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Humanidades Morente
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Carta Jefes de Formación
+“Fieles a Cristo, renovemos nuestra Iglesia”+
¡Que gran misión tienes frente a tí! Lograr que cada misionero pueda tener un auténtico
encuentro con Dios a través de la Formación. Crear una instancia fundamental para que cada
misionero viva una conversión personal, y que finalmente se sepa poner a Cristo al centro de toda la
Misión. Para esta gran tarea, hemos creado este Manual, para que lo leas y lo uses para guiarte en la
formación día a día.
Este año por medio de nuestra Línea Formativa queremos que se den espacios de reflexiones
profundas, que despierten inquietudes en el misionero, que le permitan replantear su vida más allá
de las misiones, y que vayan de la mano con nuestra misión de renovar la Iglesia. Es fundamental
lograr que todos nos sintamos parte de ella, para finalmente comprometernos con su renovación en
Cristo. Procura, junto con su equipo, que estas misiones sean un impulso para el camino de santidad
de cada uno de los voluntarios, una herramienta para seguir acercándose a Dios.
Te deseamos lo mejor para tí y tu zona, y no olvides en los próximos 10 días seguir diciendo
que sí al llamado a la Santidad, como lo hizo nuestra Santa Madre, enfocando nuestra vida hacia Cristo
y procurando que la Iglesia no deje de tenerlo a Él en el centro.
Se despide en Cristo,
Guillermo Vial
Nicole Turner
Jefes Formación Misión País 2019
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Misión País 2019
Misión: El que conoce a Cristo, vive con Él y el que no vive con Él, es porque no lo conoce. No
le neguemos a nadie la oportunidad de encontrarse con Dios.
País: Nuestro desafío es que Chile sea un país de personas santas, capaces de renovar su fe y
nuestra Iglesia.
2019: Este año nos queremos enfocar en 3 aspectos fundamentales: La urgencia de la misión,
la misión como instancia formativa, y el sentido de que sin Oración no hay misión.
¿Qué es Misionar?
Misionar es ser testigo de Cristo, anunciar a Cristo, compartir con los demás que hay una
razón preciosa para vivir. Es ser testigos del Amor de Dios y anunciarlo.
“Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo:
Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28, 17-20)
Misión País surge en el año 2003, ante la inquietud de jóvenes de la Pontificia Universidad
Católica por contribuir al alma de Chile en miras al Bicentenario. El proyecto se funda y
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permanece sostenido, durante estos quince años de misión, en tres pilares: La oración, la
Virgen del Carmen y el servicio a la Iglesia.
La oración es el punto de partida y de llegada en la misión; sin oración no hay misión. Misión
País fomenta el desarrollo de una relación personal con Cristo. Al misionar vamos a compartir
la alegría de que nuestras vidas cambiaron porque en Dios encontramos una nueva forma de
vivirla; vivir en el Amor. En la oración el Espíritu Santo actúa verdaderamente sobre los
corazones de cada uno de los misioneros para que éstos, llenos de Él, puedan compartirlo y
darlo a conocer.
La Virgen del Carmen Es la madre de todos los chilenos. desde que se le consagró la
independencia de Chile, nos une a todos en torno a un mismo centro: Cristo. Mediante ella,
Misión País también quiere ser un punto de encuentro de todos y derribar las barreras y
prejuicios que existen entre los miembros de nuestro país y nuestra iglesia. Como proyecto
nos aferramos a la Virgen; testigo de Cristo por excelencia, quien vivió en primera persona la
vida, muerte y resurrección de su hijo. Es nuestro modelo misionero, quien nos contagia del
Amor y vida de Dios para ser entregado a los demás.
Servicio a la Iglesia Misión País, desde su identidad, busca responder a las necesidades de la
Iglesia chilena, prestando ayuda a todas las diócesis del país, en especial las parroquias que
más lo necesiten. Es por ello que tanto las zonas que visitamos como las actividades que
realizamos en ellas, son conversadas previamente con los obispos y párrocos de manera de
realizar una misión en conjunto que sea reflejo de esta comunidad de creyentes que todos
conformamos. Misión País también busca ser una instancia donde los jóvenes puedan vivir
experiencias de conversión, desear la santidad y luego quieran servir a Dios y a la Iglesia desde
su trabajo cotidiano siendo agentes de cambio para Chile.
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Enfoques Misión País 2019
La urgencia de la misión
No escogimos lugares al azar ni queremos cumplir con un número ideal de zonas ni de
misioneros. ¡La misión es urgente en el contexto actual de la Iglesia chilena! Son los obispos
quienes nos asignan las zonas de misión porque ven una necesidad puntual en ese lugar y la
Iglesia necesita laicos dispuestos a reconstruirla. Preparémonos bien para estos 10 días y
salgamos a acompañar, a escuchar, a consolar, a compartir como lo haría Jesús; con cariño,
con ternura, con paciencia, con empatía, con misericordia. Si venimos a servir a la Iglesia cabe
preguntarnos constantemente ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Pasemos la menor cantidad de
tiempo en los establecimientos de alojamiento, que los trayectos “de dos en dos” sea donde
surjan las mejores conversaciones.
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Lema 2019
+Fieles a Cristo, renovemos nuestra Iglesia+
Cada año en Misión País se le pone un enfoque a la línea formativa y a la misión propiamente
tal, el cual se ve reflejado en el lema. Por eso, este año como Misión País quisimos elegir un
lema que fuera atingente a la realidad nacional actual.
Las misiones pasadas las comenzamos con una gran ilusión, traíamos la noticia de la venida
del Papa Francisco y Chile entero estaba expectante. Hoy nos enfrentamos a un escenario
completamente distinto, luego de la visita del Papa y con su posterior carta dirigida al pueblo
de Dios que peregrina en Chile, hemos podido darnos verdaderamente cuenta de la difícil
situación que estamos viviendo como país, sobre todo como Iglesia chilena.
Es este el contexto en que todos hemos sido llamados a misionar, a renovar nuestra Iglesia
volviendo al centro, a lo esencial: a Cristo. Es una misión distinta, representamos a una Iglesia
dolida, atacada, más humilde, con ganas de renovarse mirando a Cristo y pedir perdón. Pero
no por eso perdemos la esperanza, al contrario, más urge la misión, volver a lo esencial y
fieles a Él renovarnos en un espíritu nuevo. Como miembros de la Iglesia estamos llamados
hoy a ser protagonistas y llevar el mensaje de amor a todos los pueblos sin perder nunca el
foco: Cristo.
Para efectos más pedagógicos, se reordenaron los conceptos clave del lema:
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Cristo en los demás y actuamos de tal forma que “ya no soy yo quien vive en mí, sino Cristo
el que vive en mí” (Gal 2, 20).
Nuestra Iglesia: El hombre es un ser relacional que requiere de otro para sobrevivir. Dios
conoce al hombre y por lo mismo quiso que viviera en comunidad “no es bueno que el
hombre esté solo” (Génesis 2:18-25). Cristo quiso quedarse con nosotros en la tierra y para
eso instituyó la Iglesia mediante la cual otorgó a ciertos ministros la gracia para administrar
los sacramentos a los demás miembros. “Donde dos o mas se reunan en mi nombre Yo estaré
en medio de ellos” (Mt. 18,20).
La Iglesia fue fundada por Cristo, de ahí su santidad, la Iglesia es santa porque su fundador es
santo. Pero a la vez que es santa, es también pecadora porque sus miembros son pecadores.
Cristo considera a la Iglesia como su esposa y como tal la cuida y la dota de gracia, es en ella
donde encontramos a Cristo. Debemos tener en cuenta que la Iglesia es un cuerpo, la cabeza
es Cristo y nosotros los miembros, al ser nosotros hombres imperfectos la Iglesia ha cometido
muchos errores, que debemos corregir y pedir perdón. Sin embargo, “donde abundó el
pecado sobreabundó la gracia” y Cristo es capaz de sacar de los peores males algo bueno, la
Iglesia no prevalecerá porque se sostiene en Cristo.
Quisimos recalcar en el lema que es “nuestra” Iglesia. La Iglesia no son solo los sacerdotes,
obispos y religiosos, somos todos. Una vez que hemos sido bautizados pasamos a formar
parte de este Cuerpo Místico cuya cabeza es Dios. Al ser miembros de este cuerpo nosotros
mismos somos Iglesia, y si cualquiera de sus partes se ve afectada entonces repercute en
nosotros. Si nosotros estamos cerca de Dios también esa gracia repercute en el Cuerpo de la
Iglesia. Al ser “nuestra” la queremos como tal y estamos dispuestos a permanecer en ella a
pesar de las dificultades.
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Renovemos: Nuestro lema dice “renovemos”, no “renovaremos” ni “vamos a renovar” o
“renuevo”. La conjugación verbal hace referencia a dos cosas relevantes: primero, habla de
un plural, somos todos quienes estamos llamados a renovar, no solo algunos pocos, sino
todos como miembros de la Iglesia. Es un llamado en plural porque el hombre es un ser
relacional que requiere de los demás para sobrevivir y así mismo para salvarse. En segundo
lugar se dirige en tiempo presente, es hoy cuando debemos renovarnos. Frente a un Chile
sufriente y desorientado donde urge dar a conocer a Cristo, lo primero es renovar nuestro
amor a Dios.
A cada minuto Dios nos pide que renovemos nuestra fe y lo sigamos. Si queremos poner a
Cristo al centro de la misión, si queremos poner a Cristo al centro de la Iglesia, lo primero es
poner a Cristo al centro de cada uno de nuestros corazones dejándonos renovar por su amor.
Dios hace nuevas todas las cosas, una vez que nos encontramos con Cristo nuestra vida cobra
un sentido nuevo y diferente. Dios es capaz de convertir el hombre viejo ahogado por el
pecado en un hombre nuevo, de Adán a Cristo que nos redimió y salvó de nuestros pecados.
Nos dio un mandamiento nuevo, el mandamiento de amarse el uno al otro, es una mirada
diferente hacia la vida, la mirada del amor. No debemos entender la renovación como una
negación de lo anterior, debemos reconocer que hay una trayectoria de tradición en donde
Dios se fue revelando a su Iglesia, la renovación debe ser en el espíritu y eso es lo que traerá
el verdadero cambio. La renovación es fiel a Cristo, no niega todo sino que se renueva en el
discernimiento y en la humildad, teniendo en cuenta que hay cosas que debemos cambiar,
pero también considerando que no podremos comprenderlo todo, la renovación es en Cristo
y con Cristo.
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Modalidad general del día a día
La formación de cada día sigue la siguiente secuencia. Si consideran que existe una forma mejor de
hacerlo, no duden en cambiar lo que viene. Esto es sólo una pauta que les puede servir de guía para
ordenar el día:
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Santísimo sólo lo puede exponer un sacerdote. Si no está el sacerdote, puede ser un ministro
de comunión.
8. Todos los materiales entregados son para que los usen libremente en sus dinámicas. Les
entregamos algunas propuestas de ideas con contenido y sus materiales, pero ustedes como
jefes de formación son libres de hacer cambios acordes al objetivo del día y teniendo en
cuenta qué actividad y qué dinámica funcionaría o no con las características de los misioneros
que conforman la zona. (callados, profundos, conversadores, inquietos, reflexivos, etc.)
Ambientación de la capilla
Como jefes de formación, ustedes son los encargados de ambientar una de las salas del lugar en el
que alojan como capilla. Tiene que ser un lugar que invite a la oración y a la reflexión. Ahí van a hacer
todas las oraciones de la mañana y las de la noche, y gran parte del éxito de estas depende del
ambiente en el que se realizan. Mantengan la capilla ordenada y defiendan que es un lugar de oración;
no es la bodega, no es el lugar donde guardar herramientas.
