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- El Derecho Comercial, en términos generales, puede decirse que es aquella rama del Derecho ocupada de reglar la actividad manufacturera y comercial. Sin embargo, el Derecho
Comercial, como rama autónoma del Derecho, no es y ha sido la única forma que han adoptado los pueblos de la tierra para dar normas en estas materias.
- Las leyes especiales en materia comercial son leyes de Derecho Común, en el sentido que se aplican a todos los habitantes de la República, sin distinguir si son o no comerciantes o si se
trata o no de un acto de comercio; mientras que, las disposiciones del Código de Comercio, rigen las obligaciones de los comerciantes que se refieran a operaciones mercantiles, las que
contraigan las personas no comerciantes para asegurar el cumplimiento de las obligaciones comerciales y las que resulten de contratos exclusivamente mercantiles (3); y luego, en el
artículo 3º del Código, se preocupa de enumerar los actos de comercio.
Dentro de los actos de comercio, nuestra ley distingue los actos formales de comercio o actos que se les aplica la legislación mercantil y se consideran actos de comercio con respecto a
todas las personas que en él intervienen y los actos mixtos o de doble carácter. Respecto a los primeros, los únicos actos de esta especie que están señalados expresamente como tales,
son las operaciones sobre letras de cambio y pagarés a la orden (5): también se admite, por razones históricas y doctrinales, pero sin que exista texto legal expreso sobre el particular, que
son actos formales de comercio aquellos de comercio marítimo (6); y, respecto a otros actos, existen discusiones jurisprudenciales y doctrinarias en cuanto si son o no actos de comercio
formales, tales como las operaciones de banco, cambio y bolsa (7).
En relación a los actos mixtos o doble carácter, que son aquellos que se consideran civiles para una de las partes y comerciales para la otra, nuestra ley, a diferencia de otras (8), no ha
señalado en forma expresa la legislación aplicable, dividiéndose la jurisprudencia y doctrina entre teorías que propician la posibilidad de la aplicación de ambas legislaciones (9); y
aquellos que sostienen que sólo debe aplicarse una legislación, dividiéndose esta corriente del pensamiento comercial entre aquellos que sostienen la aplicabilidad de la ley civil y otros
que afirman la aplicabilidad exclusiva de la ley mercantil (10).
De otro lado, nuestro Código de Comercio está imbuido de la idea de origen medioeval, que excluye del Derecho Mercantil lo relativo a inmuebles y a las industrias extractivas de la
agricultura y minería, lo que ha motivado críticas en cuanto a la exclusión de las normas comerciales de algunas empresas, tales como las constructoras, que se estima ejercen un tráfico
mercantil.
La realidad nacional y el ámbito de aplicación del Código de Comercio. Es un signo de la época contemporánea, que también ocurre en nuestro país, aquel denominado "Comercialización
del Derecho Civil", en virtud del cual las normas e instituciones mercantiles, especialmente en materia de contratos, se aplican con profusión por no comerciantes. En efecto, las
operaciones sobre títulos de créditos, las operaciones bancarias, de cambio y de bolsa, los seguros, por mencionar algunas, cada día se ejercen más por personas no comerciales; y de
otro lado, existen instituciones importantes, de aplicación común, regidas por la legislación mercantil, como los seguros, las quiebras, la sociedad anónima, la formación del
consentimiento por escrito.
De otro lado, es el Derecho Comercial la parte de las Ciencias Jurídicas que está creando día a día nuevas concepciones e instituciones, que hacen posible, en los sistemas no socialistas,
satisfacer las necesidades nuevas de las empresas y del desenvolvimiento económico.
Nuestro país es una nación subdesarrollada y ello también abarca los ámbitos de la actividad comercial y del Derecho Mercantil. Sin embargo, nuestra realidad comercial ha variado
substancialmente desde la dictación del Código de Comercio. El legislador, para satisfacer, aunque sea en parte las nuevas necesidades comerciales, ha empleado la solución de "parche"
de dictación de leyes especiales para cada caso, desvinculadas ellas entre sí, y sin una idea orgánica que las informe.
Nuestro sistema de Derecho comercial, basado en leyes especiales y en un Código de Comercio inspirado en la Teoría de los Actos de Comercio, en cuanto al punto del ámbito de
aplicación de la legislación mercantil, es evidentemente inadecuado y anacrónico y ha sido superado con creces por la realidad que, como lo veremos al tratar en particular ciertas
materias, ha dejado como letra muerta muchas disposiciones del Código y existen importantes ámbitos del Derecho Comercial en que las normas son inexistentes o insuficientes; y existen
varias actividades que debieran ser mercantiles y no lo son.
Para solucionar estas deficiencias de la legislación mercantil, a nuestro criterio, se presentan los siguientes caminos:
a) La eliminación del Derecho Comercial, ya sea por considerarse un derecho de la clase capitalista según lo sostienen los juristas de los países comunistas, innecesario en una sociedad
socialista en la cual las normas sobre tráfico forman parte del derecho administrativo y del derecho internacional; o por estar subsumido en el derecho común, como ocurre en los países
anglosajones.
Estimamos que no es viable ni conveniente en nuestro país la supresión del Derecho Comercial, ya que no es una legislación de clase, sino que un sistema de normas que cumplen una
evidente función social al permitir y promover las actividades manufactureras y comerciales por los particulares, y creemos no adecuado a nuestro país el sistema anglosajón por las
razones que esbozamos en el Nº 2 de este trabajo;
b) Unificar en materia de contratos y obligaciones las disposiciones del Código Civil y del Código de Comercio, en un Código de Obligaciones o en el propio Código Civil, quedando el
Código de Comercio para reglar las actividades y funcionamiento de las empresas y de aquellos actos y contratos propiamente mercantiles. Esta solución que ha sido la adoptada por
Italia y Suiza, cuenta con la adhesión de múltiples autores extranjeros (11).
A nuestro criterio, esta solución es doctrinaria y teóricamente la mejor para nuestro país, ya que elimina la diversidad de legislaciones existentes en varios contratos, reglados
1
El profesor Álvaro Puelma Accorsi, desarrolla este punto en su artículo denominado "La legislación en materia de derecho comercial
analizada por la aplicación que ella tiene en la realidad nacional y las necesidades actuales" publicado en:Puntolex Santiago, Chile 2010-04-
14 13:17:17.884143-04 Cita: CL/DOC/1838/2010
simultáneamente con el Código de Comercio y el Código Civil, dando mayor certidumbre a las relaciones jurídicas y además, en razón de que las empresas, hoy por hoy son los
principales, por no decir los únicos, motores de la actividad comercial, nos parece que la ley mercantil debiera referirse a ella. En cuanto a la empresa y su importancia para el derecho
comercial, profundizaremos el punto en el párrafo siguiente. Sin embargo, esta solución presenta el grave inconveniente de implicar una revisión a la totalidad de nuestro derecho privado,
tarea difícil y que por su naturaleza misma requiere de largos estudios y tiempo considerable;
c) Modernizar nuestro sistema basado en los actos de comercio, incluyendo en la numeración del artículo 3º del Código de Comercio las nuevas actividades que se consideran
mercantiles; corregir los vicios de redacción de dicho artículo, reglar en forma clara cuáles son los actos formales de comercio y establecer que la legislación aplicable a los actos mixtos
es la legislación comercial. Creemos que, en todo caso, es indispensable, por lo menos, adecuar nuestra legislación mercantil en este punto, de acuerdo a lo ya expresado, sin perjuicio de
reconocer que la mejor vía, para nosotros, es la indicada en la letra b).
Sujetos de la actividad comercial para nuestra legislación. Nuestra ley considera como sujetos de la actividad mercantil al comerciante, considerando como tal aquel que teniendo
capacidad para contratar, hace del comercio su profesión habitual; concepto exclusivamente aplicable a las personas naturales y a las sociedades mercantiles, que son aquellas cuyo
objeto es la realización de negocios que la ley califica de actos de comercio. El Código de Comercio se preocupa de reglar la sociedad colectiva comercial, la en comandita simple y por
acciones y la sociedad anónima y la cuenta en participación; la Ley 3918, la sociedad de responsabilidad limitada y la Ley General de Cooperativas, esta clase de sociedades.
De otro lado, para nuestra legislación, existen otros sujetos de la actividad mercantil, los llamados "auxiliares de los comerciantes", reglando el Código de Comercio a los factores y
dependientes; los comisionistas, los corredores de comercio y los martilleros; y leyes especiales se han ocupado de los Bancos Comerciales, Bancos de Fomento, Bolsas de Comercio,
Almacenes Generales de Depósitos o Warrants.
También están autorizados por ley para ejercer el comercio entidades estatales tales como la Empresa de Comercio Agrícola, el Banco del Estado, la Corporación de Fomento de la
Producción.
La realidad nacional y los sujetos principales de la actividad mercantil. Para nuestra legislación positiva, son sujetos principales de la actividad mercantil el comerciante individual y las
sociedades comerciales; conceptos ampliamente superados por la realidad comercial. En efecto, es un fenómeno universal de nuestros tiempos, cada vez más acentuado, que las
actividades productivas y de intercambio no las pueden ejercer personas individuales, sean aisladas o asociadas; la industrialización, mecanización, racionalización y programación de
estas actividades, exigidas por un mundo con necesidades crecientes que requiere producción y tráfico masivo de bienes y servicios, ha ocasionado que estas actividades las practiquen
organizaciones de capital, trabajo y dirección, que económicamente se denominan "empresas", llegando a ser el artesano y el comerciante o las sociedades que producen o comercian
con sus propios socios o dueños, un recuerdo histórico que existe en las sociedades modernas por razones turísticas, artísticas o folklóricas.
De otro lado, nuestro Derecho de Sociedades está constituido con abstracción de la empresa y de los factores que la componen que son los efectivos motores y sujetos de la actividad
mercantil. En efecto, nuestro Derecho Comercial, considera el factor trabajo, que denomina "mancebos o dependientes", como algo ajeno al comerciante, sin ninguna injerencia en la
dirección y fiscalización del negocio, olvidando que el trabajo es uno de los elementos fundamentales en la marcha de la empresa que está o debe estar interesado en ella, por su propio
provecho, el de la empresa y la paz social (13).
Otro hecho de importancia, desconocido para nuestro Derecho Comercial, es el fenómeno de mayor diferenciación y de interés opuesto entre el capitalista y el empresario o la dirección
de la empresa en el caso de las grandes sociedades organizadas normalmente como compañías anónimas. Varios factores han llevado a esta diferenciación entre capitalistas y
empresarios y han dejado caduca o discutible la imagen legal que el Directorio es o debe ser el mandatario de los accionistas.
Con respecto a las grandes empresas, gran parte de sus accionistas no han adquirido las acciones porque les interese la actividad de la empresa, sino exclusivamente por razones
financieras, fundadas en la rentabilidad de la acción. Para muchos accionistas les son equivalentes las acciones de sociedades anónimas que los bonos, ya que para adquirir alguna u otra
o cambiar de cartera, atienden exclusivamente a la rentabilidad o a otros factores tributarios o financieros. Este tipo de accionistas que representa un gran volumen en las grandes
sociedades anónimas, no tienen interés alguno en la dirección de la empresa. Las grandes sociedades que tienen un número mayoritario de capital en manos de pequeños accionistas, no
son gobernados, ni siquiera en cuanto a la elección de directores por los accionistas, sino por los ejecutivos de la empresa. El interés de la empresa puede consistir, por ejemplo, en una
capitalización de utilidades para mantener o aumentar la producción, que se ve amagada por competidores. El interés del accionista inversionista puede consistir en la repartición de esas
utilidades, sin consideración alguna al interés de la empresa y de la colectividad en que ella ejerza sus funciones.
Para nuestra legislación en materia de sociedades anónimas, prácticamente sólo existen el directorio y los accionistas, y los factores o gerentes. Pues bien, en la realidad de la empresa
moderna se ha podido constatar que ellos no son los únicos que tienen injerencia e interés en la empresa, a más del factor trabajo, que ya hemos esbozado, están interesados en la
sociedad y tienen conocimiento de los negocios de ésta, que los faculta para obtener ventajas del orden financiero y comercial con respecto a los accionistas, aquellas personas que el
derecho norteamericano denomina "Insiders"(14). Estas personas, según la doctrina y jurisprudencia norteamericanas, lo son a más de los directores y ejecutivos de las empresas, los
accionistas con control de la sociedad, aunque no sean directores y los funcionarios del orden estatal que, en razón de su labor de fiscalización, pueden conocer los negocios mercantiles
en la empresa que se traten.
El esbozo, evidentemente incompleto sobre los sujetos del derecho comercial para nuestro derecho y confrontados con la realidad nacional y las tendencias modernas, nos hace concluir
que nuestro derecho está sumamente atrasado en estas materias, siendo, a nuestra opinión, imprescindible adecuar nuestra legislación a la nueva realidad mercantil, reemplazando
como sujeto del derecho comercial al comerciante por el empresario; debe adecuarse el derecho de sociedades reconociendo la realidad de la empresa y de los factores que en ellas
intervienen fundamentalmente; reconocerle un papel de colaboración, cogestión y supe vigilancia en la sociedad a los empleados y obreros de la empresa; considerar, tratar y resolver,
por lo menos las grandes líneas, los problemas que suscitan la incompatibilidad de intereses que puede existir entre capitalista y empresario y además, consultarse normas para que la
colectividad tenga también injerencia en la dirección de las empresas, ya que en el mundo moderno el desarrollo de éstas no es del solo interés de capital, trabajo y empresario, sino
también del interés general de la colectividad, que muchas veces es opuesto al interés de los factores de la empresa. Por ejemplo, puede ser del interés de la empresa vender sus
productos al mayor precio, limitando su producción para obtener este resultado; y el interés nacional puede consistir en que los productos de la empresa se vendan en mayor cantidad y
en menor precio.
Además, debemos considerar nuestro ordenamiento jurídico sobre sociedades, el problema de las empresas multinacionales, que es materia en la actualidad de estudio y elaboración
por los comercialistas europeos que forman parte del Mercado Común, ya que por la vía de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio y de los pactos de creación del Grupo
Andino, dentro de dicha Asociación, con toda seguridad se presentarán en nuestro hemisferio problemas similares a los ya candentes en el Mercado Común Europeo.
La realidad nacional y los auxiliares del comercio. En materia de auxiliares del comercio, en nuestra legislación mercantil existen graves anomalías. Por ejemplo, uno de los auxiliares de
mayor importancia para el tráfico comercial son los corredores. Pues bien, para nuestro Código de Comercio, los corredores son oficiales públicos regidos por una estricta reglamentación,
pero al permitir el propio Código la existencia de corredores privados, de hecho ha ocasionado que en Chile no existan los corredores públicos de que trata el Código, sino que ejercen el
corretaje de comercio cualquier persona, vale decir, el comercio de corretaje ha quedado de hecho fuera de los controles y garantías para el público, establecidos por la legislación
mercantil, con la excepción de los corredores de bolsas, regidos por régimen especial y de los corredores de propiedades, que para nuestro actual derecho comercial, no constituyen
auxiliares del comercio, por dedicarse a la intermediación en las transacciones de bienes raíces, materia que se refiere al ámbito de aplicación de Derecho Comercial, que hemos tratado
en el punto anterior de este trabajo.
Con relación a los factores o gerentes, considerados tradicionalmente como auxiliares del comercio o mandatarios, nosotros estimamos que un derecho comercial moderno debe
considerarlos como principales sujetos de la actividad mercantil, por su papel de dirigentes de la empresa. Lo mismo podemos decir con respecto a los dependientes, a los cuales el
Código considera como personas ajenas al comerciante, cuando en realidad son unos de los elementos de la empresa, que deben ser considerados como parte integrante de ella,
señalándoles sus facultades y obligaciones en la gestión de la misma, su fiscalización y participación en las utilidades, correlacionando la legislación mercantil que se dicte sobre la
materia con el derecho laboral, todo ello, de acuerdo a lo expuesto en el párrafo precedente al tratar de los sujetos de la actividad comercial.
En cuanto a los martilleros públicos, estimamos que su esfera de acción debe ampliarse a los remates voluntarios de propiedades raíces, por exigirlo así nuestra realidad comercial. En
efecto, los remates voluntarios de bienes raíces, en la práctica se realizan por notarios, abogados o firmas de corredores de propiedades cuando constituyen, a nuestro criterio, un negocio
mercantil, que es preferible que esté a cargo del auxiliar de comercio especializado en remate, cual es el martillero y no que se ocupen de él personas no especializadas, con respecto a las
cuales no hay reglamentación legal que garantice la seriedad de la subasta, como es el caso de los notarios, abogados o firmas dedicadas al corretaje.
Con respecto a los bancos y bolsas de comercio, almacenes generales de depósito, estimamos que la legislación que los rige es en sus líneas generales moderna y adecuada a las
necesidades nacionales, sin perjuicio de que puedan ser modificadas por razones de política económica y social.
C) La hacienda mercantil
La hacienda mercantil en nuestro derecho. La hacienda mercantil, denominada también establecimiento de comercio o fondo de comercio, no está reglada en forma alguna por nuestra
legislación positiva. Solamente el Nº 2 del artículo 3º del Código de Comercio señala que es acto mercantil la compra de un establecimiento de comercio y la Ley 11.622 sobre
arrendamientos, otorga un mayor plazo de restitución para los locales comerciales en relación con las casa-habitaciones arrendadas.
La hacienda mercantil y la realidad nacional. La hacienda mercantil es el patrimonio de los sujetos de la actividad comercial, y evidentemente, requiere de una protección legislativa, al
igual que todas las otras formas de dominio. Como el derecho que tiene el dueño de la empresa comercial, recae sobre una universalidad de hecho, constituida por el establecimiento de
comercio que comprende elementos inmateriales, tales como el prestigio, la clientela, marcas comerciales, derecho de llaves, etc., no son suficientes las normas del derecho común para
su protección. Las naciones más adelantadas en estas materias, por ejemplo, Francia (15), han contemplado un régimen de protección a la hacienda mercantil, que muchas veces
depende de un contrato de arrendamiento, estableciendo derechos y obligaciones especiales entre arrendador y arrendatario, cuando el contrato versa sobre un inmueble en el cual
existe un establecimiento comercial o industrial.
No es posible que se pretenda un desarrollo industrial y comercial de proporciones, en base al esfuerzo de los particulares, si éstos no tienen una protección mínima en cuanto lo que
constituye el patrimonio dedicado al comercio e industria. En nuestro país todo lo relativo al establecimiento de comercio son meras construcciones doctrinarias y jurisprudenciales, por
lo cual consideramos indispensable una reglamentación legal de este tema, estableciendo una clara protección legal de la hacienda mercantil.
Los actos de intermediación en el comercio de los bienes ante nuestra legislación. Nuestro Código de Comercio, en esta materia, se ha preocupado de señalar normas sobre la
compraventa comercial y el mandato mercantil, aplicándose subsidiariamente la legislación común, sin perjuicio de la legislación económica, de la cual no nos corresponde ocuparnos. No
tratamos tampoco del transporte en este trabajo, por razones de espacio y tiempo.
La realidad nacional y las normas legales sobre intermediación en la producción y comercio de los bienes. Las normas de nuestro Código de Comercio relativas a la compraventa y al
mandato mercantil, desgraciadamente, no están muy bien redactadas y, en su gran mayoría son inaplicables, debiéndose recurrir en gran parte de los casos para la solución de los
problemas que se plantean, a las normas civiles de la compraventa. Creemos que no se justifica tener una doble legislación en materia de compraventa y mandato civil y mercantil.
Nuestra legislación mercantil, por lo demás, desconoce las formas modernas de las compraventas comerciales, tales como la compraventa CIF, FOB y FAS.
De otro lado, la ley chilena tampoco regla importantes contratos y de uso frecuente en la vía comercial creados por la costumbre, con posterioridad a la dictación del Código, por ejemplo,
el contrato de distribución, contrato de concesión exclusiva, contrato de suministro, contratos de representación, royalties, pactos de complementación industrial, etc.
