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no es creíble, vuelvo á decir, en un marino que en cusablemente les imponen la ley y la costumbre.
otras partes de su libro demuestra con buena dia- Examinemos las nuestras para ver hasta qué
léctica y prueba con oportunas citas las ventajas de punto podemos disfrutar de la misma ventaja, y
los matriculados y los graves males de la gente hallaremos que, no sólo en la ley escrita, sino tam-
allegadiza (1). bién en el sentimiento íntimo de nuestro pueblo,
Si el oficio del soldado y del marinero no fuesen está profundamente grabada la idea del deber pa-
más que un trabajo que puede remunerarse con triótico de servir al Estado, al que corresponde el
dinero, ¿qué dificultad habría en ir á buscarlos fuera derecho de éste para exigirlo. Espero que no se
de España, á donde quiera que hubiese brazos ro- calilique de impertinente ó ridicula la cita do un
bustos y baratos? Y sin embargo, no habrá oficial cantar de esos en que el pueblo exhala candida-
de nuestro Ejército ni de nuestra Armada, celoso de mente su sentir, copla que oí hace algunos años en
su deber y del decoro de su profesión, que asintiera boca de un rústico, y que puede servir á un hombre
á que se convirtiesen nuestros ejércitos de mar y pensador de documento para el estudio de nues-
tierra, en cuyas manos se pone la bandera nacio- tras costumbres, estudio harto descuidado por los
nal, fiando á la lealtad de sus corazones y á la que buscan en libros sabios y extranjeros las re-
fuerza de sus brazos la defensa de la Patria, en le- formas de nuestras leyes. Así decía el cantar:
giones de alquiladizos extranjeros. Adiós padre y adiós madre,
No, no pueden incurrir á sabiendas en tal impro- Adiós hacienda y dinero,
piedad hombres que ostenten con lucimiento y con Que voy á pagar al Rey
Ocho años que le debo.
legítimo orgullo el distintivo de militares españo-
les, porque, á más de los consejos de la dignidad, ¡Expresiva é ingenua verdad que brota de un
tienen, para evitar tan grave error, las recientes noble fondo de convicción moral y de honrado y
experiencias de la inferioridad del ejército inglés en sencillo patrietismo! ¡Cuánto va, de esta confesión
Crimea y la superioridad del alemán en todas par- generosa del deber, á los estrechos y apocados afo-
tes; aquél formado de aventureros que se pagan rismos que, borrando la idea de ese deber, truecan
con largueza (2), y éste compuesto de honrados el servicio público en trabajo avariento, que sólo se
hijos de familia, de menestrales, de artistas, de presta en busca de la paga!
profesores, de propietarios que sirven á su pa- JOSÉ RUIZ LEÓN.
(Concluirá.)
tria en virtud de un deber que terminante ó inex-
El año 1609 mandó el Papa Gregorio XIV la rosa y el Nuncio le puso el roquete y el bonete colorado
á la Infanta doña Catalina, á la vez que el estoque y en la cabeza, y el mantelete y muceta morados, por
capelo á Felipe III, guardándose para la entrega de llevar luto á causa de la muerte del Emperador su
aquella el siguiente ceremonial: A la hora de co- padre. Fue luego á besar la mano á SS. MM. y AA.,
menzar las vísperas en San Lorenzo el Real, salió el y hecho esto, subieron SS. MM. al aposento de la
Nuncio de la hospedería, donde estaba aposentado, á Reina, quedándose SS. AA. en la del Rey. Entre
la plaza del Pórtico, y entró en él acompañado de los tanto abrieron á S. A. la corona y se vistió de en-
grandes y mayordomos de S. A., gentiles-hombres carnado por primer dia, aliviándose también el luto
de S. M. y del Príncipe, y de muchos otros caballe- los caballeros y criados de la casa do S. M.
ros. En medio iban el conde de Orgaz y el marqués A los pocos dias fueron SS. MM. y AA. á pasar las
de Villanueva, mayordomos de S. A.: un capellán, Pascuas del Espíritu Santo al Monasterio del Esco-
maestro de ceremonias de Su Santidad, iba delante rial. El primer dia de estas Pascuas, á las ocho de
con la rosa. Llegados á las gradas del altar mayor, la mañana, fueron los caballeros principales de la
hicieron oración, y el capellán puso en medio de él casa de S. M. y A. á buscar y acompañar al Monas-
la rosa, siguiendo en todo lo demás el mismo cere- terio al conde Aníbal Repoli, que traía á caballo el
monial anteriormente descrito para la entrega del capelo de cardenal. Subió donde estaba S. A. ves-
estoque y capelo. La Infanta salió luego ricamente tido de colorado, acompañado del Nuncio ordinario
vestida de gala, acompañada del Príncipe y precedi- y del embajador del Emperador, y S. M. entró en-
da de los mayordomos, llevándola la falda la conde- tonces por otra puerta, llevando el collar del Toi-
sa de Paredes, camarera mayor, á la que seguían las són, acompañado del Príncipe Benislao, hermano
dueñas de honor y damas. Arrodillóse la Inlanta en del archiduque, y seguido del duque de Alba, tam-
una almohada que le puso el marqués de Velada de- bién con el Toisón. Bajaron todos á la iglesia, lle-
lante de la silla del Nuncio, y el Príncipe se quedó en vando en medio á S. M. y al Príncipe Benislao, el
pió y descubierto. Concluidas las oraciones acos- cardenal archiduque Alberto al lado del Nuncio que
tumbradas, el Nuncio entregó la rosa á la Infanta, y trajo el capelo, y con un bastón cubierto de raso
ésta, á su vez, á Don García de Loaysa, limosnero encarnado; delante de él iba un macero con las ar-
mayor de S. M. (1). mas de S. A., y detras de S. M. el Nuncio ordinario
y el embajador del Emperador. Aguardaban al pió
XVIII. de la escalera los frailes del Monasterio, con cruz y
ENTREGA DEL BONETE CARDENALICIO Á LOS INFANTES. capas, y de esta manera llegaron á la iglesia. La
El 4 de Marzo de 4577 nombró Gregorio XIII, en Reina, Príncipe é Infantes veían la procesión desde
público consistorio, cardenal de la iglesia de Roma un balcón alto. S. M. dejó al archiduqne en el sitial
al Príncipe Alberto, archiduque de Austria, hijo del colocado al lado del Evangelio y se fue á la tribuna,
Emperador Maximiliano II. El conde Aníbal Repoli, desde donde solía oir los oficios. El Nuncio ordina-
camarero secreto de Su Santidad, acompañado de rio entonó el Veni Creator Spiriius', con acompa-
un lucido séquito, trajo á España el capelo. Entró ñamiento de los frailes, y dijo en seguida la misa.
