Hannah Arendt
La condici6n
humana
Introduccién de Manuel Cruz
wp PAIDOS.314 La condicién humana
lograron, es decir, experimentar la realidad de lo que no es,
encontrara que la naturaleza y el universo «se le escapan» y que
un universo construido a partir del comportamiento de la natu-
raleza en el experimento y de acuerdo con los principios que el
hombre puede traducir técnicamente en una realidad laboran-
te carece de posible representacién. La novedad aqui no es que
existan cosas de las que no podemos formar una imagen —tales
«cosas» fueron siempre conocidas y entre ellas se contaba, por
ejemplo, el «alma»—, sino que las cosas materiales que vemos y
representamos y que nos sirvieron para juzgar las cosas inmate-
riales cuyas imagenes no podemos formar son también «inima-
ginables». Con la desaparicién del mundo sensualmente dado,
desaparece también el mundo trascendente, y con él la posibili-
dad de trascender el mundo material en concepto y pensamien-
to. Por lo tanto, no es sorprendente que el nuevo universo no
sea sdlo «practicamente inaccesible, sino ni siquiera pensable»,
ya que, «por mucho que lo pensemos, es falso; quiza no tan falto
de significado como un «circulo triangular», pero mucho mas
que un «leén alado».®
La universal duda cartesiana ha alcanzado ahora al corazon
de la propia ciencia fisica; porque la huida hacia la mente del
hombre esta cerrada si resulta que el moderno universo fisico
no solo no se presenta, lo que es natural bajo el supuesto de que
ni la naturaleza ni el Ser se revelan a los sentidos, sino que
ademas es inconcebible, impensable en términos de puro razo-
namiento.
41. La inversion de la ee y de la accién
Quiza la mas importante de las ‘ consecuencias espirit g
de los 9s descubrimientos dé | la Epoca Modertia
po, la unica que pudo « evitarse, puesto que seguia muy de cerca
al descubrimiento del punto de Arquimedes y al concomitante
auge de la duda cartesiana, haya sido la inversion del orden
“~Para atender el caracter apremiante de los motives que lle-
varon a dicha inversién es necesario ante todo librarnos delLa vita activa y la época moderna 315
prejuicio comun que atribuye el desarrollo de la ciencia moder-
na, debido a su aplicabilidad, al deseo pragmatico de mejorar
las condiciones de la vida humana en la Tierra. Es un hecho
historico que la moderna tecnologia no se origina en la evolu-
cion de esos utensilios que el hombre habia disefiado con el
doble proposito de facilitar sus labores y crear el artificio huma-
no, sino exclusivamente en una busqueda no practica de cono-
cimiento inutil. Asi, el reloj, uno de los primeros instrumentos
modernos, no se inventé pensando en fines practicos, sino de
modo exclusivo con el elevado propésito «tedrico» de realizar
ciertos experimentos sobre la naturaleza. No cabe duda de que
este invento, en cuanto se vio su utilidad practica, cambié el
ritmo y la fisonomia de la vida humana; pero desde el punto de
vista: te los inventores, el resultado fue simple incidente. Sisdlo
hubiéramos confiado en el Hamado instinto practico del hom-
bre, no cabria hablar de ninguna clase de tecnologia, y, aun-
que en la actualidad los inventos técnicos ya existentes llevan
cierto impulso que posiblemente generara mejoras hasta un cier-
to punto, no es probable que nuestro mundo técnicamente con-
dicionado sobreviva, y mucho menos que se desarrolle, si nos
convencemos de que el hombre es primordialmente un ser
practico.
Al margen de lo que ocurra, la experiencia fundamental de
la inversion de la contemplacién y de la accion fue precisamen-
te qué la sed de conocimientos del hombre solo podia saciarse
siconfiaba en la inventiva de sus manos. No se trataba de que la
verdad y I conocimiento ya no eran importantes, sino de que
solo se podian alcanzar mediante la «accién» y no por la con-
témiplacion. Un aparato, el telescopio, construido por las ma-
nos del hombre, obligé finalmente a la naturaleza, o mas bien al
universo, a entregar sus secretos. Las razones para con! el
hacer y desconfiar de la contemplacion u observacion avin se
hiciero mds convincentes tras | Tiados de las primeras
investigaciones. Separadds €l ser y ip m y dado por su-
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puesto que la Verdad ya no se presentaba, no se revelaba al ojo
mental del observador, surgio una verdadera necesidad de bus-
car la verdad tras las apariencias engafiosas. Nada podia ser
menos digno de confianza para adquirir conocimientos y apro-