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Rodolfo Kusch, El pensamiento indígena y popular en América, 1971.

El rescate de un pensar indígena es importante porque abre la comprensión de esta América


poblada últimamente por ideologías dispares.
Juzgar nuestros problemas desde el punto de vista supuestamente científico, como es el de
los sociólogos, o economistas, como el de ciertas ramas demasiado limitadas del marxismo,
o presuponiendo ideales democráticos donde no corresponde, o sino determinando
simplemente formas religiosas, todo ello carece de sentido, porque nunca dice realmente la
verdad. Son éstos en realidad canales por donde el americano suele escurrir sus opiniones,
sin darse cuenta de que la orientación que da a su pensamiento constituye el principal
impedimento para comprender el estilo de vida real al cual pertenece.
[…]
Si nuestro papel como clase media intelectual es el de regir el pensamiento de una nación,
¿tenemos realmente la libertad de asumir cualquier filosofía? ¿Cuál es, en suma, nuestra
misión? ¿Consistirá en representar y tamizar el sentir profundo de nuestro pueblo o consiste
simplemente en incrustarnos en su periferia detentando especialidades que nuestro pueblo
no requiere?
Pero no se trata de proclamar un rabioso folklorismo filosófico. Se trata, antes bien, de
captar libremente nuestra verdad sudamericana, que para nuestra mentalidad excesivamente
esquemática de clase media intelectual, resulta desde todo punto de vista sorprendente e
imprevista. Es preciso pensar que la comprensión de un “sentido” de la vida sudamericana
debe rebasar las barreras que nosotros colocamos para ello.

Carlos Cullen, Reflexiones desde América, 1986.


Kusch ofrece pautas reflexivas para responder sobre el “sentido y función de la filosofía en
la Argentina de hoy”.
“El problema de América en materia de filosofía es saber quién es el sujeto del filosofar.
Evidentemente el discurso filosófico tiene un solo sujeto y éste será un sujeto cultural.
Mejor dicho, la filosofía es el discurso de una cultura que encuentra su sujeto”
(Geocultura del hombre americano, Bs. As. 1976, p. 116).
[…] Filosofar, en la Argentina de hoy, empieza por dejarse estar, sentir la presión de lo
otro. Se trata de intentar la danza propia. Filosofar en la Argentina de hoy es, entonces,
destrenzar el corpus extraño y trenzar el propio. Es saber de un sentido en el cual se instala
la vida de un grupo, es estar-siendo con ese grupo, es decir, con el pueblo, que gesta su
cultura, como ámbito desde donde compensar el puro hecho de vivir y saber cómo operar el
centro que funde los circuitos de acción.
[…]...cabe preguntarse frente al tema propuesto si acaso es necesaria una filosofía en
América Latina.
La filosofía necesaria en América Latina, es cualquier filosofía, a condición de que la
cultura haya encontrado, aquí, su sujeto.
¿Ha encontrado nuestra cultura su “cogito”? ¿Es el tiempo de América captable en ideas?
¿Sigue desfasado el sujeto que piensa del sujeto que opera? ¿Habita en nuestra razón un
interés emancipatorio por una comunicación sin violencias y por una educación que libere
creatividad?

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Augusto Salazar Bondy, ¿Existe una filosofía de nuestra América?, 1968.
[…]…la filosofía como tal es un producto que expresa la vida de la comunidad, pero que
puede fallar en esta función y, en lugar de manifestar lo propio de un ser, puede
desvirtuarlo o encubrirlo. Se da según esto el caso de una filosofía inauténtica, de un
pensamiento mixtificado.
[…] ¿Cómo ocurre que la filosofía resulte inauténtica? El hombre filosofante construye la
imagen de sí mismo en el mundo, como individuo y como grupo social. También como
filosofo es –para usar las palabras de Ortega– el novelista de sí. Pero puede serlo como un
escritor original o como un plagiario, como alguien que se retrata perfilando su idea
genuina o como alguien que se ilusiona sobre sí, que “se hace ideas” sobre lo que es y toma
como imagen suya la de otro. Entonces, creyendo conocerse se ignora. Una filosofía puede
ser esta imagen ilusoria, la representación mixtificada de una comunidad por la cual ésta
“se hace ideas” –meras ideas– sobre su realidad y se pierde como conciencia veraz.
Tal cosa sucede de diversas maneras… Entre otras ocurre cuando la filosofía se construye
como un pensamiento imitado, como una transferencia superficial y episódica de ideas y
principios, de contenidos teóricos motivados por los proyectos existenciales de otros
hombres, por actitudes ante el mundo que no pueden repetirse o compartirse en razón de
diferencias históricas muy marcadas y que a veces son contrarias a los valores de las
comunidades que los imitan. Quien asume este pensamiento calcado cree verse expresado
en él o se esfuerza por vivirlo como suyo, sin poder encontrarse en las imágenes que lo
conforman. La ilusión y la inautenticidad prevalecen en este caso y se pagan con la
esterilidad, que denuncia una falla vital y es siempre un riesgo para la vida individual y
colectiva.
Esta ilusión antropológica tiene, no obstante, un lado veraz. El hombre de la conciencia
mixtificada expresa por esta conciencia sus defectos y carencias.

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