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Materialismo

El materialismo es una corriente filosófica que surge en oposición al idealismo y que resuelve la cuestión
fundamental de la filosofía dándole preeminencia al mundo material; resumidamente, El pensamiento es
producto de la materia (el cerebro).

Según esta concepción el mundo y por extensión el universo es material, existente objetivamente fuera e
independientemente de la conciencia. La materia es primaria y la conciencia y el pensamiento son
propiedades de ésta a partir de un estado altamente organizada. El pensamiento es un nivel superior del
conocimiento humano, un proceso de reflejo de la realidad objetiva. Sostiene, además, que la materia no
ha sido creada de la nada, que existe en la eternidad y que el mundo y sus regularidades son cognoscibles.

Contenido

• 1 Introducción
• 2 Historia
o 2.1 Doctrinas materialistas del Antiguo Oriente
o 2.2 Materialismo de la Grecia Antigua
o 2.3 Materialismo de la época del Renacimiento
 2.3.1 Dos filósofos italianos
o 2.4 Materialismo metafísico (mecanicista). ss. XVII y XVIII
o 2.5 Materialismo francés del siglo XVIII
o 2.6 Materialismo de los revolucionarios rusos
• 3 Materialismo en la actualidad

• 4 Referencia

Introducción

La oposición entre el enfoque materialista y el enfoque idealista es una de las polémicas filosóficas más
antiguas y persistentes. En el siglo XVII el término «materialismo» se solía usar principalmente en el
sentido de representaciones físicas acerca de la materia. En ese sentido las ciencias naturales modernas
tienen un enfoque completamente materialista.

Desde comienzos del siglo XIX, por influencia del materialismo histórico, el término pasa a usarse
también en contexto de las ciencias sociales. En ese sentido el materialismo se refiere a varios marcos
teóricos que buscan las causas de los procesos históricos y el cambio cultural en causas materiales. Para
este materialismo de tipo histórico las causas últimas de los fenómenos sociales están determinadas por
factores materiales y rechaza explícitamente las explicaciones en las que intervienen factores
sobrenaturales, tomando como un hecho la irrelevancia científica de Dios, de espíritus y de una supuesta
inteligencia del mundo en el devenir histórico. De acuerdo con el materialismo, las causas últimas deben
buscarse en factores medibles o aprehendibles empíricamente.

Aunque históricamente el materialismo histórico se popularizó en el seno del marxismo, donde sigue
siendo un tema principal, se encuentran antecedentes anteriores a Marx. Actualmente está presente en
antropología, teoría de la historia o sociología, haciendo que el materialismo histórico englobe a toda una
serie de elaboraciones teóricas no necesariamente marxistas. Fuera del campo del marxismo, el
materialismo de tipo histórico es la hipótesis de que los rasgos definitorios de las sociedades humanas y la
evolución histórica de las mismas ha estado determinada por factores materiales (tecnología disponible,
sistema de producción, características geográficas y climáticas). Debido al intento de establecer las ideas
del materialismo histórico de modo independiente a la versión marxista del mismo, se han acuñado
términos nuevos como: materialismo cultural, funcionalismo ecológico, determinismo geográfico,
determinismo económico, y otros, que pueden ser considerados como concepciones materiales de la
Historia. Diversos autores académicos como Jared Diamond o Marvin Harris han tratado en detalle la
evolución histórica de extensas áreas geográficas, y tratando de explicar rasgos definitorios de la sociedad
a partir de factores materiales, señalando que este tipo de factores son los preponderantes cuando se trata
de entender la evolución de las sociedades y las civilizaciones.
Historia

Doctrinas materialistas del Antiguo Oriente

Los primeros vestigios que se tienen de la doctrina materialista se remontan a fines del tercer y principios
del segundo milenio a. de n. e. en las culturas egipcia y babilónica, donde se formaron las primeras
concepciones materialistas espontáneas. También y un poco más tarde pero con mayor integridad se la
encuentra en la filosofía de la India y China Antigua.

En monumentos de la cultura egipcia antigua se menciona por ejemplo «el agua fría creadora de todos los
seres y de la que proceden todas las cosas, así como el aire que llena el espacio y se halla en todas
partes», lo cual muestra que ya en ese entonces se planteaba en forma embrionaria la cuestión del origen
material de los fenómenos naturales. O puede que hayan interpretado estos elementos desde un punto de
vista netamente simbólico.

En la cultura babilónica, por ejemplo, nos encontramos con el astrónomo Seleuco (siglo II a. de n. e.)
quien ya en ese entonces formuló conjeturas acerca de la estructura heliocéntrica del mundo.

En la India Antigua aparece a mediados del primer milenio a. C. en la doctrina lokaiata (o escuela de los
chárvakas) que sostenían que el mundo era material, compuesto de cuatro elementos primigenios: la
tierra, el agua, el fuego y el aire. De estos elementos se formaban también los seres vivos, incluido el ser
humano, los cuales luego de morir se descomponían nuevamente en estos elementos. Los chārvākas
además, sometieron a crítica las doctrinas religiosas imperantes en esa época sobre la existencia de Dios,
el alma y el mundo del más allá, demostrando que al morir el cuerpo, desaparecía la conciencia, por lo
que consideraban absurda la doctrina de la transmigración de las almas.

El materialismo de los chárvakas se hallaba íntimamente relacionado con su ateísmo. Posteriormente en


la corriente sankhya (cerca del año 600 a. C.) se sostenía que el carácter material del mundo se
desarrollaba a partir de una substancia primigenia (prakriti); pero el logro más importante de esta
corriente fue el postulado de que el movimiento, el espacio y el tiempo son propiedades inseparables de la
materia.

Al comienzo de nuestra era esta corriente filosófica no resistió la lucha contra el idealismo y terminó por
admitir la existencia de las almas aparte e independientemente de la materia.

A medida que se desarrollaba la filosofía hindú antigua, la concepción de la materia compuesta por los
cuatro elementos (fuego, aire, agua y tierra) fue sustituida por representaciones más desarrolladas basadas
en la estructura atomista del mundo. En las escuelas filosóficas niaia y vaisesika surgen las ideas de que
el mundo se compone de pequeñas partículas de diversa cualidad que se hallan en el éter, en el espacio y
en el tiempo. Estas partículas serían eternas, increables e indestructibles, al tiempo que los objetos
compuestos de ellas serían mutables, inestables y transitorios. Estas ideas materialistas ejercieron un
fuerte influjo sobre escuelas y doctrinas religiosas de la época, como por ejemplo en la escuela religiosa
mimansa, la cual reconocía la realidad del mundo, cuyo ser no depende de ningún creador, existe
eternamente y se compone de partículas regidas por la ley autónoma del karma.

En la China Antigua encontramos la doctrina materialista en la teoría del conocimiento de Mo-Tse (479 -
381 a. C.) en oposición a Confucio. Aportes importantes también las dio el Taoísmo, cuyo creador Lao-
Tsé (siglos VI a. C. a IV a. C.) sostenía que el mundo, que es eterno, se halla en movimiento y mutación
continuos. El movimiento, según los taoístas, es regido por el Tao (ley natural), que si bien es un
concepto abstracto y metafísico, es al mismo tiempo anti-espiritista ya que al Tao se lo considera
inmaterial pero natural, y no de origen divino o sobrenatural, por lo que la cosmovisión taoísta resulta en
una dialéctica materialista-metafísica, dualmente naturalista y no espiritista.