en la cámara de S. A. y le entregó el Breve de Su El secretario del Nuncio leyó después de terminada
Santidad participándole este favor y el birrete car- ésta un Breve, en que Su Santidad le mandaba poner
denalicio, estando presente el embajador del Empe- el capelo á S. A., y, tomándole primero el juramento
rador. Al poco rato salió S. A. de su aposento, ves- acostumbrado , le puso el capelo con las borlas so-
tido de sotana, manteos morados y encarnados; el bre un bonetito de tafetán encarnado. El coro cantó
birrete lo llevaba delante en una salva de plata un entre tanto el Te-Deum, finalizando así la cere-
camarero del Papa, dirigiéndose todos á la capilla monia.
de Palacio. SS. MM. estaban en la tribuna baja, y También, hallándose vacante el arzobispado de
frente á ella había un sitial de terciopelo encarnado Toledo, por muerte del cardenal D. Bernardino de
cubierto, donde se sentaron el Nuncio, camarero de Roxas y Sandoval, presentó Felipe III á Su Santidad
Su Santidad y si embajador del Emperador. Dijo para esta dignidad al Infante D. Fernando, reci-
misa rezada el Nuncio ordinario y dio á S. A. comu- biendo á este efecto el capelo por mandado del Papa
nión. Acabada ésta, puesto S. A. de rodillas delante Paulo V.
del Nuncio extraordinario, y vestido con una sobre-
XIX.
pelliz que le pusieron sobre la sotana, recibió la
CONSULTA DEL CONSEJO LOS VIERNES.
primera tonsura. Quitáronle después la sobrepelliz,
En este dia de la semana, reunidos los consejeros
(1) Igual etiqueta se observó en la entrega de la rosa que mandó en casa de su Presidente, venían á la consulta con
Clemente VIH á la Infanta doña Isabel en 1595, y en la de Inocencio XI S. M., que se celebraba en su antecámara. Poníanse
* dofin Mariana de Austria en 1649. en ella tres bancos, dos á los lados y uno en medio,
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frente á la tarima. En los de los lados se sentaban dente, siendo éste el primero que se aproximaba á
los consejeros hasta que S. M. venía, quedándose dar las Pascuas á S. M. y besarle la mano. Quedá-
los alcaldes de corte en pió, arrimados á la pared, base entóneos en pié á la derecha de S. M. un poco
detras del Presidente. Éste se colocaba en el banco desviado del bufete, aguardando que todos los del
de la derecha, é inmediato á él el consultante del Consejo besasen la mano á S. M., arrimando los al-
Consejo y luego el consejero más antiguo. En este caldes las varas antes de besarla.
banco no se sentaban sino estos tres, y en los otros En saliendo el Consejo Real de Castilla, entraba el
dos bancos los demás consejeros por orden de an- de Aragón y sucesivamente el de la Inquisición, al
tigüedad. El escribano de cámara del Consejo más que recibía S. M. en pió, y aunque le acompañaba
antiguo, y el secretario del presidente se situaban alguacil mayor, no besaba la mano del Rey; el Con-
junto al bufete que estaba al lado de S. M. Si el Pre- sejo de Italia, el de Portugal, el de Flandes, el de
sidente era cardenal, se le ponía un sitial inmediato Indias, el de Ordenes, al que acompañaban caballe-
á la punta del banco, donde permanecía sentado ros de las tres órdenes, permitiéndose solamente á
con los demás del Consejo, hasta que se presentaba este Consejo entrar con acompañamiento; el de Ha-
Su Majestad, pasándose luego al sitial. Salía S. M. cienda y el de Cruzada. Los Presidentes iban di-
por la puerta más próxima á su cámara, acompaña- ciendo á S. M. los nombres de los consejeros y se-
do del mayordomo mayor y gentiles-hombres, y los cretarios que besaban su mano, y si alguno de ellos
consejeros se ponían de rodillas hasta que S. M. se era Grande, mandábale S. M. cubrir en volviendo á
sentaba; entonces éste les mandaba levantar, y des- su lugar. En esta ceremonia se guardaba también
pués de sentados les mandaba cubrirse. Nuevamente la etiqueta de no dar S. M. la mano á ningún sacer-
volvían á arrodillarse y levantarse, cubriéndose dote ni á otro que no fuera su vasallo. Acabando
todos monos el consultante, que permanecía en pié todos los Consejos de besar la mano al Rey, iban á
y descubierto. Acabada esta etiqueta, salían todos besarla á la Reina, por el mismo orden.
