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EXCLUSIÓN SOCIAL:DEFINICIÓN Y
TIPOLOGIAS
Como hemos visto, con el término de exclusión social se quiere describiruna situación
concreta, resultado de un proceso creciente de desconexión,de pérdida de vínculos
personales y sociales, que hacen que le seamuy difícil a una persona o a un colectivo el
acceso a las oportunidades yrecursos de que dispone la propia sociedad. Un conjunto de
factores, decombinaciones y solapamiento de causas, de pequeños y grandes fracasos,de
conflictos y carencias que ha podido conducir a ello. Estamos pueshablando de proceso.
No de algo derivado del lugar donde se nace, de laedad que uno tiene, o fruto del poco o
mucho dinero que se posea.
La exclusión social hace, además, que las personas se sientan al margena pesar de estar
ahí; que no se sientan plenamente ciudadanos aun apesar de tener sus papeles o
documentos oficiales en el bolsillo; que se sientetan desamparados u olvidados por la
sociedad: sin filiación ni vínculos. Sinembargo, la exclusión social no es una situación
estática e inamovible sufridapor los segmentos de población menos favorecidos. La
sensación de vulnerabilidadaparece y se expande con más fuerza que nunca al conjunto
dela población debido a la creciente precariedad en las condiciones de trabajo,la
degradación o debilidad de los lazos familiares y comunitarios, lasdificultades de acceso
a la vivienda y las deficientes condiciones de habitabilidadde muchos edificios e incluso
barrios. Así, los más jóvenes topancon grandes obstáculos para encontrar un trabajo
estable, mientras los demayor edad malviven con una pensión de subsistencia, sin
conocidos ofamiliares a los que recurrir. Ciertamente, no hay un proceso de
exclusiónidéntico a otro, aunque en todos ellos se repiten muchos factores,
muchasnsituaciones y muchas carencias en los servicios que hipotéticamente
deberíanafrontarlos.
Por lo tanto, cuando hablamos de exclusión social, queremos reflejaruna manera distinta
de describir los problemas de siempre, que parte delintento de conceptualizar las nuevas
formas de desigualdad y desajustesocial que se escapan de los parámetros o definiciones
convencionales. Ellopuede parecer contradictorio, pero en esa ambivalencia de novedad
y continuidadque ofrece el concepto de exclusión, reside precisamente su interésy su
creciente uso por parte de analistas y operadores políticos. En la historiade las
desigualdades sociales, el actual es tan sólo un momento más consus peculiaridades y
especificidades que, en su versión postindustrial y globalizada,sigue alimentando
continuamente esa problemática con nuevasformas de fractura de la integración y la
cohesión social. Fracturas quetoman forma en la falta de conexión entre trabajo y
utilidad social, en lacarencia de un tejido social que se sienta corresponsable de lo que
ocurre encada ámbito, y en la inexistencia de mecanismos adecuados de diagnosis
eintervención que permitan mejorar la situación presente.
1. ¿En qué se diferencia de la pobreza?
Como acabamos de comentar, detrás de las situaciones de exclusiónsocial es muy
frecuente encontrar la falta de recursos económicos,aunque no es éste, muchas veces, el
elemento determinante que ha generadoo genera la desconexión, la desvinculación
social. Nuestras sociedadesse han ido haciendo complejas, menos ordenadas y
estructuradassocialmente. De algún modo, para determinados segmentos de la
clasetrabajadora es más fácil ahora que antes escalar en la pirámide de
posicionessociales, o cambiar en pocos años situaciones de carencia o de faltade
recursos económicos que se habían prolongado por generaciones.
Pero también es cierto lo contrario, es decir, que personas o grupos socialesque
tradicionalmente habían gozado de buenas condiciones de vida, oque por estudios y
puesto de trabajo se sentían muy seguros en su posición,vean ahora crecer las
sensaciones de incertidumbre, de vulnerabilidad,o entren coyuntural o estructuralmente
en situaciones de exclusión yde falta de recursos para sobrevivir dignamente Así pues,
no toda exclusión social deriva de la falta de recursoseconómicos, aunque siga siendo
cierto que toda persona que sufra unasituación de pobreza presenta muchas más
posibilidades de caer en unaespiral de desconexiones y déficits de ciudadanía que una
persona cuyasituación económica sea desahogada. En este sentido, el término exclusión
social resulta útil para expresar un conjunto pluriforme de situacionesde carencia
económica, relacional, habitacional, administrativa, etc.que son cada vez más habituales
en nuestras sociedades, y que nos hablande recuperar un sentido integral de la
humanidad, de la condición de persona,de ciudadano. Así pues, con el concepto de
exclusión social queremosabarcar y recoger aspectos de desigualdad propios de la esfera
económica,pero también de muchas otras que pueden ser tan o másimportantes que ésta
en la determinación de los procesos de exclusiónobservados.
2. ¿Qué factores provocan exclusión?
