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GOOD,Byron J. Medicina, racionaliahdy eqeriencia.

Unaperspectiva antropo/ógica
Barcelona: Edicions Bellaterra, 2003, 375 pp.
Versión original: Medicine, Rationahy and Eqerience. A n Anthropohgical Perspctive
Lewis Henry Morgan Lectures. Cambridge: Cambridge University Press, 1994,242 pp.

Angel Marúnez Hernáez

Este libro de Byron Good, catedrático de antropología médica y director del depar-
tamento de medicina social de Harvard, es una auténtica hermenéutica de la sospe-
cha sobre las relaciones entre el sufrimiento humano, las representaciones culturales,
el lenguaje médico y el poder. Bajo el formato de una compiiación de conferencias
dictadas en el prestigioso Foro Lewis Heny Morgan, el texto indaga con un lenguaje
claro y reflexivo en las diferentes distorsiones de las investigaciones sobre la cultura
y la subjetividad. Quizá lo más caractenstico sea su talante anti-intuitivo, siguiendo un
concepto utilizado por el autor para definir aquellas exploraciones que no dan por
sentado las inflexiones del sentido común. Y, ciertamente, pocos autores han sabido
abordar tan bien el análisis de la biomedicina o medicina científica para desvelar en sus
juegos de lenguaje estrategias de ocultamiento de la dimensión cultural de la experien-
cia. El libro de Good es algo así como una cartograíía de las coordenadas semióticas
y epistemológicas de la biomedicina que, al ser mostradas como principios culturales,
permiten una nueva mirada antropológica, más independiente y menos convencional,
sobre la enfermedad y la subjetividad humanas. Es por ello que se convierte en un
texto pertinente no sólo para los especialistas en el ámbito de la antropología médica,
sino también para toda suerte de científicos sociales y profesionales de la salud.
El primer problema que invoca Good es el dilema de la "creencia" y sus implica-
ciones en el campo de la historia de la antropología, la medicina y la antropología
médica. Pensar en los saberes locales como creencias, en tanto que opuestas a la cien-
cia, no es sólo producto del prejuicio o del establecimiento de distancias entre el etnó-
grafo y los informantes, sino una forma de denotar que los conocimientos culturales
son entendidos por el investigador como contrafactuales, así como de soslayar una
reflexión sobre el propio saber. Y es que el concepto de creencia es para Good ínti-
mamente dependiente de una determinada teoría empirista del lenguaje, aquella que
presume, como en determinadas epistemologías populares, que el mundo natural es
transparente para el discurso científico, que éste es una especie de "espejo de la
naturaleza" ajeno a la cultura y a los modos de pensar y construir los hechos y las
representaciones. De ahí que cuando la noción de creencia es más invocada por el
conocimiento científico -ya estemos hablando de medicina o de antropología-
más puede acercarse este mismo conocimiento al propio modelo presuntivo de la
creencia. Es lo que Good define como "epistemologías fundamentalistas", pues para
este autor "existe una estrecha relación entre la ciencia -incluida la medicina- y el
fundamentalismo religioso", aunque sea sólo en la analogía que para unos y otros
guarda la creencia como instrumento de salvación, ya sea del espíritu o de la salud.
La crítica al uso de la noción de creencia aparece articulada a lo largo del libro con
otros argumentos teóricos y con ejemplos etnográficos de Irán, Turquía y Estados
Unidos. El objetivo es mostrar las potencialidades de una mirada interpretativa o
"centrada en el significado" en el análisis de las relaciones entre la subjetividad y la
cultura. Una aproximación, eso sí, que tiene en cuenta que no todo es explicable a
partir de la idea de isignificado, pues éste no deja de ser una condensación de mundos
morales, relaciones de poder, realidades de opresión, formas estéticas y desigualdades
sociales, entre otros muchos factores.
La defensa de isu orientación "centrada en el significado" cobra especial impor-
tancia en el segundo capítulo titulado "Representaciones de la enfermedad en la an-
tropología médica. Aquí Good analiza cuatro formas de representar la enfermedad
por parte de la antropología: la enfermedad como creencia popular, como modelo
cognitivo, como realidad culturalmente constituida y como mistificación. A la primera
de ellas puede aplicarse, según el autor, los mismos argumentos que al modelo biomé-
dico, pues ambas aproximaciones se instalan en la tradición empirista del lenguaje. La
segunda ya fue objeto de critica por parte de Good en otros textos (Good 1977;
Good y Good 1981) y básicamente el argumento es que se trata de una orientación
demasiado inclinada a una idea formalista del lenguaje, así como a un tratamiento de
los juegos de significado como realidades de tipo mental. La tercera y la cuarta, final-