Las ideas materialistas ingenuas cobraron sucesivo desarrollo en la doctrina de Xunzi (313 - 238 a. C.)
una de las relevantes figuras del confucionismo, quien a diferencia de otros confucianos consideraba que
el cielo no posee conciencia y es parte de la naturaleza, en la que incluía asimismo el Sol, la Luna, los
astros, las estaciones del año, la luz y las tinieblas, el viento y la lluvia, y que la sucesión de fenómenos
celestes discurre según determinadas leyes naturales, de modo que el destino de las personas no puede ser
regido por una inexistente «voluntad del cielo».

Xunzi afirmaba que el ser humano, contrariamente a los animales, sabe mancomunar sus esfuerzos y
organizar su vida pública, que puede conocer el mundo circundante y aprovechar los conocimientos
adquiridos en su bien; además de que el conocimiento empieza por la percepción, pero es gobernado por
el pensamiento que cumple leyes naturales.

Por último ya en las inmediaciones de nuestra era la encontramos en Wang Chung (27 - 97 a. C.) quien
sostenía que el mundo se compone de la substancia qi, la cual se mueve en la eternidad, mientras que el
tao es la ley de la propia realidad. Por la acción recíproca de dos qi —los enrarecidos que se hallan en el
espacio celeste y los condensados que se hallan en la tierra constituyendo los diversos cuerpos— son
engendradas todas las cosas. Sostenía que el hombre es un ser natural compuesto de substancia material
en el que se ha instalado una energía vital, un principio espiritual elaborado por la circulación de la
sangre, la cual desaparece al morir el hombre. Este materialismo era ingenuo y metafisico.

Materialismo de la Grecia Antigua

Desde el siglo VI a. C. la filosofía se desarrolla con mayor ímpetu en la Grecia Antigua y post moderna.
Allí la corriente materialista surge en controversia con la religión principalmente en los filósofos
representantes de la llamada escuela de Mileto; Tales de Mileto (ca. 624 - 547 a. C.), Anaximandro (ca.
610 - 546 a. C.) y Anaxímenes (ca. 585 - 525 a. C.).

Según la doctrina de Tales, el agua es el principio de todas las cosas; todo procede del agua y todo se
convierte en agua.

Anaximandro tomó como sustancia primaria de todo lo existente el apeiron, principio indeterminado que
engendra las cosas y los fenómenos mediante el movimiento y la segregación de contrarios tales como «lo
húmedo y lo seco», «lo frío y lo cálido» «lo dulce y lo salado». Según esta doctrina todo se encuentra en
constante rotación, una cosa surge del apeiron y otra desaparece y se decompone transformándose en
apeiron, lo cual siguiendo un curso materialista hace uno de los primeros intentos de representar el mundo
dialécticamente, en movimiento.

Anaxímenes tomó como sustancia primordial el aire, cuyo movimiento condiciona el surgimiento y la
desaparición de las cosas.

Otro filósofo griego que hizo grandes aportes a la doctrina materialista fue Heráclito de Éfeso (ca. 530 -
470 a. C.) el cual tomó como sustancia primaria el fuego. Sostenía la existencia en la eternidad del
mundo, independientemente de cualesquiera de las fuerzas sobrenaturales, como un fuego eternamente
vivo, que con orden regular se enciende y con orden regular se apaga. Subrayaba la idea del movimiento
y cambio constante del mundo, de la contradicción como fuente de movimiento, de la posibilidad de
transformación recíproca de los contrapuestos. Expresó ideas sobre los principios dialécticos, que reflejan
de una u otra manera el estado verdadero de las cosas, aunque no sostenidas por conocimientos
científicos.

El desarrollo más profundo de la corriente materialista en la Grecia Antigua se ve en la doctrina de


Demócrito de Abdera (460 - 370 a. C.), que promovió la teoría atomista de la estructura de la materia.
Según esta teoría, el principio cardinal del mundo es la existencia del vacío y los átomos que se mueven
en el vacío, encontrándose y formando diferentes cuerpos e incluso el alma del hombre, la cual muere al
perecer el organismo.

Finalmente dentro de la corriente materialista aunque un tanto más inconsecuente encontramos al filósofo
griego Aristóteles (384 - 322 a. C.) el cual sostenía que todas las cosas tenían en su base una materia
prima, que se caracterizaba por la falta de determinación, de forma, es decir, no eran sino una posibilidad
de existencia. Esta posibilidad se convierte en cosa verdadera sensible sólo cuando la materia se une con
una u otra forma que le da su determinación. Esta concepción, si bien es materialista en su esencia, tiene
graves insuficiencias porque separa la materia primaria del movimiento, que es introducido por la forma
desde fuera, además de que su transición de un estado indeterminado a determinado toma su origen a fin
de cuentas de los dioses y otras divinidades, que vienen a ser el primer propulsor.

Esta concepción, a la par con los elementos de la dialéctica y las tendencias materialistas, contiene
también rasgos metafísicos y tendencias idealistas.

Después de Aristóteles se observa una decadencia condicionada por la crisis general que vive el Estado
Griego, perfilándose una transición del materialismo al idealismo y al misticismo.

Materialismo de la época del Renacimiento

Italia fue el primer país en el que comenzaron a desarrollarse las relaciones capitalistas. Desde el punto de
vista económico, la región más desarrollada era el norte, con sus repúblicas marítimas comerciales de
Venecia y Génova, y la industrial de Florencia. En el centro de la atención de los pensadores avanzados
de la época quedó la persona humana. Los ideólogos de la burguesía ascensional que necesitaba la
libertad de desplazamiento, la libre empresa y la libertad de comercio, soñaban con liberar al hombre del
despotismo feudal.

Esta nueva dirección de la cultura fue denominada «humanismo» (del latín humanus, ‘humano’). La vieja
sentencia de «soy hombre y nada humano me es ajeno» se convirtió en la divisa de los humanistas. La
particularidad del pensamiento filosófico del Renacimiento es su carácter antiescolástico. Debe tenerse en
cuenta que la escolástica, tanto por el lado de la Iglesia como del Estado, fue durante toda la Edad Media
la filosofía oficial y se impartió en la mayoría de las universidades. A diferencia de la escolástica, la
filosofía de los humanistas dejó de ser sirvienta de la teología. En oposición a la escolástica y a la teología
de la Edad Media comenzó a desarrollarse en Italia la filosofía materialista.

Dos filósofos italianos

Bernardino Telesio (1509-1588) dio un importante paso en el desarrollo de la filosofía de Italia. Fundó
una academia filosófica en la que por oposición al aristotelismo medieval se propagaba el estudio
empírico de la naturaleza. Su principal obra se titula De la naturaleza de las cosas conforme a sus
propios principios. En lo fundamental era materialista y sostenía que existe objetivamente la materia
eterna e inmutable, homogénea, increada e indestructible. Pero, al mismo tiempo, se inclinaba hacia la
idea de que todas las fuerzas de la naturaleza están animadas. Como fuente del movimiento de la materia,
Telesio señalaba la oposición del calor y del frío.

El gran pensador italiano Giordano Bruno (1548-1600) sacó conclusiones profundamente materialistas y
ateas de la teoría heliocéntrica de Copérnico. Nació en Nola (cerca de Nápoles). A los quince años entró
en la orden de los dominicos. Gracias a su esfuerzo tenaz e independiente se convirtió en uno de los
hombres más cultos de su tiempo.

