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REGULACION DE SERVICIOS PUBLICOS

ALUMNO : CUSI CALVO, BORIS


CODIGO : 000962507-I

TEMA: CUAL HA SIDO EL PROCESO DE INVERSION EN MATERIA DE


SERVICIOS PUBLICOS DESDE LA DECADA DE LOS 90 EN
TELECOMUNICACIONES, SANEAMIENTO, ELECTRICIDAD, GAS,
INFRAESTRUCTURA AEROPUERTARIA, FERROCARRILES, PUERTOS Y
CARRETERAS.

La privatización en el Perú, al igual que en la mayoría de países menos desarrollados, la


situación en cuanto al gasto público y las políticas económicas es muy diferente a lo que se
encuentra en los países industrializados, especialmente de Europa Occidental y, en menor
medida, de América del Norte.

En efecto, en nuestro país no puede hablarse de un gasto público excesivo y una presión
tributaria elevada, sino más bien de niveles de gasto insuficientes para atender las
necesidades sociales y de desarrollo, así como de ingresos tributarios exiguos, con altos
niveles de evasión. Al mismo tiempo, existe gran cantidad de empresas estatales operando
en diversos sectores económicos, la mayor parte de ellas creadas durante el gobierno militar
y trabajando en una situación de déficit crónico.

El gobierno de Alberto Fujimori ha adoptado varias políticas que inciden sobre el rol
económico del Estado. Se ha llevado a cabo una importante reducción del empleo público
mediante mecanismos de estímulo a la renuncia y concursos internos de los que debe
resultar una cantidad de personal excedente. También se han adelantado planteamientos
respecto a la privatización de ciertos servicios básicos (educación escolar), pero sin avanzar
en su concreción. En realidad, el esfuerzo se ha concentrado en la problemática de las
empresas públicas.

El proceso de privatizaciones constituye otro capítulo nefasto del decenio fujimorista y que
pone en evidencia los manejos oscuros de los recursos del Estado. Sin transparencia,
criterio técnico y pasando por alto el interés nacional, las empresas públicas fueron
rematadas y no siempre al mejor postor.

Entre 1990 y 2000 se ejecutaron 228 operaciones de venta, concesión o liquidación de


empresas públicas, lo que generó un monto de US$ 9.221. Sin embargo, de esta cantidad
solo ingresaron al Tesoro Público US$ 6,445. La diferencia de US$ 2.700 millones se
destinó al pago de consultoras, bancos de inversión y a sanear las cuentas de las compañías
privatizadas (el Estado asumió todas sus deudas antes de venderlas).

El dinero que finalmente ingresó a las arcas del Estado se utilizó en menor porcentaje para
los fines previstos y por el contrario se gastó en compras de armas, pagar la deuda externa,
cubrir el déficit fiscal, y a financiar la re-reelección de Alberto Fujimori,
“El decreto legislativo 674 establecía que el dinero de las privatizaciones se debía invertir
en salud, educación, infraestructura vial, seguridad, erradicación de la pobreza y
pacificación. Eso no se cumplió”, sostiene el ex legislador Javier Diez Canseco, presidente
de la Comisión que investigó los delitos financieros durante el régimen fujimorista.

De esta manera, entre noviembre de 1991 y febrero de 1992, dio comienzo una estrategia
global de privatización cuyo objetivo fue transferir las compañías más importantes tan
rápidamente como fuese posible. Mediante un programa cuyos puntos centrales fueron
definir los métodos de privatización, se identificó una lista prioritaria de empresas públicas
por privatizar (dependiendo de su peso específico y su facilidad de privatización, teniendo
en cuenta su grado de crisis) y se crearon los Comités Especiales de Privatización (CEPRI).

