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46 EL PEDAGOGO LIBRO 1 47

obediencia y la desobediencia; la primera, para que nos der ordenador, del rango más privilegiado y seguro. Di-
salvemos, y la segunda, para ser educados. cho poder ordenador se ocupa, en primer lugar, del mun-
6 Así que el Logos, nuestro Pedagogo, es, por sus ex- do y del cielo, de las órbitas del sol y del curso de los
hortaciones, quien cura las afecciones contra natura de demas astros, Y todo ello en función del hombre; luego
nuestra alma. La curación de las enfermedades del cuerpo se ocupa del hombre mismo, en torno al cual despliega
se llama propiamente medicina, y es un arte que enseRa toda su solicitud.
la sabiduría humana. Pero el Logos del Padre es el Único Considerando al hombre como su obra suprema, puso 6
médico de las debilidades humanas; es curador l 4 y santo su alma bajo la dirección de la prudencia y de la tem-
ensalmador del alma enferma. Así dice: «Salva, Dios mío, planza y dotó al cuerpo de belleza y armonía. Y en las
a tu siervo que en ti confía. Ten piedad de mi, Sefior, acciones humanas inspiró la rectitud y buen orden propio
2 pues a ti clamar4 todo el dia»15. «La medicina, según De- de ellas.
mócritoI6, cura las enfermedades del cuerpo, pero la sa-
El Sefior, como hombre y como 7
biduría libera al alma de sus afecciones.)) El buen peda-
Dios, nos ayuda en todo. Como
gogo, que es la Sabiduría, el Logos del Padre, el que ha 3 . El Pedagogo ama
Dios, perdona nuestros pecados; co-
creado al hombre, se cuida de la totalidad de su criatura, al hombre
mo hombre, nos educa para no caer
y cura su alma y su cuerpo como mtdico total de la hu-
en ellos. Y es natural que el hom-
manidad. bre sea caro a Dios, porque es su criatura.
3 El Salvador dice al paralítico: ((Levántate, toma la ca- Las otras realidades de su creación las hizo Dios sólo
milla sobre la que estás tendido y vete a casa.)) Y, al con una orden; al hombre, en cambio, lo ha modelado
punto, el que estaba sin fuerzas, recuperó su fuerza. Y con sus propias manos y le ha inspirado algo propio de
al muerto le dijo: «Lázaro, sal)); y el muerto salió de su É1 1 8 . Esta criatura que ha sido creada por Dios a imagen 2
tumba, tal como estaba antes de morir, ejercitándose así suya, o bien la ha creado por ser en sí misma digna de
para la resurrección. ser elegida, o la ha modelado por ser digna de elección
4 Cura, en verdad, igualmente al alma en sí misma con por algún otro motivo.
sus preceptos y sus gracias. Con los consejos tal vez la Si el hombre es por sí mismo un ser digno de elec- 3
curación se demora, pero, generoso en gracias, nos dice ción, Dios, que es bueno, ha amado a este ser bueno; el
a nosotros pecadores: «Tus pecados te son perdonados)) 17. especial atractivo está dentro del hombre, y precisamente
5 Nosotros, por un acto simultáneo a su pensamiento, por eso lo denomina «soplo» de Dios. Mas si el hombre
nos convertimos en niños, participando, merced a su po- ha sido objeto de elección por razón de otras cosas, Dios
14 S ~ F . , Traqu. 1208. no tenía otro motivo para crearlo que la consideración de
15 Sal. 85, 2-3. que, sin el hombre, no hubiera podido manifestarse su
16 Fr. 31 DIELS.
l7 Lc. 5 , 20.23. '8 Gén. 2, 7.
EL PEDAGOGO
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bondad de Creador, ni tampoco el hombre hubiera podi- Debemos corresponder en el amor a quien amorosa- 9
do llegar al conocimiento de Dios; porque, de otro mo- mente guía nuestros pasos hacia una vida mejor y vivir
do, es decir. si el hombre no hubiera existido, Dios no según las disposiciones de su voluntad, no sólo limitándo-
habría creado aquello por lo que el hombre existe; y este se a cumplir lo que prescribe y evitar lo que prohibe, si-
poder que Dios mantenía oculto, su voluntad, lo llevó a no también apartándonos de ciertos ejemplos e imitando,
su plenitud por su potencia creadora externa; recibió del como mejor podamos, otros, a fin de realizar por imi-
hombre el fruto de su misma creación: el hombre; vio lo tación las obras del Pedagogo, para que así se cumpla
que tenía, y el hombre llegó a ser lo que Dios quiso. Y aquello de «a imagen y semejanza)).
es que nada hay que Dios no pueda. Aprisionados en la vida como en una gran penumbra, 2
8 Así pues, el hombre que Dios ha creado es digno de necesitamos un guía infalible y certero. Y, como dice la
elección por sí mismo; ahora bien, lo que por sí mismo Escritura, no es el mejor guía el ciego que lleva de la
es digno de elección es naturalmente apropiado precisa- mano a otros ciegos hacia el barranco, sino el Logos de
mente para quien él es digno de elección por sí mismo, mirada penetrante, que conoce a fondo los corazones.
y, por tanto, es también aceptado y amado por éste. Pe-
Así como no existe luz que no alumbre, ni objeto en 3
ro, ¿puede algo ser digno de amor para alguien sin que movimiento que no se mueva, ni amante que no ame,
sea amado por él? El hombre, según hemos demostrado, tampoco hay bien que no nos sea provechoso y que no
es un ser digno de ser amado; por consiguiente, el hom- nos conduzca a la salvación.
2 bre es amado por Dios. ¿Cómo no va a ser amado aquel Amemos, pues, los preceptos del Señor con nuestras 4
por quien el Unigénito, el Logos de nuestra fe, ha des- obras. El Logos, al encarnarse2', ha dejado bien claro que
cendido desde el seno del Padre? El Sefior, que, sin lugar la misma virtud es la que dirige la vida práctica y la con-
a dudas, es la razón de nuestra fe, lo afirma claramente templativa. Si tomamos, pues, el Logos como ley, com-
al decir: «El mismo Padre os ama porque vosotros me probaremos que sus preceptos y enseñanzas son camino
habéis amado» 19; y, de nuevo: «Y los ha amado como corto y rápido que nos llevará a la eternidad, pues sus
a Mi» mandatos rebosan persuasión, no temor.
3 ¿Qué desea, pues, y qué nos promete el Pedagogo?
Con sus obras y sus palabras nos prescribe lo que debe- Pues bien, abracemos, aún más, io
mos hacer y nos prohibe lo contrario; todo esta muy cla- 4. LOgO~ esta buena obediencia y entregué-
ro. En cuanto al otro género de lenguaje, el didáctico, es, igua'mente Pedagogo monos al Señor, agarrándonos al
de hombres y
sin duda, escueto, espiritual, de notable precisión, contem- de mujeres sólido cable de la fe en Él, sabien-
plativo. Pero, de momento, vamos a dejarlo al margen. do que la virtud es la misma para
el hombre que para la mujerz2.
19 Jn. 16, 27. 2' Ibid., 1, 14.
20 Ibid., 17, 23. U Cf. PLUTARCO,
Mor. 243C.
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