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ACUMULACIÓN ORGINARIA Y CAPITALISMO

EN COLOMBIA DURANTE LA DÉCADA DE 1920


una contribución al debate sobre la génesis del capitalismo en Colombia

César Gualdrón

En el marco de la realización, en noviembre de 1926, del Tercer Congreso Obrero, se


funda el Partido Socialista Revolucionario –PSR-: desde este mismo momento y
hasta su desaparición hacia 1930, este Partido se auto-define como una
organización política llamada a coordinar y encauzar la reivindicación de los
derechos e intereses de los trabajadores colombianos. En ese sentido, de diversos
modos el PSR esboza una caracterización de la sociedad colombiana como una
sociedad dominada por el régimen capitalista de producción, no sin precisar que se
trata de un capitalismo no plenamente desarrollado a la vez que dependiente del
sistema imperialista mundial1.

Por otra parte, en lo que se refiere a la caracterización de la década de 1920


pareciera existir un consenso, de una amplia diversidad de investigadores
económicos y sociales, en torno al reconocimiento de este período de la historia de
Colombia como aquel en que se lleva a cabo el último acto de la organización
precapitalista de la economía colombiana y, con ello, el reconocimiento de esta
época como la de la transición hacia el capitalismo2. A partir de este entendimiento,
se considera que el PSR es un Quijote, un héroe equivocado –cuando no se lo trata
como una expresión meramente exótica-, que no entiende la época en la que se
encuentra y, por lo tanto, está condenado al fracaso desde el mismo momento en
que plantea sus luchas y las formas en las que las desarrolla; o, simplemente, es
una organización infantil, propia de la época infantil del capitalismo colombiano y,
por supuesto, ambas superadas3.

1 Así se hace, por ejemplo, en TORRES GIRALDO, Ignacio: Manifiesto al Proletariado de Colombia;
Tipografía Eléctrica Vanguardia Obrera, Barrancabermeja, enero 1 de 1927. En: Archivo General de la
Nación, Fondo Ministerio de Gobierno, Sección Primera, Tomo 982, Folio 415. Y, del mismo modo, en
SIN AUTOR: Programa del Partido Comunista de Colombia; Bogotá, Julio 5 de 1928. En: Archivo General
de la Nación, Fondo Ministerio de Gobierno, Sección Primera, Tomo 979, Folios 426-442. Este último
es, posiblemente, un proyecto de “programa” y, por lo tanto, se trata de un documento que no goza de
amplias difusión y discusión para la época, al interior de la dirigencia y mucho menos de la militancia
de base del PSR. Sin embargo, aquí se contempla como un indicador del tránsito desde este Partido
hacia la constitución del Partido Comunista de Colombia –fundado con la disolución del PSR en 1930.
2 Los trabajos más representativos de este consenso son: BEJARANO, Jesús Antonio [1975]: El fin de la
economía exportadora y los orígenes del problema agrario; en: Cuadernos Colombianos No. 7, Bogotá,
KALMANOVITZ, Salomón [1985]: Economía y Nación. Una breve historia de Colombia; Siglo Veintiuno
Editores, Bogotá.
3 Sucede así, por ejemplo, en MEDINA, Medófilo [1980]: Historia del Partido Comunista de Colombia;
Centro de Estudios e Investigaciones Sociales -CEIS-, Bogotá, pero también en ARCHILA, Mauricio
[1991]: Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1945; Centro de Investigaciones y Educación Popular –
CINEP-, Bogotá.
¿Podría, entonces, considerarse el planteamiento de los dirigentes del PSR como un
planteamiento que confunde un momento de transición con uno de escaso
desarrollo? Pero, para responder esta pregunta, habría que plantearse otras, tales
como: ¿cuál es el momento preciso de dicha transición al capitalismo en Colombia?,
es decir, ¿cuál es la periodización que ayuda a comprender dicha transición?,
¿cuáles son sus características? y, por último, ¿qué factores aceleran o entorpecen
este proceso de transición?