Nuestra realidad comercial ha superado las normas legales sobre esta materia. En estos puntos, debe adecuarse nuestra legislación en cuanto a reglas las nuevas formas de realizar los
contratos comerciales ya considerados por la legislación, como también, establecer las normas mínimas de los contratos atípicos usados por el comercio.
Explicación previa. Bajo el título de "los actos de intermediación en el crédito y comercio del dinero", examinaremos los Títulos de Crédito o títulos-valores y la Operaciones Bancarias.
Legislación nacional sobre la materia. El Código de Comercio trata sobre la letra de cambio, el pagaré a la orden, la libranza, las cartas órdenes de crédito. La ley de Cuentas Corrientes
Bancarias y Cheques, cuyo texto fue fijado por Decreto Supremo de Hacienda Nº 3777 publicado en el Diario Oficial de 24 de noviembre de 1943, se refiere a las materias que su título
indica; y en cuanto a los depósitos bancarios, el artículo 812 del Código de Comercio señala que se rigen por las normas establecidas en los estatutos de los bancos, los cuales no
contienen reglas sobre el particular.
La realidad nacional confrontada con la legislación. Los actos y contratos que dicen relación con el crédito y el dinero, revisten especial importancia para la producción y el comercio. Una
legislación adecuada sobre estos puntos es un elemento de desarrollo de las actividades comerciales, máxime en un país como el nuestro con insuficiencia de capitales.
Pues bien, nuestra ley, en materia de Títulos de Créditos, desconoce los principios generales elaborados por la doctrina moderna, tales como la incorporación del derecho al título, su
carácter abstracto, la regularidad formal del título, principio de inoponibilidad de excepciones, etc., ya que no contiene reglas generales alguna que traten de estos puntos. Los
instrumentos atípicos creados por la práctica mercantil, sean o no títulos de crédito, tales como las boletas de garantía, los vales o cheques de sociedades financieras, facturas, guías de
entrega y otros, no tienen reglamentación legal alguna, lo que en gran medida origina una inestabilidad en las relaciones comerciales.
De otro lado la legislación cambiaria chilena, que en el Código de Comercio reflejaba las ideas francesas del siglo pasado sobre estas materias, que implicaban causalidad en las
relaciones cambiarias y una dependencia directa de la letra con el contrato de cambio, sufrió las modificaciones insinuadas por la Misión Kemmerer que se tradujeron en la dictación del
decreto ley 777 de 22 de diciembre de 1925, en que se modificaron algunos de los preceptos legales sobre la letra de cambio, tratando de introducir las ideas modernas sobre la materia.
Sin embargo, la solución del decreto ley 777, que evidentemente significó un mejoramiento de nuestra legislación, no fue ni puede ser considerada suficiente, pues, en la actualidad
tenemos una legislación cambiaria que a más de que en general es atrasada, está inspirada en principios contradictorios, ya que de una parte subsisten tendencias francesas casuales que
están en pugna ideal con las innovaciones del decreto ley 777.
Pero la más grave desvinculación entre la realidad y el derecho que divisamos en materia de la letra de cambio, es que en Chile se usa la letra de cambio para otra forma y con otros fines
que los concebidos por el legislador. En nuestro país, la letra de cambio se usa para documentar obligaciones bipersonales, cuando la letra está concebida para relaciones por lo menos
tripersonales, siendo el pagaré a la orden el instrumento adecuado para las relaciones entre dos personas, lo que origina en la práctica problemas, da origen a litigios y a veces produce
que deudores pueden eximirse del pago de sus obligaciones aduciendo argucias legales. En efecto, la letra supone que librador, librado y tomador, por regla general son diversas
personas; en nuestra práctica, las letras primero se aceptan y el librador es la misma persona que el tomador o beneficiario. Las disposiciones de nuestro Código de Comercio, que parte
de la base de un instrumento distinto que el usado en la práctica, en gran parte constituyen letra muerta y son inaplicables.
También, debemos señalar que nuestro Código de Comercio regla instrumentos en absoluto desuso, cual es la libranza.
En materia de operaciones bancarias, aparte de cuenta corriente bancaria y cheque, no existe legislación nacional específica, quedando todo a la legislación general; la práctica mercantil,
reglamentaciones de la Superintendencia de Bancos y a un esfuerzo, generalmente estéril, de tratar de identificar algunas operaciones bancarias como contratos civiles, lo que ocurre, por
ejemplo, en los depósitos bancarios y en ciertas operaciones de crédito mercantil que se pretende identificar con el mutuo civil. No existe reglamentación legal específica alguna sobre
materias tan importante como el contrato de apertura de crédito, usado en nuestro medio bajo la denominación de líneas de crédito según presupuestos de caja, sobre las múltiples
formas que revisten los depósitos bancarios o abiertos, cerrados, de ahorro, a plazo, etc.; sobre las variadas operaciones de créditos tales como el descuento, los avances contra valores, el
reporto, crédito documentario, etc.
No cabe duda alguna que en la materia que estamos tratando la realidad nacional ha superado con creces a la legislación mercantil, manifiestamente insuficiente y, posiblemente, salvo el
caso de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias, absolutamente atrasada, lo que implica un freno a nuestro desarrollo comercial.
Legislación nacional sobre la materia. Nuestro ordenamiento jurídico reconoce dos procedimientos concursales generales, cuales son la cesión de bienes y la quiebra. La primera
institución tratada en el Código Civil y también en la Ley de Quiebras ; y la quiebra tratada en ley especial, cuyo actual texto lo fijó el Decreto de Justicia Nº 1297 publicado el 16 de junio
de 1931, la que ha mantenido el esquema y principios de la Ley N°18.175 y sus modificaciones hasta el año 2005, Ley N°18.175 derogada por el artículo 346 de la Ley N° 20.720, de 2014,
sobre Reorganización y Liquidación de Activos de Empresas y Personas, en relación con el artículo 349 numeral 20 que deroga el Libro IV del Código de Comercio.
La realidad nacional y los procedimientos concursales. En primer lugar, es necesario recordar brevemente el origen de nuestra actual ley concursal. Desde inicios de 1981 Chile se vio
envuelto en una crisis financiera que puede ser catalogada como una de las más duras de su historia republicana. Ello hizo necesario la promulgación de una legislación acorde a la
época de su dictación, vale decir y atendida la gravedad de la situación, orientada a la liquidación inmediata y veloz. Tan alta era la carga de liquidaciones esperada que se creó el
sistema de síndicos de quiebra privados y se privilegió el potenciamiento de la Fiscalía Nacional de Quiebras en la persecución de los delitos concursales que pudieren haberse
configurado en ese entonces. Sin embargo, hoy, os parámetros no son los mismos y la ley que hace 30 años era perfecta para la realidad nacional hoy se comprueba anacrónica, una
legislación en que la reorganización y el salvataje no son el propósito general del legislador y donde incluso la misma liquidación se encuentra sometida a trabas sistémicas carentes de
justificación practica y legal.
En esta materia, el informe Doing Business 2012, del Banco Mundial, nos ubica en un meritorio lugar 39, subiendo 2 puestos en relación con el informe el año 2011. Sin embargo,
estamos ubicados en el lugar 110 en materia de solución de insolvencias, materia en la que estamos muy lejos de los mejores estándares mundiales.
Los elementos que sirven de base para las conclusiones que se entregan en los estudios revisados, dicen relación principalmente con los siguientes puntos: a) Duración de los
procedimientos. b) Nivel o porcentaje de recuperación del crédito. c) Nivel o porcentaje de costo que involucra la tramitación de un procedimiento concursal.
La ley establece un Veedor y Liquidador, referido las disposiciones orgánicas y regulatorias relativas a estos dos nuevos sujetos participes de los nuevos procedimientos concursales. Se
regula también una nómina de Martilleros concursales, quienes para participar en los procedimientos concursales deberán someterse a la fiscalización de la superintendencia del
ramo.
De la Insolvencia Transfronteriza, se incorpora la Ley Modelo de Insolvencia Transfronteriza de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (Uncitral por
sus siglas en inglés) la que tiene por objeto establecer mecanismos eficaces para la resolución de los casos de insolvencia transnacionales, en base a la cooperación entre los Estados,
en busca de resolver bajo un procedimiento la insolvencia de las empresas multinacionales, entregando mayor seguridad jurídica para el comercio y las inversiones.
De la Superintendencia Concursal, responde al tratamiento orgánico del ente fiscalizador concursal, que ve potenciado su accionar en comparación al esquema actual.
Modificaciones en otros cuerpos legales, se realiza un exhaustivo análisis de la normativa legal vigente que tenga relación con la quiebra y los convenios y se proponen modificaciones
a los principales cuerpos normativos.
Disposiciones transitorias, donde se establecen normas transitorias para una adecuada implementación del nuevo procedimiento, así como la debida instalación de la nueva
Superintendencia Concursal, continuadora de la actual Superintendencia de Quiebras.
La nueva ley 20.720, viene a poner énfasis en la reorganización de empresas “viables”, estableciendo procedimientos para la reestructuración de sus deudas, mediante un
acuerdo que se suscribirá entre ésta y sus acreedores, manteniendo igualmente el régimen dual, junto con la liquidación. Este énfasis siempre se sustenta en pro del Principio de
“Conservación de la Empresa”. No obstante, se evidencia a través de la historia del Derecho Concursal, que este Principio se encuentra un poco desequilibrado en cuanto a la realidad, y
desde aquí desde donde surgen varios cuestionamientos a la actual innovación legislativa, puesto que un sano régimen debiera ser neutro frente a una u otra solución, porque
dependiendo de cuál optimiza mejor los activos a beneficio del acreedor, una u otra opción son igualmente convenientes ética, económica y jurídicamente, entonces una Ley Concursal
debe concebirse como un instrumento más del mercado del crédito y no un Derecho Proteccionista de los deudores, siendo la importancia de una Ley Concursal, intervenir rápida y
oportunamente en este proceso de insolvencia, entendiendo al Derecho Concursal como el conjunto de normas jurídicas q crean, organizan y desarrollan un sistema de
procedimientos, de naturaleza convencional, administrativa y jurisdiccional, cuya finalidad genérica es la de erradicar la insolvencia d las transacciones económicas, así como también
prevenirla y reparar sus efectos o secuelas.
En virtud de ese objetivo, puede decirse que esta Ley, en comparación a la anterior, viene a aportar en varios aspectos, a saber, reducir los límites de tiempo a los
procedimientos, promover juzgados especializados y mejorar la transparencia, así como también la existencia de un Convenio Extrajudicial, tratar la Insolvencia Transfronteriza y
regular directamente la Insolvencia del Consumidor, todo esto con miras a responder a los Estándares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Sin embargo,
en el resto y en general, la nueva normativa, para el académico Juan Purga Vial, los aportes son sólo cambios superficiales, en la mayoría de los casos, terminológicos únicamente,
creyendo que pasado cierto tiempo, harán exigencia de necesarias modificaciones.
Estos procedimientos concursales, en virtud de los procedimientos para accionar, distinguen por un lado, al sujeto pasivo, el que bajo la antigua ley se distinguía entre deudor civil y
deudor comercial y quiebra de todo tipo de deudor, estableciéndose distintas causales para cada uno.
Hoy en día se habla de un procedimiento distinto, no hace distinción según la causal del deudor. El sujeto sometido a un Procedimiento Concursal puede ser persona natural o jurídica,
distinguiéndose entre empresa deudora y persona deudora.
Las acciones concursales tienen por objeto ser un remedio contra la insolvencia, o sea debe dirigirse contra alguien susceptible de sufrir de ella, es decir, alguien capaz de contraer
obligaciones, un sujeto d derechos y obligaciones que en nuestro ordenamiento jurídico corresponde a las personas, sean estas naturales o jurídicas. Antes también podía accionarse
en contra de la sucesión del deudor, lo que ya no es posible. También quedan fuera las Personas Jurídicas de Derecho Público, dejando la duda respecto de las Sociedades propias del
Estado. Así, con esta Ley se deja atrás la última conexión entre los Procesos Concursales y del Derecho Comercial, la noción de comerciante o de deudor que ejerce una actividad
comercial, industrial, minera o agrícola.
La importancia de la distinción que se hacía antiguamente, guardaba relación con el bien jurídico que se protegía, el cual se refería únicamente a los comerciantes, puesto que en
materia Civil existen las tutelas individuales. Lo fundamental para determinar esto era el rol del sujeto en la Economía, concretamente en relación con la Circulación de Riqueza y el Uso
de Créditos. En este sentido hay personas que juegan un rol significante en la Economía, sin embargo, hay un bien jurídico que siempre se verá comprometido en todo caso de
Insolvencia, cual es el Principio de Igualdad de los acreedores. De esto se extrae que siempre debe contemplarse un Proceso Ejecutivo Universal para cualquier tipo de insolvente, ya
que el hecho de que existan deudores de especial significancia, y su diferencial tratamiento podría derivar en un procedimiento màs drástico para ellos.
Entonces, con esta ley se termina con toda discriminación en el tratamiento concursal de los deudores, pues hoy toda persona productora de bienes o servicios, con o sin fines de lucro
se sujeta a un mismo Régimen Concursal, es decir, la ley 20720 prácticamente asimiló a todos los deudores productores de bienes y servicios, y sólo hace diferencia en el tratamiento
de la insolvencia de Consumidores. Y es la misma ley la que nos indica lo que ha de entenderse por cada una, es Empresa toda Persona Jurídica Privada, con o sin fines de lucro, y toda
Persona Natural Contribuyente de 1era categoría, o del número 2 del art. 42 del DL Nº 824 del Ministerio de Hacienda de 1974. Persona, por su parte, será toda persona natural, no
comprendida en la definición de Empresa Deudora, mejor dicho, los Consumidores. Cabe mencionar que estas distinciones se reflejan en el ámbito Procedimental, ya que los
procedimientos aplicables a la empresa se tramitarán ante un tribunal y los aplicables a las personas ante la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento, también en Materia
Penal, en cuanto a los ilícitos en que pueden incurrir, en el caso de las personas serán más limitados, también hay pequeñas diferencias respecto de las Acciones Revocatorias.
Por otra parte, tenemos al sujeto activo de esta acción, quienes son la “Colectividad de Acreedores”.
En cuanto a la causa a pedir la acción debemos convenir que se trata de la Insolvencia misma por parte del deudor, es decir la Cesación de Pagos, que corresponde a aquel Estado
Patrimonial que impide al deudor cubrir en integridad y oportunidad sus compromisos, constituye una real denuncia, la cual tiene modos limitados de acreditarse, denominados
causales de liquidación o hechos reveladores. Nuestra legislación fija los hechos reveladores de la Cesación de Pagos, la que no debería ser taxativa, porque el incumplimiento de
obligaciones, no necesariamente implica insolvencia, debería existir una fuerza ejecutiva colectiva, para distinguirla así de aquellas situaciones susceptibles de tutela individual. Pero
la nueva Ley no distingue esto, tratando ambos fenómenos por igual, exigiendo para la apertura d estos procedimientos antecedentes para solicitarla, al igual que la ley antigua hoy
constituyen solemnidad y generalidad, lo que antes al menos era susceptible de Recurso de Reposición, teniendo la oportunidad el Deudor de oponerse, ahora no es así, bastará la
causal, lo que será apelable es la Resolución de Liquidación.
G) Comercio marítimos
La legislación marítima. Nuestra legislación marítima comercial está contenida fundamentalmente en el Código de Comercio; Ley 3500 sobre Hipotecas de Naves y Ley 12.041 sobre
Reserva de Cabotaje y Ley de Navegación de 24 de junio de 1878.
La legislación marítima en la realidad nacional. Nos ocuparemos aquí de la legislación marítima comercial propiamente tal, sin considerar aquella legislación marítima comercial de
derecho público, como por ejemplo la ley de Reserva del Cabotaje o los aspectos técnicos a que se refiere la Ley de Navegación de 3 de julio de 1878.
En cuanto a la legislación marítima propiamente tal, contenida fundamentalmente en el Libro III del Código de Comercio, puede afirmarse con toda seguridad, que ella ha sido superada
en gran parte por la realidad y los progresos de la navegación, haciendo inaplicable gran parte de las disposiciones legales y no contemplándose las nuevas formas jurídicas que se
emplean en la actualidad.
En efecto, en cuanto a los sujetos del derecho marítimo, el Código no considera a las empresas de navegación y a la forma moderna de ejercer este tipo de comercio, que en la práctica
han modificado las obligaciones y derechos del capitán y de las demás personas que intervienen en el derecho marítimo.
En cuanto al fletamiento, podemos afirmar que nuestra ley no contempla las formas modernas de realizar el transporte de mercaderías por mar, tal como el "time charter" y que las
disposiciones legales sobre el fletamento en cuanto inciden en el comercio internacional, son inaplicables, ya que las partes prefieren regirse por las reglas de York y Amberes.
También cabe notar que el Código regla el préstamo a la gruesa aventura, que ya no existe en la actualidad.
Este ligero esbozo de nuestra legislación marítima comercial, nos revela que ésta es una de las materias del derecho comercial que debe ser puesta al día, ya que el comercio marítimo
para Chile reviste fundamental importancia, en razón de nuestra ubicación geográfica.
Lo que caracteriza al derecho comercial en esta era de cara al desarrollo y su consolidación consiste En el empeño de los Estados por lograr unidad interna en materia legislativa y de
administración de justicia.
Desde ellas no ocurre ningún aporte relevante hasta el s.XVII, cuando en Francia se dictan las Ordenanzas de Colbert (de 1673 la primera, referida al comercio terrestre; y 1681 la
segunda, que regulaba el comercio marítimo). Ellas recogen lo existente hasta esa época sobre reglamentación de actividades mercantiles, y tienen gran trascendencia, por ser el
antecedente del Código de
Comercio dictado por Napoleón en 1807.
El aporte de España. La aportación española ha sido igualmente muy importante. Barcelona y Valencia, especialmente, compitieron en auge comercial con las ciudades
italianas y pronto tuvieron, como aquéllas, sus corporaciones o cofradías de mercaderes con jurisdicción propia. El hecho de haber producido España el famoso Libro del Consulado del
Mar (redactado con toda probabilidad por los magistrados de Barcelona hacia el siglo XII), que fue la más completa colección medieval de usos marítimos y alcanzó vigencia durante
varios siglos en todos los puertos, españoles o no españoles, del Mediterráneo, dice bien claramente la forma en que este país contribuyó al nacimiento y desarrollo del derecho
mercantil. En el Código de las Costumbres de Tortosa, del siglo XIII, y en la obra legislativa medieval: Fuero Real, Código de las Siete Partidas, Ordenamiento de Alcalá, se encuentran
numerosas disposiciones reguladoras del comercio. Las Ordenanzas de Bilbao (1737) constituyeron, por su excelencia y difusión, una de las más valiosas aportaciones al acervo del
derecho mercantil. En 1737 se dictan por Felipe V las Ordenanzas de Bilbao, que constituyen verdaderamente un Código de Comercio, y que regulaba no sólo materias referidas al
intercambio marítimo, si no que contempla una serie de normas relativas a otros órdenes de asuntos mercantiles, como la legislación concursal. Reciben aplicación en Chile desde
1795, cuando inicia sus actividades el Tribunal del Consulado de Santiago.
En tal forma, resulta que el derecho comercial se ha ido integrando de acuerdo con las necesidades del comercio, distinguiéndose perfectamente frente al derecho civil; de lo cual
resulta –dice Castillo– que cuando una situación determinada no está regida por preceptos expresos de la ley mercantil, corresponde atenerse a los principios fundamentales que
gobiernan cada institución, si es que no se quiere correr los riesgos de la aplicación de otro derecho que no ha evolucionado como el derecho comercial.
Con el paso del tiempo los mercaderes constataron que el Derecho Común no era suficiente para regular su actividad, ya que no contemplaba las situaciones de orden comercial, ni
siquiera desde el punto jurisdiccional. Debido a ello surge la necesidad de un sistema normativo nuevo, tanto en sus aspectos sustantivos como procesales. Así se desarrolla un Derecho
propio de los comerciantes; surge como un Derecho Profesional, pero con posterioridad, tras el impacto de las ideas del s.XVIII y de la Revolución, pierde su carácter corporativo (de
2
RICARDO SANDOVAL LOPEZ ,DERECHO COMERCIAL, TOMO I Volumen 1 ACTOS DE OMERCIO 5a edición actualizada
EDITORIAL JURIDICA DE CHILE.