1. Materiales que deben llevar:
a) Crucifijo e imagen de la Virgen
b) Mantel blanco para el altar
c) Mantel blanco para la mesa del Sagrario.
d) Libros para leer y reflexionar.
e) Muchos lápices y hojas de papel.
f) Parlante y un iPod, celular o computador con música religiosa (les recomendamos
descargar la discografía de Misión País en Spotify, para que la tengan sin necesitar
conexión)
2. Sobre la elección del lugar:
a) Debe ser una pieza con puerta.
b) No muy cerca del ruido (para no interrumpir la oración de los voluntarios), ni muy
lejos del lugar donde se reúnan en el día y duerman de noche (por seguridad y para
que sea de más fácil acceso).
3. Sobre el interior:
a) El sagrario debe estar a una altura cómoda a la vista, sobre un altar con mantel blanco.
b) A un lado del altar, debe haber un “testigo” o “luz perpetua” (o en su defecto, una
vela) que al estar encendida, indica la presencia de Jesús en el Sagrario. Por eso es
importante evitar que se apague. Está incluida en la caja con los materiales que
entrega la Pastoral.
c) Al otro lado del altar, es conveniente poner una imagen de la Virgen, patrona de Chile.
d) Las sillas deben estar mirando hacia el sagrario y no entre ellas. Si no caben sillas,
hacer que los voluntarios se dispongan en torno al altar.
e) Es bueno también poner una mesa a un costado, para poner los libros de oración,
velas de recambio, y otros materiales de la capilla.
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Formación día a día
Objetivo del día: Reconocernos como elegidos de Dios en estas Misiones. Darnos cuenta de que su
amor es incondicional.
Ojalá al principio de la primera instancia formativa puedas explicar cómo va a ser la modalidad de las
formaciones. Este primer día es clave para ponernos en la realidad de que Dios nos ama desde la
eternidad como si fuéramos lo único que existiera en el universo. Que tiene preparada la felicidad
para nosotros desde antes de crear el mundo. Finalmente transmitir que todo está pensado para el
encuentro y la amistad entre cada uno de los los misioneros y Cristo.
Evangelios Acorde:
- Jesús me eligió desde antes que naciera (Jr 1, 5): “Antes de haberte formado yo en el seno
materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te
constituí.”
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Para reflexionar:
Prédica del Papa Francisco donde se centra en volver al momento en que Jesús se cruzó en tu camino:
“En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada,
cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió seguirlo; recuperar la
memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo
sentir que me amaba.”
San Alberto Hurtado, La búsqueda de Dios en “Un fuego que enciende a otros fuegos”
Felizmente, el alma humana no puede vivir sin Dios. Espontáneamente lo busca, aún en
manifestaciones objetivamente desviadas. En el hambre y sed de justicia que devora muchos espíritus,
en el deseo de grandeza, en el espíritu de fraternidad universal, está latente el deseo de Dios.
La Iglesia Católica desde su origen, más aún, desde su precursor, el Pueblo prometido, no es sino la
afirmación nítida, resuelta, de su creencia en Dios. Por confesarlo, murieron muchos en el Antiguo
Testamento; por ser fiel al mensaje de su Padre, murió Jesús; y después de Él, por confesar un Dios
Uno y Trino cuyo Hijo ha habitado entre nosotros, han muerto millones de mártires: desde Esteban y
los que como antorchas iluminaban los jardines de Nerón, hasta los que en nuestros días mueren en
Rusia, en Checoslovaquia, en Yugoslavia; ayer en Japón, en España y en Méjico, han dado su sangre
por Él. A otros no se les ha pedido este testimonio supremo, pero en su vida de cada día lo afirman
valientemente: Religiosos que abandonan el mundo para consagrarse a la oración; religiosas que unen
su vida de obreras, en la fábrica, a una profunda vida contemplativa; universitarios animados de un
serio espíritu de oración; obreros, que son ya más de un millón en el mundo, para los cuales la plegaria
parece algo connatural; y junto a ellos, sabios, sabios que se precian de su calidad de cristianos. Hay
grupos selectos que buscan a Dios con toda su alma y cuya voluntad es el supremo anhelo de sus vidas.
Y cuando lo han hallado, su vida descansa como en una roca inconmovible; su espíritu reposa en la
paternidad divina, como el niño en los brazos de su madre. Cuando Dios ha sido hallado, el espíritu
comprende que lo único grande que existe es Él. Frente a Dios, todo se desvanece: cuanto a Dios no
interesa se hace indiferente. Las decisiones realmente importantes y definitivas son las que yacen en
Él.
Al que ha encontrado a Dios acontece lo que al que ama por primera vez: corre, vuela, se siente
transportado; todas sus dudas están en la superficie, en lo hondo de su ser reina la paz. No le importa
ni mucho ni poco cuál sea su situación, ni si escucha o no sus oraciones. Lo único importante es: Dios
está presente. Dios es Dios. Ante este hecho, calla su corazón y reposa. En el alma de este repatriado
hay dolor y felicidad al mismo tiempo. Dios es a la vez su paz y su inquietud. En Él descansa, pero no
puede permanecer un momento inmóvil. Tiene que descansar andando; tiene que guarecerse en la
inquietud. Cada día se alza Dios ante él como un llamado, como un deber, como dicha próxima no
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alcanzada. El que halla a Dios se siente buscado por Dios, como perseguido por Él, y en Él descansa,
como en un vasto y tibio mar. Esta búsqueda de Dios sólo es posible en esta vida, y esta vida sólo
toma sentido por esa misma búsqueda. Dios aparece siempre y en todas partes, y en ningún lado se
le halla. Lo oímos en las crujientes olas, y sin embargo calla. En todas partes nos sale al encuentro y
nunca podremos captarlo; pero un día cesará la búsqueda y será el definitivo encuentro. Cuando
hemos hallado a Dios, todos los bienes de este mundo están hallados y poseídos.
El llamado de Dios, que es el hilo conductor de una existencia sana y santa, no es otra cosa que el
canto que desde las colinas eternas desciende dulce y rugiente, melodioso y cortante. Llegará un día
en que veremos que Dios fue la canción que meció nuestras vidas. ¡Señor, haznos dignos de escuchar
ese llamado y de seguirlo fielmente!
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2. Tema del día: Cristo me ama con Misericordia
Objetivo del día: Comprender que en el reconocimiento y arrepentimiento por nuestros pecados,
Cristo nos invita a levantarnos y tener un encuentro con Él, donde nos perdona con su infinita
Misericordia.
Tuvimos un encuentro con Dios y reconocimos su gran Misericordia, de la cual queremos queremos
enfatizar su significado, que nos renueva y redime.
Dijo: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la
hacienda que me corresponde.” Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo
reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
«Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar
necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas
a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie
se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia,
mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra
el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.” Y,
levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se
echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no
merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus siervos: “Traed aprisa el mejor vestido y
vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo,
y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba
perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta. «Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver,
cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó
qué era aquello. El le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le
ha recobrado sano.” Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su
padre: “Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has
dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha
devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!” «Pero él le dijo: “Hijo,
tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque
este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.”»
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¿Cómo se llevará a cabo?
Para reflexionar:
Luego de ver la charla separarse en grupos y comentar el vídeo teniendo como guía las siguientes
preguntas:
¿Me cuesta sentirme perdonado do/a por Dios? ¿Por qué? ¿Siento a veces que no lo merezco? ¿Me
cuesta aceptarme como soy? ¿Me doy cuenta del gran Amor que tiene Dios por mi? ¿Entiendo que
sin Él no voy a dar fruto y nuestras acciones no van a tener sentido? ¿Se pedir verdaderamente perdón
cuando me equivoco? ¿Acudo a la confesión realmente arrepentido/a y confiando en la Misericordia
del Señor que me perdona?
Carta Encíclica
Deus Caritas
“Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida.
No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: «
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en Él tengan vida
eterna » (cf. 3, 16). La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de
la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En efecto, el israelita
creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio que, como bien sabe, compendian
el núcleo de su existencia: « Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor
con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas » (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un
único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en
el Libro del Levítico: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que
es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un « mandamiento
», sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro”
Benedicto XVI
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Carta apostólica Misericordia et Miseria
Papa Francisco
“La misericordia suscita alegría porque el corazón se abre a la esperanza de una vida nueva. La alegría
del perdón es difícil de expresar, pero se transparenta en nosotros cada vez que la experimentamos.
En su origen está el amor con el cual Dios viene a nuestro encuentro, rompiendo el círculo del egoísmo
que nos envuelve, para hacernos también a nosotros instrumentos de misericordia.(...)La misericordia
renueva y redime, porque es el encuentro de dos corazones: el de Dios, que sale al encuentro, y el del
hombre”.
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3. Tema del día: Cristo me invita a seguirlo
Objetivo del día: Ser capaz de recorrer toda mi vida como cristiano y reflexionar sobre ella, para
seguir avanzando en mi camino de fe junto a Jesucristo.
En concordancia con lo anterior, en este día queremos que todos los misioneros se sientan hijos y
amados por el Padre, y ya que reconocimos su Perdón, podemos continuar nuestro camino de fe junto
a Él. Dios nos llama a cada uno de nosotros por nuestro nombre, sabiendo cómo somos, lo que nos
gusta y lo que nos cuesta. Tiene una misión para nosotros y nos dice, como a Mateo: Sígueme.
Evangelio Acorde:
- Mt 9, 9:
“Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado al banco de los tributos públicos, el cual
se llamaba Mateo; y le dice: Sígueme. Y se levantó, y le siguió.”
Opción 1: En esta dinámica se deberá hacer un recorrido por los misterios de la vida de cada uno: Unir
nuestra vida a la imagen del Rosario y que cada misionero pueda buscar sus misterios gozosos,
gloriosos, dolorosos y luminosos. (Explicar bien cada uno). Haciendo la relación con su vida de
cristianos y su camino de vida con Jesús. Lo que tiene que hacer el Jefe de Formación en primer lugar
es definir cómo será descrita la imágen del rosario. Por ejemplo, se puede mostrar una infografía para
la imágen del Rosario (La cual debe estar previamente preparada por tí), donde puede ser la foto de
un rosario y espacios para rellenar los Misterios de mi vida. Luego se debe dar un espacio para
comentar libremente el misterio que el misionero quiera. O bien hacer preguntas de la reflexión.
Opción 2: Realizar una línea de tiempo que recree toda la vida del misionero. Que ellos retraten la
vida como un viaje que parta desde el primer encuentro con Jesús, y después vayan buscando en su
vida momentos, lugares, personas donde se han ido encontrando con Jesús y realicen su línea del
tiempo. La modalidad de esta queda a imaginación del Jefe de Formación. (habrán hojas blancas para
que los misioneros puedan dibujar su línea del tiempo de su vida, por ejemplo). Esta tendría de título
lo que crean los misioneros que describe su camino de fe. Al hacer esta línea de tiempo deben leer
preguntas previas como: ¿Cuando fue mi último encuentro con Jesús? ¿Qué cosas he dejado en mi
vida para mi encuentro con Él? y que continúen la actividad escribiendo en una línea de tiempo con
espacios para rellenar. Luego que se de un espacio para comentar libremente. Sino, hacer preguntas
de la reflexión para comenzar una conversación.
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Para reflexionar:
¿Hemos pensado qué quiere Dios para nosotros? ¿Qué tengo que dejar para seguirlo? ¿Cómo lo dejo?
¿Cómo lo sigo a pesar de eso? ¿Que he dejado para seguirlo a lo largo de mi vida? ¿Cuáles son los
hitos de tu vida cristiana? Esos hitos, ¿en qué cambiaron tu vida? ¿Aprovechamos los Sacramentos
como regalos de Cristo para seguir Su camino?
Historia de un Alma
“Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. Él ha querido crear grandes
santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños,
y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando
mira a sus pies. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos...
