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Versión preliminar, Para uso interno

FESICH - SITECH CASTELLI


Versión preliminar, Para uso interno

Presidenta de la Nación

Dra. Cristina Fernández de Kirchner

Jefatura de Gabinete

Dr. Juan Manuel Abal Medina

Ministro de Educación

Prof. Alberto Sileoni

Secretaría de Educación

Lic. Jaime Perczyk

Jefatura de Asesores de Gabinete del Sr. Ministro


A.S. Pablo Urquiza

Instituto Nacional de Formación Docente



Directora Ejecutiva
Lic. Verónica Piovani

Coordinación Nacional de Tecnicaturas Superiores Sociales y Humanísticas


Lic. Gustavo Wansidler
Versión preliminar, Para uso interno

Postítulo Pedagogía y Educación Social


Problemáticas de la educación contemporánea
PABLO PINEAU
AGUSTÍN ANDRÉS INGRATTA
Versión preliminar, Para uso interno

Instituto Nacional de Formación Docente


Directora Ejecutiva
Lic. Verónica Piovani

Tecnicaturas Superiores Sociales y Humanísticas


Coordinador Nacional
Lic. Gustavo Wansidler

Área de Fortalecimiento Institucional


Responsable
Prof. Valeria Frejtman

Línea de Desarrollo Profesional


Responsable
Esp. Marcela Browne

Postítulo en Pedagogía y Educación Social


Responsable General
Esp. Marcela Browne

Responsables Pedagógicas
Lic. Marianela Giovannini
Dra. Alicia Villa

Entorno virtual de enseñanza y aprendizaje


Asistente técnico pedagógico
Lic. Alejandro Alfonso

Módulo
Problemáticas de la educación contemporánea

Autores
Dr. Pablo Pineau
Esp. Agustín Andrés Ingratta

Edición y diagramación
Trad. Vanesa Frejtman

Diseño Gráfico
Dg. Natalia Gloverdans
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

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Indice
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS 6 2.3.2.1. Justicia curricular 60

CAPÍTULO 1. La educación como derecho 8 2.3.2.2. Otras miradas complementarias 62

1.1. La educación: entre el acceso y la censura 9


CAPÍTULO 3. La construcción de los sujetos 65
1.2. Una revisión histórica 11 pedagógicos

1.3. Los derechos hoy 15 3.1. Llenando de sentido el plural: infancias y 67


adolescencias
1.4. De la imposición a la supresión de los 22
derechos 3.2. El sujeto pedagógico 69

1.5. Pensar y generar prácticas pedagógicas 24 3.3. La construcción histórica de las edades 71
que pongan el centro en la educación como
3.4. ¿Expulsión o exclusión? 73
derecho
3.5. La producción mediática de la infancia 75
CAPÍTULO 2. Transmisión, autoridad y justicia 31
3.6. Tensiones de género 76
2.1. Transmisión intergeneracional 32
3.6.1. El sexo como construcción cultural 78
2.1.2. La construcción de la transmisión 34
3.6.2. Una pedagogía queer 79
2.2. Autoridad: el problema de la autoridad 39
3.7. Las nuevas configuraciones familiares 82
pedagógica
3.8. Dar cobijo al enigma de lo nuevo 84
2.2.1. La autoridad como imposición 40
3.9. Asistencia, cuidado y amparo al enigma de 86
2.2.2. Críticas y propuestas 42
la infancia
2.2.3. La autoridad como satisfacción de de- 43
mandas

2.2.4. Una nueva propuesta: la apuesta a la 44


autorización

2.2.4.1. Las formas “a oferta” 45

2.2.4.2. Las formas “a demanda” 46

2.2.5. Reponiendo la trama 48

2.2.6. A modo de conclusión 48

2.3. Justicia y educación 59

2.3.1. El reconocimiento de la pobreza 59


Por razones estrictamente gramaticales y para facilitar
2.3.2. ¿Cómo construir un currículum justo? 60 la lectura, en este Módulo usaremos el género mascu-
El problema sobre lo que se enseña lino para referirnos tanto a varones como a mujeres.
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sobre el hecho educativo que, en diálogo con otras
Introducción disciplinas, aporta elementos para pensar y transfor-
mar la actualidad. Este módulo se ubica en esta últi-
ma concepción, atendiendo a la necesidad de confi-
La educación argentina y latinoamericana está en gurar identidades profesionales capaces de efectuar
tránsito. Ante el desafío de reformular sus horizontes, intervenciones en situaciones sociales complejas.
cada vez son más las voces que señalan que, frente Nos proponemos construir una mirada sobre “lo edu-
al derrumbe del modelo neoliberal en vastas zonas de cativo” que lo comprenda como una instancia autó-
la región, empiezan a asentarse los cimientos de un noma que, por lo tanto, goza de reglas propias a partir
nuevo contorno social. El protagonismo que alcanza- de las cuales se articula con otras instancias sociales.
ron los nuevos proyectos político-sociales se pone de Ni variable dependiente ni variable independiente, la
manifiesto en su capacidad para incidir en la agenda educación se inscribe en forma diversa y compleja
política, instalando debates que hubiesen resultado en la trama social, en la que no existe un observador
-hasta hace muy pocos años- francamente impensa- privilegiado. El tipo de relación que lo educativo esta-
bles. En este contexto, se vuelve imperioso instalar blece respecto al resto de lo social -relación de deter-
un interrogante, orientador de las próximas acciones: minación, traducción, subordinación, independencia,
¿hacia qué futuro mira, y debe mirar, la educación ambivalencia, etc.- es objeto de discusión y análisis
argentina y latinoamericana en este presente? en tanto no concebimos estas relaciones como esen-
Esta pregunta cuenta, entre sus exigencias, con la de ciales ni fijas, y mucho menos inmutables a través del
reposicionar la reflexión pedagógica en la historia y tiempo y de las distintas sociedades. En otras pala-
en los problemas argentinos y latinoamericanos, re- bras, no podemos sostener que la educación siem-
cuperando la especificidad local, nacional y regional pre “reproduce” la estructura de clase, “subordina”
y el valor que la región ocupa en el terreno interna- lo cultural a lo político, o es absolutamente autónoma
cional. Es necesario llevar a cabo una reflexión crítica de lo económico, sino que dichas cuestiones deben
sobre la actual situación educativa que aporte herra- ser analizadas en tanto casos concretos con regula-
mientas para la producción de prácticas concretas. ridades y particularidades propias.
Proponemos hacer esta reflexión en un camino a dos Así, nos planteamos como objeto de análisis las com-
aguas entre la historia y la teoría, como formas de plejas relaciones que la educación ha establecido
entender el presente e imaginar mejores futuros. con otras dimensiones de lo social -lo que clásica-
En la segunda mitad del siglo XX, el concepto de mente ha sido denominado “el contexto”- a lo largo
“pedagogía”, tanto por las articulaciones que esta del tiempo y las articulaciones que genera con el res-
noción había establecido con posiciones políticas to- to de las esferas de lo social (económica, política, so-
talitarias y autoritarias en décadas anteriores, como cial, cultural, ideológica, religiosa, artística, etc.) para
por el avance de miradas tecnocráticas en el contex- poder dar cuenta de sí misma. Esta opción advierte
to de la Guerra Fría, fue sustituido por el de “cien- sobre la necesidad de partir de un recorte -y consi-
cias de la educación”, como una forma de dotarle guiente rescate- de “lo educativo” como una dimen-
mayor “cientificidad” y eficacia, y también de sumar sión con cierta independencia, autonomía o identi-
el aporte de otras miradas en expansión en aquellos dad respecto del resto de los registros de lo social,
tiempos como las de la psicología y la sociología. Sin con los que mantiene a su vez fuertes conexiones.
embargo, en las últimas décadas, ha habido un re- Encontramos este propósito de fuerte contextualiza-
nacimiento de la “pedagogía” como saber específico ción socio-histórica en el primer capítulo del módu-
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lo: La educación como derecho. En él realizamos • Problematicen las respuestas clásicas que el
un rápido recorrido en torno a la posición que tomó discurso educativo toma frente a nuevas expresio-
la educación en la configuración de cada época, de- nes de diversos problemas a través de la incorpo-
teniéndonos en particular en las últimas décadas. ración de nuevas herramientas conceptuales que
Esbozamos también las líneas para pensar la edu- permitan repensar la sociedad contemporánea de
cación como derecho. la escuela actual.
En el segundo capítulo titulado Transmisión, auto-
ridad y justicia nos detenemos a pensar en ciertas
preguntas universales y atemporales: ¿Qué, cómo y
por qué transmitir? ¿Qué relación guarda la educación
con la justicia?; preguntas que, a su vez, configuran
en la contemporaneidad otro interrogante clave de
las problemáticas educativas: ¿Cómo se construye
la autoridad hoy?
Aunque presentes y protagonistas a lo largo de todo
el módulo, aparecen en forma explícita Los sujetos
pedagógicos en el tercer y último capítulo. Insistien-
do en la noción de “construcción social”, nos intere-
sa entonces la construcción de estos sujetos peda-
gógicos contemporáneos; en ese camino pensamos
las nuevas subjetividades en juego y nos pregunta-
mos por la forma de darles cobijo.

