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repelidos por los
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peersLOS PUEBLOS DEL MAR
PIRATAS DE LA
AD DEL BRONC
Se RC ten ec e ie ag
sacudidos por una serie de destructivas invasiones, Fortalezas y ciudades
enteras cayeron ante el empuje de unos guerreros legados por mar
Texto OSCAR MARTINEZ GARCIA
ccescribes que se ha divisado en el mar al enemigo
Peer OS etn ea
ene eee ae ce
pas, ts carros, :dénde se encuentran situados
tienes a mano?, zquién te presiona tras el enemig
Fortifica tus ciudadelas, sia ante ellas ts huestes
Spee eee een eter
estas palabras, conservadas entre la inmensa cantidad de documentos
ete ender ean ce eae esac hee
tural del Mediterréneo oriental-, Suppiluliuma el Grande, rey hitita de
Alashiya (Chipre), trataba de calmar la razonable inquietud que desper-
taba en Hammurabi II de Ugaritla amenazadora presencia de unos enig-
eee ane eee na
ne eres a Net ak ee Ree er eee :
que habitan en los barcos», el rey de Alashiya instaba a su homélogo
de Ugarita que blindase sus ciudadelas con sus prestigiosas unidades de
a caballeria, una bateria de carros compuesta por una élite atistocritica aEnis batala onto
Egpto yal impor
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Varios Pueblos de
Ys tas (a).
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Son atacadas las mas
importantes codadelas
B &3conital det imperio
Ita conculstada y
‘estrus enol marco
{eas convuisones.
2asedan Toya podran
Ja que los propios egipcios recurrian en sus
‘operaciones militares, dando a sus miem-
bros el nombre de maryannu, «j6venes
héroes», quienes, a una llamada de su rey,
podrfan haber acudido a su auxilio en un
ziimero no inferior alos dos mil efectivos.
Pero, fatidicamente, el rey de Ugarit no
‘tenia sus fuerzas a mano en aquella ocasién,
yeel inicial estado de alarma dio paso ense~
iguida al de desolacién. Esta fue una mis de
ths tantas conflagraciones que en el trnsi-
to del siglo XIII al XIl .C. sacudieron la
franja este del Mediterrineo haciendo sal-
tar por los aires la Edad del Bronce, acaso
el tiempo de los héroes por excelencia
De este modo, cuando Hammurabi II, el
“ltimo rey de Ugarit,recibié la admonito-
ria misiva de Suppiluliuma, su ciudad ya
tenia mas pasado que presente. La respues-
ta de Hammurabi, redactada segein un len-
guaje diplomético en el que «padre» e
«hijo» son términos que indican la supedi-
tacién de un rey 0 un territorio a un sobe-
rano, no Heg6 munca a su destino, pero nos
ofrece la fotografia exacta del instante pre-
vio al desastre: «Al rey de Alashiya, mi
padre, esto le dice su hijo, el rey de Ugarit.
‘Me postro a los pies de mi padre. Salud a
‘mi padre, a su casa, a sus esposas, a sus tro~
ppas,a todo lo que pertenece al rey de Alas-
hiya infinita salud. Padre mio, las embar-
caciones enemigas ya estén aqui, han
incendiado mis ciudades y han causado un
‘gran dafio a mi pais. Padre mio, zno sabias
‘que todas mis tropas estaban estacionadas
en el pais de Hatti y que todos mis barcos
se encontraban atin en Licia yno han regre~
sado? Ast que el pais esté abandonado a su
suerte... Tenga presente mi padre que sie~
te barcos enemigos han venido y han cau-
sado un grandisimo dafio. Si hay atin otros
barcos enemigos, hézmelo saber para que
pueda decidir cémo actuar>.
Ugarit fue saqueada y no volvi6 a ser
habitada nunca mas. Es un ejemplo ms
~quizé no el més importante, pero sf uno
de los mas nitidamente reportados- del
cataclismo generalizado que se produjo en
dl trinsito de los siglos XIN al XI a.C. en el
frea que va de los Dardanelos hasta el del-
ta del Nilo y desde Grecia a Palestina. En
‘efecto, tras la desconmunal batalla de Qadesh
(1286 a.C, entre los dos grandes imperios
de la cuenca oriental del Mediterrineo -a
saber, Egipto y el «pais de Hiatti>, el gran
reino de los hititas situado en la meseta
de Anatolia-, se habia alcanzado una suer-
te de status quo que habfa traido a la zona
una época de prosperidad y de relativa esta-
bilidad. Pero esta paz se vio misteriosamen-
te quebrada por sucesos que atin no han
sido bien establecidos por los historiado-
res: gterremotos?, zhambrunas?, gla pre~
si6n de invasores que penetraban en masa?,
dla mortifera combinacién de todas estas
ircunstancias a la vez?
El hecho es que los afios que van desde
1225 hasta 1150 a.C., aproximadamente,
fueron testigos del derrumbe del Imperio
hitita, de la destruccién de enclaves tan
présperos como los mencionados de Chi-
pre y Ugarit, o del desmoronamiento sin
paliativos de las poderosas ciudadelas micé-
nicas de la Grecia continental (Micenas,
Argos, Pilo, Tirinto...), que traeria consi-
go en el Egeo una Edad Oscura de la que
los griegos tardaron en salir cuatro siglos.