Por todo lo que hemos venido diciendo, se entiende que no existe unnexo causal único
entre una situación de exclusión social y un factor desencadenanteespecífico. Hemos ya
argumentado que la falta de recursoseconómicos, la pobreza o la absoluta dependencia
de la ayuda oficial, nopueden considerarse como elemento explicativo único de la
vulnerabilidady la exclusión social, aunque, como hemos admitido, sigue siendo un
factoresencial y muchas veces determinante.Muy cerca de la falta o insuficiencia de los
recursos económicosencontramos los problemas derivados de la mejor o peor conexión
con elmercado de trabajo. En este campo muchas veces se alude a la falta
de«empleabilidad» de determinadas personas entendiendo así que su falta deempleo se
debe exclusivamente a ellos mismos y sus propias característicasante el mercado de
trabajo. En estos casos se termina por considerar que lalabor de instituciones y
profesionales es «convertirlos» en individuosempleables; es decir, amoldándolos a las
exigencias que el mercado impongaen cada momento.
En una gran parte de las veces estos procedimientossolamente sirven para transformar
un desempleado en un trabajador en precarioendémico, que va transitando de parado a
precario y vuelta a empezar,cronificando situaciones de vulnerabilidad que finalmente
generarán personasexcluidas y dependientes.
Por otro lado, los problemas de calificación educativa, el bajo dominiode la lengua, la
falta de experiencia, el exceso de edad, la edad fértil enlas mujeres, las situaciones de
discapacidad parcial o cualquier combinaciónde éstos u otros elementos, acaban
simplemente convirtiendo en unaaventura heroica el encontrar un trabajo con unas
mínimas condiciones dedignidad y estabilidad. Si a esa situación se añaden otros
factores de los queaquí comentamos, los riesgos de exclusión se multiplican.
Es asimismo evidente que las condiciones de salud y la capacidad de acceso a los
recursos sociosanitarios (no siempre fáciles para ciertas dolenciascrónicas o difícilmente
reversibles) generan asimismo situaciones y riesgos dedesvinculación, desconexión y
rechazo social muy claros. Igualmente, elacceso y las condiciones de la vivienda, junto
con el entorno en que se habita han estado, y son cada vez más, elementos críticos para
explicar la existenciade situaciones, colectivos o personas que van quedando fuera de
losflujos de interrelación social habitual. Edificios, barrios o incluso ciudades
seetiquetan como entornos peligrosos, irresolubles y ello, en una espiral
temible,multiplica esos mismos factores, estigmatizando a las personas que habitenen
ellos, sean o no protagonistas de los sucesos que se atribuyen al conjunto.
Por muy distintos que sean los factores y las razones, lo cierto es quemuchas veces esa
misma situación de «estar fuera» se siente y se percibe tambiénen las áreas rurales
aisladas y con bajísimos niveles de población.
Al margen o junto a estas situaciones más o menos objetivas, esimportante resaltar la
importancia de los factores relacionales en los temasde exclusión y vulnerabilidad
social. Así, las personas que han perdido referentesfamiliares, que han visto cortados
sus lazos vecinales y/o sociales, yque por tanto se sienten y viven aisladas, concentran
muchos riesgos deexclusión. Además, esa misma situación hace muy difícil su
«recuperación»social, ya que no tienen en qué o en quienes fundamentar su trayectoria
deinclusión.
En este sentido, la dependencia institucional no es para nada unasolución definitiva a
problemas que son de fondo.
No podemos dejar de mencionar los aspectos de participación socialy política como un
último factor de exclusión a destacar. Y ello es especialmentesignificativo en el caso de
los inmigrados o las personas recluidascomo situaciones más extremas, pero no únicas
en la medida en que se tratade un fenómeno que se autoalimenta con la presencia más o
menos fuertedel resto de factores considerados. Un simple análisis que relacione
situacionesde paro, bajo nivel formativo, pobreza, degradación urbanística o devivienda,
y porcentajes de participación política, nos sorprendería muy probablementepor la
contundencia de la correlación que hallaríamos entredichos extremos.
Área de trabajo
1.- Personas con problemas de acceso al mercado laboral. Tenía dos subtipos:
a) Excluidos del mercado laboral y
b) Buscadores de primer empleo con baja cualificación.
2.- Trabajadores en precariedad. Tenía 3 subtipos:
a) Temporeros,
b) Eventuales
c) Trabajadores de Economía sumergida.
3.- Trabajadores Expulsados del mercado laboral. Tenía 4 subtipos:
a) Parados delarga duración;
b) Parados mayores de 45 años;
c) Prejubilados;
d) Incapacitados laborales.
4.- Trabajadores de sectores específicos. Tenía 5 subtipos:
a) Pescadores de bajura;
b) pequeños agricultores y trabajadores rurales de algunas zonas;
c) artesanos y trabajadores de oficios tradicionales;
d) trabajadores autónomos mayores; y
e) pequeños comerciantes.
Área de vivienda
1.- Excluidos de la vivienda con 3 subtipos:
a) Transeúntes sin techo,
b) chabolistas y
c) recogidos.
