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análisis y reflexión que no ha sido abordado desde un análisis integral. Es decir, que sólo se ha
circunscrito a reflexionar sobre cómo las políticas destinadas a la producción de alimentos deben
abordarse desde una perspectiva técnico-económica, sin tener en cuenta lo relacionado con el manejo
de los recursos genéticos de la biodiversidad.
En el caso de Bolivia la situación es dramática. En primer lugar, más del 82 por ciento de la producción
de los principales alimentos destinados a la canasta familiar se encuentra en manos de la agroindustria.
Es decir: subordinada al mundo de los agronegocios. [1] Pero eso no es todo, sino que sólo el 10 por
ciento de las semillas e insumos requeridos para la producción de alimentos se desarrollan en el país. [2]
En otras palabras: la alimentación de las y los bolivianos depende en gran medida de la importación de
semillas e insumos sintéticos (agroquímicos) y está subordinada a los vaivenes de los precios
establecidos en el mercado internacional.
Probioma [3] lleva a cabo desde hace 21 años investigaciones e innovaciones tecnológicas relacionadas
con el uso de recursos genéticos, en este caso microorganismos nativos, que puedan contribuir al
control biológico de plagas en la agricultura y convertirse en alternativa al uso de agroquímicos. Este
esfuerzo privado ha sido desarrollado en el departamento de Santa Cruz, que concentra el 78 por ciento
de la biodiversidad del país y que además produce más del 80 por ciento de los alimentos que requiere
Bolivia.
El control biológico es parte de las leyes de la naturaleza. Mediante este control, las especies son
reguladas en su crecimiento poblacional por otros enemigos naturales. En este sentido, el proceso de
investigaciones, innovaciones y aplicaciones de los controladores biológicos que se ha llevado a cabo no
ha hecho más que seguir este proceso natural, que no afecta a la biodiversidad ni a la salud humana.
Asimismo, el control biológico no genera resistencia en las plagas y tampoco supone una forma de
dependencia del productor de esta biotecnología, ya que, en la medida en que las condiciones
ambientales lo permiten, los microorganismos se establecen y generan la base de un control natural
futuro.
En este marco, el proceso llevado a cabo ha estado dirigido en primera instancia a identifi car
microorganismos benéfi cos y/o controladores de determinadas plagas presentes en los cultivos. Se ha
procedido a aislar y multiplicar dichos microorganismos en condiciones de laboratorio y,
posteriormente, a reinsertarlos en el campo. Es así que se han llevado a cabo pruebas de validación y,
de manera paralela, formulaciones específicas para facilitar la aplicación en el terreno. Asimismo, se han
desarrollado investigaciones orientadas a permitir la aplicación de los microorganismos en el campo de
manera económicamente viable para las y los productores.
En el marco de este proceso se han realizado innovaciones tecnológicas que permiten la producción
masiva de biorreguladores y al mismo tiempo su aplicación en grandes extensiones. Este proceso se ha
realizado mientras se trabajaba todo lo relacionado con los registros legales con las autoridades
competentes, quienes no siempre han acompañado estos avances. Probioma se ha encontrado con una
serie de trabas debido a la carencia de normativas específicas para esta biotecnología.
Uno de los grandes logros obtenidos adicionalmente en este proceso ha sido el desarrollo de un
biorregulador que controla el insecto llamado Triatoma infestans (vinchuca). Este insecto es el vector del
mal de Chagas, enfermedad que afecta a más de tres millones de bolivianos y bolivianas y a más de 90
millones de personas en el mundo y que amenaza a otros tres millones en Bolivia. Este aporte a la
conservación de la salud humana, que ha contado con estudios adicionales de inmunología humana y
estudios de impacto ambiental, no ha sido aprovechado por el Estado boliviano, que continúa aplicando
un control químico que ha demostrado no ser viable no sólo por los serios impactos socioambientales
que presenta sino también por la resistencia que ha generado en el vector.
En este proceso, y a pesar de la ausencia de apoyo e interés por parte del Estado boliviano, los
resultados han sido exitosos. Se han logrado desarrollar innovaciones tecnológicas únicas que también
han roto el mito de que el control biológico es sólo para pequeñas áreas, puesto que actualmente se
aplica tanto a miles de hectáreas usando equipos de tecnología puntera como también lo aplican
pequeños productores y campesinos. Es decir: se ha adaptado a las condiciones de las y los productores
y a sus diferentes regiones, estratos y diferencias tecnológicas.
Por otra parte, esta biotecnología está contribuyendo a la producción responsable y ecológica de
muchos cultivos de importancia tanto para el mercado interno como para el de exportación. Es decir,
que está ayudando a que se produzcan cultivos cualitativamente diferentes y está sustituyendo
gradualmente el uso de agroquímicos en las diversas fases del cultivo. Gracias a este control biológico se
han dejado de emplear más de 180.000 litros de agroquímicos en Bolivia.
