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Las diferentes tasas de crecimiento entre la población y la

biosfera.
El hombre, ese animal con capacidad de razonar y discernir de lo bueno y lo malo, tiene ahora
entre sus manos las llaves con las que puede construir el progreso definitivo de la sociedad o
el acabose de la misma; las leyes de la naturaleza ahora nos están condenado a enfrentar el
problema más grave que se nos ha presentado, el de ¿cómo construir un progreso económico
contemplando la biosfera como el principal sustrato de la vida misma?, ya que todos los
fenómenos de la naturaleza como del hombre tienen una interrelación causal, en cuanto que
la condición del hombre estaría dada por la virtud y valor de preservar los medios naturales
que son la base del progreso de la sociedad.
Esa profunda relación del hombre con el medio ambiente, conlleva a plantear la
conservación relativa del ambiente en el tiempo; puesto que el hombre en su realidad llega a
satisfacer sus necesidades, a costa del daño del medio ambiente en un determinado lapso,
habiendo una conexión entre el cuerpo de los medios de producción y el perjuicio de la
naturaleza; ya que el aparato productivo en vez de ir cada vez disminuyendo los recursos
naturales para producir dicho bien o mercancía, este necesita una cantidad mayor relativa de
recursos naturales, debido a que la progresión geométrica de la población que crece a dispar
a la progresión aritmética de la naturaleza.
La tendencia clara es a enfrentar estas dos fuerzas desiguales, si se mantiene a lo largo del
tiempo sin ningún tipo de modificación, siendo las demás variables constantes; es decir, una
progresión geométrica de la población versus la progresión aritmética de naturaleza van a ser
las generadoras de conflictos sociales y ambientales, que contendrían el germen de la
destrucción de la sociedad y de la naturaleza. Ahora bien, para tales efectos la lógica social
señala su remedio; restringir el crecimiento poblacional para que estas dos fuerzas desiguales
se mantengan en un nivel constante o igual.
Es verdad que esto no socavara la desigualdad entre los hombres en términos de riqueza, ya
que la riqueza como la conocemos no es producto de la naturaleza, sino de la incidencia del
hombre en la misma para poder producir bienes y servicios que satisfagan las necesidades de
la sociedad; es entonces la riqueza un producto del trabajo relativo del hombre sobre la tierra,
puesto que por sí solo el trabajo no constituye riqueza hasta que no tenga valor útil en la
sociedad. Por lo que las desigualdades absolutas siempre van a existir, ya que son producto
de las relaciones sociales de producción, donde aquellos que en su calidad de trabajo sean
más productivos y satisfagan de mejor manera el mercado, serán recompensados de la misma
forma; por ende, el trabajo será remunerado según su calidad y esfuerzo relativo que
constituye producir cualquier mercancía.
Entonces, podremos rechazar cualquier insinuación que pretenda afirmar que la disminución
progresiva de la población constituirá una mayor igualdad en términos de riqueza; ya que si
bien, la población es un factor o variable que afecta directamente a la economía, no lo es en
términos de riqueza dado que eso dependerá de las fuerzas productivas y de la distribución
de bienes y servicios que tenga cada país. Además dicho aumento continuo de la
productividad derivado de la división del trabajo y el comercio lo que ha permitido es que
todos, desde el más pobre hasta el más rico se vean beneficiados en una proporción realmente
considerable de bienes y servicios.
Entretanto es el trabajo útil aquella actividad racional que constituye el bienestar social y por
ende el aumento de la población; ya que a un mayor aumento del bienestar social, el hombre
por sus instintos naturales de supervivencia y de multiplicación, tendrá la necesidad y
facilidad de reproducirse, llegando hasta tal punto de subsistencia, por lo que no es misterio
que dicha afirmación sea cierta y verídica contraponiéndola con la historia y el aumento
demográfico de los países.
Ahora bien la propensión media de nacimientos y de muertos no es igual en cuanto que la
muerte de las personas se comporta de manera aritmética y el crecimiento de la población de
manera geométrica; esto debido al crecimiento geométrico del bienestar social y de la
tecnología en todos aspectos de la vida cotidiana del hombre, por lo cual podremos decir que
nuestro mundo en general cada día está siendo más poblado y requiere de una mayor
intervención en la naturaleza para satisfacer las necesidades. No cabe duda que los medios
de subsistencias están en un riesgo inminente, en cuanto que es muy probable que la biosfera
no soporte tal aumento de la población y de los residuos que estos dejan producto del
consumo de mercancías. Por lo que la única forma para que se establezca una relativa
igualdad entre los desechos y la capacidad de absorción de la biosfera, es con una reducción
significativa de la población.
Quienes sostienen que el problema no se basa en la población sino en la explotación excesiva
de los recursos naturales, caen en el error teórico de desconocer que dicha explotación
excesiva es producto de la demanda agregada de bienes, que al interactuar con la biosfera se
llega a la conclusión de que las perdidas y los costos de esta, son mayores con respecto al
ritmo que se recupera. También recurren a la reducción del consumo como medida de
conservación de la biosfera, pero la realidad es que esta medida es ínfima a una problemática
que necesita de medidas drásticas para enfrentar el daño ecológico.
Es posible que el aumento tecnológico pueda en buena medida eliminar muchas de las
externalidades negativas producto de la relación del hombre con la naturaleza, pero esto no
es suficiente para detener el daño ambiental que se ha estado haciendo, además que en
muchos casos se necesita del poder coercitivo del Estado para que se induzca a preocuparse
por el medio ambiente por parte de los agentes económicos, puesto que los conocimientos
científicos y tecnológicos en la mayoría de casos no están dirigidos a buscar soluciones a las
problemáticas ambientales, sino reproducir los estilos de producción a corto plazo, los cuales
contemplan la satisfacción del mercado y desconociendo el ecosistema que lo rodean.
Por lo que a mí respecta, dicha disminución de la población debe tener ética, ya que mis
palabras en vez de tomarse por buenos ojos pueden en dado caso mal interpretarse y producir
los mayores vejámenes que el mundo allá contemplado, aquella ética que yo pregono que
creo puede dar luz a dicha problemática recae en su esencia misma de lo bueno y lo justo; el
arte del buen vivir plantado desde la antigüedad clásica, donde el obrar del hombre debe estar
dado por una máxima, en la cual uses a tu propio ser como verdugo y juez de tus actos
contemplando aquello que la justicia en virtud de su esencia pueda verlo como fin y no como
un medio. Aquello que se haga sin ética estará condenado a desaparecer por la misma fuerza
del agravio con que se creó.

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