Editorial Gustavo Gili, SA
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efecto rea
debates posmodernos sobre fotografia
Jorge Ribalta (ed.)
‘Traduocién de Elena Llorens Pujol
roro GG ariaderic Jameson clenomina “la légica de lo subliminal” sera inte-
grado en la apariencia autoricada de la imagen digitalizada
jones convincentes. Lo
, etc, han dejado de ser hipérboles.
Todo vinculo que una el proceso de ver con el proceso de
conocer habra dejado de ser un supuesto. De hecho, en wna
entrevista reciente, Paul Viriio sugeria que “la realidad ya no
vendré dada, sino que deberd acquitirse”, y aludia a "Ia logisti-
El empleo directo de terminologia del
contrario, sugiere asociaciones que refuerzan la economia
politica de la imagen.
La fotografia, que durante demasiado tiempo ha
heredera confiacia de la autenticidad, se enfrenta aw
desconcertante. La tecnologia “disimula y desconcierta’, so
tiene Armand Mattelart, y la nueva fotografia evolucionara en
el seno de la cultura de la tecnologia. Sin embargo, ha habido
poca critica discursiva de la propia tecnologia. La critica no
puede ser un apéndice de titima hora de la historia, de la tec
nologia, sino que debe cargat con la responsabilidad del futa-
ro del que sera cémplice. La inocencia ya no disminwira la
responsabilidad. Los productores de imagenes del futuro pré-
ximo deberan hacer frente a las extraordinarias cuestiones del
ificado, no en el sentido filossfico sino en el material. La
estética algoritmica es una confrontacién con los sistemas pro-
blematicos de representacidn que ya nos asedian. Sin embargo,
a necesariamente una alternativa, La imaginer
tecnolégica involucraré atin ms a la representacisn en la co’
ficacién y mercantilizacién de ta informacién. Evaluar eficaz-
‘mente la autoridad de estas imagenes entraiiarfa otorgar una
nueva funcién a la cuestion cle la percepeidn: Las cuestiones de
ta fotografia estan cambiando en este contexto digitalizado. Su
capacidad de asemejarse al "
ada, Después de todo, equé significaré el “tiempo real” para la
historia aneonoma?
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Ectoplasma. La fotografia en la era digital
Geoffrey Batchen
Se dice que, ante la invencién de la fotografia, el pintor fran
és Paul Delaroche declaré: "Desde hoy la pintura ha muerto”
En la actualidad, poco més de 150 aiios después, parece que
todo el mundo quiere hablar dle la muerte de la fotografia. Tim
Druckrey, por ejemplo, opina que “estan en entredicho los mis-
ientos y el estatus del documento [fotogrifico}”.
Fred Ritchin habla del *profundo socavamiento del estatus de
{a fotografia como forma visual intrinsecamente veraz". Anne
Marie Willies especula sobre la posibilidad de que la fotografia
-omo tecnologia y como estética especifica del
medio", y William J. Mitchell ha afirmado que “en 1989, fecha
de su sesquicentenario, la fotografia ya estaba muerta, 0 mis
concretamente, radical y permanentemente lesplazada"?
Al parecer, este arrebato sostenido de morbosidad arranca de
dos preocupaciones relacionadas. La primera es fruto de la
introduccién generalizada de programas informaticos de trata-
miento de imagenes que hacen que fotogratias “Calsas” pasen
por verdaderas. La perspectiva es que, incapaces de discernir lo
“falso” de to “verdadero”, los espectadores confiardn cada vez
menos en la capacidad de la fotografia de offecer una verdad
tiva, por lo que ésta perderd su poder de transmisora
legiada de informacién. Vista la proliferacidn de imagenes di
tales que son idénticas a fotograffas, la fotografia puede incluso
verse despojada de su identidad cultural como medio distintivo,
Estas posibifidades se agravan por una segunda fuente de pre-
‘cupacidn: la sospecha omnipresente de que estamos entran-
do en una época en la que ya no seri posible distinguir un ori
ginal de sus copias. Cosa y signo, naturaleza y cultura, humano
¥ maquina, entidades hasta el presente fiables, parece que 3
313desploman ahora una tras otra. Al parecer, pronto el mundo
entero estard formado por una “naturaleza artificial” indife
renciada. En este escenario, el conovertide tema de distin-
guir la verdad de Ia falsedad no ser més que un pintoresco
anacronismo, como la propia fotografia,
las cosas, a fotografia se enfrenta a dos crisis evidentes: una
tecnolégica (la introduccién de imagenes informatizadas) y
otra epistemoldgica (que tiene que ver con cambios de mayor
aleance en los terrenos de la étiea, el conocimiento y la cultu-
ta), Juntas estas crisis amenazan con la desaparicién de la fot0-
grafia, con el “final” de Ia fotografia y de la culeura que ésta
respalda. Sin embargo, equé clase dle final seria éste, exacta-
mente?
