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I La reconstruccién de La democracia argentina por HUGO QUIROGA LA EXPERJENCIA DEMOCRATICA: UNA HISTORIA DE INESTABILIDAD El régimen democritico que se instalé en 1983 tran- sit6 por un complejo y am- biguo proceso que revela, al mismo tiempo, signos favo- rables de consolidacién y rasgos preocupantes de im- perfeccién institucional. Se ha afirmado, por un lado, el principio de legitimidad de- moeritica (el apego mayo tario de los ciudadanos y partidos a las reglas de su- cesién pacifica del poder) y, por otro, no se han superado las deficiencias institucio- nales y las profundas de: gualdades sociales que re- presentan serios desafios para Ia estabilidad de la de- mocracia. En este tiempo han surgido nuevas deman- das en la sociedad y ellas tienen que ver con la bi queda de igualdad social, con los deseos de seguridad, con la eliminacién de la co- rrupeién y con la calidad de las instituciones piblicas, especialmente con aquellas que imparten justicia. En estos reclamos se hallan los Gificiles pero no imposibles avances de la democracia. Lo que no se habia regi trado en Ia historia politica argentina, al menos hasta 1983, era Ia completa actuacién de la Constitucién Nacional. Planteado el problema de este modo, es evidente que la Ley Suprema no pudo garantizar por si misma —con sus derechos y garantias y con las reglas de competencia pacifica por el poder— la exis- tencia de un orden democritico estable, Nuestra democracia constitucional fracasé en sus miiltiples intentos de estabilidad, inmersa como estuvo durante tanto tiempo en un rumbo errati- co que la Ilev6 a alejarse del juego electoral limpio y pluralista y del respeto a las leyes. La democracia se volvid, sin duda, inestable por la falta de confianza en las reglas de procedi- miento constitucional, en la ausencia de un sistema de alter- nancia y en la desobediencia de los militares al poder civil La historia de nuestra democracia es, en este sentido, entre- cortada, Una democracia de corta duracién —nuestra primera forma efectivamente democritica— se instaurd entre 1912 y 1930, poniendo fin a un estilo de sufragio tutelado y a téenicas de control clientelar, lo que condujo a ampliar el nivel de parti- cipacién politica mediante el ejercicio de elecciones libres, plurales y competitivas. Durante dieciocho afios la competen- cia por el poder permanecié abierta, aunque no se logré esta- blecer en ese tiempo un verdadero sistema de alternancia. Un periodo muy breve, en el contorno de un universo complejo que descansé en continuidades profundas, no permitié fortale- cer, entonces, las instituciones democraticas ni crear un siste- ma de legitimidad en torno a ellas Como bien ha sefialado Natalio Botana, a partir del golpe de 1930 la legitimidad democritica se constituyé en el problema permanente de la Argentina contemporanea. El periodo si- guiente implied un rotundo retroceso desde el punto de vista politico-institucional para el orden democratico liberal nacien- te, cuyos efectos se trasladaron hasta el presente demostrando la realidad de 1a interconexién de los procesos. Pero el primer tramo de la democracia, el de dieciocho afios, que no pudo te- ner continuidad, mostré ya su insuficiencia para crear entre ciudadanos y dirigentes una confianza activa en la legitimidad de las instituciones democraticas. El golpe de 1930 represent6 la postergacién de la posibilidad de consolidar la democracia y de estructurar un sistema de partidos. Lo que se pudo construir fue sélo una democracia entrecor- — 0 —— 1952. En de} sia entre partidos y s fueron los element mes hegemdnica ente instalé el per este universo, icidad y, ante lac fueron ocupando | n sistema politic 3 se desplazé sinc itimidad democrat er la creencia efer a crear en tantas de rerdtico legitimo, sintesis, en la d noeracia no fue cay r legitimo y una recordar que lo: advierte Norbert I resultado de un proc arse la construcci« imidad de las institu ion de una cultura civ iento eficiente y dure or eso, las dificulta ccracia i pocas, Al mismo tiemp

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