DICCIONARIO
MANUAL
GRIEGO
GRIEGO CLASICO-ESPANOLPROLOGO DE LA PRIMERA EDICION
El Diccionario Griego-Espafiol que hace veinticinco afios com-
puse en colaboracién con mi inolvidable amigo D. Eustaquio Echau-
ri tuvo amplia difusioén en los centros de Ensefianza Media, asi
oficiales como privados, y prueba de ello dan las frecuentes reim-
presiones que ha habido que hacer de las tres ediciones alcanzadas.
Encargado yo de su correccién y mejora hube de realizar mi labor
dentro del marco previamente establecido, y como se indicé en los
sucesivos prélogos, consistié ella ya en la busca de una mayor pre-
cisién y exactitud de las correspondencias en nuestra lengua, ya
en la ampliacion del caudal léxico griego, impuesto por la admisién
de nuevos autores en los planes de estudio, ya finalmente en la
cuidadosa enmienda de errores y erratas, inevitables en toda labor
humana y mas que en otras muchas en Ia tan varia y extensa de
la composicién de un diccionario.
Correspondiase con ello al favor otorgado al libro por docentes
y discentes, pero por otra parte no dejaba yo de darme cuenta
de que aquél adolecia de ciertas deficiencias de estructura sélo
subsanables en una nueva composicién conforme a un plan dis-
tinto. Notabase, en efecto, ante todo una cierta diferencia de cri-
terios en la amplitud y caracter de los articulos correspondientes
a las voces de mayor riqueza de significados y matices, pues mien-
tras en unas partes del Diccionario sélo se daba para explicarlasVL
una sumaria y uniforme relacién de vocablos castellanos, en otras
se espaciaban los apartados y se sefalaba la diversidad de regi-
menes y construcciones gramaticales. Defecto propio de obras de
colaboracién, y mas cuando concurre la pluralidad de manos que
quedo sefialada en el prdlogo de la primera edici6n.
Por otro lado, desde la misma aparicion del Diccionario se nos
empezaron a transmitir por sus consultantes reparos y quejas sobre
la insuficiente ayuda prestada en aquél para el reconocimiento
de las formas mas o menos aberrantes de la declinacién y la con-
jugacién, Habiase atendido ya en alguna medida a ello con la
insercién en el cuerpo de la obra de un cierto numero de formas
verbales dialectales, y con el temor de que ello no fuera suficiente
se afiadié al final una lista de las formas aticas que a nuestro
juicio podian presentar a los principiantes cierta dificultad; y como
a pesar de todo seguian los requerimientos y observaciones en el
sentido indicado, esa lista fue ampliada en la tercera edicién hasta
casi cuadruplicar su tamafio. De todos modos resultaba evidente
que la misma existencia de esa lista con caracter de apéndice en-
trafiaba una incongruencia y le producia al consultante en muchos
casos una injustificada pérdida de tiempo. No pudiendo aquél, en
efecto, saber de antemano dénde hallaria la forma buscada, si en
la lista o en el diccionario mismo, exponiase a acudir primero
adonde no habia de encontrarla y tener que volver después de
la lista al diccionario o del diccionario a la lista con el consiguiente
paso de hojas y determinacién del lugar alfabético del vocablo.
El remedio era claro: supresién de la lista e inclusién de las
formas en ella contenidas en el cuerpo del diccionario. No obstante,
la operacién no ha sido tan facil y sencilla como parece por su
enunciado: por una parte habia que aguardar a que la Editorial se
hallase en condiciones de realizar una nueva composicién, y por
otra, entendi necesario someter a revision la mencionada lista de
acuerdo con el plan general de la nueva obra. Como resultado
de ese examen fue desechado un cierto numero de formas que no
parecieron necesarias y en cambio hubo que incluir algunas otras
no recogidas anteriormente.