una posible definición de transición…

Antes de avanzar en el recorrido propuesto por estos interrogantes, es importante


determinar qué se entiende por proceso de transición, para lo cual se recurrirá a
una reflexión del profesor Maurice Godelier al respecto4: según Godelier, el concepto
de proceso de transición da cuenta de un momento histórico en el que se hace
inviable una forma particular de sociedad, o sea, el momento en que una forma
concreta de reproducción de las relaciones sociales pierde su predominio, al mismo
tiempo que se aproxima una nueva forma de reproducción de las relaciones
sociales, la cual se va constituyendo como dominante. Se sugiere, en este mismo
planteamiento, la íntima correspondencia entre los cambios del modo de producción
y aquellos que se suceden en el conjunto total de las relaciones sociales –en la
formación social-, aun cuando aquí se problematiza el entendimiento convencional
mecanicista del materialismo histórico, según el cual existe una relación unívoca y
unidireccional base-superestructura5: en la interpretación aquí propuesta, por el
contrario, se hace énfasis en las diferentes determinaciones bidireccionales base-
superestructura o, más bien, en la dificultad que representa la clasificación estática
de muchas de las relaciones sociales en alguna de tales instancias.

Por supuesto, tratándose de semejante transformación, no es posible llevar a cabo


demarcaciones tajantes entre un tipo de sociedad y otro, puesto que las relaciones
sociales emergentes han estado durante un amplio período previo coexistiendo con
las dominantes. En ese mismo sentido, habría que resaltar que no se trata aquí de
la eliminación de las relaciones sociales precedentes sino de su subordinación a las
nuevas relaciones dominantes. Ahora bien, también es de señalar que la
mencionada inviabilidad de un tipo de sociedad tiene su raíz en la presencia de
dificultades tanto internas como externas para la continuidad de la reproducción de
las relaciones sociales previamente dominantes: esta circunstancia es, a su vez, la

4 GODELIER, Maurice [1987]: Introducción: el análisis de los procesos de transición; Grupo de


Investigación Formas y Procesos de Transición entre Sistemas Económicos y Sociales, París.
5 Una crítica esclarecedora del entendimiento convencional mecanicista dentro de la tradición del
materialismo histórico se encuentra en MONCAYO, Víctor Manuel [1980a]: El Estado como relación de
producción; en: La crítica marxista al Estado capitalista: del Estado-instrumento a la forma-Estado [Mauricio
Archila, comp.]; Centro de Investigaciones y Educación Popular -CINEP-, Bogotá, ROJAS, Fernando
[1980]: Forma Estado y regímenes políticos; en: La crítica marxista al Estado capitalista: del Estado-
instrumento a la forma-Estado; Centro de Investigaciones y Educación Popular -CINEP-, Bogotá, así
como en HOLLOWAY, John [2002]: Cambiar el mundo sin tomar el poder; Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, Revista Herramienta, Buenos Aires.
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que permite el ascenso de las nuevas relaciones sociales, en el seno mismo de la
sociedad precedente. Del mismo modo, la manera en que termina y comienza la
predominancia de unas y otras relaciones sociales, puede adoptar formas más o
menos violentas a la vez que más o menos rápidas, en proporción a la extensión e
intensidad de la luchas sociales en que se expresan estos períodos de transición.

… hacia el capitalismo…

Sin embargo, de lo que se trata en este caso no es de la transición en general; se


trata de la transición hacia el capitalismo. Entonces, en este punto se hace
necesario precisar cuáles son las características principales del modo de producción
capitalista y, con ello, poder hacer un deslinde más o menos preciso entre las
distintas épocas de la historia de Colombia en torno a este proceso de transición.
Con este propósito, se continúa con la referencia al profesor Godelier:

Desde el punto de vista metodológico, aparece un orden necesario en el análisis de los procesos de
transición. Primero es necesario descubrir la estructura de las relaciones de producción nuevas,
antes de reconstituir su génesis y evolución. Al término de su análisis, Marx propone una definición
de la forma capitalista de producción. Esta forma de producción es la combinación de los cuatro
siguientes conjuntos de relaciones:
1. Es la forma históricamente más desarrollada de la producción mercantil.
2. Reposa sobre la propiedad privada de los medios de producción y del dinero.
3. Estos medios de producción y el dinero funcionan como capital, es decir, son utilizados para producir
un valor suplementario del que se ha invertido al comienzo del proceso de producción, valor
suplementario que corresponde a las distintas formas de beneficio capitalista.
4. Esta valorización del capital se realiza por la contratación y la explotación de trabajadores
asalariados, personalmente libres, pero desprovistos de medios de producción y subsistencia, lo que
les obliga a vender el uso de su fuerza de trabajo a los poseedores de estos medios6.