los que habían venido acompañando á S. M., así
como también los alcaldes, escribanos de cámara y XXI.
secretarios del Presidente, cada cual por la puerta SALIDA DE SU MAJESTAD EN COCHE A AlGUNA IGLESIA.
que habia entrado, cerrando ambas el ujier de cá- El dia designado, iba de la caballeriza á Palacio el
mara. Entonces, quedándose solo S. M. con el Con- primer coche de S. M. con las cortinas echadas y
sejo, comenzaba el despacho de los negocios de abotonadas las puntas, marchando delante el so-
Estado sometidos á consulta. Acabado aquel, el brestante de coches, á caballo, y á los lados los la-
consejero que ocupaba el primer lugar del banco cayos de S. M., menos los que asistían al caballerizo
de la izquierda, llamaba á la puerta por donde había mayor y primer caballerizo. Seguían el coche de
de salir S. M., quedando, tanto éste como los demás respeto y el de cámara; el coche de S. M. y el de
consejeros, de rodillas hasta que salía S. M. y le respeto entraban en el zaguán grande, y los porte-
perdían de vista. Volvíanse luego á sentar de nuevo ros echaban en seguida las cadenas; los demás co-
con el mismo orden que al principio, hasta que el ches quedaban en la plaza, á no ser que el caballe-
secretario de cámara se presentaba en la puerta á rizo valiese en uno de ellos, porque entonces se
avisar al Presidente que pasase á tener audiencia reputaba éste como de respeto. Los pajes, presidi-
de S. M. Los consejeros de cámara le acompañaban dos por su ayo, esperaban en el zaguán del Rubí.
hasta la galería dorada, y los demás se marchaban Al bajar S. M., el aposentador abría la puerta que
por la puerta de la Saleta. daba á la escalera del Rubí, y un ayuda de furriera
XX.
las dos del zaguanete; entraba entonces el coche
del Rey, y salía por la puerta grande el de respeto.
BESAMANOS DE LOS CONSEJOS.
El primer caballerizo daba al caballerizo mayor el
El segundo dia de cada Pascua, y con ocasión de banquillo y tomaba la puerta del coche, y entrando
regocijos y solemnidades públicas, besaban todos Su Majestad en él, volvía á dar al caballerizo mayor
los Consejos por la tarde la mano á S. M., mediando dicho banquillo, para que lo pusiera dentro del
previo aviso del mayordomo mayor. Cuando los Con- coche, besándolo antes. Si S. M. mandaba al caba-
sejos empezaban á llegar, salía S. M. acompañado llerizo mayor que subiese á su coche, se colocaba
de los mayordomos y gentiles-hombres á la pieza del lado de los caballos, y el mayordomo mayor á
de la cámara, que era la designada para dar las su izquierda; si no, subía al coche de respeto, y los
audiencias ordinarias. El ayuda de cámara se co- mayordomos y gentiles-hombres en el coche de la
locaba á la puerta y avisaba á los Consejos. En- Cámara. Éste marchaba el primero; seguían el so-
traba primero el Real de Castilla precedido del fiscal brestante de coches á caballo y cubierto, despejando
de la cárcel de corte y de el del Consejo; seguían la calle; el coche de respeto, los lacayos formados
los alcaldes, luego los oidores y el último el Presi- en dos hileras á lo largo, y dentro de ellas los pajes;
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el coche de S. M., y detrás de él, á los lados, cuatro gentiles-hombres de la cámara, un caballo de res-
lacayos y los mozos de coches, ocupando el centro peto, los areneros, soldados de las guardias, los
los caballerizos, cubiertos y á caballo. Cerraban la caballos del caballerizo mayor con terlices, el co-
comitiva los areneros formando en medio punto. che de la camarera mayor, los de las dueñas de
Llegados á la iglesia, se adelantaban éstos y el honor, los de las damas, yendo en cada uno dos
caballerizo mayor si iba en el coche de respeto. damas y una menina, y un guarda-damas detras de
Ksperaban á la puerta los embajadores, grandes, cada coche; el de las guarda-mujeres, el guadarnés
mayordomos, títulos y gentiles-hombres. El Nuncio con el terliz del caballo del Rey. Cerraba el acom-
ó el prelado de mayor dignidad allí presente daba pañamiento la guarda de archeros desde el medio
el agua bendita á S. M., y si era la primera vez que cuerpo del caballo de S. M., marchando detras de
entraba en aquella iglesia, salía á recibirle el preste, ella el caballo de respeto del caballerizo mayor con
vestido con capa, llevando una cruz en las manos, terliz, el coche de la camarera mayor, los de las
en cuyo caso ponía el mayordomo mayor una almo- dueñas de honor y damas con los galanes á los es-
hada á S. M. para adorarla, pasando en seguida á tribos, el guarda-damas á caballo, y á lo último el
la cortina. Acabada la misa ó función, cerraba el coche de la guarda-mujeres. En anocheciendo los
sumiller la cortina, y si era casa de comunidad co- pajes de S. M. y los galanes alumbraban con hachas
locábanse los individuos de ella en dos hileras de- los coches á cuyos lados iban.
