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LA PENA DE MUERTE, ¿EL CASTIGO MÁS JUSTO?

En la mayoría de los medios de comunicación, como lo son las noticias, redes sociales y demás, se

plasman muchos de los actos criminales ejecutados en nuestra sociedad. Dejando evidenciar el

desprecio y sobre todo el odio, que desarrollan muchos de la población hacia estos. Gracias a ello,

hoy en día tenemos más votos a favor de la legalización de la pena de muerte Pero, realmente, la

pena de muerte es un acto incoherente que jamás debe llevarse a cabo en alguna constitución

política. Como dijo Piotr Alekséyevich Kropotkin “Cuanto más estudiamos la cuestión, tanto más

estamos obligados a afirmar que la sociedad, en sí, es responsable de las acciones antisociales

cometidas en medio de ella; y que ningún castigo, ninguna cárcel y ningún verdugo puede disminuir

el número de tales hechos; solamente puede hacerlo una reorganización de la sociedad misma.”

Existen diversos factores que explican por qué no favorece a la sociedad la toma de esta medida.

En el momento en el que un régimen político castiga a uno de sus individuos utilizando este

singular método, aun cuando su actuar fue comprobado, el estado obra por imitar las tan repulsivas

conductas del condenado. Esto a simple vista es una seria contradicción, dejándonos en claro que

matar, según ellos, puede ser una forma legal de resolver los problemas de cada individuo.

Nosotros como especie, vivimos muchas de las guerras que se generaron anteriormente gracias al

conflicto de intereses, acabando así, con millones y millones de inocentes. Lo podemos evidenciar,

con las dos pasadas guerras mundiales, en donde la mayoría de jefes y estados del mundo

participaron, dejándonos una cifra de muertes inimaginable y asimismo en la época Teo centrista

donde se ejecutaba a la gente de las peores formas que existían y se efectuaban las famosas

cruzadas . La aprobación de la pena de muerte, por consiguiente, significaría retomar épocas de

sangre, que por simple percepción eliminamos gracias al pensamiento más objetivo que tenemos
hoy en día. Por tanto, matar es la peor solución para finalizar los problemas humanos más graves

que se ocasionen.

Uno de los objetivos de las ejecuciones, dícese, es el de cambiar el pensamiento de los criminales y

generar miedo, para que con ello, no quieran realizar actos de este tipo. Pero, en realidad la pena de

muerte no los llegaría a intimidar ni un poco. La justificación de esto, se sintetiza en que

delincuentes que cometen acciones muy graves para la salud de otras personas, son insensibles

físicamente y moralmente al intento de daño de cualquier tercero. El oficio que ellos ejercen los

hace pensar que están en riesgo de morir todo el tiempo, y conocen perfectamente las consecuencias

de sus actos. Por ende, el método de suspender el dolor con la muerte, no es el mejor para castigar y

enseñar a una sociedad lo que podría suceder en casos reiterativos.

Como consecuencia de lo anterior, la pena de muerte no ejemplariza a quienes cometen los actos

más aberrantes en la sociedad. Si así fuese, en los lugares donde es legal este método, los índices de

crímenes violentos habrían disminuido de una manera visible. Por lo que esto aún no ha sucedido en

condados de estados unidos donde se rige esta pena. Por ejemplo, en Colombia los asesinos no

tienen una expectativa de vida amplia, por lo cual esperan llegar al promedio de 30 años. A

personas de esa clase, no se les intimida con tal proceso, pues para ellos, la vida no tiene valor. En

muchos de los países donde se aplica la pena de muerte, la sentencia es designada para mayores de

18 años, si así se aplicara en nuestro país, los sicarios optarían por utilizar menores de edad para que

reemplacen sus responsabilidades omitiéndoles la pena de muerte a ellos.

Con el pasar de los tiempos, se ha comprobado, en la historia, lo injustos que fueron muchas

organizaciones del estado al elegir castigos dolorosos a gente la cual, no tenía una investigación

clara de sus actos, y por esto, muchos de ellos resultaban siendo inocentes. Esto nos deja en claro

que, si instituciones con mejor equipamiento fiscal y jurídico fallaron en sus actos, nosotros estamos
inclinados también a cometer errores. Un caso famoso, que no ayudara a ilustrar la injusticia, es el

de “los seis de Birmihan”. En donde una corte de Londres condeno a cadena perpetua a seis

irlandeses, sospechosos de haber hecho explotar una bomba en un pub de Birmihan dejando 21

muertos en 1974. Solo comenzando el año de 1991 los ingleses pidieron perdón, luego de

exhaustivas investigaciones.

