You are on page 1of 4

Ensayo: De la Teoría Geocéntrica a la Teoría Heliocéntrica

Relator: Jose Favian Vera Moreno


Asignatura: Historia de la Ciencia
Profesora: Sandra Zabaleta
Universidad Distrital Francisco José de Caldas

La teoría geocéntrica es una antigua teoría de ubicación de la Tierra en el universo.


Coloca la Tierra en el centro del universo y los astros, incluido el Sol, girando alrededor
de ella. Platón decía que la tierra era una esfera que descansaba en el centro del
universo. Las estrellas y planetas giraban alrededor de la tierra en círculos celestiales.
Por parte de Aristóteles (384-322 a.C.), en Eudoxus of Cnido, explicación más
matemática del movimiento de los planteas puede explicarse con el movimiento circular
uniforme el cual argumentó que la razón por la cual todos los cuerpos caen al suelo es
porque buscan su lugar natural en el centro del universo que coincide con el centro de la
tierra. En el sistema con creces aristotélico desarrollado, la Tierra esférica está en el
centro del universo. La teoría geocéntrica del universo parece haber sido formalizada
por Ptolomeo, el famoso astrónomo griego que vivió en Alejandría alrededor del año
130 d.C. El modelo de Ptolomeo imagina a cada planeta moviéndose en un pequeño
círculo, cuyo centro se movía a lo largo de una gran órbita circular alrededor de la tierra.
La iglesia católica mantenía que la tierra era el centro del universo, tal como se puede
interpretar a partir del mito de la creación que aparece en la Biblia. Además, el Salmo
93, también ha sido interpretado como una evidencia de la teoría geocéntrica "Tú fijaste
la tierra inamovible y firme". Pero frente a esta situación hubo pensadores humanistas
que consideraron que esto no era correcto basándose en la experimentación y lo
empírico, algunos como Copérnico, Kepler, Galileo y Newton tuvieron un pensamiento
distinto rompiendo y debilitando esta teoría geocéntrica a lo que establecía la iglesia y
los filósofos de aquella época, donde decía que realmente el centro del universo es el
Sol.
El modelo heliocéntrico con el Sol en el centro no nació de hecho de la mano de
Copérnico. En el siglo III antes de Cristo, Aristarco de Samos, astrónomo y matemático
griego, ya propuso un modelo de planetas que rotaban en torno al Sol. Pero su teoría no
tuvo mucho eco, puesto que el modelo geocéntrico con la Tierra en el centro no
encontraba discusión por entonces.
Y era lo más normal: los astrónomos podían ver cómo el Sol y los planetas se movían
de forma regular en el cielo, de un horizonte a otro mientras desde su perspectiva la
Tierra permanecía quieta. Eso hacía pensar que la Tierra era el centro de
todo. Aristóteles había reforzado esta teoría, planteando una serie de razonamientos
según los cuales el Sol, la Luna y los planetas se movían en círculos perfectos en torno a
la Tierra.
Aristarco de Samos encontró una posible solución: planteó que los planetas podían
orbitar en torno al Sol y éste a su vez hacerlo en torno a la Tierra. Seguía siendo una
teoría básicamente geocéntrica, pero introduciendo el elemento heliocéntrico por
primera vez. Trató de calcular el tamaño de la Tierra y su distancia respecto a la Luna y
al Sol y concluyó que éste era seis o siete veces mayor que nuestro planeta, y mucho
más voluminoso.
Las ideas de Aristarco no tuvieron sin embargo mucho eco. Era el modelo
de Ptolomeo el que se aceptaba como correcto, y lo siguió siendo durante el dominio del
imperio romano, así como en la época de hegemonía árabe. Durante el resurgir de las
humanidades en Europa en el siglo XIII, la Iglesia Católica adoptó este modelo como
propio, ya que además encajaba con una visión del mundo antropocéntrica, con el
hombre como el centro de la creación divina.
Su importancia no era solo astronómica o filosófica, se trataba de una guía mecánica de
movimientos celestiales en la que se basaban entre otros los instrumentos de navegación