Por sus ideas avanzadas fue acusado de herejía y excomulgado. Viose obligado a huir de Italia y, durante
largos años, tuvo que vagar por Suiza, Francia, Inglaterra y Alemania, difundiendo en todas partes su
concepción materialista del universo.

En 1592 regresó a Italia, donde fue capturado por la Inquisición y arrojado a la cárcel. Pese a las torturas
que sufrió, no se retractó de sus convicciones, siendo condenado a muerte. «Tenéis más miedo al
pronunciar mi sentencia que yo al escucharla», dijo Bruno dirigiéndose a sus verdugos. Finalmente, el 17
de febrero de 1600 fue quemado vivo en la Plaza de las Flores (en Roma).

Sus obras principales son: La cena de las cenizas (1584), De la causa, principio y uno (1584), Del
infinito, del universo y los mundos (1584), Del triple mínimo y de la medida (1591), De lo inmenso y de
los innumerables (1591), De la mónada, del número y de la figura (1591). En su libro titulado La
expulsión de la bestia triunfante (1584) desenmascara al papado y a la religión católica. Su obra El
misterio de Pegaso, con el anexo del asno de Killen (1586), constituye una brillante y cáustica sátira
contra los escolásticos y teólogos medievales.

Según el pensamiento de Giordano Bruno:


• La naturaleza es infinita;
• El Sol no es el centro del universo sino tan solo el centro de nuestro sistema planetario;
• No sólo el Sol tiene planetas sino también las otras estrellas;
• Todo el universo es homogéneo; es decir, tiene las mismas sustancias de la Tierra;
• Todos los otros planetas también están poblados;
• La materia es madre y alumbradora de todas las cosas y capaz de producir infinitamente nuevas
y nuevas formas;
• El hombre es parte inseparable de la naturaleza, es el microcosmos que refleja el macrocosmos;
• Admite los grados del conocimiento que había establecido Nicolás de Cusa: los sentidos, el
entendimiento y la razón. Aunque le otorga la prioridad a la razón;
• El entender el universo como infinitud conduce al filósofo italiano a la «dialéctica de la
coincidencia de los opuestos», tanto en lo infinitamente grande como en lo infinitamente
pequeño.

Materialismo metafísico (mecanicista). ss. XVII y XVIII

(Galileo Galilei, Francis Bacon, Thomas Hobbes, P. Gassendi, J. Locke, B. Spinoza).

Con el surgimiento de la relaciones capitalistas de producción, se fomenta la producción, se despliega la


industria y el comercio, lo cual requiere el conocimiento concreto de la leyes del mundo circundante y
aparece la necesidad de estudiar e indagar la naturaleza. Esto le da un impulso a la filosofía la cual se
proclama como ciencia llamada a averiguar las verdades que ayudan en la vida práctica y orientan la
creación de valores materiales, se declaran falsos los postulados de la filosofía medieval y a su método
por la inducción a errores y se ofrecen nuevos medios de investigación y métodos para conocer la verdad.

Uno de los principales filósofos de esta corriente fue Francis Bacon (1561-1626), quien criticó duramente
la filosofía idealista, empezando por la Antigüedad y llegando hasta el Medioevo, por haberse convertido
en sirviente de la teología y haber llegado a fundamentar sus tesis con dogmas religiosos, por su carácter
especulativo, la vacuidad y la inconsistencia de sus postulados. Bacon consideraba la experiencia como
fundamento del proceso de conocimiento si se libraba al hombre y a su conciencia de todo tipo de
prejuicios. Defendía el mundo material infinito y eterno siendo una de sus propiedades fundamentales el
movimiento, que Bacon reducía a unas cuantas formas.

Al método de Bacon le son inherentes asimismo la metafísica y el mecanicismo, pues entendía que los
objetos eran una combinación mecánica de ciertas cualidades permanentes y que podían ser entendidos
mediante la unificación mecánica de los datos sobre sus diversos aspectos. Pese a sus insuficiencias, la
doctrina de Bacon fue un considerable paso adelante en el desarrollo del pensamiento filosófico y marco
la aparición de una nueva forma de materialismo filosófico, el materialismo metafísico.

La doctrina materialista continuó desarrollándose por filósofos como Thomas Hobbes (1588-1679), quien
entendía que la naturaleza representa una totalidad de cuerpos que poseen dos propiedades principales:
extensión y figura, y reducía la variedad de movimiento al movimiento mecánico, entendiendo como
movimiento la traslación de los cuerpos en el espacio. Estableció como único método científico del saber
el matemático, sostenido en las operaciones de sumar y restar.

Muchos años más tarde, tenemos a Pierre Gassendi, representante de la tradición materialista, quien se
oponía a los intentos de René Descartes para basar las ciencias naturales en fundaciones dualistas.

Materialismo francés del siglo XVIII

(J. La Mettrie, C. Helvecio, P. Holbach, Denis Diderot)

Algunos otros materialistas serían algunos pensadores de la Ilustración alemana como Ludwig Feuerbach
(siglo XIX).

Materialismo de los revolucionarios rusos


(Visarión Belinski, Aleksandr Gertsen, N. Chernishevski, N. Dobroliúbov).

Creado a mediados del siglo XIX por Karl Marx y Friederich Engels y desarrollado posteriormente por
Vladimir Ilich "Lenin" en la nueva situación histórica. Marx y Engels, volteando la dialéctica idealista de
Georg Hegel "de arriba hacia abajo", proveyeron al materialismo con un proceso de cambio cuantitativo y
cualitativo llamado materialismo dialéctico, y con una visión materialista de la historia, conocida como
materialismo histórico.

Materialismo en la actualidad

El concepto no afecta sólo a la visión filosófica del mundo sino también a la ciencia. Aunque en las
ciencias naturales los enfoques no-materialistas quedaron descartados hace mucho tiempo, en ciencias
sociales ha existido en los últimos siglos una polémica entorno al materialismo como enfoque de
investigación. Más recientemente Marvin Harris propuso una enfoque de investigación materialista de las
culturas y las sociedades llamado materialismo cultural. E, incluso, Paul y Patricia Churchland han
promovido una forma extrema de materialismo, conocida como materialismo eliminativo que sostiene
que los fenómenos mentales en realidad no existen y que hablar de los reflejos mentales, como se hace en
psicología popular es algo así como dar crédito a las enfermedades causadas por el diablo. En España, un
representante actual del materialismo es por ejemplo Martín López Corredoira.

El materialismo también ha sido entendido frecuentemente como una forma enteramente científica y
racionalista de ver el mundo, particularmente por pensadores religiosos que se le oponen y por marxistas.
El materialismo como principio filosófico o científico típicamente contrasta con el dualismo, la
fenomenología, el idealismo y el vitalismo.

En el lenguaje común es usado como una etiqueta peyorativa para un estilo de vida que busca riqueza,
dinero y comodidades, en lugar del desarrollo espiritual o mental, aunque ello se refiere a otro significado
de la palabra «materialismo» que no tiene que ver con la posición de filósofos o científicos materialistas.

La definición de «materia» en el materialismo filosófico moderno comprende a todos los entes


científicamente observables, como la energía, fuerzas y la curvatura del espacio. Muchos autores del siglo
XX, particularmente epistemólogos y filósofos de la ciencia, prefieren la denominación de fisicalismo
porque carece tanto de las connotaciones emocionales de la palabra «materialismo» como de las
restricciones históricas asociadas a éste. Enfatiza lo físico, sea materia o energía.