2.- Precarios, con dos subtipos:
a) infravivienda y
b) barrios marginales
3.- Expulsados con 2 subtipos:
a) Desahuciados
b) internados.
3.1Area de salud
Descripción
En este área consideramos una serie de situaciones de discapacidad, dependencia
o enfermedad grave que llevan a entrar en un recorrido de exclusión social que suele ir
agudizándose con el tiempo.
Así mismo, todas ellas pueden llegar a implicar graves procesos de exclusión.
En el caso de las adicciones, todas tienen una gran repercusión social y conforman
varios grupos de afectados. Los mayores de 40 años estarían en mayor grado afectados
por el alcoholismo y las ludopatías, dos problemas que llevan a excluirles en muchas
ocasiones de las relaciones familiares y del trabajo. Aunque son consideradas unas
patologías universales, tienen efectos diferenciados según la clase social de
procedencia. En los niveles sociales más bajos, afectaría gravemente a las relaciones
familiares y no tanto a los ingresos del hogar y posibilidades de trabajo, ya reducidas
de por sí. En las clases bajas y medias, donde es un claro factor de riesgo de exclusión
social, supondrían un empobrecimiento, afectaría a la situación laboral y también
afectaría a las relaciones familiares.
Otro grupo de adictos son los menores de 40 años, que se ven afectados por el
alcoholismo y las toxicomanías más graves como la heroína y la cocaína.
Son factores de evasión ante una realidad dura dentro de una cultura del ocio, que
lleva a anular las posibilidades vitales de muchos jóvenes, en su mayoría de
procedencia más marginal.
Así, mientras el alcohol es la droga más fácil para la evasión, se convierte en muchas
ocasiones en una puerta de entrada a otras drogas duras como la heroína con fuerte
carácter desestructurante. No obstante, el alcohol, al margen de que abra esa puerta,
constituye su propio recorrido, que con la edad destacará como grave problema de
exclusión.
Las enfermedades mentales graves, de carácter fundamentalmente orgánico, como la
psicosis en su variedad maníaco-depresiva y esquizofrénica, al debutar normalmente
en edades de adolescencia o adultez joven, están produciendo un problema de
exclusión social en la que el individuo, rompe las relaciones sociales y sus capacidades
laborales en un momento vital en el que aún no se ha consolidado su vida.
Por su alta estigmatización la situación suele perdurar el resto de su vida.
Con discapacidad psiquica, tienen una situación similar a la del enfermo mental, pero
en este caso la estigmatización social que sufren, vienen derivadas de su percepción
como personas menos productivas, que les hace tener déficits formativos y laborales.
En el caso de los discapacitados psíquicos existe un déficit que tiende a excluirles de las
posiciones laborales más cualificadas.
Los enfermos crónicos han de hacer frente en la mayoría de las ocasiones a una
reducción de ingresos y a una reducción de relaciones sociales. Aunque suelen estar
cubiertos por los sistemas de protección social, los altos costos que los gastos
farmacéuticos pueden representar en las familias más modestas crean un problema
serio de pobreza.
Situación de pobreza
La situación de los diferentes tipos respecto a la pobreza es muy variada. En el caso de
discapacitados, enfermos mentales y enfermos graves, suele estar muy relacionada
con la situación económica de partida de la familia de la que suele depender. Por ello
en las situaciones en que se parte de una situación de mayor marginalidad y pobreza,
es donde su situación es peor. Sobre todo se refleja en los déficits de atención
especializada que sus familias son capaces de proveerles.
Otra cuestión es la de los adictos. La heroína lleva a la ruptura de relaciones familiares
y al deterioro formativo y sanitario del joven y les arrastra a una situación de exclusión
más aguda, que se concreta en el paso a la vida de transeúnte. En este caso
encontramos el núcleo más severo de pobreza y exclusión social. En general se parte
de las situaciones más precarias para llegar a la absoluta indigencia y soledad.
El alcoholismo y las ludopatías, por su parte, son factores que empujan a los
trabajadores de clase acomodada a la ruptura laboral y familiar. De que se produzcan
ambas rupturas suele depender que se puedan mantener en una situación de penuria
económica y social o caer en la indigencia.
Dimensiones de exclusión
Las dimensiones implicadas son en general las de educación, trabajo y entornosocial.
La educación, bien porque la discapacidad, enfermedad o dependencia lleve aimpedir
la adquisición de los ciclos formativos propios de su grupo social, o porque la patología
impida su desarrollo.
El trabajo se manifiesta como un problema de acceso para discapacitados, enfermos
mentales y toxicómanos jóvenes, y como un problema de expulsión para el resto de
adictos y los enfermos graves.
Respecto al entorno cabe resaltar los problemas de adaptación de la vivienda y de
eliminación de barreras urbanas para discapacitados, que suelen implicar una seria
dificultad para el desarrollo de una vida social adecuada; la asociación entre barriadas
marginales y dogrodependencia, así como la de alcoholismo con barriadas obreras con
fuertes problemas de paro. La ludopatía puede implicar la puesta en peligro de la
vivienda y las enfermedades graves, a parte de los largos periodos de hospitalización,
pueden requerir una adaptación de la vivienda que no siempre es posible. Sin
embargo, respecto a la vivienda, la situación más grave es la de los enfermos mentales,
muchos de los cuales tras la reforma psiquiátrica han pasado a formar parte de un
creciente colectivo de sin techo.