Durante 16 años, 3 meses y 21 días que los condenados estuvieron en la cárcel, sufrieron diversos

tipos de tortura. Este caso no fue el único cometido por la jurisdicción británica. ¿Hubieran tenido

oportunidad los jueces de corregir el error, si a los condenados, se les hubiera dictaminado muerte? ,

¿Qué nos espera a nosotros al determinar el destino de una persona criminal de este tipo, Si no

optamos por un sistema criminalístico e investigativo tan eficiente como el de ellos? De esta

manera, la pena capital también debería regirse para los jueces cuyas sentencias no están del todo

concretas, pues si, ¿no? Vendría siendo un acto de corrupción y de inoperancia. Esto si generaría

miedo de posibles destinos fatales gracias a la utilización de investigaciones con pocos argumentos.

Con los actos evidenciados en los medios de comunicación, parece ser, que más allá de querer

menos criminalidad en las calles, lo que se busca es venganza de parte de toda la sociedad. Se

siente un espíritu de venganza en cada voto a favor de la pena de muerte. Pero, realmente ¿La

venganza es el mejor sentimiento que puede generar un grupo de individuos contra alguien? La

pena de muerte debe a su invención, la necesidad de acabar con los delincuentes y enseñar al

público la “horrenda” consecuencia de cometer actos iguales. Ya que desmentimos esto, parece ser,

que mayormente se realizó por el odio hacia alguien y ¿esto como nos beneficia como sociedad?

Seguramente, nos saciara la sed de venganza contra este individuo, pero no quitara la problemática

del que aun existan personas de este tipo, cometiendo actos iguales o peores.

Algo que tienen que enfrentar los jueces generalmente, es que la naturaleza de algunas acciones,

dificultan establecer proporcionalidad entre el daño causado y la pena que se les dictamina. Gracias

a ello, se deben tomar cuidadosamente las pruebas y los hechos entregados, para así, elegir de
manera correcta el castigo que se debe imputar al individuo. Esto, por obvias razones, no quiere

decir, que se está tomando mayoritariamente tolerancia hacia el acusado, sino que es necesario

sobreponer una gama de valores por encima de quien se condena. Pues que el estado responda a

actos perversos con poca indagación y objetividad, es la acción más repudiable.

La pena de muerte se podría llevar a cabo, sin con ella se eliminaran las verdaderas causas de la

criminalidad. Pero, mientras existan problemáticas en nuestro sistema judicial, por ejemplo , la

desigualdad ante las instituciones jurídicas , la propiedad de tierras de personas que ni las trabajan y

tampoco dejan a los campesinos cultivar; mientras aun exista preferencias de estratos sociales al

obtener educación, trabajo y justicia, no es correcto legalizar un castigo tan drástico. Con la

imposición de la pena de muerte se amenaza al criminal, pero eso no soluciona de raíz las

problemáticas de violencia.

En nuestro país, es muy común ver, como delincuentes de mayor estrato social, permanecen en

libertad, aun cometiendo actos vandálicos más significativos que comprarle una empanada a un

vendedor ambulante. Ellos quedan sin castigo, gracias al dinero que los resguarda, en donde pueden

comprar el silencio de cualquier persona y sobornar, como no, a los jueces. Con esto podemos

inferir, que realmente las cárceles están repletas de gente de estrato bajo. De ahí concluimos que la

pena de muerte, sería solo aplicada a este sector.

En conclusión la pena de muerte es un cruel castigo cuya aplicación genera una contradicción,

colocando al que la impone en el mismo plano de los delincuentes a los que se les dictamina. Algo

así como cuando una profesora te dice que no debes imponer tus normas en el salón de clase,

cuando ella misma crea las suyas para ti.

Si la vida es un derecho fundamental para cada ser humano, el anularla es la primera violación a la

ley, y si el gobierno quien legaliza el crimen, pasa por encima la violación, el mismo es el que omite
este derecho. Es por esto que, cuando una ley no satisface todos sus propósitos de mejorar una

problemática, lo mejor es no aprobarla.

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