• Materialismo eliminativo
• Materialismo emergente
• Materialismo filosófico
• Materialismo francés
• Materialismo histórico
• Materialismo reductivo
• Materialismo Dialectico

Positivismo

El Positivismo es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el
conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación positiva de las
teorías a través del método científico. El positivismo deriva de la epistemología que surge en Francia a
inicios del siglo XIX de la mano del pensador francés Augusto Comte y del británico John Stuart Mill y
se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad de dicho siglo. Según esta escuela,
todas las actividades filosóficas y científicas deben efectuarse únicamente en el marco del análisis de los
hechos reales verificados por la experiencia.

Esta epistemología surge como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser humano, tanto
individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar científicamente al ser
humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución francesa, que obligó por
primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos de estudio científico.
John Stuart Mill.

Augusto Comte.

Contenido

• 1 Características
• 2 Reacción
• 3 Corrientes positivistas

• 4 Véase también

Características

Esta corriente tiene como características diferenciadoras la defensa de un monismo metodológico (teoría
que afirma que hay un solo método aplicable en todas las ciencias). Creen que tiene que haber una unidad
de método a pesar de que haya una diversidad de objetos. La explicación científica ha de tener la misma
forma en cualquier ciencia si se aspira a ser ciencia, específicamente el método de estudio de las ciencias
físico-naturales. A su vez, el objetivo del conocimiento para el positivismo es explicar causalmente los
fenómenos por medio de leyes generales y universales, lo que le lleva a considerar a la razón como medio
para otros fines (razón instrumental). La forma que tiene de conocer es inductiva, despreciando la
creación de teorías a partir de principios que no han sido percibidos objetivamente. En metodología
histórica, el positivismo priva fundamentalmente las pruebas documentadas, minusvalorando las
interpretaciones generales, por lo que los trabajos de esta naturaleza suelen tener excesiva acumulación
documental y escasa síntesis interpretativa.

Auguste Comte formuló a mediados del siglo XIX la idea de la creación de la sociología como ciencia de
la sociedad. Libre de todas las relaciones con la filosofía y basada en datos empíricos en igual medida que
las ciencias naturales

Una de sus propuestas más destacadas es la de la investigación empírica para la comprensión de los
fenómenos sociales, de la estructura y el cambio social (razón por la que se le considera padre de la
sociología como disciplina científica). Comte presenta a la historia humana en tres fases o estados:

1. Estado teológico: corresponde a la infancia de la humanidad; en esta época las personas dan
explicaciones mágicas de los fenómenos naturales, utilizan categorías antropológicas para comprender el
mundo y técnicas mágicas para dominarlo.

2. Estado metafísico: las explicaciones son racionales, se busca el por qué de las cosas, y se sustituye a
los dioses por entidades abstractas y términos metafísicos.

3. Estado científico o positivo: es la definitiva. El conocimiento se basa en la observación y la


experiencia, y se expresa con el recurso de la matemática. Se busca el conocimiento de las Leyes de la
Naturaleza para su dominio técnico.

Además afirma que no es posible alcanzar un conocimiento de realidades que estén más allá de lo dado,
de lo positivo, y niega que la filosofía pueda dar información acerca del mundo: esta tarea corresponde
exclusivamente a las ciencias.

Reacción

Como reacción a la epistemología positivista, surge, principalmente en Alemania, la epistemología


hermenéutica. Entre las críticas que se le hacen al positivismo está la incapacidad que posee el método de
las ciencias físico-naturales para conocer sus objetos de estudio (la sociedad, el hombre, la cultura), los
cuales poseerían propiedades como la intencionalidad, la auto-reflexividad y la creación de significado,
que serían dejados de lado por la epistemología positivista. A su vez, dentro de la hermenéutica, cabría
una crítica a la búsqueda de leyes generales y universales, pues deja de lado necesariamente los elementos
que no pueden ser generalizados. Así, algunos hermeneutas defienden un conocimiento ideográfico (de
conocimientos más precisos, pero menos generalizables), que uno nomotético (de leyes generales).
Finalmente, desde la hermenéutica, se planteó la necesidad de conocer las causas internas de los
fenómenos, cuestión que se alejaba de la explicación externa de estos. Así en vez de buscar la
explicación, los hermeneutas buscan la comprensión de los fenómenos.

Durante el siglo XX, a partir de los estudios de Bertrand Russell y otros, el filósofo Ludwig Wittgenstein
elabora el texto Tractatus Logico-Philosophicus, que sirve de inspiración para el surgimiento del Círculo
de Viena, grupo de intelectuales que tuvo como objetivo el alejar definitivamente a la ciencia de la
metafísica, a partir del desarrollo de la lógica de Russell.

Corrientes positivistas

Entre las corrientes positivistas se puede mencionar al positivismo ideológico, al empiriocriticismo, al


positivismo metodológico o conceptual al positivismo analítico, al positivismo sociológico, al positivismo
realista y al neopositivismo (empirismo lógico o neopositivismo lógico).

En el campo del Derecho el denominado positivismo Jurídico o iuspositivismo, no tiene una relación
directa con el positivismo filosófico, sino con el concepto de Derecho positivo (la consideración del
Derecho como creación del ser humano).

En el campo de la psicología se puede mencionar al Conductismo o Psicología conductista, como


pioneros en la aplicación de la metodologia científica al estudio de la conducta humana. Actualmente en
la Psicologia conviven múltiples escuelas, muchas de las cuales se basan en el positivismo para el estudio
del ser humano. Entre dichas escuelas o enfoques destacan el Cognitivo-Conductual, el enfoque
Sistémico, o la recientemente llamada Psicoterapia de Tercera Generación (enfoque que sin abandonar el
positivismo, incorpora variables más ideográficas al estudio del ser humano).

NEOPOSITIVISMO
VocTEO
El neopositivismo es la visión filosófica nacida del empirismo moderno en la experiencia del Círculo de
Viena, cuyos miembros más representativos, durante las persecuciones antisemitas en Europa, emigraron
a los Estados Unidos y a Inglaterra, donde desarrollaron sus ideas.

Es característica del neopositivismo la reducción de la filosofía al análisis del lenguaje, tomado tanto de la
ciencia como de la vida común del hombre. La doble realidad del lenguaje produce las dos corrientes del
neopositivismo, como filosofía del lenguaje científico y del lenguaje común. Las dos dependen del
principio dogmático que Wittgenstein codificó en su Tratado lógico-filosófico, a saber, que las
afirmaciones hechas sobre las realidades existentes solamente tienen sentido si se prueba su
verificabilidad; la única excepción a este principio se refiere a alguna de estas afirmaciones: las
enunciaciones lógico-matemáticas que no pueden verificarse, pero que gozan de veridicidad en cuanto
que sus términos de base son verdaderos.
Es ésta una forma de tautología científica. De aquí la negación que hace el neopositivismo de las verdades
metafísicas: no tienen ningún significado, en cuanto que no pueden someterse a ninguna verificación
empírica. La corriente de la filosofía del lenguaje científico, que sigue a R. Carnap y a H. Reichenbach,
desarrolla sobre todo la metodología de la ciencia cuantística, probabilista, de la física y de la matemática.
En ella confluye también la lógica matemática contemporánea, sobre todo la corriente de la lógica formal,
que considera los axiomas como las afirmaciones de fondo de las que la matemática puede sacar las
deducciones lógicas. La otra corriente, dedicada al análisis del lenguaje común, y que sigue a Popper,
Ayer y otros, considera por el contrario el lenguaje como un juego cuyas reglas intrínsecas es preciso
captar debidamente (Wittgenstein).
La hermenéutica del lenguaje consiste precisamente en el uso que se hace de él. A partir de esta
afirmación se deduce que, para comprender lo que el lenguaje común afirma sobre una realidad, no hay
ninguna necesidad de tener en cuenta que esa realidad sea realmente existente en sentido substancial. Por
consiguiente, el mundo de la experiencia queda plenamente identificado con la escala de los significados
propios del lenguaje común.
T Stancati

Existencialismo

En sentido amplio, el concepto de existencialismo es confuso y oscuro. No hay una definición teórica
clara y unánime. Sin embargo, la concepción más compartida apunta hacia un movimiento filosófico,
cuyo postulado fundamental es que son los seres humanos, en forma individual, los que crean el
significado y la esencia de sus vidas.

