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180 / Luis Gerardo Morales Moreno su propio lugar en el mundo de las representaci ‘os cambios en la memoria mu- seograicasuclen smo los de cualquier estructura ‘mental. Y aunque nuestras condiciones de visibilidad se han am- pliado con las tecnolagias electrénicas, seguimos teniendo s6lo dos ojos. 3p contexto histérico y, por lo tant fsbo 9 bmp El giro historiografico: Ia observacién de observaciones del pasado” ‘Alfonso Mendiola Departamento de Historia / UA eS 2Dbndeha quedado pues el observador? gEl narrador? (Fl poeta en un mundo ya repartido? 2El que describe? El que ‘emplea la distincién para diferenciar y designar algo? Aquel al que se podria preguntar: spor qué asi, por qué no de ‘otra manera? Niklas Luhmann, EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA, El titulo del articulo glosa una proposicién que hace Michael Baxandal historiador de la pintura, para explicar el tipo de proble- ‘mas sobre los cuales trabaja. La cita de Baxandall es la siguiente: “Nosotros no explicamos cuadros; éxplicamos observaciones 50- bre cuadros —o, mas bien, explicamos cuadros sélo en la medida ‘en que los hemos considerado alla luz de algtin tipo de descripcién ‘oespecificacién verbal”. Deinmediato hay dos términos que asom- bran de la caracterizacién que hace Baxandall de sus investigacio- {El presente ensayo forma pact del proyecto de investigacin, “El impacto de la ‘ultra deo historia de Mésico, sighs VIX Una aproximacidn des financiado pore Consejo Nacional de Cienciay Tecnologia 182 / Alfonso Mendiola nes: uno es el de obseroncion,y el otro el de descripciéin, pues el lector dde su ensayo esperaria que él, en tanto que historiador dela pintu- 1a, afirmara que su objeto de investigacién son los cuadros, y no lag ebservaciones o descripciones que se hacen de ellos. Ahora bien, si por descripcién entendemos aquellas observaciones que que- sen textos, podemos concluir que nuestro historia~ que estudia son comunicaciones sobre los cuadros, y no, como ingenuamente pensariamos, alos cuadros iomos. Segiin Baxandall, no seria posible hablar directa- 3s, habria que pasar snguajes historicos que temas social jddad que mantenemos con las téenicas jpresién y los contenidos expresivos de la pintura del trocento, y en particular con el simbolismo cristiano cuya cons- ‘oculta profundas variaciones reales a lo largo del dala distancia entre los esquemas de Bourdieu resalta que la intencién de Baxandall es la de mos- Ja distancia temporal 16s que hi 1 toda confusién, que “miradas” no comunicadas, de una u tra manera, no pasan a formar parte del mundo social, pues se ‘quedarfan en el interior del individuo que las vive. Por lo que, al 612. Es importante ds 105, pp bi? Es importante destacar, para isis na itulo donde habla Bourdieu de Baxandall a El gio historiognfico: a obseroacin de obseroaciones del pasado 183 referirnos a “miradas” no estamos pensando en su existencia psf- quica, sino en su existencia social, esto es, en comunicaciones que expresan experiencias individuales. Dicho de otra manera, la so- iedad mira a través de comunicaciones. Bl objetivo de este ensayo consiste en aceptar el reto que nos lanza Baxandall al reintroducir al observador en la explicacién de Jos cuadros, Pero nosotros reformulamos la pregunta de Baxan- dall, primero, de una manera general, para después referirla al que- hacer especifico del historiador: gcémo reintroducir al observador ennuestras explicaciones de la realidad, cuando lo que hizo la cien- cia del siglo XIX fue ocultarlo? Y para nuestro ensayo: ge6mo rein- troducir al observador en la explicacién que hace el historiador del pasado? Aladaptar el reto de Baxandall a la comunidad cientifica de Jos historiadores obtenemos lo siguiente: nosotros no explicamos el pasado; explicamos observaciones sobre el pasado —o, masbien, explicamos el pasado s610 en la medida en que lo hemos conside- rado a la luz de algiin tipo de descripcién o especificacién verbal Como se puede ver, este nuevo enfoque de la escritura de la histo- ria s6lo es comprensible desde una postura reflerioa, pues exige que el investigador se pregunte por qué dice lo que dice del pasa- do, y deje de creer que el pasado se expresa sin su intervencién. Niklas Luhmann, al explicar las descripciones con las que se ca- racterizaa la modernidad, afirma lo siguiente: “El narrador apare- ceen lo quenarra. Es observable como observador. Se constituye a simismo en su propio campo —y por ello forzosamente e de la contingencia, es decir, mirando hacia otras posit fen tanto que es observada.