Objetivos
Se espera que los estudiantes:

• Se sitúen en una perspectiva histórica para com-


prender la coyuntura actual de la problemática edu-
cativa en sus aspectos teóricos y políticos.
• Conozcan e interpreten el marco teórico general
del campo problemático de la pedagogía como un
espacio interdisciplinar y complejo.
• Identifiquen y conozcan los ejes principales del
debate teórico-político contemporáneo.
• Potencien la posibilidad de realizar lecturas crí-
ticas de las prácticas educativas y sociales que se
traduzcan en el desarrollo de procesos de acción y
transformación de su propia práctica educativa.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

Capítulo 1

La educación como derecho1


1.1. La educación: entre el acceso y la censura
1.2. Una revisión histórica
1.3. Los derechos hoy
1.4. De la imposición a la supresión de los derechos
1.5. Pensar y generar prácticas pedagógicas que
pongan el centro en la educación como derecho

E n este capítulo nos proponemos presentar un


telón histórico que nos permita desplegar distin-
tos interrogantes sobre diferentes épocas. ¿Cómo
lograr el acceso a la educación? ¿Qué deben apren-
der los niños y niñas? ¿Qué tensiones se producen
entre la homogeneización y el reconocimiento de
las diferencias? ¿Qué hay más allá del acceso y la
permanencia en el sistema educativo? ¿Qué opor-
tunidades puede brindar la escuela? Cada pregunta
cobra un peso mayor en una época histórica especí-
fica; veamos entonces cómo se configuraron y con-
figuran las posibles respuestas.
1• Este primer capítulo se basa en el artículo de Pineau, Pablo (2008) “La educación como Derecho”, disponible en http://www.feyalegria.org.ar/articulos/
educacion_como_derecho_pineau.pdf
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1.1. La educación: L
a historia de Ambrosio Millicay, sucedida hace
más de doscientos años, nos sirve como punto
de partida para pensar el problema de la educación

entre el acceso y como derecho. Por siglos, la educación había esta-


do reservada para unos pocos que la utilizaban para
su beneficio. Pero hacia los siglos XVIII y XIX, las lu-
la censura chas sociales incluyeron la democratización educati-
va como uno de sus objetivos, de modo que uno de
los principios de la construcción del sistema educati-
vo a lo largo de los siglos XIX y XX fue el de garantizar
En uno de los Libros Capitulares que no volvieran a suceder historias como las que
del antiguo Cabildo catamarqueño cuenta nuestra cita inicial. La gratuidad y obligatorie-
(de comienzos del siglo XIX) consta que dad escolar, la formación docente y la responsabili-
Ambrosio Millicay, mulato del maestro dad principal e indelegable del Estado como garante
de campo Nieva y Castillo, fue penado de la educación fueron algunas de sus acciones más
representativas.
con veinticinco azotes, que le fueron
Pero en la práctica, la sombra de Ambrosio Millicay
dados en la plaza pública, por haberse
se proyecta en forma amenazante; la tensión entre la
descubierto que sabía leer y escribir. ampliación y la restricción de derechos ha sido uno
(Ramos, 1911, tomo II: 497) de los hilos conductores de la historia de la educa-
ción y de la política del siglo XX. A lo largo de los
años, diversos Ambrosios Millicays fueron azotados
en la plaza pública por haberse comprobado que sa-
bían leer y escribir. Y, en oposición a la máxima pe-
dagógica antigua, pareciera que para ellos la letra
con sangre sale; el ejercicio de la violencia no tuvo
tanto que ver con lograr que aprendieran sino con
lograr que olvidaran.
Hoy, los niños y adolescentes privados de sus de-
rechos más elementales son Ambrosios contempo-
ráneos, arrojados a situaciones de dolor, maltrato y
carencias que, como los azotes al mulato, les quitan
aquello que deberían tener asegurado por nacimien-
to. De esta forma, a los educadores nos toca muchas
veces la tarea de “restituir” de derechos -sobre todo,
del derecho a la educación- a estas poblaciones a
las que les fueron robados.
Para tal fin, en este escrito queremos aportar ideas
para revisar qué es hoy el “derecho a la educación”,
no como simple enunciación bienintencionada sino
como clave desde la cual pensar e implementar prác-
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ticas pedagógicas que aporten a la construcción de
un mundo más justo. Este documento no se propone
como una guía donde encontrar medidas concretas a
tomar, sino como una invitación a “frenar la urgencia”
del devenir cotidiano para levantar un poco la mira-
da y ampliar el horizonte del debate que nos permita
construir, resignificar, profundizar y criticar las estra-
tegias diarias de intervención.

m omento
r
de eflexión
1 Tomando como ejemplo la historia de Ambrosio
Millicay, identifiquen cuáles son los sujetos con-
temporáneos cuyos derechos son vulnerados.

2 Les pedimos que realicen una lista de tres


sujetos históricos (por ejemplo: el colectivo de
jóvenes militantes de la década de los setenta)
y especifiquen para cada uno de ellos:
A- ¿Cuáles fueron los derechos vulnerados?
B- ¿Cuál fue la justificación utilizada para
sostener el acto de vulneración?
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1.2. Una revisión L
a concepción del hombre como poseedor de
derechos es una creación del siglo XVIII. La In-
dependencia de Estados Unidos, los comienzos de

histórica la Revolución Industrial y la Revolución francesa lle-


varon a pensar las sociedades con términos nuevos
como soberanía popular, contrato social, delegación,
división de poderes y, sobre todo, ciudadanía. Según
estos nuevos postulados, todos los hombres nacen
libres e iguales, lo que equivale a decir que llegan al
mundo con las mismas atribuciones y garantías. Así,
el “súbdito” del Antiguo Régimen monárquico, que
establecía un vínculo de vasallaje con su señor al que
no podía rebelarse, dio paso a la creación del “ciu-
dadano”, individuo portador de derechos y deberes.
Los derechos referidos a los sujetos remiten explíci-
tamente a la Declaración de los Derechos del Hom-
bre y del Ciudadano de 1789 establecida durante
la Revolución francesa. En ella se proclamaba la
libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia
a la opresión como derechos “naturales” e “impres-
criptibles” de todos los hombres. Por “naturales” se
entendía que son derechos que pertenecen al hom-
bre por nacimiento, y que, por lo tanto, deben ser
reconocidos por la sociedad y el Estado sin ninguna
restricción. Estos derechos se dirigían especialmen-
te a proteger a los individuos frente a los poderes
absolutos -como las monarquías y los imperios-, por
lo que se constituyeron más como “permisos” que
como atribuciones; es por eso que muchas veces
aparecen enunciados como “libertades”. En nuestro
país, esto se cristalizó en la redacción de artículos
constitucionales -como el artículo 14 de la Constitu-
ción Nacional de 1853- y otras leyes que les dan am-
paro legal y judicial contra potenciales abusos. Y en
el caso educativo, se manifiesta en el derecho -en
tanto “autorización”- de todos a aprender, indepen-
dientemente de que este derecho se efectivice o no.
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12
m omento
potente de mejoramiento comparado con otros,