La corriente, de manera general, destaca el hecho de la libertad y la temporalidad del hombre, de su


existencia en el mundo más que de su supuesta esencia profunda. Las cuestiones filosóficas del
existencialismo tienden a escudriñar en lo profundo de la condición humana.

Emergió como movimiento en el siglo XX, en el marco de la literatura y la filosofía, heredando algunos
de los argumentos de filósofos anteriores como Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche y Unamuno.

El existencialismo es una corriente, movimiento o serie de doctrinas filosóficas y culturales que tiene por
objetivo y disciplina, el análisis y la descripción del sentido individual de la vida humana en cuanto
“existe”. Sostiene que el existente humano piensa, actúa, se refiere y relaciona consigo mismo, con su
propia trascendencia, con sus contradicciones y sus angustias. Para el pensamiento existencialista el
individuo no es una porción mecánica o “parte” de un todo, sino que el hombre es en sí una “íntegridad”
libre por sí. Esta doctrina filosófica considera qué es la existencia del ser humano libre y qué es lo que
define su esencia, en lugar de entender que su esencia o condición humana determina su existencia. Para
esta corriente del pensamiento la existencia del ser humano no es nunca un “objeto” sino que, desde el
momento que el ser humano es capaz de generar pensamiento “existe”; en consecuencia el
reconocimiento de esa existencia tiene primacía y precedencia sobre la esencia. No obstante, la existencia
del hombre puede ser inauténtica o falsa si éste renuncia a su libertad. La carencia de libertad es carencia
de existencia. En un sentido estricto para el existencialismo las cosas materiales en cambio "son", pero no
"existen".

El existencialismo implica que el individuo es libre y, por ende, totalmente responsable de sus actos. Esto
incita en el ser humano la creación de una ética de la responsabilidad individual. Según el filósofo e
historiador de la filosofía Nicola Abbagnano, «Se entiende por existencialismo toda filosofía que se
conciba y ejercite como análisis de la existencia siempre que por "existencia" se entienda el modo de ser
del hombre en el mundo. La relación hombre-mundo es, pues, el único tema de toda filosofía
existencialista (...) Los antecedentes históricos más cercanos del existencialismo son la fenomenología de
Husserl y la filosofía de Kierkegaard.» Abbagnano considera pensadores fundamentales de esta corriente
a Heidegger, Jaspers y Sartre.

Contenido

• 1 Origen y desarrollo
• 2 El existencialismo y el arte
• 3 Heidegger
• 4 Sartre
• 5 Ortega y Gasset
• 6 Otros antecedentes
• 7 Tres escuelas de existencialismo
o 7.1 Existencialismo teísta
o 7.2 Existencialismo ateo
o 7.3 Existencialismo agnóstico
• 8 Pensadores próximos
• 9 Véase también
• 10 Referencias
• 11 Bibliografía

• 12 Enlaces externos

Origen y desarrollo
Filósofo danés Søren Kierkegaard cuya influencia fue primordial para el desarrollo del existencialismo.

El existencialismo nace como una reacción frente a las tradiciones filosóficas imperantes, tales como el
racionalismo o el empirismo, que buscan descubrir un orden legítimo de principios metafísicos dentro de
la estructura del mundo observable, en donde se pueda obtener el significado universal de las cosas. En
los 1940s y 1950s, existencialistas franceses como Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir y
Daniel Lira realizaron escritos académicos y/o de ficción que popularizaron temas existenciales del tipo
de la libertad, la nada, el absurdo, entre otros. Walter Kaufmann describió al existencialismo como "el
rechazo a pertenecer a cualquier escuela de pensamiento, el repudiar la adecuación a cualquier cuerpo de
creencias, y especialmente de sistemas, y una marcada insatisfacción hacia la filosofía tradicional, que se
marca de superficial, académica y alejada de la vida".

Es la filosofía de la existencia, el movimiento filosófico y humanístico europeo, identificado por la


concepción según la cual "la existencia precede a la esencia" (Jean-Paul Sartre), y que se popularizó a
partir de la crisis y crítica social y moral, a raíz de los estragos y dramas socio-filosóficos ocasionados por
las grandes guerras europeas del siglo XX, especialmente, la segunda guerra mundial.

Al existencialismo se le ha atribuido un carácter vivencial, ligado a los dilemas, estragos, contradicciones


y estupidez humana. Esta corriente filosófica discute y propone soluciones a los problemas más
propiamente inherentes a la condición humana, como el absurdo de vivir, la significancia e insignificancia
del ser, el dilema de la guerra, el eterno tema del tiempo, la libertad, ya sea física o metafísica, la relación
dios-hombre, el ateísmo, la naturaleza del hombre, la vida y la muerte. El existencialismo busca revelar lo
que rodea al hombre, haciendo una descripción minuciosa del medio material y abstracto en el que se
desenvuelve el individuo (existente), para que éste obtenga una comprensión propia y pueda dar sentido o
encontrar una justificación a su existencia.

Se definen numerosas tendencias, entre ellas la religiosa y la atea, aunadas por una problemática común
aunque cada una con su propio enfoque del entendimiento de la vida. La primera otorga primacía a la
relación del hombre con Dios mientras que la tendencia atea considera al individuo como único ser. Estas
concepciones se influyen mutuamente al manifestar las mismas preocupaciones y principios éticos, y por
experimentar las mismas decepciones en cuanto a todo lo que de absurdo y sin sentido hay en la vida.
Este afán por el espíritu de pesimismo, desasosiego y desesperación caracteriza a las tendencias del
movimiento existencialista. El existencialismo, o más precisamente la filosofía existencial, se interesa en
reflexionar sobre el sentido de la vida y de la muerte por encima de cuestiones abstractas; también intenta
mostrar un camino individualmente creativo para que el hombre pueda realizarse, hacerse y valerse a sí
mismo, a pesar de las pesadumbres y desasosiegos o de toda circunstancia.

El existencialismo y el arte

Algunos consideran que los conceptos desarrollados en la filosofía a propósito del existencialismo, han
sido fuertemente influenciados por el arte. Novelas, obras de teatro, películas, cuentos y pinturas, sin que
hayan sido catalogadas necesariamente como existencialistas, sugieren ser precursoras de sus postulados.
He aquí algunos autores y obras representativas:

La Epopeya de Gilgamesh, el texto literario más antiguo que se conoce, anónimo hasta ahora, hace
mención al tema de la muerte y la búsqueda incansable de la inmortalidad por parte del hombre.