lante de los guardas para que pasase el acompaña-
XXIII.
miento por medio; el superior se acercaba á hablar
;'i S. M. Si era comunidad de la Orden de Santo Do- RECIBIMIENTO DE PRÍNCIPE EXTRANJERO.
mingo ó de San Francisco, y estaba presente su En ninguna ocasión se desplegó tanto aparato y
general, al tiempo de ponerse en marcha el acom- pompa para recibir á un príncipe extranjero en la
pañamiento se quedaba con los grandes y se cu- corte de España como en la venida á estos reinos
bría; pero si era otra Orden cualquiera, iba delante de Carlos, príncipe de Gales, en Marzo de 1628. En
<ie los mayordomos. Los grandes se quedaban cerca lo esencial guardóse la etiqueta acostumbrada en
del coche de S. SI., é inmediatos á ellos los mayor- tales casos por los Reyes anteriores; pero lo ines-
domos; los embajadores se situaban en medio, y al perado de la visita, la importancia del Príncipe que
partir el coche, les quitaba S. M. el sombrero. la hacía, el interés político que la motivaba, no
menos que la. extraordinaria galantería de Felipe IV
XXII. y la afición de su ministro favorito á la magnificen-
SALIDA SOLEMNE DE SS. MM. Á DAR GRACIAS Á DIOS POR cia y ostentación, fueron parte á que lo ejecutado
ALGÚN FAUSTO SUCESO. en este recibimiento se mirara en la corte hispano-
El orden que se observaba en esta ceremonia era austriaca como el modelo más acabado de esta parte
el siguiente: rompían la marcha los trompetas y de la etiqueta.
atabales; seguían los oficiales menores de la casa, Un testigo ocular nos referirá, mejor que nosotros
mozos, pajes ordinarios, mozos de trailla, oficiales pudiéramos hacerlo, lo ocurrido con este mo-
do manos y lacayos, todos de tres en tres; marcha- tivo (4):
ban á continuación los correos, ayudas de furrier, «Llegó el Principe de Gales á Madrid el viernes 17
oficiales de la caballeriza, ballesteros mayores, de Marzo de 1623, acompañado del Marqués de Bo-
reyes de armas, armero mayor, furrier, palafrene- quingam, almirante de Inglaterra, y D. Antonio
ro, sobrestantes de coches y picadores, todos des- Porter, de su cámara, y D. Francisco Cojinton, se-
cubiertos; los pajes con su ayo, los caballerizos, el cretario de Estado, que le acompañaron, y el Conde
coche de la enmara, el de respeto, el del Rey, la de Carlet, que le seguía algunas jornadas atrás,
litera del Príncipe, si lo había; los alcaldes de cor- atento á la seguridad y disimulación de su persona,
tes, los capitar.es ordinarios, costilleres, acroes y y quedó en París para el efecto que se escribirá á
caballeros conocidos; gentiles-hombres de la boca su tiempo: apeóse el Príncipe en la posada de sus
y títulos, secretarios de Estado, los mayordomos de embajadores, y el extraordinario, el Conde de Bris-
la Reina, los del Rey, los grandes; el coche en que tol, dio luego cuenta de su venida al Conde' de Gon-
iba la Reina; a su estribo derecho el Rey á caballo, domar, por haber sido embajador de Inglaterra, y él
y al izquierdo, junto á la rueda primera, el Príncipe al Conde de Olivares, y el de Olivares á S. M. Y pu-
ó Infante; al lado del estribo de cada persona real diendo contener este suceso el gozo al discurso
su primer caballerizo; detras los caballerizos de la más prevenido, sin hallarse el Rey embarazado de
Reina, el mayordomo mayor de la Reina, el caba- la novedad, acordó que se formase una junta, y fue-
llerizo mayor da la Reina, mayordomo mayor del
Rey, caballerizo mayor del Rey, capitán de arene- (11 V. nuestra. «Noticia biogríiBco de D. Diego Hurtado de
ros; el Consejo de Estado en medio, y á sus lados los Mendoza.»
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sen dclla el Conde de Olivares, D. Agustín Mexía, el donde recibe Madrid en público á los reyes, y que
Marqués de Montcsclaros y D. Fernando Girón, de desde él hasta palacio se continúa una calle que lla-
su Consejo de Estado; y el Obispo de Segovia, pre- man la Mayor, tiene un cuarto bastante al retira-
sidente de Flándes, y el Conde de Gondomar, ya del miento de algunos días, que estaba adornado con
Consejo de Estado, y el padre confesor, y que en gran lucimiento, y en él, como su alcaide, el Conde
ella se tratase del recibimiento que en secreto y pú- de Gondomar hospedó á S A. con mucha ostentación,
blico se debía hacer con príncipe tan grande que le acudiéndole muchos caballeros deudos de su casa.