En el sector de telecomunicaciones, el gobierno peruano vendió la Compañía Peruana de


Teléfonos (CPT) y la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL). CPT era la
compañía que ofrecía servicios básicos de telecomunicación en el área de Lima, mientras
que ENTEL era la proveedora de larga distancia nacional e internacional, así como la
prestadora de servicios locales de telecomunicaciones para el resto de Perú. El
desposeimiento tuvo lugar en 1994, después de una subasta al mejor postor. Mediante un
mecanismo de ofertas en sobre cerrado referidas a un precio base, aproximadamente 35%
de las acciones comunes de CPT y ENTEL (el mínimo necesario para dar al comprador el
control de la fusión corporativa) le fueron vendidas a la compañía inversionista ibérica
Telefónica de España, ampliamente conocida por adquirir compañías de
telecomunicaciones en América Latina (otras empresas adquiridas por Telefónica son: la
desaparecida compañía Teléfonos de Chile, hoy llamada CTC, y la ENTEL de Argentina).
Los resultados de la almoneda fueron asombrosos: Telefónica pagó $2.004 millones,
cantidad considerablemente superior a la oferta que le siguió ($800 millones) y que estuvo,
en realidad, mucho más cerca del precio base señalado por el gobierno. Poco después de
haber comprado ambas compañías, Telefónica de España, S.A. las fusionó y creó
Telefónica del Perú, S.A. (TdP). Inicialmente, se concedió a TdP por un periodo de cinco
años, el monopolio nacional de suministro de líneas, llamadas locales, larga distancia
nacional (LDN) y larga distancia internacional (LDI) en todo el país. Simultáneamente, el
gobierno creó el Organismo Supervisor de Inversión Privada en Telecomunicaciones
(OSIPTEL).

El sector de agua y saneamiento es el único servicio público donde no han ocurrido


privatizaciones desde 1990. Quizás la única excepción sea la concesión, a la compañía
italiana Impregilo, de operar pozos y una planta de tratamiento de agua en la cuenca del Río
Chillón, con la finalidad de venderle agua a la compañía de agua de Lima. Sin embargo, el
gobierno buscaba una organización y administración más eficiente del sistema al
descentralizarlo. Esta nueva reforma dio a los municipios el control de los servicios de
agua, con excepción del más importante: la empresa Servicio de Agua Potable y
Alcantarillado de Lima (SEDAPAL), que sigue siendo una compañía paraestatal. La
SEDAPAL fue el único proveedor de servicios de agua incluido en el programa de
privatización, pero hasta ahora no ha sido privatizado aún. A pesar de esto, el gobierno ha
tratado de mejorar los servicios y la cobertura de la SEDAPAL. Por otro lado, el gobierno
creó, en 1992, la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS) como
el organismo regulador de este sector. La SUNASS se encarga de controlar la calidad del
servicio ofrecido, la tarifa y la regulación del sistema, así como de la coordinación
intersectorial, emitiendo normas para ejecutar los planes de inversión y el control
respectivo de dichos planes.

En el sector eléctrico, el gobierno aprobó, en 1992, la Ley de Concesiones Eléctricas, DL


25844, que separó la generación eléctrica de la distribución de electricidad. Entre 1994 y
1997, el gobierno privatizó 10 empresas de su propiedad por una suma total de US$1.433,1
millones, cinco de las cuales estaban dedicadas a la distribución, mientras que el resto se
dedicaban a la generación. El compromiso de inversión más significativo de las compañías
generadoras privatizadas, fue incrementar su capacidad total en 560 MW. El gobierno creó
dos organismos reguladores en este sector: el Organismo Supervisor de Inversión Privada
en Energía (OSINERG) y la Comisión de Tarifas Eléctricas (CTE), que fue absorbida
posteriormente por el OSINERG. El proceso de privatización en este sector aún no
concluye, pues aún no se privatizan una de las principales empresas generadoras, Central
Hidroeléctrica del Mantaro, y todas las empresas de distribución del sur del país.

