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ELEMENTOS DEL CONOCIMIENTO

1.1.- Concepto de conocimiento.

¿Qué entendemos por conocimiento?. Intentemos responder


a esta pregunta desde un punto de vista general. Para ello no
nos limitaremos al caso del conocimiento humano, sino que

haremos una definición amplia del conocimiento. Admitamos por


el momento que el mundo está constituido por un conjunto de

entes1. El conocimiento es una propiedad que se predica de cada


uno de esos entes. En efecto, cada uno de ellos se relaciona

con los demás entes, con lo que denominaremos el exterior, en


un doble sentido: conocimiento y acción (figura 1.1). Mediante
el conocimiento tomamos noticia del exterior, captamos
información de los demás entes. Mediante la acción modificamos
el exterior, influimos en los demás entes. En este sentido,
conocer no sólo no es una facultad reservada al hombre, sino

ni siquiera a los seres vivos. En cierto sentido, una piedra


recibe información del exterior y puede actuar. En efecto, si
por ejemplo, golpeamos una piedra con un palo, los átomos
periféricos de la piedra experimentan ("sienten"), la
repulsión producida por la proximidad de los

1
Más adelante se expondrán distintas perspectivas históricas
sobre los entes (ontología) y su relación con el conocimiento.
En cualquier caso, coincidiendo con la opinión de Zubiri, nos
encontramos inmersos en la realidad, en un mar de cosas reales,
independientemente de la caracterización que hagamos de la
esencia de dichas cosas reales. A esta realidad, a este conjunto
de cosas reales, es a lo que aquí denominaremos, en un sentido
amplio, entes.
átomos periféricos del palo, y actúa con una repulsión igual

sobre el palo, acción que normalmente supondrá la ruptura del

palo. Obviamente este conocimiento y esta acción están

limitadas y regidas por las leyes de la naturaleza, pero,

¿acaso el conocimiento humano no participa también de esas

mismas limitaciones?.

Figura 1.1.- El conocimiento como relación.

Las formas de conocimiento según Hessen.

Para Hessen, el conocimiento puede ser dividido

principalmente en dos clases: conocimiento sensible y

conocimiento intelectual. En su discurso, el conocimiento

sensible es aquél que tiene su origen en la realidad, en la

experiencia, en el mundo de las cosas. El conocimiento sensible

es pues el conocimiento según el empirismo. Por otra parte el

conocimiento intelectual es aquél que tiene su


origen en el sujeto y que, sólo de forma más o menos indirecta,

tiene en cuenta las percepciones. Este conocimiento no se

aplica sobre las cosas, sino que opera sobre las propias ideas

del sujeto. El conocimiento intelectual es pues el

conocimiento según el racionalismo.

En un segundo nivel, nuestro autor cree reconocer una

posible división del conocimiento intelectual entre

conocimiento discursivo y conocimiento intuitivo. El primero

es el que, aplicado a unas ideas o conceptos originales, va

desarrollando otros conceptos derivados de aquél mediante unas

reglas de discurso basadas en la lógica. Por el contrario el

conocimiento intuitivo es capaz de "ver" conceptos e ideas

nuevas sin necesidad de la laboriosa capacidad lógica de la

razón. Son aquellos conceptos que el sujeto considera verdades

evidentes y que no necesitan justificación.

Por último Hessen distingue dos tipos de conocimiento

intuitivo, uno racional y otro irracional. El conocimiento


intuitivo racional es aquél que aprehende evidencias que
tienen que ver con el pensamiento. Así por ejemplo "dos más
dos son cuatro" o "no se pueden dar A y no A simultáneamente

y en el mismo sentido5". Pero el hombre posee otras dos


facultades espirituales además del pensamiento: el sentimiento
y la voluntad. El conocimiento intuitivo irracional es el que
aprehende evidencias que tienen que ver

5
Principio de no contradicción de la lógica aristotélica.
con estas dos últimas facultades del espíritu. En este apartado

entrarían conocimientos como "matar es malo". En resumen la

posición de Hessen puede resumirse en la tabla 2.1.

Sensible Intelectual

Conocimiento que comienza en Conocimiento que comienza en el sujeto y que tiene que ver con las
la realidad, en el mundo de ideas, con los conceptos que él posee. Es un conocimiento de
las cosas. Tiene que ver con idealidades.
la realidad externa.

