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Pablo Rodriguez Grez DE LAS POSESIONES INUTILES EN, LA LEGISLACION CHILENA EN.URA,PAGIRA Basados en la legislacién chilena vigente y de acuerdo a la ley 17.336 del aiio 1972 y su modificacién del 04 de mayo del 2010, acogiéndonos al Titulo IIT de las Limitaciones y Excepciones al Derecho de Autor y a los Derechos Conexos que indica en su Articulo 71 C: “Bs licito, sin remunerar ni obtener autorizacién del titular, todo acto de reproduccién, adaptacién, distribucién o comunicacién al ptiblico, de una obra licitamente publicada, que se realice en beneficio de personas con discapacidad visual, auditiva, o de otra clase que le impidan el normal acceso a la obra, siempre que dicha utilizacién guarde relacién directa con la discapacidad de que se trate, se lleve a cabo a través de un procedimiento o medio apropiado para superar la discapacidad y sin fines comerciales. En los ejemplares se sefialard expresamente la circunstancia de ser realizados bajo la excepcién de este articulo y la prohibicién de su distribucién y puesta a disposicién, a cualquier titulo, de personas que no tengan la respectiva discapacidad.” Por tanto damos cumplimiento al inciso 2 de la norma citada DE LAS POSESIONES INUTILES EN LA LEGISLACION CHILENA © PABLO RODRIGUEZ GREZ Se termin6 de reimprimir esta segunda ed dle 500 ejemplares en el mes de marzo de 2006 IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE PABLO RODRIGUEZ GREZ DE LAS POSESIONES INUTILES EN LA LEGISLACION CHILENA of A la memoria de Hugo Rosende Subiabre, a su talento juridico, a su vocacion académica, a su entranable amistad. NOTA A LA UNDA EDICION La aparicion de este libro tuvo por objeto primordial analizar la situacion de la posesion violenta y clandestina y demostrar que ninguna de ellas conduce a la prescripcién. La primera porque constituye una expresién de fuerza que el Derecho no puede amparar. La segunda porque es una manifestacién del dolo que, como bien lo sostenfan los juristas romanos, “todo lo corrompe”. Sigue siendo preocupacién muy esencial de mis escritos la necesidad, cada dia mas apremiante, de moralizar el ejercicio del Derecho, clausurando toda posibilidad de que éste pueda ser empleado para la consumacion de injusticias o iniquidades Mis planteamientos en este libro tienen el mismo fundamento e idéntica motivacién. No nos parece admisible abrir la puerta de la prescripcion a los que han adquirido la posesién por medio de Ia fuerza, 0 a los que de mala fe la ocultan a quienes tienen derecho a oponerse a ella. Es cierto que la prescripcién es una institucién Hamada a consolidar las situaciones de hecho, transformandolas en situa- ciones de derecho, todo lo cual sirve a los intereses superiores de la sociedad y, muy especialmente, a la certeza juridica, sin la cual se perderia la realizacién del valor juridico mas caro a nuestra disciplina. Pero es igualmente cierto que repugna a lo juridico la violencia del dolo, y que sobre esta base no puede construirse una situaci6n reconocida y protegida por el ordenamiento legal. Asi, el “ladr6n” no debe ser tenido como poseedor, puesto que el dnimo de senor y dueno, que constituye el sello distintivo de la posesion, esta corrompido ad initio. No creemos posible concebir seriamente que quien ha arrebatado una cosa de propiedad ajena pueda invocar “animo de seftor y dueiio” y asilarse en una institu- cién como la prescripcién. NOTA. EA SEGUNDA BDIGION Mi concepci6n del Derecho -expuesta en mi Teoria de ta Interpretaci6n Juridica es eminentemente “creacionista’. Es el intér- prete el que va creando y recreando las reglas de conducta que organizan la vida civil, en una trama constante ¢ ininterrumpida a lo largo del tiempo. La norma juridica —general y abstracta— no es. mas que la fuente de la cual surge el “derecho que nos afecta”. En cuanto la norma no se realiza esponténeamente, ella deviene en la generaci6n de una regla particular forjada por el juez, la autori- dad administrativa o los particulares, a través del proceso de apli- caci6n del Derecho, que se traduce en la interpretaci6n (formal y sustancial) de las normas juridicas. De este modo las normas gene- rales y abstractas se extienden, gracias é a la tarea creativa del intér- prete, mediante el forjamiento de “reglas particulares”, que nacen en el marco de aquéllas y que hacen posible que la regulaci6n juridica cubra todo el complejo tejido social. Como es natural, en esta concepcion la norma tiene vida, voluntad y sentido propios, independiente de quién le dio vida (el legislador), de suerte que el intérprete puede, al aplicarla, extraer conclusiones muy diversas, atendidos los valores y pre- ferencias que gravitan en cada época. Adyierto en este tiempo de lo cual ciertamente me felicito— una especial preocupacion por adecuar el Derecho a las necesida- des y los principios morales que imperan en la sociedad contem- poranea, aun