Derecho del gremio) y pasa a ser un Derecho que se aplica con independencia del status personal del autor del acto, en razón de la naturaleza del acto que se ejecuta; esto es, el
Derecho Comercial pasa a regir los Actos de Comercio.
Los antecedentes de la codificación. Ya en los siglos XVII y XVIII, con la formación de los grandes Estados monárquicos, Francia y España se destacan por sus intentos de legislar sobre el
derecho comercial en forma orgánica. En Francia, bajo el reinado de Luis XIV y por iniciativa de Colbert, se dictan dos ordenanzas, una en 1673 y otra en 1681, relativas al comercio
terrestre y marítimo respectivamente, que serán conocidas con el nombre de su autor: Ordenanzas de Colbert. En España, Felipe V en 1737 dio carácter de ley general a unas
ordenanzas de los comerciantes de Bilbao, que llegaron a constituir la legislación comercial española y que se conocen con el nombre de Ordenanzas de Bilbao.
En Prusia, Federico el Grande intentó insertar el derecho comercial como un capítulo del derecho territorial prusiano, lo que se logró solamente mucho después.
En Gran Bretaña regían los usos y costumbres de los comerciantes, incorporados al common law o derecho común, admitiéndose, por consiguiente, la prevalencia de los usos y
costumbres conforme a los precedentes judiciales.3
Desde que se organiza la República se ve la necesidad de dictar normas de la más diversa índole, que reflejen la nueva situación política y económica. En 1846 se nombra una comisión
para que elabore un proyecto de Código de Comercio, la que tuvo pocos resultados. En vista de ese fracaso, se encomendó en 1852 la redacción de un proyecto de Código al jurista
argentino Gabriel Ocampo, que en 1861presenta el fruto de su labor, que fue promulgado en 1865 y comenzó a regir en 1867. En todo caso, con anterioridad ya se habían dictado leyes
especiales, cuyo contenido fue abarcado por el nuevo Código, como la prelación de créditos, materias bancarias y de compañías de seguros.
El autor del Código realizó la ardua empresa de sistematizar nuestro derecho comercial. Se sirvió para ello no sólo de las Ordenanzas de Bilbao y de algunas leyes patrias, sino del
Código de Comercio español de 1829, del francés de 1807 y de los vigentes a la sazón en Holanda, Hungría, Prusia, Portugal y Buenos Aires. También tuvo en consideración algunas
leyes especiales, como las leyes franceses sobre sociedades en comandita, y la de quiebras de 1838.
Nuestro Código delimitó el campo de lo jurídico comercial, y puso término así al confusionismo doctrinario y legislativo que entonces imperaba; señaló su ámbito de aplicación y
enumeró los actos de comercio. Con esto último pretendió obviar las dificultades que originaban la definición de los actos mercantiles o su determinación, según el criterio objetivo o
subjetivo.
Se preocupó, especialmente, de todo lo relacionado con la formación de los contratos y en esta materia, dilucidó diversos problemas que eran objeto de constante controversia.
Estableció claramente cuándo la propuesta obliga al oferente; dispuso que el contrato se perfeccione por la mera declaración de aceptación del destinatario, y señaló la residencia del
aceptante como lugar de celebración del contrato. La jurisprudencia ha declarado que estas reglas son aplicables a todos los contratos, tanto civiles como mercantiles.
Se reglamentó extensa y minuciosamente la sociedad colectiva, la comandita simple y la por acciones, la sociedad anónima y la asociación o cuentas en participación, utilizándose al
respecto el escaso material jurídico de que se disponía en aquellos tiempos.
Las Ordenanzas de Bilbao trataban la institución del seguro en relación casi exclusivamente con el seguro marítimo. El Código comienza con las reglas comunes y definiciones, que
comprenden al seguro terrestre y al marítimo; continúa con las reglas propias del seguro terrestre, y en algunos ramos especiales de éste; estructura después las normas sobre el
seguro de vida; y por último, las particulares del seguro marítimo, que contempla en el Libro que se ocupa del Comercio Marítimo.
Esta sistematización lógica no sólo innova con respecto a las Ordenanzas, sino que tiene el sello de la originalidad, aun comparándola con las legislaciones extranjeras más adelantadas
en esa época.
Nuestro Código fue el primero que reglamentó el contrato de cuenta corriente, y hay que reconocerle también la prioridad en atribuir plena eficacia legal al endoso en blanco de los
efectos de comercio.
En su Libro III, que ha sido el más criticado, se pronunció por la naturaleza mobiliaria de las naves; rechazó la noción de sociedad para la copropiedad de aquéllas; optó por el sistema
latino de abandono en cuanto a la limitación de responsabilidad del naviero; describió y detalló los deberes y atribuciones! de todas las personas que intervienen en el comercio
marítimo, desde el naviero hasta el hombre de mar; mantuvo la norma tradicional de hacer perseguible las naves en poder de terceros, por los acreedores privilegiados y comunes,
pero limitó aquel principio en favor de las naves despachadas, y de las extranjeras surtas en puertos del país, con el propósito de intensificar el comercio marítimo.
Las disposiciones sobre las quiebras, actualmente eliminadas del texto, constituyeron un régimen que era muy urgente establecer, en protección de los intereses de la masa y de los
acreedores del fallido.
Ese Código es el que nos rige hasta hoy, salvo algunas materias que se han regulado en forma especial a través de la legislación complementaria, como la Ley de Quiebras (la primera
de las cuales data de 1929, que vino a derogar en su totalidad el libro cuarto del Código, y que fue modificado en 1982), la Ley de Sociedades Anónimas, sobre Títulos de Créditos,
Letras de Cambio, Pagarés, y La Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques.
3
Cita 2.
4
Cita 2.
Su carácter progresivo se debe a que la especulación y el espíritu del lucro que guía todas sus operaciones le dan tal movilidad para satisfacer sus necesidades, que esta rama del
derecho de continuo exige reglas jurídicas nuevas, en armonía con los progresos experimentados. De ahí que el derecho comercial tenga una evolución siempre rápida y constante,
porque la costumbre es la primera manifestación externa de la necesidad de nuevas instituciones jurídicas adecuadas al progreso experimentado.
2.- EL DERECHO COMERCIAL REGULA EL COMERCIO COMO ACTIVIDAD DE CAMBIO E INTERMEDIACIÓN CON FINES DE LUCRO.
Además de los actos de cambio, la actividad comercial supone una interposición entre productores y consumidores. Esta intermediación no es otra cosa que el acercamiento de los
bienes del productor al consumidor. Es el comerciante quien pone a disposición de los consumidores los bienes producidos; es él quien realiza los actos de intermediación,
contribuyendo de esta suerte a acelerar el proceso de la producción.
El comerciante, al ejecutar su misión de intermediario entre quienes producen los bienes y quienes los necesitan para satisfacer sus necesidades, presta un servicio que normalmente
debe ser retribuido mediante la obtención de una ganancia o lucro. El ánimo de lucro es, en consecuencia, un elemento de la actividad comercial, pero que por sí solo no basta para
caracterizarla. Es precisa la comparecencia de la intermediación en el proceso productivo. Así, ciertas actividades profesionales suponen la persecución de bienes lucrativos, pero por
no contar con el otro elemento no pueden
Ser consideradas como actividades mercantiles.
El comercio puede definirse señalando que se trata de una actividad de intermediación entre productores y consumidores realizada con propósito lucrativo.
Vale la pena tener presente que el comercio, en sentido económico, comprende solamente la circulación o distribución de las riquezas, excluyendo el proceso de la producción, en tanto
que, en sentido jurídico, la actividad comercial comprende no sólo la distribución o circulación de los productos, sino también su producción misma. En este sentido, Ripert ha dicho:
“El industrial en sentido jurídico del término es un comerciante”. Sin embargo, la agricultura, la actividad extractiva en general (minería), los servicios prestados por los profesionales
liberales, si bien son parte de la actividad económica, no quedan comprendidos dentro de la esfera de aplicación de esta disciplina jurídica. Pero en la legislación nacional de quiebras,
el deudor que ejerce una actividad comercial, industrial, minera o agrícola, queda sujeto a un régimen más riguroso, en el cual resulta más fácil la declaratoria y las consecuencias de
la quiebra son más vastas.
5
Cita 2.
La Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional, en su calidad de principal órgano jurídico del sistema de las Naciones Unidas en la esfera del Derecho
Mercantil Internacional, recibió de la Asamblea General el mandato de fomentar la armonización y unificación progresivas del derecho mercantil internacional, para lo cual debería:
–Coordinar la labor de las organizaciones que trabajan en esta esfera y estimular la colaboración entre ellas;
–Fomentar una mayor participación en los convenios internacionales existentes y una aceptación más generalizada de las leyes modelos y uniformes existentes;
–Preparar o promocionar la aprobación de nuevos convenios, leyes modelos y leyes uniformes internacionales, así como la codificación y una aceptación más amplia de los términos,
disposiciones, costumbres y prácticas comerciales internacionales, en colaboración, cuando correspondiese, con las organizaciones que ya trabajasen en esta esfera;
–Buscar y favorecer la adopción de métodos y procedimientos que contribuyan a uniformar la interpretación y aplicación de los convenios y leyes uniformes internacionales en el
campo del derecho mercantil;
–Reunir y difundir información sobre leyes nacionales y sobre la evolución jurídica moderna, incluida la jurisprudencia, en lo relativo al derecho mercantil internacional;
–Establecer y mantener una estrecha colaboración con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo;
–Mantenerse en contacto con otros órganos de las Naciones Unidas y con los organismos especializados que se ocupan del comercio internacional; y
–Adoptar cualquier otra medida que pudiera considerar útil para desempeñar sus funciones.
La Comisión estuvo inicialmente compuesta de 29 Estados y en 1973 se amplió a 36 el número de sus miembros. Su composición ha sido estructurada con miras a que sea
representativa de las diversas regiones geográficas y de los principales sistemas jurídicos y económicos del mundo. Nueve de sus miembros son Estados de África, seis son Estados de
América Latina, siete son Estados de Asia, cinco de Europa Oriental y nueve de Europa Occidental. Sus miembros son elegidos por la Asamblea General por períodos de seis años,
expirando cada tres años el mandato de la mitad de los miembros de la Comisión. A este respecto, Chile ha participado como Estado elegido desde 1970 en adelante y en 1992 fue
reelegido para un nuevo período de seis años más.
La Comisión ha elaborado hasta la fecha varias Convenciones, todas las cuales han sido aprobadas en Conferencias Internacionales convocadas por las Naciones Unidas, y en todas
participó Chile. Estas son:
–Convención sobre la Prescripción en Materia de Compraventa Internacional de Mercaderías (Nueva York, 1974);
–Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías, celebrada en Viena el año 1980, suscrita y ratificada por Chile, que entró en
vigor en 1988;
–Convención de las Naciones Unidas sobre el Contrato de Transporte Marítimo de Mercancías, suscrita en la Conferencia de Hamburgo en 1978, ratificada por nuestro país, que entró
en vigencia el 1º de noviembre de 1992; el Libro III de nuestro Código de Comercio se inspira en ella;
–Convención de las Naciones Unidas sobre Letras de Cambio Internacional y sobre Pagarés Internacionales, de 1988, que fue suscrita por Chile, pero aún no ha entrado en vigencia ni
ha sido ratificada por nuestro país;
–Ley Modelo de la CNUDMI sobre Arbitraje Comercial Internacional, aprobada por la Comisión en su 18º período de sesiones de 1985 y aprobada por resolución 40/72 de 11 de
diciembre de 1985 por la Asamblea General;
–Ley Modelo de la CNUDMI sobre Transferencias Internacionales de Crédito, aprobada en el 25º período de reuniones de la Comisión, el 15 de mayo de 1992;- y
–Ley Modelo sobre Contratación Pública Internacional, aprobada por la Comisión en su 26º período de reuniones en 1992.
6
Cita 2. pp.9.
7
Cita 2. Pp. 9 a 12
8
Cita 2 pp. 11 y 12
inversamente, ciertas personas que no son comerciantes se valen de determinadas operaciones mercantiles. De esta suerte, no es posible dejar de analizar la naturaleza y la forma de
los actos y esto destruye la unidad de la doctrina subjetiva, que atiende a la persona fundamentalmente.9
4.3.-) EL DERECHO COMERCIAL COMO AQUEL QUE RIGE LOS ACTOS DE COMERCIO O CONCEPCIÓN OBJETIVA
La Revolución Francesa proclamó la libertad de ejercicio del comercio y terminó con el monopolio de los gremios y corporaciones. A la ideología revolucionaria que preconizaba la
igualdad ante la ley, le repugnaba el mantenimiento de un derecho de clase (derecho de los comerciantes), por lo que el Código de Comercio francés de 1807 debilita la tradicional
fisonomía profesional del derecho comercial, para intentar ofrecer la imagen de un derecho regulador de los “actos de comercio objetivos, mercantiles en sí, con independencia de la
condición o profesión del sujeto que los realiza”.
Es ésta la concepción objetiva del derecho comercial, que nace como reacción contra la noción subjetiva o profesional del mismo derecho. Ella se extiende por todos los países que, al
codificar sus leyes mercantiles, tomaron como modelo el Código de Comercio francés de 1807. Ello explica que la doctrina de los busque el concepto de acto de comercio, que habría
de servir de fundamento al nuevo derecho de corte liberal. Al no encontrar un concepto unitario del acto de comercio del sentido objetivo, tampoco se pudo ofrecer una noción del
derecho comercial como disciplina reguladora de esos actos mercantiles, cuya naturaleza íntima se desconocía. Por esta razón se produce más tarde un retorno a la concepción
subjetiva profesional del derecho comercial.
El autor más representativo de esta noción es Pardessus, en Francia, el cual en su Curso de Derecho Comercial, publicado en 1814 y reeditado hasta 1846, da una interpretación audaz
del artículo 632 del Código de Comercio francés, que enumera los actos de comercio considerados por él como “los únicos objetos de la legislación comercial”.
De acuerdo con el Código de Comercio francés de 1807, la jurisdicción debía conocer tanto las controversias entre comerciantes (competencia personal) como los litigios derivados de
la ejecución de los actos de comercio objetivos realizados por los comerciantes o por los no comerciantes (competencia real).
La legislación francesa consagra la concepción objetiva del derecho comercial en la ley de 23 de mayo de 1863, relativa a la prenda, vigente en la actualidad. De acuerdo con esta ley,
que modificó el artículo 91 del Código de Comercio francés, las reglas probatorias del derecho comercial se aplican a la prenda constituida por acto de comercio, sea por un
comerciante o por un no comerciante.
4.4.-) EL DERECHO COMERCIAL COMO RAMA JURÍDICA QUE REGULA LA EMPRESA CONCEPCIÓN MODERNA. 10
En nuestros días las operaciones comerciales se realizan “en serie”, van encadenadas unas a otras y para lograr efectuar esas “operaciones masivas” es menester desarrollar una
actividad continua y permanente, no ocasional ni aislada o eventual, y para desplegar esa actividad se requiere una organización adecuada: la empresa. Por eso, teniendo en cuenta los
supuestos concretos de la realidad actual, para algunos autores el derecho comercial “es aquel que regula y ordena la actividad económica constitutiva de empresa” y el derecho
ordenador de la organización y de la actividad profesional de los empresarios.
Dentro de la tendencia de quienes conceptúan así al derecho comercial, un autor italiano dice que “es el derecho de la economía organizada” y que “la empresa es la persona
económica que el derecho comercial regula”.
Se critica esta concepción diciendo que las actividades ocasionales quedarían excluidas y que no se trataría del derecho de la empresa, sino del derecho de determinadas empresas, lo
que no corresponde a la realidad, porque los actos aislados no relacionados con empresa alguna quedan también dentro del dominio de la ley mercantil.
Para los comercialistas franceses se trata de otra forma de “subjetivizar” el derecho comercial y que reposa, en cierta medida, en las observaciones hechas por Ripert, para quien la
vida de los negocios depende esencialmente de la actividad de “especialistas” que se dedican al comercio en forma principal, ejerciendo la profesión comercial.
Pero, a diferencia de Ripert, el jurista italiano Vivante considera que la profesión comercial es un marco demasiado estrecho; la noción de empresa comercial debe reemplazarlo para
poner el derecho en armonía con la nueva realidad económica.
La noción de empresa lanzada por Vivante como fundamento del derecho comercial moderno es seguida en Francia por Escarra, quien considera que éste debe ser modificado en su
fundamento para llegar a ser específicamente el derecho de las empresas comerciales. El acto de comercio no es sino un acto ejecutado por la empresa comercial considerada como la
célula económica de la actividad comercial engendrada por la economía moderna.
5.1.-) LA CONSTITUCION POLITICA DE LA REPUBLICA COMO FUENTE FORMAL DEL DERECHO COMERCIAL CHILENO.
El derecho comercial, como rama del derecho vigente en Chile queda sometido a la Constitución Política de 1980, como norma de rango superior. A su vez el Derecho Constitucional
Económico, como rama del Derecho Público, surge como consecuencia del reconocimiento de los Estados contemporáneos en cuanto a la necesidad de incorporar en las leyes
fundamentales, aquellas bases sociales y económicas esenciales para el adecuado funcionamiento del sistema político. Así, las Cartas Fundamentales ha incluidos principios y normas,
que amén de fijar el marco orgánico de la actuación económica del Estado, consagran un estatuto garantís tico específico tendiente a proteger la actividad e iniciativa económica
privada.
El concepto de Constitución Económica nace en Europa y su origen lo sitúa la doctrina comparada en la Constitución Alemana de Weimar de 1919, que dio lugar al modelo
socialdemócrata Alemán. A partir de la segunda postguerra el constitucionalismo y la economía comienzan acercarse decididamente, empujados principalmente por los postulados de
la escuela liberal alemana de Friburgo de fines de la década de los años 40.
9
Cita 2. Pp. 12
10
Cita obra 2. Pp. 13 y 14
11
Cita obra 2. PP. 14 y 15
En Chile, el fenómeno de la constitucionalización de las bases de la economía se ha visto plasmado en el articulado de la Constitución Política de 1980. Reunidas en torno a la fórmula
doctrinaria del Orden Público Económico (acuñada por Georges Ripert, en la primera mitad del siglo XX), se contempla en la carta Fundamental diversas normas y principios jurídicos
que fijan lo esencial y característico del escenario económico del país, público y privado.
En el Derecho Comparado se designa a este componente de la Ley Fundamental: Constitución Económica. (1) En palabras del profesor García-Pelayo, Constitución Económica es el
conjunto de "normas básicas destinadas a proporcionar el marco jurídico fundamental para la estructura y funcionamiento de la actividad económica, o, dicho de otro modo, para el
orden y el proceso económico".
En nuestro medio el concepto de Orden Público Económico, ha sido objeto de distintas definiciones que recogen contenidos diversos. Para el profesor Mario Verdugo el art. 19, Nºs. 21
y 22 de la Constitución Política desarrollan los aspectos fundamentales del llamado Orden Público Económico (3). Este Orden José Tomás Hurtado lo define como "el conjunto de
medidas adoptadas por la autoridad con el fin de organizar la actividad y las relaciones económicas"(4); pero agrega entre los componentes del Orden Público Económico a la totalidad
de las normas constitucionales que inciden en la economía.
