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EL PROBLEMA DEL HOMBRE INTRODUCCION A LA ANTROPOLOGIA FILOSOFICA Joseph Gevaert 202 Limits yesperanzas de laexistencia todas y cada una de las posibilidades, y vaeia en cierto modo de contenido todos los compromisos historicos y terrenos. El propio hombre es nada y vanidad ante 1a nada de la muerte, El mundo en ue habita el hombre se niega a ser un verdadero hogar. El mundo 8 inhdspito (unheimlich) para el hombre, que no es més que ser. en-el-mundo y Sein 2um Tode. Solo en la grandeza tragica y solita "ia frente'a a muerte, o sea, en el amor fari, cuyo gran profeta fue Nietzsche, puede encontrar el hombre durante breves. instantes una autenticidad provisional. De este modo su libertad se convierte en libertad para la muerte (Freihei -cum-Tode)'*. b) La muerte y el cardicter absurdo de la existencia J-P, Sartre afirma que la muerte no se puede asumir ni integrar en un proyecto existencial. En este sentido, la muerte no es una di= ‘mensién constitutiva de la existencia ~que se identifica con el pro- -yecto libre-. El proyecto existencial no se puede interpretar como tun encaminarse hacia la muerte y mucho menos como un «espe- rar» (Erwarten) la muerte. Todo lo mis que puede esperar el hom- bre es cl hecho de tener que morir, pero no la muerte, El hombre eesti en una situacidn parecida a la de un condenado a muerte que Se prepara para oftecer un aspecto digno en el momento de la eje- cucién, pero que luego va y muere de una pura y simple gripe”. Es decir, la muerte viene radicalmente de fuera ¢ interrumpe de golpe la existencia, que se proyecta hacia la libertad y en la libertad, No €s en absoluto una posibilidad que yo tenga. «La muerte no es, ‘pues, mi posibilidad de no realizar ya mi presencia en el mundo, si- ‘no la aniquilacidn siempre posible de mis posibilidades», Frente alo que habia dicho Heidegger, Sartre niega que la muer- {te pueda otorgar algiin tipo de autenticidad a la existencia humana. Todo lo contrario, pues la muerte manifiesta el caricter funda- mentalmente absurdo de la existencia humana porque descuartiza violentamente todo proyecto, toda libertad personal, todo senti- do de la existencia, «Si tenemos que morir, nuestra vida no tie- 18. Cf bid, 288-291, 19, Cf. J-P Sartre, Lime er de néunt, Paris 1943, 617 (versin cast: Bl ser y 4a nada, Made *1989), 20. Thid.,621, La muerte como problema 293 ne sentido, ya que no se offece ninguna solucién a sus problemas y sigue sin determinarse el sentido propio de esos problemas»*. El mismo Sartre sintetiza asi sus amplias reflexiones sobre la muerte: ‘La muerte no ¢s en absoluto ninguna estructura ontoligica de mi ser, al menos en cuanto que es para-si(powr-soi; el ofo es el que es mor tal en su ser. Fin el ser-para-si no queda ningin lugar para la muerte: no puede esperaria, ni realizarla, ni proyectarse hacia ella, La musrte no es en absoluto el fundamento de su finitud y en general no puede recibirningin fundamento desde dentro como pro-yecto de la libetad original, y el paras tampoco puede recibirla desde fuera como ctali- dad suya: Entonces, qué es la muerte? Solamente cierto aspecto de la facticidad y del ser para los dems, o sea, meramente una realidad da- da. Tan absurdo es que hayames nacido como que tengamos que mo- Ti. Por otra parte, este absurdo se presenta como alienacién perma nente de mi posbilida que ya no es posbilidad mia, sno de oro, Por ‘consiguiente, es un limite externo y concreto de mi subjetividad™ J-P, Sartre insiste en que la situacién conflictiva que earacteri- 7a toda afirmacién de la libertad humana frente a los demas, en la muerte se decide definitivamente en favor del otro. El otro es el que se lleva el gato al agua. I muerto se convierte en el botin de los demas. Mientras vive, el hombre tiene la posibilidad de defen- dderse y de afirmar su subjetividad frente a los demi, que tratan de eliminarla. Pero el muerto deja su existencia en manos de los de~ mis, como si fuese una prenda de vestir que se usa o destruye se- ‘gin convenga. Asi pues, la muerte es la victoria definitiva del pan- to de vista de los otros sobre mi subjetividad?