Discursivo Intuitivo

Conocimiento que, Conocimiento que se obtiene mediante


partiendo de conceptos evidencias, mediante la visión de ideas
anteriores, obtiene "claras y distintas".
otros nuevos mediante
un discurso que sigue
las leyes de la
lógica.
Racional Irracional

Conocimiento Conocimiento
intuitivo que tiene intuitivo que
que ver con la tiene que ver con
facultad del hombre las facultades del
denominada hombre denominadas
"pensamiento". Por "sentimiento" y
ejemplo "dos y dos "voluntad". Por
son cuatro". ejemplo "matar es
malo".

Tabla 2.1.- Formas de conocimiento según Hessen.

2.3.- Clasificación de las formas de conocimiento.

En mi opinión, sin embargo, aún reconociendo mi deuda con

el autor mencionado, al planteamiento anterior conviene

hacerle algunas modificaciones. En las próximas líneas

expondré pues mi propia teoría sobre los modos de aprehensión

y las distintas formas de conocimiento a que ello da lugar. Y

para ello me detendré primero a desarrollar el concepto de

sujeto esbozado en el capítulo anterior.


Figura 2.1.- Contexto del conocimiento.

En efecto, allí caracterizamos a grandes rasgos el

conocimiento como una relación entre el sujeto y las cosas

(figura 2.1). Pero para poder identificar con precisión los

distintos tipos de conocimiento conviene que exploremos la

estructura interna del sujeto del conocimiento. Para ello, en

primer lugar, hemos de señalar que la afectación que las cosas

producen sobre el sujeto inciden directamente sobre una

facultad humana que denominaremos sensibilidad. Esta facultad,

de acuerdo con su estructura, con su capacidad cognoscitiva,

con sus "a prioris" y categorías, constituye un primer objeto

de conocimiento obtenido directamente de los sentidos. A este

tipo de conocimiento sin elaborar lo denominaremos, por su

procedencia, conocimiento sensible o primario. Es aquí

importante destacar que, a pesar de las similitudes obvias con

el planteamiento kantiano, nuestro concepto de la sensibilidad

difiere del de Kant, pues en nuestro caso el conocimiento

sensible se encuentra preñado tanto de los "a priori" como de

las categorías kantianas. Nuestra sensibilidad engloba por

tanto a la sensibilidad kantiana y a parte del entendimiento


kantiano.
El objeto de conocimiento primario, puede ser ahora

elaborado por las facultades intelectivas del sujeto (la

inteligencia) y obtener nuevos conocimientos que sólo de forma

secundaria tienen que ver con el mundo de las cosas. Este tipo

de conocimiento así adquirido lo denominaremos conocimiento

intelectual o secundario, y pasa a engrosar el caudal de

conocimientos del sujeto que, por tanto, estará pues formado

por el conjunto del conocimiento adquirido por la sensibilidad

y el elaborado por la inteligencia (figura 2.2).


Figura 2.2.- Estructura básica del sujeto.

Ahora bien, la elaboración que realiza la inteligencia


del sujeto para obtener un nuevo objeto de conocimiento a

partir de conocimientos primarios, admite dos formas. Por una


parte esta derivación puede realizarse siguiendo unas
estrictas leyes formales de pensamiento que concuerdan con las

de la lógica y la matemática6. La facultad que se encarga

6
La discusión de si la matemática puede reducirse a la
lógica, como afirman los logicistas, o por el contrario la
de realizar este proceso la denominamos razón, y al

conocimiento por ella adquirido, conocimiento racional. El

conocimiento elaborado por otros procedimientos, según

comentaremos más adelante, se denomina conocimiento

irracional, no con un matiz peyorativo, sino haciendo

referencia al hecho de que ha sido obtenido sin el auxilio de

un discurso de la razón (figura 2.3).

Figura 2.3.- Posición de la razón en el sujeto.

