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VII CEREBROS Y CONDUCTA‘ Habia una vez un filésofo duro de cardcter que dijo: “ZA qué tanta palabreria sobre ‘mentes’, ‘ideas’ y ‘sensaciones’? Real- mente —y quiero decir realmente en el mundo real— no hay nada que corresponda a estos supuestos sucesos y entidades ‘mentales’, a no ser ciertos procesos en nuestras cabezas, que son materiales de todo a todo.” Y habia una vez un filésofo que repuso: “IQué obra maestra de la confusién! Pues aun si, digamos, el dolor estuviera per- fectamente correlacionado con algun suceso particular en mi cerebro (cosa que dudo), ese suceso tendria claramente ciertas propiedades —digamos, cierta intensidad numérica mensura- ble en voltios—, que seria un sinsentido atribuir a la sensacién de dolor. Asi que se trata de des casas que estan correlaciona- das, no de una, y llamar una cosaa lo que son dos cosas es peor que estar equivocado, es una rotunda contradiccién.” Por mucho tiempo, dualismo y materialismo parecian agotar las alternativas posibles. Se ensayaron acuerdos mutuos (teo- rias del “doble aspecto”), pero ninguna gané muchos adep- los y practicamente nadie las encontré inteligibles. Luego, a la mitad de la década de 1930, se descubrid lo que parecia una tercera posibilidad. Esta tercera posibilidad se ha Hamado con- ductismo légico. Para exponer brevemente la naturaleza de esta tercera posibilidad es necesario recordar céme se tratan los “Este trabajo se presenté como parte del programa de The American As- sociation for the Advancement of Science, seccién L. (Historia y Filosofia de la Ciencia), el 27 de diciembre de 1961. Se publicé originalmente como “Brains and Behavior”, en R. Butler (comp.) Analytical Philosophy. Second Series, Basil Blackwell, Oxford, 1963, 272 MENTE, LENGUAJE Y REALIDAD numeros naturales (esto es, cero, uno, dos, tres...) en la légica moderna. Los ntimeros se identifican con conjuntos y esto se hace de diversas maneras, seguin la autoridad que se siga. Por ejemplo, Whitehead y Russell identifican el cero con el con: junto de todos los conjuntos vacios, el uno con el conjunto de todos los conjuntos que tienen un solo miembro, el dos con, el conjunto de todos los conjuntos que tienen dos miembros, el tres con cl conjunto de todos los conjuntos que tienen tres miembros y asi sucesivamente. (Fsto parece un circulo vicio- so, pero los autores pudieron disipar esta apariencia al defi- nir “conjunto de un solo miembro”, “conjunto de dos miem- bros”, “conjunto de tres miembros”, eic., sin usar “uno”, “dos”, “tres”, ete.) En resumen, los ntimeros se tratan como construe: ciones légicas a partir de conjuntos. Segim esta interpretacion, cl tedrico de los nimeres hace teoria de conjuntos sin percatarse de ello. Lo novedoso de esio fue la idea de deshacerse de ciertas entidades indeseables 0 embarazosas (los ntimeres) en la filo- sofia, sin dejar de hacer justicia a la adecuada configuracion del discurso (la teorfa de los ntimeros), tratando las entidades alu- didas como construcciones légicas. Russell se apresuré a erigir este “logro” como modelo para todos los filésofos futuros. Y algunos de esos filasafos futuros —los positivistas de Viena, en su fase “fisicista” (alrededor de 1930)— tomaron tan en serio el consejo de Russell que idearon la doctrina que Ilamamos conductismo légico, segtin la cual, del mismo modo que los nt- reros son (segtin se pretende) construcciones légicas a partir de conjuntos, los sucesos mentales son construcciones logicas a partir de sucesos de conducta reales y posibles. En el caso de la teoria de conjuntos, la “reduccién” de la teoria de los nimeros a la parte apropiada de la teoria de con- juntos se llevé a cabo en detalle y con indiscutible logro téc- nico. Puede discutirse el significado filoséfico de la reduccién, pero al discutirlo se sabe exactamente de qué se esta hablando. En el caso mente-cuerpo, la reduccién nunca se llevé a cabo ni siquiera de una manera posible, asi que no se puede estar seguro de exactamente edmo las entidades o sucesos mentales han de ser (identificados con) construcciones ldgicas a partir de sucesos de conducta. Sin embargo, hablando de manera CEREBROS Y CONDUCTA 273 muy general, esta claro lo que implica tal opinion: implica que todo discurso acerca de sucesos mentales es traducible a un discurso acerca de la conducta manifiesta, ya sea ésta real o potencial. Es facil ver de qué manera esta opinién difiere tanto del dualismo como del materialismo clasico. El conductista légi- co esta de acuerdo con el dualista en que lo que ocurre en nuestro cerebro no tiene conexidn alguna con lo que queremos decir cuando decimos que alguien tiene un dolor. Puede inclu- so hacer suyo todo el arsenal de argumentos dualistas contra la postura materialista. Pero, al mismo tiempo, puede ser tan “duro de caracter” como el materialista al negar que el discurso ordinario acerca de “dolores”, “pensamientos” y “sensaciones” conlleva una referencia ala “mente”, entendida come sustancia cartesiana. Asi pues, no sorprende que el conductismo légico atrajera una enorme atencién —tanto en pro como en contra— durante los treinta anos siguientes. Sin duda, esta tercera via demostré ser fructifera al injertarse en el debate. No es mi intencidn, empero, hablar aqui de lo fructifero de las investigaciones a las que ha Ilevado el conductismo légico, sino ver si hubo algtin resultado final de esas investigaciones. ‘Podemos, después de treinta afios, decir algo acerca de lo correcto 6 incorrecto del conductismo légico? <0 debemos decir que se ha afiadido una tercera opcion a las dos anteriores, de modo que no podemos decidir entre las tres mas facilmente de lo que hubiéramos po- dido decidir entre dos, y que nuestra discusién vuelve a ser, ast, casi tan dificil como antes? Muy pronto surgié una conclusién de las discusioncs en pro y en contra del conductismo logico, a saber, que la tesis ex- irema del conductismo légico, como acabamos de exponerla (que todo discurso acerca de “suceses metales” es traducible aun discurso acerca de la conducta manifiesta), es falsa, pero, en cierto sentido, esto no es muy interesante, Una tesis extrema puede ser falsa, aunque haya “algo a favor” del modo de pen- sar que representa. La pregunta mas interesante es ésta: ¢qué cosa, si alguna hay, puede “salvarse” del modo de pensar que el conductismo légice representa? 