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Autos: Gordillo, Raúl Hilario.

Fecha: 29.09.1987
Hechos: La Cámara Novena en lo Criminal de Córdoba declaró a Raúl Hilario Gordillo responsable de los delitos de
corrupción calificada (en perjuicio de Stella Maris Gordillo) y violación calificada continuada (en perjuicio de Silvia
Yolanda Gordillo) en concurso real. Contra la denegatoria del recurso extraordinario interpuesto por el procesado, el
defensor del nombrado ha recurrido en queja ante esta Corte.
El recurso extraordinario de apelación posee como requisito inexcusable el fenecimiento de las disputas en sede
local, lo que implica el agotamiento de todas las instancias hábiles allí establecidas y no es posible considerar como
"Superior Tribunal de Provincia" al tribunal cuya sentencia se impugna (Cámara Novena en lo Criminal de Córdoba).
Pero, la razón por la cual no se han agotado todas las instancias locales debe buscarse en actos procesales atribuibles
al tribunal de grado. El acusado presentó ante el tribunal una carta manuscrita donde solicitaba la casación de la
sentencia condenatoria y designaba además como abogado defensor al asesor letrado, el cual fue denegado en razón
de adolecer aquél de defectos formales, entre los que se encontraban la falta de firma de letrado y el haber omitido
citar las disposiciones legales que considerara violadas o erróneamente aplicadas.
Sobre la procedencia del recurso.-
Se hace lugar a la queja sosteniendo que:
Es de equidad y aun de justicia apartarse del rigor del derecho para reparar los efectos de la ignorancia de las leyes
por parte del acusado o del descuido de su defensor. En este sentido, es deber ineludible -ante la manifestación del
letrado de no poder cumplir con su cometido por no contar con tiempo material- de darle la posibilidad real para
ello, y si hubiese sido necesario, reemplazarlo por otro defensor. Es práctica considerar bien establecidas las
peticiones informales presentadas por personas detenidas como recursos extraordinarios ¨in forma pauperis¨ de
cuya debida tramitación, con la pertinente asistencia letrada, han de realizar los tribunales de la causa.
La omisión del tribunal en cumplir con estos extremos constituye una violación al derecho de defensa en juicio que
le corresponde al acusado, dado que ha tenido como consecuencia que el letrado designado no haya dicho una sola
palabra en su defensa.
No basta para cumplir con las exigencias básicas del debido proceso que el acusado haya tenido patrocinio letrado de
manera formal, sino que es menester además que aquél haya recibido una efectiva y sustancial asistencia de parte de
su defensor.
Si, sin perjuicio de los reparos de naturaleza procesal que pudieran merecer sus presentaciones, lo cierto es que, en
definitiva, el procesado hizo saber en tiempo oportuno, dentro de las reducidas posibilidades que le daban sus
conocimientos técnicos y su situación de encierro, que deseaba recurrir por la vía extraordinaria local y federal, el
tribunal tenía el deber, en virtud de la manifestación del letrado de no poder cumplir con su cometido por no contar
con tiempo material, de darle la posibilidad real para ello, y, si hubiese sido necesario, de reemplazarlo por otro
defensor. La omisión en cumplir con estos extremos constituye, así, una violación al derecho de defensa en juicio que
le corresponde al acusado, ya que en virtud de un excesivo rigorismo formal el letrado designado no lo defendió en el
ordenamiento recursivo local (Voto de los Dres. José Severo Caballero y Augusto César Belluscio).

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