Es importante señalar en este punto que las leyes de

derivación que la razón aplica para obtener conocimiento

racional, están basadas en unas estructuras categoriales del

trasciende, como afirman los intuicionistas, es una polémica


viva dentro de la filosofía de la ciencia actual y de la que no
nos ocuparemos en este trabajo.
sujeto, adquiridas a través de un penoso esfuerzo evolutivo de

la especie. Sin embargo, en este caso, la rigidez de estas


estructuras no es tan alta como los a priori y categorías

kantianas. En efecto, si bien somos incapaces de captar cosas


como fuera del espacio o del tiempo, ni tampoco entenderlas
fuera de categorías como las de sustancialidad o causalidad,
no ocurre lo mismo con las reglas de derivación racional.
Aunque hay una fuerte tendencia de "sentido común" a aceptar
principios lógicos básicos como el de "no contradicción" o el

de "tercio excluso", y así mismo parecen indubitables, en


primera aproximación, cuestiones básicas de la aritmética, la
geometría o la matemática en general, un análisis más cuidadoso
de la cuestión nos hace ponernos en guardia. La crisis de la
lógica y la matemática contemporánea, su "pérdida de

certidumbre"7, la existencia de lógicas, aritméticas,


geometrías y matemáticas alternativas a las de "sentido común"
y que sin embargo muestran su consistencia e incluso su mayor
capacidad de explicación de ciertos hechos, nos muestran que
las estructuras categoriales de la razón están fuertemente

basadas en desarrollos biológicos (de ahí el "sentido común"),


pero que son susceptibles de ser modificadas por la cultura y
la civilización de una sociedad determinada.

En el conocimiento racional pueden distinguirse dos

tipos, que siguiendo la terminología de Hessen,

7
Existe una obra de Morris Kline con el mismo título que
realiza una magnífica exposición del problema.
denominaremos discursivo e intuitivo. El conocimiento

discursivo sería el que procede tras un más o menos penoso

esfuerzo de búsqueda lógico-matemática. El conocimiento

intuitivo sería, por el contrario, el que aparece como evidente

a la razón (dos más dos son cuatro). En mi opinión sin embargo,

el único motivo para distinguir entre un conocimiento

discursivo y otro intuitivo radica en el tiempo que necesita

el sujeto en llegar a la conclusión de su razonamiento. En

este sentido el conocimiento intuitivo sería aquél al que el

sujeto llega inmediatamente. Esta inmediatez, entendida


siempre en términos psicológicos, puede ser debida a que:

a) las estructuras cognoscitivas del sujeto, ya sean

éstas biológicas o culturalmente adquiridas, disponen ya

del resultado del razonamiento;

b) que el razonamiento es una repetición de

razonamientos anteriores realizados, y por tanto

aprendidos, por el sujeto; o, por último a

c) que el razonamiento necesario sea tan simple para las

capacidades del sujeto, que el tiempo psicológico

empleado en él sea nulo.

Como puede observarse buena parte de estas condiciones

que posibilitan un conocimiento intuitivo carecen de cualquier

tipo de universalidad, y están muy ligadas a cuestiones


particulares de cada sujeto y cada razonamiento. Lo cual no

es más que una confirmación del hecho observable de que lo que

para un individuo es de una evidencia fuera de toda sospecha,

para otros constituye un proceso de razonamiento penoso y a


veces insalvable. Y de ello podemos dar buena fe cualquiera

de los que, por unas u otras razones, tenemos contacto con el

mundo de la docencia.

Hasta aquí el conocimiento que tiene su base en la

elaboración racional. Sin embargo, como ya apuntábamos más

arriba, el sujeto de conocimiento no puede reducirse a mera

razón. Existen en el sujeto otras facultades no racionales que

le capacitan también para otro tipo de conocimiento: el

conocimiento irracional. Entiéndase bien, que éste es un tipo

de conocimiento que, según nuestros propios términos, no se

basa en la razón, y por ello no es racional, sino en otras

facultades de la inteligencia, y por tanto es un conocimiento

inteligente. No es algo gratuito, transcendente al sujeto, ni

sobrenatural. Es un conocimiento que, basándose en objetos ya

proporcionados por la sensibilidad, y por tanto referido en

última instancia al mundo de las cosas, elabora nuevos

conocimientos por métodos diferentes del discurso o la

intuición lógico-matemática. Pero el calificativo de

irracional en ningún momento supone una valoración negativa de

este tipo de conocimiento. Simplemente hace referencia a la

facultad que los obtiene. Y por otra parte, el mismo proceso

de valoración de los tipos de conocimiento, o cualquier tipo

de valoración, es en sí misma realizada por facultades no

racionales del sujeto.


VERDAD Y CONOCIMIENTO.

3.1.- Introducción.

