La Historia y la imagen de
Latinoamérica segun
Lezama Lima
Emilio Bejel
nuevo impulso. Este barroco no s6lo se manifiesta en el arte, sino
que ademés se realiza en la naturaleza. Lezama cree que la fatiga
cultural de Europa se resuelve como un renacer en el Nuevo Mundo. Esta
idea coincide con la de Oswald Spengler en La decadencia de occidente,
obra muy leida por Lezama y por la mayoria de los escritores de su
generaciGn.' Spengler consideraba que no habia unacultura tnica y central
capaz de imponer un dominio absoluto sobre todo el conocimiento y las
manifestaciones artisticas, sino que existfan varias culturas en distintas
etapas de desarrollo. Esta concepcién permitia reafirmar la importancia de
las culturas que estaban al margen del llamado “centro” de la tradicién
occidental, Las sociedades “periféricas” recibian un respaldo tedrico en
Spengler, y América Latina, como continente sustentado en tan numerosas
culturas, aceptaba con beneplacito este apoyo en favor de sus valores.
La diversidad cultural es precisamente uno de los factores fundamen-
tales en la conformaci6n del barroco. Lezama cree que América Latina se
realiza a través de una fusién de razas y culturas diversas, y considera in-
aceptable el eurocentrismo y el complejo de inferioridad del latinoameri-
cano ante Europa. Este complejo lo conduce con frecuencia a refugiarse en
una autoctonia simplista, que es una autolimitacién més que un acto crea-
dor. Por otro lado, observemos que toda insistencia en una autoctonia a lo
Spengler se contrapone a la idea de progreso histérico. La relacién de de-
pendencia e independencia que conlleva toda cultura es un proceso que se
L ezama ve en Latinoamérica el continente donde el barroco logré un
1 Varios autores cubanos e hispanoamericanos de la generacién de Lezama leyeron a
Spengler y otros pensadores alemanes a través de las traducciones de la Revista de Occidente,
‘fundada por Ortega y Gasset en 1923 [Ver José Antonio Portuondo, jo hist6rico de las
letras cubanas (La Habana: Ministerio de Relaciones Exteriores, 1960)]. Para este articulo
he utilizado la siguiente versién en inglés de La decandencia de oceidente: Oswald Spengler,
The Decline of the West, 1y Il, traduccién de Charles Francis Atkinson (Nueva York: Alfred
‘A. Knopt, 1928). He realizado un estudio de los conceptos de Historia y Cultura en Lezama
Limay Carpentier en “Culturay filosofiade la Historia (Spengler, Carpentier, Lezama Lima),”
Cuadernos Americanos, Afio XL, Vol. CCXXXIX, No. 6 (noviembre-diciembre , 1981), 75-89;
‘este ensayo esté incluido en mi libro: Literatura de Nuestra América (Xalapa, México: Centro
de Investigaciones Ling@istico-Literarias de la Universidad Veracruzana).
129resiste a cualquier intento reduccionista. Es inevitable tratar de
en las complejas relaciones y manifestaciones histéricas y en el concepts
mismo de cultura.
Para explicar la formacién de una cultura, Leama parte de ont
concepto que coincide con el de Spengler: cada cultura se funda en
paisaje donde le ha tocado desarrollarse.? Sin embargo, el escritor cubano
modifica de tal manera los corolarios de esta idea que llega a Tesultados
muy diferentes a los del alemén. Para Spengler cada cultura crea su ropia
imagen, por lo tanto, la historia resulta dislocada y multiforme. La historia
es como una ficcién barroca construida por una serie de configuraciones
culturales sin comunicacién entre si, de la que Europa Occidental eg
solamente una entre otras muchas unidades independientes. Desde esta
Perspectiva, el estudio de la historia s6lo puede aspirar a una comparacién
morfologica de las diversas culturas, y aun esa comparacién de Spengler
¢s dificil de justificar, ya que se supone que las culturas son aisladas
¥ no se comprenden entre ellas.* Ademés de estas dificultades te6ricas,
Spengler presentaba otro problema para un latinoamericano como Lezama
que buscaba una direccién en la historia, una esperanza de mejoramiento.