Por lo demas, ha sido opinidn avalorada por indicaciones de
personas de la mayor solvencia en el asunto y por el ejemploIx
de muy acreditados diccionarios extranjeros que las formas referi-
das no debjan figurar sdlo como independientes en su respectivo
lugar alfabético, sino también en serie ordenada al pie del articulo
fundamental del verbo a que pertenecen. Igual criterio habia que
seguir con respecto a las nominales y pronominales. La raz6én es
que en muchos casos el que maneja el Diccionario presume ya
a qué verbo o sustantivo corresponde la forma propuesta, y yendo
derecho a él confirmar4 su conjetura, mientras que otro menos
conocedor de la flexion tendra que buscar primero la forma misma
para saber por la referencia que la acompafia a qué articulo ha
de acudir para conocer su significado: de esta manera el primera
no habra tenido que realizar sino una consulta; el segundo, dos,
con la consiguiente demora en la solucién. Esto nos lleva a hacer
algunas breves reflexiones en réplica anticipada a los que puedan
opinar que en el Diccionario se da excesiva ayuda a los que han
de utilizarlo en examenes o ejercicios de clase o incluso alegar que
ello se hace invadiendo el campo de la Gramatica. Si el ejemplo
y precedente de tantos diccionarios extranjeros escolares y no es-
colares no abonaran el criterio expuesto, mi experiencia de mas
de cuarenta afios de ensefianza repartidos entre la media y la su-
perior me aseguraria de su rectitud. Que el Diccionario no deba
sustituir a la Gramatica es cosa indudable. Ni de hecho la susti-
tuye: pénganse en manos de quien no tiene nocién gramatical alguna
todos los diccionarios que se quiera, ofrézcasele la frase griega mas
sencilla, y no podra traducirla. Si por el contrario queremos con
toda razén que el Diccionario pueda ser utilizado ya por el prin-
cipiante que tenga asimilado sélo un esquema fundamental de
la declinacién y la conjugacion, un cuadro sintético de las formas
flexivas, es claro que hay que facilitarle el conocimiento de todo
aquello que quede fuera de su campo de mero iniciado y pueda
parecerle dudoso o extrafio. Acaso alguien objete que este auxilio
prestado a los principiantes resulta improcedente cuando se trata
de alumnos a los que se deba exigir mas amplio conocimiento gra-
matical, y que estos ultimos pueden hallar en el Diccionario un
instrumento con que cubrir su injustificada ignorancia. No creo,
sin embargo, que ningun profesor con verdadera practica de do-
cencia, ejercicios y examenes, pueda incidir en semejante objecién;x
porque es claro que en cualquier trabajo de interpretacién con
diccionario juegan tres factores que son la preparacién del que lo
realiza, la extensién y dificultad del texto que se le propone y el
diccionario mismo como instrumento auxiliar. Al principiante, como
hemos dicho, se le puede someter una frase sencilla que le permita
en el tiempo dado consultar el sentido de todas las palabras y re-
lacionarlas entre si mediante un elemental conocimiento de la
Gramatica; pero si al que lleva ya afios cursando la lengua se
le ha de ofrecer un texto de diez, quince o treinta lineas de alguna
complicacién sintactica y estilistica es claro que tiene que aventajar
mucho en su preparacién al principiante para hacer algo de pro-
vecho. La necesidad de verificar en un texto de esa indole el
sentido de la mitad o mas de las palabras, algunas tal vez de mul-
tiples significaciones, con el problema de enlazarlas luego en suce-
sién razonable lleva a un fracaso indefectible: es la composicién
de un rompecabezas en que los grabados de la mayoria de las
piezas estuviesen tan borrosos de dibujo y desvaidos de color que
se hiciese imposible su colocacién adecuada. Claro resulta, pues,
que la combinacién de los otros dos factores basta para que los
ejercicios 0 exdmenes constituyan buen fundamento de juicio y
que el Diccionario ayudara a todos, pero como es de desear a cada
uno segiin su preparacién sin enmascarar ni disimular en ningun
caso la ignorancia de lo que debe saberse’.
Otro aspecto en que la nueva obra mejora a la antigua es en el
de la inclusién de nombres propios: el numero de éstos ha sido con-
siderablemente aumentado con criterio de que no quede fuera nin-
guno que deba ser conocido como condicién indispensable de cual-
quier lectura, sea continua o por trozos, de los autores y obras selec-
cionados. En cuanto al dmbito y extensién de estos autores y obras
no se ha creido posible de momento una ampliacién de los admiti-
dos en las Ultimas ediciones del Diccionario anterior ?.
1 A decir verdad, 1a misma consulta de 1a Gramatica, si puede resolver al-
guna duda de momento, se vuelve como Ia del Diccionario, y atin més que Ia
de éste, contra el alumno que pretenda remediar con ella su radicai insufi-
cee Son éstos: Homero (Iitada Y Odisea), Herodoto, Tucidides, Jenofonte
(Andbasis, Ciropedia, Memorias de Socrates, Helénicas), Platén’ (Apologia,
Critén, Fedén, Protdgoras, Gorgias), Séfocles (las siete tragedias), Anacreonte,
Esopo, Deméstenes (Olinticas, Filipicas, De la Corona), Luciano (Sueno, Didlo-
gos de los muertos y numeros 1, 2, 3, 7, 8, 13, 16, 18, 19, 21, 24, 25, 26 de los
Didlogos de los dioses); Nuevo Testamento (integro).