venía á buscar a su casa para los fines que con Comió allí temprano el príncipe, servido con gran-
tanta prudencia se miran, dándole el primer lugar deza, y los que le acompañaban con autoridad y
á las oraciones y sacrificios, y el segundo al pare- regalo.
cer de varones señalados en experiencia y consejo. Antes de comer le visitó el obispo de Cuenca, in-
Resolvió S. M. de recibirle con las mayores de- quisidor general, y recibióle S. A. agradablemente,
mostraciones de amor y grandeza, como á príncipe mandándole cubrir, y escusándose el obispo con que
tan amigo y aficionado desta corona; pues quien tu- no se cubría delante de S. M., no le oyó sin que se
viere mediana noticia de las historias castellanas, cubriese atendiendo á su persona y á la dignidad de
sabrá la antigua confederación de estas naciones, y su oficio.
entre las del Setentrion la inglesa ser la más espa- Á la una fueron los Consejos á caballo por su or-
ñola y la fiel correspondencia de entrambas, hasta den á besar la mano al Príncipe, con acompaña-
en la misma verdad corteses y nobles, y en la últi- miento de ministros de sus tribunales, en que se
ma paz constantes y finas. Y porque entrando en lo incluye gran parte de la corte, en la misma forma
particular que se manda escribir, se dirá lo sucedido que al Rey nuestro señor el dia de su primera en-
hasta agora y lo que fuere sucediendo, será esta re- trada pública en la sucesión dichosa destos reinos.
lación sólo del recibimiento público que S. M. hizo, Esperaba el Príncipe arrimado á un bufete, y en
dejando ya para el lugar en que han de verso todos llegando el Consejo, que con este nombre se dice el
los sucesos, desde que llegó á Madrid, las circuns- de Castilla, se quitó S. A. el sombrero y salió á re-
tancias de galantería y agasajo que S. M. ha hecho cibir al presidente á la mitad de la pieza, donde
al Príncipe, y las que ha mandado hacer al Conde después de haberle hecho tres reverencias como
de Olivares con S. A. y con el Marqués de Boquin- á S. M., hincó la rodilla y le pidió la mano, y S. A.
gam, en- que ni la bizarría ni la magnificencia de la retiró y echó los brazos con demostración de lo
España han olvidado parte lucida ni generosa, con que estimaba al que es cabeza de Supremo Tribu-
que han quedado satisfechos el entendimiento y el nal de Justicia, tan venerado en España. Levantóle,
ánimo, y contenta la general aprobación, pagando mandándole cubrir muchas veces, y habló descu-
todos con alabanzas lo que han merecido los acier- bierto por llevar orden de S. M. que lo hiciese así
tos. Ellos publicarán las que yo callare, que cumplir quien no fuere grande. Y porque se habían publi-
con una modestia es más embarazo que con una cado decretos en los Consejos para que en todas las
convicción, que á la vanidad bástale un lisonjero, y materias de gracia en que intercediese el Príncipe
la templanza ha menester á la cordura. Gran daño fuese obedecido como el Rey y el almirante en su
de la lisonja haber desacreditado á la verdad, tanto nombre, le hizo el presidente en esta conformidad
que ya la tiene miedo en su alabanza el que la me- un breve razonamiento del gusto que S. M. tenía de
rece. Y porque las relaciones deben ser ciertas pri- que sus ministros y vasallos lo recibiesen y respe-
mero que elegantes, lo que en ésta se deseare de tasen como á su misma persona, la grande alegría
mejor hablada se le perdone por verdadera, y salga de España con su venida, la nueva luz que ya se
en favor de la claridad del lenguaje un. término cor- prometía el mundo, el parecer que la encaminaba
tesano que al discreto llama entendido, y no deja de el ciclo á gloriosos fines, con cuánta voluntad se
ser ingenio en lo oscuro haber hecho arte de lo que ofrecían todos á su servicio, y que esperaban en
no se puede enmendar, aunque se conozca el er- Dios se lograrían nuestras esperanzas. Oyóle el Prín-
ror, que hasta el estilo ha padecido mudanzas y aun cipe con advertencia y agrado, y siendo intérprete
desdichas en el que nació nuestro. Escribo la en- D. Francisco Cojinton, respondió que entre las se-
trada pública del Príncipe, que fue desta manera: ñaladas mercedes que S. M. le había hecho hasta
Domingo 26 de Marzo, á las nueve de la mañana, entonces, tenía ésta por mayor, y que ansí la esti-
pasó el Príncipe de las casas de sus embajadores, maba tanto y holgaría demostrar cuan reconocido
donde estaba encubierto, á San Jerónimo, acompa- se hallaba á tan reales demostraciones, satisfacien-
ñándole todos los caballeros ingleses y españoles, do á todo con mucho cumplimiento, conservando
D. Agustín Mexía y el Marqués de Montesclaros y el majestad propia como si estuviera en su corte, y
Conde de Gondomar y D. Fernando Girón. Este con- usando de gran cortesía como quien se hallaba en la
vento real, que está en lo eminente dei Prado, de ajena, recibiéndolo y estimándolo como príncipe,
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Fueron llegando los consejeros, refiriéndole el cubiertos con terlices, y el de S. A. a la mano de-
Presidente el nombre de cada uno, quitando el recha, y con ellos D. Jaime Manuel, marqués de
sombrero el Príncipe, dándoles los brazos y no la Helmonte, y D. Diego López de Haro, marqués del
mano, aunque hincada la rodilla se la pidieron; sa- Carpió, gentil-hombre de la Cámara de S. M., ha-
lió el Consejo con la misma autoridad con que entró, ciendo oficios de primeros caballerizos; el de Bel-
y S. A. intentó salir con él, estando descubierto monte, del Príncipe, y el del Carpió, del Rey, y de-
hasta que se despidieron todos. tras los caballos del marqués de Boquingan y del
Al Consejo de Castilla siguió el de Aragón en la conde de Olivares, como caballerizos mayores, y el
misma forma, dando algunos pasos el Príncipe á re- del conde de la mano izquierda, llevándolos del
cibille, y el conde de Chinchón, tesorero general diestro los lacayos del Rey.
