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ANTE VARIAS ESFINGES OBRA EN TRES ACTOS Original de JORGE IBARGUENGOITIA PERSONAJES: Marcos Tiene setenta y tres afios. AURELIA Su mujer, setenta y dos. ELENA Su hermana, setenta y cinco. Beatriz y MARTA Sus hijas, cuarenta y ocho y cuarenta y seis, ALEJANDRO Su hijo, cuarenta y cinco. Rosa Su nuera, cuarenta y cuatro. Istpro y CaRLOs Sus nietos, veintitrés y veinticuatro afios. TERESA Que es la esposa de Carlos, tiene veinticuatro, DECORADO UNICO. Son los elementos esenciales de una casa porfiriana en la ciudad de México, Las actitudes caracteristicas de Ja familia que evoca la escenografia, son Ia conciencia del pasado esplendor, el respeto por lo que ellos creen bello, y cierta indiferencia hacia los adelantos modernos. Ta casa ¢s de dos pisos. En Ia planta baja, a la derecha del escenario, esti el salén: a Ia derecha, una puerta lo comunica con la rechmara de los viejos, al fon- do, un cancel de fierro pintado de blanco y vidrio opaco lo separa de una pequefia azotchuela, a la izquierda, una puerta con cortinas Io comunica con el comedor que esti a la izquierda del escenario, Al fondo del comedor, una puerta da al ves- tibulo y a la iaquierda, un balcéa pequefio a la calle, Sobre el comedor, en el primer piso, esti la recimara de Isidro con una puerta al fondo que da al pasillo de Ia escalera y a la izquierda, una vencana a Ia calle, Sobre el salén esti la recimara de Carlos y Tere, con la puerta de entrada al fondo, Cada zona se ilumina aisladamente y puede permanccer a oscuras mientras la accién se desarrolle en alguna otra. El decorado y Ia utilerla debe ser reducido al minimo necesario. La obra se desarrolla en México, en casa de Marcos, en los dias cercanos a su muerte. Es el invierno de 1954. 1 ACTO PRIMERO Al levantarse ol telém, la escena esté desierta e iluminada con la luz insufi- ciente de un atardecor de invierno. Marcos enira al salén por la dorecha haciendo un gran esfuerzo por caminar en linea recta; estd enjermo 9 débil y tiene que opoyarse en su bastin. Va hacia el reloj y lo contempla con estupor, sin poder ver la hors, Aurelia, de negro y com chal, enira observindolo en silencio y se pletiene a pocos pasos de la puerta, indecisd. Marcos adivina que alli esté. Aurelia va al sillém, se sienta, preocupada, sim aireverse @ mivar de lleno a su marido, que finge gran interés en el funcionamiento del reloj. AURELIA—Esté demasiado oscuro para ver In hora. MARCOS.—No veo, pero oigo perfectamente. No estoy sordo, hace tic tac, tic tac. AURELIA—No digo que estés sordo, sino que esti oscuro. MARCOS—Es0 es: 0 €s que yo no vea bien, es que esti oscuro, Por es0 no veo nada. AURELIA—,Quieres que encienda una limpara? MARCOS—Yo puedo hacerlo. (Camina muy mal bacia una limpara) AURELIA—Marcos, ten cuidado. MARCOS—(Se detiene un poco mareado,) No pasa nada, estoy muy bien de mis piernas. Mirame. (Lo ilustra dando unos pasos tambaleantes. Enciende la lim para ante la mirada aterrada de Aurelia y lwego, agotado, 4e apoya en un sillin. Va al reloj, lo examina de nuevo y se vuelve, desanimado, a su mujer.) MARCOS.—No veo nada, Aurelia. No quisiera asustarte, pero no veo nada, AURELIA—(Yendo al reloj,) Son las seis y media. MARCOS—(Camina apoyado en ella, hacia wn sillén.) En invierno anochece temprano, y amanece tarde, los dias son cortos, y las noches largas. Tt no sabes de es0, porque siempre viviste en la ciudad, pero uno que ha vivido en el campo, jUf! (Se siensa y la escudriaa,) (Sabias eso de las noches de in- vierno? Puede que si lo supieras, pero uno piensa que las mujeres son contas. ¢Sabias eso de las noches de invierno, Aurelia? AURELIA—Claro, Marcos, desde que éramos chicas. Mi papd nos decfa. MARCOS—Y yo creyendo que no sabjas nada. AURELIA —Es que has estado enfermo. Estis débil y de repente se te olvidan las cosas, También se te olvida que estis enfermo. MARCOS—Faltx hora y media para que cenemos. No tengo nada qué hacer antes de la cena, ni hambte, ni nada qué hacer después de cenar y luego no podré dormir, y mafiana seri igual. Es una listima, una verdadera lastima. AURELIA—Podemos platicar entre ti y yo. MARCOS—Hemos platicado cincuenta afios y no entiendo nada. 132 AURELIA. —Mateos, no seas asi. MARCOS—Por ejemplo: zpor qué no me habjas dicho que sabfas lo de las no- ches de invierno? AURELIA—Nunca me lo preguntaste. (Pausa.) MARCOS—Aurelia, je has oido de gente que después de estar enferma, se le- vance de la cama y no pueda ver el reloj? AURELIA—Si, Marcos. Cuando uno esti débil se le oubla ta vista. MARCOS—Pero a mi no se me nubla; no veo, es0 ¢s todo. AURELIA—Pues cuando no ves, ves nubes. MARCOS.—Bueno, zquién sabe mejor? {Ti que ves 0 yo que no veo? No vi ni reloj ni nubes, no vi nada. AURELIA.—Me preguntas y te contesto. MARCOS—Pues no contestes tonterias. No veo nubes. AURELIA—(Dando por terminada la conversacién,) Bueno. (Los dos quedan por un momento mirando al frente, sin hablar.) MARCOS—,Qué dia es hoy? AURELIA—Veinticrés, MARCOS.—,De diciembre? AURELIA.—De enero, Marcos. :No te acuerdas de Jo que hicimos en Navidad? MARCOS.—Guél Navidad? AURELIA—Vinieron todos los muchachos y comimos pavo. Te gusté mucho y escuvimos muy contentos, :n0 te acuerdas? MARCOS.—Todas las Navidades vienen los muchachos y comemos pavo y ti siempre dices que me gusts y que estuvimos muy contentos; pero Ia verdad ¢5 que a mi el pavo no me gusta gran cosa y no estoy muy contento en Na- vided, sino triste, porque me siento mis viejo y mis tonto que ningia ocro dia. AURELIA—Estis viejo, pero nunca has sido tonto. MARCOS—Pero asi me siento, caramba, AURELIA.—Bueno. MARCOS.—;Qué dijo el doctor de mi? AURELIA—(Mintiendo.) Que no era de cuidado, MARCOS—A las mujeres siempre Jes toman el pelo. AURELIA —Es0 dijo, MARCOS—Autelia, no pude ver Ia hora. Es la primera vex que me sucede. Es mala sefal. AURELIA —(Viniendo « su lado y poniéndole una mano en el bombro.) Perd aqui estoy yo que si puedo verla. Son las seis y media, no te apures. (Se oscurece el salén. Se enciende el comedor. Entran Ale- jandro y Rosa al comedor, por el fondo. Alejandro se quita 133

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