En las páginas anteriores dejamos nuestro discurso sobre

el conocimiento en la relación entre éste y la verdad. El

presente capítulo es pues el encargado de explorar las

relaciones entre ambos conceptos, así como el significado de

conceptos derivados, tales como el criterio de verdad o el de

certeza. Para ello seguiremos, en primer lugar, la exposición

que realiza Ferrater en su Diccionario de Filosofía al tratar

la voz "verdad" y otras voces próximas. Dicha exposición tiene

fundamentalmente una estructura histórica y adolece, a mi

juicio, de una sistematización que intentaremos otorgarle

desde estas páginas.

Además de la presentación de los conceptos mencionados


anteriormente, este capítulo se propondrá, como ya viene

siendo habitual, la formulación de una teoría propia sobre la

verdad, para terminar intentando encontrar la justificación y

el fundamento del conocimiento.

3.2.- Concepto de verdad.

Según se desprende de la historia del pensamiento, el

concepto de verdad es con frecuencia polisémico, y ha sido


utilizado, y lo sigue siendo, en muy diversos contextos.
Esto lleva con frecuencia a una cierta confusión en el uso del

término, sobre el cual intentaremos arrojar un poco de luz

desde aquí. Para comenzar, y por razones metodológicas,

sustituiremos, en un paso inicial, el sustantivo "verdad" por

el adjetivo "verdadero". Una vez dilucidado el significado del

adjetivo recompondremos el concepto del sustantivo.

En primer lugar hay que señalar que la condición de

verdadero se predica de dos formas diferentes: de una forma

objetiva y de una subjetiva. En el primer caso, cuando se dice

de algo que es verdadero, se plantea un hecho que se pretende

absoluto, universal, objetivo, en correspondencia con la

realidad. Por otra parte, sin embargo, en muchas ocasiones la

predicación de verdadero no pretende tener el carácter

dogmático de la anterior, sino que esta condicionada por el

sujeto que la proclama, y por sus intereses o circunstancias

personales y sociales. Centraremos primero nuestra atención en

la forma objetiva de lo verdadero y más adelante nos ocuparemos

de su forma subjetiva.

Hemos argumentado que lo verdadero es un adjetivo que se

predica de un sustantivo. Por tanto la necesaria clasificación

de la forma objetiva de lo verdadero vendrá ligada al

sustantivo, o mejor dicho, al tipo de sustantivo al que se

aplica. En primer lugar, lo verdadero se puede decir de una

proposición, de un enunciado, de un juicio. En


este sentido, verdadero es lo contrario de falso, erróneo,

mentiroso. En este mismo sentido, y teniendo en cuenta que una

proposición no es sino una verbalización de un conocimiento,

se aplica también el término verdadero al objeto del

conocimiento, es decir, al conocimiento mismo. Pero en este

sentido de conocimiento o enunciado verdadero se pueden aún


distinguir dos modos: el lógico y el epistemológico. Sus

características principales son las siguientes:

a) Se dice que un conocimiento o enunciado es verdadero


desde un punto de vista lógico, si no es contradictorio

consigo mismo o con el cuerpo de conocimientos del sujeto.

Para ello el conocimiento en cuestión debe ser

consistente de acuerdo con las leyes de lógica del sujeto.

De este conocimiento se dice también que es "formalmente

verdadero". Obviamente este modo de entender lo verdadero

sólo puede predicarse del conocimiento racional (véanse

los diferentes modos de aprehensión expuestos en el

capítulo anterior).

b) Por otra parte, se dice que un conocimiento es


verdadero desde un punto de vista epistemológico cuando

existe una correspondencia (adequatio) entre el

conocimiento y la realidad. En nuestra terminología

cuando se corresponden el objeto y las cosas. Esta forma

de entender lo verdadero es, como se puede observar,

mucho más ambiciosa que la anterior y, por


tanto, mucho más problemática. Según la teoría

gnoseológica que se sostenga se admitirá en mayor o menor

medida un conocimiento verdadero en este sentido

epistemológico. Un rasgo distintivo de esta acepción de

lo verdadero es que puede predicarse no sólo de un

conocimiento racional y, por tanto, verbalizable, sino

que también se puede proclamar de conocimientos

irracionales inefables. Así, por ejemplo, podemos hablar

de lo verdadero, de la adecuación con la realidad, de un

conocimiento estético o metafísico.

En los párrafos anteriores hemos ya analizado el concepto

de lo verdadero aplicado a una proposición o a un conocimiento.