Procesos
Los procesos, salvo en el caso de las adicciones, se relacionan con la situación familiar
de procedencia. Es decir se vive en función de la condición familiar. Cuanto más baja
sea en la posición social de la familia, menor será su capacidad para proveerle de los
servicios especializados que mejoren su calidad de vida. Por ello las situaciones
más excluyentes se dan en las capas más bajas.
En el caso de las adicciones hay procesos específicos de exclusión que,
independientemente del entorno familiar de referencia, suelen llevar a situaciones
graves o extremas. De hecho, la desestructuración familiar y personal, los problemas
laborales y, en el caso de las adicciones ilegales, hacen que la relación entre entorno
familiar y exclusión se invierta, pasando a ser un problema que no sólo afecta al
individuo implicado sino a toda la unidad familiar en su conjunto que ve deteriorada su
situación en todos los ámbitos.
Evolución del fenómeno
La evolución del fenómeno tiene sentidos diferentes si deslindamos las adicciones del
resto de tipos. Así, las adicciones se ven como un grave problema en aumento que está
afectando a todas las clases sociales. El alcoholismo se ve como el problema de mayor
extensión que afecta cada vez más a un mayor numero de jóvenes.
La intensidad del problema en este caso se ve aumentada por su relación con otras
sustancias adictivas como las drogas de diseños y drogas blandas, que están
empezando a crear graves problemas de salud y de integridad personal. El fenómeno
además es reciente; es decir se produce desde las dos últimas décadas y acentuado en
los últimos años. Por contra el problema de la heroína, parece haber entrado en fase
de declive (algunos afirman que creen que hay menos adictos) en los sectores juveniles
más marginales, aunque no por ello ha dejado de afectar a jóvenes de otra extracción
social.
Además está dejando de verse agudizado por su coincidencia con el SIDA.
Por otro lado, los otros tipos más tradicionales, parecen tener una cada vez mayor
atención social y una menor estigmatización social. Ello unido a los avances en las
posibilidades de integración laboral, hace pensar que a medio plazo puedan tener una
mejor integración laboral, que sigue siendo el principal handicap referido.
3.3Area de vivienda
Descripción
En este área se condensan a veces los problemas de exclusión que viven las personas.
En otras ocasiones, la vivienda es el único factor que permite guardar una cierta
estructuración vital cuando se ha entrado en un proceso de exclusión. Como el trabajo,
es un elemento esencial para la integración social de las personas.
Los tipos de partida con los que se contó fueron:
1.- Excluidos de la vivienda con 3 subtipos: Transeúntes sin techo, chabolistas y
recogidos.
2.- Precarios, con dos subtipos: infravivienda y barrios marginales
3.- Expulsados con 2 subtipos: Desahuciados e internados.
De todos ellos, parece que el único que puede definirse como un tipo específico
y siempre como un punto de llegada que es cualitativamente diferente al proceso
vivido, es el de los transeúntes o sin techo. El resto son situaciones que pueden ser
consideradas como situaciones de especial necesidad que afectan a otros tipos de
exclusión.
Así la infravivienda es más una consecuencia de la degradación que sufren a
determinadas zonas del centro urbano y que afectan a personas mayores con pocos
recursos y un nivel cultural bajo, así como a algunos pocos núcleos de pobreza y
marginación tradicional. Los chabolistas son una subcultura fuertemente arraigada en
la etnia gitana y en algunos grupos de inmigrantes. Ni internados o recogidos han sido
descritos como un tipo especial. Por último, aunque existen desahuciados, se trata de
una situación especial que puede afectar a procesos de exclusión mejor caracterizados
en otros tipos.
Así que sólo los transeúntes se conforman como un tipo especial de exclusión al
que se llega por muy diferentes recorridos y que están provocados,
fundamentalmente, por factores de salud asociados a la pérdida o inexistencia de lazos
familiares. A esta situación se suele llegar por procesos de adicción que afectan a las
personas y sus entornos familiares, así como por enfermedades mentales. Cuando se
pierde el domicilio, se está ya sin recursos y se sigue una vida errante y de ir de un lado
para otro favorecidos por el sistema provisional de alojamiento que son los albergues
de transeúntes. En cada una de estas vueltas al circuito, el proceso de exclusión se
agrava.
En esta situación de falta de domicilio, se pierden los más mínimos hábitos sociales y
de higiene y se entra en un proceso de degradación aguda de la personalidad, que
hace muy difícil de volver a vivir una vida normalizada.
Situación de pobreza
La situación de pobreza es extrema y deja poco lugar a dudas. Pues a la falta de trabajo
y de ingresos, se suele asociar el alcoholismo que acaba con los escasos recursos. Así
en muchos casos se llega a vivir de la caridad, aunque en algunos otros (sobre todo al
principio de la situación de transeúnte) es corriente también la dedicación
esporádica a labores temporeras agrícolas.