*, La alienacién de la muerte es la alienacién total. No hay ningu- na posibilidad de redimirla ni de salvaguardar los proyectos que la libertad ha intentado Hlevar a cabo. Sencillamente, no hay ninguna esperanza. El futuro hist6rico no puede offecer absolutamente na- da, La vida, en cuanto proyecto necesario de la libertad, es real- ‘mente una pasion inti. A ices {qué?, zhabré que suicidarse? El suicidio es también absurdo, Es mejor vivir en el presente, como ya decfa A. Gide, ex- 21. Ibid, 624: 2 2 24, 24 Limite yesperanzas de la existencia Perimentancla todo lo que la libertad nos permita. Es lo que di Sartre comentando la novela El extranjero de/A. Camus: ET hembre absurdo no se sticidar, ya vivir sin renuneiar ‘a ninguna de sus certezas, sin mafiana, sin ilusiones, sin ni siquicra resignarse, El hombre absurdo se afirmara en larebelin, Mira a la ‘muerte con una atencién apasionada y esa faseinacion lo hace libre Conoce la divina irresponsabitidad del condenado a muerte. Todo std permitido, ya que Dios no existe y hay que morir, Todas las ex- periencias son equivalentes; lo tinico que conviene entonces es Ile~ var acabo las mas que se pueda ©) La esperanza imposible A. Camus busca afanosamente un camino intermedio entre la falta de esperanza y la repulsa del absurdo radical. Al tener que ‘morir, todos los hombres son extranjeros en este mundo. El hom- ‘bre consigue rechazar durante aletin tiempo esta conviccién su- ‘mergiéndose en el anonimato de la vida modema. Pero llega un dia, fen que se reyela en toda su crudeza la verdadera condicién de la existencia. El hombre se ve condenado a un destierro insalvable, ««dado que todo el mundo earece del recuerdo de una patria perdi- da y de la esperanza de una tierra prometiday. __ La coneiencia de estar radicalmente sometido al tiempo horro- riza y genera en los hombres el sentimiento de lo absurdo. La ‘muerte aparece como la alienacién fundamental de la existencia. No hay ni mafiana ni porvenir, porque la muerte destruye todas las ifusiones” A. Camus rechaza tanto el recurso al suicidio, que hua, como el efigi en a religion, porque seria race para no comprometerse en el mundo peraniza-earece de fundamento, er ear 7 Qué es lo que;eabe hacer, pues, ate la muerte? Si es posible, in tentar vivir sin esperanza, aunque sin precipitarse en la desespera- cin radical. La razin es que esa desesperacién radical es continua 25 Jesu St ri 107, 18 __ 36. X. Camm Lemp de Sryphe, Paris 983, 18 (esi cs: 2 mito de ‘Si Mais 2003). ote pon de A Cam ef Kamps La ort ‘revole dans la pense Albert Camus etal (968) 1998 7 tid La muerte como problema 8 ‘mente 1echazada por la experiencia conereta, pues no se puede acep~ tar que el amor al pobre, al necesitado o al inocente sean tealidades absurdas. Por tanto, la libertad vence a lo absurd, que de todas for- ‘mas sigue ahi, amenazante, en el horizonte de la existencia”*. Frente a la muerte, la libertad no tiene limites. Le da al hombre 1a posibilidad total y exclusiva de sus acciones. Parece normal que se plantee esta pregunta: ;tiene algiin valor esta libertad ante la muerte total? A. Camus ve claramente que sin ‘ternidad, 0 sea, sin la perspectiva de una superacién personal de la ‘muerte, no puede haber verdadera libertad. Pero, por desgracia, no considera tal perspectiva®.. ‘A! igual que muchos de los que piensan asi, Camus coneluye {que lo importante es vivir al maximo el presente, porque el tiempo ‘es breve y Ia duracién limitada, Pero explotar al maximo el presen- ‘te no significa buscar el gozo egofsta ni la vida egocéntrica que predicaba A. Gide en sus numerosos escritos. Para Camus se trata de tener la seguridad de que no existe ningiin horizonte de muerte, por absurdo e incomprensible que sea, que pueda destruirlo todo. tienen sentido. La solidaridad con el que sufre no puede ser initil. Es preciso hacer un frente comiin contra la mise- ria y la muerte violenta, Hay que rebelarse contra la muerte y con- tra lo absurdo. Estos tres autores coinciden en su voluntad de analizar el pro- ‘blema de la muerte al margen de toda consideracién religiosa y sin tener al fondo la perspectiva de la inmortalidad personal. Al menos para Heidegger y Sartre el problema de la muerte se plantea en el ‘marco de una antropologia predominantemente individualista. Pa- ra Sartre y Camus es evidente que la muerte acaba radical y com- pletamente con la existencia personal. ‘La muerte se presenta, pues, como una realidad extremadarne te trigica, porque parece poner radicalmente en entredicho el sent ddo de la existencia humana y la posibilidad de una verdadera liber- tad. Ni siquiera tiene sentido preguntarse por qué el hombre tiene que morir. La muerte es, por su propia naturaleza, absurd ¢ irra- ional. Camus se queda solo al defender desesperadamente els gni- ficado de los valores vividos contra la logica férrea de la raz6n. que Jos debiera declarar completamente absurdos. Ninguno de estos 28, Cf ibid 49. 29. CF. ibid” 81-82,

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