El segundo tipo de sustantivo al que se puede aplicar el


calificativo de verdadero es a una realidad. Pero también en

el caso de las realidades, lo verdadero se puede decir en dos


sentidos: ontológico y confidencial. Veamos las

características de cada uno de ellos:

a) En sentido ontológico se dice de algo que es verdadero

como contraposición a aparente, ilusorio, irreal,

inexistente. Las realidades son verdaderas en cuanto que

son. Este es el sentido griego de lo verdadero como

"aletheia", como desvelamiento del ser, como búsqueda de

lo que permanece tras la apariencia y el cambio. En este

sentido es en el que el Dios cristiano afirma "Yo soy el


Camino, la Verdad y la Vida".
b) Pero la verdadero puede decirse de la realidad también

en otro sentido, desde un punto de vista confidencial.

Según los hebreos algo es verdadero cuando se puede

confiar él, cuando cumple sus promesas, cuando mantiene

su fidelidad. Este es el sentido de la palabra hebrea

"emunah". El Dios del Antiguo Testamento es verdadero

precisamente en este sentido, y de hecho, para los hebreos

es lo único completamente verdadero.

Para completar nuestro recorrido por los diferentes

significados de lo verdadero, debemos retomar aquellas formas


de predicación que habíamos denominado subjetivas o no

dogmáticas. A veces se dice de algo (conocimiento o realidad)

que es verdadero, sin por ello pretender que esa calificación

tenga carácter absoluto o universal, sino, bien al contrario,

siendo conscientes de las limitaciones personales, sociales,


históricas y culturales que impone el sujeto que juzga algo

como verdadero. Aunque obviamente aquí pueden establecerse

numerosos matices, distinguiremos tres tipos de predicaciones

subjetivas de lo verdadero:

a) En primer lugar se puede decir lo verdadero en un


sentido relativo, es decir admitiendo los condicionantes

del sujeto. Algo es verdadero para mí, o para nosotros,

y sólo hasta cierto punto.

b) Una segunda forma de entender lo verdadero es en


sentido histórico, es decir, admitiendo la influencia del

momento histórico (historia personal, social y cultural)

en el que se afirma. Algo es verdadero ahora, pero no

necesariamente lo fue ayer, y puede dejar de serlo mañana.

c) Por último, se puede entender también lo verdadero en


un sentido utilitario, es decir, condicionándolo a la

utilidad que me pueda proporcionar su uso. Así por

ejemplo, una teoría científica es verdadera en este

sentido, cuando es capaz de realizar predicciones

acertadas y cuando me permite elaborar una tecnología a

partir de ella que resuelve problemas de orden práctico.

En este sentido, la mecánica de Newton y la de Einstein,

y por tanto sus dos cosmovisiones, pueden ser igual y

simultáneamente verdaderas, a pesar de ser incompatibles.

Con esto hemos cubierto por completo nuestra

clasificación del concepto de lo verdadero. Es pues ahora el

momento de volver al principio y dilucidar el concepto de

verdad. Y esto a la luz de las reflexiones anteriores supone

un simple paso adicional. En efecto, la verdad es el conjunto

de lo verdadero, sea cual sea el sentido en que interpretemos

lo verdadero. Así, si pensamos en conocimientos verdaderos

desde el punto de vista lógico, la verdad es un sistema

lógicamente consistente y completo (verdad lógica). Si

adoptamos una perspectiva


epistemológica, la verdad será el conocimiento de la realidad
como tal (verdad epistemológica). Por otro lado, en los casos

en que lo verdadero se predica de una realidad, la verdad será,

en sentido ontológico, el ser, el uno (verdad ontológica); y

en sentido confidencial, la verdad será la realidad fuente de

toda confianza: el dios hebreo (verdad confidencial). En los

planteamientos subjetivistas de lo verdadero, ya sean estos

relativistas, historicistas o utilitaristas, la preocupación

por la verdad, por sus propias concepciones mudables, tiene

mucho menos vigor. En cualquier caso se puede hablar de la


verdad como el conjunto de lo que resulta verdadero para un

sujeto (verdad relativa), para un momento histórico

determinado (verdad histórica), o para una finalidad

determinada (verdad utilitaria). La tabla 3.1 recoge, de forma

resumida, los distintos conceptos de verdad discutidos en este

tema.

3.3.- Criterio de verdad.