por faltar vicecanciller y preceder por su oficio á Las guardas española y tudesca fueron á ponerse
los regentes, le hizo una plática, que en sustancia en orden á San Jerónimo, y la de los archeros á ca-
fné referille en nombre de S. M., lo mismo por la ballo, armada y lucida en la forma que en las entra-
corona de Aragón que el Presidente por la de Cas- das públicas de S. M. y con el mismo adorno.
tilla. Respondió con la misma estimación sin dar la Los grandes, los títulos y caballeros esperaron
mano á ninguno y quitándose el sombrero á todos. allí á S. M., que salió de Palacio antes de las cuatro
Llegó el de Italia, y á su Presidente el Conde de en coche cubierto y con él el duque del Infantado
Monterrey mandó cubrir como á grande, y de parte y el conde de Olivares. Llegó S. M. á San Jerónimo
de S. M. ofreció el Conde á S. A. por Italia lo mismo por las calles repetidas, y entró sin descubrirse, y
que le ofrecieron antes por Castilla y Aragón, á que subiendo al cuarto donde estaba el Príncipe por la
respondió con igual satisfacción y agradecimiento, escalera secreta; bajó S. A. á recibirle la mitad,
y con las mismas eortesías en no dar la mano y qui- quiriendo hasta bajo, mas no le dio lugar el estar
tar el sombrero á todos; y en esta orden le hicieron embarazada con los grandes que le esperaban en
reverencia, le hablaron y fueron recibidos los Pre- ella. Hiriéronse muchas cortesías, y continuándolas
sidentes y Consejos de Indias, de Ordenes y Ha- llegaron á su aposento; y porque estaba todo en
cienda. orden, salieron á ponerse á caballo por el claustro
El de Estado, el de Guerra, Portugal y otros no mayor del convento, viniendo el Príncipe á la mano
acostumbraban á salir en actos públicos, y ansí no derecha del Rey. Los caballos estaban uno en frente
fueron. de otro; pusiéronse en ellos á un tiempo sin vol-
Llegó á lo último la villa, que desde su Ayunta- verse las espaldas; entraron en el palio juntos, y,
tamiento salió á caballo, el Corregidor y treinta y resistiendo el Príncipe el tomar la mano derecha,
dos regidores con vestidos y ropas rozagantes de Su Majestad le dijo que había de ser, y así lo admi-
tela riza de plata y oro y los aderezos de los caba- tió, llevando el palio el corregidor y regidores á
llos, gualdrapas, guarniciones, estribos, todo con pié y descubiertos, y en el traje autorizado que fue-
el mismo lustre con que recibieron á S. M. en la ron á besar la mano al Príncipe. Vinieron caminan-
entrada desta monarquía. do, ajusfando los caballos de manera que no se ade-
La grandeza deste acto representó la del Rey, y lantase ninguno, siempre atentos á esta igualdad, y
con ninguna pudo S. M. hacer más aplauso á la ve- venía el acompañamiento en esta disposición:
nida del Príncipe, ni otro pudiera hacella igual Delante los trompetas, chirimías y domas instru-
cuando le hubiera: porque en los demás reinos ten- mentos, y en lo primero los alcaldes de corte, y
drán sus principes el poder en las armas para ser que, por serlo también de la casa de S. M., les toca
obedecidos y respetados de los suyos; pero el Rey este puesto. Seguíanles los acroyes y costilleres;
nuestro señor, con sólo las letras de varones tan luego los gentiles-hombres de la boca, y entre ellos
eminentes, con sólo la severidad y entereza de su caballeros conocidos, sin ser criados del Rey, donde
Consejo, es rey de sus vasallos, y há menester los si no es con desaire de entremetido no puede ir
ejércitos y armas sólo para sus enemigos, que á Su quien no fuere persona de conocida nobleza, y se
Majestad no le descubre rey tan grande lo dilatado manda retirar al que sin ella se pone en lugar que
de su imperio cuanto la obediencia y amor de los no tiene. Venían más atrás los maceros con sus in-
subditos, conservada en la rectitud y justicia de sus signias al hombro, después los mayordomos, á lo
tribunales, por cuyo medio se comunican sus accio- último los Grandes, y entre ellos y el palio los re-
nes al pueblo; y estos que en el venerable respeto yes de armas; y á pié junto al Rey, y sirviendo tam-
de sus vasallos le hacen tan rey, quiso que hiciesen bién al Principe, sus caballerizos y pajes, y al es-
reverencia al Príncipe. tribo de S. A. el marqués de Belmonte, y el del
A las tres salió la caballeriza de S. M., caballeri- Carpió al de S. M.; y por ambos lados, en hileras,
zos y pajes y oficiales con gran lucimiento , acom- las guardas, y la de los archeros á caballo ciñendo
pañando á pié los caballos del Rey y del Príncipe, el palio en media luna, y dentro del escuadrón los
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dos caballerizos mayores, conde de Olivares y al- cha, y con todo el acompañamiento subieron al
mirante de Inglaterra, y los Consejeros de Estado y cuarto de la Reina nuestra señora, que esperaba en
gentiles-hombres de la Cámara. su estrado acompañada de la duquesa de Gandía, su
Deste modo pasaron la calle Mayor, donde á dis- camarera mayor, y de la condesa de Olivares y due-
tancias había tablados en que los representantes con ñas de honor y de todas sus damas y meninas, en
bailes y representaciones acompañaban al regocijo que se vio nueva grandeza, mayor la del Rey en su
del pueblo, que en ventanas y calles adornadas ri- palacio que en su corte.