Resulta indudable que bajo el concepto de Orden Público Económico se contienen elementos de una política económica determinada, lo que significa un sello ideológico concreto en las
normas constitucionales en que cristalizan los principios, derechos, garantías e instituciones que le son propias. Con acierto, J. Tomás Hurtado ha escrito que "el orden económico que
se desea establecer en nuestro país es una economía social de mercado. En la economía social de mercado el principio rector es la libertad económica que se manifiesta de distintas
maneras. En el régimen de bienes, por una preponderancia de la propiedad privada. En el régimen de mercado, en cuanto a que se le atribuyen a éste un rol económico y un rol
cultural. El rol económico es el empleo o la utilización de la libre competencia como el mecanismo dinamizador por excelencia de la economía; y en el orden cultural se estima que esta
libertad de mercado de la cual forma parte está libre competencia es una expresión económica de un principio más amplio de libertad"(5). Por ello la finalidad de este Orden es crear
un sistema de protección a todas las personas en cuanto al ejercicio de los "valores de libre iniciativa y apropiabilidad de bienes, de fisonomía o igualdad de oportunidades, ante la ley
y en el trato económico, del derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes y, en general, de la prioridad del sector privado, paralela a la subsidiariedad
estatal, en el marco de la libre competencia en un mercado legalmente regulado".
Con la incorporación de estas normas económicas en la Constitución, complementadas con acciones constitucionales y herramientas procesales eficientes, se busca que aquellos
principios fundamentales, tales como la libertad económica, la autonomía de los cuerpos sociales intermedios, la subsidiariedad del Estado y del derecho de propiedad, entre otros,
queden a resguardo de los actos del algún gobierno o autoridad e incluso de leyes que aprobadas por mayorías accidentales, la hagan perder toda significación y vigencia en un
momento dado.
5.1.1.1.-) EL PRINCPIO DE AUTONOMIA DE LOS CUERPOS INTERMEDIOS, CONSAGRADO EN ARTÍCULO 1° INCISO 3° DE LA CPE.
El contenido del artículo 1º, inciso 3º de la Constitución, una de las bases esenciales de la institucionalidad, fluye claro de los propios términos utilizados por el constituyente.
Lo que primero aparece es que la Constitución reconoce la existencia de los grupos intermedios, es decir, toda forma de asociación que los hombres crean como modo de unir
esfuerzos en aras de la obtención de una finalidad común, en la más variada gama de intereses que mueven a la persona en su vida de relación, por medios lícitos; es un
reconocimiento explícito y formal del derecho de asociarse, en los frutos que este derecho crea: los reconoce como parte integrante y fundamental de la vida social.
Pero no sólo los reconoce sino que también el Estado los ampara, es decir, les da protección, tutela, defensa, frente a todos los intentos emanen de los particulares o de los órganos
públicos estatales tendientes a desconocerlos, sea en su existencia misma, sea en el libre desenvolvimiento de sus actividades para conseguir sus fines propios y específicos.
Y más aún: no sólo los reconoce y ampara, sino que, además, les garantiza la adecuada "autonomía" para cumplir sus propios fines específicos, esto es la necesaria libertad para
organizarse del modo que estimen más conveniente sus miembros, decidir sus propios actos y la forma de administrar la entidad, y fijarse los objetivos o fines que desean alcanzar, por
sí mismos y sin injerencia todo ello de personas o autoridades ajenas a la entidad, asociación o grupo.
Esa "autonomía" es precisamente la que les permite tener fines propios, organizar los medios necesarios para cumplirlos y alcanzarlos, determinar los bienes que afectarán a dichos
objetivos, contratar el personal que requiera, escoger la forma de administración más idónea y eficiente, repartir los beneficios que de la actividad en común provengan, relacionarse
con otras entidades o grupos, etc. Y sin más limitaciones que las que impongan la Constitución y las leyes dictadas en su conformidad, es decir la moral, el orden público y la seguridad
del Estado, y los propios fines de la entidad (art. 19 Nº 15 y art. 23); no interviniendo la autoridad pública sino en la medida que infrinjan el ordenamiento o su propia ley o estatuto
social.
La propia Constitución se encarga de garantizar esa "autonomía" de los grupos intermedios de la comunidad al señalar que serán sancionados ellos y sus dirigentes que desvíen los
fines de estos grupos a actividades ajenas a sus objetivos específicos (art. 23 inc. 2º); vale decir que como modo de proteger y garantizar la autonomía de estas entidades se sanciona a
quienes abusando de la libertad que les otorga esa autonomía reconocida por la Constitución exceden el ámbito de sus propios fines invadiendo campos ajenos con actividades que
escapan a sus objetivos específicos.
También en esta materia de la autonomía de los grupos intermedios ha tenido ocasión de pronunciarse la Corte Suprema a través de un recurso de inaplicabilidad al planteársele la
inconstitucionalidad de una norma legal (art. 40 de la ley 18.045, de 1981) que prohibía o impedía a una entidad mercantil (Bolsa de Valores) el repartir utilidades a sus socios, es
decir, impedía a una sociedad repartir entre sus miembros los beneficios que de la común actividad provenían.
En un fallo memorable, Bolsa de Comercio de Santiago (23.1.1985), la Jurisdicción Suprema, en pleno, declaró al efecto que "la autonomía garantizada por la Constitución tiende al
amparo de los grupos intermedios que organizan y estructuran la sociedad, algunos de los cuales son entes mercantiles que contribuyen a esa organización en lo económico".
Y agrega, respecto del tema planteado: aun cuando una entidad intermedia tenga por objeto principal uno específico y determinado, en la medida en que es una sociedad mercantil es
evidente que su finalidad propia como grupo intermedio es "lograr metas económicas, y si este fin no lo consulta la ley, puede el propio grupo proponérselo insertándolo en sus
Estatutos, Escrituras o Acuerdos, ejerciendo así la autonomía que la Constitución le reconoce y ampara y que es fin esencial de todo organismo que persigue fines lucrativos".
Autonomía, darse sus propias normas (autónomos), fijarse su propia ley, su estatuto social; administrarse por sí mismo, de acuerdo a su propia ley social; determinar sus propios fines;
afectar bienes del modo más conveniente a esos objetivos; tener sus propios controles para asegurar así del mejor modo el cumplimiento de sus fines; repartir utilidades si son
entidades societarias lucrativas; etc., son algunas de las manifestaciones más relevantes de esa libertad asociativa que el constituyente reconoce al hombre, que es un ser social y que
vive congregado en la multitud, en la cual alcanza su desarrollo, progreso y perfección en tanto persona.
La jurisprudencia de la Corte Suprema es constante y reiterada y desde hace varios años en orden a afirmar, por la vía del recurso de protección, que constituyen actos ilegales y
arbitrarios todos aquellos que amenazan, perturban o privan del derecho de administrar una sociedad a quienes poseen legítimamente la atribución de realizar esta función, por
haber sido designados por el cuerpo social y de acuerdo al estatuto societario, como directores, gerentes o administradores de dicha sociedad.13
12
JEQUIER LEHUEDE, EDUARDO, Curso de Derecho Comercial, Editorial Legal Publishing Chile, 1° Edición marzo de 2013.
13
SOTO KLOSS, EDUARDO, La autonomía de los cuerpos intermedios y su protección constitucional , Publicado
en: Puntales Santiago, Chile 2010-04-28 15:06:20.813993-04 Citas: CL/DOC/1885/2010
reconoce y que no les otorga el Estado. En esta perspectiva los grupos intermedios son la resultante de la autonomía de la voluntad de la persona natural, autonomía que descansa en
la libertad, la cual le permite el ejercicio de los derechos públicos subjetivos que la Constitución de 1980 le reconoce, explícitamente, en el artículo 19 del Capítulo III "De los Derechos
y Deberes Constitucionales".
En consecuencia, la causa o razón de la creación de los grupos intermedios se encuentra, en primer lugar, en una manifestación de la voluntad libre de las personas, voluntad que la
lleva a ejercer los derechos que la Constitución le reconoce y garantiza; en segundo lugar los grupos intermedios son entidades privadas que el hombre debe crear para satisfacer las
necesidades que no puede alcanzar individualmente, ni dentro de los límites de su familia, para ello requiere dar lugar a agrupaciones idóneas para el fin que se ha propuesto.
En cuanto a los efectos de la instauración del principio de subsidiariedad del Estado
la mencionada "Declaración de Principios del Gobierno de Chile" expresa: "Si la sociedad superior nace para cumplir fines que la inferior no puede realizar sola, si ésa es su
justificación, resulta evidente que no le es legítima la absorción del campo propio de la menor, y dentro del cual ésta debe tener una suficiente autonomía. La órbita de competencia de
la sociedad mayor empieza donde termina la posibilidad de acción adecuada a la menor".
La idea señalada está reconocida textualmente en la mencionada "Declaración de Principios del Gobierno de Chile", que al respecto dice: "Aplicado este principio 'de subsidiariedad'
al Estado, debemos concluir que a él le corresponde asumir directamente sólo aquellas funciones que las sociedades intermedias o particulares no están en condiciones de cumplir
adecuadamente, ya sea porque de suyo desbordan sus posibilidades (caso de la defensa nacional, las labores de policía o las relaciones exteriores), o porque su importancia para la
colectividad no aconseja dejar entregadas a grupos particulares restringidos (casos de los servicios o empresas estratégicas o fundamentales para la Nación), o porque envuelven una
coordinación general que por su naturaleza corresponde al Estado".
Frecuentemente se relaciona el principio de subsidiariedad del Estado con la iniciativa privada en las actividades económicas, que producen bienes y servicios, vale decir, con las
actividades industriales y comerciales. Dicha vinculación entre principio de subsidiariedad y economía es muy importante, puesto que de la conjunción de ellas se derivan importantes
derechos como son el "derecho a la propiedad", que es la posibilidad efectiva de adquirir bienes con el producto de nuestro esfuerzo, y el "derecho de propiedad", que se expresa en la
posesión, en el goce y en la disposición de un patrimonio ya adquirido. Ahora bien, es incuestionable que sin la vigencia del "derecho a la propiedad" y del "derecho de propiedad" no
puede existir una sociedad políticamente libre.
Sin perjuicio de lo expresado, el principio de subsidiariedad se extiende a otros derechos, como es el caso del derecho de asociación, para fines que no son propiamente económicos,
aun cuando puedan producir indirectamente efectos económicos, como las asociaciones de productores o de comerciantes, como los sindicatos de profesionales, de empleados y de
obreros, como las asociaciones que persiguen fines sociales, de bienestar, culturales o religiosos.
Para tal efecto, en el ámbito económico resulta esencial el acceso a una información económica y financiera oportuna, completa, transparente y veraz por parte de la autoridad y de los
agentes que interactúan en el mercado, de manera de contar con los elementos suficientes para estructurar un juicio informado y objetivo del funcionamiento de los cuerpos
intermedios como unidades productivas y desde allí intervenir o no en la actividad propia de los mismos.
El principio de subsidiariedad también se concreta en el derecho público subjetivo de asociación, que está consagrado en el número quince del artículo 19, cuyos dos primeros incisos
dicen: "Artículo 19. La Constitución asegura a todas las personas: inciso 1°. El derecho de asociarse sin permiso previo; inciso 2°. Para gozar de personalidad jurídica, las asociaciones
deberán constituirse en conformidad a la ley".
El inciso 2º; del Nº 21 del artículo 19 regula con sobriedad la actividad empresarial del Estado y sus organismos, en el sentido de que podrán desarrollar tales actividades o participar
en ellas "sólo si una ley de quórum calificado los autoriza". La mención al Estado y sus organismos cubre a la totalidad de los entes públicos, independientemente de su denominación.
Esto significa que queda comprendido bajo la denominación de Estado y sus organismos los componentes de la Administración del Estado al tenor de lo prescrito en el artículo 1º; de la
ley Nº 18.575.
Sobre la definición de empresa, el profesor Jorge Precht ha enumerado los siguientes elementos: "La existencia de un organismo determinado y unitario una cierta permanencia, una
cierta duración (nuestro concepto de la habitualidad posibilidad de realizar un beneficio Actividad económica: producción, intercambio, circulación de bienes o servicios Relación con
una clientela, un mercado Sujeto de derecho, persona física o moral Dirección autónoma Contabilidad propia.".
Sobre este punto cabe destacar que la actividad empresarial del Estado debe ser analizada desde la perspectiva del principio de subsidiariedad que condiciona el crecimiento del sector
público, lo que nos lleva a interpretar la norma del artículo 19 Nº 21 en el sentido que el constituyente exige para cada actividad empresarial del Estado una autorización contenida en
ley de quórum calificado. Por consiguiente, la subsidiariedad del Estado debe ser entendida "en el sentido que la Administración no asume tareas de acción directa en materia
económica, sino cuando falte la iniciativa privada, y sólo intervendrá (acción indirecta) cuando lo exijan los intereses superiores de la nación reconocidos y autorizados por el
legislativo, así, pues, el principio tendrá como efecto en esta materia el hecho que la iniciativa privada será el fundamento de la actividad económica, la que deberá ser estimulada,
encauzada y sólo excepcionalmente, y en su caso, suplida o intervenida por la acción de la Administración".
Finalmente, la Constitución dispone que la actividad empresarial del Estado estará sometida a la legislación común aplicable a los particulares, "sin perjuicio de las excepciones que
por motivos justificados establezca la ley la que deberá ser, asimismo, de quórum calificado". El término "legislación común" comprende la legislación codificada y dispersa de derecho
privado y público que rige la actividad económica y empresarial de los particulares.
14
Obra citada 2, pp.20.
Las costumbres mercantiles son normas de derecho objetivo, creadas por la observancia repetida, uniforme y constante de los comerciantes en sus negocios.
Por regla general nacen del contrato mercantil, ya para suplir la ausencia de una regulación adecuada, ya para colmar las lagunas que existan en el contenido de los contratos o
sencillamente para resolver las dudas que surjan en la interpretación de éstos.
El Código de Comercio confiere a la costumbre el rol de fuente formal del derecho (art. 4º). El art. 4º: “Las costumbres mercantiles suplen el silencio de la ley, cuando los hechos que
las constituyen son uniformes, públicos, generalmente ejecutados en la República o en una determinada localidad, y reiterados por un largo espacio de tiempo, que se apreciará
prudencialmente por los juzgados de comercio”.
Esta norma legal reconoce el valor histórico de la costumbre, por cuanto es sabido que en su origen, el derecho comercial fue esencialmente consuetudinario. La insuficiencia del
derecho común obligó a los comerciantes a buscar una regulación adecuada al comercio en usos nacidos al margen de la ley común, que sólo con el predominio del poder legislativo en
el Estado moderno pasan a ocupar un rango inmediatamente inferior al de esa fuente de derecho escrito. El movimiento codificador ha establecido la jerarquía de las fuentes y la
función supletoria de la costumbre. Pero, aun así, la imposibilidad de que los Códigos de Comercio contengan todas las reglas, hace que la costumbre siga conservando un importante
papel como fuente del derecho comercial moderno.
15
Obra citada 2, pp. 22.
16
Obra citada 2, pp.22
17
Obra citada N°2, pp.23.
Otra Convención importante es la de Hamburgo de 1978, destinada a uniformar las reglas sobre el comercio marítimo. Chile en 1982 la ratificó, y como consecuencia de ello se
modifica en forma íntegra el L.III del Código.
El principio de la autonomía de la voluntad es uno de los factores que más han contribuido a la uniformidad que hoy presenta el derecho regulador de las relaciones económicas
internacionales. Gracias a este principio se ha logrado la creación progresiva de un derecho uniforme, que surge de las exigencias de la práctica mercantil internacional y que está
contenido en Tratados y Convenciones Internacionales.
La Cámara de Comercio Internacional y la International Law Association, organismos de carácter privado y entidades intergubernamentales como el Instituto Internacional para la
Unificación del Derecho Privado (UNIDROIT) y el Consejo para la Ayuda Económica Mutua, junto con la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional y la
Conferencia Permanente de La Haya sobre Derecho Internacional Privado, han desarrollado una destacada misión en torno a la uniformidad del derecho regulador del comercio
internacional, a través de la elaboración de leyes modelo, convenciones y tratados internacionales, como por ejemplo la Ley Uniforme de Ginebra sobre Letra de Cambio y Cheque,
adoptada por muchos países, entre ellos Chile.
En particular la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI) ha elaborado leyes modelo y convenciones internacionales sobre: compraventa
internacional, letras de cambio y cheques internacionales, arbitraje comercial internacional, transporte marítimo, responsabilidad de los empresarios de terminales de carga,
transferencias internacionales de crédito y contratación pública internacional.
8.1.1.-) CONCEPTO:
Es aquel acto jurídico de intermediación que se realiza con fines de lucro y con el
propósito de dar circulación a las riquezas.
Art. 3 C.Com: “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de
uno de ellos”…
1) Acto jurídico:
Manifestación de voluntad a la cual la ley le atribuye el efecto de crear, modificar o
extinguir derechos y obligaciones. Manifestación de voluntad de las partes (personas naturales o jurídicas) que se contrapone a un hecho jurídico propiamente tal que es obra de la
naturaleza. Debe haber una intensión de la voluntad de alguien con el propósito de producir efectos jurídicos (no toda manifestación de voluntad produce efectos jurídicos si no está
aparejada de la voluntad de producirlos).
Algunos profesores sostienen que pueden ser, por regla general, actos jurídicos los actos de comercio, porque cualquier acto por la sola circunstancia de estar ejecutado por una
empresa es acto de comercio, sea o no acto jurídico.
2) Acto de intermediación:
Aquella actividad por la que se pone a disposición del consumidor los productos o servicios que se originan en la fase productiva. La intermediación es la comercialización que se
realiza entre el productor y el consumidor. Si no se está frente a cierto grado de intermediación, no se está tampoco en presencia de un acto de comercio. A través de la intermediación
se va traspasando la riqueza entre el que la produce y el que la consume.
3) Ánimo de lucro:
El sujeto que está en la fase intermedia está intermediando o comercializando la riqueza, y por poner los productos o servicios a disposición de los consumidores obtiene una ganancia
(margen de utilidad).
d) Respecto de la capacidad.
El Código de Comercio establece algunas reglas especiales de capacidad para la ejecución de la actividad comercial, que son distintas de las normas del Código Civil.
2) TEORÍA DE LO ACCESORIO:
a.- Consagración normativa.
b.- Concepto.
c.- Concepto de accesoriedad.
d.- Extensión del principio a los actos sobre bienes raíces:
Doctrina: - Ulpiano. Gabriel Palma Rogers. Raúl Varela. - Gabriel Ocampo. Julio Olavarría.
d.- Extensión de los principios a los actos formales (v.g.r. Pagaré)
e.- Principio general.
f.- casos prácticos o ejemplos.
Es una teoría compleja que tiene por objeto extender o limitar la naturaleza de un acto desde el punto de vista mercantil. Cada vez que se tenga duda si un acto es mercantil o civil se
aplica esta teoría como instrumento interpretativo.
Este problema no se presenta cuando se trata de un acto enumerado en el art. 3 C.Com. Respecto de los cuales no existe duda acerca de la naturaleza mercantil de estos. Sin embargo,
puede darse el caso en que un acto aisladamente considerado, o mirado en forma parcial, sea civil, pero que por algunas circunstancias y por aplicación de esta teoría mercantil.
f) Principio general:
Esta teoría de lo accesorio tan particularmente consagrada en el nº 1 del Art. 3 C.Com.
¿Sólo se puede aplicar única y exclusivamente para esos actos de comercio, o es posible aplicarla como principio general para usarla respecto de otros actos o contratos que no estén
en el art. 3 pero que estén dentro del derecho comercial? Se puede aplicar como principio general para situaciones similares.
g) Casos prácticos:
i. La compra de un camión para despachar los productos que se venden en una industria textil, como accede a una industria principal de carácter mercantil, el acto también será
mercantil.
ii. La compra de un tractor para una industria agrícola será civil.
iii. La compra del mismo tractor para posteriormente ser vendido al público, será mercantil.
iv. La compra de una red por un pescador es civil.
v. La compra de sacos para dejar las papas que posteriormente se venderán, por parte del agricultor, es civil porque complementa una industria de carácter extractiva.
vi. Malloa compra a un agricultor 400 cajas de tomates pagando parte del precio y suscribiendo un pagaré por el saldo insoluto. Para el agricultor el acto es civil y para Malloa es
comercial tanto por el título de crédito suscrito como por la compra misma, ya que los tomates serán destinados a un proceso productivo para posteriormente venderse. Esto, aun
cuando en la composición industrial de Malloa el 90% de su valor agregado es la parte extractiva y sólo el 10% del valor agregado corresponda a la manufactura, de los precios finales
de venta (no importa el valor agregado).
a) Concepto:
Aquel en que para una de las partes el acto es civil y para la otra es mercantil.
b) Consagración normativa:
Art. 3 C.Com: “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de ellos”.