Sin embargo, como lo enfatiza el profesor Maurice Dobb7, a partir de la lectura del
capítulo sobre “la llamada acumulación originaria”, el eje alrededor del cual se
articula el modo de producción capitalista es el último punto que aparece en la
enumeración anterior: la existencia del trabajo asalariado y su explotación, por
parte de los capitalistas, con el propósito de la extracción de plusvalía. Este es, por
tanto, el punto clave para el análisis del proceso de transición al capitalismo, al cual
se le prestará especial atención en lo que sigue –sin descuidar, por supuesto, los

6 GODELIER; Op. cit., p.7-8. El texto continúa de la siguiente manera: “Se advierte de inmediato que
ninguno de esos cuatro elementos apareció por primera vez en los tiempos modernos… El carácter específico de
la manera de producir capitalista reside en el hecho de que estas distintas relaciones han llegado a combinarse”.
7 DOBB, Maurice [1946]: Estudios sobre el desarrollo del capitalismo; Siglo Veintiuno Editores, México,
1976.
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demás aspectos correlacionados con éste-: la constitución de un mercado interno8, y
su eventual conexión estable con el mercado mundial9 y el afianzamiento tanto de la
propiedad privada como de la lógica de acumulación de capital D-M-D´.

… en Colombia

Ahora bien, en adelante se tomará, una a una, dichas características, con la


pretensión de ubicar los momentos principales de una posible periodización en
torno al proceso de transición al capitalismo en la sociedad colombiana:

1.Un nutrido grupo de autores está de acuerdo en señalar que la posibilidad para
la constitución del mercado interno se establece definitivamente en la década
de 192010. La causa de ello es atribuida a la confluencia de factores tanto
coyunturales como de más largo plazo: por el lado del largo plazo, se tiene la
inserción estable al mercado mundial a través de la comercialización del café,
desde finales del siglo XIX, la cual garantiza una importante afluencia
sostenida de recursos por concepto de exportaciones, que fortalecen la
capacidad de compra de los cultivadores y, de ese modo, favorecen la
ampliación de la demanda agregada11.

2.En la coyuntura de la década se tiene un repunte de los precios del café en los
mercados internacionales, posterior a la crisis de fines de la década anterior.
Junto con ello, el ingreso de los recursos asociados a la “indemnización” por la
separación de Panamá, que el gobierno de los Estados Unidos de América paga

8 El punto referente a la más desarrollada forma de producción-circulación mercantil es equivalente a


la constitución del mercado interno en la medida en que el cada vez más intenso proceso de
separación-expropiación de los productores directos respecto tanto de sus condiciones de vida como
de sus condiciones de producción, significa que al referido sector de los trabajadores le es
absolutamente imposible producir y autoabastecerse de lo necesario para su existencia: entonces estos,
los trabajadores, para satisfacer sus necesidades, no tienen más opción sino la de participar en el
mercado como compradores -la satisfacción de sus necesidades cobra la forma mercancía-; pero, para
ser compradores deben acceder al dinero y, esto sólo es posible, a través de la venta de su fuerza de
trabajo.
9El mercado mundial será el referente competitivo máximo de los distintos capitales y, en esa medida,
será el escenario común –en diferentes grados- de las respectivas dinámicas de los mercados internos.
10 Por ejemplo, BEJARANO, Op. cit.; KALMANOVITZ, Op. cit.; MACHADO, Absalón [1977]: El café:
de la aparcería al capitalismo; Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1988; MONTENEGRO, Santiago [1984]: El
surgimiento de la industria textil en Colombia, 1900-1945; en: “Crisis mundial, protección e
industrialización. Ensayos de historia económica colombiana” [José Antonio Ocampo, Santiago
Montenegro]; Centro de Estudios sobre al Realidad Colombiana –CEREC-, Bogotá; OCAMPO, José
Antonio [1984]: Colombia y la economía mundial; Siglo Veintiuno Editores, Bogotá.
11Esta interpretación se sustenta en la consideración de que predomina la pequeña propiedad en las
formas de cultivo del café en la región antioqueña, atribuyéndole caracteres “democráticos” y
contrastándola con las formas de cultivo latifundista de Cundinamarca. Esta tesis, sin embargo, es
cuestionada, entre otros, en BEJARANO, Op. cit., KALMANOVITZ, Op. cit. y MACHADO, Op. cit.
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al gobierno colombiano, recursos acompañados por una oleada de empréstitos
que contrata tanto el gobierno nacional como los diferentes gobiernos locales –
en virtud de la gran capacidad de endeudamiento representada por la
antedicha “indemnización”-: estos se destinarán, en buena medida, a la
construcción de obras de infraestructura –principalmente vías de
comunicación-, que en su ejecución vincularán a un importante contingente de
mano de obra, el cual engrosará también la demanda agregada.

