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Señor

Andrés Zambrano
Jefe de redacción
Revista Caras

Apreciado señor:
Me dirijo a usted para felicitarlos por la columna de Salud Hernández “¡Vivan los
humanos!”, poniendo a discusión que la tauromaquia ha estado últimamente en polémica
con función de embestir sobre ella, lo cual a nuestro modo de pensar es completamente
innecesario. Los llamados anti taurinos miran a través de un escenario conveniente en el
cual involucran la vida de los animales como fundamento para terminar con los
espectáculos, pero aprueban otros eventos que también atentarían contra la vida de
animales como las peleas de gallos o las caninas, construyendo una contradicción entre lo
que defienden y lo pragmático.
En primer lugar, los festivales taurinos han sido una tradición desde hace más de cinco
siglos que han formado parte de esto los países latinoamericanos, inculcado por los
españoles junto con la religión, idioma y mestizaje. En segundo lugar, la prohibición de
esta práctica sería un acto de violación hacia la libertad del hombre en todo sentido, puesto
que estaría atentando contra el libre albedrío. En tercer lugar, colocando a la vida y el honor
del toro, expongo que es un acto de hipocresía de aquellos que se hacen llamar anti taurinos
y que defendiendo está posición, están de acuerdo con el consumo de carne bovina en
específico reses, las cuales mueren de una forma denigrante en donde el toro no puede
hacer algo para salvar su vida o su honor, en cambio en el Festival taurino el toro defiende
su vida y honor, lucha, y tiene la oportunidad de embestir al torero, muriendo de una forma
armoniosa: '' La fiesta de toros es el único lugar en donde se puede estar seguros de
presenciar la muerte envuelta en la más deslumbrante belleza'' (Lorca, 2017)
Claro está que muchos de los que se hacen llamar “anti taurinos” tiene una doble moral,
afirmando defender muchos de los supuestos derechos de los animales en particular del
toro, pero no se detienen a pensar en la realidad que estos viven, como lo afirma una crítica:
“Los toros de lidia, para que los ignorantes sepan, viven como hidalgos, en las mejores
fincas, con los pastos más antojados, y pasan más años sobre la Tierra que sus colegas de
otras razas” (Mora, 2012). Estos toros que viven salvajes por un promedio de 4 años, con
buenos pastos y un buen cuido a diferencia de esos pobres que viven un promedio de 6
meses a 1 año donde saben que su final va ser en el matadero y en una plaza de mercado.
Obviando que su función es abastecer muchas carnicerías del país y estos por obligación
deben tener un muy buen cuido ya que es para consumo humano.
Pero ¿cómo preferimos que muera el toro? ¿En un matadero? O tal vez ¿En un escenario
taurino?, personalmente pienso que el toro durante la lidia lucha por su honor y poder sin
perder la naturaleza propia de un animal salvaje.

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