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II. LOS COMIENZOS DEL ESTADO MODERNO I. Nacién ¥ Estapo Viviwos en un mundo enfrascado en mortales conflictos en el cual la Democracia, el Fascismo y 1 Comunismo son credos apasionadamente defendidos y combatidos. En nombre de cualquiera de estas teorias los estadistas ac- tuales se encuentran dispuestos a la guerra conduciendo a la muerte a millones de individuos. Estos conflictos no slo son internos, sino también exteriores. No slo son Jos ciudadanos de un Estado quienes disputan entre sf sobre la mejor forma de gobierno, sino que en esta guerra de ideologias, también las naciones se enfrentan entre sf constantemente. Sin duda alguna, es cierto que todos nos encontramos vitalmente afectados por la forma de gobierno bajo la cual vivimos y morimos. Porque en el mundo moderno el estado influye hasta en lo més intimo de nuestras vidas privadas. La amplitud de la familia, la educacién que ad: quirimos, el dinero que ganamos, los librus y periddicos que leemos, todo se encuentra influido en gran parte por la forma de gobierno que nos rige. Y, por este motivo, el ciudadano inteligente debe decidir acerca de qué forma prefiere, ast como del margen de riesgo que esti dispuesto a correr en beneficio de la causa que ha decidido adoptar. Pero si es inteligente, se dard cuenta de un hecho muy significativo. Por profundas que sean las diferencias entre las varias formas de gobierno, los parecidos son ain mis significativos. Ahora podemos ver, por ejemplo, que el fascismo de Hitler, el comunismo de Stalin y el Nuevo Trato de Roosevelt estaban mucho més relacionados entre si, que cualquiera de ellos con la organizacién politica existente en esos tres paises antes de la Revolucién In- dustrial. En razén de esta afinidad las diferencias entre ellos originaron a tan apasionados debates. El hecho es natural. Para comparar las cosas entre sf y contrastarlas, es necesario que pertenezcan a la misma familia, 0 que al menos tengan ciertos clementos en co- min. Hablando de perros y gatos podemos ver su pare- cido genérico y su diferencia especifica, pero es indtil que disputemos acerca de. nuestra preferencia personal. Por otra parte, cuando comenzamos a comparar diferentes ‘clases de perros, la comparacién resultard fructifera y poco amable. Aquf tenemos un grupo de personas intimamente relacionadas en su gusto comin por los perros, que, sin ‘embargo, permite obtener, dentro de él, una infinita va- riedad de tipos. Existe una mayor cantidad de argumentos entre los amantes de los perros, que la que existe entre Jos amantes de los gatos y de los perros. Lo mismo ocu- rre con referencia a las formas de gobierno. Resultarla muy dificil lograr un debate inteligente entre un salvaje de la Polinesia y un ciudadano norteamericano del Oeste central. Esto, porque sus modos de vida son remotisimos ‘unos de otros. Y, también, entre un trabajador inglés y otro alemin 0 ruso de hoy, hay mds puntos de contacto que los que puedan existir entre dicho trabajador inglés y un compatriota suyo que viviera en el afio mil doscientos de la era cristiana, Por es0, a pesar de todas sus diferen. cias, el Estado moderno puede estudiarse en Inglaterra, Norteamérica y Rusia como si perteneciera a un solo tipo, y asf vamos a estudiarlo. Empecemos por considerar las analogias. Vamos a exa- minar la vida de un trabajador actual en una fAbrica de automéviles de esos tres respectivos pafses. A no dudarlo, encontraremos importantes diferencias entre ellos, pero estas diferencias enmarcan totalmente un hecho comin, la 19 industrializacién. Esas diferencias han de resultar inapre- ciables si comparamos la vida de un obrero en una fabrica Ford, con la que Ilevaba el constructor de carruajes hace cuatrocientos afios. En seguida percibimos que el sistema de fabricacién racionalizada para la produccién en masa fs un rago universal de la vida moderna y que la mayor parte de nuestros argumentos politicos se refieren directa © indirectamente a la mejor manera de organizar este sis- tema, que ¢s comiin a todos los Estados modernos. Vamos ahora a considerar los medios de comunicacién: ferroca- rriles, acroplanos, radiotelegrafia, teléfono, etcétera. La sola enumeracién de ellos basta para que Heguemos a la misma conclusién. La técnica de la produccién es la mis. ma en todas partes. Lo mismo ocurre si consideramos los servicios piiblicos de guerra o de sanidad. Encontramos de nuevo que Ia técnica para mantener o destruir la vida humana, es comiin a los Estados modernos y completamen- te distinta a lo que era hace quinientos afios. Por tiltimo, consideremos los modos de diversién y recreo. Nos encon- traremos que el cinematégrafo, la radioaudicién, os juegos de azar, los bailes y las novelas policiacas, son comunes en. ‘casi todas partes. Nos encontramos, pues, en presencia del mismo hecho: debajo de todas las diferencias entre nucs- tros Estados modernos, existe una civilizacién comin que Jos separa del sistema social de la Edad Media. Gnicamente en aquellos lugares en donde el moderno orden industrial no ha predominado, persisten las formas antiguas de vida =la vida del campesino indio o la vida del nativo de la Polinesia. Estos mismos parecidos bésicos se encuentran entre los sistemas politicos respectivos. Todas nuestras formas mo- dernas de gobierno, en la actualidad, son especies del Estado. nacién. Antes del siglo xvr, este tipo de autoridad descentra- lizada era desconocido, desde esa fecha se ha desarrollado y extendido hasta que, en la actualidad, constituye el sis tema politico normal. La mayor parte de la gente cree que stbe lo que sig: nifican en realidad