Las tragedias de Eurípides, Sófocles y Esquilo, que ahondan en aspectos vitales como la angustia, el
destino y la imposibilidad de escapar de él.

Los libros sapienciales de la Biblia, como el Eclesiastés, algunos Salmos y el libro de Job, que dejan ver
afirmaciones y preguntas sobre el sentido de la vida, el sufrimiento y la vanidad de los actos del hombre.

Las tragedias de Shakespeare, como El Rey Lear, Hamlet y Macbeth; infuenciadas a su vez por los
trágicos griegos, los libros sapiensales de la Biblia y las ideas de Plutarco. El famoso monólogo de
Hamlet (Escena primera del Acto tercero), es considerado un ícono arquetípico del hombre
existencialista.

Autores realistas rusos como Dostoievski. En especial, novelas como Crimen y castigo, Memorias del
subsuelo, Los endemoniados, Los hermanos Karamázov y El idiota. Algunos temas recurrentes en las
obras de Dostoievski incluyen el suicidio, el orgullo herido, la destrucción de los valores familiares, el
renacimiento espiritual a través del sufrimiento (siendo uno de los puntos capitales), el rechazo a
Occidente y la afirmación de la ortodoxia rusa y el zarismo

Fausto, en la versión de Goethe, muestra problemas típicos del hombre, como la insatisfacción, los
conflictos entre la moral y el deseo -así como sus consecuencias-; y la búsqueda del conocimiento
infinito.

La poesía de algunos personajes del siglo XIX, conocidos popularmente como poetas malditos: Edgar
Allan Poe, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, Tristan Corbière, Stéphane Mallarmé,
Marceline Desbordes-Valmore, Auguste Villiers de L'Isle-Adam, François Villon, Thomas Chatterton,
Aloysius Bertrand, Gérard de Nerval, Lautréamont, Petrus Borel, Charles Cros, Germain Nouveau, Émile
Nelligan, Armand Robin, Olivier Larronde y John Keats.

La escasa obra de Gustav Meyrink, como El Golem o El rostro verde, encierran preguntas sobre la
situación espiritual del hombre; sobre la insoportable situación de insomnio, entre el sueño y el despertar.

Las novelas, cuentos y relatos de Franz Kafka, como El Proceso, El Castillo, La Metamorfosis; en las
cuales los protagonistas se enfrentan a situaciones absurdas, carentes de explicación, aunque haya
respuestas, a las que nunca tienen acceso.

La obra del escritor portugués, Fernando Pessoa, en particular: El Marinero y El libro del desasosiego.

Obras de autores franceses como La náusea, de Sartre; La peste, de Camus; Viaje al fin de la noche, de
Cèline; Para acabar con el juicio de Dios, de Artaud y la poesía y dramaturgia de Jean Genet.

Una de las novelas más conocidas de Hermann Hesse: El lobo estepario, plantea una situación en la que
el protagonista, Harry Haller, se encuentra sumido en un profundo dilema sobre su identidad. Hay dos
almas viviendo en su pecho: un lobo y un hombre, que representan la virtud y la humanidad, en contraste
con la satisfacción salvaje de los instintos y una profunda misantropía.

Las películas del cineasta sueco Ingmar Bergman, como El séptimo sello, Gritos y susurros y Fanny y
Alexander.

Los aforismos del autor rumano Emil Cioran: Brevario de podredumbre, Ese maldito yo o "La tentación
de existir".

El famoso cuadro de Edvard Munch, El grito.


Heidegger

El alemán Heidegger rechazó que su pensamiento fuera catalogado como existencialista. El equívoco
provendría, según los estudiosos, de la lectura e interpretación del primer gran tratado del filósofo, "Ser y
tiempo". En verdad, allí se plantea que el objetivo de la obra es la búsqueda del "sentido del ser"
-olvidado por la filosofía desde sus inicios-, ya desde los primeros parágrafos, lo cual con propiedad no
permitiría entender el trabajo -como expresa el autor- como "existencialista"; pero Heidegger, luego de
esa especie de anuncio programático entiende que es previa a la buscada ontología o dilucidación del ser,
una "ontología fundamental" y al consagrarse a ella con método fenomenológico, se dedica a un análisis
descriptivo pormenorizado y excluyente de la "existencia humana" o "Dasein", con una hondura y una
originalidad, inéditas en la historia del pensamiento occidental, siguiendo el método fenomenológico de
Edmund Husserl. Con posterioridad, el resto de su obra, que seguirá al primer tratado mencionado,
publicado en 1927, se ocupará de otros asuntos en los que ya no se transparenta la temática "existencial".
Esta aparente ruptura con el hilo conductor de su pensar primero, será un hiato en su discurso que el
filósofo no aceptará nunca como tal... Pero muchos críticos la denominarán: "el segundo Heidegger".

La característica principal del existencialismo es la atención que presta a la existencia concreta, individual
y única del hombre, por lo tanto, en el rechazo de la mera especulación abstracta y universal.

El tema central de su reflexión es precisamente la existencia del ser humano, en términos de estar fuera
( a saber, en el mundo), de vivencia, y en especial de pathos o temple de ánimo. En expresión de
Heidegger: «el-ser-en-el-mundo».

Heidegger, en efecto, se caracteriza, según algunos, por su firme pesimismo: considera al ser humano
como yecto (arrojado) en el mundo; el Dasein se encuentra arrojado a una existencia que le ha sido
impuesta, abandonado a la angustia que le revela su mundanidad, el hecho de que puede ser en el mundo
y que por consiguiente, ha de morir. Sartre, siguiendo a Heidegger, también dista de caracterizarse por un
estilo y discurso optimistas; plantea, al igual que Heidegger, al ser humano no tan sólo como yecto, sino
como pro-yecto: un proyecto en situación. No obstante, estas posturas no tienen que comprenderse
necesariamente como pesimistas; para Sartre la angustia de un alma consciente de encontrarse condenada
a ser libre, significa tener en cada instante de la vida, la absoluta responsabilidad de renovarse; y de este
punto parte Gabriel Marcel para sustentar una perspectiva optimista, que le lleva a superar cualquier
oposición entre el hombre y Dios, en contradicción con la concepción atea de Sartre.

Sartre

"El existencialismo ateo que yo represento (...) declara que, si Dios no existe, hay por lo menos un ser en
el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún
concepto, y que este ser es el hombre o, como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí
que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en
el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es
porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así pues, no hay
naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él
se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere
después de este impulso hacia la existencia. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el
primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara
bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto, sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la
piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser
algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es
ante todo un proyecto, que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una
coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante
todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser. Pues lo que entendemos ordinariamente por
querer es una decisión consciente, que para la mayoría de nosotros es posterior a lo que el hombre ha
hecho de sí mismo. Yo puedo querer adherirme a un partido, escribir un libro, casarme; todo esto no es
más que la manifestación de una elección más original, más espontánea de lo que se llama voluntad. Pero
si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es; yo opino que
es real el motivo o causa del ser."
Jean-Paul Sartre, El existencialismo es un humanismo
Ortega y Gasset

José Ortega y Gasset, influido como Heidegger, por Husserl, resumió su filosofía en la tesis Yo soy yo y
mi circunstancia; consideró que vida es la realidad radical, la relación entre el Yo y las circunstancias, el
ámbito en el que se hace presente todo, es el experimentar la realidad, un conjunto de vivencias, en las
que cada uno se relaciona con el mundo; la intuición es la vivencia en la que está presente la evidencia y
es sobre las evidencias que descansa nuestro conocimiento. "La vida es una actividad que se ejecuta hacia
adelante, y el presente o el pasado se descubren después, en relación con ese futuro. La vida es futurición,
es lo que aún no es”.

