4 Errores frecuentes
Convertir la entrevista en un interrogatorio
Uno de los objetivos de la entrevista es obtener informacién. La
informacién es necesaria para hacer un plan de actuacién. Pero obte-
ner informacién no es el tinico y, a veces, no ¢s el principal objetivo
de Ja entrevista. Para que el proceso tcrapéutico avance es preciso
que el paciente se sienta involucrado en un intercambio comunica-
cional util para su objetivo de recibir ayuda y en un clima de con-
fianza. Muchas de las cosas que el paciente puede relatar pueden ser
dolorosas de recordar y dificiles de expresar. Esto no quiere decir
que esas cosas puedan ser evitadas en la terapia (todo lo contrario).
Pero han de tratarse en un clima de confianza y seguridad y puede
que haya que dedicar una parte de la conversacién a generar ese cli-
ma. De otro modo la indagacién puede ser vivida por el paciente
como algo al servicio de otros objetivos y despertar resistencias.
Hacer juicios criticos
La suspensién del juicio (base de la aceptacién incondicional de
los rogerianos) es una de las condiciones de posibilidad del proceso322 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS
psicoterapéutico. El terapeuta se compromete, para serlo, a trabajar
de acuerdo con el sistema de valores del paciente y a no aceptar que
los suyos interfieran en el proceso de tratamiento.
Los juicios del terapeuta pueden impregnar inadvertidamente
sus intervenciones, aunque esa no sea la intencién principal de la
misma. Buena parte de los términos que utilizamos los terapeutas
en nuestra jerga para referirnos a nuestros pacientes tiene connota-
ciones criticas. Términos como manifulador, inmaduro, irracional, histé-
rico, rigido, inadecuado, patolégico 0 controlador tienen una notable carga
peyorativa. No es lo mismo decir “vamos a intentar trabajar juntos
para ver si llega usted a ser capaz de tener un comportamiento mds
adulto” (que supone calificar de infantil el comportamiento actual
del paciente) que “vamos a trabajar juntos para intentar conseguir
que las experiencias que tuvo en el pasado no interfieran en su
intento de afrontar este problema” (que supone en el paciente la
intencién de actuar como un adulto y de luchar contra lo que le
dificulta este intento). Wachtel (1993) ha dedicado un magnifico
manual a la deteccién y correccién de estas tendencias.
Aceptar toda la responsabilidad en el trabajo terapéutico
A lo largo de este texto hemos insistido en el papel del terapeu-
ta como facilitador de un proceso cuyas metas y objetivos son res-
ponsabilidad del paciente. El terapeuta es un experto en un tipo de
conversacién especial (terapéutica) que puede facilitar que el
paciente sortee algunos obstaculos para adoptar este papel. Pero es
el paciente el que es un experto en si mismo y es a ella a quien
corresponde tomar las decisiones que han de guiar su vida y deter-
minar qué valores han de regir estas opciones.
Pero la terapeuta es también un ser humano que se puede sentir
conmovida por la necesidad de ayuda que el paciente expresa en
esta conversacién y se puede sentir impelida a prestarla ms alld de
su papel de terapeuta. Si lo hace se puede encontrar asumiendo res-
ponsabilidades que, no solamente no facilitan sino que, frecuente-
mente, entorpecen o impiden el proceso terapéutico. Prestar dine-ERRORES FRECUENTES 323
ro, dar el teléfono particular o evar al paciente en el propio coche
serian ejemplos groseros de esto, que pocos terapeutas aceptarfan
como pertinentes. Sin embargo es frecuente que esta actitud se tra-
duzca en acciones més sutiles y no tan infrecuentes de ver:
Dar consejos
Dar consejos plantea muchos problemas. En primer lugar, colo-
ca al terapeuta en una posicién que no esta autorizado para deten-
tar. El terapeuta no tiene por qué saber qué es lo mejor para su
paciente (a la hora de elegir casa, amante 0 trabajo, por ejemplo).
Dar conscjos supone colocarse por encima del paciente, atribuyén-
dose un mejor conocimiento sobre lo que es conveniente para él,
del que él mismo tiene.
Pero, ademas, como minimo, dar consejos suele ser inutil. En pri-
mer lugar lo frecuente es que, cuando se nos ocurra un consejo, el
paciente se lo haya ofdo ya a otras personas (seguramente tendra
amigos por lo menos tan sagaces como nosotros) y, probablemente
asi mismo. Si recomendamos algo que el paciente quiere pero no ha
conseguido hacer, puede vivir que le estamos recriminando no ha-
berlo hecho u ofenderse porque no le consideremos capaz de haber
pensado en ello. Si lo que sucede es que est4 dudando entre varias
alternativas tampoco tendr4 un criterio para optar por una u otra.
No quisiéramos decir tanto como que el consejo no cabe en psi-
coterapia, porque, a veces, puede ser titil. Pero si que es un tipo de
intervencién que rara vez es util y que, antes de usarla, conviene
preguntarse sino habria otro tipo de intervencién mds util para el
proceso terapéutico.
Proponer objetivos no suscitados por el paciente
En ocasiones el paciente tiene dificultad para explicitar los obje-
tivos que pretende con la terapia. En situaciones as{ el terapeuta, en
lugar de explorar esta dificultad, puede sentirse impelido a propo-
ner objetivos que respondan a sus ideas sobre normalidad, salud, 0
cualquier otro criterio no resultante de un acuerdo personal con el