y laberintica pendlente, en donde el esfuerzo no
trafisico, no, yo tenia que conguistarla cumbre de
‘ml alma en esa cita. Me trasladaba en émnibus,
por calles asfaltadas, después creo haber tomado
lun taxi, con un conductor muy urbanizado y mi
frente no transpirb sudores salitrosos. Pero en
cada instante de eseitineraro se implosionaba un
nuevo universo, se deshacian y rehacian hechos,
se concatenaban de una y otra forma las razones,
y las emociones y las pasiones se encendian con
tun vigor incontrolable. Agujeros negros, galaxias
y electrones, todo lo que no enttaba dent de los
limites dela percepclén normal, seagolpaba en mi
mente dando lugar a un espasmo casi inefable,
Rozabatodos losmisteriosylalursetrocaba
‘en un abismo. La Caverna. La Caverna de Platn,
Creo que aquella vez sade tiempo y entré en una