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INTRODUCCION
A LA CIVILOGIA POLITICA
democracia electoral en América Latina. (Véase Latinobarómetro 2004, 27-31). Esto es grave para una región,
que como la latinoamericana, concibe que participar en el sistema democrático se reduce a emitir un voto
(democracia electoral) cada determinado tiempo.
3 En este caso, las irregularidades son más que todo debido a fallas técnicas, algunas de ellas tienen una fuerte
influencia en la elección y otras no. Países como Perú (1995) y Guatemala (1995) presentaron fallas de tener
“elecciones limpias”, al igual que Colombia (1990, 1991, 1994, 1998), donde se sospecha de intimidar a los
votantes, violencia contra los votantes y fraude electoral. Mientras que en países como México el sistema
electoral ha tendido hacia una mejora significativa sobre todo a partir de 1994, donde se presentan fallas
técnicas pero sin mucha repercusión sobre los resultados (PNUD. Compendio estadístico 2004, 21).
4 La mayor razón que arguyen los ciudadanos en América Latina para no acudir a un tribunal de justicia es la
de “no tener dinero para pagar trámites u abogados en la región”, (21,0%); mientras que la segunda causa es la
“demora en el tiempo en que se realiza un juicio” (18,6%) y la tercera es “que “no confía en ser tratado
justamente” (10,7%) (PNUD, Compendio Estadístico, 2004, 257).
5 Para moralizar y devolver la dignidad a las más altas magistraturas se crearon en América Latina (con
excepción de Brasil, Chile y Uruguay) en los años 90 del siglo XX, las Defensorías del Pueblo o Procuraduría
de los derechos Humanos. No obstante, en su mayoría no tienen la capacidad o el derecho de entablar acción
judiciales contra funcionarios públicos que abusen de su poder contra los ciudadanos y sus derechos (con la
excepción de Bolivia, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Perú) o no están claramente
especificada (Argentina, Honduras y México). Mientras que la mayoría Contralorías Generales de las
República (8 de 18 países) tienen poderes débiles, “emiten recomendaciones no vinculantes sin ningún tipo de
facultades judiciales”, es decir, no pueden castigar directamente a los corruptos y malvesadores de los fondos
públicos. 4 Contralorías tienen poderes medios, donde a pesar de que “son vinculantes no aplican justicia”, es
decir, sólo pueden llevar el caso ante un tribunal. Sólo 6 (Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala y
Panamá) tienen poderes fuertes, lo que significa que , tienen facultad judicial para castigar. Y todos los países
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de la región gozan de una Fiscalia General de la República, llamada también Ministerio Público o
Procuraduría General de la Nación, cuyo titular en su mayoría, deviene de una propuesta del poder Ejecutivo a
ratificación del Legislativo (véase PNUD. Compendio Estadístico 2004 pág. 82-87).
6 En una escala puntual del 1 al 10, la opinión pública latinoamericana apreció que el Estado en la región sólo
logra que se “cumplan las leyes”, es decir que se respete el Estado de derecho, en un promedio reprobatorio
general del 4.53 puntos. El país que más fe tiene en el Estado de derecho es Colombia, con una puntuación
aprobatoria de 5,96 puntos, y los más pesimistas son Guatemala (3,83 puntos) y Paraguay con un 3, 67 %)
(Latinobarómetro 20004, 18-19).
7 Con respecto a la confianza interpersonal, los sondeos del latinobarómetro (2004), revelan que América
Latina desde 1996 hasta el 2004, tiene los índices más bajos de confianza interpersonal (“las personas ya no
confían en otras personas”) que oscila entre un 4% en Brasil (la más baja) a un 24 % en Uruguay (la más alta)
(Latinobarometro 2004, 31-32)
8 De acuerdo con el mismo sondeo de opinión del 2004, la confianza institucional es una reflejo de la
interpersonal, es decir, también es baja a pesar de que aumento del 2003 al 2004: en los partidos de un 11%
aumentóa un 18%; el parlamento de un 17% a un 24 %; en el poder judicial de 20% a un 32% y en la policía
de un 29% un 37% y en los bancos de un 27% a un 41%, la que tiene más confianza es la Iglesia con un
promedio cercano al 77%, mientras que el Gobierno goza confianza del 27%. No nos dejemos engañar, el
hecho de que haya habido “mejoras relativas” no significa “apoyo consolidado”, ni mucho menos que esto se
traduce en una fuente de legitimidad. Para que la gestión pública de una institución sea aceptada y se le otorgue
confianza (legitimidad) debe promediar por lo menos el 50% de apoyo, y sólo la iglesia, quizás por ser una
institución conservadora y con valores postmateriales, supera este promedio. Por paradójico que parezca el
apoyo a la televisión se mantiene en una media del 44% de confianza, mientras que el de las Fuerzas Armadas
es de 36,5 %, mucho más alta que el otorgado a las instituciones políticas representativas, incluso, a la de los
gobiernos locales que con un 33% de confianza supera en 5% a la del gobierno nacional (Latinobarómetro
2004, 33-34).
