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La oracién en el texto El problema oracional Légicos y lingitistas se han ocupado durante varios siglos del problema concerniente a la relacién entre el juicio (logos, en términos de Platén) como unidad de pensamiento, y la oracién como unidad gramatical. Ni los légicos ni los lingitistas han podido ponerse de acuerdo acerca de lo que es, en conclusion, una oraci6n. Las distintas concepciones que se ofre- cen acerca de esta unidad lingitistica se reducen a criterios formales y a criterios légico-semanticos. Desde una posicién logico-seméntica se dice que la oracién es “una secuencia que tiene sentido completo”, que “es la expresién de un juicio”, que “esta conformada por un sujeto (en términos légicos) y un predica- do”. Desde una posicién formal, se dice que la oracién es “una forma lingiifstica independiente que no esté incluida, en virtud de ninguna cons- trucci6n gramatical, en ninguna forma gramatical mayor” (Bloomfield); y en las graméticas de corte generativo transformacional, se dice —en Forma axiomética— que la oracién es un constructo conformado por un sintagma nominal (SN) y un sintagma verbal (SV). Los criterios sefialados anteriormente son vagos e imprecisos. Todos estos enfoques tienen en comiin el considerar la oraci6n como una unidad autosuficiente por si misma. Pero cémo se sabe cuando una oracién tiene sentido completo? Bien es sabido que todas las oraciones no tienen sen- ido completo. Nuestra experiencia nos ha permitido apreciar que, inclu- La oraci6n en el texto / 15 so, muchas veces ni siquiera un pérrafo es suficiente para desarrollar una idea completa. Por otro lado, la tradicién légico-bivalente ha considerado que los juicios se caracterizan por la posibilidad de ser falsos 0 verdaderos. Pero todas las oraciones no expresan juicios logicos, como tampoco pueden ser evaluadas en términos de falsas o verdaderas. Asi sucede, por ejemplo, con instancias que aluden a actos de habla en los que se formulan preguntas, se imparten 6rdenes, se expresan deseos, sorpresa, duda, sugerencias. En ese sentido, las siguientes oraciones no expresan juicios: — iCuél es la mejor via para ir a Cartagena? — ¢Cémo se llama usted? — No deje los nifios solos en casa. — igQué modo es ese de bailar con quien no es su esposo?! — jOjalé Noviera esta noche! Ahora, si lo expresado en una obra literaria siempre es ficcién, no se puede esperar que las oraciones de un cuento o un poema, por ejemplo, expresen contenidos proposicionales que prediquen la existencia real de algo; es decir, no pueden ser ni verdaderas ni falsas. El propésito del poeta no es comunicar un conocimiento sino sentimientos y actitudes. El verso no fue escrito para transmitir ninguna informacién, sino para ex- presar determinadas emociones del poeta y para despertar en el lector sentimientos similares; el lector lee un poema para intentar compartir los sentimientos del poeta. Se trata en estos casos de utilizar el lenguaje con el propésito de expresar emociones, sentimientos 0 estados de dnimo. El discurso, utilizado en su funcién expresiva, no es, por lo tanto, ni verda- dero ni falso. 4 Se dice en la l6gica bivalente, ademés, que un juicio est conformado por un sujeto y un predicado légicos. Pero el sujeto légico no siempre coincide con el sujeto gramatical. Y, ademds, muchas oraciones carecen de sujeto (unimembres). Citemos algunos ejemplos representativos: — A lo lejos se aprecia una cabafia rodeada de Arboles. — Te laman por teléfono. — Anoche llovié a cantaros. — En las corralejas de Sincelejo hubo cuatro muertos y veinte heridos. De otra parte, la autonomia sintdctica a la que se refiere la posici6n de Bloomfield es s6lo formal, es relativa, porque en el interior del texto, cada oracién adquiere un valor que esté manipulado seméntica o prag- méaticamente por el sentido de las que le preceden. En el texto, las ora- 16 / Aproximacién al texto escrito ciones se adecuan a las relaciones y restricciones que les imponen las otras oraciones en un intento por conformar un todo cohesivo y coherente. Observemos, por ejemplo, cémo se organizaron las oraciones resaltadas en el siguiente pasaje: Impresionante para no decir lo menos, el éxodo de la RDA a la RSA. De Ja Alemania Oriental a la Occidental; de Ja comunista a la capitalista. Cien por hora a través de Hungria. Ocho mil a la brava en el ultimo mes, que se suman a mas de 45 mil que han salido con autorizacién ofi- cial este afio. Y que pueden llegar —entre legales e ilegales— a 100 mil antes de 1990. Impresionante si se considera que la Reptiblica Democratica Ale- mana tiene el mas alto nivel de vida de toda Europa Oriental. Lo que indica que no es tanto una necesidad material cuanto espiritual —de libertad y de conciencia— lo que determina este afin de abandonar la tierra que los ‘vio nacer. Tiene que ser muy honda y muy sentida para estar dispuestos a dejarlo todo. Recuerdos de infancia; afectos, propiedades, y hasta la misma familia. Para no hablar de un sistema social que garantiza empleo, salud y educacién. Que satisface, en fin, requerimientos materiales esenciales. Pero que no satisface el anhelo mas profundo del hombre. El de sentirse libre. El de poder pensar y opinar segtin los dictados de la conciencia. El de poder moverse y viajar sin restricciones. Enrique Santos Calderén “Votando con los pies”. El Tiempo. Sin duda, las instancias resaltadas en el pasaje anterior tienen valor oracional, pero carecen de la autonomia o independencia que pregonan las gramdticas estructurales acerca de la oracién, ya que est4n ligadas tanto semantica como pragméticamente con las que les preceden. El ana- lisis de las oraciones de muchos textos permite concluir que el concepto de autonomia sintactica es vago, ya que no siempre se puede apreciar con suma claridad cudles son sus limites. El ver las oraciones como uni- dades auténomas obedece a una posicién formalista, propia de los es- tructuralistas, que no tiene en consideracién las condiciones pragmaticas y seménticas en que se organizan las oraciones en el discurso. Como se ha podido apreciar, las distintas definiciones de oracién ofrecidas no son completamente satisfactorias. La siguiente es la reflexién que sobre este problema expresa Roger Fowler (1978: 159): Para una mejor precisién del concepto de oracién, podemos introdu- cir el término ‘emisi6n’. La oracién nos facilita una perspectiva sintéc- tica; ‘emisi6n’ se refiere a un sector del habla o de la escritura como a

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