No hay que olvidar que desde el io se asocié la fotogra-
fia con la muerte. Algunos espectadores tempranos, por ejem-
plo, asociaron el daguetrotipo a Ia magia negra. Nadar cuenta
divertido que su amigo Balzac tenfa “pavor” a ser fotografiado:
‘Asi pues, segiin Balzac, cada cuerpo en la naturaleza esta com:
puesto por series de espectros, dispuestos en capas superpuestas
hasta el infinito, peliculas infinitesimales en forma de laminas
Adispuestas en todas direcciones en las que ka 6ptica percibe dicho
cuerpo. El hombre uo pudiedo jamés erear —es decir, a partir
de una aparicién, a partir de lo impalpable, hacer una cosa sii
da o bien, de la nada hacer una casa —, cada operacién dague-
riana, al aplicarse, sorprendia, desplegaba y retenia una de las
capas del cuerpo objetivado. De ahi que para dicho cuerpo, y
cada vez que se repetia la operacin, se produjese una pérdida
evidente de un espectro, es decir, de una parce de su exencia
En realidad, aquellos pioneros de la fowografia que incentaban
hacer retratos tuvieron que lidiar con un pequeio problema:
cl exceso de vida, Debido a la lentitud de los tiernpos de expo-
sicién, bastaba con un ligero movimiento de cabeza del retra-
tado para que el resultado fuera una imagen borrosa y anties
tética. Incluso cuando esto no era asi, algunos criticos se
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quejaban de que la tensién que produefa en el modelo tener
que permanecer inmévil le hacia poner cara de cadaver: Sin
embargo, pronto estuvo al alealee de todos una solucién sim-
ple: aquellos que querfan un retrato tenfan que aceeder a colon
car la cabeza en un aparato constrictor que garantizaba la total
inmovilidad durante los segundos requeridos. Este aparato ser~
via para transformar el tiempo vivido del cuerpo en la estasis de
‘una efigie embalsamada. En suma, la fotografia insistfa en que
aquel que quisiera parecer vivo en wna fotografia, primero
tenia que actuar como si estuviera muerto.
1Los retratistas no tardaron en llevar un poco més lejos esta aso-
ciacin explotando un lucrativo negocio de fotografias péstu-
‘mas, 0 memento mori. Unos padres alligiclos podian consolarse
con la fotografia de su difumto, una imagen del muerto como
muerto que de alguna manera servia para sostener a los vivos.
Este negocio subid otro peldasio en 1861 cuando un grabador
de Boston anuncié que habia descubierto la manera de foto-
grafiar a los fantasmas. Se hicieron miles de fotografias que
mostraban a los vivos confraternizando con los muertos, un
consuelo para aquellos interesados en el espiritismo y una
mina de oro para quienes estaban preparados para manipular
Ia tecnologfa forogrifica de la doble exposicion.!
Pero no todo el mundo se beneficié del éxito comercial de
la fotografia. Como habia predicho Delaroche, la introd
cin de la fotografia en las capitales de la Europa Occidental
condend a muerte a muchas industrias de la imagen de reco-
nocido prestigio, La pintura de miniatura, por ejemplo, no
tardé en extinguirse debido a ta aparicién, asombrosamente
bbarata, de los retratos rutilantes y exactos del daguerrotipo.
‘Como advirtiera en abril de 1889 N. P.
tarista estadounidense de fotografia, el nuevo aparato tam
bin amenazaba a ottas pricticas artisticas: “Desapareced,
aguatintas y mezzotintas, ual chimeneas que consumen st
propio humo, devoraos, Grabadores, aguafortistas, jbebeos
‘yuestra agua fuerte y morid! Vuestro arte negro ha llegado a
su fin [...] Ha surgido el verdadero arte negro de la verdadera
magia, que grita avaunt”.?
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Agustina Rodriguez Romero y André Luiz Tavares - Biografías Del Objeto en América Colonial. Interacción e Impacto Creativo Entre La Continuidad y La Transformación