r
que se han desatendido.
La instrucción superior en nuestras Repúblicas
de eflexión no fue menos estéril e inadecuada a nuestras
necesidades. ¿Qué han sido nuestros Institutos
1 A continuación les proponemos leer un frag- y Universidades de Sud América, sino fábricas
mento del capítulo XIII de Bases y puntos de de charlatanismo, de ociosidad, de demagogia y
partida para la organización política de la Re- de presunción titulada?
pública Argentina (Alberdi, 1852), teniendo en Los ensayos de Rivadavia, en la instrucción se-
cuenta que este libro generó fuertes preceden- cundaria, tenían el defecto de que las ciencias
tes en la Constitución de 1853. morales y filosóficas eran preferidas a las
ciencias prácticas y de aplicación, que son las
“Nuestros primeros publicistas dijeron: ¿De que deben ponernos en aptitud de vencer esta
qué modo se promueve y fomenta la cultura naturaleza selvática que nos domina por todas
de los grandes Estados europeos? Por la ins- partes, siendo la principal misión de nuestra
trucción, principalmente: luego éste debe ser cultura actual el convertirla y vencerla. El prin-
nuestro punto de partida. cipal establecimiento se llamó colegio de ciencias
Ellos no vieron que nuestros pueblos nacientes morales. Habría sido mejor que se titulara y
estaban en el caso de hacerse, de formarse, fuese colegio de ciencias exactas y de artes
antes de instruirse, y que si la instrucción es aplicadas a la industria.
el medio de cultura de los pueblos ya desen- (…) En nuestros planes de instrucción debemos
vueltos, la educación por medio de las cosas huir de los sofistas, que hacen demagogos,
es el medio de instrucción que más conviene a y del monarquismo, que hace esclavos y ca-
pueblos que empiezan a crearse. racteres disimulados. Que el clero se eduque
En cuanto a la instrucción que se dio a nuestro a sí mismo, pero no se encargue de formar
pueblo, jamás fue adecuada a sus necesida- nuestros abogados y estadistas, nuestros ne-
des. Copiada de la que recibían pueblos que no gociantes, marinos y guerreros. ¿Podrá el clero
se hallan en nuestro caso, fue siempre estéril dar a nuestra juventud los instintos mercanti-
y sin resultado provechoso. les e industriales que deben distinguir al hom-
La instrucción primaria dada al pueblo más bre de Sud América?”
bien fue perniciosa. ¿De qué sirvió al hombre
del pueblo el saber leer? De motivo para verse 2 Les dejamos algunas líneas para pensar
ingerido como instrumento en la gestión de la el texto: ¿Qué dimensión cobra la “instrucción“
vida política, que no conocía; para instruirse en en la conformación de un país? ¿Qué relación
el veneno de la prensa electoral, que contamina puede establecerse con la noción de “instrucción”
y destruye en vez de ilustrar; para leer insul- como derecho y obligación?
tos, injurias, sofismas y proclamas de incen-
dio, lo único que pica y estimula su curiosidad Ya avanzado el siglo XIX, y con mayor fuerza en el si-
inculta y grosera. glo XX, estos primeros derechos “individuales” o “ci-
No pretendo que deba negarse al pueblo la viles” dieron paso a una nueva generación de dere-
instrucción primaria, sino que es un medio im- chos llamados los derechos “sociales” (derecho a la
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libertad de asociación, a las condiciones de trabajo, al Aborígenes, etc.- incluyen a la educación entre sus
salario digno, al sistema de salud, a la vivienda, etc.) enunciados.

penarauenta
que, en el caso de nuestro país, se plasmaron mayo-
ritariamente en el artículo 14 bis de la Constitución
tener
c
Nacional y en las leyes que de él se derivan. En esta
nueva posición, la sociedad y el Estado deben aban-
donar su función de simples “protectores” que limi-
tan su accionar a permitir que los sujetos hagan uso
de los derechos, para volverse los garantes efectivos El “Movimiento de los Pueblos para la Educa-
de su ejercicio. Es decir, no sólo deben reconocerlos, ción de los Derechos Humanos” sintetiza sus
sino también protegerlos, ampararlos y velar por su enunciados de la siguiente forma:
cumplimiento. Como explicábamos más arriba, para
el caso educativo esto implicó ciertas medidas como • El derecho humano a la educación confiere
el establecimiento de la obligatoriedad y la gratuidad a cada mujer, hombre, joven y niño el derecho
escolar, la comprensión del Estado docente como su a una educación básica libre y obligatoria así
último garante, y la asignación de recursos públicos como todas las formas disponibles de educa-
humanos y materiales para satisfacer tal fin. ción secundaria y superior.
Finalmente, en las últimas décadas del siglo XX, se • El derecho de protección para la no-discri-
ha comenzado a hablar de los derechos “de tercera minación de todas las áreas y niveles de edu-
generación” o “difusos”, porque sus sujetos benefi- cación como a un acceso igual de educación
ciarios no son claramente identificables: puede ser continua y capacitación vocacional.
la humanidad toda o un colectivo determinado; los • El derecho a la información sobre salud,
derechos de los pueblos originarios, los derechos nutrición, reproducción y planificación familiar.
de la mujer, los derechos hacia la diversidad sexual, • El derecho a la educación está ligado a otros
etc. Estos derechos se refieren también a los bienes derechos humanos fundamentales- derechos
comunes como el agua, el aire, la tierra; a la defensa que son universales, indivisibles, interconecta-
de derechos colectivos, como el derecho a la cul- dos, y interdependientes, éstos incluyen:
tura propia, o a temáticas más “abstractas” como -El derecho a la igualdad entre hombre y mujer
la autodeterminación de los pueblos, la paz, etc. En y a la participación igualitaria en la familia y
educación, se vinculan, por ejemplo, al derecho a sociedad.
la educación multicultural, a la enseñanza en lengua - El derecho a trabajar y recibir salarios que
nativa, y a la educación ambiental. Algunos artículos contribuyan a un estándar de vida adecuado.
reformados o agregados en la Reforma Constitucio- - El derecho a libertad de pensamiento, concien-
nal de 1994 le otorgan en nuestro país la garantía cia y religión.
legal máxima, lo que se vio fortalecido por la actual - El derecho a un estándar de vida adecuado
Ley de Educación Nacional Nº 26206 sancionada a - El derecho a participar en la toma de deci-
fines del año 2006. siones y políticas que afectan a cada una de
En función de esto, distintas declaraciones inter- sus comunidades a un nivel local, nacional e
nacionales -desde la pionera Declaración Univer- internacional.
sal de los Derechos Humanos de 1948 hasta la de - El derecho de cada miembro de las minorías
los Derechos del Niño, de la Mujer, de los Pueblos étnicas para el goce y desarrollo de su propia
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cultura e idioma.
- El derecho de cada miembro de las minorías
étnicas para establecer y mantener sus pro-
pias escuelas y otros procesos de capacitación
y establecimiento de instituciones educativas
para enseñar y recibir capacitación en sus
propios idiomas maternos.
Fuente: www.pdhre.org/rights/education-sp.html