y los calendarios, y con ello los ritmos de vida de la población.
Pero el modelo de Ptolomeo comenzó a demostrarse erróneo y sus fallos se hicieron
notables cuando en el siglo XV la navegación transoceánica ganaba importancia. Los
barcos se guiaban por el movimiento de las estrellas, y las predicciones en este aspecto
no eran todo lo precisas que hacía falta.
En 1474 se creó el primer observatorio europeo en Nuremburg, y dos astrónomos,
Peurbach y Regiomontanus, asumieron la tarea de encontrar errores en el trabajo de
Ptolomeo, así como en otras tablas astronómicas y trabajos publicados. Lograron pulir
muchos de ellos, pero la tesis geocéntrica no fue discutida.
Nicolás Copérnico era estudiante en la Universidad de Cracovia cuando leyó los
trabajos de Peurbach y Regiomontanus. Durante sus años de formación y
posteriormente, se interesó por las leyes, la medicina y fue clérigo, gobernador y
economista. La astronomía era poco más que una afición para él.
En 1514 publicaba un manuscrito titulado Commentariolus, en el que ya presentaba la
mayoría de los elementos de su visión heliocéntrica. Aunque el concepto era radical
para la época, mantuvo muchos elementos de la visión de Aristóteles, como que todo se
movía en círculos perfectos. En cuanto a precisión, lo cierto es que no era mucho mejor
que el modelo de Ptolomeo. Pero Copérnico sabía que sus teorías no gustarían a la
Iglesia: quitar a la Tierra del centro del universo suponía relegar en importancia al
hombre. Por esto, fue relativamente discreto en cuanto a la publicación y divulgación de
sus ideas. Pasó las siguientes décadas terminando de darles forma y mejorando los
cálculos astronómicos, pero fue reacio a publicar sus teorías. La historia cuenta que fue
en su lecho de muerte, en 1543, cuando tuvo por primera vez en sus manos una copia
impresa de su obra De revolutionibus orbium.
En este escrito presentaba una idea revolucionaria: la Tierra giraba sobre su eje una vez
al día. Además, daba una explicación sencilla a la retrogradación de los planetas: la
Tierra los alcanza y adelanta una vez al año. Sin embargo, como decimos, su eficacia
predictiva no era mucho mejor que el modelo anterior. A diferencia de la teoría de
Ptolomeo, Copérnico vio que cuanto mayor era el radio de la órbita de un planeta, más
tiempo tardaba en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Copérnico hizo tres
hipótesis: que el Universo es esférico, que la Tierra es esférica y que el movimiento de
los cuerpos celestes es regular, circular y perpetuo. De esta manera los planetas tendrían
dos movimientos, uno de rotación alrededor de un eje, que en el caso de la Tierra duraba
24 horas y marcaba la diferencia entre el día y la noche, y otro alrededor del Sol y que
duraba un año. Para explicar el movimiento de la Luna esta debía de tener otro
movimiento de traslación alrededor de la Tierra con una duración de 29 días.
A pesar de esto, y de algunas críticas que el modelo no resolvía, su teoría fue ganando
fama poco a poco, a veces solo para ser ridiculizado. A pesar de las preocupaciones de
Copérnico porque pudiese ofender a la Iglesia, ésta tardó aproximadamente unos
cincuenta años en mostrar interés por ella. Aunque el modelo tardase en ser aceptado,
sus cálculos y herramientas sí fueron adoptados por otros.
Pasaron varias décadas antes de que el modelo heliocéntrico recibiese el que fue uno de
sus más importantes apoyos, de la mano de Johannes Kepler, astrónomo y matemático
alemán que desarrolló las fórmulas para predecir la posición de los planetas con
resultados notables (a excepción de Mercurio). En 1609 publicó su obra Astronomia
Nova, que contenía sus dos primeras leyes del movimiento planetario, la primera de las
cuales establece que los planetas efectivamente se mueven alrededor del Sol, pero sus