En este contexto, el proceso ha llevado a que se protejan con esta biotecnología más de 50 cultivos en
230.000 hectáreas en diferentes ecosistemas, fortaleciendo y enriqueciendo la microfauna existente y
contribuyendo a la seguridad y soberanía alimentarias del país, ya que una gran parte de los cultivos así
protegidos son usados en la dieta fundamental boliviana, basada en el consumo de soya, quinua, maíz,
trigo, arroz, caña, papa, hortalizas y frutas.
Este proceso innovador no hubiera sido posible sin la participación y credibilidad de los productores que
confiaron en esta biotecnología que se está consolidando cada día en Bolivia y que está contribuyendo a
la conservación de los suelos, a evitar el avance de la desertifi cación, al fortalecimiento de la
biodiversidad, a la protección de la salud humana y al mejoramiento de la calidad de los diferentes
cultivos en un marco de responsabilidad social y ambiental. Una prueba de ello es que todos los
biorreguladores desarrollados han sido certifi cados internacionalmente; es decir, que están admitidos
bajo la normas de producción orgánica de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, principales
demandantes de productos orgánicos en el mundo.
http://www.revistapueblos.org/?p=2506
La inestabilidad en los precios hace que disminuya la producción en el campo, en el año 2010 se logró
cubrir la demanda de maíz, pero por falta de semilla y lluvia, hay una total incertidumbre y ello obliga se
obligó a importar maíz transgénico. En Bolivia casi un 90%del total de la producción es transgénico, al
igual que en, Uruguay, Argentina y Brasil.
Marcelo traverso, de APIA, dijo que es importante informar sobre este tema, porque la gente de a pie no
sabe que es la transgenesis y es bueno conocer las experiencias de los agricultores. Resalto, que un 20%
de los alimentos que consumimos es transgénica, porque alimentos como el aceite, carne, huevo, pollo,
toda la soya y sus derivados tienen estas características y si se prohibe el uso de alimentos con estas
características se podría afectar a la seguridad y soberanía alimentaria.
La biotecnología es una herramienta para la producción y si la usamos bien nos irá mejor, dijo Diego
Vilaplana, Director de APIA, porque La ley de la Madre Tierra, se refiere al uso de la biotecnología,
aunque falta reglamentarla. Esto también se menciona en la Constitución Política del Estado.
Enzo Benech, Subsecretario de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio del Uruguay, explicó que en
su país se tiene un marco regulatorio de transgénicos y que se controla el ingreso a su país de alimentos
genéticamente modificados. Destacó que gracias al uso de la biotecnología, se subió a 1 millón de
hectáreas.
Al referirse al tema, Edilberto Osinaga de la Cámara Agropecuaria del Oriente, dijo que hay
contradicciones en cuanto se refiere a la La Ley de la Madre Tierra con relación a la biotecnología,
“porque es una ley política más que técnica y lo que esperan es debatir”, para arribar a conclusiones que
favorezcan al sector y a la seguridad y soberanía alimentaria. Destacó que hace mucho que importamos
alimentos transgéncicos en base a soya y maíz del exterior con valor agregado, sin control y los
productores no tienen alternativas para producir.
Osinaga, destacó que sino introducimos el cultivo del maíz transgénico, ya sea mediante la producción o
la importación, se pone en riesgo el alimento para aves y el ganado que se alimenta en base a soya y
maíz. Destacó que a este paso y por la situación mundial y la demanda de alimentos, ya se debería
pensar en el uso de la biotecnología y transgénicos en el cultivo de algodón y en arroz, pero no así en
cultivos de origen nativo, como la papa, quinua y otros cultivos andinos.
El 35% del país trabaja con el agro, porque de dejar de producir alimentos transgénicos, tendríamos que
importar, aceite, harina, torta de soya, para el sector pecuario y miles de personas quedarían sin
empleo, porque esta actividad genera movimiento económico en toda la cadena productiva de la
producción agropecuaria a nivel local y nacional.
https://bolagra.wordpress.com/biotecnologia/
Capacidades en agrobiotecnología:
Debido a la proximidad de Brasil y Argentina, donde hay cultivos de soya, y a que una parte importante
del cultivo de soya en Bolivia está siendo implementado por intereses de Brasil, existe la
posibilidad de que semillas transgénicas estén siendo utilizadas.Marco regulatorio de bioseguridad y
biodiversidad: Bolivia cuenta con un marco legal referente al acceso de los recursos genéticos: el
Decreto Supremo 24676 del 21 de junio de 1997, que establece el reglamento de la Decisión
391 (Régimen Común de Acceso a los Recursos Genéticos) de la Comunidad Andina de
Naciones (CAN). La bioseguridad está normada por el Decreto Supremo 24676 del año
1997: Reglamento sobre Bioseguridad. La ley boliviana n.o 1580 de 1994 contempla la
integración del Comité Nacional de Bioseguridad, que es el organismo encargado de brindar
asesoramiento y apoyo técnico en la materia. La Ley n.o 2061 del año 2000 crea el Servicio Nacional de
Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG), con el fin de reglamentar la importación, el
uso y otras actividades relacionadas con los OVM.
http://orton.catie.ac.cr/repdoc/A5277e/A5277e.pdf