Como hemos visto hasta aquí, a lo largo del tiem-


po la concepción de la educación como un derecho
pasó de un simple “permiso” individual a una com-
pleja red de garantías y facultades sociales y colec-
tivas asociadas a la creación de mundos más justos.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

15
1.3. Los derechos hoy S
in duda, en los últimos tiempos las políticas de
enunciación de derechos se han ampliado en for-
ma considerable y han avanzado hacia nuevos cam-
pos. Pero, lamentablemente esta “hinchazón” de de-
claraciones parece haber estado acompañada más
por su violación que por su cumplimiento. El contexto
social y mundial actual, signado por muchas formas
de discriminación y opresión, atentan contra el ejerci-
cio de los diferentes derechos proclamados en esas
declaraciones.
En un trabajo de balance de la década de los noven-
ta titulado “Ya nada será igual”, Beatriz Sarlo (2001)
sostiene que durante las primeras siete décadas del
siglo XX, “ser argentino” designaba tres cualidades:
ser alfabetizado, ser ciudadano y tener trabajo ase-
gurado. “Ser argentino” era una coalición ríspida en-
tre una condición cultural, una condición política y
una condición económica que se traducía en el ejer-
cicio de derechos de distintos órdenes, en un espe-
cial uso de los recursos -tiempos, espacios, bienes-,
y en compartir colectivamente una misma visión y un
mismo horizonte de futuro.
Más allá de los reiterados golpes de Estado, la ciu-
dadanía como forma soberana se fue ampliando a
lo largo del tiempo -la Ley Sáenz Peña de voto se-
creto y obligatorio y la ley de voto femenino de 1947
son ejemplos elocuentes-, lo que permitió el acceso
de nuevos sectores a la arena política. La escuela
pública gozaba de prestigio y reconocimiento, y Ar-
gentina mostraba con orgullo el crecimiento de sus
tasas de escolaridad. Aceptar la condición de alum-
no y cumplir satisfactoriamente con las pautas plan-
teadas por la institución eran una de las mejores ga-
rantías para lograr el ascenso y la inclusión social. El
mercado laboral también fue expandiéndose, y se
convirtió en una vía privilegiada de obtención y dis-
frute de las conquistas sociales. Tener trabajo era
una de las mejores formas de asegurarse no sólo
la manutención cotidiana, sino también el acceso a
otros derechos asociados, como la salud, la vivienda
y el esparcimiento.
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Esta situación se fue ampliando a lo largo del si- dificar algunas lógicas previas y volverlas afines al
glo XX, y su auge se dio aproximadamente entre los resto de los cambios sociales. Al respecto, Myriam
años 1945 y 1975. Argentina era entonces una socie- Southwell (2002) sostiene que la última dictadura
dad rica que -si bien mantenía una fuerte desigual- produjo un desmantelamiento del proyecto pedagó-
dad social y enfrentaba graves problemas por la falta gico hegemónico vigente desde fines del siglo XIX
de una distribución más justa de la riqueza- garanti- -al que la autora llama “modelo civilizatorio-estatal”-
zaba a casi la totalidad de la población el ejercicio de que, a su vez, sentó las bases para el establecimien-
sus derechos básicos, a la vez que prometía mejores to del neoliberalismo en la década de los noventa.
futuros a las generaciones venideras. De acuerdo a sus planteos, el gobierno militar dislo-
Pero hoy, en el siglo XXI, la situación ha cambiado có el proyecto educativo fundacional mediante tres
radicalmente. Como dice Sarlo, “para [los] hombres operaciones:
y mujeres [que hoy son] menores de cuarenta años, 1) el desarme del andamiaje del Estado docente –
ser argentino no presupone los derechos políticos lo que quiere decir que el Estado Nacional cedió
y sociales anteriormente inscriptos en el triángulo su lugar principal como garante y prestador del
identitario (de la ciudadanía, la educación y el tra- servicio educativo para transferirlo a los Estados
bajo)”. La autora sostiene que esta situación, si bien provinciales y a los sectores privados-,
terminó de consolidarse en la década de los noven- 2) el quiebre del discurso educacional que había
ta, comenzó con la última dictadura militar iniciada sostenido la expansión escolar vinculado al as-
en 1976. En ese entonces, se puso fin al largo pro- censo social, la igualdad de oportunidades y el
ceso de ampliación de los derechos a la mayoría de derecho a la educación -lo que le implicó a las
la población mencionados anteriormente, y se inició clases más desfavorecidas la pérdida de la movi-
la nueva situación de despojo. Para lograrlo, la dic- lidad social a través de la escolarización-,
tadura impulsó un proyecto político basado en el es- 3) la represión mediante el terrorismo estatal -lo
tado de sitio, el terrorismo de Estado, la prohibición que implicó el armado de una importante estrate-
del accionar de los partidos y sindicatos, la represión gia represiva que iba desde la desaparición forza-
de la sociedad, el abuso de poder, la sumisión de la da de docentes y alumnos hasta el control de la
justicia y la violación sistemática de los más elemen- vestimenta diaria, pasando por censura de libros
tales derechos humanos. y cesantías varias.
Ese reordenamiento político fue acompañado por un
reordenamiento económico que adscribía a las teo- En resumen: hace pocas décadas, “ser argentino”
rías monetaristas de la escuela de Chicago que privi- se vinculaba al ejercicio de tres derechos considera-
legiaban al sector financiero. La apertura de los mer- dos básicos e incuestionables: trabajo, representa-
cados, el fomento de las importaciones, la progresiva ción política y escuela. Esto no implica que en el pa-
eliminación de los mecanismos clásicos de protec- sado esto estaba garantizado para todos, sino que
ción de la producción local y una pauta cambiaria se había constituido un imaginario en el que estaba
desfavorable se combinaron para dar como resulta- presente la aspiración y posibilidad de lograrlo. Ese
do procesos de desindustrialización, concentración fue el patrón con el que se constituyeron las iden-
económica, desempleo y precariedad laboral. tidades de numerosas generaciones de argentinos.
Por supuesto, el registro educativo no estuvo exen- Pero el modelo de ajuste económico, privatización y
to de esta situación. El gobierno militar instauró po- desregulación iniciado por la dictadura, y puesto en
líticas educativas específicas con la finalidad de mo- plena vigencia en la década del noventa con su co-
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rolario en la arrolladora crisis del 2001, dieron lugar derechos se esfumaban como bien social para vol-
al empobrecimiento de amplios sectores de la po- verse una propiedad personal limitada a pocos, y se
blación y a una creciente polarización social que im- imponía un imaginario social que consideraba que
plicó la pérdida de los viejos soportes colectivos. En los derechos más “individuales” -como la propiedad
este nuevo contexto, los individuos que antes actua- y la seguridad- eran prioritarios a los derechos co-
ban, pensaban y sentían en el marco de estructuras lectivos como la educación y la salud.
sociales y normas -como las familias, los sindicatos, Esto impactó en muchos planos de la vida cotidiana
los partidos políticos, etc.- que les otorgaban identi- y educativa de los sujetos. Por ejemplo, se redefinió
dades, seguridades y obligaciones, y sobre todo les la concepción de la “familia”, y en especial su víncu-
garantizaban sus derechos, ahora tenían que hacer- lo con el sistema escolar. Históricamente, la escue-
lo en la incertidumbre del capitalismo flexible, carac- la funcionó como espacio para la homogeneización
terizado por la pérdida de las certezas tradicionales colectiva en el proyecto de nación común. En este
y de las viejas redes de contención. Podemos decir contexto, la escuela debía cumplir con su función
que había caído el modelo de sociedad integrada de “normalización” y “homogeneización” por medio
por la acción política de un Estado capaz de articular de la escolarización de cada alumno “más allá de
inclusivamente al conjunto de la población y garan- la familia que tuviera”. La maquinaria escolar pro-
tizar el ejercicio de derechos. El individuo aparecía cesaba -muchas veces mediante la negación y la
entonces fragilizado por la falta de recursos mate- persecución- las diferencias de origen de sus alum-
riales y protecciones colectivas que en ciertos sec- nos y docentes para imponerles un imaginario “civi-
tores se transformó directamente en desafiliación o lizado”. Para su propuesta, debían formarse sujetos
exclusión social. Estaban “a la intemperie”, según la que amaran la cultura escrita, tuvieran al higienismo
expresión de Duschatzky (2007). y al “buen gusto” como sus símbolos culturales más
Esta progresiva individualización de las distintas es- distinguidos, y se opusieran tanto al lujo y derroche
feras sociales -el pasaje de los espacios colectivos aristocrático como a la sensualidad y “brusquedad”
de contención a la total des-sujeción de los indivi- de los sectores populares. Quizá uno de sus mejo-
duos- tenía su correlato en la idea de la responsa- res símbolos sea el guardapolvo blanco, elemento
bilización individual por la propia vida. Situaciones que condensa posiciones estéticas, éticas y políti-
como la pobreza o el desempleo dejaban de ser cas, y que -como demuestra Dussel (2003)- no fue
entendidas como temas sociales para pasar a ser una imposición del funcionario sino un invento de
comprendidas como problemáticas individuales, lo los propios maestros en sus campañas civilizatorias,
que redundaba en mecanismos de culpabilización surgido para ocultar y unificar diferencias sociales y
de las víctimas. Por ejemplo, se estigmatizaba a la culturales de los alumnos que entraban a la escuela.
infancia marginada como un “peligro social” o como Las familias de origen de los alumnos, con mayor
una “población en riesgo”, y no se comprendía su o menor resistencia, fueron aceptando -en algunos
situación como el resultado de los procesos de se- casos sin tener otras opciones- la autoridad de la
gregación social: el adolescente excluido era culpa- escuela como garante del mejor futuro para sus hi-
bilizado por su exclusión, como si fuera producto de jos. Si bien este mandato de la escuela ha sido cen-
su decisión personal y no una consecuencia del mo- tral y persiste en el presente, adoptando matices en
delo social. Así el “problema” era “los pobres” y no el marco de las transformaciones contemporáneas,
“la pobreza”, “los desocupados” y no “la desocupa- la confianza de la escuela en su actuación sobre las
ción”, los “delincuentes” y no “la delincuencia”. Los familias se encuentra actualmente en duda. Lau-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