Un acto puede ser de comercio para uno de los contratantes, en tanto que para el otro no será comercial sino civil.
c) Ejemplos:
i. En el caso de la mudanza de una casa, el acto es civil para quien solicita la mudanza, en tanto que es mercantil para la empresa de transporte que realiza la mudanza.
ii. El contrato de cuenta corriente es civil para el cuentacorrentista cuando lo celebra para girar cheques en actos civiles, y será mercantil para el banco (no hay que confundir este
contrato con el acto formal de girar un cheque que siempre será mercantil).
iii. La compra de un helado con fines de consumo es civil para el comprador, y mercantil para el vendedor cuando lo hace con el ánimo de lucrarse.
e) Prueba de la obligación:
La prueba de las obligaciones se rige por la ley de fondo aplicable al obligado, por tanto, en el caso del ejemplo la señora para probar la obligación debe regirse por la ley mercantil
pudiendo valerse de la prueba testimonial sin importar la cuantía de la obligación, salvo que la ley exija escritura pública o salvo que se trate de probar la existencia del contrato de
cuenta corriente (Arts. 128 y 618 C.Com.).
Si se trata de un deudor civil que ha incumplido su obligación, el acreedor comerciante para exigir el cobro y para probar la existencia de la obligación debe regirse por la ley del
obligado que es la legislación civil, existiendo la limitación a la prueba testimonial – en consideración a la cuantía – contemplada en los Arts. 1708 y 1709 del CC.
Si la señora paga con un cheque sin tener fondos, aun cuando ella no sea comerciante el supermercado ocupará, para exigir el pago de la señora, la ley mercantil porque el cheque, que
es un acto formal de comercio, siempre será comercial para ambas partes y no mixto.
18
Obra citada 2 pp. 31 y 32
a) Actos relativos al comercio terrestre, que son los indicados entre los Nos 1º al 12 inclusive del artículo 3º del Código de Comercio;
b) Actos relativos al comercio marítimo, señalados en los Nos 13 al 19 del mismo precepto legal.
De acuerdo con el criterio de mercantilidad empleado, pueden clasificarse en:
a) Actos para cuya calificación se atiende a la intención de la persona que los ejecuta: los comprendidos en los Nos 1º al 4º del artículo 3º del Código de Comercio;
b) Actos que se califican de mercantiles por ser ejecutados por una empresa: los indicados en los Nos 5º a 9º inclusive y el Nº 20 del artículo 3º del mismo cuerpo legal;
c) Actos que son comerciales en todo caso, sin atender a la intención de la persona que los ejecuta ni a su carácter de empresa: los enumerados en el artículo 3º Nº 10 del Código de
Comercio. A estos últimos se les denomina también actos formales de comercio;
d) Actos que para calificarlos de mercantiles se atiende al criterio de intermediación: los indicados en los Nos 11 y 12 de la disposición citada.
¿Qué alcance tiene esta norma? Significa que hay compras y permutas que, no obstante reunir todos los requisitos generales indicados en el inciso 1º del Nº 1º, no son actos de
comercio. Tales compras o permutas son las que acceden a una industria no comercial.
El ejemplo que se acostumbra dar es el del agricultor que compra envases (toneles) para guardar sus vinos y revenderlos después de llenos. Aquí, examinando técnicamente la
situación, llegaremos a la conclusión de que estamos frente a un acto comercial: compra de cosa mueble hecha con ánimo de revenderla y de obtener ganancia. No obstante, por
aplicación del inciso 2º del Nº 1º del artículo 3º del Código de Comercio, dicho acto se convierte en civil por ser accesorio de una industria de esta naturaleza.
La excepción está en el inciso 2º, en un solo sentido: se refiere a los actos de comercio que por ser accesorios de actividades no comerciales deben ser considerados civiles. El caso
contrario no está planteado debido a que el Código de Comercio enfoca el asunto sólo desde este ángulo. Pero la jurisprudencia y la doctrina han extendido la aplicación del inciso en
estudio a los casos en que actos civiles por acceder a actividades comerciales deben ser considerados como actos de comercio. Ejemplo: Falabella compra máquinas de escribir para el
giro de su negocio. Esta compra aparentemente civil se transforma en comercial por acceder a una actividad mercantil.
Pareciera entonces que resulta más preciso señalar que la comisión será o no un acto de comercio según cual sea la naturaleza del acto o actos encargados. Si él o los actos encargados
son civiles, la comisión es civil; si por el contrario, el o los actos encargados son comerciales, la comisión será comercial. Por ejemplo, un agricultor encarga a un comisionista la venta
de sus productos; la comisión es civil.
Ahora bien, determinado que el art. 3 en su N° 4 se refiere a la comisión, el problema es establecer cuándo la comisión es un acto de comercio, especialmente porque entre los autores
nacionales no existe un criterio uniforme.
Así, se ha afirmado que si la comisión es remunerada, sería acto de comercio, lo que no resulta efectivo, ya que el mandato puede ser remunerado incluso en materia civil.
Pareciera entonces que resulta más preciso señalar que la comisión será o no un acto de comercio según cual sea la naturaleza del acto o actos encargados. Si él o los actos encargados
son civiles, la comisión es civil; si por el contrario, el o los actos encargados son comerciales, la comisión será comercial. Por ejemplo, un agricultor encarga a un comisionista la venta
de sus productos; la comisión es civil.
Por tanto, para calificar de comercial o civil la comisión, debemos estudiar todo el art. 3, ya que sólo así podremos saber si el acto encargado es o no de comercio; si cabe dentro de
cualquiera de los números del artículo será un acto de comercio y, consecuencialmente, la comisión también tendrá este carácter.
Este criterio para determinar si la comisión es un acto de comercio arranca del art. 233 del Código de Comercio y específicamente de la expresión: "encarga la ejecución de uno o más
actos lícitos de comercio..." De aquí se desprende concretamente que para el mandato sea comercial, el o los negocios encargados deben ser de comercio y lo que se dice del mandato,
se dice de la comisión que es una especie de mandato.
Ahora bien, y a quién se refiere el art. 3 del C. de Comercio en su N° 4? Se refiere al mandato, al que encarga el o los negocios. Para él vale la regla dada anteriormente.
Y qué ocurre con el mandatario? Qué dice la ley respecto a él? Nada. Estamos en presencia de un acto mixto o de doble carácter. Para saber si la comisión es o no acto de comercio
respecto del mandatario debemos aplicar la Teoría de lo Accesorio. Si el negocio es uno de una serie que yo realizo como comisionista, es accesorio de mi actividad comercial y por
tanto, ese negocio (comisión) es para mí (mandatario) un acto de comercio.
En esta calificación de la comisión respecto del mandatario es muy importante su profesión, es un elemento de juicio: de allí se puede desprender el principio de lo accesorio.
A ellas se refiere el artículo 3º Nº 5º del Código de Comercio. Lo esencial para precisar la idea de fábrica o manufactura es la transformación de la materia prima mediante el trabajo
humano o de maquinaria con miras a obtener un producto perfectamente determinado o individualizado.
Lo que la ley califica de comercial o de acto de comercio no es la empresa sino la actividad que ella despliega para llevar a cabo su objeto. En consecuencia, la actividad industrial o
manufacturera que económicamente forma parte del sector secundario constituye, para el derecho comercial, una actividad de índole mercantil.
Vale la pena insistir que el elemento básico para considerar las actividades de fábricas y manufacturas como comerciales es la transformación que ellas realizan de la materia prima,
sea que ésta la adquiera el propio empresario, sea incluso que se proporcione por el propio cliente. Sin embargo, no toda transformación de materia prima para la obtención de un
producto implica, para quien la realiza organizadamente bajo la forma de empresa, un acto de comercio. En ciertas situaciones, tratándose del sector primario de la economía,
industria extractiva, minera o agrícola, la transformación de la materia prima puede constituir una actividad civil.
Una situación especial presentan las llamadas "agroindustrias". Pensamos que para determinar su carácter civil o comercial deberá determinarse previamente que lo principal y que
es lo accesorio, lo que auxilia o lo que complementa en cada caso de que se trate. Puede ocurrir que lo principal sea la industria que solo se encuentra radicada en un predio rústico;
en tal evento, debe calificarse de mercantil si se encuentra organizada bajo la forma de empresa.
Parecería existir una redundancia entre lo previsto por el art. 3 N° 1 del C. de Comercio que precisamente se refiere a la compra o permuta de coas muebles con ánimo de venderlas,
arrendarlas o permutarlas y el N° 5 que alude a las empresas que estamos analizando. No obstante, la repetición no existe, ya que en el N° 1 la ley se refiere a la compra y venta desde
el punto de vista individual en tanto que en este número se refiere a la actividad de la empresa en su conjunto.
6.-) EMPRESAS DE DEPÓSITOS DE MERCADERÍAS, PROVISIONES O SUMINISTROS, LAS AGENCIAS DE NEGOCIOS Y LOS MARTILLOS.
"Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de ellos, las empresas de depósitos de mercaderías, provisiones o suministros, las agencias de negocios
y los martillos".
1. "El contrato de aprovisionamiento tiene por objeto proveer de cosas muebles a una persona natural o jurídica durante un tiempo determinado para la satisfacción de una
necesidad, mediante un precio fijado". En algunos casos estas cosas se arriendan, en otros se venden. Por ejemplo una empresa se obliga a proveer los alimentos al internado de un
colegio el año 1993 a un precio determinado.
Para que el acto sea de comercio debe tratarse de una empresa, si el que lo celebra es por ejemplo un agricultor, no tendría este carácter.
Se plantea que habría aquí una repetición del N° 1, comprar para vender, pero ello no es tal, pues en N° 1 del art. 3, se refiere a la compraventa como acto individual y aquí nos
referimos a una empresa que ejecuta un conjunto de actos y por otra parte, los actos a que se refiere el N° 1 empiezan con la compra y terminan con la venta y en este caso el
empresario vende lo que todavía no ha comprado, o sea, celebra el contrato con el tercero y luego compra lo que necesita para cumplirlo. Lo que se califica aquí de acto de comercio es
el contrato de aprovisionamiento y no la compra.
Para el empresario habría siempre acto mercantil en lo que se refiere con su empresa; para la otra parte rige también la teoría de lo accesorio. Así por ejemplo, si se celebra el
contrato de aprovisionamiento con un liceo, es un contrato civil por acceder a una actividad civil, si se celebra con Compañía Chilena de Tabacos o Falabella, será comercial por acceder
a una actividad comercial.
2. Las Empresas de suministros tienen por objeto prestar servicios mediante una remuneración determinada, servicios que por lo general interesan a toda la colectividad y
ordinariamente están organizadas como servicios públicos o, por lo menos, bajo control del Estado, ejemplo, empresas de agua potable, luz eléctrica, teléfonos, gas etc.
Las empresas de pompas fúnebres, son bajo este respecto empresas de suministros.
Para calificar el acto de civil o comercial frente a la parte que contrata con la empresa debemos recurrir a la teoría de lo accesorio.
3. Agencias de Negocios.
El artículo 3° n°7 del Código de Comercio hace mención dentro de los actos de comercio a las agencias de comercio, si bien el Código no define esta institución, podemos generarnos
una idea según lo señalado, por distintos autores y así distinguir también qué es lo que le otorga mercantibilidad a estos actos.
Ricardo Sandoval (2007) señala, que el Código de Comercio no define esta institución, sino que solo la menciona en el artículo en análisis. Establece este autor, que "Los agentes de
negocios prestan servicios a varias personas a la vez, servicios tales como corredurías, contrataciones de préstamos, de avisos, colocaciones de créditos, administración de bienes, etc.
Es el corredor de comercio privado que realiza una variedad de actos. Agrega Sandoval, que aquello que hace mercantil el acto realizado por el agente de comercio no es su profesión,
sino la naturaleza del acto que ejecuta. (p.65)
Por su parte Puga Vial (2005), dice que oficina y agencia de negocio es la misma cosa cita para esto a Guyenot, quien define a las agencias de negocio como: "la empresa de quienes
profesionalmente se encargan de administrar los negocios de otro, de aconsejar, de representar a otro en ocasión de la firma de contratos o en las distintas etapas de su elaboración".
Bolaffio por su parte, también citado por Puga Vial resalta dos puntos: que "se trata de una sede estable de actividades" y que "es una oficina abierta al público para suministrar
mediante compensación, noticias e informaciones sobre negocios más dispares; para coadyuvar después con la propia obra de intermediación multiforme a combinarlos; para
administrar patrimonios y en general para gestionar los negocios de los demás mediante adecuada compensación." Además Puga es de la opinión que las agencias de negocio
constituyen una actividad mercantil independiente de los negocios que realicen. (P.190-191)
De lo señalado por estos dos autores y las citas a otros autores realizadas por estos mismos, podemos concluir que la principal actividad realizada por los agentes de comercio es la
administración de negocios ajenos, para esto requieren de una organización, ya que es una característica que lleven a efecto de varios actos, para su cometido. Es justamente lo recién
descrito lo que le da el carácter de comercial a las actividades realizadas, por los agentes de negocios (administración de negocios ajenos, bajo una organización).
Ejemplo, empresas de empleo, agencias de avisos, informaciones comerciales y lo que existe en Francia: agencias matrimoniales.
4. Martilleros.
La ley declara comercial la actividad de martillero que se ejerce bajo organización empresarial. El ejercicio de la actividad de martillero público está regido por la Ley Nº 18.118, de 22
de mayo de 1982. La norma contenida en el artículo 1º de esta ley señala: “Son martilleros las personas naturales o jurídicas inscritas en un registro, en conformidad a la ley, para
vender públicamente al mejor postor toda clase de bienes corporales muebles”.
Además del elemento empresa que mercantiliza la actividad del martillero público, no puede perderse de vista que esta persona natural o jurídica organiza un conjunto de factores
materiales y humanos (local, instalaciones, vehículos, personal remunerado), para intermediar entre las personas que deseen vender bienes corporales muebles de toda clase y
quienes buscan adquirirlos en pública subasta.
Pero si bien los actos que el martillero realiza son comerciales, esta misma regla no puede aplicarse para la persona que encarga el remate de los bienes corporales muebles ni al sujeto
que participa en él adjudicándoselos. Para determinar la naturaleza del acto, en estos casos, es preciso recurrir al principio de lo accesorio.
7.- LAS EMPRESAS DE ESPECTÁCULOS PÚBLICOS.
Las empresas de espectáculos públicos, sin perjuicio de las medidas de policía que corresponda tomar a la autoridad administrativa".
Quedan comprendidas en éste número todas las empresas que tienen por objeto entretener al público bajo cualquier punto de vista, arte, cultura, etc.
Se vuelve a la mercantilidad sobre la base de la Empresa. Es necesario que exista la empresa, a cuya cabeza esté el respectivo empresario, que desempeñe la función mediatora entre
los artistas que organizan un espectáculo público retribuido que solo ejecutan un acto meramente civil como que obran en ejercicio de sus profesiones. Si el artista de una compañía es
a la vez empresario de ella, sus actos en cuanto a artista son civiles; pero en cuanto a empresario son comerciales.
La frase final "sin perjuicio" carece hoy de interés. Lo tuvo a la dictación del Código, pues a los Juzgados de Comercio podría corresponderles conocer los conflictos producidos en
locales de espectáculos públicos o a las autoridades administrativas. Hoy dicho asunto corresponde a los Juzgados de Policía Local.
El art. 512 del C. de Comercio define el seguro como "...un contrato bilateral, condicional y aleatorio por el cual una persona natural o jurídica toma sobre si por un determinado
tiempo, todos o algunos de los riegos de pérdida o deterioro que corren ciertos objetos pertenecientes a otra persona, obligándose, mediante una retribución convenida, a indemnizar
la pérdida o cualquier otro daño estimable que sufran los objetos asegurados".
En mérito de estas razones, el seguro no es en sí un acto de comercio. Por lo tanto, el seguro ocasional, caso bien hipotético, nunca será un acto de comercio en sí mismo.
El artículo 3º en su Nº 9º se refiere a la empresa de seguros; dice que el seguro contratado por una empresa de seguros es un acto de comercio. Se establece así no sólo por la
intermediación entre la empresa y el cliente, sino porque la empresa hace posible la existencia del seguro: el seguro sólo puede establecerse desde el punto de vista económico en base
a una empresa, pues sólo ésta puede asumir una multiplicidad de riesgos y contratar una multiplicidad de seguros (diferenciación de los riesgos).
El artículo 3º Nº 9º expresa que son actos de comercio los ejecutados por empresas de seguros a prima.
En virtud de lo dispuesto en el artículo 4º del Decreto con Fuerza de Ley Nº 251, de 1931, en su texto actual fijado por la Ley Nº 18.660, publicada en el Diario Oficial de 20 de octubre
de 1987, el comercio de asegurar y reasegurar riesgos a base de prima, sólo puede hacerse en Chile por sociedades anónimas nacionales de seguros y reaseguros, que tengan por
objeto exclusivo el desarrollo de dicho giro y actividades que sean afines o complementarias de éste. Agrega la disposición legal citada que sin perjuicio de lo anterior, cualquiera
persona natural o jurídica puede contratar libremente en el extranjero, de conformidad a la normativa sobre operaciones de cambios internacionales, toda clase de seguros, a
excepción de los seguros obligatorios establecidos por ley y aquellos contemplados en el Decreto Ley Nº 3.500, de 1980.
Las compañías de seguros se dividen en dos grupos. Al primer grupo pertenecen las que aseguran los riesgos de pérdida o deterioros en las cosas o el patrimonio.
Pertenecen al segundo grupo las compañías que cubren riesgos de las personas o que garanticen a éstas, dentro o al término de un plazo, un capital, una póliza saldada o una renta
para el asegurado o sus beneficiarios (art. 8º del D. F. L. Nº 251).
No pueden organizarse entidades aseguradoras destinadas a cubrir riesgos comprendidos en los dos grupos mencionados. Sin embargo, las compañías tanto de uno como de otro
grupo pueden cubrir riesgos de accidentes personales y los de salud.
La antigua clasificación del seguro atendiendo a su forma de organización, que distinguía seguros mutuos y seguros comerciales, no puede hacerse en la actualidad, en virtud de la
nueva normativa sobre la materia fijada por la Ley Nº 18.660, de 1987, que modificó al Decreto con Fuerza de Ley Nº 251, de 1931. Los seguros en nuestros días han devenido
prácticamente todos comerciales, toda vez que el artículo 7º de la Ley Nº 18.660 establece que las entidades mutuales que con anterioridad a su entrada en vigencia estaban
autorizadas para asegurar, pueden continuar sus negocios quedando sujetas a su propia legislación y al Decreto con Fuerza de Ley Nº 251, lo que implica que en el futuro las mutuales
no pueden organizarse para llevar a cabo la actividad de seguros.
Por otro lado, desaparece la distinción entre seguros a cuota y seguros a prima, por cuanto de ahora en adelante sólo pueden contratarse seguros a prima. En estos últimos el
asegurado paga un precio determinado por la transferencia del riesgo a la empresa aseguradora.
En resumen, para el asegurador, que sólo puede estar organizado como empresa, sociedad anónima nacional de seguros, el convenir un seguro constituye un acto de comercio. Para el
asegurado, la mercantilidad del seguro debe determinarse atendiendo al principio de lo accesorio. Cuando el seguro contratado accede, auxilia, complementa o garantiza una
actividad, un acto o una profesión principal comercial, es de carácter mercantil; en caso contrario es un acto civil para el asegurado, con lo cual el seguro puede ser mixto o de doble
carácter: comercial para la empresa aseguradora y civil para el asegurado.
9.5.-) REMESAS DE DINERO DE UNA PLAZA A OTRA HECHAS EN VIRTUD DE UN CONTRATO DE CAMBIO.
