El campo de la
investigacion
onna S. Lincoln (Coords.)1
Introduccién general
La investigacién cualitativa como
disciplina y como practica
Norman K. Denzin e Yvonna S. Lincoln
En un texto sobre la investigacién cientifica y la investigacién
cualitativa, en el que privilegia la perspectiva estratégica del coloni-
zado, Linda Tuhiwai Smith (1999), afirma que «el término “investiga-
cién” esta inextricablemente asociado al colonialismo y al imperialismo
europeos». Segtin dice, «la misma palabra es una de las més sucias en
el vocabulario del mundo indigena [...], una palabra involucrada en los
peores excesos del colonialismo» y los modos en los que «el conoci-
miento sobre los pueblos indigenas ha sido recolectado, clasificado y
luego representado frente a Occidente» (pag. 1). Esta sucia palabra nos
despierta sentimientos confusos de furia, silencio y desconfianza. «Es
tan fuerte que los indigenas incluso escriben poesia sobre el tema de
la investigaciéne (pag. 1). Sin duda, se trata de uno de los legados mas
s6rdidos del colonialismo.
‘Lamentablemente, la investigacién cualitativa, en casi todas sus
formas (observacién, participacién, entrevistas, etnografia), funciona
como una metafora del conocimiento, el poder y la verdad coloniales.
funcionan las metéforas. La investigacion, ya sea cualitativa 0
cuantitativa, es una actividad cientifica que provee los fundamentos
para los informes y las representaciones del «Otro». En el contexto co-
lonial, la investigacién se convierte en un modo objetivo para repre-
sentar al Otro de piel negra frente al mundo blanco,
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1e19u96 ugpanponuy “|Las naciones colonizadoras dependian de las humanidades, es-
pecialmente de la sociologia y la antropologia, en lo relativo a la pro-
duccién de conocimiento sobre los mundos extrafios y extranjeros. Este
involucramiento cercano con el proyecto colonial contribuyé de un
modo significativo a la larga y tormentosa historia de la investigacién
cualitativa, y a que «investigacin» se eonvirtiera en una palabra sucia
(para una adecuada resefia del tema, véanse Foley y Valenzuela, Ca-
pitulo 9, y Tedlock, Capitulo 18, de este Manual). En sociologia, el tra~
bajo de la escuela de Chicago en la década de 1920 y de 1930 del siglo
pasado establecié la importancia de la investigaci6n cualitativa para
el estudio de la vida de los grupos humanos. En antropologia, durante
el mismo periodo, los estudios de Boas, Mead, Benedict, Bateson,
Evans-Pritchard, Radcliffe-Brown y Malinowski, que definieron el
mareo de la disciplina, dieron forma a las lineas principales del método
de trabajo de campo (véanse Gupta y Ferguson, 1997; Stocking, 1986,
1989).
La agenda era muy clara: el observador legaba a un escenario
extranjero con el fin de estudiar la cultura, las costumbres y los habitos
de otro grupo humano (a menudo, un grupo que se ponia en el camino
de los colonizadores blancos). Los informes etnograficos sobre estos
grupos eran incorporades al cimulo de estrategias colonizadoras y se
revelaban, asi, como modos de controlar al Otro extranjero, desviado 0
perturbador. Pronto, la investigacién cualitativa fue empleada en otras
disciplinas cientifieas sociales y de 1a conducéa, incluyendo la educa-
cién (particularmente a partir de Dewey), la historia, las ciencias po-
itieas y de la empresa, la medicina y la enfermeria, el trabajo social y
las comunicaciones (para una critica de esta tradici6n, véanse Smith,
1999; Vidich y Lyman, 2000; Rosaldo, 1989, pags. 25-45; y Tedlock, Ca-
pitulo 18 de este Manual).
Hacia 1960 ya se perfilaba nitidamente el campo de batalla entre
la inyestigacién cualitativa y cuantitativa. Los académicos cuantitati-
vos relegaron la investigacién cualitativa a un status subordinado en
el quehacer cientifico y, en respuesta, los investigadores cualitativos
ensalzaron las virtudes humanisticas de su enfoque subjetivo e inter-
pretativo del estudio de la vida de los grupos humanos. Al mismo
tiempo, los pueblos indigenas se encontraron sometidos a las indigni-
dades de ambos enfoques, ya que ambas metodologias eran utilizadas
en nombre de los poderes colonizadores (véanse Batiste, 2000; Semali
y Kincheloe, 1999).
Vidich y Lyman (1994, 2000) graficaron muchas de las caracte-
risticas cruciales de esta dolorosa historia. En su célebre anilisis ob-
servan, con a ironia, que la investigacién cualitativa en sociologia
y antropologia «nacié precisamente del deseo de entender al “otro”»
(Vidich y Lyman, 2000, pag. 38). Mas atin, ese «otro» era el Otro ex6: