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de Satin, A nuestro modo de ver, la vision de Zac 3,1-5 y el prélozo Ge libro de Job son los puntos claves para descubrir Ia actividad y la funcién de Satin. Su rol de acusador y de poner a prueba al henig para descubrir sus intenciones constituyen la esencia de su ser. En ol Nuevo Testamento no se pierde esa imagen, aunque aparece cargada con nuevos atributos, de manera que se Moga a. los demonios eausantes de calamidedes y desgracias segin la mentalidad cultural de aquella Spoca. En todo easo, lo que aparece en la Sagrada Escritura es que Satén no constituye un reino independiente del poder de Dios y gue esta sometido a Dios; asi mismo, para tentar a los discipulos _ ‘pedir permiso a Dios, como lo atestigua claramente Le Salas é hhombre pod ser fentsdo por Satin y puesto a prueba como To ha sido Jestis, pero Satén jamés ser4 uma fuerza que obre indepenc Hentemente del poder de Dios. Para reforzar este argumento basta citar las p bras de Pablo: "Y para que las grandezas de la revelacién no me en: vanezcan, tengo una espina clavada en mi carne, un dngel de Satar que me here. Tres veces pedi al Sefior que me librara, pero dl me respondié: Te basta mi gracia porque mi poder triunfa en Ia li- dad” (2 Cor 12,7-9).O 1468 EL DEMONIO: LA MUERTE DE UN SIMBOLO. ace a J. Severino Croatto Este articulo es una relectura amplificadora del que publicara en 1971 en Ia revista NUEVO MUNDO de Buenos Aires, bajo el titulo de “Hermenéutica de Ia figura del demonio” (1:1, pp. 7-10). En lo que va de esta década, biblistas, tedlogos y la vor oficial de Ia iglesia se han ocupado de ese “personaje” ubicuo que es el diablo. La revista espafiola BIBLIA Y FE dedicé un fascfculo monogratico al tema (1 n° 2, 1975), lo mismo que CONCILIUM de ese aio (n?.103); y el biblista brasilefio J. Martins Terra escribe un libro que se llama; Existe © diabo? Respondem os tedlogos (Loyola, Sio Paulo, 1974). La coleccién “Sources Orientales” de Cerf publicaba en aquel 1971 un excelente volumen expositivo sobre Génies, anges et démons (429 pp.), con un buen trabajo de A. Caquot sobre angeles y demonios en Israel (pp. 113-152). Otro biblista, H. Haag, nos daba en 1973 su El diablo, un fantasma (Herder, Barcelona). Los Iéxicos y_ teologias de la Biblia nos dan toda la informacién requerida sobre el demonio. Existe la tentacién de ocuparse demasiado del diablo. Como re- sultado, desdibujamos la presencia de Dios y desenfocamos nuestra fe (comp. las buenas reflexiones de Gonzalo Gonzilez, “Dios y el diablo. Superacién cristiana del dualismo”, en CIENCIA TOMISTA 68/104:2 ‘n. 339, 1977, 279-301). Para el comin de los cristianos, el demonio es ‘una especie de contra-creador, el que arruina la obra ‘de Dios, sein tuna tipologia que se encuentra en tantisimas culturas (ver mas ade- lante). La fe biblica tendria que habernos purificado de esa reduccién de Dios. Con todo, creo que el problema nuclear —que los teélogos soslayan por lo general— es el de ubicar todo diseurso sobre el demonio en el lenguaje religioso-cuyas condiciones epistemoldgicas no son las del lenguaje de la historia o de las ciencias. En esa linea, falta mucho por decir. En la tradicién biblica la demonologia comienza a esbozarse tar- diamente, en el post-exilio: en Job 1.6 y Zacarfas 3,1ss se alude a Satén ‘como “acusador” (tal es la etimologia de esta palabra semitiea y de su Revista Biblica 40(1978) ut versién griega “didbolos”, de diaballo ‘acusar"). Satin no es todavia UI principio del mal. En fl texto de Job es evidente que acta come Gio de Ibs mensajeros de la corte de Yavé. Al representar a su Dios al eatilo de los reyes contemporaneos, Israel lo supone rodeado de emba- fardores do su palabra, Esta idea es muy antigua, pre-eilica, y Ia tene- Hros ya en la tradicién yavista del “Angel de Yavé" (Ilama Ja atencion EL hecho de que la raiz de mal’ak, Vk, frecuente en fenicio y otras len- guis, no se use en hebreo y arameo). Pero en aquellas épocas no se Stade a mensajeros malos. El mismo Satin de Job 1-2 esta obrando co- yo cnviado de Yavé, incluso al herir a Job de una horrible enfermedad. ‘Otro hecho que llama la atencién es Ta contraposicién con Meso- potamia y otros pueblos. La demonologia es amplisima en Mesopots- Pia, por ejemplo. Todos los males y enfermedades tienen, su demonio expecializado, Lamasta es Ta “secuestradora” de bebés, o Ta que atace oP mujeres embarazadas. Namtar, mensajero de la diosa del mundo Sc los mucrtos, Ereskigal, se lo representa con la espada de la muerte. Siun hombre ho tene un dios protector (comp. Tobias 5,4 y Iuego Mt $8.10; Hechos 13,15) queda expuesto al atague de los demontos. Abun- soir nituales y las formulas migicas de proteccién contra éstos, La Seligign parece anmentar en el hombre el miedo y la angustia, ex"% Tolandolos en seres poderosos, perseguidores, torturadores del hom. Pee En ese sentido, el AT opera una gran limpieza. Los males no s° Puradigmatizan en dioses secundarios, Las menciones més, ambiguas saree arquetipos serfan las de Déber y Résep en Habacuc 35, Soin 7845. (ver enftica textual), Déber y Qéteb en el Salmo 91.58 0 Hasee 7 Oéied en Dt 9224. Résep, sobre todo, recuerda al dios homé- Bee? y nocido por los. semitas nordoccidentales desde el 2 milenio, ¥ equivalente all Nergal mesopotamio, dios del mondo de Jos soueh es {véase:P. Matthine, “Note sul dio siriaco Reshef”, on: ‘ORTENS ANTIOUUS 2, 1963, 27-43), Hablo de ambigtiedad, puesto, que, tales ANToos pueden ser personifieaciones poéticas (Nueva Biblia. Espe- aor ab 3,3 “Ante 1 marcha la Peste, la Fiebre sigue sus pasos’). Sendo nombres comunes de plagas, no es necesario suponer una des: stowiancién previa de divinidades portadoras de males fisicos. Te ren acrsoss se trata de ejecutores del juicio de Yaoé, como con} Wrage de Tix 12.28: este célebre “gel exterminador el paralelo Jet wratik Yehwe o “angel de Yavé ya mencionado, designacién de Dios meio, desdobledo en forma de mensajero por condescendeneia al len uaje de corte. Ni el ma’ak tiene algo que ver con nuestros “angeles, Sr el masjié con el ‘demonic’ de la especulacién posterior. "Tyas esto, podemos hacer dos observaciones complementarias. Por ‘un lado, el AY enfatiza a tal extremo la soberanfa total de Yavé sobre Ta vida y la muerte que no teme atribuizle también los males que oct ew tn’el mundo yen la historia humana. Desde el punto de vista Tologico, hay en ello una reserva-de-sentido muy fecunda: si el mal te co atribuye a Dios, y n0 a un contra-crendor, tiene un sentido 148 ste, ver Geilo, ls opresin transitoria por otros pueblos cuando Kaze! rompe su alianza con Yavé, la enfermedad y el dolor. Por el emer a itd forma al hombre, y lo recupera en una nueva Gimension, Hay alli um anancio del NT. Por otro lado, el desconoci- miento de argue tipos ‘vines que interfieren en Ja vida ‘humana intro- dusiendo ol mal she al ee solo frente a.su capncidad