las palabras “Nacién” y “Estado”. A pesar de esa creencia, pocas personas pueden dar una efinicién satistactoria de las mismas. Qué es una nacién? “Un pueblo que pertenece al mismo linaje biolégico”, con- testaba el nazi mientras enviaba millones de judios a los campos de exterminio. “Un pueblo unido por lazos histé- ricos, filolégicos y culturales”, dice el inglés, mirando de reojo hacia Escocia y Gales ast como hacia Irlanda. "Una reunién libre de individuos que, sin consideracién alguna respecto a a raza o al lenguaje, desean vivir unidos bajo un mismo gobierno", dice el ciudadano norteamericano, mientras espera que nadie le mencione el problema del negro ni sus leyes migratorias. Todas estas definiciones resultan poco satisfactorias, por- que tratan de definir por légica lo que ha tenido su origen en un proceso histérico. Ninguna nacién actual cabe dentro de esas definiciones légicas, porque ninguna nacién actual ha logrado ser lo que los constructores de sis- temas hubieran querido que fueran. La raza, el lenguaje, Ja cultura y la libre determinacién, han jugado su parte en la formacién de las naciones, pero también hay que considerar Ia geografia, la economia, la estrategia y la guerra, Factores innumerables han contribuido a este pro- ceso, tantos y tan diversos, que la tinica definicién aceptable de nacién ¢s la siguiente: “Un pueblo que vive bajo un linico gobierno central lo suficientemente fuerte para man- tener su independencia frente a otras potencias.” De acuer- do con esta definicién, es dudoso el que Abisinia. pueda lamarse Estado-nacién, en tanto que Suiza ¢ Irlanda del Sur han logrado demostrar que tienen derecho a usar ese titulo, ‘A pesar de lo poco satisfactoria que resulta esta defi- nicién de ‘"Nacién”, puede ser que tenga una ventaja. Nos indica la conexién entre la nacién moderna y el Es tado moderno. au La nacionalidad? ¢s algo que depende de un gobierno central. La guerra puede cambiar y cambia la naciona- lidad, cualesquiera que sean la raza, el lenguaje o la libre determinacién. También puede efectuarse una trans. formacién de esta indole mediante una decisién guberna mental. Por otra parte, un gobierno que s¢ basa demasiado cn la libre determinacién de sus conciudadanos, o que vio Ja demasiado flagrantemente sus sentimientos raciales y cul turales, puede resultar inutil para mantener su autoridad. “Nacién” y “Estado”, son dos aspectos del orden social occidental, y cada uno es ininteligible sin el otro. Un Estado debe poseer o surgir de una base de nacionalidad, y una nacién debe someterse a una forma de control centralizado, si es que cualquiera de ambas organizaciones quiere perdurar. Por este motivo, antes de que comencemos a analizar los tipos diferentes del gobierno moderno, debemos estu: diar el Estado-nacién en st mismo. Este viene a ser como Ja vasija en que se han vertido los nuevos vinos de capi talismo, nacionalismo, democracia, Esta extrafia mezcla esté Hegando a su punto de explosin, y a pesar de esto persiste cl continente de todos aquellos licores. Histéricamente, fue el primer fendmeno moderno que aparecié; légicamente, se encuentra en la base sobre la cual se han erigido 1» ma- yor parte de las teorlas y pricticas politicas actuales. Lo que damos por sabido es siempre més dificil de en- tender que cualquier cosa acerca de la cual pregun- guntamos, 0 sobre Ia cual dudamos. La nacionalidad y la autoridad del Estado, son factores elementales en nuestro medio de vida, y raramente nos detenemos a analizar las condiciones que implican. Pero tan pronto como comen- zamos a reflexionar, nos damos cuenta que en ningiin modo son tan evidentes © necesarias como las suponiamos. + Pero ct nacionalismo no, Recientemente hemos aprendido, con amar- ga caperiencia; que cl sentido de la unidad nacional mo ex suficente Blac paraconcitulr un Estado-nacion, 2 @or qué debe dividirse la humanidad en naciones, cada tuna con sus leyes y costumbres peculiares? ¢Por qué debe cada gobicrno nacional poseer su ejército propio asi como su armada naval o aérea? gPor qué deben trazarse fronteras, entre pueblos de un origen comin? gPor qué existen obs. tdculos a las comunicaciones y al comercio? Acabamos de ‘ver que no existe més definicién satisfactoria de la nacién, que a de que es un pueblo bajo un gobierno comin. Pero, zpor qué este gobierno va a ser comin a varios mi- Mones de individuos y excluir otros tantos? 2Es simplemente una cuestién de poder politico, o existe algin principio Iégico para la division? No puede darse una respuesta facil a esta wltima pre- gunta que es precisamente la cuestin de la teorla politica moderna, El Estado-nacién surgié menos por el propésito ‘humano, que por fuerzas ciegas fuera del control del hom- bre, y no se basa en principios perfectamente definidos, sino originades por determinados cambios econémicos y 50- Giales que ocurrieron en Europa entre los siglos xm y el xm, Para entender su naturaleza actual, debemos conocer primero cuales fueron estos cambios Il, Ex oRDEN MEDIEVAL La sociedad medieval diferfa de la nuestra en dos carac- terlsticas principales. Hoy vivimos en un mundo en el cual el malogro de la cosecha de goma en la Malasia afecta profundamente a los trabajadores en Birmingham o en Detroit, mientras que una transaccién en el Mercado de Londres puede arruinar a los productores de cacao del Afri- a occidental, quienes dificilmente han ofdo hablar de acciones 0 valores. La ciencia nos permite viajar hacia donde nos plazca y comerciar con quien tengamos el deseo y el poder para ello. Esta facilidad de comunicacién, posiblemente més que 23

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