Una metAfora del totalitarismo
Del clasicismo en Cuba
Isis Wirth
«Lo mis belle es nevesariamente tiranico»
;PALINOS
“La misica enearna la armonia aniversal,
por lo que tiene un rol politico a jugar en el
orden que yo quicro instaurar. Elia me sitve.
Sirve al Estado y a Dios»
Lots XIV
cn be roi danse, de Gérard Corba,
«El momento historico de las diseiplinas, es el
momento donde nace un cuerpo humano, que
no aspira solamente al desarrollo de sus habili-
dades y a volver mas pesada su sujecidn, sino a
Ia formacién de una relacién que en el mismo
mecanismo lo hace tanto mis obediente en
tanto més itil es, ¢inversamente
Micue, Foueaur
Dice Alicia Alonso en Didlogos con la danza:
(..) am critica que vio al Ballet Nacional de Cuba en clases, y no lo habia vieto
bai
. ¥ pensé:—«Bueno, ;pero cémo
sando vi6 Giselle por Ia compa,
vieto cuerpo de baile mie homogénco que ése, lo
ccaal signifiea que dentro de todae lar ctnias pueden encontrarse individuos
ines de
bailar en escene, (...) se alarmé, porque observé que hal
todos los colores, de todas las earacteristic
van a bailar Giselle?» Y, sin embargo,
uve que decir que no habi
‘con proporciones y linear adecuadas a la norma cl
jea: y cuando un ballet
cesta bien imterpretado, cuando el bailarin os artista y esta bien preparado,
paca a un primer plano la interpretacién, No hay que exagerar la valoracién
J 108 exvEvos ausose
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aactatpossiee / LOS «NUEVOS RUSOSH
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aanteati
> Ists Wirt o>
de otros factoree, que algunos han tenido como mitos inamovibles. Y éste ox
también un sello de Ia escuela cubana de ballet: la integracidn de vazas!
La anéedota, recurrente, manifiesta una de las posibles probleméticas de
Ia insereidn del elasicismo en danza —esto es, el ballet como lenguaje artisti-
co o «eédigo académico», o, mas antigua adanza de escuela», mas la
interpretacién de un repertorio tradicional también Hamado «elisico»
clo ger
des donde la norma ¢
.eluye obras «rominticas» como Giselle— en latitu-
\ografica, como se cuidaba Alicia Alonso de subrayar,
no e¢ exactamente la misma que en el lugar donde ese lenguaje nacié y se
desarrollé, Lo eual
c extiende, ademés, a ese repertorio «clisico», euyos
principio, tributaries de un apogeo de Ia cultura
el clasicismo del Grand Siéele.
valores estéticas son,
El clasicismo en la danza lizada, 0 a una
funcién estética en la q sntar el ideal «eli
sico» griego, como se encargé de analizar Pire Le Ménestrier (1631-1705),
tedrico por excelencia del ballet de Luis XIV, También respondié en su ori-
menos evide
gen, aunqu
I Renacimiento habia adoptado por la v
jemente, a la «armonia de las esferas» pitagériea,
del neoplatonicismo. La
er correspondida por las notas musicales y la
wacién de los pasos de danza, en cons
Esta idea eldsica —desde luego, las antiguas ereencias apenas si eran
recitaciones edulcoradas del pensamiento original en los especticulos rena-
centistas y en los «ballets de cour» del joven Luis XIV—, la de un
el que no se puede desafinar, mutatis mutandis acaso se conver
sto) arte de los regimenes totalitarios del siglo xx, cuando
lamé por el «retorno al orden» en contra de las vanguardias,
Luis XIV, al situar Ia danza eliisica en el centro de su sist
irden con
na de «organi-
de la cultura», como lo denomina Jean-Marie Apostolidés*, no sélo
certifiea oficialmente —en todo sentido— el nacimiento del gén
fundacién de la Académie Royale de la Danse, en 1661), sino qu
al ballet de cour en ballet royal: su instrumento de propaganda y de
coercién mas itil. De la eriptomagia neoplaténica de los ballets de cour a la
magia politica, o el ballet royal como la Gran Obra de la alquimia politica
con la que Luis transformé el Estado feudal en absolutista,
De la otra parte, fue Luis quien encargé a su maitre de ballet, Beau-
champs, la tarea de codificar el lenguaje de la danza. Para esto habia c
ado la Academia. Respecto de este proceso, Foucault comenta: «(...)la dis-
ciplina fabrica de ese modo cuerpos sumisos y ¢ pos
“déciles’, y aumenta las fuerzas del cuerpo (en el término econdmico de
utilidad) como disminuye esas mismas fuerzas (en el término politico de
obediencia)»’
Si bien est
0 (con la
6
reitados,
¢ ello signifies que el ballet, a partir de este momen-
to, no fue sélo una manera de intelectualizar las artes visuales,
pasé a contener en si mismo una reglamentacién q
que
lo define ycS Una metéfora del cotalicarismo
lo limita, también este acto fundador esté estrechamente ligado a la funcién,
politica que Luis le eonfirié al ballet. El poder
discurso a un género cuyo padre es Luis XIV.
Gon la codificacién del lenguaje y la profesionalizacién de qui
practican, ya no hay més lugar para «la bella danza» como a
control del cuerpo para los nobles-cortesanos, La danza aristocrat
10, Luis la ha ejeeutado con sus propias... piernas —f
la ha hecho nacer el ballet (royal), vedado a los amateurs.
Repress
solar del soberano, y los nobles estan confinados a la inaceién en el bai
instaurado «eddigo académico» se los impi
1s Weenicas. Luis no tiene por qué temer nuevas Frondas,
digo es todavia la base de lo que Hlamamos clasicismo
aun si, como cualquier lenguaje, ha evolucionado. Por ejemplo, con Carlo
Blasis (1797-1878), el segundo gran codifieador después de Beauchamps.
André Levinson consideraba a la danza cldsiea un «gran descubrimiento
providencial, como lo fueron esos del orden dérico 0 del estilo ojival o de la
prosodia latina». Es este sentido de lenguaje universal el que reivindica Ali-
moniirquico invistié con su
ies Io
idad de
aha
Jériea: los ballets reproducen la imagen
—la
danza
co. Sin embargo, la propia Alonso acota: «(...) di
pueden encontrarse individuos con proporciones y Iineas adecuadas a la
norma eldsiea»
Profunda conocedora de un arte del cual
dart
estan
sadora de
en tanto que
e diverso como Cuba, fue hone
una compal un pais
apre lo ha sido,
como artista— y advirtié de la posibilidad de encontrar «individuos elisi-
cos», al mismo tiempo que subrayé una condicionante
Porque, en lo que se refiere a lo estrictamente fisico, «lo clésico» en
danza seria un cierto canon europeo, a mitad de camino ent
demasiado longuilineos para la escena, y los otros, medi
no tan extremos en su longitud visual en Ia escena. Desde luego, en compa-
as europeas «puras» la seleceién natural es implacable, pues no todos ni
mucho menos, entre los aspirantes a bailarines se ajustan al canon exigido
por la estétiea del ballet
Seleceisn natural q
4 consigo misma —sie
los nérdicos,
craneos o alpinos,
también tiene lugar en el Ballet Nacional de Guba
plistico, que puede ser estimado anaerénico o injusto, pero sigue eruclin
te funcionando,
De lo contrario, el eritico citado por la Alonso no se hubiese detenido en
ello, como tampoco los que continiian condese
viendo al elasi-
1 tr6pico caribefio como un «milagro», una rareza, un portento, y
casi siempre como curiosidad exétiea, aunque no lo confiesen abiertamente,
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aactnt