La ley otorga naturaleza comercial a las remesas que se efectúan de una plaza a otra hechas en virtud de un contrato de cambio. Como ya lo viéramos, el contrato de cambio es
consensual y puede ejecutarse de varias maneras, una de las cuales es el empleo de una letra de cambio. Puede efectuarse mediante el uso de otros documentos, como simples
órdenes de pago, incluso a través de un giro postal o telegráfico. Reunidos los elementos del contrato de cambio, cualquiera sea el medio empleado para ejecutarlos, las remesas de
dinero de una plaza a otra son operaciones comerciales formales.
a. Las Sociedades.
Esta omisión está salvada por el art. 2059 código Civil que expresa que "sociedades comerciales son las que se forman para negocios que la ley califica de actos de comercio".
Posiblemente, (dice el texto de Sandoval) el Código no incluyó las sociedades en el art. 3, pues estas son personas y sujetos de derecho y en dicha disposición trataba de
enunciar los actos constitutivos de la actividad mercantil, para que ellas mismas puedan constituirse.
c. Las Libranzas.
Que por D.L. 777 de 1925 se eliminaron de la art. 3 N° 10, no son verdaderamente una omisión.
d. El Mutuo.
El Código de Comercio lo reglamenta en forma diferente al Código Civil. Sin embargo, para determinar la mercantilidad, hay que recurrir al principio de lo accesorio.
a. El texto, al decir "son actos de comercio..." denota el legislador su carácter enunciativo, ya que si hubiera querido que fuera taxativo, habría dicho "los actos de comercio
son....".
b. Existen actos de comercio que no están en el art. 3 y se ha indicado recién, lo que haría desaparecer, según algunos la posibilidad de que el artículo sea taxativo. Este
argumento se considera de poco valor, porque en todos esos actos indicados, salvo la libranza y cuenta corriente mercantil (es menester recurrir al art. 3 para darles mercantilidad) y la
libranza no figura, para evitar una contradicción y la cuenta corriente mercantil por un olvido.
a. En un principio (año 1865) el Derecho Comercial era una excepción frente al Derecho Civil (art. 2). Por lo tanto, el art. 3 debe ser interpretado estrictamente y no habrá más
actos de comercio que los señalados en él.
b. Si el legislador hubiera definido el acto de comercio como debió haber ocurrido y si consideramos que el Derecho Comercial es excepcional frente al Derecho Civil, se habría
debido juzgar el acto de comercio conforme a los elementos esenciales de la definición y solo podríamos haber dicho, tal acto es de comercio, cuando dichos elementos hubieren
concurrido. Pero, sabemos que el Legislador se encontró en la imposibilidad de definir y se limitó a reemplazar la definición por una enumeración. Así como si hubiera habido
definición deberíamos habernos ceñido estrictamente a ella, debemos atenernos exclusivamente a la enumeración que la reemplaza.
La mayoría de los autores piensa que el art. 3 es taxativo, pero agregan que no debe interpretarse restrictivamente o ser estrictamente literal por dos razones:
1. Si un acto no está expresa e individualmente señalado por él, lo puede estar dentro de la amplitud del precepto (el N° 5 parte final y N° 16, están redactados en forma amplia,
y
2. La accesoriedad, que como hemos visto amplía el concepto de acto de comercio a actos que no son específicamente mercantiles.
Por eso hoy se admite que el carácter taxativo de la art. 3 debe aceptarse con las reservas de la accesoriedad que extiende la mercantilidad más allá de sus límites. Desde este punto de
vista, el art. deja de ser taxativo, aunque no debemos olvidar que la accesoriedad arranca precisamente del inc. 2 del N° 1 del art. 3 del Código de Comercio.
Otros la ven como una actividad dinámica, tal es así que estamos frente a un organismo vivo, que está integrado por la actividad del empresario, de los trabajadores, de los auxiliares
del comercio y también de los bienes necesarios para conseguir fin u objetivo perseguido. (Concepción organicista)
Esta concepción organicista impero durante la primera parte del Siglo XX, con posterioridad se comenzó a separar el aspecto objetivo del subjetivo y se habló de actividad del sujeto
organizador y el conjunto de medios e instrumentos por él organizado para realizar esta actividad, centrando la idea sobre el primer aspecto; así surge la nueva concepción jurídica de
empresa, señalando que es la forma o modo de actividad económica.
Por lo tanto se puede señalar la actividad de la empresa, es el ejercicio profesional de la actividad económica, organizada con la finalidad de actuar en el mercado de bienes y
servicios.
Esta noción supone un supone una persona que ejercite la actividad empresarial, el empresario.
La idea jurídica del empresario difiere de la económica, que lo identifica con la persona que directamente y por sí misma ejerce esta actividad; en el derecho no se exige que se ejerza
directamente, basta que se ejerza en nombre de él.
Los derechos y obligaciones no son de la empresa, sino del empresario, el cual puede ser persona natural o jurídica.
La empresa puede ser comercial o civil, en este sentido la empresa jurídicamente es una actividad económica organizada, cuya finalidad es actuar en el mercado de bienes y servicios.
La empresa puede ser privada o pública, dependiendo del aporte en ella.
CLASIFICACIÓN DE LA EMPRESA
EL EMPRESARIO Y EL COMERCIANTE
Dentro del ordenamiento del digo Civil italiano hay empresas comerciales y otras que no lo son, sea una persona natural o jurídica quien esté al frente de ellas.
Las empresas comerciales son las que se dedican a alguna de las siguientes actividades (artículo 2195 del Código Civil italiano):
"1. Una actividad industrial dirigida a la producción de bienes o servicios;
2. Una actividad de intermediación en la circulación de los bienes;
3. Una actividad de transporte por tierra, por agua o por aire;
4. Una actividad bancaria o de seguros;
5. Otras actividades auxiliares de las precedentes".
Entre los empresarios no comerciales o civiles señala Messineo (32), al empresario agrícola, los artesanos, las entidades públicas que ejercen una actividad no comercial, y, según
algunos, "los agentes de matrimonio, de emigración y similares".
Las empresas comerciales tienen un estatuto especial dentro del antedicho Código, estando sujetas a un régimen de inscripción en un registro que alcanza también a las sociedades,
"aun cuando no ejerzan actividad comercial".
Aunque "el empresario" no es necesariamente comerciante, la regla general es que lo sea, pues sus actividades económicas y de lucro, serán, de ordinario, de aquellas propias del
"comerciante".
EL DERECHO DE LA EMPRESA
Como ya hemos insinuado, en nuestros países y con el auxilio del derecho en ellos vigente, no puede darse a "la empresa" la relevancia que tiene en la doctrina y legislación que
sucintamente hemos expuesto.
Para ello, nuestro derecho positivo tendría que "aislar" el concepto de empresa y darle un estatuto propio, poniendo el acento en él más que en su frecuente ropaje jurídico (la
sociedad), o en el personaje ,que a veces se identifica con "el empresario" (el comerciante).
¿Ventajas que de ello derivarían?
Cuestión compleja, que encuentra terreno más apropiado y fértil en el campo de las disciplinas económicas y financieras que en el del Derecho Civil.
Con todo, pareciera que "la empresa" ha tomado un volumen, una riqueza de contenido, una complejidad, y una trascendencia, que supera los moldes jurídicos tradicionales.
Un tratamiento tributario o económico que tuviera como objeto (o sujeto) a "la empresa", haciendo abstracción del eventual empresario y de las formas jurídicas en que puede
desenvolverse; la aceptación de "la empresa" como patrimonio separado o de afectación del empresario individual, evitando que recurra a una sociedad ficticia de responsabilidad
limitada; el reconocimiento de la "circulación" de "la empresa", por acto entre vivos o por causa de muerte, como un todo orgánico indivisible, y en marcha fórmula más amplia y
sincera que el traspaso del activo y del pasivo" ; el contar con un "status" de "la empresa" que la reconozca y regule como tal sea que la rija una persona natural o jurídica en lo
referente al apoyo, control y vigilancia estatales, a su protección frente a la "competencia desleal", a su supervivencia si el empresario no continúa la gestión, etc., son algunos de los
aspectos que justificarían la preocupación por elaborar entre nosotros un nuevo y complejo derecho: "el derecho de la empresa".
ESTABLECIMIENTO DE COMERCIO.
Es el conjunto de bienes destinados en forma organizada a la actividad mercantil por el comerciante.
Respecto de él suceden situaciones curiosas. Ya veíamos que el Art. 3 n°2 C.C lo mencionaba, al hablar de la compra del establecimiento de comercio; además de que lo vuelve a
nombrar a propósito del contrato de seguro, cuando dice que son aquellos como los que señala el Art. 3 n°5 C.C (Art. 524 C.C77). Pero no existe un tratamiento sistemático en la
legislación, por lo que todo lo que señala es esencialmente gracias a construcciones doctrinarias y jurisprudenciales.
CARACTERÍSTICAS.
1. Universalidad de hecho. En contraposición a una de Derecho. Es propia e independiente de los elementos que la componen.
2. Carácter Mueble. Porque tal es el carácter de los elementos que la componen.
3. Incorporal. Sus elementos tienen principalmente este carácter.
4. No Fungibles. En el sentido que el Código Civil da a este término. Habrá elementos materiales, como las instalaciones, las mercaderías, pero esto no es lo fundamental.
a. Clientela. Valor de carácter subjetivo, no obstante ello susceptible de transferencia en el derecho Contemporáneo. Conjunto de personas que recurren a un establecimiento en
procura de productos y servicios. Como señalamos, es un elemento subjetivo, no fácil de determinar, sobre todo para efectos de realizar operaciones respecto de ella. Cuando se
transfiere la clientela lo que se hace es transferir la posibilidad de que tales personas continúen concurriendo a ese establecimiento. Hoy en día se relaciona con problemas como los de
competencia desleal y libre competencia.
b. Derecho de Llaves. Se debe hacer una distinción previa. En Derecho Comercial no tiene el sentido que se le atribuye comúnmente (como derecho a utilizar un determinado local
comercial o un inmueble), dado que la idea de establecimiento de comercio es independiente de la idea de local, del inmueble donde puede funcionar, que no forma parte del
concepto ni es indispensable que concurra la titularidad del establecimiento con la del local (la propiedad no es un aspecto básico ni menos determinante). Consiste en la posibilidad,
basada en antecedentes contables, de obtener utilidades futuras ciertas. Incluso, hay un concepto que ha dado nuestra Jurisprudencia, entendiendo que el derecho de llaves puede ser
considerado como la fuente de utilidades y beneficios que significan para un establecimiento de comercio circunstancias tales como su prestigio, clientela, calidad de los productos,
ubicación, entre otras.
Art. 575 C.Civ. “Las cosas muebles se dividen en fungibles y no fungibles”.
“A las primeras pertenecen aquellas de que no puede hacerse el uso conveniente a su naturaleza sin que se destruyan”
“Las especies monetarias en cuanto perecen para el que las emplea como tales, son cosas fungibles”.
Puede revisarse el D.L. 211, especialmente el Art. 1 inciso primero y el Art. 2 letra c. La primera disposición establece en forma amplia que será sancionado el que ejecute o celebre,
individual o colectivamente cualquier hecho, acto o convención que tienda a impedir la libre competencia dentro del país en las actividades económicas, siendo precisada a
continuación por la segunda norma citad, que señala que “Para los efectos previstos en el artículo anterior se considerarán, entre otros, como hechos , actos o convenciones que
tienden a impedir la libre competencia [...] los que se refieran al comercio o distribución, sea mayorista o al detalle, tales como el reparto de cuotas o la asignación de zonas de
mercado o la distribución exclusiva, por una sola persona o entidad, de un mismo artículo de varios productores. Tal conducta sería una forma de acuerdo horizontal, que afecta a la
libre competencia.
c. El Nombre o Firma.
Respecto del nombre o firma del establecimiento de comercio hay que hacer la siguiente distinción:
1. - El nombre o firma del titular del establecimiento: En nuestro sistema jurídico no hay más nombre que el de carácter civil y, por lo tanto, el nombre comercial ha de coincidir
perfectamente con el civil. Como consecuencia de lo anterior, se sigue que el nombre o firma, bajo este sentido, no es susceptible de transferirse.
2. - El Nombre Comercial del Establecimiento: Ahora bien, el nombre del establecimiento de comercio puede llegar a coincidir con el nombre de quien es dueño de este no obstante no
ser esta una condición esencial para ser tal. El nombre, al que ahora nos referimos puede ser inscrito en el registro de marcas y posteriormente puede llegar a ser transferido. De ahí
que algunos autores denominan a esta clase de nombre como el “nombre objetivo” del establecimiento de comercio y que es el que se usa para fines de propaganda y marketing, pero
bajo circunstancia alguna ha de poder usarse con fines jurídicos. El nombre que permite tal situación es aquel que denominan como “nombre subjetivo” y que no es otra cosa que el
del dueño o titular del establecimiento de comercio.
d. El Rotulo o Emblema.
Acá incluimos la figura externa o distintivo gráfico que sirve para individualizar al establecimiento de comercio. Dicho rotulo o emblema está unido íntimamente al concepto de marca
que, hoy en día hace vincular a esta figura externa más que con el establecimiento de comercio mismo con la sociedad comercial como titular de tal establecimiento.
e. Derecho de arrendamiento del local. Bajo esta denominación, encontramos lo que comúnmente se conoce como el Derecho de Llaves, no obstante nosotros ya conocer cuál es su
correcta acepción en materia mercantil. En este sentido, ¿a quién ha de interesarle esta relación?, Obviamente que al arrendatario que es quien pretende que se le reconozca a él el
derecho de arrendamiento del inmueble o bien, que se le reconozca el derecho a subarrendarlo.
Pero ¿Cómo juega esto en nuestro sistema jurídico? y respecto del derecho positivo, ¿Qué legislación se aplica al arrendamiento del inmueble?
Obviamente, respecto del contrato de arrendamiento ha de aplicarse la Ley de Arrendamiento, la que rige todas las tratativas entre el arrendador y el arrendatario, salvo que las partes
hayan plasmado su voluntad en el respectivo acto jurídico.
Pues bien, normalmente este derecho no se puede ceder y no se puede subarrendar el bien inmueble que se arrienda, por lo tanto de desear las partes lo contrario estas han de
plasmar dicha intención en el contrato que han de celebrar. Pero, ¿basta eso? Hemos de concluir que no, ya que la escritura en donde se plasma el contrato debe sub inscribirse al
margen del respectivo registro de la escritura de dominio del bien objeto del arrendamiento en el Registro Conservador de Bienes Raíces respectivo. La referida formalidad ha de ser
llevada a cabo con el objeto de darle publicidad al contrato de arrendamiento y la consecuente validez respecto de terceros ya que es la única forma de obligar al nuevo propietario o
arrendador en los mismos términos en que lo hicieron originalmente las partes primigenias.
CONCEPTO DE COMERCIANTE.
El derecho comercial chileno se funda en el concepto objetivo de los actos de comercio, los que si bien es cierto no están definidos en el Código de Comercio, se encuentran
enumerados en su artículo 3º en una enunciación que no es taxativa. El comerciante se define entonces a partir de la idea del acto de comercio, siendo considerado como tal quien
realiza habitualmente actos de esta naturaleza.
De acuerdo con la disposición del artículo 7º del Código de Comercio, “son comerciantes los que, teniendo capacidad para contratar, hacen del comercio su profesión habitual”.
Analicemos la definición dada por el Código de Comercio chileno, que parte de la noción clásica de los profesionales del comercio y que no se refiere en general a todos los que lo
ejercen.
a) Capacidad para contratar. Se trata de capacidad de ejercicio, esto es, de la aptitud legal para ejercitar los derechos de que se es titular y para contraer obligaciones válidamente. No
puede ser de otra forma, puesto que se trata de personas que van a dedicarse al comercio.
b) Dedicarse al comercio. Teniendo en cuenta el carácter objetivo del derecho comercial chileno, esto significa ejecutar actos de comercio. Se dedican al comercio quienes ejecutan los
actos mercantiles enumerados en la legislación positiva. La calidad del comerciante no nace de la voluntad de las partes, sino que proviene de la ley. Cuando la persona ejecuta los
actos que ella califique de comerciales, tiene el carácter de comerciante.
c) Hacer de los actos de comercio su profesión habitual. Este requisito de la habitualidad es muy importante, aunque no está definido en la ley; se trata de una cuestión de hecho que
debe decidir el juez. Cabe preguntarse, sin embargo, si es necesaria la repetición de los actos para considerar que ellos determinan una profesión habitual. De manera general,
podemos señalar que sí es necesaria la repetición de los actos comerciales, porque se estima que su ejecución constituye una profesión habitual, aunque en el fondo, como observa
Ripert, hay aquí una redundancia: la profesión implica el hábito de ejecución de ciertos actos.
En cualquier caso, no es indispensable la repetición de los actos comerciales, pues la ejecución de un solo acto puede dar a la persona el carácter de comerciante; por ejemplo, un
individuo compra un establecimiento de comercio que más tarde cierra sin haber realizado ninguna venta. El ánimo profesional está a la vista; luego el individuo es comerciante. Por
otra parte, no debe pensarse que siempre que se ejecutan actos de comercio la persona tiene el carácter de comerciante, pues a la repetición de dichos actos debe acompañarse el
ánimo profesional; así, el propietario de un edificio de rentas firma habitualmente letras de cambio, lo que constituye un acto de comercio formal, pero no es comerciante.
Aparte de los requisitos que se desprenden de la definición del artículo 7º, existe otra exigencia o condición para determinar la actividad del comerciante. Se trata de la actuación en
nombre propio que se deduce de los principios generales del derecho privado y que algunos autores nacionales consideran que no es necesaria.
Para ser comerciante se requiere entonces ejecutar los actos mercantiles en nombre propio y no en representación de otra persona. Cuando una persona ejecuta un acto en
representación de otra, los efectos de este acto, es decir, los derechos y obligaciones que se generan, se radican en el patrimonio del representado y no en el del representante. Si un
mandatario celebra actos de comercio en nombre de su mandante, no tiene la calidad de comerciante por no actuar en nombre propio. Los representantes de las sociedades
comerciales no son por este solo hecho comerciantes, ya que actúan en representación de la sociedad, que como persona jurídica posee un patrimonio propio en el cual se radican los
efectos de los contratos celebrados por sus mandatarios-representantes.
Por último, diremos que según el artículo 8º del Código de Comercio chileno “no es comerciante el que ejecuta accidentalmente un acto de comercio, pero queda sujeto a las leyes de
comercio en cuanto a los efectos del acto”. Esta disposición, que confirma el carácter objetivo del derecho comercial chileno, reitera la exigencia de la ejecución de actos con espíritu
profesional para traer la calidad del comerciante.
EL INTERÉS DE LA DEFINICIÓN. ES INTERESANTE DETERMINAR CUÁNDO UNA PERSONA TIENE LA CALIDAD DE COMERCIANTE, POR CUANTO ELLO IMPLICA UNA SERIE DE
CONSECUENCIAS JURÍDICAS.
Veamos algunas de ellas:
a) En cuanto a la capacidad, el Código de Comercio contiene reglas especiales relativas a ciertas personas, que analizaremos en detalle más adelante.
b) Los comerciantes están sometidos a ciertas obligaciones: inscribir ciertos documentos en el Registro de Comercio, llevar determinados libros de contabilidad y pagar ciertos
impuestos especiales.
3) LA MUJER CASADA.
Hoy día, en virtud de la Ley Nº 18.802, de 9 de junio de 1989, la mujer casada es plenamente capaz, de manera que respecto de ella sólo hay que preocuparse del régimen patrimonial
bajo el cual contrajo el matrimonio. El único caso que requiere comentario es el de la mujer casada en régimen de sociedad conyugal, que ejerce la actividad comercial separadamente
de su marido, porque respecto del ejercicio de ese comercio se considerará separada totalmente de bienes.
En materia comercial, además de la capacidad de goce de la persona, como titular de derecho la ley exige capacidad de ejercicio, en cuanto se pueda llevar a cabo esta actividad sin el
ministerio o autorización de otra persona. Sin embargo hay casos tratados particularmente en el Código de Comercio, y uno de estos es el de la mujer comerciante casada, cabe
analizar entonces la opinión de distintos autores en esta materia en relación a lo que al respecto establece el Código Civil.
