LA PREGUNTA POR EL SER DEL HOMBRE
La pregunta por el ser del hombre, que suele con-
siderarse como nudo central de la reflexion antropo-
ogi én a todas luces excesiva, Aun en
el supuesto de que consideraramos que no es tarea de
la Antropologia Filosofica dar respuesta cumplida a
tal cuestién, sino determinarla de un modo riguros
aun en el supuesto de que asumiéramos para la AF,
con modestia, una funcidn esclarecedora o critica, no
por ello su estatuto dejaria de ser problematico. Y ello
hasta el punto de que establecer el envite de su propia
problematicidad se ha convertido, como es notorio, en
Ja primera y urgente tarea de toda AF!
Scheler, en uno de los textos considerados como
fundacionales de la AF? expresa el primer rasgo de
Sobre la prej por el ser del hombre, cfr. «Biblio.
grafias: Basave del Vaile, 1971; Bauer, 1968; Bezzenberg, 1965;
Biser, 1979; Castro, 1963; Coreth, 1976; Diem, 1964; Haecker,
1966;" Herdt, 1981; Heschel, 1965; Jaspers, 1965; Jerphagon,
Larson, "1967; ‘Marin, 1968; Orozco Silva,
Pescador Sarget 1978; Renault, 1976; Rio, 1979; Rive
Hand, 1978; Rombach, 1966; Rubio Carracedo, 1971; ‘Schilp,
1963; ‘Schoeps, 1979; Splet, 1981; Staudinger, 1981; Stern, 1969:
Tolaba, 1968; VV.AA.: XIII Congreso internacional de filer
sofia, 1963; Wagner, 1963; Wiser, 1971; Zimmerli, 1964,
2. Die Stellung des Menschen in Kosmos, 1928, trad. cast,
Losada, Buenos Aires, 1933,
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-esta problematicidad con unas palabras que han pa-
do hoy a ser emblema: «En ninguna época de la
ha resultado el hombre tan problemético para 70 ~
mo como en Ia actualidads. Y afiade: «Posee-
antropologia cientifica, otra filoséfica y otra
“a, que no sc preocupan una de otra. Pero_no
poscemos una idea unitaria del hombre. Por otra par
te, la multitud siempre creciente de ciencias especiales
que se ocupan del hombve, ocultan la esencia de éste
mucho mds que lo iluminan, por valiosas que sean»,
Asi, deberiamos comenzar diciendo que, en buena
medida, esta problematicidad de la AF le viene dada
por el cardcter eminentemente problematico de su
mismo objeto, el hombre, de quien nu poseemos una
idea unitaria a pesar (y aqui podriamos aplicar el cé-
Iebre recelo proustiano, y preguntarnos si en este «a
pesar» no hay un «porque» escondido) de los crecien-
tes saberes parciales que sobre lo humano no dejan de
{acumularse: ocultando tal vez su esencia. Heidegger?
parafraseard la formulacién de Scheler en estos térmi-
nos, casi exactos: «Ninguna época acumulé tantos y
tan ricos conocimientos sobre el hombre como la
nuestra. Ninguna época consiguié ofrecer un saber
acerca del hombre tan penetrante. Ninguna época lo-
gr6 que este saber fuera tan répida y cémodamente
accesible. Ninguna época, no obstanie, supo menos
qué sea el hombre. A ningtin tiempo se le presenté el
hombre como un ser tan misterioso».
Si aceptéramos la distincién de Landmann (1961),
entre antropologia(s) y criptoantropologia(s), 0 mejor
(1962), entre «antropologia(s) explicita(s)» y «antropo-
\ Jogia(s) implicita(s)», deberfamos decir entonces que
la AF, en tanto que tarea filoséfica de constitucién de
\\una antropologia explicita, es paralela al descubri-
\miento (moderno) del cardcter problematico de Io
y bumano. Y que es precisamente la consciencia de esta
/. |
3. Kant und das problem der Metaphysik, 1929, trad. cast.,
FCE,, México, 1954,
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problematicidad lo que permite establecer un primer
amago de criterio de demarcacién para la AF, tanto
respecto del resto de discursos filoséficos que, de un
modo u otro, se ha ocupado de lo humano (en parti-
cular, de aquellos modelos de pensar filoséfico que,
en la historia, han precedido a la constitucién de la
AF), como de los discursos antropoldgicos de caracter
noLiloséfico.
Garcia Bacca (1982) alude al primer aspecto con
estas palabras: «Empleo Ia distincién entre tema y
problema, y digo:_hasta la concepcién moderna del
Universo, por tanto, hasta la nuestra, el hombre ha
_sido_ tema, a saber:_algo perfectamente determinado
segtin la fuerza de la palabra griegg; algo definido, es
“table y permanente. Pero la concepcidn moderna del
papados, considera al hombre, y se siente, como pro-
blema, eh todos los drdenes. Nuestra existencia es}
problemdtica, y nuestra esencia, problematicidad. Las
anteriores: la griega, la medieval, son tema: algo bien
puesto, firme, estable y permanente».
Por su parte, Landmann (1961) distingue entre dis-
curso antropoldgico filosdfico y no-filoséfico utilizan-
do también el mismo criterio de la problematicidad:
«La antropologia fisica y etnolégica presuponen cono-
cimientos de lo que €l hombre es e investigan simple-
mente sus caracteres exteriores sus obras culturales.
La filosofia, en cambio, se plantea como problema el
“eonocimiento que aquellas ciencias presuponen acerca
“del hombre y se pregunta qué es lo que diferencia al
ser humano de todos los demés seres».
Asi, en una prim » deberia decirse
que es precisamente la conciencia de la problematici-
dad del hecho diferencial humano lo que hace de la
AF Jo que es: una disciplina problematica. Por ello,
su proceder podria presentarse como inverso, en cier-
to modo, al de la mayor parte de los discursos sabios
—la definicién de su objeto (si se prefiere, la respues-
ta.a la pregunta: ¢Qué es el hombre?) no seria el pri-
imer paso de su andadura sino, en todo caso, el trémite
final. Tal vez en ello resida buena parte de la razén
de su titulo de nobleza: «filoséfica» —porque también
responder a la pregunta por cqué es filosofia? es, no
un punto de partida, sino el término ultimo de todo
auténtico filosofar. Es decir: de todo pensar que se
busca a si mismo en el tramite de despoblarse de sus
presupuestos —de todo preguntar que busca fundarse.
12
EL METODO FILOSOFICO
EN ANTROPOLOGIA
Si intentéramos determinar algo mejor la cuestién
de qué es lo que convierte en filoséfica a una antro-
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pologfa, atendiendo a la materialidad textual de lo que ¢
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se nos presenta bajo tal nombre, podrian establecerse
tres estrategias generales como las que, de hecho, més
frecuentemente pretenden ser las idéneas para tal fin.
Una primera estrategia haria reposar el caracter
de «filosdfica» en su nivel de generalidad —la AF se-
ria tal en tanto que espacio de encuentro interdisci-
plinar y superficie integradora de las verdades (par-
ciales) de las diferentes disciplinas antropoldgicas, 0
del conjunto de las ciencias humanas. E. Morin pa-
Fece querer llevar esta tendencia hasta su consumacién
parédica cuando afirma (1960): «En la actualidad, la
antropologia no puede prescindir de una reflexién
sobre:
1) el principio einsteniano de la relatividad; “
»2) el principio de indeterminacién de Heisenberg;
»3) el descubrimiento de la “antimateria” desde
el anticlectrén (1932) hasta el antineutrén (1956); “
Sobre el cardcter sc
« Babossov, 1978; Becker, 1971
AF, cfr, «Bibl