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CapiTUuLo II La teoria y el estudio de la Romanizacién: pluralidad de modelos 1. Definicién agtual de la Romanizacién Uno de los mayores problemas que enfrenta el estudio de la romanizacién, son los criterios o parémetros que se utilizaron para lograr la integracién y la asimilacién entre romanos y comunidades locales, pues no han sido bien definidos. Desde el punto de vista seméntico, no tiene el mismo significado para todos los especialistas; existen visiones contrastantes, discrepantes, inclusive radicales', interpretaciones simplistas y pasadas de moda y que, muchas veces, dependen de las singulares realidades de las provincias"'. Algunos definen este proceso y lo caracterizan como “espontaneo”, “consciente” y “selectivo”"?. Muchos lo valoran a partir de la visién de los conquistadores como exptesidn de dominacién 0, en contraposicién, como resistencia al poder romano al “cambio dialéctico” de una cultura sobre otra". Otros lo interpretan como un proceso de civilizacién y transmisién cultural 0 como 1a incorporaci6n y asimilacién de poblaciones locales al poder romano, también hay una posicién “eciéctica” o “intermedia” entre la imposicién de este dominio y la autorromanizaci6n de las élites nativas™ y, en fin, como proceso bidireccional de integracién y transculturacién entre romanos y provinciales o como ia asimilacién de los autéctonos a Ja cultura romana’, vale decir, interaccién cultural. " Mattingly, “Introduction” (cit.), p. 20, considera que a partir de las diversas perspectivas de andlisis, el imperio romano era més “intervencionista” y menos “altruista” de lo que a veces se describe; sus silbditos respondian de maneras complejas al periodo colonial y le ocasiona una injustica si intenta forza ia evidencin, para que “calce en un esterectipo estrecho que privilegia s6lo los valores sociales” de la aristocracia romana. Este ¢ precisamente el cuadro que recibimos de las fuentes literarias y es también un modelo que ha desartotlado ‘un gran sentido en los investigadores de los patses imperiales occidentales y dhimamente postimperiaies. MR, Reece, “Romanization: a point of view", en Blagg y Millett (eds.), Karly Roman (cit.), pp. 30-34. 1 M, Bénabou, “Les Romains ont-il conquis Afrique” ?, en Annales (ESC), 33 1978, pp. 83-88. Cft, ademés, Savino, Citta di Frontiera (cit), p. 29, n. 69. 10M, Millett, The Romanization of Britain. An essay in archaeological interpretation, Cambridge Uni- versity, Cambridge, 1990, esp. pp. 1-3. '™G. Woolf, “The Formation of Roman Provincial Cultures”, en J. Metzler, M, Millett, N. Roymans y J. Stofstra (eds.), Integration in the Early Roman West. The role of culture and ideology, Dossiers d’ Archéologic du Musée National d” Histoire et d'art 4, Luxembourg, 1995, pp, 9-18. 8 En general, para una sfntesis de la problematica seméntica, véase, R, Sheldon, “Romanizzazione, Accul- lurazione e Resistenza: problemi concettuati nella storia del Nordafrica’, en DArch, 4 (1982), pp. 102-106; G. 65 De esta forma, podemos abordar el estudio de Ja romanizacién, por una parte, como simbolo de Ja labor civilizadora y difusora de Roma; por otra, con interpretaciones polarizadas en clave colonialista, enfatizando el control de las poblaciones autéctonas y Ja explotacién de sus recursos econémicos. Asimismo con posturas esquemiaticas de prehistoriadores y arquedlogos que tienden a con- cebir la romanizacién a manera de proceso por el cual los conquistadores romanos reemplazan o marginan las formas prerromanas; en el fondo, es la expansion de Jo que “era romano a expensas de lo que no era’, Por cierto, no todo fue idflico en las relaciones entre Roma y los stibditos. Es prioritario y esencial entender que la romanizacién no es un proceso uniforme ni rfgido, sino que presenta