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Solidaridad Don Bosco

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Hola, soy Mohamed.

¿A que no sabéis dónde vivo? En Tánger.

¿Qué dónde está Tánger? Pues está en Marruecos, justo abajito de Andalucía. Si
vamos en barco solo se tarda una hora en llegar desde Cádiz.

Seguro que en vuestro colegio o en vuestro barrio también hay alguna persona ma-
rroquí y os puede decir dónde está situado en el mapa.

¿Os he dicho que estoy muy contento? Sí, pero que muy contento, porque tengo una
nueva hermanita. Se llama Aadab, que significa Esperanza. Bonito nombre, ¿ver-
dad? pues lo elegí yo.

El día que nació mi hermana, mi abuelo y yo fuimos a recogerlas en coche al hospital.


Y de pronto, cuando mi madre estaba saliendo del hospital con mi nueva hermanita,
me di cuenta de que una mujer comenzó a gritar…

¡No hay derecho! ¡No hay derecho!.

Era una mujer embarazada, estaba tan gordita como antes lo estaba mi madre, se
había caído al suelo y se había puesto a gritar porque no la dejaban entrar en el
hospital.

Mi abuelo la cogió, y para tranquilizarla, le preguntó: ¿De dónde viene usted, seño-
ra? Del barrio Beni Makada - contestó ella- de la parte de los caminos de tierra y las
casas de adobe.

Entonces, observé cómo mi abuelo se sentaba junto a ella, le hablaba relajadamen-


te, parecía darle una información que la mujer estaba agradeciendo y le dibujaba
una sonrisa en su rostro antes apenado. Se despidieron y quedaron en encontrarse
pronto.

¿Qué les has contado? ¿Por qué se ha ido tan contenta? Pregunté a mi abuelo.

Verás, a esta señora no la dejaban entrar en el hospital porque no tenía suficiente


dinero para pagar a los médicos ni tampoco para las medicinas que necesita para
que su bebé nazca bien. Desgraciadamente, esta situación se repite en demasiadas
partes del mundo. Pero le he hablado de tu madre. Ya la conoces, sabes que es una
mujer fuerte y luchadora, que ha tenido oportunidades que desgraciadamente otras

Cuéntame otro cuento


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no han tenido. Ella ha podido estudiar, trabajar y ahora se puede permitir acudir al
hospital para tener a tu hermanito. Un derecho que tendrían que disfrutar todas las
mujeres del mundo.

Si, es verdad abuelo. Mi madre es maravillosa además de afortunada. Pero dime;


¿a qué se dedica mi madre? Y ¿qué tiene que ver la alegría de esta pobre mujer
con mamá?. Mira Mohamed, tu madre trabaja con personas como esta mujer que
no pueden permitirse pagar un hospital, ni muchas otras cosas necesarias para vivir.
Ella se preocupa por estas mujeres, les ofrece información y les facilita continuar los
estudios. Además les busca otras opciones para que las madres puedan tener a sus
hijos con las atenciones sanitarias necesarias. Es por eso por lo que la mujer se ha
ido tan contenta. Le he dado el contacto de tu madre para que ella pueda ayudarla.
Mi abuelo se agachó y me dijo una cosa, recuerda que todas las personas somos
importantes y todas tenemos derecho a entrar a un hospital y que nos curen, y más
aún las mujeres como tu madre y como esta señora, que están embarazadas.

Ya lo se abuelo, no es justo, le dije yo.

Y mi abuelo me explicó que había que luchar y tener esperanza en que las cosas
cambiasen. Y que debía prometerle que estudiaría mucho para que cuando fuese
mayor pudiera hacer algo para que todas las mujeres tengan un hospital al que ir
aunque no tengan dinero. Esa era la esperanza de mi abuelo, y ahora también sería
la mía.

Y así fue como elegimos el nombre de mi hermana Aadab, porque el día que ella
nació yo aprendí lo que significa esperanza.

Punto y final, ¡todas las mujeres deben tener acceso a un hospital!

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