en el mercado de las idees como pro uctos modernos y cientifioos Y para un proceso revolucionatio este punto es 1L& HISTORIA COMO ARMA 21 22, sumamente delicado, ya que mito religioso te destruye por si solo ante una explicaciéa cientifica del mundo. la ley como superestructura se deroga, pero | creenciet historica permanece, como categoria cientifica, asentada en su base do- cumental. 4Cémo se han construido los mites histéricos? No es un hecho casual que la Fistoriografia burguese esiableciers como axiomas universdles ciertas premisas “ciemificas”, como las siguientes: Los hhechos recientes no pueden ser analizados correctamente por el historiador: © necesario que el tiempo los decante, calme las pasiones y fije los valores. No se puede juzgar el pasado con criterios del presente. Bl historiador ha de ser un hombre desapesionado, Fatas son aleunas reas burguesas del juego historiogrifico. Son verdades parcisles: decir, mentiras parciales. Y todas corducen a un mismo fin: lograr, de manera ientifica, que los historiadores se sparten de todo el contacto con la vids. Negar la posibilidad del anélisis de tox hechos recientes muestra el deseo sube consciente de frenar todo estudio que ponge en peligro la estabilidad del orden ‘burgués, Es cierto que son muchas las dificultades que pueden sefalarse al ex fuerza por escribir In historia contemporinea —en el verdadero sentido de eats palabra—, pero estas dificultades no son mayores que las que hay que vencer para historiar el pasado lejano. Historiar lo Iejano no crea mie problemas a ana burguesia gobernante que soportar quizas un leve vendaval sobre sus mitos histéricos: exponerse a que alguien, en un libro del cual se editan mil ejerplares y es leido-a Jo sumo por mil interesados, plantee una teris contra algo que extudian anualmente on Ins escuclas, institutes y universidades, un millén de personas. Y si esto sucede —ése fue el caso de Azicar ‘y abolicién, de Cepero Bonille—, se acusa al sutor de extremista, apasionado y ‘mtipatriota. Y, también como en el caso de Azicar y abolicién —que ex el en- sayo histérico més brillante que se ha escrito en Cuba en este siglo—, se le tiende 1 tomo una ominosa cortina de silencio. Ahora bien, historiar los hechos recientes implica para la burguesta gobernante €l peligro de que los historiadores investiguen y denuncien I realidad del presente. Y que dejen plasmaddo en una ohra cientifiea el relato exacto de una situacién conocida no slo a través de lus documentos sino también por el posible testimonio vivo de les actores del hecho, Y el trabajo con fuentes vivientes —de alguna forma hemos de Mamarles— implica la utilizaciéa de ciettas téenicas de investiga- cién que cnriquecen el instrumental historiogrifico y abren un mundo extraordi nario para ahondar y comprender el pasado. Pero estas modernss técnicas tam- poco son ensefiadas a los historiadores, y la burguesia las reserva pars el anilisis de eur mercadae y la venta de sus productos, Paraldlo a la negativa de investigar hechos recientes, corre la gram mentira parcial de que es imposible analizar el pasado con criterios de presente. Es elemental que Jas caracteristicas formales de los diversos pueblos y las condiciones de enla época difieren entre si extraordinariament®. Pero hay una serie de constantes hhistéricas que pueden aplicarse siempre, como son la realidad de la luche de clases y las relaciones de produccién. ¥ la sinicn forma de comprender cabalmente

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