de ‘menos cuan peas jElzelato del pecado de Adin es anterior mip suet «hs cepeculciones sobre el demonio. Comparado con otras explicaciones lsicas del mal (el mito cosmogénico del Enuma eli, et mito drfico y al mit te sico de los griegos) la contribucién del hombre esth re- France een mich fuerza, a pesar de la conexién con las otras expre- sem ets & taxes del simbolo de Ia seriente, que es el “fuera” Sombie icoeur, La symbolique du mal, Aubier, Paris Si nos situamos en el ic reo 2 post-exilio, comprobaremos al ti en Ee amas a to ‘nawlere sobre el origen del mal de acuerdo con 1a cosmovisin = stent Salo cal monet Ahora bien, en el postexilio (por scha. 5 rica) se duce : Peeuactn teldateometatsca Po ta gat. 06 aa ee foun 4 le Navé, el Dios do Isac, hasta hacer impromunciable, va in Pre a aloge con el Hombre, figuado en las mediaciones ima nas {ols Jues, bs profes a) ead may mis por media ones sobrehumana, por seres que lo representa i i ao peer a Raat aaah Soa rete de ake Ps pase oa (cmeneién de Gabriel), 10,13 y 12,1 (Miguel) hasta Iss espculaciones apocliptins y Iuego la misc, a teoogta. jak se ecb ic sees termed, Esto vale también para los Eee n el NT y en el Talmud: “si el ojo pudiera vc 2 Greta pode subsite scan do ts maccign Tos gue glee asa gree y dice mail et wee se code Rome ties anf iui cabe agregar, por otra parte Aan 7 parte, el sogund gpintade: 20 busca diferenciar los Principles del bios act oo a bn sveded do gue el tino no puede remontarse hada Dios, En la e eect CS eaiea eee monoiaiit el dualismo entre el bien sae lizado primero en el orden ético y humanc 1 ba referenia yavss, de principio del primer wilono 20. st cock ign del bien y del mal), se expresa Tuego en los sfmbolos del angel (de satands, pero sin eulminar en ningin dualismo radical ne énlco, como podria ser el origen de Onmuzd y Ahvinén en aaa imo persa (ver . Molé, Cult, mythe et comalogie dans Plea ou 7 Charen a Pe Glee, R. C. Zaehner, Zurvan. A zorocstrion lemma, C m, Oxfor 5, pp. Siss). El mal $ dle In crencién del mando y del howtbre, (Ceaeds 3), Yee ioteeeeias 149 .d humane, El Satands de las doctrinas tardias no es un’ i eis original, sino un Angel caido: tradicién ésta_ inspirada. tal vez en la saga de Génesis 6,2-4, como se refleja en Sab 146, Sirac 16,7, Baruc 3,26-28, Enoc etidpico 15,8-11; 16,1 pero que se labora ‘como suceso arquetipico anterior al de los gigantes orgullosos segin ‘el desarrollo del Enoe etidpico 6-15 (rebelién de los angeles Semyazas y ‘Azael; y cfr. 2Pe 2.4; Judas 6). Los Test Patr, Jubileos y otros seg AapSerifos atestiguan la difusin de este mito. Ahora bien, esta revuelta tiene a su vez otro modelo, la eit anterior de oso dng Sai t. 86,1 y 54,6; Jubileos 10:8). is es entonces Ia personi- foo ‘paradigmatica wt mal. Y Sab 2,24 (siglo I a.C.) identifica a la serpiente del paraiso con el demonio (gr. didbolos). Las corrientes religiosas reflejadas en la literatura apécrifa y en el yabinisne son tivo, y en parte ol NT (ver Apoc 12,9; 202; Ja 84) dan el nombre de diablo o Satands a todas las imAgenes del AT que se prestan a ui personificacién del mal (A. Caquot, art. cit, pp. 145s.). _ Hasta ahora, hemos ensayado de dibujar la evolucién de un pen- samfento en el contexto biblico, La ereencia en Satanés es Ta culm nacién de tantas preguntas teolégicas sobre el origen del mal (mis que del sufrimiento fisico, que sigue otro desarrollo),

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