Comprendí también que el amor de Nuestro Señor se revela lo mismo en el alma más sencilla que no
opone resistencia alguna a su gracia, que en el alma más sublime. Y es que, siendo propio del amor el
abajarse, si todas las almas se parecieran a las de los santos doctores que han iluminado a la Iglesia
[3rº] con la luz de su doctrina, parecería que Dios no tendría que abajarse demasiado al venir a sus
corazones. Pero él ha creado al niño, que no sabe nada y que sólo deja oír débiles gemidos; y ha creado
al pobre salvaje, que sólo tiene para guiarse la ley natural. ¡Y también a sus corazones quiere él
descender! Estas son sus flores de los campos, cuya sencillez le fascina…”
(Gaudete et Exsultate)
La actividad que santifica
25. Como no puedes entender a Cristo sin el reino que él vino a traer, tu propia misión es inseparable
de la construcción de ese reino: «Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia» (Mt 6,33). Tu
identificación con Cristo y sus deseos, implica el empeño por construir, con él, ese reino de amor,
justicia y paz para todos. Cristo mismo quiere vivirlo contigo, en todos los esfuerzos o renuncias que
implique, y también en las alegrías y en la fecundidad que te ofrezca. Por lo tanto, no te santificarás
sin entregarte en cuerpo y alma para dar lo mejor de ti en ese empeño.
Papa Francisco
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4. Tema del dia: La Lectio Divina
Objetivo del día: Que los misioneros tengan un espacio para escuchar a Dios y encontrarse con Él y
puedan experimentar, personal y comunitariamente, la presencia de Dios en la Lectio.
En este día, que corresponde al de retiro, queremos enseñarle a los misioneros a hacer Lectio, y
motivarlos a profundizar en la Biblia para que descubran que es una palabra viva y que les habla a
ellos personalmente. Es importante que trabajen junto al jefe de oración, para prepararlo bien y con
tiempo. Sería ideal si pueden exponer el santísimo para las instancias de reflexión y la oración de
cierre. Recuerden que estar frente al santísimo es una gracia tremenda y pueden salir de este retiro
frutos muy buenos. (No olvidar que el santísimo solo lo puede exponer el sacerdote, y de no estar, un
ministro de comunión. Siempre con consentimiento del párroco del lugar.)
Esquema de retiro:
Esta formación, dentro del retiro, pretende enseñar sobre la Lectio Divina, por lo que tendrás que
explicarlo y ver el anexo de Lectio Divina. Como jefe de Formación debes dirigir la instancia formativa,
la reflexión individual y la reflexión grupal.
La lectio divina es el encuentro con Dios a través de su Palabra. Es importante dejar a un lado el ruido
que llevas dentro y abrir tu corazón a lo que Dios te quiera decir. A través de la lectio divina, vamos
conociendo a Cristo, teniendo la experiencia de encuentro con el que nos permite reconocerlo en los
otros, en la comunidad, y en el servicio. Sólo mirando a Jesús, escuchando y acogiendo el evangelio,
podremos aprender a servir como él lo hizo, amar con su amor y encontrar no sólo el camino, si no la
fuerza, para hacer de nuestra vida, un servicio e imagen de la suya. Se trata de que leas y releas atenta
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y pausadamente el texto, aunque te suene familiar, tratando de comprender lo que dice. Verás que
al leer la Palabra siempre se descubren cosas nuevas, subrayados o ecos diferentes. Siempre hay algo
que focaliza tu atención y resuena con más fuerza.
“Si se promueve esta práctica con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera
espiritual en la Iglesia (...) En particular me gustaría recordar y recomendar la antigua tradición
de la lectio divina: la lectura diligente de la Sagrada Escritura acompañada por la oración trae
consigo ese diálogo íntimo en el que la persona que lee escucha a Dios quien está hablando,
y en oración, responde a Él con una confiada apertura del corazón.«Hemos de funda- mentar
nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios [...] El
discípulo, fundamentado así en la roca de la Palabra de Dios, se siente impulsado a lle- var
la buena nueva de la salvación a sus hermanos. Discipu- lado y misión son como las dos
caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar
de anunciar al mundo que sólo Él nos salva».”
Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y
ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u
otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz
inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que
lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima
de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo más
alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo más bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el
que conoce la verdad. ¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios, por ti
suspiro día y noche. Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste tú quien me elevó hacia ti, para
hacerme ver que había algo que ver y que yo no era aún capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de
mi mirada irradiando con fuerza sobre mí, y me estremecí de amor y de temor; y me di cuenta de la
gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera
tu voz que me decía desde arriba: «Soy alimento de adultos: crece, y podrás comerme. Y no me
transformarás en substancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que tú te transformarás
en mí».
22
Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de ti, y no lo encontraba,
hasta que me abracé al mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el que está por
encima de todo, Dios bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino de la verdad,
y la vida, y el que mezcla aquel alimento, que yo no podía asimilar, con la carne, ya que la Palabra se
hizo carne, para que, en atención a nuestro estado de infancia, se convirtiera en leche tu sabiduría por
la que creaste todas las cosas. ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú
estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre
estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos
de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste
mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora
te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que
procede de ti.
3. Reflexión Individual:
Para reflexionar:
¿De qué manera esta lectura ilumina mi vida?
¿Cual es la salvación que Dios quiere anunciarme por medio de esta Palabra?
¿Como se me manifiesta el amor de Dios en esta lectura?
¿Que versiculo me llama la atención?
-Instancia de reflexión sobre las misiones (20-30 minutos, que respondan con calma)
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¿Por qué viniste a misionar? ¿Qué es para ti misionar?
¿Te han servido las misiones?, ¿Por qué?
¿Te sientes amado por Dios?, ¿Por qué?, ¿Cuál es tu relación con Dios?, ¿Cómo te comunicas con el
Señor?, ¿Es la oración el mejor medio para hablar con Dios?, ¿Por qué?, ¿Cómo va tu oración, deseas
mejorar algo de ella?, ¿Qué propósito puedes hacer para mejorar tu oración?
¿Cómo ayuda la comunidad cristiana para encontrarse con Cristo?, ¿Cómo comparto mi encuentro
con Cristo con las demás personas?
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5. Tema del día: La Iglesia fundada por Cristo sobre hombres
Objetivo del día: Comprender a la Iglesia como Una, Santa, Católica y Apostólica, reconociendo su
importancia para vivir nuestra Fe.
En este día todos deberíamos sentirnos miembros de la Iglesia, en donde vivimos nuestra fe como
comunidad. Es muy importante recalcar que dentro de la Iglesia también está la realidad humana, y la
cual es imprescindible para vivir la fe.
Evangelio Acorde:
Efesios 4: 11-16
Él mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y
maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para
edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento
pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo. Para que
no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de
la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error, antes bien, siendo sinceros en
el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo recibe
trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad
propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el
amor.
Vamos a hablar de por qué decimos que la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica.
Idea de la dinámica:
Introducir el tema del día, recalcando las características de la Iglesia, (ver el anexo con las
características de la Iglesia para que las introduzcas más generalmente y citar los evangelios que están
sugeridos si es necesario) refiriéndose a que es instituida por Cristo, de que es necesaria para vivir la
fe,etc., para luego separarse 4 en grupos y leer cada grupo una característica de la Iglesia Una, Santa,
Católica y Apostólica. Después discutirlo, para que luego con el papel entregado* puedan anotar los
puntos más importantes, y también que vayan reconociendo porqué cada una de esas características
nos ayudan o motivan a vivir la fe, desde nuestra realidad humana para luego presentarlos (cada
grupo presenta su síntesis al resto). Con cada uno de esos papeles, armar una iglesia (en 2D) estilo
rompecabeza y que cada pieza sea las razones de porque las características de la Iglesia nos ayudan a
vivir nuestra fe. La gracia es que cuando todos los papeles se junten se forme la silueta de una Iglesia,
ya que esos son los atributos en donde se forma nuestra Iglesia, que nace del Corazón de Cristo como
regalo y cuerpo de Cristo y que finalmente es nuestro camino de salvación. (4 pliegos de papel kraft,
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uno por grupo. La idea es que dibujen en esos cuatro pliegos juntos UNA iglesia (una silueta simple,
no se compliquen), así cada grupo queda con un cuarto de iglesia que luego se une con los otros)
Para reflexionar:
(Tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica)
I. La Iglesia es una
823 «La fe confiesa que la Iglesia no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien
con el Padre y con el Espíritu se proclama "el solo santo", amó a su Iglesia como a su esposa. Él se
entregó por ella para santificarla, la unió a sí mismo como su propio cuerpo y la llenó del don del
Espíritu Santo para gloria de Dios». La Iglesia es, pues, "el Pueblo santo de Dios", y sus miembros son
llamados "santos" (cf Hch 9, 13; 1 Co 6, 1; 16, 1).
827 «Mientras que Cristo, "santo, inocente, sin mancha", no conoció el pecado, sino que vino
solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la
vez santa y siempre necesitada de purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación". Todos
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los miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores (cf 1 Jn 1, 8-10). En
todos, la cizaña del pecado todavía se encuentra mezclada con la buena semilla del Evangelio hasta el
fin de los tiempos (cf Mt 13, 24-30). La Iglesia, pues, congrega a pecadores alcanzados ya por la
salvación de Cristo, pero aún en vías de santificación:
La Iglesia «es, pues, santa aunque abarque en su seno pecadores; porque ella no goza de otra vida que
de la vida de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan de esta vida, se santifican; si se
apartan de ella, contraen pecados y manchas del alma, que impiden que la santidad de ella se difunda
radiante. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar de ellos
a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo» (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 19).
IV La Iglesia es apostólica
857 La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, (...).
La misión de los Apóstoles
858 Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, "llamó a los que él quiso [...] y
vinieron donde él. Instituyó Doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (Mc 3, 13-
14). Desde entonces, serán sus "enviados" [es lo que significa la palabra griega apóstoloi]. En ellos
27
continúa su propia misión: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20, 21; cf. Jn 13, 20; 17,
18). Por tanto su ministerio es la continuación de la misión de Cristo: "Quien a vosotros recibe, a mí
me recibe", dice a los Doce (Mt 10, 40; cf, Lc 10, 16).
859 Jesús los asocia a su misión recibida del Padre: como "el Hijo no puede hacer nada por su cuenta"
(Jn 5, 19.30), sino que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, así, aquellos a quienes Jesús envía
no pueden hacer nada sin Él (cf. Jn 15, 5) de quien reciben el encargo de la misión y el poder para
cumplirla. Los Apóstoles de Cristo saben por tanto que están calificados por Dios como "ministros de
una nueva alianza" (2 Co 3, 6), "ministros de Dios" (2 Co 6, 4), "embajadores de Cristo" (2 Co 5, 20),
"servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios" (1 Co 4, 1).
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6. Tema del día: La Iglesia Chilena
Objetivo del día: Conocer con verdad la realidad de la Iglesia Chilena, su historia y ser capaces de
proyectar en Cristo su futuro.
En este día queremos sentirnos parte de la Iglesia y también conocerla, reconociendo sus debilidades
y fortalezas. Para esto, los espacios de diálogo entre los misioneros son muy importantes.
Evangelio Acorde:
Is, 60, 1-6: ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las
tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria
aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la
vista en torno mira: todos estos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las
traen en brazos. Entonces los verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar, y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará
una multitud de camellos, los dromedarios de Madián. Y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo
incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.
Opción 1: Dividirlos en grupos y a cada grupo darle material: Noticias, imágenes, columnas,
testimonios que tengan que analizarlos y luego cada grupo pasa a presentar (qué pasa con eso
actualmente, qué pasaría con la Iglesia si sigue este problema, si existe actualmente una solución,
como lo ha enfrentado la Iglesia) el tema que les tocó (la idea es que se hagan preguntas al momento
de presentar los temas y generar una conversación y que puedan aportar los que conocen más de
algún tema, finalmente reflexionar acerca de todos esos temas que conciernen a la Iglesia que
pretendemos renovar.)
Opción 2: Mientras se lee el texto de Joseph Ratzinger, cada misionero tiene que identificar y anotar
los aspectos esenciales de la Iglesia y por otro lado, los aspectos que son pasajeros en ella (cultos
políticos, falsos progresismos, etc). Después separarse en grupos y evaluar la situación de la Iglesia
Chilena según estos parámetros y las preguntas de reflexión al final del texto.
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Ejemplo de Pasajeros: (Entiéndase falsos, accidentales, circunstanciales): Mandato político / Flirteos
con la izquierda o con la derecha / Falsos progresismos / Culto político.
Para Reflexionar
Con esto hemos llegado a nuestro hoy y a la reflexión sobre el mañana. El futuro de la Iglesia puede
venir y vendrá también hoy sólo de la fuerza de quienes tienen raíces profundas y viven de la
plenitud pura de su fe. El futuro no vendrá de quienes sólo dan recetas. No vendrá de quienes sólo
se adaptan al instante actual. No vendrá de quienes sólo critican a los demás y se toman a sí mismos
como medida infalible.
Tampoco vendrá de quienes eligen sólo el camino más cómodo, de quienes evitan la pasión de la fe y
declaran falso y superado, tiranía y legalismo, todo lo que es exigente para el ser humano, lo que le
causa dolor y le obliga a renunciar a sí mismo. Digámoslo de forma positiva: el futuro de la Iglesia,
también en esta ocasión, como siempre, quedará marcado de nuevo con el sello de los santos . Y,
por tanto, por seres humanos que perciben más que las frases que son precisamente modernas. Por
quienes pueden ver más que los otros, porque su vida abarca espacios más amplios.
La generosidad que libera a las personas se alcanza sólo en la paciencia de las pequeñas renuncias
cotidianas a uno mismo. En esta pasión cotidiana, la única que permite al ser humano experimentar
de cuántas formas diferentes, lo ata su propio yo, en esta pasión cotidiana y sólo en ella, se abre el ser
humano poco a poco. Él solamente ve en la medida en que ha vivido y sufrido. Si hoy apenas podemos
percibir aún a Dios, se debe a que nos resulta muy fácil evitarnos a nosotros mismos y huir de la
profundidad de nuestra existencia, anestesiados por cualquier comodidad. Así, lo más profundo en
nosotros sigue sin ser explorado. Si es verdad que sólo se ve bien con el corazón, ¡qué ciegos estamos
todos!
¿Qué significa esto para nuestra pregunta? Significa que las grandes palabras de quienes nos
profetizan una Iglesia sin Dios y sin fe son palabras vanas. No necesitamos una Iglesia que celebre el
culto de la acción en oraciones políticas. Es completamente superflua y por eso desaparecerá por sí
misma. Permanecerá la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia que cree en el Dios que se ha hecho ser
humano y que nos promete la vida más allá de la muerte.
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De la misma manera, el sacerdote que sólo sea un funcionario social puede ser reemplazado por
psicoterapeutas y otros especialistas. Pero seguirá siendo aún necesario el sacerdote que no es
especialista, que no se queda al margen cuando aconseja en el ejercicio de su ministerio, sino que en
nombre de Dios se pone a disposición de los demás y se entrega a ellos en sus tristezas, sus alegrías,
su esperanza y su angustia.
Demos un paso más. También en esta ocasión, de la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que
habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá
llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con
ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que
hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una
decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus
miembros.
El proceso será largo y laborioso, al igual que también fue muy largo el camino que llevó de los falsos
progresismos, en vísperas de la revolución francesa –cuando también entre los obispos estaba de
moda ridiculizar los dogmas y tal vez incluso dar a entender que ni siquiera la existencia de Dios era
en modo alguno segura– hasta la renovación del siglo XIX. Pero tras la prueba de estas divisiones
surgirá, de una Iglesia interiorizada y simplificada, una gran fuerza, porque los seres humanos serán
indeciblemente solitarios en un mundo plenamente planificado. Experimentarán, cuando Dios haya
desaparecido totalmente para ellos, su absoluta y horrible pobreza. Y entonces descubrirán la
pequeña comunidad de los creyentes como algo totalmente nuevo. Como una esperanza importante
para ellos, como una respuesta que siempre han buscado a tientas. A mí me parece seguro que a la
Iglesia le aguardan tiempos muy difíciles. Su verdadera crisis apenas ha comenzado todavía. Hay que
contar con fuertes sacudidas. Pero yo estoy también totalmente seguro de lo que permanecerá al
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final: no la Iglesia del culto político, ya exánime, sino la Iglesia de la fe. Ciertamente ya no será nunca
más la fuerza dominante en la sociedad en la medida en que lo era hasta hace poco tiempo. Pero
florecerá de nuevo y se hará visible a los seres humanos como la patria que les da vida y esperanza
más allá de la muerte.
La Iglesia católica sobrevivirá a pesar de los hombres y las mujeres, no necesariamente gracias a ellos.
Y aun así, todavía nos queda trabajo por hacer. Debemos rezar y cultivar el autosacrificio, la
generosidad, la lealtad, la devoción sacramental y una vida centrada en Cristo.
Preguntas de reflexión¿Qué opinas sobre las predicciones de la Iglesia del, entonces, sacerdote
Joseph Ratzinger? ¿Calza con lo que está sucediendo actualmente? ¿Porqué? ¿Cómo predecimos el
futuro de la Iglesia Chilena? ¿Podemos nosotros influir en el futuro de nuestra Iglesia? ¿De qué
manera?
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7. Tema del día: La misión de renovar la Iglesia
Objetivo del día: Comprender nuestro rol de renovar la Iglesia, reconociendo mi lugar en ella.
En este día hay que destacar la importancia de nuestra Santidad a los misioneros. Sin esta no existe
renovación alguna. La santidad de vida es nuestro motor de renovación. Nuestra misión de renovar la
Iglesia solo puede triunfar si partimos por renovarnos a nosotros.
Evangelio Acorde: Ez 11:17-20. “Por tanto di: ``Así dice el Señor Dios: `Yo os recogeré de entre los
pueblos y os reuniré de las tierras entre las cuales habéis sido dispersados, y os daré la tierra de
Israel.'" Cuando lleguen allí, quitarán de ella todas sus cosas detestables y todas sus abominaciones.
Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el
corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que anden en mis estatutos, guarden mis
ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dio”.
Preguntas dinámica: ¿Cuáles de estas propuestas son más fáciles de lograr en tu vida? ¿Y las más
difíciles? ¿Por qué? ¿Con cuáles acciones que no hayas hecho antes te comprometes para cumplir
nuestra misión de renovar nuestra Iglesia? ¿Son fáciles de hacer o difíciles?
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Para reflexionar:
Renovación Personal
¿Cómo puede un católico atreverse a decir que en su Iglesia se encuentra la “plenitud de la verdad y
de los valores”, si su vida personal está llena de mentiras y de egocentrismo? ¿O cómo puede hablar
con un mínimo de autoridad sobre la “plenitud de gracia”, si todos en su alrededor se sienten
encogidos y paralizados, lejos de experimentar la alegría de la redención? Según atestiguan los
Evangelios, en la compañía de Jesucristo todos se encontraban cómodos y se sabían acogidos y
protegidos. Podían dejar sus cargas, descansar y recuperar la alegría de vivir.
Si queremos hacer una labor que restaure la unidad de los cristianos, hace falta mirar por encima del
triunfo o del fracaso que tantas veces obstaculizan nuestra vista; por encima de las peleas cotidianas
que nos quitan hasta las fuerzas más vitales. “El pecado es el cáncer de la unión de los cristianos,” se
ha dicho. Hace falta mirar a Cristo y aprender de Él. No podemos contentarnos con algunos cambios
superficiales en nuestra vida personal o en nuestra relación con los demás. Dios nos pide la audacia
de realizar una sincera renovación interior, y su ayuda no nos faltará. Nos pide una auténtica
conversión del corazón, que no exige exclusivamente cualidades “morales”, sino también un nuevo
modo de ver, de apreciar y de juzgar, es decir, una nueva “visión de fe”. Con relación a nuestros
hermanos alejados de Dios, ésta consiste en olvidar rencores históricos, en liberarnos de
determinados prejuicios o planteamientos estrechos y soportar, por otro lado, serenamente la
incomprensión y la desconfianza que siempre pueden darse mientras existan hombres sobre la tierra.
La reforma -tan necesaria y siempre actual- empieza por los que tienen más autoridad en la Iglesia.
“Purifica a Roma, y el mundo se purificará”, fue uno de los lemas en el siglo XVI. Pero debería alcanzar
a todos y cada uno de los cristianos. “No se da verdadera unión cristiana sin conversión interior –
afirma el Concilio Vaticano II-. Los anhelos de unidad nacen y maduran a partir de la renovación
espiritual, de la abnegación de sí mismo y de la efusión generosa de la caridad.”
Sólo cuando dejamos entrar a Dios en todos los abismos de nuestro ser, en todas nuestras rigideces y
amarguras, su gracia penetra hasta las capas más profundas de nuestro corazón y les da su calor, las
“acrisola”1. De nosotros espera Dios una sincera colaboración, que consiste en remover las barreras y
abrirnos cada día de nuevo a su amor. Así, en la unión con Cristo, una persona adquiere cada vez más
inquietud ecuménica. Brota en ella “una necesidad generosa y casi impaciente de renovación, es decir,
de enmienda de los defectos que denuncia y refleja la conciencia, a modo de un examen interior ante
el espejo del modelo que Cristo nos dejó de Sí mismo.” Tal como la falta de amor engendra desuniones,
la “Santidad de vida” puede considerarse como el “alma” o motor de toda renovación. Es
significativo que Juan Pablo II haya invitado repetidas veces a una purificación de la memoria a todas
las personas y asociaciones. Sabemos bien que la memoria no es sólo una facultad relativa al pasado;
por el contrario, influye profundamente en el presente. Lo que recordamos afecta, con frecuencia, a
nuestras relaciones con los demás. Si una herida del pasado queda en la memoria, esta herida puede
llevar a una persona a encerrarse en sí misma; puede traducirse en una cierta resistencia a encontrarse
1
Purificar, especialmente cualidades morales.
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de una manera serena entre los demás, y puede dificultar o incluso impedir una amistad. Teniendo
esto en cuenta, el mismo Papa, en un acto solemne, ha pedido perdón al mundo por los pecados
pasados y presentes de los cristianos.
Podemos estar seguros de que una persona contribuye más a la unidad de la Iglesia cuando procura
transmitir el amor de Dios a los demás, que cuando se dedica a los diálogos teológicos más eruditos
teniendo un corazón frío. Estamos llamados a establecer entre todos los fieles ”un maravilloso
intercambio de bienes espirituales, por el cual la santidad de uno beneficia a los otros mucho más que
el daño que su pecado les haya podido causar.”
Preguntas de Reflexión
¿Qué aspecto de nuestra vida está abandonado y necesita renovación? (mi fe, humildad, relación con
Dios, fidelidad, servicio, metas de santidad, sacramentos, oración) ¿Qué aspecto de la Iglesia está
abandonado y necesita renovación? ¿Cuál es nuestro rol en la Iglesia teniendo en cuenta nuestra
realidad de estudiantes, jóvenes, etc? ¿Cuáles son nuestras prioridades; está Cristo en el centro?
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8. Tema del día: Bienaventurados
Objetivo del día: Conocer las 8 bienaventuranzas, y saber aplicarlas para abrirme al don de la
Santidad en mi vida.
Si nuestra meta es la Santidad, en este día las Bienaventuranzas son maneras de llegar a ella. Es muy
importante transmitirle a los misioneros las Bienaventuranzas expresan que se es fiel a Dios y se vive
su Palabra.
Para reflexionar:
(Tomada de la Exhortación Apostólica: Gaudete Et Exultate Capítulo 3: “A la luz del Maestro”)
Los dos párrafos siguientes (63 y 64) se leen todos juntos y luego se separa cada grupo y lee su
Bienaventuranza.
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63. Puede haber muchas teorías sobre lo que es la santidad, abundantes explicaciones y distinciones.