camente era cuanto en nobleza y en número en- Ocuparon su puesto los mayordomos con basto-
cierrra la corte en cualquier concurso, siempre nes, y el conde de Benavente el de mayordomo ma-
grande, y en esta ocasión mayor, ya por aplauso yor. Al llegar á las puertas convidaba el Rey al Prín-
que hacen al Rey cuando sale, mirándole siempre cipe á entrar primero, y excusándose siempre Su
con deseo y alegría, ya por ver á un príncipe foras- Alteza, entraba delante, y al llegar á la pieza del
tero, grande en sí mismo y grande en la novedad, estrado fueron mayores los cumplimientos. Quedá-
en quien todas las demostraciones del Rey y de Es- ronse todos los grandes, y entraron el Rey y el
paña, no vistas otra vez, parecieron iguales y debi- Príncipe solos, y la Reina, llevándole la falda su ca-
das á la confianza del Príncipe, y Madrid, no ense- marera mayor y acompañándola la condesa de Oli-
ñada que le admire ninguna grandeza, tuvo ésta vares y quedando las señoras de honor, las damas
por la mayor, no sólo admirable por serlo, sino por y meninas y mayordomos donde habían de asistir,
la brevedad con que se dispuso en cuatro dias, que salió á recibir á la puerta al Príncipe, que hizo re-
por traer luego á palacio á su alteza no quisieron di- verencia muy baja 4 la reina y S. M. muy grande
latar su entrada, y ninguna prevención pudieron á S. A., y allí fueron las primeras cortesías, y acom-
hacer más lucida. pañada del Rey y del Príncipe la Reina en medio y
El Príncipe conservó su traje inglés y con cuidado el Príncipe á su mano derecha, subió al estrado y
particular, sin riqueza, observando la desprevención se sentó en la silla que está siempre de respeto
de su venida, bizarro en el talle y en la demostra- para S. 51. debajo del dosel, y el Príncipe á su lado
ción, y de presencia y arte verdaderamente real. derecho, llegándolo la silla el conde de Benavente
El Rey, á quien tocaba festejalle, y como dueño y al Rey el duque del Infantado, como su mayor-
de la ostentación, la hizo en todo su vestido nogue- domo mayor, mandóle cubrir S. M., y poi' preemi-
rado, bordado de oro, con alamares de flores de nencia de sus oficios quedaron sobre la tarima.
lises, y aunque tan rico, más excelente en el buen Entraron los grandes que subieron luego, man-
gusto, y que hiciera galán al de más espíritu y ga- dándoselo S. M., y tambicn quedaron cubiertos los
llardía en que S. M., Dios le guarde, por hombre se caballeros y señores que tenían lugares con los de-
hallare Rey. mas, autorizada costumbre de palacio que sea la
Las galas de los grandes, títulos y caballeros ex- mayor grandeza esta decente permisión; y aunque
cedieron á los más señalados dias de España en los los reyes de España tienen tanto en que hacer os-
bordados y uniformes, los vestidos y aderezos de tentación de la majestad, en ninguna más lucida que
los caballos, y á todos aventajaron en las libreas el en su^felacio, y para recibir á un Príncipe en nada
conde de Olivares, el almirante de Castilla y el du- se pueden mostrar mayores, parte real no competi-
que de Cea. Siempre que el Rey se quitaba el som- da ni imitada de otro rey; y aunque para el luci-
brero á alguna iglesia ó imagen, se descubría el miento de las damas no hay dia señalado, en éste
Príncipe, y á las señoras que estaban descubiertas, se señalaron todas en bizarría y hermosura.
que tapadas y en público era lo más grave y gene- Estaba el Conde de Bristol hincado de rodillas
roso de la corte; y el Príncipe hizo también cortesía sirviendo de interprete á la Reina y al Príncipe;
al Consejo, que en viendo el palio esperó en pié y duró la plática lo bastante á las cortesías del reci-
descubierto, llegando á palacio á las seis y media bimiento, que fueron muchas. Levantáronse, y bajó
con la misma majestad que salieron de San Jeróni- la Reina con el Príncipe la tarima de su estrado,
mo, siendo la tarde apacible, habiendo llovido toda despidiéndose con las mismas reverencias que se
la mañana porfiadamente; y en menos esperanza ya recibieron, y en tanto que se despejaba la pieza
creido el deslucimiento y embarazo del agua, al quedaron en medio de ella el Rey y el Príncipe des-
ponerse á caballo S. M. y A., se serenó el cielo, mos- cubiertos, y el marqués de Boquingan llegó á besar
trándose en lodo de su parte el dia. No hago miste- la mano á la Reina, que le recibió en pié honrán-
rio dello; es circunstancia de la puntualidad desta dole mucho, siendo también intérprete el conde de
relación, y lo necesario nunca sobra. Bristol.