mente, representan la discusión que ya desde la década de los setenta enfrenta a idea-
listas y materialistas en antropología médica: la enfermedad como significado verstls la
enfermedad como desigualdad social. Good ha sido y continúa siendo un claro repre-
sentante de la tercera orientación que ha derivado desde una hermenéutica del signi-
ficado a una fenonnenología de la experiencia y el sufrimiento. Su crítica a la última
tendencia, la materialista, va dirigida fundamentalmente a aquellas posiciones que se
han ubicado en una crítica sin concesiones a toda aplicación clínica del conocimiento
antropológico. Para Good el peligro de esta última orientación consiste en "inter-
pretar la cultura ajena como rnistificación y falsa conciencia", de tal manera que estos
conceptos adquieran un función similar a la idea racionalista de superstición y el
investigador vuelva a actuar de nuevo desde una especie de "verdad revelada".
Los capítulos 3 y 4 tienen un objetivo similar entre sí, pues indagan en la manera
en que los sistemas médicos, en tanto que sistemas culturales, construyen sus objetos.
Mientras el capítulo 3 puede entenderse como un análisis etnográfico de la medicina
clínica norteamericana en donde ésta cobra carácter de sistema simbólico, el capítulo
4 promueve una estrategia clásica de la hermenéutica -el desplazamiento analítico
del texto al contexto- para interpretar conceptos básicos de la medicina islámica
como la dicotomía caliente-frío. Las conclusiones de estos dos capítulos pueden resu-
mirse en la afirmación que "el conocimiento médico es también conocimiento social",
pues no puede abstraerse de su naturaleza de formación simbólica inserta en un mun-
do de relaciones sociales.
Los capítulos 5 y 6 guardan una estrategia y un objeto comunes. La estrategia es
mostrar la viabilidad de una orientación hermenéutica en el análisis del sufrimiento y
la enfermedad que no sea dependiente del empirismo acrítico de la biomedicina. El
objeto es el sufrimiento humano como forma de experiencia que mueve a la elabora-
ción de narrativas cuya función es remodelar la realidad y afrontar "lo inesperado, lo
no ordinario, lo problemático, lo misterioso". Las narrativas del dolor crónico en
Estados Unidos y de la epilepsia en Turquía son las formas simbólicas de aflicción
que Good analiza, respectivamente, en estos capítulos. La paradoja que descuella de
ambas situaciones es, sin embargo, la misma: la limitación de las formas simbólicas
para dar cuenta de experiencias que involucran sensaciones corporales y sentimien-
tos. La experiencia excede su objetivación en formas simbólicas, nos dice Good. N o
obstante, el conocimiento que tenemos de la enfermedad y la afltcción es siempre a
partir de relatos de los propios sujetos afectados, de los familiares, de los profesiona-
les; esto es: la enfermedad tiene una estructura narrativa. El intérprete de este tipo de
relatos se encuentra, pues, ante la situación paradójica de reducir la experiencia a la
textualidad, aun cuando la primera desborda siempre las limitaciones del lenguaje y el
campo narrativo. Es el eterno dilema entre hermenéutica y fenomenología, entre
significado y experiencia.
El último capítulo del libro titulado "Estética, racionalidad y antropología médica"
puede leerse como una voz de alarma y, a la vez, un programa para la antropología
médtca. Una voz que entiende, siguiendo a Habermas, que la racionalidad instru-
mental de la biomedicina, y por extensión de la modernidad, ha provocado una "co-
lonización del mundo vital", un empobrecimiento de las prácticas comunicativas
cotidianas, una escisión elitista de las culturas expertas de los contextos de acción
comunicativa de la vida diaria. Good entiende que este dominio generalizado de la
racionalidad instrumental en nuestros mundos culturales es una amenaza para la liber-
tad y supone una pérdida de atención a los valores y al sufrimiento humanos. Quizá
por ello, su progrania para una antropología médica radica precisamente en la crítica
a una racionalidad iristrumental que acostumbra a encubrir su condición social e ideo-
lógica con el disfraz de lo aséptico, lo pragmático y lo neutral. La función del antro-
pólogo es para Good desenredar el entramado que permite la apariencia de un
isomorfismo entre c-onocimiento pragmático y realidad o, si se prefieren otras pala-
bras, hacer visible los artificios de lo invisible.

GOOD,B. (1977) "l'he heart of what's the matter. The semantics of iliness in Iran",
Culture, Medicine and Psychiaty, 1, 25-58.
GOOD,B. & GOODDELVECCHIO, MJ. (1981) "The meaning of symptoms: a cultural
hermeneutic molde1 for clinical practice", in L. EISENBERG, & A. KLEINMAN (eds)
The relevante of social scienafor medicine, pp. 165-196, Dordrecht: Reidel.

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