Dimensiones de exclusión
Aquí se encuentran todas las dimensiones de exclusión implicadas. Los problemas de
género se manifiestan en la incapacidad de los transeúntes para cuidar de sus propias
necesidades básicas. Algo que explicaría el que la gran mayoría de transeúntes sean
hombres. En cuanto a la salud, es clara su incidencia. Los transeúntes tienen muchos
problemas de adicción y salud mental y su salud también se deteriora rápidamente y
pueden contraer graves enfermedades.
La educación de la mayor parte de transeúntes es mínima, y de hecho su flujo principal
proviene de jóvenes de barriadas marginales sin apenas cualificación ni formación.
El trabajo opera en cuanto a estas personas de baja cualificación no han conseguido
insertarse ni ocupar un lugar en el mercado de trabajo, lo que empuja a las adicciones,
de ahí a la desestructuración familiar y abandono del hogar.
En general todas las situaciones que viven son de especial necesidad, pues lo
característico del transeúnte es tener varios factores graves acumulados.
Procesos
Hay tres procesos básicos:
Desde los barrios marginales, dónde la desescolarización y la caída en la heroína, lleva
a desestructurar muy gravemente las relaciones familiares y el sujeto en cuestión, o es
expulsado o se marcha del hogar familiar. Luego, la falta de formación y su
degradación física les impide trabajar y acaban en la calle, donde al unirse con otros de
similar situación ven agravarse los problemas.
Otro proceso está relacionado con enfermos mentales y psíquicos que procedentes de
capas sociales de baja formación, y por derivación en muchos casos de la reforma
psiquiátrica han terminado desarraigados de familias y entornos y están en la mayor
soledad.
El tercer proceso parte de las ludopatías y el alcoholismo, que pasando por la perdida
de trabajo y la separación matrimonial, suele acabar con los hombres en la calle,
habiéndolo perdido todo y en progresiva degradación.
Evolución del fenómeno
El fenómeno no tiene una gran extensión aunque ésta es una población difícil de
computar por su carácter errante. Pero por el contrario, su problema es si cabe el más
intenso de todos los de pobreza y exclusión y suele acabar en muertes relativamente
tempranas. Por otro lado la intensidad del mismo parece ir en aumento, pues si antes
se daba ligado a alcohol y salud mental, ahora se han añadido problemas de
toxicomanías.
Así que en el problema se ha dado una variación importante. Si antes eran mayoría
personas ya mayores de baja cualificación que habían quedado fuera del mercado de
trabajo, ahora parecen predominar los jóvenes excluidos del mercado de trabajo y que
llegan a esta situación con graves problemas de adicciones.
No obstante, en la situación de los sin techo hay que tener en cuenta a los problemas
serios de vivienda que tienen los inmigrantes ilegales, que aunque con una vida
precaria, no están tan desestructurados como transeúntes, pero en muchos casos
viven casi tan mal (en lo referente al alojamiento) como ellos.
Con relación a los ingresos, podemos diferenciar a los inmigrantes ilegales entre
los que, por un lado, se dedican a la agricultura intensiva y los que, por otro, se
dedican con carácter esporádico a la agricultura extensiva. Los primeros pueden tener
unos ingresos garantizado durante la mayor parte del año que algunos informantes
calculan en 4 o 6 mil pts/día. Los otros, al tener un gasto adicional por desplazamientos
y la mayor inseguridad en el trabajo, viven situaciones de falta de recursos. Estas faltas
se concretan en su mayor parte en el acceso a la vivienda.
Los menores y jóvenes marginados, son los hijos de las familias marginadas que
no tienen cultura de trabajo y tampoco una estructuración del hogar y la familia. Su
situación de falta de ingresos viene derivada de la descualificación de los progenitores
y de la poca cultura de trabajo que existe en ellos, que sólo se realiza cuando la
necesidad aprieta. Viven pues una pobreza extrema, con falta de atención familiar y
escolar y con muchos déficits sanitarios.
Dimensiones de la exclusión
En este apartado, se hayan implicadas todas las dimensiones de exclusión.
El género no es relevante en los mayores, pero sí lo es en los otros grupos en el que las
mujeres asumen las cargas familiares ya desde muy pequeñas (hablan desde los 12
años o con la menstruación) y les aparta de la formación laboral y educativa. No
obstante esa ocupación les libra de tener procesos ligados al consumo de drogas o la
delincuencia. En las gitanas esta situación está muy arraigada. Las inmigrantes suelen
presentar problemas específicos ligados a su dedicación a la realización de trabajos
domésticos, que refuerza su aislamiento social, y a la ya mencionada dedicación a la
prostitución.