18
ra Cerletti (2006), investigadora en el tema, advierte so educativo que los habilitaba para el ingreso pleno
sobre la actual reiteración en el discurso de los do- a la vida social.
centes de sectores populares que de a poco se va Conjuntamente, se desarrolló a lo largo de la historia
extendiendo a otras poblaciones- de la idea de que en el plano educativo una segmentación institucio-
“si la familia no está, la escuela no puede”. Es decir, nal de atención a la infancia y la juventud -y, por con-
ante la ausencia de una familia “bien constituida”, tinuidad, a sus familias- basada en dos circuitos di-
la escuela afirma que no puede cumplir con sus ob- ferenciados: por un lado, estaba la escuela “común”,
jetivos. Como se comprende, esto implica un cam- destinada a los sectores incorporados -la clase me-
bio absoluto con respecto a la confianza en el poder dia urbana, los trabajadores estables, los inmigran-
“normalizador” de la escuela. En consecuencia, la tes que aceptaban las normas-, y por el otro estaba
solución a los problemas de los alumnos -de apren- un sistema de atención-internación para los meno-
dizaje, de conducta, etc.- tiende a situarse por fuera res provenientes de los sectores que fracasaron en
de la escuela para ubicarlo en la familia -o, más aún, la adaptación a las condiciones del modelo social.
es su “falta” o “ausencia”-. Así, como sus causas Para ellos se construyó la figura del “menor jurídi-
son explicadas en términos ajenos a lo escolar, tam- co”, compuesto por aquellos niños y adolescentes
bién lo son sus posibles soluciones, que se trami- que no estaban bajo la tutela familiar sino bajo la
tan mediante derivaciones varias: médicas, sociales, tutela estatal por causas varias -orfandad, abando-
psicológicas, judiciales, etc. Se genera entonces un no, delincuencia, enfermedad grave, “condición de
círculo vicioso: se culpabiliza a las familias, conside- calle”, etc.-, a quienes estaba destinado una red de
rándolas causantes de los problemas escolares, y a instituciones educativas de atención e internación
la vez se las responsabiliza de la búsqueda de su so- de menores. Al primer circuito concurrían los niños
lución. Las familias “carenciadas” de recursos -mu- y adolescentes “normales”, mientras al segundo lo
chas veces al límite de la sobrevivencia- son quienes hacían quienes portaban alguna “anormalidad” cau-
deben conseguir los recursos para resolver la situa- sada por supuestas causas biológicas, psicológicas,
ción. Este círculo vicioso habilita discursos y prácti- familiares, sociales, culturales, etc2. Más allá de es-
cas cargados de imposibilidad o impotencia que se tas diferencias, debe aclararse que ambos circuitos
acompañan con sentimientos de angustia y deses- eran considerados capaces de lograr la inclusión so-
peranza por parte de padres o sustitutos, alumnos cial de los sujetos que le habían sido destinados.
o docentes. Por otra parte, a lo largo del siglo XX, en especial en
Otro cambio importante a tener en cuenta se relacio- las poblaciones urbanas, se constituyó una nueva
na con la constitución social de las edades. Históri- etapa vital casi inexistente previamente: la pubertad
camente, en las sociedades occidentales, la infancia o adolescencia. Un nuevo espacio se abrió entre la
y la juventud fueron etapas signadas por una “mora- juventud y la niñez, identificado con la indetermina-
toria social” que les permitía a esos sujetos retrasar ción, el desasosiego y la angustia existencial, con
su participación en la totalidad de las experiencias cambios corporales que incluían el despertar se-
de la vida social -como son el trabajo, la obtención xual, con la necesidad de rebelión y de generación
de recursos, la reproducción, el cuidado de otros, de proyectos personales, con utopías, mesianismos
etc.- para dedicar ese período a su preparación y y situaciones de elección personal. Ahora bien, la
formación para la “vida adulta”. Los niños y jóvenes adolescencia, entendida como ampliación del perío-
debían educarse para volverse hombres y mujeres do de postergación de la asunción plena de respon-
en el futuro; la adultez era el resultado de un proce- sabilidades sociales, familiares y personales, es una
2 • Por supuesto, si bien estos canales estaban diferenciados, en la práctica concreta se verifica que muchos sujetos pasaban de uno a otro con cierta
facilidad. Como explicaremos más adelante, esta situación es aún más común en la actualidad.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