En Spengler no existia un objetivo hist6rico; de hecho, la historia carecia de
sentido. Solamente habia ciclos aislados. Es obvio, pues, que quien buscara
una orientacién hist6rica debfa tomar otros rumbos,
Lezama Lima, especialmente en La expresién americana, expone su
vision de cultura, historia y paisaje. En estos ensayos, Lezama —ademés
de sefialar el cansancio de Europa y ver al Nuevo Mundo como la
salvacién de una cultura que se apagaba- elabora las diferencias entre el
barroco europeo y el americano.* En Europa el barroco se caracterizaba
por una acumulacién carente de gran tensién y asimetria, y evitaba la
fragmentaci6n extrema de elementos de una misma unidad cultural: era
el barroco que no se habia olvidado todavia del B6tico.> Sin embargo, el
barroco americano se nutria de tension y fragmentacién, debidas mis
2 7 . . ‘
Loa eunsefala la relacisn entre plane y cultura en varias ocasionee, especialmente
$n Mitoay cansancio clsico”, en La expresién amerioune (Madrid: Alianza Editorial, 1969),
. Collingwood, “Oswald
and he Theory of Historical Cycles" en Antiquity, T (1927), 311-825, 435-446.
. Teeains Lina, “La curoaidad barroca” en La expresiin dna 45.81.
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Terthebe Worsuycbinioneey mdtodos sabre el barwoy lade Werner ee dee
cone, 1ga Worringes Form in Gothi tradcide por Harkort Reh ore G.0.Putman’s
130que nada a la diversidad social que tenia que romper unidades culturales
Gistintas para luego soldarlas en un producto nuevo. Partiendo de este
principio fragmentario del barroco americano, Lezama desarrolla una
yisién teolégica de la historia y de la cultura basada en un elaborado
concepto de imagen. El paisaje constituye una imagen en el grupo humano
que lo habita, y para que esa unidad del paisaje Hegue a adquirir un sentido,
logre formar una cultura, tiene que ser interpretada por el sujeto, por el
hombre. Una vez que se percibe esta imagen del paisaje, el sujeto la va
relacionando con todos los elementos de su universo, y de la retrospeccién
de este proceso surge la vision histérica de esa cultura 7 Por lo tanto, para
Lezama, la visién histérica no se funda en el encuentro con un origen
nico, una fuente absoluta de toda emanaci6n de la historia como buscaba
Carpentier en Los pasos perdidos, sino en una proyeccién regresiva (nétese
el oximorén) de dos formas imaginarias que cobran vida por intermedio
del sujeto. La percepcién de este sujeto que media entre dos formas
funciona metaforicamente, es decir, comparando una forma conocida con
otra desconocida, una forma invisible con otra visible, y es el proceso de la
memoria metaférica el que le da al hombre y a su cultura una visi6n desu
trayectoria en el tiempo.* Esta concepcién recibe el nombre de “imaginaria”
por basarse en la interpretacién que realiza el sujeto de Ia imagen que
provee su paisaje. Ademés, en su visién imaginaria Lezama asegura que
no existe la repeticién de dos configuraciones idénticas 0 de dos épocas
histéricas. La historia no se repite. Lo que puede sobrevivir es la imagen
de una cultura.’ Por eso, en vez de persistir en la idea de cultura en el
sentido de Spengler, Lezama desarrolla el concepto de “eras imaginarias,”
enraizado en una concepcién trascendental del sujeto, y de una historia
que es la imagen de Dios encarnando en el tiempo." Tal teorfa se asemeja
mucho a la de Giambattista Vico, que veia la historia como el devenir de
la Providencia manifestandose en ciclos que afirmaban el avance de la
historia, Esta giraba progresivamente debido a la tensi6n entre el pasado y
el futuro. Para Vico la historia avanza a medida que los plebeyos adquieren
derechos de los patricios que los tenfan de siervos. No es dificil ver en esto
la raz6n por la que Vico, a pesar de su providencialismo catélico, influyé en
Hegel y en Marx.
Para Lezama la historia es la metéfora de la imagen divina que se
proyecta en la contingencia y en la temporalidad. El desarrollo de la
$ Lezama Lima, “Mitos y cansancio clésico”, en Ibid., 14-16.
Ibid., 9-11.
* Esta’ memoria metaférica que relaciona una forma visible con otra invisible es en
realidad tun proceso el{ptico. Para un estudio de la elipsis en el barroco y el neobarroco, véase el
penetrante trabajo de Severo Sarduy, Barroco (Buenos Aires: Editorial Sudamericane, 1977),
jolezama Lima, “Mitosy cangancio elésico”, en Ibid., 26.
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