Esa reflexión podría ser útil, pero nada es más iluminador que volver a las palabras de Jesús y recoger
su modo de transmitir la verdad. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando
nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3- 12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del
cristiano. Así, si alguno de nosotros se plantea la pregunta: «¿Cómo se hace para llegar a ser un buen
cristiano?», la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el
sermón de las bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a
transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas.
64. La palabra «feliz» o «bienaventurado», pasa a ser sinónimo de «santo», porque expresa que la
persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha.
67. El Evangelio nos invita a reconocer la verdad de nuestro corazón, para ver dónde colocamos la
seguridad de nuestra vida. Normalmente el rico se siente seguro con sus riquezas, y cree que cuando
están en riesgo, todo el sentido de su vida en la tierra se desmorona. Jesús mismo nos lo dijo en la
parábola del rico insensato, de ese hombre seguro que, como necio, no pensaba que podría morir ese
mismo día (cf. Lc 12,16-21).
68. Las riquezas no te aseguran nada. Es más: cuando el corazón se siente rico, está tan satisfecho de
sí mismo que no tiene espacio para la Palabra de Dios, para amar a los hermanos ni para gozar de las
cosas más grandes de la vida. Así se priva de los mayores bienes. Por eso Jesús llama felices a los
pobres de espíritu, que tienen el corazón pobre, donde puede entrar el Señor con su constante
novedad.
69. Esta pobreza de espíritu está muy relacionada con aquella «santa indiferencia» que proponía san
Ignacio de Loyola, en la cual alcanzamos una hermosa libertad interior: «Es menester hacernos
indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre
albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que
enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en
todo lo demás».68
70. Lucas no habla de una pobreza «de espíritu» sino de ser «pobres» a secas (cf. Lc 6,20), y así nos
invita también a una existencia austera y despojada. De ese modo, nos convoca a compartir la vida de
los más necesitados, la vida que llevaron los Apóstoles, y en definitiva a configurarnos con Jesús, que
«siendo rico se hizo pobre» (2 Co 8,9). Ser pobre en el corazón, esto es santidad.
¿Conozco alguien que personifique esta bienaventuranza? ¿Con qué acciones identificamos esta
bienaventuranza?
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2. «Felices los mansos, porque heredarán la tierra»
71. Es una expresión fuerte, en este mundo que desde el inicio es un lugar de enemistad, donde se
riñe por doquier, donde por todos lados hay odio, donde constantemente clasificamos a los demás
por sus ideas, por sus costumbres, y hasta por su forma de hablar o de vestir. En definitiva, es el reino
del orgullo y de la vanidad, donde cada uno se cree con el derecho de alzarse por encima de los otros.
Sin embargo, aunque parezca imposible, Jesús propone otro estilo: la mansedumbre. Es lo que él
practicaba con sus propios discípulos y lo que contemplamos en su entrada a Jerusalén: «Mira a tu
rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica» (Mt 21,5; cf. Za 9,9).
72. Él dijo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para
vuestras almas» (Mt 11,29). Si vivimos tensos, engreídos ante los demás, terminamos cansados y
agotados. Pero cuando miramos sus límites y defectos con ternura y mansedumbre, sin sentirnos más
que ellos, podemos darles una mano y evitamos desgastar energías en lamentos inútiles. Para santa
Teresa de Lisieux «la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no
escandalizarse de sus debilidades».69
73. Pablo menciona la mansedumbre como un fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,23). Propone que, si
alguna vez nos preocupan las malas acciones del hermano, nos acerquemos a corregirle, pero «con
espíritu de mansedumbre» (Ga 6,1), y recuerda: «Piensa que también tú puedes ser tentado» (ibíd.).
Aun cuando uno defienda su fe y sus convicciones debe hacerlo con mansedumbre (cf. 1 P 3,16), y
hasta los adversarios deben ser tratados con mansedumbre (cf. 2 Tm 2,25). En la Iglesia muchas veces
nos hemos equivocado por no haber acogido este pedido de la Palabra divina.
74. La mansedumbre es otra expresión de la pobreza interior, de quien deposita su confianza solo en
Dios. De hecho, en la Biblia suele usarse la misma palabra anawin para referirse a los pobres y a los
mansos. Alguien podría objetar: «Si yo soy tan manso, pensarán que soy un necio, que soy tonto o
débil». Tal vez sea así, pero dejemos que los demás piensen esto. Es mejor ser siempre mansos, y se
cumplirán nuestros mayores anhelos: los mansos «poseerán la tierra», es decir, verán cumplidas en
sus vidas las promesas de Dios. Porque los mansos, más allá de lo que digan las circunstancias, esperan
en el Señor, y los que esperan en el Señor poseerán la tierra y gozarán de inmensa paz (cf. Sal 37,9.11).
Al mismo tiempo, el Señor confía en ellos: «En ése pondré mis ojos, en el humilde y el abatido, que se
estremece ante mis palabras» (Is 66,2). Reaccionar con humilde mansedumbre, esto es santidad.
¿Conozco alguien que personifique esta bienaventuranza? ¿Con qué acciones identificamos esta
bienaventuranza?
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ignorar las situaciones dolorosas, cubrirlas, esconderlas. Se gastan muchas energías por escapar de las
circunstancias donde se hace presente el sufrimiento, creyendo que es posible disimular la realidad,
donde nunca, nunca, puede faltar la cruz.
76. La persona que ve las cosas como son realmente, se deja traspasar por el dolor y llora en su
corazón, es capaz de tocar las profundidades de la vida y de ser auténticamente feliz. Esa persona es
consolada, pero con el consuelo de Jesús y no con el del mundo. Así puede atreverse a compartir el
sufrimiento ajeno y deja de huir de las situaciones dolorosas. De ese modo encuentra que la vida tiene
sentido socorriendo al otro en su dolor, comprendiendo la angustia ajena, aliviando a los demás. Esa
persona siente que el otro es carne de su carne, no teme acercarse hasta tocar su herida, se
compadece hasta experimentar que las distancias se borran. Así es posible acoger aquella exhortación
de san Pablo: «Llorad con los que lloran» (Rm 12,15). Saber llorar con los demás, esto es santidad.
«Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados»
77. «Hambre y sed» son experiencias muy intensas, porque responden a necesidades primarias y
tienen que ver con el instinto de sobrevivir. Hay quienes con esa intensidad desean la justicia y la
buscan con un anhelo tan fuerte. Jesús dice que serán saciados, ya que tarde o temprano la justicia
llega, y nosotros podemos colaborar para que sea posible, aunque no siempre veamos los resultados
de este empeño.
78. Pero la justicia que propone Jesús no es como la que busca el mundo, tantas veces manchada por
intereses mezquinos, manipulada para un lado o para otro. La realidad nos muestra qué fácil es entrar
en las pandillas de la corrupción, formar parte de esa política cotidiana del «doy para que me den»,
donde todo es negocio. Y cuánta gente sufre por las injusticias, cuántos se quedan observando
impotentes cómo los demás se turnan para repartirse la torta de la vida. Algunos desisten de luchar
por la verdadera justicia, y optan por subirse al carro del vencedor. Eso no tiene nada que ver con el
hambre y la sed de justicia que Jesús elogia.
79. Tal justicia empieza por hacerse realidad en la vida de cada uno siendo justo en las propias
decisiones, y luego se expresa buscando la justicia para los pobres y débiles. Es cierto que la palabra
«justicia» puede ser sinónimo de fidelidad a la voluntad de Dios con toda nuestra vida, pero si le damos
un sentido muy general olvidamos que se manifiesta especialmente en la justicia con los
desamparados: «Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended
a la viuda» (Is 1,17). Buscar la justicia con hambre y sed, esto es santidad.
¿Conozco alguien que personifique esta bienaventuranza? ¿Con qué acciones identificamos esta
bienaventuranza?
80. La misericordia tiene dos aspectos: es dar, ayudar, servir a los otros, y también perdonar,
comprender. Mateo lo resume en una regla de oro: «Todo lo que queráis que haga la gente con
vosotros, hacedlo vosotros con ella» (7,12). El Catecismo nos recuerda que esta ley se debe aplicar
39
«en todos los casos», de manera especial cuando alguien «se ve a veces enfrentado con situaciones
que hacen el juicio moral menos seguro, y la decisión difícil».
81. Dar y perdonar es intentar reproducir en nuestras vidas un pequeño reflejo de la perfección de
Dios, que da y perdona sobreabundantemente. Por tal razón, en el evangelio de Lucas ya no
escuchamos el «sed perfectos» (Mt 5,48) sino «sed misericordiosos como vuestro Padre es
misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y
seréis perdonados; dad, y se os dará» (6,36-38). Y luego Lucas agrega algo que no deberíamos ignorar:
«Con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros» (6,38). La medida que usemos para
comprender y perdonar se aplicará a nosotros para perdonarnos. La medida que apliquemos para dar,
se nos aplicará en el cielo para recompensarnos. No nos conviene olvidarlo.
82. Jesús no dice: «Felices los que planean venganza», sino que llama felices a aquellos que perdonan
y lo hacen «setenta veces siete» (Mt 18,22). Es necesario pensar que todos nosotros somos un ejército
de perdonados. Todos nosotros hemos sido mirados con compasión divina. Si nos acercamos
sinceramente al Señor y afinamos el oído, posiblemente escucharemos algunas veces este reproche:
«¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?» (Mt
18,33). Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad.
¿Conozco alguien que personifique esta bienaventuranza? ¿Con qué acciones identificamos esta
bienaventuranza?
83. Esta bienaventuranza se refiere a quienes tienen un corazón sencillo, puro, sin suciedad, porque
un corazón que sabe amar no deja entrar en su vida algo que atente contra ese amor, algo que lo
debilite o lo ponga en riesgo. En la Biblia, el corazón son nuestras intenciones verdaderas, lo que
realmente buscamos y deseamos, más allá de lo que aparentamos: «El hombre mira las apariencias,
pero el Señor mira el corazón» (1 S 16,7). Él busca hablarnos en el corazón (cf. Os 2,16) y allí desea
escribir su Ley (cf. Jr 31,33). En definitiva, quiere darnos un corazón nuevo (cf. Ez 36,26).
84. Lo que más hay que cuidar es el corazón (cf. Pr 4,23). Nada manchado por la falsedad tiene un
valor real para el Señor. Él «huye de la falsedad, se aleja de los pensamientos vacíos» (Sb 1,5). El Padre,
que «ve en lo secreto» (Mt 6,6), reconoce lo que no es limpio, es decir, lo que no es sincero, sino sólo
cáscara y apariencia, así como el Hijo sabe también «lo que hay dentro de cada hombre» (Jn 2,25).
85. Es cierto que no hay amor sin obras de amor, pero esta bienaventuranza nos recuerda que el Señor
espera una entrega al hermano que brote del corazón, ya que «si repartiera todos mis bienes entre
los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas,pero no tengo amor, de nada me serviría» (1 Co
13,3). En el evangelio de Mateo vemos también que lo que viene de dentro del corazón es lo que
contamina al hombre (cf. 15,18), porque de allí proceden los asesinatos, el robo, los falsos testimonios,
y demás
cosas (cf. 15,19). En las intenciones del corazón se originan los deseos y las decisiones más profundas
que realmente nos mueven.
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86. Cuando el corazón ama a Dios y al prójimo (cf. Mt 22,36-40), cuando esa es su intención verdadera
y no palabras vacías, entonces ese corazón es puro y puede ver a Dios. San Pablo, en medio de su
himno a la caridad, recuerda que «ahora vemos como en un espejo, confusamente» (1 Co 13,12), pero
en la medida que reine de verdad el amor, nos volveremos capaces de ver «cara a cara» (ibíd.). Jesús
promete que los de corazón puro «verán a Dios».
Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad.
¿Conozco alguien que personifique esta bienaventuranza? ¿Con qué acciones identificamos esta
bienaventuranza?
