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DEL TEXTO A LA ESCENA: UN PARTO DIFICIL Patrice Pavis (Universidad de Paris) 1. Comentarios preliminares. La transicién del texto a la escena constituye un parto dificil. En el momento en que el espectador asiste a la creacién del espectaculo, ya es tarde para darse cuenta del trabajo preparatorio del director, y el resultado ya esta ahi; un pequefio ser sonriente o afligido, es decir un espectdculo mas © menos exitoso, més o menos comprensible, donde el texto es solamente uno de los sistemas escénicos, al lado de los actores, el espacio, el ritmo temporal. Ya no es posible, entonces, dar cuen- ta de los actos y gestos de los actores y/o el director mediante una descripcion cronologica, porque la puesta en escena, tal como la concebimos aqui, es un efecto una “puesta a la mirada” sincroni- ca de todos los sitemas significantes cuya interacci6n produce sen- tido para el espectador. No hablaremos entonces del director, persona privada encarga- da por una instituci6n teatral de firmar el trabajo escénico con su propio nombre, sino de la puesta en escena, definida como la puesta en relacién, en un espacio y un tiempo dados, de diversos materiales (sistemas significantes) en funcién de un publico, La puesta en escena es una nocién estructural, un objeto teérico y un objeto de conocimiento, El director, ese padre desconocido de nuestra parabola, no nos interesa directamente aqui, y por lo tan- to —disculpdndonos ante los artistas y practicantes de teatro— lo dejaremos de lado para hablar de la nocién estructural de puesta en escena. 173 Una Altima precision sobre vocabulario. Nos parece importante distinguir entre los siguientes conceptos: —EI texto dramiatico: el texto lingiifstico tal como se lee en un texto escrito o tal como se escucha en el curso de la representacién (volveremos sobre esta distincion mas adelante). Aqui trataremos exclusivamente del caso del teatro de texto, donde el texto existe antes de la puesta en escena como huella escrita y no se escribe o reescribe después de los ensayos, improvisaciones 0 representa- ciones, como suele ocurrir. — La representacion: todo lo que se puede ver y escuchar en el escenario, pero que todavia no ha sido recibido y descrito como un sistema de sentido, como uno de los sistemas significantes es- cénicos. — Finalmente, la puesta en escena o puesta en relacién de todos los sistemas significantes, principalmente la enunciacién del texto dramatico en la representacién. Tal puesta en escena, entonces, no es el objeto empfrico, el conjunto incoherente de los materiales, ni tampoco la actividad mal definida del director y su equipo anterior a la entrega del espectdculo. Es un objeto de conocimiento, el sistema de las relaciones establecidas por la produccién (los acto- res, el director, el escenario en general) y la recepcién (los especta- dores) entre los materiales escénicos, constitufdos de aqui en ade- lante en sistemas significantes. Esta distincién entre la representacion considerada como objeto empfrico y la puesta en escena como objeto de conocimiento per- mite pensar, y ademas superar; otra oposicién: la de una estética de la produccién y una estética de la recepcion! En efecto, la puesta en escena —y €sta serd nuestra hipdtesis principal— no exis- te en tanto sistema estructural hasta que ha sido recibida y recons- titufda por un espectador a partir de la produccién por el equipo artistico de una puesta en relacién de los sistemas significantes. Descifrar la puesta en escena significa recibir ¢ interpretar el siste- ma que comenz6 como la produccién (en el sentido inglés de la palabra) del equipo artfstico. No se trata de reconstituir las inten- ciones del director sino de emitir una hipétesis acerca del sistema elegido por los productores a través de lo que recibe el espectador. 174 Intentaremos, a continuacién, proponer una teoria de la puesta en escena. 2. Negaciones. En este estadio de la investigacién en semiologia teatral, nada nos autoriza a asimilar la semiologia del texto dramé- tico a la de la representacién. Nos esforzaremos en mantener sepa- rados su metodologia y su objeto de estudio, de no poner texto y representaciOn en el mismo nivel ni el mismo espacio tedrico, ni tampoco de reducir uno al otro, De otra manera, llegarfamos muy rdpido a una asimilacién de la oposicién texto/representacién a las antiguas oposiciones entre significado y significante, alma y cuer- po, fondo y forma, literario y teatral, etc. En el estudio del texto dramatico, precisaremos siempre si es- tamos enfocando el texto antes o independientemente de una enunciacién escénica, 0 si lo estamos analizando como uno de los componentes de una puesta en escena concreta, teniendo en cuen- ta la enunciacién y la “coloracién” que le imprime el escenario. Si ambas semiologfas deben guardar su autonomia, es porque el texto y la representacién responden a sistemas semiolégicos dife- rentes, y la puesta en escena no es la reduccién o transformacién de uno en el otro, Antes de definir esta relacion delicada entre tex- to y representacién, comenzaremos afirmando lo que la puesta en escena no es, rechazando entonces las definiciones inadecuadas que todavia se hacen de ella. Trataremos de no decir lo que la puesta en escena no debe ser (vision muy normativa), sino lo que la teorfa de la puesta en escena no puede ser o ya no puede afir- mar. Por cierto, al establecer una teorfa de la puesta en escena, siempre hay un riesgo de abrir el camino a una descripcién de sus principales operaciones mediante juicios normativos acerca de su funcién y su papel, especialmente en lo que concierne a la consi- guiente construccién de sentido. No obstante, formulemos una se- rie de negaciones. La puesta en escena no es la realizacién escénica de una poten- cialidad textual (0 entonces habria que comenzar explicando en qué consiste tal “potencialidad’’). No consiste en encontrar signi- ficados escénicos que repetirfan, de manera necesariamente redun- 175

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