a costa de sacrificar la “letra de ley”, especie de deidad a la cual muchos juristas rindieron constante acatamiento. Ello me parece correcto. La norma no puede asentarse sino en los valores éticos que constituyen, en el fondo, la base de todo man- dato normativo, més alld de la concepcién que abracemos para explicarnos la fuente de la validez juridica. La adecuacién del Derecho a los grandes ideales morales es una exigencia que nadie puede eludir sin comprometer su responsabilidad social, asi sea tan solo en una perspectiva puramente practica. Espero que, por lo mismo, la difusidn de estas ideas sirva a este proposito, que, como es obvio, trasunta largamente el tema que nos ocupa en estas paginas. La sola circunstancia de que se publique esta segunda edi- ci6n es un buen augurio de que nuestros planteamientos no caeran en terreno estéril. EL AUTOR 10 NOTA DEL AUTOR Siempre he sentido un especial interés por la prescripcién. Se trata de una instituci6n fundada en el interés social por sobre el interés individual. Hay en ella una confrontaci6n de valores que la ley debe resolver. Tanto la prescripcién adquisitiva como la prescripcién extintiva tienden a un mismo objeto, cual es consolidar las situaciones de hecho, transformandolas en situa- ciones de derecho. En otras palabras, la apariencia social se convierte, por obra de la ley y del tiempo, en realidad juridi La prescripcién adquisitiva desplaza el dominio de manos del dueno a manos del poseedor, por el solo transcurso del tiempo. Mientras el plazo subsiste, la ley dota al poscedor de recursos y medios para defenderse y ampararse frente a quic- nes procuran alterar esta situaci6n de “hecho” que lo habilitara para adquirir, salvo que se trate del duefio o de quien invoque un mejor titulo para poseer. La posesién, entonces, es un he- cho amparado en la ley y que tiene la virtud de transformarse en derecho. La prescripci6n extintiva o liberatoria tiene idéntico fun- damento. Se trata también en ella de extinguir una obligacion 0 crédito cuando no se exige su cumplimiento por un determi- nado lapso de tiempo. De ese modo, la apariencia (ausencia de obligaci6n) se transforma en realidad (liberacién del deudor). Pero en este caso, por lo menos, subsiste la obligaci6n como natural y ella no se extinguira jamas, pudiendo cumplirse cortapisa, voluntariamente por el deudor. En la prescripcién adquisitiva no existe este residuo o reflejo de derecho. La pro- piedad se pierde definitivamente. Mas atin, la renuncia a la 11 NOUN DEL AUTOR prescripcidn solo puede hacerse cumplido el plazo legal y antes de que esté judicialmente declarada. La prescripci6n —en sus dos aspectos— es el medio institui- do en el Derecho para armonizar, por asi decirlo, el interés individual (que hace del dominio un derecho perpetuo) y el interés colectivo (que permite que el dominio se extinga por- que otro detenta la cosa sobre que recae con animo de senor y duefio, 0 porque el acreedor o pretensor no exige el cumpli- miento del derecho personal 0 crédito en un determinado es- pacio de tiempo). En definitiva, indiscutiblemente, predomina en la prescripcién el interés de la sociedad, puesto que mejor sera su funcionamiento si las apariencias corresponden a reali- dades reguladas por el Derecho. Desde esta perspectiva, la prescripcién es una institucié6n apasionante, tanto mas si se estudian sus requisitos, sus limita- ciones, sus efectos, los medios de defensa que la ley consagra tanto en favor de los que poseen como en favor de quienes han perdido la posesin y arriesgan perder el dominio o ver extin- guidos sus derechos por el no ejercicio de los mismos. Sin la prescripcién, las relaciones juridicas serfan ininteli- gibles, estarian atadas y trenzadas a una multitud de derechos y obligaciones que se irfan confundiendo a través del tiempo en un proceso caético. Curiosamente, en la Cor 6n Politica de la Republica, al regularse la garantia del dominio, no se menciona la posibili- dad de que la propiedad se pierda, sin expropiacién, por me- dio de la prescripcion. Nadie, pienso yo, se atreveria a plantear una eventual inconstitucionalidad de las leyes que regulan la prescripci6n, porque ella esta tan arraigada en la doctrina, la tradici6n juridica y la aplicaci6n de las normas legales, que la sola idea de que esto ocurra suena discordante a la raz6n. La trascendencia de la prescripcidn ha Hegado a tal grado de ta to acatamiento que ni siquiera es necesario su reconocimiento en la Constitucion, no obstante representar una forma, quizas si la mas frecuente, de perder el dominio sin expropiaci6n y, por cierto, sin el pago de indemnizacion alguna. Lo que digo no deja de ser significativo. La prescripcidn tiene un fundamento esencial: el transc so del tiempo. En la prescripcién adquisitiva ¢l paso del tiempo debe ir acompanado de la posesién. En la prescripcion extinti- cur- 12

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