un fuerte dinamismo y flexibilidad. Este dinamismo se debe, fundamentalmente, a la resistencia de los habitantes; al gra- do de educacién, cultura y tradicién de los pobladores originarios; a la situacién interna de cada pueblo en relacién con aspectos étnicos y sociales; a la gran extensién y variedad de los territorios; a la ausencia o presencia de un sector politico y cultural fuerte y, en fin, al tiempo de permanencia del ejército romano en cada area de dominacién'”. Un problema central en el estudio de la naturaleza y esencia del imperio de Roma, implica, segtin Woolf, comprender tanto la dindmica de expansién, ex- plotacidn y control, como a su vez, las multiples experiencias locales a medida de que cada sociedad se adaptaba al nuevo orden. Tanto conquistadores como conquistados tienen sus “propias historias y ambas merecen ser contadas”!'S. Otra de las criticas severas ~preferentemente de historiadores y arquedlogos briténicos- que se han realizado al proceso romanizador, consiste en argumentar que el objetivo de Roma era gobernar los pueblos recién conquistados con el minimo esfuerzo posible” y, en consecuencia, no romanizarlos. Discusiones Woolf, “Beyond Romans and Natives”, en WA, 28 (1997), pp. 339-350: J.M. Blizquez, Nuevos estudios sobre Ia Romanicacion, Itsmo, Madrid, 1989, pp. 99-145; 8. Keay, “Romanization and the Hispaniae”, en Keay y Terrenato, fraly and the West (cit), pp. 117-144, esp. pp. 122-124, 6 Freeman, “Romanisation” (cit), pp. 438-445, véase, ademds, Woolf, “Beyond Romans” (cit), 339. \Y Un excelente estudio tedrico referente a aspectos de variabilidad del proceso de romanizacin en: S. Gozzoli, “Fondamenti ideali e pratica politica del processo di romanizzazione nelle province”, en Atlienacun, 65 (1987), pp. 81-100. 4S Woolf, “The Unity and Diversity” (cit), p. 349; también en P. James, “The langttage of dissent”, en Huskinson (ed.), Experiencing Rome (cit.), pp. 277-303, esp. p. 301 +9 Entre otros, C. C. Haselgrove, “Romanization before the conquest: Gaulish precedent and British eon- sequences”, en T. Blagg y A. King (eds.), Military and Civilian in Roman Britain. Cultural relationships in a Jromtier province, BAR (8. 136), Oxford, 1984, pp. 1-64. 66 que pretenden en Ultima instancia insistir sobre las debilidades del modelo de la romanizaci6n y de lo inadecuado y obsoleto del término, reemplazéndolo por otros nuevos. Hoy ~para muchos- el término romanizacién no goza de “buena prensa”. Sin embargo, Ja realidad histérica nos ha demostrado lo vigente, per- manente y actual de este proceso civilizador. La situacién concreta del imperio romano al estructurar un orbis relativamente homogéneo, a partir de la integracién de las élites locales y gradualmente en Jos niveles sociales medios y bajos con una serie de agentes 0 factores que, en forma natural y espontanea, los nativos van adoptando como suyos. Por lo mismo, G. Woolf se cuestiona si los romanos tenfan una politica unitaria de romanizaci6n y si las experiencias locales eran diferentes; cémo se explican las caracteristicas comiunes reconocibles de lo briténico-romano, lo galo-romano y lo hispano-romano; cémo fluy6 una cultura material similar y de una gran expansién del urbanismo en el Occidente bajo el dominio romano. me Cai eS 7 . Figura 6. Parte de la maqueta de Roma en el perfodo de Constantino (306-337 d. C.), resaltan- do entre otros, el Coliseo, Acueducto, Foro, Palatino y el Circo Maximo. (Roma, Museo de la Civilizacién Romana). © Le Roux, L'impero romano (cit), p. 89. En tome al debate actual del proceso romanizador, eff. E, Lo Cascio, “I valori romani tradizionali e le culture delle periferie dell'impera” en Athenaeum, 95 (2007), pp. 75-96. * Woolf, “The Unity and Diversity” (cit.), pp. 352-354. 67

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