Otros antecedentes

Algunos analistas consideran que, ya en el siglo XIX, los alemanes Schopenhauer, Max Stirner y
Nietzsche eran existencialistas avant la lettre. Incluso, recusablemente existencialista (aun cuando la
palabra «existencialismo» no hubiera sido acuñada en su época), resulta como indicábamos el llamado
pesimista, por no llamarlo realista Søren Kierkegaard, quien inaugura lo que se denomina
existencialismo cristiano (en este sentido, incluso Blaise Pascal podría considerarse un precedente).

Tres escuelas de existencialismo

En términos: a) de la existencia e importancia de Dios o asimilabiles como lo Espiritual o el Ser; b) a su


negación; c) los dudosos o no-importancia de Eso por la existencia. Se pueden ver tres escuelas de
pensamiento existencialista: la teológica, la atea y la agnóstica.

Existencialismo teísta

Esta escuela se puede ulteriormente dividir en "religiosa" y "espiritualista". El existencialismo teologico-


religioso halla en Kierkegaard el primero y mayor representante. Heidegger representa el existencialismo
espiritualista con su concepción del "ser" y se distancia expresamente del existencialismo ateo de Sartre
en su Carta sobre el humanismo. También Buytendijk, psicólogo cercano a Heidegger, admite ser
existencialista su esta línea. Martin Buber, por su parte, representa a una corriente de existencialismo
judío muy influida por el hasidismo. Mientras que Gabriel Marcel y Jacques Maritain son encuadrables
dentro de un "existencialismo cristiano" no tanto de línea kierkegaardiana sino más bien
jasperiana/mounierista (filosofía de la existencia y personalismo). También Nikolai Berdyaev puede
considerarse un existencialista religioso de fe ortodoxista.

Existencialismo ateo

El existencialismo ateo es expuesto en el siglo XX por Jean-Paul Sartre y Albert Camus, que escriben
novelas, obras teatrales y ensayos filosóficos. Pero Sartre es, sin duda, aquel que ha dado con El ser y la
nada un ejemplo de ateísmo filosófico importante.

En el siglo XXI hay que mencionar tres filósofos ateos (dos franceses y un italiano) muy interesantes. Se
trata de André Comte-Sponville, Michel Onfray y Carlo Tamagnone.

Existencialismo agnóstico

Es un existencialismo por el cual la existencia o no de Dios es una cuestión irrelevante para la existencia
humana. Merleau-Ponty puede ser considerado gran representante de la corriente, aunque manteniendo
más nexos con la fenomenología de Husserl

Pensadores próximos

Otros destacados pensadores adscribibles al existencialismo, en mayor o menor grado, serían: Edith Stein,
Nicola Abbagnano, Emmanuel Lévinas, Maurice Blanchot Peter Wessel Zapfe, Karl Jaspers, Max
Scheler, Simone de Beauvoir, Simone Weil, Abraham Alonzo, Jonás Barnaby, Emmanuel Mounier e
incluso Paul Ricoeur y Hans-Georg Gadamer.
Fenomenología

La fenomenología (del griego: φαινόμενoν: "apariencia", λογος: "estudio, tratado") es una parte o ciencia
de la filosofía estudia y analiza los fenómenos lanzados a la conciencia, es decir, las esencias de las cosas.
Dicho de otro modo, la fenomenología es la ciencia que estudia la relación que hay entre los hechos
(fenómenos) y el ámbito en que se hace presente esta realidad (psiquismo, la conciencia).

Lo que vemos no es el objeto en sí mismo, sino cómo y cuándo es dado en los actos intencionales. El
conocimiento de las esencias sólo es posible obviando todas las presunciones sobre la existencia de un
mundo exterior y los aspectos sin esencia (subjetivos) de cómo el objeto es dado a nosotros. Este proceso
fue denominado epoché por Edmund Husserl, el padre de la fenomenología y se le caracteriza por poner
entre paréntesis la existencia de las cosas; es decir, va a las cosas mismas.

Husserl introduce más tarde el método de reducción fenomenológica para eliminar la existencia de
objetos extramentales. Quería concentrarse en lo ideal, en la estructura esencial de la conciencia. Lo que
queda después de esto es el ego transcendental que se opone al concreto ego empírico. Ahora con esta
filosofía se estudian las estructuras esenciales que hay en la pura conciencia, el noemata y las relaciones
entre ellos.

La fenomenología también es un método. A diferencia del método cartesiano que tomaba por "real" todo
aquello que fuera primero dudado y luego pensado de manera "clara y distinta", el método
fenomenológico toma por real todo aquello que es pensado de manera clara y distinta y puesto en
perspectiva temporal. Así, hoy se habla de una psicología, una politología, una historiología
fundamentadas explícitamente por el método fenomenológico y se trabaja en un desarrollo de las ciencias
matemáticas y físicas, por poner algunos ejemplos.

Contenido

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• 1 La conciencia en la fenomenología
• 2 Solipsismo y Fenomenología
• 3 Fenomenólogos

• 4 Enlaces externos

La conciencia en la fenomenología

La fenomenología es la ciencia que estudia la relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito
en que se hace presente esta realidad (siquismo, la conciencia).

La conciencia es intencional, está lanzada al futuro. Es un "ir hacia" que busca, encuentra y sobrepasa lo
encontrado.

La conciencia se mueve en tres tiempos (imaginación, sensación y memoria como futuro, presente y
pasado). Los tiempos de conciencia se dan indisolublemente en estructura primando siempre el "ir hacia",
la intención. En la conciencia, a diferencia del tiempo público que va desde el pasado hacia el futuro,
puede estar en el pasado "recordando" algo mientras experimenta la sensación que le produce ese
recuerdo. Recuerdo que no se presenta pasivamente sino que es evocado por una necesidad de futuro
(intencionado).

El primado del futuro coloca a la conciencia frente al problema de la muerte (finitud), de tal manera que
no hay acto en ella que en última instancia no esté relacionado.

La conciencia trabaja en estructura con el mundo, por lo cual hablar de un fenómeno es indisoluble de
hablar de la conciencia y a la inversa; para hablar de la conciencia siempre tendremos que hacerlo con un
fenómeno.
Entendemos por descripción fenomenológica a toda descripción que se haga de la conciencia referida a
un fenómeno desde el punto de vista de la temporalidad.

Entendemos por reducción fenomenológica a la intención que pone conciencia en todo acto, en todo
fenómeno. De ahí que en toda descripción fenomenológica lleve implícita en su desarrollo su
correspondiente reducción fenomenológica. Y a su vez, no es posible hacer una reducción
fenomenológica sin su correspondiente descripción fenomenológica.

La intención que pone conciencia en un acto, también se llama esencia y es el objeto de la reducción
fenomenológica.

Solipsismo y Fenomenología

Una de las acusaciones que se le hacen a la Fenomenología es su presunta incapacidad de llegar al "objeto
en sí", en cuanto independiente de la Conciencia. Autores tan imnportantes como José Ortega y Gasset,
solamente al final de su vida, concedieron a la Fenomenología una posibilidad de ruptura con el
solipsismo.

