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Carpeta88 11 PERSONA Y SOCIEDAD La naturaleza es puesta ademas como un espacio idilico, donde predomina ta coope agresion y la competencia, se* Precisamente las dominarlan en la natusalezs 7 ran servir de ajempio a ios seres numancs para construir una nueva sociedad (un cues ejemplo de esta trasposicion desde la natura 2a al mundo soctal es Bookchin, 1880) Muchas organizaciones de conserva- si6n de la region asi come internacionales i iaimente WWF, Conservation International Tne Nature Conservancy) entatizaron el trabajo sobre “areas silvestres". La presencia de gru- pos indigenas y campesinos dentro de los par- ques nacionales y areas protegidas pasaron a ser vistas como un problema, ya que.no enca- Jaban en su visién de una naturaleza sin perso- Un examen, critica de estas posturas muestra que, en realidad, jas éreas lamadas "sivestres” en América Latina han sido hogar de grupos indigenas desde tiempos ancestra- les. Para esas comunidades e808 sitios no son ‘salvajes", sino que son su hogar (Diegues, 1986). Précticamente todos fos ambientes lati- noamericanos an sido ocupados por el ser humano. Los bosques tropicales han sido el habitat de varios grupos indigenas por miles de afios; Mesoamerica y la regién Andina mant- vieron y mantienen extensas poblaciones indi- genas que han modificado esos ambientes de manera intensa y extensa; y otro tanto se ob- serva en las demés regiones del continente Dosde tiompos pre-hispanicos se han sucedido distintas formes de aprovechamiento humano, desde la caza y recoleccion hasta la agriculture intensiva asistida por terrazas y regadios. Las poblaciones indigenas en ia actualidad son estimadas en més de 45 millones de personas; ademés el 86% de las areas protegidas Lati- noamericanas poseen poblaciones humanas en ‘su interior. A los grupos indigenes se les deben sumar mestizos con colorizadores y descen- dientes de portugueses, esparioles y alricanos, Universidad Jesuita Abarto Hurtado Thatiio Lainbomarcane de Bocttina y Estudos Sociales WADES que desde hace’ sigs utiizan reas naturales por medios que hey se'denominan como "tradi- clonales’. como sirinqueiros, castanheiros, etc. 1 sitios silvestres tleva- 0 la *verdadera" naturale } 67 ells tanto las personas, como sus pro- {sea un predio ganacero o una parcela vada}, no fepresentaban la verdadera e5ancia de lo silvestre. Por lo tanto, se rechaza la presencia de seres humanos, y la conserva: cin queda acotada hasta restringila a la pre- servacion. En muchos casos, la adjetiv vestte en realidad corresponderia a perces- nes de giupos urbanos que viven lejos del contacto can la naturaleza (A. Gomez Pompa y ‘A. Kaus, citado por Diegues, 1986). A pesar de este debate, en América Latina (2 poiémica no ha avanzado mas profundamente, como se ‘observa en el hemisferio norte. (por ejemplo, Burk, 1994; Cronon, 1995; Sessions, 1997) ries 2¢ La recuperacion de otras vinculaciones Olas corisntes novedosas sobre la znaturaleza se han inspirado en las concepcio- nes indigenas y campasinas. En ellas se presta latencién tanto a los conceptos sobre el entorno que poseen es0s grupos, como a las formas en relacionarse con el ambiente. En estas aprox maciones el ser humano vuelve a ser un ele- mento mas dentro de la naturaleza, y en varias de ollas se pone en discusién la dualidad que la separa del ser humano, Estas posturas se basan en vivencias, de pertenencia y empatia con el entorno, y la religiosidad hacia el ambiente, encontrada en varios de estos grupos. Por ejemplo, en fos. Lamas, de las ladera andino-amazonicas no hay jerarqulas verticales, concibiéndose parte de la raturaleza, Los Larnas conversan con los arboles 0 la laguna, y entienden que en ese didiogo hey cosas para decirse; los jovenes deben ir al bosque para. presentarse ante él, y la laguna se le habla con siglo para no desperlaria (Rengifo,. 1995).- Hay reglas de apropieciin que se vinculan a esque- 115 334

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