La salud está más alterada sobre todo en los mayores, pero no deja de afectar a todos
los grupos más marginales, sobre todo los menores y jóvenes que en muchos casos
tienen deficiencias alimentarias o problemas con las drogas. La mala calidad de las
viviendas también les afecta y el inicio temprano al tabaco y el alcohol. En los
inmigrantes, en general jóvenes o adultos jóvenes, están muy afectados por su
convivencia con productos tóxicos de la agricultura. Por último los presos (casi todos al
parecer) y los jóvenes ligados a las drogas duras tienen gravísimos problemas
sanitarios.
La educación es un problema que afecta a todos estos grupos. Paradójicamente
los inmigrantes parecen tener un nivel educativo más alto que los grupos autóctonos
con los que suelen convivir, aunque sus problemas con la lengua constituyen un factor
específico de exclusión. El resto de grupos sociales aquí incluídos están afectados de
abandono escolar y suelen no haber alcanzado el nivel de graduado escolar. El
problema se agudiza aún más en los presos y en los menores que están en internados
en Centros de Menores.
El trabajo escasea sobremanera, y los únicos que desempeñan un trabajo con cierto
carácter normalizado (en el sentido de que se dedican intencionadamente a ello,
independientemente de la legalidad de sus contratos) son los inmigrantes. Los
mayores por su parte son casi todos jubilados o viudas. En los jóvenes, el acceso al
trabajo es prácticamente imposible.
El entorno social en el que viven es completamente marginal, salvo en el caso de los
mayores dependientes que se hayan repartidos por muchos entornos sociales urbanos
y los inmigrantes que, aunque tienden a ser apartados del resto de población, no se
encuentran en las barriadas marginales. El resto de grupos están en un ambiente con
similares características y sufriendo la gran estigmatización del resto de la sociedad.
Como situaciones de especial necesidad, se encuentra en todos estos grupos la
vivienda. En los mayores suelen ser viviendas algo deterioradas por su antigüedad. En
los demás grupos el problema consiste a veces en la carencia (se vive en chabolas),
otras en el deterioro, y otras el hacinamiento, bien por el alto número de miembros
del hogar, o por el alto precio que han de pagar por ella (como en el caso de los
inmigrantes). Si bien este no es el problema central, parece lógico pensar, que sin una
vivienda en condiciones no se puede solucionar el resto de problemas culturales y de
socialización que tienen.
Dos de los tres tipos han sido confirmados en la información obtenida en las
entrevistas, aunque es necesario establecer algunas matizaciones respecto a los
subtipos.
Respecto al maltrato, a pesar de que se trata de un problema que en los últimos años
ha tenido una gran repercusión, parece existir un amplio consenso sobre el hecho de
que se trata más bien de una situación de especial necesidad, frecuentemente
asociada a las situaciones de separación, por un lado, y a las de adicciones,
particularmente alcoholismo, por otro.
Por el contrario, los diferentes informantes reconocen un tipo específico de exclusión
social en el caso de las mujeres separadas y divorciadas en el que la ruptura
familiar, frecuentemente producida tras un grave deterioro de la vida conyugal,
implica un notable perjuicio a la situación económica del núcleo familiar dividido. Este
problema económico se hace más grave en los casos en que la mujer no tiene una
actividad económica remunerada, sobre todo si el marido recurre al impago de las
pensiones señaladas por los juzgados.
No obstante, respecto al subtipo de viudas jóvenes, parece también existir una
gran coincidencia entre los pocos informantes que lo han considerado en el sentido
que su situación debe suele ser apreciablemente mejor que la de los otros subtipos
integrantes del tipo mujeres solas con cargas familiares. Ello parece debido al hecho de
que en la mayoría de las ocasiones, estas mujeres suelen quedar con un ingreso fijo,
derivado de la pensión de viudedad y orfandad que aún siendo escasas, aseguran un
nivel mínimo de renta. De la misma forma, la viudedad no tiene asociada la
estigmatización social que suele afectar al resto de subtipos, produciendo por el
contrario una reacción positiva del entorno social y familiar que contribuye a reforzar
su protección y grado de integración.
La mayoría de los informantes coinciden en señalar que buena parte del maltrato se
considera desconocido. Dentro de este relativo desconocimiento, el más frecuente
suele darse entre mujeres de entre 40 y 55 años, con varios hijos y con escasa
formación académica, amas de casa o trabajadoras agrícolas y con escasas redes
sociales de relación e información.
Justo lo contrario de la situación general del subtipo madres solteras que es
considerado por la mayoría de informantes, no sólo como una subtipo específico de
exclusión, que afecta sobre todo a mayoritariamente a jóvenes adolescentes, sino que,
además, suele desatar un proceso que afecta la formación, que se ven truncada por la
necesidad de asumir las cargas familiares, a una inserción laboral precaria, y, en
algunos
casos, a la ruptura con la familia de origen, que puede no aceptar la situación de la
madre soltera. En estos caso, especialmente cuando se dan asociados a niveles
culturales bajos, el proceso de exclusión de este subtipo puede terminar
convirtiéndolo en un caso del tipo 3 (mujeres de la calle).