Gonzalo Baeza (2003), señala que el artículo 11 del Código de Comercio, se remite a lo que establece el Código Civil en esta materia. Podemos decir entonces según Baeza, que la
mujer es plenamente capaz, para desarrollar actividad de carácter comercial y tener la calidad de comerciante. Agrega además que la mujer goza de facultades plenas luego del
reconocimiento que la correspondiente modificación legar acarreó en el sentido de que el marido perdió la facultad de prohibir a la mujer el ejercicio de un empleo, oficio, profesión o
industria. (p.442-443)
Ricardo Sandoval (2007), por su parte también hace alusión a la modificación legal que trajo apareado el reconocimiento de la total capacidad de la mujer casada para realizar actos de
comercio. Lo que deberá tenerse en cuenta es el régimen bajo el cual la mujer está casada, ya que independiente de él, está siempre se mirará como separada de bienes respecto de lo
que obtenga como resultado del ejercicio de su profesión, oficio, empleo o industria. (p.87)
De lo recién expuesto, podemos claramente concluir, que la mujer casada comerciantes, es plenamente capaz, para ejercer esta actividad independiente del marido y de tener la
calidad de comerciante incluso. Lo importante y fundamental al igual que en lo que respecta a los menores e hijos de familia que administran su peculio, es que la mujer ejerza esta
actividad respecto del fruto del ejercicio de su profesión, empleo, oficio o industria, ya que es sobre este último respecto del cual le reconoce plena capacidad y por tanto facultades, la
ley.
Según lo previsto en el artículo 11 del Código de Comercio, la mujer casada comerciante se rige por lo establecido en el artículo 150 del Código Civil. Esta última norma, en su texto
actual fijado por la Ley Nº 18.802, dispone: “La mujer casada de cualquier edad podrá dedicarse libremente al ejercicio de un empleo, oficio, profesión o industria”.
La mujer casada, que desempeñe algún empleo o que ejerza una profesión, oficio o industria, separados de los de su marido, se considerará separada de bienes respecto del ejercicio
de ese empleo, oficio, profesión o industria y de lo que en ellos obtenga, no obstante cualquiera estipulación en contrario; pero si fuere menor de veintiún años, necesitará autorización
judicial, con conocimiento de causa, para gravar y enajenar los bienes raíces.
Incumbe a la mujer acreditar, tanto respecto del marido como de terceros, el origen y dominio de los bienes adquiridos en conformidad a este artículo. Para este efecto podrá servirse
de todos los medios de prueba establecidos por la ley.
Los terceros que contraten con la mujer quedarán a cubierto de toda reclamación que pudieren interponer ella o el marido, sus herederos o cesionarios, fundada en la circunstancia de
haber obrado la mujer fuera de los términos del presente artículo, siempre que, no tratándose de bienes comprendidos en los artículos 1754 y 1755, se haya acreditado por la mujer,
mediante instrumentos públicos o privados, a los que se hará referencia en el instrumento que se otorgue al efecto, que ejerce o ha ejercido un empleo, oficio, profesión o industria
separados de los de su marido.
Los actos o contratos celebrados por la mujer en esta administración separada, obligarán los bienes comprendidos en ella y los que administre con arreglo a las disposiciones de los
artículos 166 y 167, y no obligarán los del marido sino con arreglo al artículo 161.
Los acreedores del marido no tendrán acción sobre los bienes que la mujer administre en virtud de este artículo, a menos que comprobaren que el contrato celebrado por él cedió en
utilidad de la mujer o de la familia común.
Disuelta la sociedad conyugal, los bienes a que este artículo se refiere entrarán en
la partición de los gananciales; a menos que la mujer o sus herederos renunciaren a estos últimos, en cuyo caso el marido no responderá por las obligaciones contraídas por la mujer
en su administración separada.
Si la mujer o sus herederos aceptaren los gananciales, el marido responderá a esas obligaciones hasta concurrencia del valor de la mitad de esos bienes que existan al disolverse la
sociedad. Mas, para gozar de este beneficio, deberá probar el exceso de la contribución que se le exige con arreglo al artículo 1777.”
A) LIBROS OBLIGATORIOS.
Están indicados por el artículo 25 del Código de Comercio, que señala que todo comerciante está obligado a llevar para su contabilidad y correspondencia:
1) El libro diario;
2) El libro mayor o de cuentas corrientes;
3) El libro de balances;
4) El libro copiador de cartas.
En la práctica, el libro mayor o de cuentas corrientes no es uno solo, sino que son dos: un libro mayor y el otro de cuentas corrientes; el libro de balances se denomina libro de balances
y de inventario, y el libro copiador de cartas no existe, sino que se le sustituye por un registro de correspondencia recibida y despachada.
1) El libro diario. En él “se asentarán por orden cronológico y día por día las operaciones mercantiles que ejecute el comerciante, expresando detalladamente el carácter y
circunstancias de cada una de ellas” (art. 27 del Código de Comercio). Es sin duda un libro importante que constituye la base de la contabilidad.
2) El libro mayor. El Código no lo define y presenta características totalmente diferentes del libro diario. En el libro mayor se abren diferentes cuentas: a las diversas personas con las
cuales el comerciante mantiene negocios (cuentas personales), a los diferentes objetos particulares que forman parte de sus negocios (cuentas reales) y las llamadas cuentas de orden,
que son el registro de valores recibidos, transitoria o permanentemente, que no pertenecen al negocio o al sujeto, que conserva en calidad de depósito o garantía y que no afectan las
mayores o menores utilidades del negocio.
3) El libro de balances e inventario. Tiene un doble objeto: inventario de los bienes físicos con valor de tasación (activo) y balance anual: resumen del activo y pasivo de las ganancias y
pérdidas (art. 29 del Código de Comercio).
4) El libro copiador de cartas. Este libro no existe; en la actualidad se le reemplaza por el “archivo de copias de cartas”. Este archivo no tiene valor en juicio en favor del comerciante.
B) LIBROS FACULTATIVOS. Se denominan también libros auxiliares; los más frecuentemente usados por los comerciantes son los siguientes: el libro de caja, el de bancos, el libro de
obligaciones por pagar, el libro de obligaciones por cobrar, el libro de adquisiciones y gastos, el libro de letras descontadas y el libro de letras en cobranza.
Estos libros tienen bastante importancia por cuanto forman la base de la contabilidad y son el antecedente necesario de los libros obligatorios. Sin embargo, ellos no sirven como
medios de prueba en juicio independiente de los libros obligatorios (art. 40 del Código de Comercio).
D) EL SECRETO DE LA CONTABILIDAD.
Nuestro Código de Comercio, celoso defensor de los principios individualistas del siglo pasado, estableció como un resguardo a la libre competencia el secreto de la contabilidad. Las
razones que movieron al legislador a establecer esta garantía son fundamentalmente dos:
a) Para dejar a todos los comerciantes en igualdad de condiciones, para impedir en esa forma que otras personas (comerciantes también) se aprovecharan de lo que consta en los
libros de contabilidad ajenos, y
b) Porque siendo la contabilidad el reflejo del estado de los negocios de un comerciante, podría ser muy perjudicial para él el hecho de que ésta fuese conocida en un determinado
momento; podría dejar de manifiesto una situación precaria, lo que afectaría indudablemente su crédito.
Pero esta concepción original del Código se ha ido limitando un poco. La ley orgánica de Impuestos Internos, la Ley General de Bancos, la legislación sobre sociedades anónimas, han
dado facultades a funcionarios de los respectivos servicios para revisar la contabilidad. Desde el punto de vista tributario, puede decirse que en la actualidad no existe este secreto. Los
inspectores de Impuestos Internos pueden revisar todos los libros, pero ellos están obligados a mantener el secreto profesional.
El mismo Código de Comercio establece excepciones al principio del secreto de los libros de contabilidad. Sólo existen cuatro casos en que los tribunales de justicia pueden decretar la
exhibición total de la contabilidad. Existen además situaciones que autorizan una exhibición parcial de ellos. Veamos separadamente estas excepciones al secreto de la contabilidad.
b) La exhibición parcial.
Ella procede en los casos en que en un juicio sea necesario el conocimiento de determinados asientos contables. Debe decretarse por el juez a petición de parte interesada. Se limita
sólo a las operaciones contables que digan relación con el juicio; se practica por el juez personalmente en presencia del dueño y en el lugar en que se llevan los libros de contabilidad
(art. 43 del Código de Comercio).
He aquí la obligación de los comerciantes de llevar libros de contabilidad. Algunas leyes especiales y el mismo Código de Comercio exigen a determinados comerciantes la obligación
de llevar otros libros que los estudiados.
Requisitos que deben cumplir los libros de comercio para tener valor probatorio.
Las exigencias están contenidas en el artículo 35 del Código de Comercio y son las siguientes:
a) Juicio entre comerciantes;
b) Causa de comercio, y
c) Que los libros se lleven de acuerdo al artículo 31 del Código de Comercio.
a) Que se trate de un juicio entre comerciantes. Esta exigencia es lógica, ya que si se le permite a un comerciante hacer uso en su favor de los libros de contabilidad, es preciso que su
contendor pueda contar con un medio de prueba igual, y esto sólo puede ocurrir si el contendor es comerciante. De esta manera quedan en igualdad de condiciones.
Existen dos situaciones bien interesantes: si una de las partes es la sucesión de un comerciante o si una de las partes fue comerciante y dejó de serlo, ¿pueden hacer uso de este medio
de prueba a su favor? La respuesta es afirmativa, siempre que se reúnan todos los requisitos del artículo 35. Ejemplo: la ex Feria Rioseco de Concepción tenía un cliente con un crédito
de $ 1.000.000 en compraventa de animales. El cliente falleció sin cancelar la deuda. Con todos sus clientes la ex Feria celebraba un contrato de cuenta corriente mediante el cual se le
daba un crédito para compra de animales que debía pagar en tal plazo. En consecuencia, en este contrato las obligaciones no son líquidas y, por lo tanto, no puede cobrar
ejecutivamente la deuda. Al morir el cliente la Feria podría haber llamado a reconocer deuda a los herederos, pero éstos eran 11 y por lo tanto era imposible reunirlos. Debió iniciar un
juicio ordinario y en ese juicio se hicieron valer los libros de contabilidad. Se alegó por los herederos que ellos no eran comerciantes, pero se dijo que no importaba, porque eran
herederos de un comerciante y, en consecuencia, podían hacerse valer los libros si se reunían los requisitos legales.
b) Cuando la cuestión controvertida debe solucionarse aplicando la legislación comercial, estamos ante un juicio o causa de comercio.
En otros términos, la causa se refiere a un derecho u obligación nacido de un acto de comercio. Pero puede suceder que el acto sea mixto o de doble carácter. Se ha entendido que el
acto debe ser de comercio para las dos partes, que se trate de un derecho reglamentado por el Código de Comercio para ambos litigantes. En suma, en un juicio en que haya distinta ley
de fondo para cada parte no cabe la prueba en favor de quien lleva los libros. Lógicamente hay prueba en contra (art. 1704 del Código Civil).
c) Que los libros se lleven regularmente, o sea, que se cumpla con el artículo 31 del Código de Comercio.
PRUEBA DE LOS LIBROS DE CONTABILIDAD EN CONTRA DEL COMERCIANTE QUE LOS LLEVA.
El artículo 38 dispone: “Los libros hacen fe contra el comerciante que los lleva, y no se le admitirá prueba que tienda a destruir lo que resultare de sus asientos”.
Esta regla prácticamente confirma la norma del artículo 1704 del Código Civil, que es un principio universal en materia de prueba.
El artículo 38, en su parte final, expresa que no se admitirá prueba tendiente a destruir lo que resultare de los libros. Esto pone en evidencia que este medio probatorio se asimila a la
confesión, ya que el artículo 402 del Código de Procedimiento Civil establece igual regla respecto de esta probanza. Se puede sostener que se trata de una verdadera confesión escrita.
Para que opere la norma del artículo 38 no es necesario que haya ni juicio entre comerciantes, ni causa de comercio, ni libros regularmente llevados.
El artículo 39 del Código de Comercio contiene una norma muy importante: la indivisibilidad de este medio de prueba. Se trata del mismo efecto estudiado en la confesión: si se acepta
lo favorable, debe aceptarse forzosamente lo desfavorable. Así, v. gr., supongamos que XX demanda a Z, comerciante, exigiéndole el pago de una obligación emanada de un contrato
mercantil. Z niega el contrato y es obligado por XX a exhibir sus libros de contabilidad; aparece de ellos que existía el contrato, pero que se había pagado la mitad de la obligación. Si XX
acepta como prueba los libros de Z, debe admitir todo lo que arrojen dichos libros, tanto lo favorable como lo desfavorable.
Evidentemente, XX puede rechazar esta prueba en su totalidad y hacer uso de otros medios probatorios a su favor.
REGISTROS ESPECIALES.
Algunas leyes imponen a los comerciantes la obligación de inscribirse en registros especiales. Así, por ejemplo, el artículo 67 del Código Tributario autoriza a la Dirección Regional de
Impuestos Internos para exigir a las personas que desarrollan determinadas actividades la inscripción en registros especiales, como ocurre con el Rol Único Tributario, en el cual deben
inscribirse todas las personas naturales y jurídicas y las entidades o agrupaciones sin personalidad jurídica, pero susceptibles de ser sujetos de impuestos, que en razón de su actividad
o condición causen o puedan causar impuestos (art. 66 del Código Tributario).
La Ley de Alcoholes (art. 4º) impone a los embotelladores de vino y champañas, comerciantes al por mayor en vinos y licores, importadores de licores y comerciantes de alcohol para
sus usos distintos de la bebida, la obligación de inscribirse en registros de la Dirección de Impuestos Internos “en el mes de enero de cada año”.
Por último, según la circular Nº 137, de 31 de diciembre de 1960, deben inscribirse en el Registro de Especies Valoradas los fabricantes y comerciantes de tabacos, las empresas de
toda clase de transportes, los dueños de hoteles y toda clase de albergues, los fabricantes e intermediarios de discos y demás piezas adaptables a instrumentos musicales de
funcionamiento mecánico, los dueños de clubes, casinos, etc., que expendan o usen barajas, como los fabricantes o comerciantes de ellas, los fabricantes y comerciantes de fósforos,
cerillos o encendedores y los empresarios de espectáculos públicos.
Transferencia de la patente.
El artículo 30 del Decreto Ley Nº 3.063, de 29 de diciembre de 1979, que contiene la Ley de Rentas Municipales, autoriza la transferencia de la patente cuando el establecimiento que
ella ampara cambia de dueño. Corresponde al nuevo propietario hacer anotar ante la municipalidad respectiva la transferencia de la patente.
Características de patente.
Desde el punto de vista de su naturaleza jurídica, es necesario destacar que la patente es una contribución o tributo de carácter municipal que se paga por el ejercicio de las actividades
que la ley grava con ella.
Consecuencia de lo anterior es que la patente municipal no constituye en realidad un bien de propiedad del comerciante o profesional que la paga. Sin embargo, la ley faculta su
transferencia sólo en el evento de que el establecimiento que ella grava se enajene. Por esta misma razón no puede venderse separadamente el negocio que se trata.
Se distinguen:
1. Los factores. (Ej. Gerente general)
2. Los agentes dependientes del empresario de comercio (ligados por un vínculo de carácter laboral
3. Los agentes auxiliares independientes (no tienen vínculo laboral, sino que es de otra naturaleza, tales como los corredores, comisionistas, agentes de
negocios y martilleros que en realidad son intermediarios)
1. LOS FACTORES:
El empresario asume la titularidad de los derechos y obligaciones fruto de la actividad mercantil, y se puede realizar a través de terceros (por medio de la representación)
Fuente de la facultad: Puede emanar de un contrato o de la ley.
Efectos: Produce (si actúa debidamente facultado) los mismos efectos si los hubiera realizado el mismo.
Requisitos para representar:
1) Capacidad para representar.
Art. 340 Código de Comercio "Los factores se entienden autorizados para todos los actos que abrace la administración del establecimiento que se les confiare, y podrán usar de todas
las facultades necesarias al buen desempeño de su encargo, a menos que el comitente se las restrinja expresamente en el poder que les diere"
Art. 2132 C.C. "El mandato no confiere naturalmente al mandatario más que el poder de efectuar los actos de administración; como son pagar las deudas y cobrar los créditos del
mandante, perteneciendo unos y otros al giro administrativo ordinario; perseguir en juicio a los deudores, intentar las acciones posesorias e interrumpir las prescripciones, en lo
tocante a dicho giro; contratar las reparaciones de las cosas que administra; y comprar los materiales necesarios para el cultivo o beneficio de las tierras, minas, fábricas, u otros
objetos de industria que se le hayan encomendado.
Para todos los actos que salgan de estos límites, necesitará de poder especial"
2) Contemplacio Domine.
Se tiene que hacer saber a la parte con que celebra un contrato que el representante está actuando en nombre del representado.
Se cumple este principio de derecho civil, anteponiendo a la firma del representado "Por Poder o Por orden de…"
Art. 328 Código de Comercio "Los factores o dependientes que obraren en su propio nombre quedan personalmente obligados a cumplir los contratos que ajustaren; pero se
entenderá que los han ajustado por cuenta de sus comitentes en los casos siguientes:
1. Cuando tal contrato corresponda al giro ordinario del establecimiento que administran;
2. Si hubiere sido celebrado por orden del comitente aun cuando no esté comprendido en el giro ordinario del establecimiento;
3. Si el comitente hubiere ratificado expresa o tácitamente el contrato, aun cuando se haya celebrado sin su orden;
4. Si el resultado de la negociación se hubiere convertido en provecho del comitente"
Art. 329 Código de Comercio "En cualquiera de los casos enumerados en el anterior artículo, los terceros que contrataren con un factor o dependiente pueden, a su elección, dirigir
sus acciones contra éstos o contra sus comitentes, pero no contra ambos"
Mandato comercial, es un contrato por el cual una persona encarga la ejecución de uno o más negocios lícitos de comercio a otra que se obliga a administrarlos gratuitamente o
mediante una retribución y a dar cuenta de su desempeño. (Art. 233 Código de Comercio)
Art. 340 Código de Comercio "Los factores se entienden autorizados para todos los actos que abrace la administración del establecimiento que se les confiare, y podrán usar de todas
las facultades necesarias al buen desempeño de su encargo, a menos que el comitente se las restrinja expresamente en el poder que les diere"
Art. 22 Código de Comercio "En el registro del comercio se tomará razón en extracto y por orden de números y fechas de los siguientes documentos:
…
5. De los poderes que los comerciantes otorgaren a sus factores o dependientes para la administración de sus negocios"
Art. 339 Código de Comercio "Los factores deben ser investidos de un poder especial otorgado por el propietario del establecimiento cuya administración se les encomiende.
El poder será registrado y publicado en la forma prescrita en el párrafo 1, Título II, Libro I."
Art. 24 Código de Comercio "Las escrituras sociales y los poderes de que no se hubiere tomado razón, no producirán efecto alguno entre los socios, ni entre el mandante y
mandatario; pero los actos ejecutados o contratos celebrados por los socios o mandatarios surtirán pleno efecto respecto de terceros"
** Si no se cumple con la formalidad hay nulidad entre mandante y mandatario, pero produce efectos respecto de terceros.
Art. 325 Código de Comercio "Cuando los factores y dependientes contrataren a nombre de sus comitentes, expresarán en la antefirma de los documentos que otorgaren que los
suscriben por poder"
2° A nombre propio:
Art. 328 Código de Comercio "Los factores o dependientes que obraren en su propio nombre quedan personalmente obligados a cumplir los contratos que ajustaren; pero se
entenderá que los han ajustado por cuenta de sus comitentes en los casos siguientes:
1. Cuando tal contrato corresponda al giro ordinario del establecimiento que administran;
2. Si hubiere sido celebrado por orden del comitente aun cuando no esté comprendido en el giro ordinario del establecimiento;
3. Si el comitente hubiere ratificado expresa o tácitamente el contrato, aun cuando se haya celebrado sin su orden;
4. Si el resultado de la negociación se hubiere convertido en provecho del comitente"
Art. 329 Código de Comercio "En cualquiera de los casos enumerados en el anterior artículo, los terceros que contrataren con un factor o dependiente pueden, a su elección, dirigir
sus acciones contra éstos o contra sus comitentes, pero no contra ambos"
Art. 330 Código de Comercio "En ningún caso podrán los factores o dependientes delegar las funciones de su cargo sin noticia y consentimiento de su comitente"
Art. 340 Código de Comercio "Los factores se entienden autorizados para todos los actos que abrace la administración del establecimiento que se les confiare, y podrán usar de todas
las facultades necesarias al buen desempeño de su encargo, a menos que el comitente se las restrinja expresamente en el poder que les diere"
En materia comercial es discutible, ya que el mandato de los factores participa además de las características de las prestaciones de servicio, y el Código de Comercio distingue dos
situaciones.