6. «Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»
87. Esta bienaventuranza nos hace pensar en las numerosas situaciones de guerra que se repiten. Para
nosotros es muy común ser agentes de enfrentamientos o al menos de malentendidos. Por ejemplo,
cuando escucho algo de alguien y voy a otro y se lo digo; e incluso hago una segunda versión un poco
más amplia y la difundo. Y si logro hacer más daño, parece que me provoca mayor satisfacción. El
mundo de las habladurías, hecho por gente que se dedica a criticar y a destruir, no construye la paz.
Esa gente más bien es enemiga de la paz y de ningún modo bienaventurada. (La difamación y la
calumnia son como un acto terrorista: se arroja la bomba, se destruye, y el atacante se queda feliz y
tranquilo. Esto es muy diferente de la nobleza de quien se acerca a conversar cara a cara, con serena
sinceridad, pensando en el bien del otro.)
88. Los pacíficos son fuente de paz, construyen paz y amistad social. A esos que se ocupan de sembrar
paz en todas partes, Jesús les hace una promesa hermosa: «Ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt
5,9). Él pedía a los discípulos que cuando llegaran a un hogar dijeran: «Paz a esta casa» (Lc 10,5). La
Palabra de Dios exhorta a cada creyente para que busque la paz junto con todos (cf. 2 Tm 2,22), porque
«el fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz» (St 3,18). Y si en alguna
ocasión en nuestra comunidad tenemos dudas acerca de lo que hay que hacer, «procuremos lo que
favorece la paz» (Rm 14,19) porque la unidad es superior al conflicto. (En algunas ocasiones puede ser
necesario conversar acerca de las dificultades de algún hermano. En estos casos puede ocurrir que se
transmita un relato en lugar de un hecho objetivo. La pasión deforma la realidad concreta del hecho,
lo transforma en relato y termina transmitiendo ese relato cargado de subjetividad. Así se destruye la
realidad y no se respeta la verdad del otro.)
89. No es fácil construir esta paz evangélica que no excluye a nadie sino que integra también a los que
son algo extraños, a las personas difíciles y complicadas, a los que reclaman atención, a los que son
diferentes, a quienes están muy golpeados por la vida, a los que tienen otros intereses. Es duro y
requiere una gran amplitud de mente y de corazón, ya que no se trata de «un consenso de escritorio
o una efímera paz para una minoría feliz», ni de un proyecto «de unos pocos para unos pocos».
Tampoco pretende ignorar o disimular los conflictos, sino «aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y
transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso». Se trata de ser artesanos de la paz, porque
construir la paz es un arte que requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza.
Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad.
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¿Conozco alguien que personifique esta bienaventuranza? ¿Con qué acciones identificamos esta
bienaventuranza?
7. «Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos»
90. Jesús mismo remarca que este camino va a contracorriente hasta el punto de convertirnos en seres
que cuestionan a la sociedad con su vida, personas que molestan. Jesús recuerda cuánta gente es
perseguida y ha sido perseguida sencillamente por haber luchado por la justicia, por haber vivido sus
compromisos con Dios y con los demás. Si no queremos sumergirnos en una oscura mediocridad no
pretendamos una vida cómoda, porque «quien quiera salvar su vida la perderá» (Mt 16,25).
91. No se puede esperar, para vivir el Evangelio, que todo a nuestro alrededor sea favorable, porque
muchas veces las ambiciones del poder y los intereses mundanos juegan en contra nuestra. San Juan
Pablo II decía que «está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de
producción y consumo, hace más difícil la realización de esta donación [de sí] y la formación de esa
solidaridad interhumana».
78 En una sociedad así, alienada, atrapada en una trama política, mediática, económica, cultural e
incluso religiosa que impide un auténtico desarrollo humano y social, se vuelve difícil vivir las
bienaventuranzas, llegando incluso a ser algo mal visto, sospechado, ridiculizado.
92. La cruz, sobre todo los cansancios y los dolores que soportamos por vivir el mandamiento del amor
y el camino de la justicia, es fuente de maduración y de santificación. Recordemos que cuando el
Nuevo Testamento habla de los sufrimientos que hay que soportar por el Evangelio, se refiere
precisamente a las persecuciones (cf. Hch 5,41; Flp 1,29; Col 1,24; 2 Tm 1,12; 93. Pero hablamos de
las persecuciones inevitables, no de las que podamos ocasionarnos nosotros mismos con un modo
equivocado de tratar a los demás. Un santo no es alguien raro, lejano, que se vuelve insoportable por
su vanidad, su negatividad y sus resentimientos. No eran así los Apóstoles de Cristo. El libro de los
Hechos cuenta insistentemente que ellos gozaban de la simpatía «de todo el pueblo» mientras algunas
autoridades los acosaban y perseguían (cf. 4,1-3; 5,17-18).
94. Las persecuciones no son una realidad del pasado, porque hoy también las sufrimos, sea de
manera cruenta, como tantos mártires contemporáneos, o de un modo más sutil, a través de
calumnias y falsedades. Jesús dice que habrá felicidad cuando «os calumnien de cualquier modo por
mi causa» (Mt 5,11). Otras veces se trata de burlas que intentan desfigurar nuestra fe y hacernos pasar
como seres ridículos.
Aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad.
¿Conozco alguien que personifique esta bienaventuranza? ¿Con qué acciones identificamos esta
bienaventuranza?
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9. Tema del día: Camino de Santidad
Objetivo del día: Poder proyectar mi camino de Santidad más allá de los 10 días en Misión País, sino
que a lo largo de mi vida.
Hemos visto durante estas misiones, como Cristo nos elige, nos ama y nos invita a seguirlo siendo
parte de una Iglesia que necesita renovación. En este último día queremos reconocer María como gran
ejemplo, que da su gran sí a Dios, lo que se hace concreto en la Santidad de la vida de nuestra Santa
Madre. María es la madre de la Iglesia, y junto a ella la renovamos e imitamos su camino de Santidad.
Finalmente esta voluntad de ser santos significa enfocar nuestra vida hacia Cristo y procurar que la
Iglesia no deje de tenerlo a Él en el centro.
Evangelio Acorde:
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- Lectura de la Anunciación. Lc 1: 26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas
palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por
nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David,
su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al
ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo
y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este
es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo
María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
Todos los misioneros escriben cartas dirigidas a Dios, respondiendo las siguiente preguntas (las
ideas es que sean desarrolladas y no respuestas como sí o no):
Luego el Jefe de Formación le dice a los misioneros que cierren la carta y que guarden esa carta para
abrirlas en 1 año más, de esa forma la carta es vista como una “Promesa de Santidad” y la de tener un
plan de vida con Cristo en el centro para el 2019.
Para reflexionar:
(Gaudete et exsultate)
El Señor llama
10. Todo esto es importante. Sin embargo, lo que quisiera recordar con esta Exhortación es sobre todo
el llamado a la santidad que el Señor hace a cada uno de nosotros, ese llamado que te dirige también
a ti: «Sed santos, porque yo soy santo» (Lv 11,45; cf. 1 P 1,16). El Concilio Vaticano II lo destacó con
fuerza: «Todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan
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poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección
de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre».
11.«Cada uno por su camino», dice el Concilio. Entonces, no se trata de desalentarse cuando uno
contempla modelos de santidad que le parecen inalcanzables. Hay testimonios que son útiles para
estimularnos y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos
del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Lo que interesa es que cada creyente
discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en
él (cf. 1 Co 12, 7), y no que se desgaste intentando imitar algo que no ha sido pensado para él. Todos
estamos llamados a ser testigos, pero «existen muchas formas existenciales de testimonio». De hecho,
cuando el gran místico san Juan de la Cruz escribía su Cántico Espiritual, prefería evitar reglas fijas para
todos y explicaba que sus versos estaban escritos para que cada uno los aproveche «según su modo».
Porque la vida divina se comunica «a unos en una manera y a otros en otra».
12. Dentro de las formas variadas, quiero destacar que el «genio femenino» también se manifiesta en
estilos femeninos de santidad, indispensables para reflejar la santidad de Dios en este mundo.
Precisamente, aún en épocas en que las mujeres fueron más relegadas, el Espíritu Santo suscitó santas
cuya fascinación provocó nuevos dinamismos espirituales e importantes reformas en la Iglesia.
Podemos mencionar a santa Hildegarda de Bingen, santa Brígida, santa Catalina de Siena, santa Teresa
de Ávila o santa Teresa de Lisieux. Pero me interesa recordar a tantas mujeres desconocidas u
olvidadas quienes, cada una a su modo, han sostenido y transformado familias y comunidades con la
potencia de su testimonio.
13. Esto debería entusiasmar y alentar a cada uno para darlo todo, para crecer hacia ese proyecto
único e irrepetible que Dios ha querido para él desde toda la eternidad: «Antes de formarte en el
vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (...) Para un cristiano, no es
posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque
«esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación. Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre
para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio».
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de tener la oportunidad de saludar al Ministro General franciscano, Padre Giacomo Bini, que me dio
la bienvenida a mi llegada, y de expresar al Custos, Padre Giovanni Battistelli, y los frailes de la
Custodia, la admiración de toda la Iglesia por la devoción con la que practican su particular vocación.
Con gratitud rindo tributo a vuestra fidelidad al cargo dado a vosotros por el mismo San Francisco y
confirmado por los Papas a lo largo de la historia.
Estamos reunidos para celebrar el gran misterio ocurrido aquí dos mil años atrás. El Evangelista Lucas
sitúa el evento claramente en el tiempo y el lugar: "Al sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios
a la ciudad de Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José… El nombre de la virgen
era María" (1:26-27). Pero con el objeto de comprender qué aconteció en Nazaret hace dos mil años,
debemos volver a la lectura de la Carta a los Hebreos. Ese texto nos permite escuchar la conversación
entre el Padre y el Hijo respecto del propósito de Dios por toda la eternidad "Tú que no quisiste
sacrificios ni ofrendas, me has preparado un cuerpo. No te agradaban ni holocaustos ni sacrificios por
los pecados. Entonces yo dije…‘Dios, ¡Aquí estoy! He venido para cumplir tu voluntad’" (10:5-7). La
Carta a los Hebreos nos está diciendo que, en obediencia a la voluntad del Padre, la Palabra Eterna
viene entre nosotros a ofrecer el sacrificio que sobrepasa todo sacrificio ofrecidos bajo la antigua
Alianza. El suyo es el eterno y perfecto sacrificio que redime el mundo. El divino plan es revelado
gradualmente en el Antiguo Testamento, particularmente en las palabras del Profeta Isaías a quien
acabamos de escuchar: "El Señor mismo te dará una señal . Y es ésta: la virgen concebirá a un niño a
quien llamara Emanuel" (7:14). Emanuel - Dios con nosotros. En estas palabras, el inigualable evento
que tendría lugar en Nazaret en la plenitud del tiempo es profetizado, y es este evento el que estamos
celebrando aquí con intensa alegría y felicidad.
Nuestra peregrinación jubilar ha sido una jornada del espíritu, que comenzó en las huellas de
Abraham, "nuestro padre en la fe" (Canon Romano; cf. Rom 4:11-12). Esa jornada nos ha traído hoy a
Nazaret, donde nos encontramos con María, la más auténtica hija de Abraham. Es María por sobre
todos los demás quien puede enseñarnos lo que significa vivir la fe de "nuestro padre". En muchos
sentidos, María es claramente diferente de Abraham; pero de forma más profunda "el amigo de Dios"
(cf. Is 41:8) y la joven mujer de Nazaret son muy parecidos. Ambos reciben una maravillosa promesa
de Dios. Abraham sería padre de un hijo, de quien descendería una gran nación. María es será la
Madre de un Hijo que será el Mesías, el Ungido. "¡Escucha!", dice Gabriel, "Darás a luz un hijo…El
Señor Dios le dará el trono de David su padre…y su reino no tendrá fin" (Lc 1:31-33). Para Abraham
como para María, la promesa divina se presenta como algo completamente inesperado. Dios
interrumpe el curso diario de sus vidas, cambiando sus ritmos establecidos y expectativas
convencionales. Para Abraham y María, la promesa parece imposible. La esposa de Abraham, Sara,
era estéril y María no se había casado todavía: "¿Cómo será esto", ella pregunta, "si no conozco
varón?" (Lc 1:34).