Una vez analizado las múltiples formas en que se dice la

verdad y lo verdadero, es hora de que nos ocupemos de aspectos

directamente relacionados con la teoría del conocimiento. Como

ya hemos visto, la verdad es un concepto que tiene gran interés

para la metafísica, la religión, la ética, la psicología, la

historia y la política. Sin embargo nosotros concentraremos

nuestra atención en las acepciones gnoseológicas de la verdad.

Y en tal sentido, estaremos interesados sólo en verdades


objetivas que se refieren a
conocimientos o enunciados de conocimientos. En definitiva

nuestro interés se centra en lo que hemos denominado verdad

lógica y verdad epistemológica.

La verdad lógica es la que, en principio, presenta menos


problemas. Afirmar que un conocimiento, o conjunto de

conocimientos es verdadero consiste en comprobar que cumple


las leyes de la lógica. Por tanto, en cuanto admitamos la
validez de la lógica, admitiremos sin problema la verdad en

sentido lógico9. Pero la facilidad con que se procede en este


terreno contrasta con la vacuidad de sus resultados. La verdad

que obtenemos es simplemente formal, sintáctica y tautológica,


sin contenido semántico alguno, sin referencia al mundo de las
cosas.

9
No obstante la propia validez universal de la lógica ha
quedado en entredicho con resultados como el teorema de Gödel.
Por tanto nuestro mayor interés se centrará en la verdad

epistemológica, en la verdad como correspondencia entre

nuestro conocimiento y la realidad, entre el objeto y la cosa.

Pero, ¿cómo salvar el abismo que separa al sujeto del mundo?.

¿Cómo podemos encontrar la verdad?. Y una vez encontrada, ¿cómo

reconocerla?. Este es el problema del criterio de verdad que

analizaremos a continuación.

El término criterio de verdad puede ser entendido en un


doble sentido: como método y cómo certeza. En el primer

sentido, el criterio de verdad es el método, el camino, el


procedimiento que permite al sujeto adquirir un conocimiento
verdadero. Según desde la posición epistemológica desde la que

se parta, el método tiene mayor o menor importancia, y es de


una naturaleza o de otra. Así por ejemplo, para Platón, el
método es el camino que permite ir desvelando las imágenes y

nos conduce a la idea10. Para los racionalistas como Descartes,


el método consiste en el conjunto de reglas que permiten a la

razón producir conocimiento verdadero11. Para los empiristas el


criterio de conocimiento debe basarse en los sentidos, en la
experiencia. Para Kant el método tiene que ver con el análisis
de las condiciones de posibilidad del conocimiento según las
categorías del

10
El mito de la caverna que aparece en La República es un
precioso símil del método platónico.
11
Descartes habla explícitamente de la duda como método.
sujeto12. Y para Hegel, en el idealismo absoluto, el método es

el devenir del espíritu en la historia que culmina en su propia

filosofía.

En un segundo sentido, el criterio de verdad puede ser


entendido también como certeza, es decir, como el conocimiento

que el sujeto tiene de que su conocimiento es verdadero, como

conciencia de verdad. Esta es pues una forma de

autoconocimiento. Hessen distingue tres tipos de certezas,

división que me parece válida, pero de cuyo contenido discrepo

en algunos puntos sustanciales. En las próximas líneas

expondré dicha clasificación con las modificaciones que

recogen mi propio pensamiento. Los tres tipos de certeza, que

se resumen en la tabla 3.2, son los siguientes:

a) Certeza de la reflexión. Cuando el sujeto conoce el

mundo de las cosas y forma su objeto de conocimiento, no

puede, desde dentro de sí, comprobar la adecuación entre

su conocimiento y algo externo a sí. Se necesitaría un

metasujeto que pudiese comprobar dicha adecuación. Pero

cuando el sujeto se toma a sí mismo como blanco de sus

conocimientos, cuando reflexiona, cuando encamina su

razón a un autoconocimiento, entonces el mundo al que

apunta el objeto del conocimiento (conocimiento racional)

no es exterior al sujeto, sino interno. La razón puede

entonces comparar

12
Método trascendental.
objeto y referente porque ambos son internos, y por tanto

puede conocer si hay verdad o no en dicho

autoconocimiento. Por ejemplo, tengo certeza del

conocimiento (autoconocimiento) que tengo en este momento

de que estoy reflexionando sobre el problema del

conocimiento.

b) Certeza lógica. Esta certeza tiene más que ver con la

verdad en sentido lógico que en sentido epistemológico.