3.También se acentúa la tendencia, que viene desde la década anterior, del arribo
de inversiones extranjeras, provenientes principalmente de empresas
estadounidenses de extracción y exportación de materias primas y bienes
agrícolas –Tropical Oil y United Fruit Company. Estos tres fenómenos
constituyen lo que ha dado en llamarse el período de la “danza de los millones”
o de “la prosperidad a debe”.

4.Por último, y a ese mismo respecto, se tiene la creación en 1923 del Banco de
la República y demás instituciones de vigilancia y control fiscal que la Misión
Kemmerer recomienda en función del estímulo y la protección del creciente
ritmo de los negocios que se va configurando en el país durante ese período12.

En efecto, entonces, en lo que al mercado interno se refiere, la década de 1920 es


una década en la que se avanza bastante, no obstante que grandes masas de la
población aun se encuentran marginadas de la compra-venta de mercancías, en la
medida en que tales fenómenos apenas comienzan a cuestionar –y muy
parcialmente, cuando no vienen a reforzar- el funcionamiento de la hacienda. De
todos modos, el avance, si se compara con la segunda mitad del siglo XIX, tiene que
ver con la colocación de las bases para la conformación de un sector cada vez más
amplio de trabajadores asalariados, vinculados tanto a ciertas actividades de la
comercialización del café como a la ejecución de las obras públicas de
infraestructura13. O sea, si bien es cierto que todavía no se puede encontrar en
Colombia un mercado interno constituido para la década de 1920, este es el
momento en que se sientan las bases de lo que será dicho espacio mercantil.

12 “… un requisito indispensable para el intercambio de mercancías, para su continuidad y velocidad exigidas


para una más amplia circulación y valorización del capital, se precisa de un espacio homogéneo, en el cual la
diversidad de los objetos mercantiles sea abstraída, y ellos sean conmensurables. Luego, el dinero, la moneda, será
el único vínculo capaz de unificar a cualquier comprador con cualquier vendedor, será la más potente fuerza
efectivamente capaz de hacer abstracto todo lo concreto, será el único lenguaje capaz de unificar los momentos
opuestos de la producción inmediata y el consumo. Pero, el dinero, para ser aceptado por todos los participantes
del mercado debe ser puesto -impuesto y respaldado- por un no-participante, un ente que no busque para sí
beneficio en el intercambio en cuestión, sino que su única preocupación sea la estabilidad de la totalidad de los
intercambios en la sociedad: ese ente es el Estado, del cual, en el transcurso de la historia del Capital, de acuerdo
con el avance de forma-mercancía, surgirá el Banco Central, como su órgano especial y especializado en la
cuestión”. GUALDRÓN, César [2004]: Las aventuras del Capital y la tragicomedia del Estado contemporáneo.
El marco para la venidera Emancipación del Trabajo; Facultad de Ciencias Económicas, Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá.
13 OCAMPO, Op. cit., MONTENEGRO, Op. cit., MACHADO, Op. cit.
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Pero, mucho más significativo, en cuanto a la configuración futura del mercado
interno es el dinamismo alcanzado por ciertos sectores de la producción industrial
durante este período, el cual permitirá afianzar el reacomodamiento de los sectores
hacendatario-exportadores hacia los campos financiero y, por supuesto, industrial14.
En ese sentido, es de suma importancia la creación del Banco de la República y la
adopción del patrón-oro para el manejo de la política monetaria, en la medida en
que desde la concepción subyacente ortodoxo-monetarista:
Se hace… una separación tajante entre lo «político» y lo «económico», y, al ubicarse lo segundo
como sujeto a «leyes universales», se plantea que la mejor acción con respecto al mercado, desde la
esfera política, es la inacción; pues esta esfera política se considera como el campo en que se
trenzan en fiera batalla los distintos intereses, propios de «grupos particulares de presión», incapaces
de propender por el «interés general». Y este «interés general», se considera, sólo se puede
favorecer desde el alejamiento de la pugna política, desde el conocimiento de las leyes del mercado y
las acciones que concuerden con ello: los problemas económicos, son considerados entonces
problemas de orden técnico, neutral; la discusión política -se afirma hasta el hastío- no sirve en
absoluto para su resolución15.

