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El lector recordará, por lo aprendido en física, que una sustancia existe en tres
estados de agregación: sólido, líquido y gas. (A temperaturas muy elevadas también
existe como plasma.) Una sustancia en la fase líquida o en la gaseosa se conoce como
fluido. La diferencia entre un sólido y un fluido se hace con base en la capacidad de la
sustancia para oponer resistencia a un esfuerzo cortante (o tangencial) aplicado que
tiende a cambiar su forma. Un sólido puede oponer resistencia a un esfuerzo cortante
aplicado por medio de la deformación, en tanto que un fluido se deforma de manera
continua bajo la influencia del esfuerzo cortante, sin importar lo pequeño que sea. En
los sólidos, el esfuerzo es proporcional a la deformación, pero en los fluidos el esfuerzo
es proporcional a la razón de deformación. Cuando se aplica un esfuerzo cortante
constante, llega un momento en que un sólido, a un cierto ángulo fijo, deja de
deformarse, en tanto que un fluido nunca deja de deformarse y tiende a cierta razón de
deformación.
XVIII tuvo poco impacto sobre la ingeniería, ya que las propiedades y los parámetros de
los fluidos estaban mal cuantificados y la mayor parte de las teorías eran abstracciones
que no se podrían cuantificar para fines de diseño. Esto iba a cambiar con el desarrollo
de la escuela francesa de ingeniería dirigida por Riche de Prony (1755-1839). Prony
(todavía conocido por su freno para medir la potencia) y sus asociados en París, en la
Ecole Polytechnic y la Ecole Ponts et Chaussees, fueron los primeros en integrar el
cálculo y la teoría científica en el currículo de ingeniería, el cual se convirtió en el modelo
para el resto del mundo. (Por consiguiente, el estudiante sabe a quién culpar por su
doloroso primer año de licenciatura.) Antonie Chezy (1718-1798), Louis Navier (1785-
1836), Gaspard Coriolis (1792-1843), Henry Darcy (1803-1858) y muchos otros
colaboradores a la ingeniería y teoría de los fluidos fueron estudiantes así como
profesores de las escuelas.
A mediados del siglo
XIX, se fueron presentando avances fundamentales. El físico Jean Poiseuille (1799-
1869) había medido con exactitud el flujo en tubos capilares para múltiples fluidos,
mientras que, en Alemania, Gothilf Hagen (1797-1884) había establecido la diferencia
entre el flujo laminar y el turbulento en tubos. En Inglaterra, Lord Osborn Reynolds
(1842-1912) continuó ese trabajo y desarrolló el número adimensional que lleva su
nombre. De manera análoga, en paralelo al primer trabajo de Navier, George Stokes
(1819-1903) completó las ecuaciones generales del movimiento de los fluidos con
fricción que tomaron sus nombres. William Froude (1810-1879), casi sin ayuda,
desarrolló los procedimientos y constató el valor de las pruebas físicas en modelos. La
pericia de los estadounidenses había igualado a la de los europeos, según quedó
demostrado con el trabajo pionero de James Francis (1815-1892) y Lester Pelton (1829-
1908) en las turbinas y la invención de Clemens Herschel (1842-1930) del medidor
Venturi. El final del siglo XIX fue notable por la expansión de la teoría de los fluidos
realizada por científicos e ingenieros irlandeses e ingleses que incluía, además de a
Reynolds y Stokes, a William Thomson, Lord Kelvin (1824-1907), William Strutt, Lord
Rayleigh (1842-1919) y sir Horace Lamb (1849-1934). Estos individuos investigaron un
gran número de problemas, inclusive el análisis dimensional, el flujo irrotacional, el
movimiento de vórtices, la cavitación y las ondas.