19
característica reservada para los sectores con ma- miliar o de otros adultos, deben hacerse cargo de sí
yores posibilidades económicas. Diversos estudios mismos y de sus hermanos, han vivido de cerca la
demuestran que la posibilidad o no de “ser adoles- experiencia de la muerte, han sido maltratados por
cente” -más allá de la marca biológica- está muy re- las fuerzas de seguridad o han transitado por alguna
lacionada a factores sociales y culturales; como el institución de minoridad.
lugar de residencia, la tenencia de hijos o la necesi- En términos simbólicos, este proceso implicó la pér-
dad de obtener recursos para la propia superviven- dida de la aspiración compartida a un horizonte de
cia. Por eso, la adolescencia fue principalmente un futuro de acceso a los derechos. Esto les ha provo-
fenómeno de los sectores medios urbanos que puso cado la pérdida de la experiencia común denomi-
en jaque a la escuela secundaria durante décadas, nada el “tiempo de infancia” (Redondo, 2004: 125),
que había sido estructurada a mediados del siglo -que podemos ampliar al “tiempo de la adolescen-
XIX cuando dicha etapa no formaba parte del tra- cia” y al “tiempo de la juventud”-, asociado a esa
yecto “normal” de crecimiento de los alumnos. etapa de formación y cuidado al que tienen derecho

penarauenta
todos los miembros de las nuevas generaciones.
Existe en el contexto descripto una redefinición ac-
tener
c
tual de la juventud como el lapso que media entre la
madurez física y la madurez social en la que se goza
homogéneamente de la “moratoria social”. Hoy, esto
se encuentra muy diversificado entre los distintos
Para profundizar acerca de la cons- grupos sociales. Por ejemplo, los sectores popula-
trucción social de los derechos de los res ingresan al mundo del trabajo no sólo muy tem-
niños, jóvenes y adolescentes sugerimos pranamente respecto a otros sectores sociales, sino
la lectura de: también en forma inestable y precaria. También es
frecuente, en estos sectores, comenzar a tener hijos
1 Carli, Sandra (2002) Niñez, pedagogía en una edad muy próxima al desarrollo sexual, aban-
y política. Transformaciones de los discursos donar temporal o totalmente el hogar de crianza, te-
acerca de la infancia en la historia de la educa- ner que responsabilizarse por la propia superviven-
ción argentina (1880-1955). Bs As, Miño y Davila. cia, enfrentar conflictos legales y penales, etc. Así,
la “moratoria social” como marca pretendidamente
2 Margulis, Mario y Urresti, Marcelo La construc- abarcativa de toda la juventud enfrenta nuevos de-
ción social de la condición de juventud, dispo- safíos. Por ejemplo, muchos jóvenes de las clases
nible en http://www.perio.unlp.edu.ar/catedras/ populares tienen abundante “tiempo libre” como
system/files/mario_margulis_y_marcelo_urres- producto de la falta de propuestas integradoras,
ti_-_la_construccion_social_de_la_condicion_de_ju- pero éste no puede confundirse con el que surge de
ventud_urresti.pdf la “moratoria social” de la que gozan otros sectores
sociales, que propone un “tiempo libre” socialmente
En términos materiales, el empobrecimiento y po- legitimado, una etapa de la vida en que se postergan
larización social han afectado de modo singular y las demandas externas, un estado de gracia durante
dramático a miles de infantes y jóvenes que viven el cual la sociedad no exige totalmente. Esa espe-
en condiciones de pobreza extrema, trabajan o ha- ra, en cambio, no es un “tiempo libre” productivo,
cen changas, sufren el abandono o el maltrato fa- sino un tiempo de impotencia lleno de circunstan-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

20
cias desdichadas que empujan hacia la marginali- los miembros del primer circuito gozan de ellos, el se-
dad, la delincuencia o la desesperación. Por eso, en gundo se construye mediante su ausencia. Es más,
el plano de los derechos, es necesario reestablecer podría plantearse que este segundo circuito se pro-
la “moratoria social” para todos los adolescentes y duce privando a los sujetos de los derechos que les
jóvenes como momento de formación para el goce corresponderían a si pertenecieran al primero: la “mi-
pleno de sus derechos tanto actuales como futuros. noridad” se construye quitándoles infancia y la “adul-
A su vez, estos procesos de diferenciación se ven tez temprana”, quitándoles adolescencia y juventud.

m
atravesados por tendencias de homogeneización
cultural propuestas por el consumo y los medios de
omento
de reflexión
comunicación. Pero como esta homogeneización
sólo se da en términos de valores, aspiraciones y vín-
culos y no en el plano material de la distribución de
la riqueza y los bienes, no genera mecanismos de in- Hasta aquí hemos descrito muchas de las ten-
tegración sino de segregación social. En sus progra- siones entre homogeneización e igualdad.
mas y publicidades, los medios presentan una ima-
gen del adolescente “normal”, claramente asociada 1 Les proponemos integrar lo trabajado a par-
a un sector minoritario, que se propone como deseo tir de la reflexión sobre los siguientes concep-
e imagen a alcanzar por el resto mayoritario de grupo tos: circuitos diferenciados - homogeneización
de edad que no posee las mismas condiciones eco- - diferenciación – igualdad de oportunidades
nómicas, sociales, familiares, culturales o personales – infancias – juventudes – ciudadanía – trabajo
que esos personajes. La adolescencia y juventud se – educación – derechos – obligaciones – mora-
presentan alegres, despreocupadas, bellas, vistien- toria social
do las ropas de moda, viviendo romances y sufriendo
decepciones amorosas, habitando un mundo alta- 2 ¿Se animan a sintetizar las reflexiones en
mente tecnologizado, y manteniéndose ajenas a las un dibujo?
responsabilidades de la vida supuestamente adulta
(marcada por el trabajo, la descendencia, la super- Para comprender mejor estos procesos nos es útil
vivencia, etc.) ubicada en su tiempo futuro. Desde una categoría acuñada por Guillermo O’Donnell
esta perspectiva mediática, sólo podrían ser jóvenes (2004): la noción de “ciudadanía de baja intensidad”.
quienes pertenecen a sectores sociales relativamen- Con ella se refiere al hecho de que, a pesar de que
te acomodados; los otros carecerían de juventud. en términos formales todos tenemos los mismos de-
Hoy, el circuito “normal” por el que circulan los grupos rechos y libertades, a muchos les son negados de
integrados, cuantitativamente menor a sus valores hecho: por ejemplo, hoy son muchos los sujetos y
históricos, se construye con los tramos más estables familias que no disfrutan de protección contra la vio-
y duraderos de “infancia - adolescencia (prolongada) lencia policial y las variadas formas de violencia pri-
- juventud (prolongada) - adultez”. Mientras que, por vada; se les niega acceso igualitario a las agencias
otro lado, se construye el circuito degradado por el del Estado y los juzgados; sus domicilios pueden ser
que circulan las mayorías no integradas, compuesto invadidos arbitrariamente y, en general, están forza-
por los tramos más cortos e inestables de “minori- dos a vivir una vida no sólo de pobreza sino de hu-
dad - adultez temprana”. Esta situación se basa en un millación recurrente y de miedo a la violencia, mu-
reparto diferencial y desigual de derechos: mientras chas veces perpetrada por la fuerza de seguridad
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