Entonces, dicha política termina imponiendo, de una manera cada vez más
despersonalizada –más abstracta-, más “técnica” y quizás por eso mismo más
implacable, una subordinación de los deudores frente a los acreedores en el sistema
financiero. Para ese momento, como se ha planteado, las élites están consolidando
sus posiciones en los sectores financiero e industrial –reforzando sus actividades
primario- exportadoras-, sectores que ya desde ese entonces se encuentran en una
situación simbiótica, dado que el control sobre el primero de ellos contribuye con la
canalización de los recursos necesarios para el desarrollo del otro; situación
simbiótica que permitirá el rápido fortalecimiento del sector industrial con
posterioridad a la crisis de principios de la década de 1930 y signará su estructura
oligopólica durante el resto del siglo XX y comienzos del presente16.

Así, para el ascenso del capitalismo a la condición de modo de producción


dominante en la sociedad colombiana es fundamental la creación del Banco de la
República, del mismo modo que para finales del siglo XIX es importante la actuación
del Banco Nacional y la implementación de su Régimen de Papel Moneda –en
contravía de la enunciada ortodoxia monetarista que impera en el Banco de 1923 y
de 1991-, dado que el fenómeno inflacionario, y la consiguiente devaluación del
peso, vividos durante la década de 1890, constituye un factor clave en el

14 BEJARANO, Op. cit.; KALMANOVITZ, Op. cit.; MONTENEGRO, Op. cit.


15 GUALDRÓN, César [2003]: ¿Cuál independencia del Banco de la República? Notas para una
reforma democrática del Banco Central en Colombia; en: Especulación financiera. La burbuja que
hundió a Colombia: globalización, privatización de la emisión monetaria y fin de la banca de fomento;
Secretaría de Política Financiera, Unión Nacional de Empleados Bancarios -UNEB-, Bogotá, p.51.
16A este respecto, es muy sugerente el análisis presentado en MISAS, Gabriel [2002]: La ruptura de los
noventa. Del gradualismo al colapso; Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá.
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acrecentamiento de los ingresos de exportación y, con ello, de las ganancias de los
terratenientes-comercializadores de café y, por lo tanto, termina siendo un muy
fuerte incentivo para la ampliación de los cultivos de café17 -situación esta última
que guarda estrecha relación con la ya mencionada vinculación estable en el largo
plazo con el mercado mundial a través de dicho producto.

5.En cuanto al afianzamiento de la propiedad privada, para el caso de la


propiedad territorial, se tiene una conclusión parcial del proceso de
privatización de las tierras públicas –tierras baldías-, potenciado con las
reformas liberales de mediados del siglo XIX18: por un lado, la disolución de los
resguardos indígenas, institución propia del régimen colonial, la cual es
atacada permanentemente por los grandes propietarios desde el mismo
momento de su constitución –con el objeto de acceder de manera privilegiada a
la mano de obra asentada allí19-; por otro lado, la desamortización de los bienes
de manos muertas, en medio de una ofensiva en contra de la Iglesia Católica,
en cuanto que agente económico que es concebido como estrangulador de los
pequeños y los grandes propietarios a través del monopolio que representa su
sistema crediticio –siendo éste igualmente un legado del régimen colonial.

6.También la adquisición, por parte de grandes propietarios, comerciantes y


agentes financieros –nacionales y extranjeros- de tierras públicas como pago de
la deuda pública contraída por el débil aparato estatal colombiano del siglo XIX
e inicios del XX, en la figura de los llamados bonos territoriales. Sin embargo:
… mucho más importante que la adquisición de baldíos fue la simple usurpación de tierras públicas
por los terratenientes; mediante procedimientos como la alteración de límites sobre concesiones de
baldíos, la realización de operaciones de compraventa y la legación en herencia de tierras con el
objeto de crear una tradición legal sobre ellas, etc.20

7.En este contexto de ensanchamiento y consolidación de la gran propiedad


territorial, en lugar de perder importancia, la hacienda refuerza su
protagonismo económico y social; puesto que es a través de su explotación que
se llevarán a cabo los diversos esfuerzos destinados a la conexión de cada
región del país con la economía mundial, durante la segunda mitad del siglo