Respecto a la tercera tipología (Mujeres de la calle) se ha confirmado que el
subtipoprostitutas presenta una situación que puede considerarse como la forma más
extrema de exclusión que afecta a las mujeres. Sin embargo, varios informantes
señalan que sería más adecuado no identificarlas con "mujeres de la calle" ya que, a
pesar de que éstas suelen formar el grupo que padece una situación más sórdida, son
cada vez menos frecuentes y, en el caso de las toxicómanas, parecen haber terminado
en la calle más por toxicómanas que por prostitutas10. Por el contrario, las prostitutas
de burdeles y clubes de carretera son un grupo muy significativo y su situación
conforman como un tipo especial de exclusión vital y laboral que las estigmatiza de
forma severa y que, sobre todo cuando se trata de inmigrantes ilegales, está próxima a
la de la esclavitud.
Respecto a las jóvenes fugadas del hogar paterno, no parece tratarse de una
situación que pueda considerarse suficientemente extendida o problemática para
considerarla como un subtipo específico. En todo caso, se trataría de una situación de
especial necesidad que se daría conjuntamente con la prostitución entre algunas de las
toxicómanas.
El caso de estas toxicómanas prostitutas, muchas de las cuales son también
transeúntes, es un ejemplo
paradigmático de la diferencia entre dimensión subyacente y dimensiones del proceso
de exclusión, que hemos tratado de establecer en el apartado 2. El hecho de que su
caída en la prostitución se origine más en la
drogodependencia que en el género, aconseja considerarlas una situación especial de
los del área de salud.
En resumen, del análisis de las entrevistas realizadas se deriva la reducción de la
tipología de genero a tres tipos específicos: Separadas/divorciadas con pocos recursos;
madres solteras jóvenes sin apoyo familiar y prostitutas.
Situación de pobreza
Los diferentes tipos y subtipos considerados en esta área presentan una situación
desigual respecto a la pobreza. En principio ha de ser descartado que todas las
mujeres solas con cargas familiares deban de ser consideradas en situación de
pobreza. Engeneral, las mujeres que ya están en el mercado de trabajo suelen tener la
capacidadpara encontrar formas de compensar la pérdida de ingresos que pueda
suponer el hechode tener que enfrentarse solas a su condición de cabezas de familia.
Esto suele ocurrirmás bien recurriendo a una administración más estricta de los gastos,
que aumentandosu actividad laboral para incrementar los ingresos, algo suele tener
que ver con lasresponsabilidades domésticas y las dificultades del mercado laboral.
De esta forma, entre las mujeres solas con cargas familiares, habría que distinguir a
aquellas que ya parten de una situación económica modesta o pobre, a las que una
ruptura familiar puede llevarles a un empobrecimiento mayor, en todo caso
transitorio. Entre éstas, cabe destacar a aquellas que, por diferentes motivos, no
cobran pensiones, están en situación de exclusión laboral y cuentan con poco apoyo
familiar.
Parece pues que, aunque existan casos aislados de mujeres de nivel medio a las que la
ruptura familiar puede llevar a una situación crítica, su situación rara vez termina
desencadenando un proceso de exclusión importante.
Un factor tiende a reducir esta probabilidad, suele ser el hecho ya aludido de las
mujeres con cargas familiares en las situaciones críticas recurren al apoyo familiar,
llegando a ser acogidas en el hogar de sus progenitores con los que comparten gastos
y obligaciones domésticas. La importancia de estas redes de apoyo familiar hace que
su ausencia deba de ser considerado como uno de los principales factores de riesgo
que pueden generar procesos de exclusión más graves.
Dimensiones de exclusión
Así pues, educación, salud y trabajo son las dimensiones de exclusión en que se
suelen concentrar los procesos de exclusión que afectan a los tipos considerados en
estas áreas de género.
El bajo nivel educativo y, sobre todo, la falta de una capacitación laboral adecuada
suele traducirse en dificultades de acceso al mercado laboral o su limitación a
actividades de economía sumergida como el trabajo doméstico irregular. Para quienes,
como las prostitutas, suelen tener formas alternativas de ganarse la vida esta situación
tiende a convertirse en un factor que refuerza el proceso de exclusión social.
Respecto a la salud cabe diferenciar entre aquellas situaciones que afectan a su
propio estado y las que, a través de sus parejas, pueden terminar afectándoles. Entre
las primeras, ya se ha destacado la propensión a sufrir depresiones de las mujeres
sólasy el riesgo de contraer enfermedades graves asociadas a las prácticas de las
prostitutas.
Entre las segundas, cabe resaltar las adicciones que pueden haberse dado en sus
parejas y que suponen una fuente de conflicto familiar y de maltrato. En los casos de
ludopatía, por lo demás, ello puede implicar secuelas que se sufren incluso cuando ya
se ha producido la ruptura familiar.