En un sentido más amplio, su trabajo también profundizó en los enlaces entre la
mecánica de fluidos, la termodinámica y la transferencia de calor. El amanecer del siglo
XX trajo dos desarrollos monumentales. En primer lugar, en 1903, los autodidactas
hermanos Wright (Wilbur, 1867-1912; Orville, 1871-1948) a través de la aplicación de la
teoría y determinada experimentación perfeccionaron el aeroplano. Su primitiva
invención fue completa y contuvo todos los aspectos importantes de las naves
modernas. Las ecuaciones de Navier-Stokes tuvieron poco uso hasta esta época,
debido a que eran demasiado difíciles de resolver. En una publicación que abrió el
camino, en
1904, el alemán Ludwig Prandtl (1875-1953) demostró que los flujos de fluidos se
pueden dividir en una capa cercana a las paredes, la capa límite, en donde los efectos
de la fricción son significativos, y una capa exterior, en donde esos efectos son
despreciables y se pueden aplicar las ecuaciones simplificadas de Euler y Bernoulli. Sus
estudiantes, Theodore von Kármán (1881-1963), Paul Blasius (1883-1970), Johann
Nikuradse (1894-1979) y otros se basaron en esa teoría en aplicaciones tanto a la
hidráulica como a la aerodinámica. (Durante la Segunda Guerra Mundial, ambos bandos
se beneficiaron de la teoría, ya que Prandtl permaneció en Alemania en tanto que su
mejor estudiante, Theodore von Kármán, nacido en Hungría, trabajó en Estados
Unidos.) La mitad del siglo XX podría considerarse como la edad de oro de las
aplicaciones de la mecánica de fluidos. Las teorías existentes fueron adecuadas para
las tareas que tenían que emprenderse y se definieron las propiedades y los parámetros
de los fluidos. Estos acuerdos apoyaron una enorme expansión de los sectores
aeronáuticos, químico, industrial y de recursos acuíferos; donde cada uno dirigió a la
mecánica de fluidos en nuevas direcciones. La investigación y el trabajo realizado en
ella a finales del siglo XX fueron elementos dominados por el desarrollo de la
computadora digital en Estados Unidos. La capacidad para resolver grandes problemas
complejos, como el modelado del clima global, o para optimizar el diseño de un álabe
de turbina, ha beneficiado a nuestra sociedad en tal manera que los desarrolladores del
siglo XVIII de la mecánica de fluidos nunca pudieron haber imaginado (Fig. 1-14). Los
principios que se presentan en las páginas siguientes se han aplicado en un rango muy
amplio desde los flujos a escala microscópica de un momento de duración hasta los
flujos simulados para un periodo de 50 años, para una cuenca completa de un río. En
verdad es increíble. ¿Hacia dónde se dirigirá la mecánica de fluidos en el siglo XXI?
Francamente, o inclusive una extrapolación limitada más allá del presente sería un
completo desatino. No obstante, si la historia nos dice algo, es que los ingenieros
estarán aplicando los conocimientos para beneficiar a la sociedad, investigando lo que
no saben y consumiendo una gran cantidad de tiempo durante este proceso.
4) Tensión Superficial
Las gotas de líquido se comportan como pequeños globos esféricos llenos con ese
líquido y su superficie actúa como una membrana elástica estirada sometida a tensión.
La fuerza de tracción que causa esta tensión actúa paralela a la superficie y se debe a
las fuerzas de atracción entre las moléculas del líquido. La magnitud de esta fuerza por
unidad de longitud se llama tensión superficial ss y se expresa en la unidad N/m (o lbf/ft
en las unidades inglesas). Este efecto también se conoce como energía superficial y se
expresa en la unidad equivalente de N m/m 2 o J/m 2. En este caso, ss representa el
trabajo de estiramiento que se necesita para hacer que aumente el área superficial del
líquido en una cantidad unitaria.
Los fluidos, como todos los materiales, tienen propiedades físicas que permiten
caracterizar y cuantificar su comportamiento así como distinguirlos de otros. Algunas de
estas propiedades son exclusivas de los fluidos y otras son típicas de todas las
sustancias. Características como la viscosidad, tensión superficial y presión de vapor
solo se pueden definir en los líquidos y gasas. Sin embargo la masa específica, el peso
específico y la densidad son atributos de cualquier materia.
Viscosidad.