21
que supuestamente deberían protegerlos. posible de allí. Del lado de los jóvenes, esto parece
Estos sectores, que muchas veces ven limitadas sus ser la confirmación más acabada de que la institu-
expectativas a la simple sobrevivencia diaria -como ción escolar ‘no sirve absolutamente para nada’ ya
conseguir qué comer esa noche o no morir en al- que aun sin estudiar logran no sólo pasar de año
gún calabozo por “gatillo fácil”-, relegan las posibi- sino incluso obtener el título”.
lidades que la educación puede brindarles de tener
una vida futura mejor basada en el ejercicio de sus
derechos. Como señalan Finnegan y Pagano (2007):
“En buena medida, la posición social de los secto-
res populares en el actual contexto limita la vida de
estos grupos, donde lo central de su cotidiano es
la búsqueda del ingreso económico. Dicha situación
reduce las aspiraciones y posibilidades de incluirse
en instituciones educativas y restringe, del mismo
modo, los procesos de disputa del capital cultural
[...] Estimamos que la búsqueda del recurso/ingreso
económico trae aparejado que las relaciones de los/
as chicos/as con los bienes educativos y culturales
pasen a un segundo plano o bien se hallen por fuera
de sus expectativas e intereses”.
En consonancia con esto, Gabriel Kessler (2004)
construye el concepto de “escolaridad de baja inten-
sidad” para describir el vínculo educativo que esta-
blecen con el sistema educativo muchos adolescen-
tes de los sectores marginados. Son alumnos que, si
bien continúan inscriptos en la escuela a la que con-
curren con mayor o menor frecuencia -muchas ve-
ces menor-, no realizan casi ninguna de las activida-
des escolares que se supone debe hacer un alumno;
como cumplir la tarea, estudiar, tomar apuntes, lle-
var los útiles, mantener la regularidad, someterse a
evaluaciones, etc. Se limitan a estar en las aulas en
forma intermitente. Es decir, no se “enganchan” con
la vida escolar. Esto produce entonces un círculo vi-
cioso que provoca malestar en todos los sujetos in-
tervinientes que se sienten incómodos en esa situa-
ción. Así lo describe Kessler: “Del lado de la escuela
se adopta una suerte de arreglo de compromiso ya
que, al no poder controlarlos y al mismo tiempo in-
tentar no expulsarlos del sistema sin el título, renun-
cian a toda exigencia con tal de que salgan lo antes
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

22
1.4. De la imposición V
olvamos al tema de los derechos para analizar
los cambios que presentamos en el apartado
anterior. Beatriz Sarlo (1998) sostiene que la parado-

a la supresión de los ja de la “imposición de derechos” fue la base de la


propuesta escolar en su “época de oro”. La escue-
la fue históricamente una maquinaria que combinó
derechos prácticas autoritarias -la imposición- con democrá-
ticas -los derechos-, en un equilibro muy inestable
que imponía derechos aún sin el acuerdo de los su-
jetos involucrados.
Para dicha posición pedagógica, el mejor futuro po-
sible -al que tienen derecho todos los sujetos- sólo
se construye a partir de la negación del pasado, en-
tendido por tal a la “historia incorporada” de los su-
jetos que se deben educar. Por eso, en aquel enton-
ces, en la escuela, el mandato hacia el otro -nativo,
inmigrante, aborigen, joven, trabajador- era: “Vení a
la escuela, acá está, éste es tu pupitre, éste tu libro
de lectura, acá está tu maestro formado, en este lu-
gar te vamos a enseñar a leer y a escribir, para que
seas un ciudadano, para que progreses, mejores y
decidas los destinos del país, pero para eso debes
dejar de lado todo lo que sos afuera de la escuela,
tenés que someterte a la operación de extirpación
de todas tus marcas sociales y culturales”. Esto tie-
ne aún mucha presencia en las aulas. Por ejemplo,
cuando un docente dice hoy frases como: “Yo ten-
go una muy buena propuesta pedagógica, pero con
estos chicos no se puede”, está retomando la ma-
triz fundacional, porque les ofrece a sus alumnos lo
mejor que tiene -los derechos-, pero sólo a condi-
ción de que ellos cambien -la imposición-. En el mo-
mento que sostiene que su propuesta pedagógica
es buena está afirmando qué es lo mejor que posee.
El problema es que para gozar de sus ventajas, los
alumnos tienen que dejar de ser quienes son histó-
rica y culturalmente en forma total y absoluta, por lo
que se manifiesta una dificultad para pensar proyec-
tos a partir de los sujetos concretos que asisten a la
escuela que les permita salir de las situaciones de
vulnerabilidad en que se encuentran.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

23
Hoy, esta situación de “imposición de derechos”,
-por la que niños y adolescentes son convertidos
en alumnos-, convive con la “sustracción de dere-
chos” que los convierte en menores judicializados
o en adultos tempranos. Esto los quita del lugar de
alumno, supuestamente asociado a la infancia y la
adolescencia “normal”, y les priva de los derechos
que dicha situación debería garantizarles.
Por todo esto, uno de los principales desafíos que ac-
tualmente enfrentamos los educadores es aportar a la
restitución de los derechos que han sido sustraídos a
vastos sectores de la sociedad -en especial a niños
y jóvenes- en una forma que, a su vez, supere el vie-
jo dispositivo de la imposición homogeneizante. Para
eso, debemos ser capaces de generar propuestas
educativas que les permitan construir nuevos sopor-
tes y anclajes; debemos lograr habilitarles la posibili-
dad de acceso a nuevos lugares en lo social, lo cul-
tural y lo político, propiciando la conexión (y muchas
veces, la reconexión) con los entramados sociales
que les garanticen el ejercicio pleno de sus derechos.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

24
1.5. Pensar y generar P
oner el foco en comprender la educación como
derecho implica tener como punto de partida la
comprensión del otro como “sujeto de derechos”. El

prácticas pedagógicas otro-alumno no es un sujeto incompleto, un futuro


peligro social o un “portador de intereses”, sino al-
guien que posee ciertos derechos, con “derecho” a
que pongan el centro ejercerlos, ampliarlos y sumar nuevos. Entendemos,
entonces, que la función de la educación es brin-

en la educación dar herramientas, experiencias, saberes, estrate-


gias, etc. para llevarlo a cabo. Si, como dice Han-

como derecho
na Arendt (1974), las sociedades democráticas son
aquellas que garantizan a sus miembros el “derecho
a tener derechos”, la educación debe ser entendida
como “un derecho que da derechos”.
En cierta forma, recuperar los “derechos de los suje-
tos” nos lleva a revisar algunas posiciones pedagógi-
cas vigentes que ponen el centro en los “intereses de
los sujetos” como garante de la construcción de me-
jores sociedades. En muchos casos, los “intereses”
de los alumnos son comprendidos como elementos
innatos y asociales a los que debe someterse la to-
talidad del accionar educativo. Esto es, no se conci-
be lo que interesa a los alumnos como producto de
experiencias sociales como el consumo y los medios
de comunicación, sino como marcas identitarias pro-
pias y personales, “verdaderas”, que deben ser res-
petadas a rajatabla, por lo que todo intento de cues-
tionamiento y modificación es una práctica educativa
autoritaria entendida como “imposición”.
Por eso, muchas veces la pedagogía centrada en los
intereses cree que la mejor educación es aquella que
les enseña a los alumnos lo que ellos -de antemano-
quieren aprender. A nuestro entender, estas posicio-
nes son mezquinas porque se corren de la función
de “abrir el mundo” a las nuevas generaciones que
implica todo acto educativo, y que, por tal, dificultan
el ejercicio de ciertos derechos. En una posición que
acerca peligrosamente la educación al marketing y el
gerenciamiento empresarial, y convierte a los alum-
nos y la comunidad en “consumidores inteligentes”
que saben todo lo que necesitan, por lo que concu-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

