Foto IA TREVI
bate)(GLORIA
por GLORIA TREVICapitulo uno
Comienza la pesadilla
La mafiana del 13 de enero del 2000 desperté con los ojos hinchados y la
almohada hiimeda. Habia estado lorando dormida de nuevo, como duran-
te los dos meses que se cumplian ese dia. Dos meses de! golpe mas duro que
habia recibido en mi vida, la desgracia que me arraso y me hundio un estado
animico de profundo vacto, dolor, angustia, oscuridad, en el que solo me
mantenia a flote mi fe en Dios. {Mi nifia, miamada Ana Dalai! jNunca mas
la tendria en mis brazos! Dios! {No existe dolor mas grande! Ni la suma de
todo lo que he pasado en los dos ultimos aftos se acerca a ese dolor.
(Queria ir a misa, ir orar y llorar por mi amada perdida. Todas las noches
rogaba: “Dios, tti que todo lo puedes, permiteme despertar y que todo sea
una pesadilla, que manana mi hijita esté viva, la despierte con un beso y la
arrulle con un canto mientras la amamanta mi pecho”.
Pero no. Cada despertar era sentir el desgarramiento del conzén; cada
despertar era una confirmacion de lo que no sera; un hueco amargo, abstrac-
to, absurdo; agonfa que, mis que aminorar, parecia devorarme mas cada dia.
Desde la muerte de mi pequena hija Sergio y yo casi no habfamos salido
del departamento en que viviamos en Rio de Janeiro. Yo, sumida en la oscu-
ridad de mt dolor, sélo captaba parte de la realidad; él, con su propia pena,
trataba de ser fuerte o de hacerse el fuerte para ayudarme a salir de la terrible
depresion, de modo que yo consiguiera ver hacia el futuro, Pero mi mente
apenas pensaba en poco mds que en el recuerdo de mi hija, y el futuro que yo
consegufa visualizar estaba totalmente ligado a mi esperanza en recuperarla
gracias a un milagro y Henar otra vez mis brazos.
De improviso, un dia Sergio me dijo:
—Gloria, alistate, Vamos a salir,
La propuesta me sorprendié. Sobre todo porque levabamos varios dias
sin salir juntos. No pregunté adénde iriamos, supuse que a la iglesia que que~
daba a unas tres cuadras y a la que thamos a tratar de hallar consuelo. 0...
quiza me llevaran adonde estaba mi Ana.
Eran aproximadamente las diez de la mafana, Me puse unos tenis y me
dejé la ropa que trafa puesta. Muy temprano habfan llegado a visitarnos las
hermanas De la Cuesta (Katya, Karla y Karola) y la argentina Liliana Soledad