17MELO, Jorge Orlando [1987]: Las vicisitudes del modelo liberal (1850-1899); en: “Historia económica de
Colombia” [José Antonio Ocampo, coord.]; Siglo Veintiuno Editores, Bogotá.
18Ibid; también en FAJARDO, Darío [1981]: El Estado y la formación del campesinado en el siglo XIX; en:
“Campesinado y capitalismo en Colombia”; Centro de Investigación y Ecuación Popular –CINEP-,
Bogotá.
19 COLMENARES, Germán [1987]: La formación de la economía colonial (1500-1740); en: “Historia
económica de Colombia” [José Antonio Ocampo, coord.]; Siglo Veintiuno Editores, Bogotá.
20MELO, Op. cit., p.135. Así mismo, en los colonizadores “… en algunas zonas tropezaron con títulos de
propiedad de origen colonial… o se enfrentaron con títulos que fueron asignados después de que la tierra ya
había sido ocupada por los primeros pobladores”. Ibid., p.131.
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XIX21. Así, será en el escenario de la hacienda en donde se pondrá en marcha el
modelo o lógica de producción-especulación, versión particular de la lógica de
acumulación de capital D-M-D´:
Este comportamiento consistió en explotar al máximo las oportunidades que ofrecían los mercados
mundiales en desequilibrio, o aquellos productos para los cuales no hubiera por el momento una
alternativa de oferta estable en el mercado mundial (los productos forestales, antes de que se iniciara
su cultivo), apelando para tal fin a condiciones de producción o explotación relativamente elementales
e incluso improvisadas. Esta forma de comportamiento empresarial, que denominaremos
“producción-especulación”, tuvo su apogeo en Colombia durante la bonanza exportadora de 1850 a
1882 y encontró muchas dificultades para desenvolverse en las décadas siguientes, aunque lo logró
de manera parcial en la economía cafetera de hacienda en las últimas décadas del siglo XIX22.

Por lo tanto, la conexión estable con el mercado mundial alcanzada sobre la base de
la exportación del café, arriba expuesta como uno de los factores clave en la
conformación del mercado interno colombiano, tiene como antecedente fundamental
a la vez que marco de referencia este comportamiento de los empresarios de la
segunda mitad del siglo XIX. Pero, recuérdese lo aquí anotado, estos empresarios
exportadores son, en buena medida, los mismos propietarios –antiguos o nuevos- de
haciendas y, de acuerdo con los efectos del conjunto de reformas económicas de
mediados de siglo, estos comerciantes-terratenientes también se constituyen,
paulatinamente, en agentes financieros.

Entonces, a pesar de que en el desenvolvimiento de esta lógica de producción-


especulación se conservan las formas precapitalistas de explotación de la fuerza de
trabajo asociadas a la hacienda, esta conservación conlleva su funcionalización
respecto de la obtención de ganancias por parte de tales empresarios y, en la medida
en que se lleva a cabo la acumulación de estas ganancias y se presenta la
oportunidad de la realización de inversiones industriales en ramas de poca o nula
competencia frente a la producción extranjera, a partir de la dictadura de Reyes y
durante la década de 1910 se hace posible el más o menos rápido reacomodamiento
de estos empresarios con dirección a dicho sector industrial23.

pero ¿cuál es, entonces, la vía colombiana?


y ¿cuál su presencia temporal?

Así, a partir del recorrido hecho hasta ahora, es posible afirmar que no es
procedente buscar el origen del capitalismo colombiano en la llamada “vía
revolucionaria” de transformación de las formas de producción, a partir de la
aplicación del trabajo sobre la pequeña propiedad24. O sea, no puede encontrarse
este origen del capitalismo colombiano en los pequeños propietarios cultivadores de

21 BEJARANO, Op. cit.; KALMANOVITZ, Op. cit.; FAJARDO, Op. cit.


22 OCAMPO, Op. cit., p.61.
23 BEJARANO, Op. cit.; KALMANOVITZ, Op. cit.
24 DOBB, Op. cit.
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café y la demanda agregada que supuestamente impulsaría las inversiones
industriales, ni tampoco en la puesta en marcha de una pretendida acumulación de
capital por su parte, el cual, en la medida en que se acrecentara, sería vertido
posteriormente a la actividad industrial en las décadas de 1920 y 1930.