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Honduras 47%, Perú 47% y el Salvador 48% 9). Mientras que cuatro países
estuvieron en la media estadística, es decir, su apoyo irrestricto a la democracia no
es tan sólido (Guatemala 54%, Brasil 56%, Colombia 58% 10 ) En estos últimos
países, si le sumamos el aumento de los que se mantienen indiferentes (+5
puntos)11, la democracia puede convertirse en un régimen político mucho más
inestable de lo que por su propia naturaleza ya es, y se podría tomar o bien una
opción militarista (neotimocrática), o bien, un “endurecimiento de la democracia”
basadas en liderazgos fuertes (neocaudillezcos). Esto coincide muy bien con la
opinión de la gente del latinobarómetro cuando comparando a América Latina con
la Macondo de “Cien años de Soledad” de García Márquez, manifiestan que:
“Aparecen como oráculos las voces que anuncian la vuelta al autoritarismo ante la
ausencia de otras interpretaciones sobre su desarrollo y sus problemas” (2004, 11).
Pero esto no es un temor infundado, países como Perú (40%), Paraguay (40%), el
Salvador (43%), Guatemala (46%), Brasil (46%), Honduras (47 %) y Colombia
(50%) opinan que los militares son más eficientes que los civiles para solucionar
problemas públicos. Y no es casualidad ya que todos estos países o no apoyaron
irrestrictamente la democracia o manifestaron abiertamente su apoyo a un gobierno
militar.
Es exactamente en este punto donde se centra parte de nuestra
investigación, ya que muchos de estos países manifestaron un clamor de “orden”
incluso sacrificando espacios de libertades. Países como Honduras (69%),
Paraguay (65%), República Dominicana (63 %), Costa Rica (56%), Salvador (54%),
Guatemala (54%) y Brasil (53 %), prefieren el orden (una sociedad ordenada) aún
a costa de limitar las libertades (a una sociedad libre). Parafraseando a Locke,
prefieren “la seguridad de la cueva del león, que la inseguridad y las trampas del
lobo”. Prefieren “la tranquilidad de la cárcel” que el “tumulto de la plaza pública”.
¡La racionalidad, tiene sus misterios!, sobre todo en política, los cuales hay que
desentrañar.
9 De acuerdo con el latinobarómetro 2004, los países que estén por encima de la media del +50 % apoyan la
democracia ante cualquier situación y los que estén por debajo de esas media (-50%) tienden a apoyar a
gobiernos militares (véase página 11 de dicho informe).
10 Tomamos en este caso los países que oscilaron entre el 50% y el 59%, luego del 60 % como es el caso de
México, se puede considerar una apoyo solvente (aunque no sólido) a la forma democrática.
11 Como en el caso peruano donde la indiferencia hacia la democracia y hacia el gobierno militarista es igual
de grande (Latinobarómetro 2004).
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13 Siguiendo el planteamiento del mismo Habermas, éste propuso la integración entre el saber técnico y el
saber político en un proceso de cientización de la política para dar nuevas explicaciones sobre la realidad
(hermenéutica), pero bajo el presupuesta de que pragmáticamente se tendrían que hacer “extensiva al público
de los ciudadanos y libre de dominio”. Sin embargo, las condiciones empíricas para tal desarrollo no se habían
dado y esto se debía a la despolitización del ciudadano: “La despolitización de la masa de la población y el
desmoronamiento de la esfera de la opinión pública política son elementos integrantes de un sistema de
dominio que tiende a eliminar de de la discusión pública a las cuestiones prácticas” (2001, 151). La propuesta
del pragmatismo habermansiano es la de reconstruir la opinión pública política integrando a la masa de la
población en condiciones de igualdad y libertad.
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CONCLUSIÓN
LA ÉTICA DE LO PÚBLICO Y EL ESPÍRITU DE LA
POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA.
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sector estatal. Por otra parte, su estructura teórica se desenvuelve dentro de cierto
historicismo positivista, ya que tiende a establecer que las sociedades avanzan en
línea progresiva donde una nueva etapa supera o es mejor que la antecesora. Se
supone que la etapa de la sociedad civil debe ser superior a la etapa estatista y
partidista. Se tiene la esperanza infundada que donde el Estado fracasa tiene que
lograr éxitos la sociedad civil. Es infundada en el sentido de que las propuestas por
refundar la sociedad civil en América Latina se hacen a espalda de la actividad
política, cuando el proceso de reorganizar a una sociedad en su totalidad
corresponde a todas las fuerzas públicas y privadas de esa sociedad. Si la nueva
sociedad civil no quiere saber nada de la política, ni de los políticos, entonces
¿cómo transformar una sociedad sin la política? La complejidad señala que una
sociedad que se cambia a sí misma modifica en la práctica los parámetros del
cambio social original y racionalmente programados creando situaciones de
incertidumbres, y ante éstas, la actividad dinámica de la política es necesaria y
básica no sólo para proponer nuevos cambios o para consolidar nuevos acuerdos,
sino también para cambiar el rumbo del cambio social si este no satisface las
expectativas esperadas, como lo indica el pragmatismo positivo. De lo contrario, el
cambio social sólo es programado desde el Estado y se corre el riesgo de que un
poder gubernamental decisionista imponga sus criterios arbitrariamente
contraviniendo en muchos casos los intereses de la sociedad en su conjunto,
creando situaciones de injusticia y exclusión social, como recientemente ha
ocurrido en América Latina.