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La vulnerabilidad educativa es definida como el conjunto de condiciones materiales y

simbólicas, de orden objetivo y subjetivo, que debilitan el vínculo de escolarización de un


alumno.

Usted se hace cargo como secretario de una escuela donde aún se portan representaciones
sociales muy fuertes y determinantes que presentan naturalizada la vulnerabilidad.

1. Fundamente su postura.
2. Priorice líneas de intervención para revertir lo naturalizado.
3. Cierre.

La ley provincial 13688 recupera el sentido de la educación y del conocimiento como


bienes públicos y como derechos personales. Y considera a los alumnos como sujetos de
derecho, a los cuales es responsabilidad de todos garantizar, en los distintos niveles, tanto su
ingreso como permanencia, en las mejores condiciones de igualdad y justicia social.

Es importante entonces, como miembro del equipo de conducción y de una institución


educativa, plantearse desde un primer momento que el concepto y la noción de vulnerabilidad
educativa, nos va a ser de utilidad para prestar particular atención a lo que sucede en nuestra
escuela. Sobre todo al momento de definir políticas de inclusión educativa.

Mediante una lectura minuciosa de los distintos y posibles indicadores de la vulnerabilidad


(repitencia, sobreedad, abandono escolar), podremos cuantificar y traducir en insumos el
grado de magnitud que ésta ha alcanzado dentro de la institución.

Será necesario, en primer lugar, desnaturalizar la vulnerabilidad por representaciones


sociales por parte del equipo docente y no docente. Pues la escuela simboliza un lugar de
aprendizaje, en donde todos los miembros somos responsables, no sólo de garantizar la
educación, sino de hacerlo en los mejores términos de igualdad y justicia social. La escuela no
puede reproducir la expulsión social. Tenemos herramientas para no ser expulsivos, y para
lograr mejorar el tipo de vínculo tiene para con la institución.

Ahora, si bien la vulnerabilidad educativa exige dar cuenta de la interacción entre las
distintas problemáticas objetivas y subjetivas, nosotros como institución podemos prestar
atención a aquellos factores propiamente escolares, que son sobre los que más directamente
podremos incidir.

Debemos incluirlo en el PEI, como una necesidad transversal sobre la que trabajar a lo
largo del año.

Facilitar a los docentes información sobre los alumnos, en especial los ingresantes, que por
uno u otro motivo se sumen al grupo con desfasajes o interrupciones en la trayectoria escolar.

Generar, a través de la tablilla de horarios del plantel docente, espacios donde se pueda
trabajar de manera conjunta, y/o con grupos más pequeños. Para así intentar fortalecer la
subjetividad que el niño construye dentro de la escuela y junto con sus compañeros.

Articular con el EOE o con instituciones barriales por fuera de la institución que puedan dar
charlas sobre convivencia y vitalizar la sensación de comunidad y del espacio importante que
ocupa la escuela dentro del barrio.
La vulnerabilidad escolar no se trata de un problema portado solo por el alumno, no es
monocausal, sino un complejo de sentidos y prácticas, propias de un contexto escolar
específico que puede ir debilitando el vínculo que los alumnos establecen con la escuela. Y es
tarea y responsabilidad de todos los miembros de la institución hacer lo posible para revertirlo,
y garantizar así el derecho a la educación.

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