Más bien, mediante el reconocimiento de la existencia efectiva de “la independencia


relativa de la formación de los diferentes elementos de la estructura capitalista y la
diversidad de las vías históricas de esta formación”25, habría que buscar la
génesis de la predominancia de este modo de producción en Colombia, a través de
una opción interpretativa que considere la combinación de las dinámicas
anteriormente descritas, asimilándolas a la otra vía de transición al capitalismo: la
llamada “vía junker”26, de conservación de las formas de producción precapitalistas,
conservación causada por el hecho de que el comando del proceso de acumulación
de capital es asumido por agentes que también se encuentran en la lógica
precapitalista de minimización de los costos monetarios. Este es el caso de la
hacienda, espacio social de primer orden hasta la misma década de 1920.

Pero, este espacio social es justamente el resultado de las diferentes respuestas


frente al obstáculo con que permanentemente se enfrentan los sectores dominantes
hasta ese momento –aun desde el período colonial-: la escasez de la mano de obra
en proporción a la extensión del territorio-recursos por explotar. Ese es el sentido,
por ejemplo, de la otra parte de las reformas liberales de 1850, en lo que se refiere
tanto a la disolución de los resguardos indígenas como a la abolición total de la
esclavitud. Ese es el sentido de las formas a través de las cuales se lleva a cabo la
titulación, en favor de los terratenientes, de las tierras previamente ocupadas por los
colonos. Y solamente hasta finales de la década de 1920 y durante la de 1930 se
podrá contar con la existencia de algo similar a un ejército industrial de reserva:
solamente en esa época hará su aparición el fenómeno del desempleo, variable de
control de la fuerza de trabajo en la sociedad capitalista27.

Por lo tanto, si bien es cierto que la formación social colombiana de la década de


1920 no puede considerarse como dominada plenamente por el modo de producción
capitalista, efectivamente a lo largo del siglo anterior sí se han venido estableciendo
las condiciones básicas para la afirmación de ese carácter dominante. Y, así, la
década de 1920 podría ser considerada como el clímax del largo proceso en que se
concretará la predominancia del modo de producción capitalista sobre la sociedad
colombiana. En ese sentido, durante ese momento se pronunciará sobremanera el
conjunto de las contradicciones existentes entre las relaciones sociales
precapitalistas -establecidas pero ya desde ese entonces agonizantes- y las

25ALTHUSSER, Louis; BALIBAR, Étienne [1967]: Para leer El Capital; Siglo Veintiuno Editores, México,
1969, p.304. [Subrayado en el original].
26 MOORE, Barrington [1966]: Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. El señor y el
campesino en la formación del mundo moderno; Ediciones Península, Barcelona, 1973.
27MARX, Karl [1867]: El capital. Crítica de la economía política; Fondo de Cultura Económica, México,
1958.
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relaciones capitalistas emergentes, toda vez que se trata de uno de aquellos períodos
de gran intensidad dentro de la transición de la dominancia de un modo de
producción a otro, al interior de una formación social.

De la misma manera, en esta etapa, los conflictos sociales amenazan con desbordar
los canales de tramitación y resolución institucionales precedentes y, con ello, las
formas tradicionales de representación –las referentes al andamiaje partidista
liberal-conservador, propio de la post-dictadura de Reyes- se verán cuestionadas en
tales proporciones que, el aparato de dominación, hasta entonces existente,
parecería derrumbarse: así, la década de 1920 marca, aproximadamente, el vigoroso
surgimiento y fortalecimiento de los llamados movimientos sociales en Colombia.
Este fenómeno –la perturbadora inestabilidad de la llamada “cuestión social”- se
encuentra vinculado, por supuesto, con la brusquedad de los cambios en la
estructura socio-económica colombiana durante el período antedicho. En este
contexto es que participa el Partido Socialista Revolucionario de las luchas sociales
y, estas se llevarán a cabo con tal ímpetu que obligarán a que cierta facción del
sector dominante se ponga como meta la implementación de una tentativa de
reinstitucionalización de los conflictos sociales; intentona conocida como la
república liberal de la década de 1930.

BIBLIOGRAFÍA

ALTHUSSER, Louis; BALIBAR, Étienne [1967]: Para leer El Capital; Siglo Veintiuno
Editores, México, 1969.
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!10
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