Como Abraham, a María se le pide decir sí a algo que nunca antes había ocurrido. Sara es la primera
en la lista de las mujeres estériles de la Biblia que concibe por el poder de Dios, así como Isabel sería
la última. Gabriel habla de Isabel para asegurar a María: "Conoce esto también: tu prima Isabel, a su
edad avanzada, ha concebido un hijo". (Lc 1:36). Como Abraham, María debe caminar a través de una
oscuridad, en la que sólo deberá confiar en Quien la llamó. Aún su pregunta, "¿Cómo será esto?",
sugiere que María está lista para decir sí, a pesar de sus temores e incertidumbres. María no pregunta
si la promesa será posible, sino sólo cómo será cumplida. No sorprende, además, cuando finalmente
pronuncia su fiat: "He aquí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1:38). Con estas
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palabras, María se muestra como la auténtica hija de Abraham, y se convierte en la Madre de Cristo y
la Madre de todos los creyentes.
Pero también hemos venido a pedir con ella. ¿Qué es lo que nosotros, peregrinos en nuestra marcha
dentro del Tercer Milenio Cristiano, podemos pedir a la Madre de Dios? Aquí en el Pueblo que el Papa
Paulo VI, cuando visitó Nazaret, llamó "la escuela de Evangelio", donde "aprendemos a mirar y
escuchar, a sopesar y penetrar el sentido profundo y misterioso de la tan simple, tan humilde y tan
hermosa aparición del Hijo de Dios" (Discurso en Nazaret, 5 de enero de 1964), Rezo, primero, por una
gran renovación de la fe en todos los hijos de la Iglesia. Una gran renovación de la fe: no sólo como
una actitud general de vida, sino como una consciente y valiente profesión del Credo: "Et incarnatus
est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine, et homo factus est." En Nazaret, donde Jesús "creció en
sabiduría y edad y gracia ante Dios y los hombres" (Lc 2:52), le pido a la Sagrada Familia que inspire a
todos los cristianos a defender la familia contra tantas amenazas presentes a su naturaleza, su
estabilidad y su misión. A la Sagrada Familia confío los esfuerzos de los cristianos y de todas las
personas de buena voluntad de para defender la vida y promover el respeto por la dignidad de cada
ser humano. A María, la Theotókos, la gran Madre de Dios, consagro las familias de Tierra Santa, las
familias del mundo.En Nazaret donde Jesús inició su ministerio público, le pido a María que ayude a la
Iglesia en todo lugar a predicar la "buena nueva" a los pobres, como él hizo(cf. Lc 4:18). En este "año
de favores del Señor ", le pido a ella que nos enseñe el camino de una humilde y alegre obediencia al
Evangelio en servicio a nuestros hermanos y hermanas, sin preferencias ni prejuicios.
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Anexos
Características de la Iglesia
La iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica, atributos unidos entre sí que nos indican sus
rasgos y Misión. Cristo por medio del Espíritu Santo da a la Iglesia estas cualidades.
La Iglesia es una: Tiene una misma fe y una cabeza que es Cristo, quien edifica su Iglesia sobre
Pedro. Nace de un solo Bautismo, no forma más que un solo Cuerpo, vivificado por un solo
Espíritu, orientado a una única esperanza a cuyo término se superarán todas las divisiones: Ef
4, 3- 6, Jn 10, 16, Jn 17, 21.
La Iglesia es santa: Su fundador es santo, así como sus enseñanzas. Cristo, se entregó por ella
para santificarla; el Espíritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda pecadores, ella es
inmaculada aunque compuesta de pecadores. En los santos brilla su santidad; en María es ya
la enteramente santa: Mt, 18- 19, Ef 4, 11- 12, 1 P 2, 9
La Iglesia es apostólica: Está edificada sobre sólidos cimientos: "los doce apóstoles del
Cordero" (Ap 21, 14); es indestructible (Mt 16, 18); se mantiene infaliblemente en la verdad:
Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores, el
Papa y el colegio de los obispos: Ef 2, 20, Hch 21, 14, 2 Tm 1, 13- 14
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5) Promover, difundir e informar lo que vivimos como Iglesia en las redes sociales
6) Crear grupos de misión. Hablar de mi testimonio misionero, como mi experiencia en MP
7) Unirme a un coro de alguna parroquia o universidad.
8) Profundizar mi aprendizaje de la Lectio Divina
9) Rezar en familia.
10) Promover la misión.
11) Proponer y promover una catequesis para personas con discapacidad. (disponer metodología)
12) Rezar por los votos sacerdotales.
13) Ubicar a 3 vecinos con los que no tenemos contacto vecinal y conversar en vista que se de una
conversación de fe
14) Dedicar una hora al mes para acompañar a algún abuelito
15) Formar una pastoral del barrio
16) Ser más cercano con los demás
17) Proyecto de dar comida a personas necesitadas
18) Generar vínculos con colegios cercanos para hablar de religión
19) Realizar talleres de arte para misionar mas dinamicamente
20) Potenciar centro de rehabilitación de alcohol y drogas. Invitar a profesionales católicos.
Generar acompañamiento constante y conversación con las familias.
21) Ampliar cobertura pastoral a grupos de inmigrantes.
22) Crear grupos de visitas a casas de adulto mayor, sobretodo los postrados.
23) Crear grupos de trabajo que ayuden al prójimo arreglando sus casas, pintando o plantando
flores en su patio.
24) Unirme a algún proyecto de la universidad.
25) enseñar algún oficio a gente (haitianos por ejemplo, clases de español)
26) Respetar seriamente la diversidad sexual
27) Promover pastoral con niños
28) Tener un acompañamiento espiritual constante.
29) Pedir algun espacio en la Iglesia para juntarse con inmigrantes y celebrar una misa para ellos.
30) Hablarles de Dios a mis amigos que no lo conoce
31) Proponer festival de la voz, talleres de música, campeonatos deportivos y comunidades de
vida misionera.
32) Asistir a misa semanalmente.
33) Ayudar a alguien que pase por alguna dificultad
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Capital de Gracia
1. Explicación
Quizás para algunos esta expresión -“capital de gracias”- aparezca como contradictoria. La palabra
“capital” hace pensar, espontáneamente, en lo económico. Así se habla, por ejemplo, de tener un
capital, de invertirlo, o cosas por el estilo. “Gracia”, por el contrario, dice referencia a un mundo muy
diferente. Tiene que ver con la realidad del Dios vivo, con nuestra redención en Cristo, con la vida
sobrenatural. En Schoenstatt es una expresión clásica, que expresa nuestra colaboración personal con
la acción de Dios, con la acción de la Sma. Virgen desde el Santuario.
¿Qué significa, entonces, [1] “capital de gracias”? Su respuesta nos lleva a confrontarnos con dos
realidades de nuestra vida cristiana. Por una parte, al hecho de la necesaria colaboración del hombre
para alcanzar, en Cristo, su salvación. Y luego, al misterio de la Comunión de los santos.
Hoy se suele hablar si una persona se “realiza” o no. Podemos aplicarlo a la vida cristiana. Nuestra
realización como hombres, como cristianos, depende de mí, pero no sólo de mí. Depende de Dios,
pero no sólo del querer divino. Me voy a “realizar” como hombre y como cristiano si colaboro con la
gracia, si uno mi actividad a la acción divina (como dice el dicho popular: “A Dios rogando, y con el
mazo dando”, o aquel otro: “Ayúdate, que Dios te ayudará”).
De esta forma, podemos ofrecerle al Señor acciones, actitudes y oraciones que requieran un esfuerzo
particular de cada uno, pidiéndole que nos llene de Su Gracia, para que junto a nuestro trabajo,
crezcamos en la fe y en el amor.
Para hacer gráfico nuestro trabajo por la gracia, recomendamos hacer un capitalario, en el que por
cada acción que le ofrezcamos a Dios y a la Virgen, se marque de alguna manera, para ir sumando los
capitales de todos y ofrecerlos como zona.
[1] http://www.schoenstatt.org/es/servicios/conociendo_schoenstatt/el-santuario/capital-de-gracias/
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LA MISA
La Eucaristía es “fuente y cima de toda vida cristiana” (LG,11). La Santa Misa debe ser nuestro centro
durante los días de misión. Lo ideal es tener Misa todos los días, por lo que es importante coordinarse
con el párroco de la zona para que celebre la Eucaristía.
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LITURGIA DE LA PALABRA
M= Ministro
R= Respuesta
Si no es posible celebrar Misa, pueden tener Liturgia de Comunión, para que puedan recibir a Jesús
Sacramentado.
Si es que NO hay Ministro de Comunión, se puede realizar todo excepto el punto 5. Liturgia de la
Comunión.
1. Datos prácticos:
a) Lo primero es tener una fuente con agua cerca del altar y lavarse las manos. Luego,
secarse con la toalla que se encuentra al lado del agua.
b) Luego, abrir el Santísimo, arrodillarse frente a Él y encomendarse para el servicio de
administrar la comunión.
c) Luego de retirar el copón con las Hostias, se debe cerrar el Santísimo.
d) Al dar la comunión, se recomienda tomar el copón con la mano izquierda y dar la
comunión con la derecha. Además, pueden utilizar el mismo copón como patena, para
evitar alguna caída de una Hostia consagrada.
e) En caso de que se caiga alguna Hostia consagrada: es muy importante que esta Hostia
sea inmediatamente consumida por el ministro de la comunión. Luego se debe dar un
paso hacia adelante para dejar ese espacio libre, sin que nadie lo pise, y continuar dando
la comunión. Cuando finalice de administrarla, el ministro debe acercase a la zona
donde cayó la Hostia y revisar si quedó alguna partícula, luego limpiar con un purificador
y agua.
f) Cuando finalice de administrar la comunión, el ministro debe guardar el copón en el
Sagrario (arrodillándose nuevamente al abrirlo). Si es que no quedaron Hostias
consagradas en el copón, se debe limpiar con el purificador. Si se usaron dos o más
copones, deben juntar las hostias consagradas en un copón y limpiar los otros. En caso
de que sea el último día, se deben consumir las Hostias consagradas, y luego de limpiar
el copón con el purificador, se le pone agua al copón y se toma el agua para asegurarse
de que no queden migas.
g) Para finalizar, el ministro vuelve a lavarse las manos con agua.
h) Al finalizar La liturgia o Misa, el agua utilizada se debe derramar en las plantas.
2. Rito de entrada:
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a) Saludo: Congregados los fieles, y dispuesto todo lo necesario para el rito, el ministro
saluda a los presentes diciendo:
M/ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
R/. Amén
M/ El Señor esté con todos nosotros.
R/. Bendito seas por siempre, Señor.
b) Acto penitencial: El ministro invita seguidamente a los fieles a hacer el acto penitencial:
M/ Hermanos, reconozcamos nuestros pecados, para que podamos participar
dignamente en esta sagrada celebración:
R/ Yo confieso, ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos, y a ustedes,
hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
(Se puede cantar también)
3. Liturgia de la palabra:
El ministro invita a escuchar la Palabra de Dios diciendo:
M/ Escuchemos la Palabra de Dios.
Luego se lee el Evangelio del día.
Después de la lectura, el ministro puede hacer una reflexión breve, o una pregunta o dar un momento
de silencio.
4. Oración Universal:
Se leen las peticiones escritas con anterioridad o se realizan espontáneamente (el ministro puede
introducir la primera y que el pueblo continúe con el resto de las peticiones). Obligatoriamente se
debe pedir por la Iglesia y el Papa.
M/ Padre, acoge las peticiones que te presentamos y bendice esta familia con el don de tu paz, por
Jesucristo nuestro Señor, quien vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
R/. Amén.