Apeáronse á un tiempo en el zaguán principal, Salieron todos, y el Príncipe, siempre á ía mano
donde esperaban los pajes del Rey con hr.chas y por derecha del Rey, haciendo cortesías á las damas,
el patio primero, yendo el Príncipe ü 1? mano dere- y S. M. con él los propios cumplimientos, dándole
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en las puertas y en todo el mejor lugar, acompañán- por la mañana viniesen al aposento del marqués de
dole por los corredores á su cuarto; y al bajar la Boquingan todos los pajes del Rey y continuasen
escalera en la parte que se divide para subir al del cuatro cada dia á vestille como á caballerizo mayor,
Rey, hizo el Príncipe grande instancia para acom- y que le llevasen el palio por serlo del Príncipe, y
pañarle y que se quedase en él, y S. M. prosiguió aunque el conde lo había dudado por corta cosa, le
acompañándole hasta su aposento por las escaleras pareció cortesana y de estimación para el marqués,
y el patio mayor, y á la mitad del salieron á reci- por ser preeminencia de aquel oficio.
birle del cuarto del Príncipe, donde le esperaban Mandáronse poner luminarias por todo el lugar y
los señores Infantes D. Carlos y D. Fernando ha- tres noches siguientes, por donde la alegría y el al-
ciendo iguales reverencias. Y habiendo pasado los borozo común trataba al Príncipe con aplauso de
cumplimientos, le fueron acompañando, y á las extranjero y con amor de natural; y S. M., cum-
puertas se hicieron el Rey y el Príncipe las mismas pliendo con cuanto le ha merecido la novedad y
cortesías, y el Príncipe con los Infantes, y siempre confidencia de la causa, no ha dejado en grandeza,
entró primero, llevando la mano derecha. Y llegan- en caricia, en agasajo nada que pueda echar menos
do á la galería que tiene ventana á la plaza de pala- la atención del mundo y la esperanza de S. A., jus-
cio, se detuvieron conversando un poco, y el Rey tamente fiada y correspondida de la cortesía espa-
se despidió para que reposase, y salió S. A. acom- ñola, que le paga cuanto le merece; y si es gloria
pañando á S. M. y sus hermanos hasta la última del Rey venir por su persona misma un príncipe tan
puerta que se comunica con el patio, y en su apo- señalado á estrechar en él sus amistades y confede-
sento y á la salida tomó el Rey la mano derecha, raciones, mayor por el modo de la acogida y hos-
usando hasta en esto de galantería, que estando ya pedaje, que en suceso tan sin ejemplo ninguno
el Príncipe en su casa propia, trataba á S. M. como podía encaminar el acierto, y el que se buscase
á huésped. había de verse al discurso propio necesitado de
Quedó el conde de Olivares asistiendo á S. A., consecuencias, y esta vez no halladas, y lo que se
y S. M. acompañado de los Infantes y de los gran- empieza siempre es difícil, pero al valor y al enten-
des y caballeros, subió á su cuarto por el patio y dimiento de S. M., crédito de más años y aún de los
corredores, y por donde sale á la capilla en público mayores fue lo más fácil acertar con lo mejor,
entró en su cámara y pasó al aposento de la Reina. siendo de las felicidades de su imperio tener conse-
Rajaron al del Príncipe muchos señores á ver la jeros tan prudentes de quien valerse y á su lado al
majestad y el lustre do su adorno, el mayor que los conde de Olivares, y gran dicha de esta ocasión el
reyes guardan para sí ordinariamente en palacio de llegar á manos de S. M. que ha sabido lucilla tanto;
gran esplendor y todo agora más real. Estaban se- y cuando S. A. no se hallara príncipe tan grande
ñalados para servir siempre la vianda al Príncipe por hijo del rey de la Gran Rretaña, por el recibi-
los gentiles-hombres do la boea del Rey, todos los miento que S. M. le ha hecho, por las demostracio-
títulos y caballeros de la primera nobleza-del reino, nes de su corte y de todos sus vasallos, conociera
y los que sirven á S. M. en el mismo ejercicio cuando que ha nacido gran príncipe, sin negarlo ninguna de
come en público. Trujéronle la vianda ellos propios sus acciones, sin hallarse nuevo el estilo de nación
desde la cocina, acompañándola un mayordomo y tan diferente, mostrando que á los reyes todo se lo
un ujier y las guardas, y sirviéndosela con la misma enseña la obligación, y que la tienen de saberlo
reverencia y ceremonia que á S. M., quitando el todo.
sombrero el Príncipe al que le servía la copa, cuan-
do se la daba, y á todos al principio y al levantar la RELACIÓN DE LA PRIMERA ENTREVISTA DEL PRÍNCIPE DE
mesa. Asistieron á la cena algunos grandes, y el GALES CON LA INFANTA DOÑA MARÍA.