En GAS: La Compañía Peruana de Gas (SOLGAS):

“El 21 de agosto de 1992 se subastó en la BVL el 84,1% del capital social. Las 693 420
acciones fueron vendidas a S/. 13,48 por acción, alcanzándose un monto total de US$ 7 331
217. Los trabajadores adquirieron 33 828 acciones por un total de S/. 274, o US$ 215 438.
En total se ha obtenido US$ 7,5 millones.” (COPRI, La Privatización en el Perú).

SOLGAS es una empresa ubicada en la gran división de “electricidad gas y agua”, según la
clasificación interindustrial universal CIIU. Está identificada en la actividad de producción
y distribución de gas en el CIIU N° 4102.

La línea de producción principal de SOLGAS está constituida por las actividades de


envase, comercialización, transporte, distribución y venta de gas licuado de petróleo (GLP).
A ello debemos agregar la venta de artefactos electrodomésticos. Estas dos actividades
determinan los ingresos fundamentales de la empresa.

Adicionalmente, tiene ingresos por concepto de fletes, venta de repuestos, alquiler de


inmuebles y por el servicio de toda clase de instalaciones en la producción y
comercialización de balones de gas que tienen gran demanda en el mercado interno.
SOLGAS, como otras empresas del conjunto empresarial del Estado, desde el 11 de marzo
de 1991 inició el proceso de privatización que tuvo su fin en agosto de 1992. El marco legal
basado en la promulgación del D.S. 041-91-EF, tenía como objetivo iniciar el proceso de
Redimensionamiento y Reestructuración de la Actividad Empresarial del Estado.

A ello se suma el D.L. 674, Ley de Promoción de la Inversión Privada en las Empresas de
la actividad empresarial del Estado, promulgado el 27 de setiembre de 1991 que aceleró el
proceso de privatización de las empresas públicas.

En el caso específico de SOLGAS la Resolución Suprema N° 219-92-PCM aprueba el Plan


de Promoción de la Inversión Privada con fecha de 17 de abril de 1992.

La Compañía Peruana de Gas SOLGAS S.A., el 21 de agosto de 1992 fue privatizada. Se


transfirió por medio del mecanismo de subasta en la Bolsa de Valores, la propiedad del
84,1% de las acciones controladas por PetroPerú al consorcio chileno LIPIGAS por un
valor de 9 347 301 de Soles. La COPRI por dicha privatización percibió US$ 7,5 millones.

Se debe mencionar que el momento elegido era absolutamente desfavorable para una
transacción en la Bolsa. Lima estaba continuamente sometida al sabotaje terrorista
expresado por los recurrentes cochebombas, asesinatos selectivos y apagones de energía
que afectaban la industria y la vida cotidiana.

Los trabajadores de SOLGAS en dicho proceso adquirieron menos del 4,1% de las
acciones, mas la falta de una estrategia y la necesidad de satisfacer requerimientos mínimos
obligaron a que muchos trabajadores vendiesen a precios subvaluados e irreales sus
respectivas acciones. Ello hace evidente que los trabajadores no tuvieran una estrategia
clara sobre cómo actuar frente a la privatización.

El capital suscrito y pagado antes de la transferencia al capital privado estaba constituido


por S/. 5 154 251,20 representado por 634 760 acciones comunes con un valor nominal de
S/. 8,12 cada una, íntegramente suscritas y totalmente pagadas.

En el Servicio Ferrocarriles: En la región Cusco varias empresas fueron entregadas a