Este problema es resuelto por Heidegger apelando a un análisis de la temporalidad. Dirá que el tiempo
para la conciencia que lo experimenta no es una sucesión de instantes "del pasado al futuro", sino un "ir
hacia el futuro (finitud) que va cobrando conciencia de su ir. Ejemplificando: Uno va hacia su muerte, y
en este ir va "siendo", de tal manera que lo que es, es "en la muerte". Una representación de conciencia,
en cuanto a su temporalidad, no se entiende si no es "como acumulación del momento anterior" que va
fluyendo en el tiempo, hasta su final, de momento que ya "es" en su final. En un momento dado, esa
representación "conserva" los elementos añadidos en el tiempo.

Ahora bien, por la comprensión de la propia finitud, se cae en cuenta que el "mundo", en cuanto
temporalidad, tiene la misma estructura. Las cosas no "desaparecen", se conservan en un "ir yendo" hacia
su finitud, de tal manera que solamente son en su finitud.

De ahí que en su origen, conciencia nace del mundo, está en todo momento en el mundo y su destino es
en el mundo, que como mundo, tiene una temporalidad más extendida que la conciencia. Pero tienen en
común su misma estructura temporal.

Dirá Heidegger que es la dificultad en asumir la propia finitud, la que impide ver que el tiempo no es una
"sucesión de instantes hasta el infinito". No es de un pasado hasta el futuro infinito, entonces. Es de un
finitismo que, en su conclusión revela la historicidad intrínseca de todo fenómeno, sea este del yo-
observador, de la representación intencionada ó del objeto "en sí" en el mundo.

Por otro lado: Tenemos noticia del objeto del mundo a través de la sensación. Sensación que estructurada
es dada en conciencia como percepción. Puesto que en conciencia no se puede dar ningún fenómeno que
no sea "espacializado",con un color y una extensión (Husserl), no cabe otra manera de entender cómo
conciencia puede atrapar una sensación que no sea "espacializada en sí". También, cuando dejamos un
objeto, y al cabo de un rato volvemos a tocarlo, se nos revela una "acumulación temporal", en el sentido
de que el objeto como percepción "no desaparece para conciencia", mantiene su historicidad intrínseca
como objeto.

Sintetizando: En conciencia y en "el objeto en sí en el mundo", en esencia, todo es un "ir hacia" (futuro) y
un dar "cuenta de algo"(pasado) que se da en la forma de espacialización (momento presente). Esto
plantea una dificultad de comprensión que se resuelve teniendo copresente el registro de la propia finitud
del que se interroga por la existencia real del mundo, que no se da a conciencia independientemente del
observador, pero es comprendido por ella en el sentido de "lo que estaba, lo que está y lo que estará
cuando yo no esté". Y es imposible verlo solamente desde la ingenuidad del "momento presente", en el
cual toda representación siempre es para conciencia "conciencia de algo" y no una mera "fotografía"
despojada de su intencionalidad. De ahí que sea una ingenuidad tratar de hacer descripciones y
reducciones fenomenológicas sin tener copresentemente, por parte del que las realiza, el registro de su
propia finitud.
Fenomenólogos

Aunque el término "fenomenología" fue usado muchas veces en la historia de la filosofía antes de
Husserl, el uso moderno de la palabra está ligado explícitamente a su método particular. A continuación
se presenta una lista cronológica de pensadores importantes en el desarrollo de la fenomenología, con
comentarios breves de sus contribuciones:

• Friedrich Christoph Oetinger (1702 - 1782) pietista alemán, usó el término en el estudio del
"sistema divino de relaciones".
• Richard Kleiderman: Racionalista, usa el método para los problemas del conocimiento.
• David Hume (1711 – 1776) Filósofo escocés, llamado a veces escéptico o partidario del sentido
común. Aunque esta conexión es algo tendenciosa, Hume, en su Tratado sobre la Naturaleza
Humana, parece tomar un enfoque fenomenológico o psicológico al describir el proceso de
razonamiento de la causalidad en términos psicológicos. Esta es también la inspiración para la
distinción kantiana entre la realidad noúmenica y la fenoménica.
• Johann Heinrich Lambert (1728–1777) Matemático, físico y filósofo de la teoría de la
apariencias que son la base del conocimiento empírico.
• Immanuel Kant (1724–1804), en la Crítica de la razón pura, diferenció entre objetos como
fenómenos, que son los objetos formados y asimilados por la sensibilidad humana y el
entendimiento, de los objetos como cosas-en-sí o noumenos, que no se nos aparecen en el
espacio y el tiempo y sobre los que no podemos hacer juicios legítimos.
• Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770–1831) cuestionó la doctrina de Kant de la cosa-en-sí que
no se puede conocer, y declaró que al conocer los fenómenos más plenamente, podemos llegar
gradualmente a una conciencia de la verdad absoluta y espiritual de la Divinidad.
• La Fenomenología del espíritu de Hegel, publicada en 1807, provocó numerosas opiniones
encontradas, incluyendo los trabajos existencialistas de Søren Kierkegaard, Martin Heidegger y
Jean-Paul Sartre, así como el trabajo materialista de Marx y sus muchos seguidores.
• Franz Brentano (1838 - 1917) parece haber utilizado el término en algunas de sus ponencias en
Viena. También tuvo a Edmund Husserl como discípulo, y pudo haber influido en su visión de la
intencionalidad.
• Eugenio María de Hostos (1839 - 1903) utilizó el método fenomenológico indirectamente en su
Tratado de Moral.
• Carl Stumpf (1848 - 1936) lo usó para referirse a una ontología del contenido sensorial.
• Edmund Husserl (1859 – 1938) redefinió la fenomenología primero como una especie psicología
descriptiva y después como una disciplina eidética fundacional y epistemológica para estudiar
las esencias. Se le conoce como el "padre" de la fenomenología.
• Max Scheler (1874 - 1928) desorrolló aún más el método fenomenológico de Edmund Husserl y
lo extendió para incluir una reducción del método científico.
• Martin Heidegger (1889 – 1976) criticó la teoría de la fenomenología de Husserl mientras
trataba de desarrollar una teoría de la ontología que lo llevó a su teoría original del Dasein, el ser
humano abstracto en su gran obra Ser y Tiempo.
• Edith Stein (1891 - 1942)
• Jean-Paul Sartre (1905-1980) empleó el método fenomenológico de Edmund Husserl, que había
estudiado en Berlín, para desarrollar su célebre obra El ser y la nada que explicó en una
ontología existencialista atea.
• Alfred Schütz (1899-1959) desarrolló una fenomenología del mundo social sobre la base de la
experiencia diaria, misma que ha influido a sociólogos importantes como Peter Berger y Thomas
Luckman.
• Gaston Bachelard (1884-1962) Epistemólogo, eminente literato y psicoanalista francés, elaboró
una fenomenología de la imaginación material y redefinió el concepto de símbolo en la
fenomenología de las religiones.
• Francisco Varela (1946-2001) Biólogo y filósofo chileno, que planteó las bases de estudio de la
fenomenología experimental a través de la neurociencia.

El uso posterior del término está basado principalmente en, o (críticamente) relacionado con, la
presentación de Husserl y la explicación de una ontología por esencias. Esta rama de la filosofía se
diferencia de otras en que tiende a ser más "descriptiva" que "explicativa".

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