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5. Liturgia de la Comunión:
Concluida la Oración Universal, el ministro se acerca al lugar donde está reservada la Eucaristía, toma
el copón con el Cuerpo del Señor, lo pone sobre el altar y hace una genuflexión, después introduce la
oración dominical con estas palabras:
M/ Reconociendo que no sólo nos llamamos sino que verdaderamente somos hijos de Dios, oremos
como el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro, que estás en el Cielo...
Después, si parece conveniente, invita a los fieles con estas palabras:
M/ Hermanos, dense fraternalmente la paz.
Hecho esto, el ministro hace genuflexión, toma la Hostia y elevándola un poco sobre el copón, dice
dirigiéndose a los que van a comulgar:
M/ Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del
Señor.
R/. Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Si el ministro también comulga, dice en voz baja:
M/ El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y con toda reverencia comulga. Después toma en la mano el copón, se acerca a los que van a comulgar
y elevando un poco la Hostia ante cada uno de ellos y mostrándosela dice:
M/ El Cuerpo de Cristo.
R/. Amén
6. Oración Final:
M/ Señor, que nos dejaste el memorial de tu Pasión en este admirable sacramento, concédenos
venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre que podamos experimentar
siempre en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén
Después, el ministro, invocando la bendición de Dios, y persignándose, dice:
M/ El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén
Finalmente, el ministro dice:
M/ Podemos ir en la Paz de Cristo.
R/: Demos gracias a Dios.
Entonces, el ministro, después de hacer la debida reverencia, se retira.
Se puede cantar algo para la salida, se recomienda el Himno de Misión País o un Canto a la Virgen. Si
no hay coro se reza un Avemaría.
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ADORACIÓN AL SANTÍSIMO
M=Ministro
R=Respuesta
La adoración al Santísimo es un momento de oración y de encuentro con Cristo. Ojalá las oraciones de
la noche puedan realizarse con el Santísimo expuesto, para entregarle el día al Señor y encomendarle
el siguiente día.
La exposición del Santísimo la debe hacer un sacerdote. En caso de que no haya, el ministro de
comunión suple esta función. En estas ocasiones, la exposición debe ser mucho más sencilla y sin
manipulación de las Hostias Consagradas.
1. Pasos:
a) Abrir el Santísimo, arrodillarse frente a Él y encomendarse para realizar este servicio.
b) Colocar el corporal abierto sobre la tapa del Sagrario.
c) Desplazar el Santísimo por la tapa del Sagrario, para que tenga mayor visibilidad. Y
colocarlo al centro del corporal.
d) Volver a arrodillarse y mantener el silencio o respeto necesario para la ocasión.
Es fundamental recordar que si el Santísimo se encuentra expuesto (es decir con la puerta del Sagrario
abierta), debe estar en todo momento acompañado por alguna persona dentro de la capilla. Es
oportuno que en el momento en que el ministro comienza a hacer la exposición, los presentes
acompañen con algún canto eucarístico (de comunión, por ejemplo) y se pongan de rodillas.
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Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Es también oportuno que se hagan oraciones de alabanza al Señor Sacramentado, como el Alma de
Cristo, el Tantum Ergo, el Adoro te devote, etc.
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No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti,
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén.
Se recomiendan cantos como: No fijéis los ojos, Hoy Señor vengo ante Ti, Sea por siempre bendito y
alabado, etc.
La adoración debe durar al menos 30 minutos. También es necesario que haya momentos de silencio
para fomentar la oración personal.
Al final de la adoración, el ministro se acerca al altar; se arrodilla y reza este himno (se puede cantar
en latín o español). Si se prefiere, se puede cantar otro cántico eucarístico.
Latin Español
Tantum ergo Sacramentum Adoremos reverentes,
Veneremur cernui: al Señor sacramentado.
Et antiquum documentum Cante el rito del presente,
Novo cedat ritui: superior al del pasado.
Praestet fides supplementum Nuestros ojos lo contemplan
Sensuum defectui. con filial humilde fe.
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M/ Oremos. Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión, te
pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que
experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos.
R. Amén.
Es muy importante señalar que los ministros no pueden hacer la bendición con el Santísimo, la que
está reservada sólo para los Sacerdotes.
Concluida la adoración -o la bendición en su caso- el mismo sacerdote que impartió la bendición o el
ministro que hizo la exposición, reserva el Sacramento poniéndolo nuevamente en el Sagrario y hace
una genuflexión, en tanto que los voluntarios acompañan con algún canto.
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LECTIO DIVINA
La Lectio Divina, o lectura orante es leer -solo o en grupo- un pasaje de la Biblia, pidiendo la intercesión
del Espíritu Santo. Lo más importante para poder hacerla, es tener la disposición para escuchar lo que
Dios nos quiere decir en las lecturas.
Es bueno buscar un lugar de silencio para poder concentrarse y darle el tiempo necesario a esta
práctica. Recomendar siempre el uso de la capilla.
1. Invocación:
Primero, invocamos al Espíritu Santo, para que nos ayude a que este ejercicio de frutos de santidad.
a) Invocación sugerida 1
Ven, Espíritu Santo, ilumina mi mente, abre mi corazón, toma mis manos, para que comprenda el
mensaje de la Palabra, para que sienta la profundidad del amor divino, para que camine abriendo mis
manos a los que necesitan curación y misericordia.
Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe en el Dios que ama a todos, santos y pecadores; dame el amor que
abraza a todos los hombres y mujeres del mundo entero; afianza mi esperanza en medio de mis
debilidades, limitaciones e incapacidades. Ven, Espíritu Santo, yo solo sé que no puedo hacer nada;
acompáñame, guíame, llévame, para que pueda llegar al abrazo del Padre, para que pueda seguir las
Palabras y enseñanzas del Hijo, para que pueda caminar con los demás, con amor, fe y misericordia,
con la fuerza, la luz y la ternura que vienen solo de Dios.
Amén.
b) Invocación sugerida 2
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior para que no me apegue a
las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su
plenitud. Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna: concédeme la gracia de llegar
a contemplar el rostro del Padre en la vida y en la alegría sin fin.
Amén.
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2. Preguntas
Hay tres preguntas que nos guían en la Lectio Divina:
3. Consejos:
a) Tomar el Evangelio del día o del domingo que viene, para poder preparar bien la Misa.
b) Al hacer Lectio en grupo, se pueden compartir reflexiones, pero es importante que
nadie se sienta obligado a hacerlo, pero suma mucho que todos compartan.
c) Se puede terminar con una oración, por ejemplo, a la Virgen, para que ella, que vivió el
Evangelio, nos ayude a cumplir la voluntad de Dios.
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EXAMEN DE CONCIENCIA
5. No matarás
a) ¿He hecho daño a los demás de palabra u obra?
b) ¿Le he hecho daño a mi cuerpo?
c) ¿He sido imprudente al manejar?
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d) ¿He bebido alcohol en exceso o he ingerido drogas?
e) ¿He practicado o he facilitado el aborto?
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REZO DEL ROSARIO
2. Oraciones
a) Señal de la Cruz
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. +En el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
c) Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien
sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos
ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra
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divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta. Amén.
d) Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu
voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén.
e) Avemaría
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
f) Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
g) Jaculatorias
Puede usarse una de estas dos:
i. María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros
enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
ii. Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y
guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu
misericordia. (Oración de Fátima).
h) Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti
llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este
destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce
siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo.
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iv. La Presentación de Jesús en el Templo (Lc 2, 22-25, 34-35)
v. El Niño Perdido y Hallado en el Templo (Lc 2, 41-47)
[2] http://www.devocionario.com/maria/rosario_1.html
[3] http://www.corazones.org/oraciones/oraciones_maria/rosario/rosario_misterios.htm
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BENDICIÓN DE CASAS
M=Ministro
R=Respuesta
1. Ritual:
M: (haciendo la señal de la cruz) Nos ponemos en la presencia del Señor, en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo.
R: Amén.
M: Que nuestro Señor Jesucristo, nos conceda por su Espíritu, la Gracia de compartir junto a Él la
bendición de esta casa.
R: Amén.
M: (Dispone a los presentes para la celebración con estas palabras u otras semejantes) Queridos
hermanos, dirijamos nuestra ferviente oración a Cristo, que quiso nacer de la Virgen María y habitó
entre nosotros, para que se digne entrar en esta casa y bendecirla con su presencia. Cristo, el Señor,
está aquí, en medio de ustedes, fomente su caridad fraterna, participe en sus alegrías y los consuele
en las tristezas. Y ustedes, guiados por las enseñanzas y ejemplos de Cristo, procuren, ante todo, que
esta casa que hoy bendecimos sea hogar de caridad, desde donde se difunda ampliamente la
esperanza en Cristo. (Luego, el ministro o alguno de los presentes, lee el texto escogido):
SALMO:
R: El Señor nos construya la casa
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Es inútil que madruguen,
que velen hasta muy tarde,
comiendo el pan de sus fatigas.
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa, el fruto del vientre:
Como flechas en las manos del guerrero,
así son los hijos de la juventud.
M: Escuchemos ahora las palabras del Evangelio según San Mateo (Mt 7,24-27).:
Así pues, quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente
que construyó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron
sobre la casa; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca.
Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a un hombre tonto que
construyó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos, golpearon la casa
y ésta se derrumbó. Fue una ruina terrible.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
(El ministro explica brevemente el texto leído, explicando el sentido de la bendición de la casa)
Sentido de la bendición: Invocar la presencia de Dios para la familia, los presentas hacen el firme
propósito que Cristo permanezca en el hogar y los acompañe cada vez que salgan. Consagramos
nuestras vidas, nuestra familia y nuestro hogar a Cristo y a su Madre para que nos proteja y nos haga
crecer siempre.
2. Plegaria Común:
(Es importante que las personas agreguen las suyas propias)
M: Con ánimo agradecido y gozoso invoquemos al Hijo de Dios, Señor del Cielo y de la tierra, que
hecho hombre, habitó entre nosotros, y digamos: "Quédate con nosotros, Señor".
a) Señor Jesucristo, que con María y José santificaste la vida doméstica, ven a vivir con
nosotros en esta casa para que te reconozcamos como huésped y te honremos como cabeza.
Oremos..
b) Tú, por quién esta casa cobra sentido, y se va levantando hasta formar un templo
consagrado, haz que los habitantes de esta casa se vayan integrando en la construcción, para
ser morada de Dios, por el Espíritu. Oremos...
c) Tú, que enseñaste a tus fieles a edificar su casa sobre piedra firme, haz que la vida de
esta familia se apoye firmemente en tu Palabra y, evitando toda división, te sirva con
generosidad y de todo corazón. Oremos...
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d) Tú, que careciendo de morada propia, aceptaste con el gozo de la pobreza la
hospitalidad de los amigos, haz que todos los que buscan vivienda encuentren, con nuestra
ayuda, una casa digna de este nombre. Oremos...
e) Tú, que siendo Dios te hiciste servidor de los hombres, ayuda a esta familia para que
en ella reine la armonía y la paz que solo Tú puedes regalarnos. Oremos…
3. Oración de bendición
M:(Explica que va a pedir la bendición sobre el agua. Con las manos juntas:) Asiste Señor a estos
servidores tuyos, que al ofrecerte hoy su vivienda, imploran humildemente tu bendición, para que,
mientras vivan en ella, sientan tu presencia protectora; cuando salgan, gocen de tu compañía; cuando
regresen, experimenten la alegría de tenerte como huésped, hasta que lleguen felizmente a la estancia
preparada para ellos en la casa de tu Padre. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R: Amén
M: (mientras rocía las habitaciones de la casa con el agua bendita se reza Padre Nuestro, Ave María y
Gloria): Bendice Señor esta casa y a los que en ella habitan, en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
R: Amén.
4. Oración final
M: Te pedimos Señor, que esta familia viva siempre unida en la fe y en el amor, cumpliendo tus
mandamientos y sirviendo a los hermanos. Y te pedimos que derrames sobre nosotros tu bendición
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
R: Amén.
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ORACIÓN DE MISIÓN PAÍS
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HIMNO DE MISIÓN PAÍS
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