Cuando el sujeto obtiene un conocimiento aplicando las

leyes lógicas de la razón, el nuevo conocimiento y los

originales de los que partió, constituyen un sistema

lógicamente consistente, interno al propio sujeto y por

tanto observable directamente por él. El sujeto está

cierto de la verdad (validez, consistencia lógica) del

nuevo conocimiento.

c) Certeza irracional. Cuando el sujeto se vuelve sobre

sí mismo y toma como objeto de su conocimiento, no un

conocimiento racional previo, sino un conocimiento

irracional (ver modos de aprehensión en el tema

anterior), puede tener certeza, al contemplarse a sí

mismo, de la verdad de su metaconocimiento. Veamos un

ejemplo. Un sujeto puede tener, según vimos un

conocimiento metafísico (irracional) de dios. Al volverse

sobre sí conoce (metaconoce) que está conociendo a dios.

Pues bien el sujeto puede tener certeza de que está


conociendo a dios (certeza de su
metaconocimiento), aunque no puede tener certeza de que

dios exista (certeza de su conocimiento).

Método Certeza

Camino, procedimiento que permite al sujeto Conocimiento que el sujeto tiene de que su conocimiento es
adquirir un conocimiento verdadero. verdadero.

Reflexivo Lógico Irracional

Conocimiento de la Consistencia Conocimiento de la


verdad de un lógica de un verdad de un
autoconocimiento de un conocimiento autoconocimiento de un
conocimiento racional. derivado conocimiento
Por ejemplo tengo racionalmente irracional. Por
certeza de que estoy de ejemplo tengo certeza
reflexionando sobre el conocimientos de que conozco a dios
conocimiento. anteriores. (no certeza de la
existencia de dios).

Tabla 3.2.- Criterio de verdad.

3.4.- Fundamento del conocimiento.

A la luz de la exposición anterior, así como del sistema

teórico desarrollado en los capítulos anteriores, cabe

intentar una formulación propia de la verdad y, desde ahí, de

los fundamentos del conocimiento. Según ya hemos comentado, la

verdad que nos debe interesar en teoría del conocimiento es la

verdad de las proposiciones, enunciados y conocimientos. Como


ya vimos, en primer lugar, podemos hablar de una verdad lógica

que garantiza la consistencia formal de nuestro conocimiento.

Pero, esta verdad no nos descubre el mundo, no nos saca de

nosotros mismos. Es, como decíamos, una verdad vacía y fría.

Pero más aún, es una verdad mudable, pues la única garantía

que tiene es la estructura lógico-matemática de la razón del

sujeto, la cual está condicionada por una evolución biológica

y cultural. Por tanto fijemos nuestra atención en la verdad

epistemológica, en la adecuación del objeto de conocimiento


y las cosas. Pero si admitimos una existencia de

realidades exteriores independientes del sujeto

(realismo más o menos moderado), no podremos hablar

propiamente de correspondencia entre cosas y objetos

porque son de naturaleza heterogénea. En el mejor de los

casos el objeto sería un símil, una metáfora, un signo

de la cosa, que nos permitiría aproximarnos a su realidad

pero sin penetrarla, que nos permitiría concebirla pero

no aprehenderla. Pero incluso admitiendo que el objeto y

la cosa fuesen comparables, y descartando los

autoconocimientos que no nos dicen nada del mundo

exterior, tampoco podemos tener certeza de la verdad

epistemológica de nuestro conocimiento. Para ello, como

ya hemos mencionado, necesitaríamos un metasujeto que, a

modo de árbitro, nos indicase si se produce la deseada

correspondencia.

Por tanto, a mi juicio, y a modo de conclusión, no

existe la verdad (en sentido de verdad epistemológica)

por la heterogeneidad de objeto y cosa. Pero incluso en

caso de existir no podríamos tener certeza de la misma.

El conocimiento tiene que limitarse pues a verdades

subjetivas, condicionadas al sujeto a la sociedad y a la

cultura. Verdades que sin embargo están preñadas de

realidad por estar fuertemente imbricadas en la cosa, de

la cual no pueden prescindir, a la cual no pueden


oponerse. Verdades, en definitiva, que nos permiten

actuar en el mundo pero no desvelar sus más íntimos


misterios.

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