precio de regalo a manos privadas. Se privatizó el manejo del servicio ferroviario en la
ruta Cusco – Machupicchu – Quillabamba. Para tal efecto, se liquidó la empresa estatal
Enafer Perú para entregar la administración del sistema ferroviario sur oriente a Ferrocarril
Trasandino, cuya operadora es PeruRail. Esta empresa a la fecha es quejada en ocasiones
por mal servicio a los lugareños. En su momento la población apoyó esa decisión, pero
ahora cuestiona que este servicio sea privado.
Asimismo, se privatizaron el Albergue Turístico de Urubamba y el de Cusco. Eran
administrados por la desaparecida Empresa de Turismo de la Región Inka (EMTURIN).
Actualmente esos bienes son lujosos hoteles que ganan grandes sumas de dinero.
Se vendió la mina de cobre Tintaya en Espinar a BHP Billington, luego ésta la vendió a
BHP y ahora la segunda veta Antapaccay está en manos de Glencore.
De igual forma, el fujimorismo se deshizo de la Planta de Cachimayo, que producía
fertilizantes, y ahora solo produce anfo para uso en la minería en perjuicio del
campesinado.
La arremetida fujimorista también liquidó la Empresa Nacional de Transporte Urbano
(ENATRU), que en el Cusco cubría las rutas Aeropuerto – Santa Ana y San Jerónimo – San
Francisco.
El presidente de la Cámara de Comercio, Alí León, sostuvo que fue un pésimo negocio del
gobierno ejecutar las privatizaciones, porque perdió el Perú.
"Las privatizaciones no fueron positivas en absoluto. Si revisamos bien, esas empresas
privatizadas las volvieron a vender (los privados), triplicando precios. Favorecer la
especulación nunca será un buen negocio", anotó.
León y García coincidieron en señalar que se pudo haber seguido el ejemplo de otros
países, donde el manejo de actividades estratégicas (el cobre en Chile y el gas en Bolivia)
está en manos del Estado, con consecuencias positivas para la población.
“Las razones esgrimidas a partir de 1992 (para privatizar las empresas estatales) han
terminado por convertirse en mitos”. Alberto García, docente y analista.
“El Estado peruano pudo haber administrado mejor la mina Tintaya y el sistema ferroviario.
Codelco-Chile contribuye mucho más que una privada”. Alí León, presidente Cámara de
Comercio

En el servicio Puertos:

En noviembre de 1992, mediante Decreto Ley Nº 25882, se decide incluir a ENAPU en


el proceso de privatización de las empresas del Estado. En 1997 se encarga al Comité
Especial de Privatización de Puertos (CEPRI Puertos) los procesos de concesión de los
puertos públicos. Este programa de concesión contemplaba la entrega al sector privado
de los puertos de Paita, Salaverry, Chimbote, Callao, General San Martín (Pisco),
Matarani e Ilo.

El proceso de concesión se inició con la convocatoria a concesión de los puertos de


Matarani e Ilo; ambos se licitaron en mayo de 1999, realizándose únicamente el proceso
de concesión del Puerto de Matarani, adjudicándose la buena pro el Consorcio TISUR.
Luego de ello, el proceso de concesión de los Puertos Regionales se suspendió hasta que
se apruebe el marco legal para el sector portuario. En la actualidad todos los puertos del
litoral peruano que son de propiedad del Estado, se encuentran operados por la Empresa
Nacional de Puertos (ENAPU).

En Perú, la inversión privada en la construcción, rehabilitación y mantenimiento de


infraestructura y servicios públicos bajo la modalidad de concesiones se empezó a
promover en noviembre de 1991, con la promulgación del Decreto Ley 758. Actualmente,
la Ley de Promoción de la Inversión Privada en Obras Públicas de Infraestructura y
Servicios Públicos (Decreto Ley 839) constituye el marco legal que regula la entrega en
concesión de dichas obras al sector privado y establece un organismo único encargado de
promoverla y dirigirla, que es la Comisión de Promoción de Concesiones Privadas
(PROMCEPRI). Ésta centraliza la toma de decisiones en su ámbito competencia en calidad
de ente rector máximo. Entre los criterios de adjudicación aprobados por la Comisión
figuran, entre otros, el nivel y estructura de tarifas, el plazo de la concesión, la oferta
financiera, el ingreso promedio garantizado por el Estado, el compromiso de riesgo
asumido por el licitante respecto del costo del proyecto y la explotación, la fórmula de
reajuste de tarifas y su sistema de revisión, las condiciones técnicas, los pagos que
realizaría el concesionario al Estado, las consideraciones de carácter ambiental y ecológico,
y la provisión de servicios adicionales.