órbitas no son circulares, como creía Copérnico, sino elípticas, y el Sol se encuentra en
uno de sus focos.
En 1610 Galileo Galilei publicaba su Sidereus Nuncius, en el que describía el
descubrimiento de las cuatro lunas principales de Júpiter, demostrando que,
efectivamente, no todos los objetos celestes giraban en torno a la Tierra. Kepler publicó
una carta apoyando el descubrimiento del italiano.
Años después, Kepler publicó Tabulae Rudolphinae, la descripción más precisa hecha
hasta el momento sobre la forma en que se movían los planetas, que supuso la
fundamentación teórica para que el modelo heliocéntrico fuese por fin aceptado. Pero de
nuevo, su adopción generalizada no fue ni mucho menos inmediata.
Galileo jugó de nuevo un importante papel. El problema por entonces con el modelo
desarrollado por Copérnico era que, a pesar de ser una explicación más simple y
elegante para muchas cuestiones astronómicas, éstas eran en muchos casos solo detalles
que no tenían suficiente peso como para compensar siglos de tradición geocéntrica.
Y aquí entra el desarrollo por parte de Galileo en 1609 de su telescopio. El suyo no fue
el primero, pero el modelo del italiano mejoró el diseño de los dispositivos ya
existentes: su telescopio no deforma los objetos y los aumenta hasta seis veces, además
de presentar las imágenes al derecho.
Galileo no demostró el movimiento de la Tierra, las pruebas de carácter
experimento. Las observaciones que, con el telescopio, realizó Galileo aportaron las
pruebas más fuertes en favor del heliocentrismo, que pueden ser enumeradas del
siguiente modo:
“Las fases de Venus, unidas a su variación de tamaño, son sólo compatibles con el
hecho de que, gire alrededor del Sol, ya que presenta su menor tamaño cuando se
encuentra en fase llena y el mayor, cuando se encuentra en la nueva; es decir, cuando
está entre el Sol y la Tierra, El hecho de que, sin la ayuda del telescopio, no se
apreciaran las necesarias variaciones de luminosidad de Venus, si se quería que éste
girase en torno al Sol, se explicaba entonces claramente también por la disminución de
la superficie iluminada visible desde la Tierra cuando el planeta está más próximo a
ella. Además, por sus fases, Venus resultaba ser, lo mismo que la Luna, un cuerpo
obscuro…”
Gracias a Copérnico, Kepler y Galileo no solo existía un modelo heliocéntrico, sino que
éste tenía una demostración matemática y una empírica. Lo que no tenía era una
explicación. Fue Isaac Newton quien, años después, propuso un razonamiento físico de
por qué los planetas se mueven como lo hacen, apelando a una fuerza que llamó
gravedad.
La primera ley de Newton establece que “todo cuerpo persevera en su estado de reposo
o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por
fuerzas impresas sobre él”. Según esta ley, un cuerpo no puede cambiar por sí solo su
estado inicial, a menos que se aplique una fuerza sobre él. Sobre los cuerpos celestes,
una de las fuerzas que actúa es la gravedad, la atracción que sienten entre ellos
dependiendo de su masa. Este impulso hace que los planetas giren en torno al Sol en vez
de seguir trayectorias rectas.
En conclusión, la superstición y la religión especialmente la atribución de
responsabilidades y consecuencias a seres supernaturales fueron reemplazados por
la ciencia, la razón y el conocimiento. Esto permitió el avance de las ciencias modernas
y también propició cambios en el orden social. El nuevo análisis de la conformación del
Universo y del Sistema Solar pronto se tradujo en la observación científica y crítica de
la realidad, alterando a la comunidad teológica y la Iglesia: la introducción de leyes de
análisis se contrapone al “designio divino” para la explicación del mundo.
Esto dio como resultado a una revolución en la ciencia, no solo un cambio en la
astronomía, sino en las ciencias en general y particularmente en la cosmovisión de la
civilización.

You might also like