> Por medio de este postulado se destaca, en la actualidad, que no existe una realidad independien- te de la observacién que se hace de: ensi, ya que una realidad. ‘Niklas Lubmann, Obsereuciones dela moderidad.Racinalidad y contingencia lt aad madera, t Carls Fortea Gl, Barcelona, Paidée, 1957, p70. ® Para profundizar en la epistemologia constructivista se pucde ler la siguiente bra: Paul Watlawicket, ta, t Nelda M. de Machan, Ingeborg S.de Luque y Aliredo Baez, Barcelona, Gedisa, 199, 4184 / Alfonso Mendiola ‘misma, sin la necesidad de un obseroador. Siempre que se describe Jo real (una pintura o el pasado) en la sociedad actual, es en fun- ‘in de un observador. Por ello, las epistemologias constructivistas que parten de la observacion de la operacién de observar resultan apropiadas para explicar este cambio en la concepcién de lo real en la modernidad, {Por qué en la sociedad moderna la reflexién se vuelve nece- saria para hablar de la realidad? Por qué la realidad nose impone como una realidad tinica e igual para todos? {Por qué la teorla de Ja verdad como correspondencia ha sido sustituida por la teoria dela verdad como discurso? Una de las explicaciones sociol6gicas de esta pérdida de referencia inmediata de lo real se encuentra en Ja transformacién de la estructura de la sociedad moderna, pues se ppas6 de una estructura diferenciada de manera estratificada (el lla- mado Antiguo Régimen) a otra diferenciada funcionalmente (la sociedad moderna). Veamos dos maneras en las que se expresa este cambio social. Primero, la modernidad, a diferencia del Anti- guo Régimen,es una sociedad policontextual y no monocontextual. Esto se percibe en el paso que se dio de una sociedad jerérquica, en Ja que la aristocracia cumplia la funcion de vértice y de centro, y en la cual ella era el nico estrato social que tenfa el derecho (legi- iad) de decir lo que la realidad era, a una sociedad hetersrquica, ‘que ya no hay ni centro ni cabeza, por lo que nadie tiene la ‘dad (por su origen o lugar social) para creer que la realidad es, tinica y exclusivamente, lo que ella percibe. La disolucién de ese orden [el jerérquico} comienza quizé ya en el nominalismo de a Baja Edad Media, y en todo caso en el siglo XVI. iente complejidad estructural de la sociedad condujo,con las ones sobre su consistencia agudizadas por la impr ‘a guerras por la verdad o incl Segundo, de lo anterior se deriva que la realidad ya no pro- duce consensos, sino disensos; esto significa que en la sociedad moderna aquello de lo que se habla (lo real) ya no es concebido como algo comiin, sino como algo que se puede ver desde distin- * Lumann, Obseroacions dela madera. op-cit, p52 El gio historiogrfco: a obseroacion de obseroaciones del pasado / 185 tos puntos de vista, Y este disenso, propio de la modernidad, pro- ‘voca que la tinica manera en que se puede continuar el diélogo sea se puede ver, en de consistencia, pues permite que existan opiniones distintas acer- cade ella. Por esto, la sociedad moderna s6lo puede reproducirse, siy s6lo sise toma la area de reconstruir los contextos de emisi6n, pues la realidad no se impone como criterio absoluto para nar las divergencias. El verdadero problema de la comprensién —escribe Gadamer— aparece cuando en el esfuerzo por comprender un contenidose plan- tea la pregunta reflexiva de cémo ha llegado el otto a su opinisn. Pues es evidente que un planteamiento como éste anuncia una for- rma de alienidad muy distinta, y significa en dltimo extremo la re- rnuncia a un sentido compartido? En la cita anterior, Gadamer explica el nacimiento de la ra- z6n hermenéutica en la obra de Schieiermacher, mostréndonos cémo, en la modernidad, ya no existe la posibilidad de compren- der a los interlocutores baséndonos en el contenido de lo que se habla (elreferente oo real), sino que esnecesario pasar por el quién del que habla para comprender lo que dice. Dicho de otro modo, en la modernidad, ya que existen diferentes —y en ocasiones con- tradictorias— descripciones de la realidad, se vuelve indispensa- ble pasar por el que habla para acceder alo real. La consigna que se deriva de lo anterior, y que nosotros vemos en los trabajos de Ba- xandall, es la siguiente: cuando hay diversas opiniones de un mis- ‘mo tema, observa al observador. Esta necesidad de observar al ob- servador es la que se le plantea a la historiografia contemporénea. Elargumento que desarrollaremos en este ensayo se compo- ne de cinco apartados. En este primer apartado hemos visto c6mo ena actualidad ya no es posible excluir al observador de la des- cripcién de la realidad. En el segundo esbozaremos la construc- cin de una epistemologia que recupere al observador en la des- cripcién del objeto observado. Enel tercer punto mostraremos c6mo el giro historiogréfico de los setenta surge como un esfuerzo por 7 Hans-Georg Gadamer, Verdad y méodo tr Ana Agud Aparicio y Rafel de Agapito, Salamanca, Sige cn lesa,

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