Durante 1997, la PROMCEPRI espera comprometer 1600 millones de dólares de inversión


privada en la provisión de infraestructura pública mediante contratos de concesión. Aunque
no existe un plan referencial de obras públicas, aquí se presenta un resumen de los
proyectos y sus montos de inversión estimados. A continuación se reseñan las obras que el
gobierno peruano tiene previsto ofrecer en concesión en los próximos años.

i) Carreteras. El gobierno peruano, por intermedio del Ministerio de Transportes, ha


impulsado el Programa de Concesiones por Redes Viales, que contempla la concesión de 7
000 kms. de carreteras, aproximadamente, divididos en 12 proyectos que fluctúan entre 150
y 1,000 km. cada uno. El programa requeriría una inversión inicial total de 428 millones de
dólares, de los cuales 96 millones de dólares (92.6%) serían aportados por el concesionario
privado y 32 millones de dólares (7.4%) por el sector público. La inversión total privada se
estima en 1 392 millones de dólares, suma equivalente a 97% de la inversión total; el 3%
restante sería cubierto por el Estado.

ii) Ferrocarriles. La Empresa Nacional de Ferrocarriles del Perú (ENAFER PERU) ya


habría determinado los tramos de líneas férreas que podrían entregarse en concesión al
sector privado. Se trata de los que actualmente utilizan los ferrocarriles del centro (Lima-La
Oroya-Cerro de Pasco), Sur (Matarani-Cusco) y Sur Oriente (Cusco-Quillabamba). Cabe
mencionar que si bien la estrategia de privatización se basa en la concesión de la vía férrea
y la venta del equipo rodante y tractivo, aún no se ha establecido si la PROMCEPRI
dirigiría el proceso.

iii) Puertos y aeropuertos. El gobierno peruano ya cuenta con el estudio básico, el plan de
desarrollo y las condiciones para la concesión de los puertos de Paita, Salaverry, Chimbote,
Huacho, Callao, San Martín, Matarani, Ilo e Iquitos También se ha elaborado una propuesta
sobre el papel que cumplirá el Estado en el sector y un proyecto de concesiones
prospectivas para cada puerto. Se calcula que todo el proceso implicaría una inversión de
400 a 500 millones de dólares durante los próximos cinco años.

La PROMCEPRI proyecta asimismo entregar en concesión los cuatro aeropuertos más


grandes del país: Lima, Arequipa, Cuzco e Iquitos. El monto de la inversión se estima en
500 millones de dólares.

iv) Sector de la electricidad. Actualmente las actividades de este sector se rigen por la Ley
de Concesiones Eléctricas, promulgada a fines de 1992, en virtud de la cual se reestructuró
el área en tres actividades: generación, transmisión y distribución de electricidad, a fin de
promover la competencia entre ellas y elevar al máximo la eficiencia del servicio eléctrico
público.

Entre otros proyectos, PROMCEPRI tiene previsto entregar en concesión la construcción y


explotación de la línea de transmisión Mantaro-Socabaya. En 1999, ésta uniría el Sistema
Interconectado Centro-Norte (SICN) y el Sistema Interconectado Sur (SISUR), y
conduciría al SISUR la energía eléctrica producida por la central térmica de Camisea (300
MW). La concesión demandaría una inversión de 280 millones de dólares y tendría un
plazo de 25 años.

v) Proyectos hidroenergéticos. La inversión estimada para poner en marcha el complejo


hidroenergético Olmos-Tinajones sería de 2 200 millones de dólares. De ese monto, 890
millones corresponden a infraestructura de riego para abastecer 112 mil ha de suelo y los
otros 1 310 millones a la instalación de una central hidroeléctrica de 875 MW de potencia.
A la fecha, se han invertido 229 millones de dólares.