Respecto al entorno, cabe destacar que sólo las prostitutas pueden asociarse a un
determinado tipo de barrio, aunque todos los tipos suelen darse con mayor frecuencia
en barriadas marginales. En general, todas pueden considerarse tipos urbanos, aunque
cabe señalar la situación específica de las prostitutas de clubes de carretera cuyo
confinamiento en casas de campo aisladas suele ser parte de los mecanismos de
control que tienen que sufrir. Respecto a las madres solteras, aunque evidentemente
también se produzcan en el mundo rural, suelen verse envueltas en procesos de
exclusión que, bien las lleva a aceptar un cierto confinamiento familiar, con lo que más
bien padecen una sobreprotección, o por el contrario, el rechazo familiar termina
empujándolas a abandonar el hábitat de origen por uno urbano que les ofrezca mayor
anonimato y oportunidades. Naturalmente, en estos casos el riesgo de que el proceso
de exclusión termine en situaciones extremas es alto.
De nuevo, es respecto a las madres solteras sin apoyo familiar que la situación
respecto a la vivienda presenta carencias especiales. Así, el hecho de que el proceso
de exclusión experimente un salto cualitativo en este momento crítico para el acceso a
la vivienda, implica una dificultad para instalarse que, en muchos casos, puede implicar
años de precariedad respecto a la vivienda. Por el contrario, separadas y divorciadas
con cargas familiares, suelen conservar la vivienda que, en la mayoría de los casos
suele ser en propiedad. En cuanto a las prostitutas, cabe mencionar el ya referido
internamiento de las que ejercen en clubes de carretera, la frecuente condición de sin
techo de las toxicómanas, y las condiciones de infravivienda de las que proceden zonas
degradadas de los cascos históricos de las grandes ciudades.
Proceso de exclusión
Los tres tipos considerados en esta área suelen presentar procesos de exclusión
claramente diferenciados. En el caso de las separadas y divorciadas este proceso se
inicia con una ruptura familiar, asociada a una situación de escasez de rentas y de
recursos humanos y sociales. Frente al empobrecimiento y la irregularidad de los
ingresos, se hace necesario recurrir al apoyo familiar, que puede llegar a significar una
vuelta al hogar paterno, para obtener ayuda económica y doméstica. El aislamiento
sociolaboral dificulta el acceso o la mejora en el mercado de trabajo, manteniéndose
en segmentos poco cualificados o de economía sumergida. La desestructuración
familiar implica riesgos de absentismo y fracaso escolar para los hijos. El estigma social
produce falta de autoestima y depresiones. No obstante, la capacidad de
administración de los recursos, la existencia de unas redes de apoyo doméstico, la
liberación de una relación opresiva, el compromiso con el cuidado de los hijos, y la
habilidad para utilizar unos sistemas de protección que en estos casos alientan una
cierta actitud reivindicativa, suelen operar como factores que ayudan a prevenir que
los procesos de exclusión alcancen niveles graves.
Con relación a las madres solteras, el proceso se suele iniciar con un embarazo no
deseado en edad adolescente o muy joven que no es detectado a tiempo para una
interrupción voluntaria. El desconocimiento, desentendimiento o rechazo del padre
impide precipitar la formación de una pareja que, a corto o medio plazo, normalice la
situación. La reacción familiar es clave, pues de ella depende que el proceso de
exclusión se detenga o se precipite hacia una situación de acumulación de todo tipo de
carencias que pueden llegar a situaciones extremas.
Por último estaría el proceso de las prostitutas que suele implicar una situación de
partida que ya puede considerarse polipatológica, coincidiendo pobreza, bajo nivel
cultural, desestructuración de la familia de origen, abuso sexual y un entorno marginal.
Junto a esta manifestación más tradicional, estarían algunos casos individuales de
otros tipos de procesos de exclusión que afectan a las mujeres y que en situaciones
extremas pueden llevar a la prostitución, y un colectivo emergente de inmigrantes que
terminan en la prostitución.
Evolución del fenómeno
De las entrevistas realizadas no se deriva un juicio claro sobre la evolución de
estos tres tipos de exclusión. Así, a pesar de que las separaciones y divorcios están al
alza, en general se considera que los problemas derivados de la asunción en soledad
de cargas familiares son tradicionales, al menos para las mujeres con pocos recursos.
En este sentido parece que no se percibe una mayor extensión de un problema que
tampoco se suele ver como muy intenso.
Respecto a las madres solteras, el cambio fundamental estaría en una mayor
información sexual que si no ayuda a prevenir los embarazos no deseados, al menos
impide que terminen en hijos no deseados. Al mismo tiempo, se ha reducido la
estigmatización social de este tipo y, consecuentemente, el rechazo familiar. No
obstante, en los casos en que este rechazo se da, la intensidad del proceso de
exclusión puede ser muy grande.
En el caso de la prostitución tradicional no se ha obtenido información respecto a su
evolución, aunque de la descripción que se hace de la situación de desestructuración
personal y familiar, no cabe duda que se trata de un problema de exclusión extrema.
Sin embargo, sí se ha podido comprobar el problema emergente que suponen la
creciente incidencia de la prostitución en las mujeres inmigrantes, por lo que se puede
esperar que aparezca un núcleo de problemas severos de prostitución y maltrato,
concentrado en estos colectivos.
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