1) Contrato a plazo fijo.
Art. 332 Código de Comercio "No es lícito a los factores o dependientes ni a sus principales rescindir sin causa legal los contratos que hubieren celebrado entre sí con término fijo, y el
que lo hiciere o diere motivo a la rescisión deberá indemnizar al otro los perjuicios que le sobrevinieren"
Art. 333 Código de Comercio " Sólo son causas legales de rescisión por parte del principal:
1) Todo acto de fraude o abuso de confianza que cometa el factor o dependiente;
2) La ejecución de algunas de las negociaciones prohibidas al factor o dependiente;
3) Las injurias o actos que, a juicio del juzgado de comercio, comprometan la seguridad personal, el honor o los intereses del comitente"
Art. 334 Código de Comercio "Sólo son causas legales de rescisión por parte de los factores o dependientes:
1) Las injurias o actos de que habla el número 3- del precedente artículo;
2) El maltratamiento inferido por el principal y calificado de bastante por el juzgado de comercio;
3) La retención de sus salarios en dos plazos continuos"
2) Si el contrato es indefinido.
Art. 335 Código de Comercio "No teniendo plazo determinado el empeño de los factores o dependientes con sus principales, cualquiera de ellos podrá darlo por concluido, avisando
al otro con un mes de anticipación.
El principal, en todo caso, podrá hacer efectiva, antes de vencer el mes, la despedida del factor o dependiente, pagándole la mesada que corresponda"
Art. 237 Inc. 2° Código de Comercio "Denomínense mancebos o dependientes los empleados subalternos que el comerciante tiene a su lado para que le auxilien en las diversas
operaciones de su giro, obrando bajo su dirección inmediata"
Art. 346 Inc. 1° Código de Comercio "Los dependientes encargados de vender por menor se reputan autorizados para cobrar el producto de las ventas que hicieren; pero deberán
expedir a nombre de sus comitentes los recibos que otorgaren"
Art. 346 Inc. 2° Código de Comercio "Gozarán de igual facultad los dependientes que vendan por mayor, siempre que las ventas se hagan al contado y que el pago se verifique en el
mismo almacén que administren.
Si las ventas se hicieren al fiado o si debieren verificarse los pagos fuera del almacén, los recibos serán firmados necesariamente por el comitente o por persona autorizada para
cobrar"
Art. 345 Código de Comercio "Los contratos que celebre el dependiente con las personas a quienes su comitente le haya dado a conocer por circulares como autorizado para ejecutar
algunas operaciones de su tráfico, obligan al principal, siempre que los contratos se circunscriban a las negociaciones encomendadas al dependiente.
Serán también de la responsabilidad del principal las obligaciones que el dependiente contraiga por cartas, siempre que haya sido autorizado para firmar la correspondencia del
mismo principal, y se haya anunciado la autorización por circulares"
Art. 327 Código de Comercio "La violación de las instrucciones, la apropiación del resultado de una negociación, o el abuso de confianza de parte de los factores o dependientes, no
exoneran a sus comitentes de la obligación de llevar a efecto los contratos que aquéllos hagan a nombre de éstos"
Art. 347 Código de Comercio "Los asientos que los dependientes encargados de la contabilidad hagan en los libros de sus comitentes, perjudican a éstos como si ellos mismos los
hubieran verificado"
1) LA COMISION MERCATIL :
Comisión: Es una especie de mandato comercial, que toma el nombre de comisión cuando versa sobre una o más operaciones mercantiles, que deben ser individualmente
determinadas. (Se sabe si el acto es mercantil o no, por su naturaleza)
Características de la comisión:
(1) Es consensual.
(2) Se puede manifestar en forma expresa o tácita.
Art. 2125 C.C. "Las personas que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligadas a declarar lo más pronto posible si aceptan o no el encargo que una
persona ausente les hace; y transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como aceptación.
Aun cuando se excusen del encargo, deberán tomar las providencias conservativas urgentes que requiera el negocio que se les encomienda"
Art. 243 Código de Comercio " El comisionista puede o no aceptar a su arbitrio el encargo que se le hace; pero rehusándolo quedará obligado bajo responsabilidad de daños y
perjuicios:
1. A dar aviso al comitente de su repulsa en primera oportunidad;
2. A tomar, mientras no llegue el aviso al comitente, las medidas conservativas que la naturaleza del negocio requiera, como son las conducentes a impedir la
pérdida o deterioro de las mercaderías consignadas, la caducidad de un título, una prescripción o cualquier otro daño inminente"
La jurisprudencia, ha establecido que como no existe la profesión de comisionista la aceptación tácita está referida a profesionales y no a comisionistas accidentales.
Responsabilidad:
El Art. 243 Inc. 2° Código de Comercio, establece responsabilidad de carácter contractual, luego la obligación que pesa sobre el comisionista dura un tiempo, no es indefinida.
Excepción:
Art. 272 Código de Comercio "Cuando la comisión requiera provisión de fondos, y el comitente no la hubiere verificado en cantidad suficiente, el comisionista podrá renunciar su
encargo en cualquier tiempo o suspender su ejecución, a no ser que se hubiere obligado a anticipar las cantidades necesarias al desempeño de la comisión bajo una forma
determinada de reintegro"
¿A partir de qué momento existe esta obligación y hasta cuándo? (Pregunta de examen)
De conformidad al Art. 299 desde que las cosas queden en poder del comitente y hasta que las expida, salvo que hubiera convención en contrario.
En forma legal, No hay regla y se ha tenido que recurrir a las reglas sobre la avería:
Si la pérdida o daño es manifiesto hay que iniciar juicio y nombrar un tasador.
Si la pérdida o daño no es manifiesto, hay un plazo de 48 horas para hacer la denuncia en el juzgado.
Art. 250 Código de Comercio "El comisionista debe comunicar oportunamente al interesado todas las noticias relativas a la negociación de que estuviere encargado que puedan
inducir a su comitente a confirmar, revocar o modificar sus instrucciones"
Art. 267 Código de Comercio "En todos los casos en que el comisionista delegue su comisión, deberá dar aviso a su comitente de la delegación y de la persona delegada"
Art. 273 Inc. 2° Código de Comercio "Podrá asimismo renunciar la comisión toda vez que el valor presunto de las mercaderías no alcanzare a cubrir los gastos del transporte y recibo.
En este caso deberá el comisionista dar pronto aviso a su comitente y pedir el depósito judicial de las mercaderías"
Art. 279 Código de Comercio "Evacuada la negociación encomendada, el comisionista está obligado:
1. A dar inmediatamente aviso a su comitente... "
Art. 317 Código de Comercio "El comisionista que asegurando la solvencia de los deudores no corriere riesgo alguno, no tendrá derecho sino al pago de la comisión simple.
Así, no podrá llevar comisión de garantía, aun cuando haya sido estipulada:
1. Si las ventas fueren hechas a condición de entregar el precio en el acto de recibir las mercaderías;
2. Si al tiempo de recibir los efectos vendidos a plazo, el comprador pagare el precio con descuento"
Art. 2152 C.C. "El mandatario puede por un pacto especial tomar sobre su responsabilidad la solvencia de los deudores y todas las incertidumbres y embarazos del cobro.
Constituyese entonces principal deudor para con el mandante, y son de su cuenta hasta los casos fortuitos y la fuerza mayor"
(3) De representar intereses contrapuestos (Art. 271 y 276 Código de Comercio)
Art. 271 Código de Comercio "Se prohíbe al comisionista, salvo el caso de autorización formal, hacer contratos por cuenta de dos comitentes o por cuenta propia y ajena, siempre que
para celebrarlos tenga que representar intereses incompatibles.
Así, no podrá:
1. Comprar o vender por cuenta de un comitente mercaderías que tenga para vender o que esté encargado de comprar por cuenta de otro comitente;
2. Comprar para sí mercaderías de sus comitentes, o adquirir para ellos efectos que le pertenezcan"
Art. 276 Código de Comercio "Ejecutando alguno de los contratos de que habla el artículo 271 con previa autorización de su comitente, sólo percibirá el comisionista la mitad de la
comisión ordinaria en defecto de pacto expreso"
Art. 264 Código de Comercio "Se entiende que el comisionista tiene autorización implícita para delegar, cuando estuviere impedido para obrar por sí mismo y hubiere peligro en la
demora.
No habiéndolo, el comisionista impedido deberá dar pronto aviso del impedimento y esperar las órdenes de su comitente"
Art. 263 Código de Comercio "Autorizado explícitamente para delegar, el comisionista deberá hacerlo en la persona que le hubiere designado el comitente.
Si la persona designada no gozare al tiempo de la sustitución del concepto de probidad y solvencia que tenía en la época de la designación, y el negocio no fuere urgente, deberá dar
aviso a su comitente para que provea lo que más conviniere a sus intereses.
Si el negocio fuere urgente, hará la sustitución en otra persona que la designada"
Art. 265 Código de Comercio "El que delega sus funciones en virtud de autorización explícita o implícita, no habiéndose designado la persona por el comitente, es responsable de los
daños y perjuicios que sobrevinieren a éste, si el delegado no fuere persona notoriamente capaz y solvente, o si al verificar la sustitución hubiere alterado de algún modo la forma de
la comisión"
Efectos de la delegación:
(1) Si la delegación se efectúa a nombre del comitente, se mantiene la comisión...
(2) Si se hace a nombre del comisionista, subsiste la comisión.
(3) Tiene derecho a la devolución de anticipos, gastos e intereses que hubiere significado la comisión:
Art. 274 Inc. 1° Código de Comercio "Puede el comisionista exigir se le paguen al contado sus anticipaciones, intereses corrientes y costos, aun cuando no haya evacuado
cumplidamente el negocio cometido"
Art. 286 Inc. 1° Código de Comercio "Hay entrega real cuando las mercaderías están a disposición del comisionista en sus almacenes o en ajenos, en los depósitos de aduana o en
cualquier otro lugar público o privado"
En materia Comercial:
Art. 241 Código de Comercio "El comitente no puede revocar a su arbitrio la comisión aceptada, cuando su ejecución interesa al comisionista o a terceros"
Renuncia a la Comisión:
Regla General en materia Civil:
Art. 2167 C.C. "La renuncia del mandatario no pondrá fin a sus obligaciones, sino después de transcurrido el tiempo razonable para que el mandante pueda proveer a los negocios
encomendados.
De otro modo se hará responsable de los perjuicios que la renuncia cause al mandante; a menos que se halle en la imposibilidad de administrar por enfermedad u otra causa, o sin
grave perjuicio de sus intereses propios"
En materia Comercial: (Art. 242 en relación al Art. 272 del Código de Comercio)
Art. 242 Código de Comercio "La renuncia no pone término a la comisión toda vez que cause al comitente un perjuicio irreparable, sea porque no pueda proveer por sí mismo a las
necesidades del negocio cometido, sea por la dificultad de dar un sustituto al comisionista"
Art. 303 Código de Comercio "No haciendo constar las averías en los términos del artículo precitado, se presume que el comisionista ha recibido las mercaderías en el mismo estado
que enuncia la carta de porte o el conocimiento, y responderá de ellas a su comitente, a menos que justifique que han sido averiadas antes de su recepción"
Art. 304 Código de Comercio "Cuando la alteración de las mercaderías hiciere tan urgente su venta que no haya tiempo para dar aviso al comitente, el comisionista acudirá al
juzgado de comercio para que autorice la venta en los términos que juzgue más convenientes a los intereses del propietario"
Art. 305 Código de Comercio "En cuanto al precio, lugar, época, modo y demás circunstancias de la venta encomendada, el comisionista se conformará rigurosamente a sus
instrucciones"
Art. 306 Código de Comercio "Vendiendo a precios más subidos que los designados en las instrucciones, facturas o correspondencia, el comisionista deberá abonarlos íntegramente
a su comitente, salvo que por un convenio especial se hiciere la venta a provecho común.
Si vendiere a precios más bajos que los señalados, el comisionista será responsable de la diferencia"
Art. 307 Código de Comercio "El comisionista podrá vender a los plazos de uso general en la plaza, a no ser que se lo prohíban sus instrucciones"
Art. 308 Código de Comercio "Aun cuando el comisionista estuviere autorizado tácita o expresamente para vender a plazo, sólo podrá verificarlo a personas notoriamente solventes"
Art. 309 Código de Comercio "Vendiendo a plazo, deberá expresar en las cuentas que rindiere los nombres de los compradores; y no haciéndolo, se entenderá que las ventas han sido
verificadas al contado.
Aun en las que hiciere en esta forma, deberá manifestar los nombres de los compradores si el comitente se lo exigiere"
Art. 310 Código de Comercio "El comisionista que, teniendo orden de vender al contado y por un precio fijo, vendiere al fiado por otro más subido, hará suya la diferencia, toda vez
que el comitente le exija el pago en la forma prescrita en sus instrucciones"
Art. 311 Código de Comercio "No pudiendo vender a los precios y condiciones que se le hubieren señalado, deberá el comisionista dar aviso y esperar las órdenes de su comitente.
En ningún caso podrá devolver las mercaderías sin previa orden de su comitente"
Art. 312 Código de Comercio "El comisionista deberá verificar la cobranza de los créditos de su comitente en las épocas en que se hicieren exigibles, y no haciéndolo, responderá de
los perjuicios que causare su omisión"
Art. 313 Código de Comercio "Cuando el comisionista recibiere mercaderías de distintos comitentes, deberá distinguirlas por una contramarca que designe la respectiva propiedad"
Art. 314 Código de Comercio "Comprendiendo en una misma negociación mercaderías de distintos comitentes, o de sí mismo y alguno de sus comitentes, será obligado a
distinguirlas en las facturas con sus respectivas marcas y contramarcas, y a anotar en sus libros las que correspondan a cada propietario"
Art. 315 Código de Comercio "El comisionista que tuviere contra una misma persona diversos créditos procedentes de operaciones ejecutadas por cuenta de distintos comitentes, o
bien por cuenta propia y ajena, deberá anotar en sus libros y en los recibos que otorgue el nombre del interesado por cuya cuenta haga el deudor entregas parciales"
Art. 316 Código de Comercio "Omitida la anotación que prescribe el precedente artículo, la imputación de los pagos se hará conforme a las reglas siguientes:
1) Si el crédito procediere de una sola operación ejecutada por cuenta de distintas personas, las entregas que haga el deudor serán distribuidas por el comisionista entre los
interesados a prorrata de sus respectivos haberes;
2) Si los créditos provinieren de distintas operaciones practicadas con una sola persona, el pago se imputará al crédito que designe el deudor, con tal que ninguno de ellos se halle
vencido o que lo estén todos a la vez;
3) Si en la época del pago alguno o algunos de los plazos estuvieren vencidos, y hubiere otros por vencer, se aplicará precisamente la cantidad que entregare el deudor a los créditos
vencidos, y el exceso, si lo hubiere, se distribuirá sueldo a libra entre los créditos no vencidos"
Art. 317 Código de Comercio "El comisionista que asegurando la solvencia de los deudores no corriere riesgo alguno, no tendrá derecho sino al pago de la comisión simple.
Así, no podrá llevar comisión de garantía, aun cuando haya sido estipulada:
1.- Si las ventas fueren hechas a condición de entregar el precio en el acto de recibir las mercaderías;
2.- Si al tiempo de recibir los efectos vendidos a plazo, el comprador pagare el precio con descuento"
(3) Comisión de transporte por tierra, ríos o canales navegables: (No se pregunta según el profesor)
Art. 318 Código de Comercio "Comisionista de transportes es aquel que, en su propio nombre pero por cuenta ajena, trata con un porteador la conducción de mercaderías de un
lugar a otro"
Art. 319 Código de Comercio "No es comisionista de transportes el que, habiendo vendido mercaderías por correspondencia, se encarga de remitirlas al comprador.
Pero la aceptación de este encargo impone al vendedor las obligaciones de mandatario; y en consecuencia responderá como tal aun de la culpa que cometiere en la elección de
porteador"
Art. 320 Código de Comercio "Fuera de los libros cuya teneduría prescribe el artículo 25, el comisionista deberá llevar un registro especial en que copiará íntegramente las cartas de
porte que suscribiere"
Art. 321 Código de Comercio "Es obligación del comisionista asegurar las mercaderías que remitiere por cuenta ajena, teniendo orden y provisión para hacerlo, o dar pronto aviso a
su comitente si no pudiere realizar el seguro por el precio y condiciones que le designaren sus instrucciones.
Ocurriendo la quiebra del asegurador, pendiente el riesgo de las mercaderías, el comisionista deberá renovar el seguro, aun cuando no tenga encargo especial al efecto"
Se ha pretendido por algunos que las acciones de las sociedades anónimas son efectos públicos, lo que se encuentra en contradicción con el carácter taxativo de la enumeración que de
los efectos públicos hace el artículo 68 del Código de Comercio.
Corredores de propiedades.
Se ha planteado la interrogante acerca de si los corredores de propiedades pueden ser considerados corredores de comercio sujetos a las normas que el Código contiene. A nuestro
parecer, habría que dar una respuesta negativa, fundada en las siguientes razones:
1) Realizan negocios relativos a inmuebles, que, según las reglas del artículo 3º Nº 1º del Código de Comercio, no son actos de comercio;
2) Ellos dispensan su mediación ordinariamente entre particulares, lo que no concuerda con la definición de corredor de comercio del artículo 48, que exige que ella debe dispensarse
entre comerciantes.
3) La mediación del corredor de comercio, según la definición del precepto legal recién citado, se les proporciona a los comerciantes para facilitarles la conclusión de sus negocios, esto
es, los actos de comercio, y el corredor de propiedades intermedia para la celebración de actos que no son de comercio.
Atendida la circunstancia que de ordinario los corredores de propiedades se dedican también a otras actividades, como actuar de comisionistas, recibir o dar dinero en préstamo para
determinadas inversiones, y, además, se organizan como verdaderas empresas de agencias de negocios, su actividad puede también calificarse de comercial, en virtud de lo previsto en
el artículo 3º Nº 7º del Código de Comercio.
Incapacidades y prohibiciones.
Las incapacidades están contenidas en el artículo 55 del Código de Comercio. No pueden ser corredores:
1º Los que tienen prohibición de comerciar;
2º Los menores de 18 años;
3º Los que han sido destituidos de este cargo;
4º Los que hubieren sido condenados a pena aflictiva o infamante.
Las dos primeras causales de incapacidad no se aplican. De las dos restantes sólo
recibe aplicación la contenida en el Nº 4º.
Las prohibiciones están contenidas en el artículo 57 del Código de Comercio, complementado por el artículo 58 del mismo cuerpo legal. En general, puede decirse que no están
autorizados para ejecutar operaciones mercantiles por su cuenta o tomar interés en ellas bajo nombre propio o ajeno, directa o indirectamente.
Sanción.
Las quiebras de los corredores se presumen fraudulentas (art. 64 del Código de Comercio).
3) LOS MARTILLEROS:
“Son martilleros las personas naturales o jurídicas inscritas en un registro en conformidad a esta ley, para vender públicamente al mejor postor toda clase de bienes corporales
muebles” (art. 1º de la Ley Nº 18.118, de 22 de mayo de 1982).
El ejercicio de la actividad de martillero público se encuentra actualmente reglamentado por la Ley Nº 18.118, de 22 de mayo de 1982.