Por su parte, se estima que la ejecución del proyecto hidroenergético Jequetepeque-Zaña


requiere una inversión de 485 millones de dólares, de los cuales se destinarían 359 millones
a la construcción de obras de infraestructura de riego y presas, y 126 millones a la
generación de energía eléctrica. El objetivo del proyecto es irrigar 66 mil ha de tierra de los
valles de Jequetepeque y Zaña y generar 86 MW de potencia, mediante la construcción de
centrales hidroeléctricas.

Por último, cabe mencionar el proyecto Chavimochic. La inversión estimada para ponerlo
en operación alcanza a 1 950 millones de dólares. Hasta ahora se han desenbolsado 795
millones en las dos primeras etapas. La terminación de la tercera, que consiste en la
construcción del canal madre Moche-Chicama y las obras de drenaje del valle del Virú,
demandaría una inversión adicional de 450 millones de dólares.

vi) Municipalidad de Lima. Luego de promulgarse el Decreto Ley 758, el Instituto


Metropolitano de Planificación (IMP) elaboró un banco de proyectos de interés municipal
con vistas a atraer inversionistas privados para financiar su ejecución. Los principales
proyectos son los siguientes:
 Anillo vial del centro histórico: construcción de una vía perimétrica alrededor del
centro histórico de Lima. La inversión estimada ascendería a 40 millones de
dólares;

 Prolongación norte y sur de la vía expresa: prolongación de la vía expresa mediante


un ducto subterráneo. Requeriría una inversión estimada de 185 millones de dólares;

 Sistema de transporte masivo Ate-Vitarte-Callao: implementación de un sistema de


transporte masivo con tecnología de tren liviano en el eje este-oeste de Lima. La
inversión total ha sido estimada en 95 millones de dólares;

 Gran parque del Río Hablador: canalización y estabilización de las aguas del río
Rimac, y la recuperación ambiental de su entorno. La inversión estimada alcanzaría
a 125 millones de dólares.

vii) Sector del turismo. Entre las obras de infraestructura en este sector que se prevé
entregar en concesión durante los próximos años figuran la construcción y operación del
teleférico de Macchu Picchu y las playas de Máncora, al sur del país. Entre ambos
proyectos, se espera comprometer 100 millones de dólares de inversión privada.

En el proceso de otorgamiento en concesión de obras de infraestructura y servicios públicos


al sector privado participarían las principales empresas constructoras de América Latina,
como Ingenieros Civiles Constructores (ICA), Trituradores Basálticos S.A. (TRIBASA),
Bufete Industrial y Grupo Mexicano de Desarrollo (GMD) de México. En los últimos 14
meses estas empresas han ganado más de 15 proyectos de infraestructura en la región, cuyo
valor total alcanza a 1 500 millones de dólares, y están participando prácticamente en cada
licitación de obras de infraestructura pública o edificación privada que se anuncia en los
países latinoamericanos. Entre las empresas brasileñas estarían Norberto Oderbrecht y
Andrade-Gutierrez, aunque al parecer se encuentran muy ocupadas en su propio mercado
local y en grandes proyectos fuera de la región.

Lo anterior da lugar a pensar que la inversión necesaria para el desarrollo de este proceso
provendrá de grandes grupos de inversión que financiarían la incursión de estas empresas
en los proyectos de infraestructura del Perú. Además, AIG, el gigante estadounidense de los
seguros, y General Electric, la megaempresa industrial y de servicios financieros, han
organizado un fondo de inversión para proyectos de inversión en América Latina y se
piensa que destinarían parte al Perú. La agresiva actividad de los bancos de inversión y el
surgimiento de fondos como el de AIG-GE pueden comenzar a eclipsar a las instituciones
multilaterales de crédito como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial,
que tan importante papel cumplieron en el pasado, pero que ahora parecen preferir sólo los
proyectos que no interesan al sector privado.

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