274 MENTE, LENGUAJE Y REALIDAD En los ultimos treinta afios, la forma original de la tesis ex- trema del conductismo légico se ha debilitado gradualmente hasta Hegar a algo como lo siguiente: (1) Que existen implicaciones formales entre enunciados mentales y enunciados de conducta, implicaciones for- males que no son, quizd, analiticas en la forma en que lo es “Todos los solteros son no casados”, pero que sin em- bargo se siguen (en algtin sentido) de los significados de las palabras mentales, Las Namaré implicaciones formales analiticas. (2) Que estas implicaciones formales pueden no proporcio- nar una traduccién efectiva del “discurso mental” al “dis- curso conductual” (introdujo este discurso sobre “discur- so” Gilbert Ryle en El conceplo de lo mental), pero que esto es asi por razones superficiales, como la mayor am- bigtiedad del discurso mental, en comparacién con la especificidad relativamente mayor del discurso acerca de la conducta manifiesta, Creo que, aunque ningun filésofo suscribiria hoy la ver- sidn més antigua del conductismo légico, muchisimos filéso- fos! aceptarian esas dos observaciones admitiendo a la vez la insatisfactoria imprecisién de la presente forma de cnunciarlas. Si estos filésofos tienen razén, hay mucho trabajo que reali- zar (por ejemplo, tiene que aclararse la nocién de “analitici- dad”), pero la direccién del trabajo esta trazada para el futuro proximo., Quisiera poder compartir este punto de vista afortunade, aunque sélo fuese por la consoladora conclusion de que una investigaci6n filos6fica de primera, continuada durante cier- to Uempo, conduciria finalmente a una selucién del problema mente-cuerpo que seria independiente de los enfadosos hechos empiricos acerca de los cerebros, la causacidén central de la con- ducta, la evidencia a favor y en contra de la causacién no fisica de por lo menos alguna conducta y la solidez o la falta de ella ‘Por ejemplo, estas dos observacioncs se formulan de manera bastante explicita en Strawson 1959. Sin embargo, Strawson me ha dicho que él ya no aprucha el punto (I). CEREBROS Y CONDUCTA 275 en la investigacion psiquica y la parapsicologia. Pero lo cierto es que vengo a sepultar al conductismo logico, ne a encomiarlo. Siento que ha Ilegado el momento de admitir que ser conduc- lista légico es un error y que aun las formas mas débiles de la doctrina del conductismo légico son incorrectas. No pue- do esperar establecer esto en un articulo tan breve como el presente,” pero al menos espero exponer, para su examen, las principales lfneas de mi pensamicnto. 1. Ganductisma ligico El conductismo légico suele comenzar por sefialar algo per- fectamente cierto: que palabras como “dolor” (“dolor” sera de aguf en adelante nuestro ejemplo patrén de palabra mental) no se ensefan por referencia a cjemplos modelo, de la manera en que se ensefan palabras como “rojo”. Se puede sefialar un ejemplo de rojo, pero no se puede senalar un ejemplo de dolor (excepto senalando algun tipo de conducia) y decir: “Compare la sensacién que esté teniendo con ésta (digamos, la sensacion de Juan en el tiempo #7). Silas dos sensaciones tienen idéntica cualidad, entonces su sensacién puede llamarse legitimamente 2 EJ intento de una cuarta opcidn —es decir, una opeidn distinta del dua- lismo, el materialismo y el conductismo— se esboza en “La vida mental de algunas maquinas”, que aparecié en Proceedings of the Wayne Sympostium gn the Philosophy of Mind {vambién en este volumen, pp. 359-886]. Esta cuarta opeidn es materialista en el sentido amplio de ser compatible con la opinién de que los organismas, incluyende a los seres humanos, son sistemas fisicos que estan compuesios de particulas clementales y obedecen Jas leyes de Ja fisica, pero no requiere que “estados” tales como dolor y preferencia se definan de una manera que haga referencia a la conducta manifiesta, 0 bien a fa constitucién fisico- quimica. La idea, expuesta brevemente, es que los predicados que se aplican aun sistema en virtud de su organizacion funcional tienen precisamente estas caracteristicas: una organizacién funcional dada (por ejemplo, una légica in- ductiva dada, una funcién de preferencia racional dada) puede realizarse en casi cualquier clase de conducta manifiesta, seguin las circunstancias, y puede “ineorporarse” a ¢structuras de muchas diferentes constituciones fisicas (y aun metafisicas) légicamente posibles. Asi, el enunciado de que una eriatura prefiere A a B no nos dice si la criatura tiene una quimica de carbon, 0 una quimica de silicén, 0 si es una mente descorporizada, tampoco nos dice c6mo se comportaria la criatura en circunstancias especificables sin referencias a otras preferencias y creencias de la criatura, pero no por ello es algo “miste- rioso”.

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