25
rren al mercado educativo a saciar “demandas pre- ta y la demanda. Si hacemos depender el éxito de la
vias” incuestionables, a cuya satisfacción debe limi- educación de las condiciones (socioeconómicas, ét-
tarse el acto educativo. nicas, culturales, familiares, etc.) en las que el sujeto
Philippe Meirieu (1998), un pedagogo francés actual se encuentra inmerso, sólo la modificación de esas
especializado en la formación docente, critica fuer- condiciones, cuando ellas sean desfavorables, hará
temente las prácticas pedagógicas basadas en los posible un sujeto educado. El riesgo aquí es insistir
“intereses del sujeto” con los siguientes argumen- en la ‘reproducción intergeneracional de la pobreza’,
tos: “Atender sus peticiones, someterse a sus nece- más allá de toda educación. La dimensión política de
sidades, proponerle [al alumno] tan sólo aquello que toda educación y su capacidad de instituir nuevos
tiene ganas de hacer y que ya es capaz de hacer, futuros es obviada al encuadrar el ‘deber ser’ de los
es arriesgarse a mantenerlo en un estado de depen- procesos educativos en cálculos y principios de de-
dencia, incluso en una vida vegetativa en la que, pri- terminación, que muy lejos están de aportar a la ins-
vado de exigencias, se dejará caer al nivel más bajo. titución de una sociedad de iguales”.
La educación, entonces, se reduciría a la contem- Creemos que pasar de una educación basada en los
plación embobada de unas aptitudes que se des- “intereses del alumno” a otra basada en los “dere-
piertan; ratificaría todas las formas de desigualdad y chos del alumno” amplía el tamaño de la operación
dejaría a los ‘hombrecitos’ completamente inermes, pedagógica en la construcción de sociedades más
incapaces de entender lo que ocurre, privados de justas. Por eso, la pregunta principal para poner a los
voluntad y prisioneros de sus caprichos y de toda sujetos en el centro de la propuesta no es “¿qué tie-
clase de manipulaciones demagógicas”. ne interés en aprender?” sino “¿qué tiene derecho
En este sentido, nos parece útil repensar lo que Silvia a aprender?”. Enseñarles sólo lo que ya les interesa
Serra y Evangelina Canciano (2007) llaman “el tama- aprender es dejarlos en el “estado de dependencia”
ño de la operación pedagógica” para referirse al ho- que señalaba Meirieu en el pasaje citado más arriba.
rizonte de acción que otorgamos a nuestras interven- El interés debe ser, en el mejor de los casos, el punto
ciones. Las operaciones pequeñas generalmente se de llegada y no el punto de partida de nuestra tarea;
limitan al plano enunciativo y utilizan las condiciones la idea no es hallar sino generar intereses.
de partida como el marco al cual deben “adaptar- También debemos ampliar el rango de la operación
se” o “adecuarse” las propuestas, lo que reduce sus pedagógica dentro de la concepción del derecho a la
posibilidades. Al respecto, las autoras señalan: “Si educación. Podemos pensarlo desde una interven-
establecemos una relación muy estrecha entre [los] ción poco potente que se limite a su enunciación casi
términos [educación y posibilidades de inserción la- en el plano de las “libertades”, casi como un conteni-
boral], corremos el riesgo de adaptar la educación, do más de Formación Cívica, o podemos ampliar su
para que resulte exitosa, a los requerimientos de una tamaño para volverlo la base de una práctica educa-
región o de un medio específico. Históricamente, la tiva que genere futuros más justos.

m
operación pedagógica supo ser mucho más amplia
omento
r
que la de aportar a una exitosa inserción en el mer-
cado de trabajo, y esa amplitud permitió abrir nuevos
horizontes, hasta el momento no imaginados por los
sujetos. Con el aditamento de que hablamos de mer-
de eflexión
cado de trabajo, el que suele exigir competencias no Existen en el decir corriente expresiones tales
cuestionadas, y donde opera con todo rigor la ofer- como: “Educación para pobres”, “Que esto no lo
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

26
aprenda porque no le sirve de nada”, “A los chi- también un conjunto de “pedagogías de la pobreza”
cos hay que enseñarles lo que ellos piden”, etc. que, a nuestro entender, obturan la posibilidad de
generar sociedades más justas. Su operación prin-
1 Encuentren otras expresiones similares del cipal es la siguiente: se determina a priori cómo es el
decir corriente relacionadas con este apartado, “alumno pobre” en términos de carencia, peligrosi-
luego traten de desandarlas y proponer contra- dad o riesgo, y desde ese diagnóstico se establecen
argumentaciones. las propuestas pedagógicas a aplicar adecuadas a
sus características, siempre cargadas de altas dosis
2 Armen un diálogo hipotético entre dos perso- de “prevención y compensación”. De esta forma, se
nas, una sosteniendo las frases presentadas, acorta el tamaño de la operación pedagógica al ubi-
y la otra intentando desarticularlas a partir carlos en el lugar de “peligrosos sociales” en lugar
de lo trabajado. de habilitarlos como sujetos de derecho. Para esas
posiciones, ser “pobre” es más importante que “ser
Un buen punto de partida hacia ese horizonte es la alumno”. La pobreza es así naturalizada como con-
ampliación del sentido dado a los derechos. Para tal, dición inmodificable y constitutiva de los sujetos y
Rosa María Torres (2003) propone una visión “am- no es entendida como un efecto de ciertas políticas
pliada” de la educación y del derecho a la educación, que puede ser modificado por otras.
basada en los siguientes puntos: En oposición a esas posturas, estamos proponien-
do recuperar el horizonte de igualdad que implica la
• Derecho no sólo de niños y niñas sino de toda per- concepción del otro como sujeto de derecho para
sona pensar desde allí propuestas pedagógicas que no
• Derecho no sólo a acceder a la escuela sino a la sólo prevengan, sino que, sobre todo, habiliten si-
educación tuaciones que permitan la irrupción de algo nuevo,
• Derecho no sólo a acceder a la educación sino a no predecible de antemano, que aporte a la cons-
una buena educación trucción de situaciones de mayor justicia. Es nece-
• Derecho no sólo a acceder a la educación sino al sario entonces dejar de pensar la pobreza como una
aprendizaje determinación que se instituye como natural y volver
• Derecho no sólo al aprendizaje sino al aprendizaje a mirarla como el producto de una operación social
a lo largo de la vida desigualitaria e injusta. Es necesario mirar de otro
• Derecho no sólo al acceso sino a la participación modo el punto de partida de los alumnos y el pro-
pio y confiar en que la educación abrirá posibilida-
Así, el derecho a la educación suma nuevas dimen- des aún no conocidas. Esto significa dejar de tener
siones, como la mayor cobertura posible, la invita- una mirada que estigmatiza a la pobreza para pa-
ción de pensarlo más allá de la escuela, la noción de sar a otra que habilita enigmas para un futuro. Es
“buena” educación y la necesidad de instrumentar una apuesta a que, frente a situaciones de desigual-
formas de participación de los sujetos involucrados dad, pobreza y exclusión, los docentes recuperemos
que lo saque tanto de la “escolaridad de baja inten- la posibilidad de desligar a nuestros alumnos de la
sidad” descripta por Kessler como de las propuestas profecía del fracaso futuro con la que llegan y de re-
pedagógicas limitadas a satisfacer las “demandas” e situarlos en el lugar de la posibilidad, confiando en
“intereses” de los sujetos o las comunidades. que ellos pueden aprender, que van a hacerlo y que
Las propuestas de poco tamaño han producido nosotros vamos a poder enseñarles.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

27
Para esto es necesario redefinir en términos no au- Graciela Frigerio (2006), la educación “se rebela y
toritarios el vínculo necesariamente asimétrico que se resiste a ser cómplice de transformar las diferen-
implica todo vínculo pedagógico. Para tal, propone- cias en desigualdades”.
mos que la diferencia básica que implica la educa- Esta “igualdad de base” que implica pensar la edu-
ción debe combinarse con el plano de igualdad que cación como derecho se articula con generar espa-
establecen los derechos de los sujetos intervinien- cios de cuidado basados en una apuesta en con-
tes. Esto es, debemos reconocer que en cada acto fiar en las posibilidades de aprender del otro -contra
educativo se encuentra un registro de la igualdad todo diagnóstico “objetivo” que pronostique lo con-
-los derechos- junto con un registro de la asimetría trario-, y con brindar conocimientos como medios de
-la operación de transmisión de la cultura-. orientación para interpretar los contextos y permitir
Al respecto, Jacques Ranciere (2003) sostiene que: la comprensión de la propia historia. Esa confian-
“La igualdad no es un fin a conseguir, sino un punto za implica ofrecerles herramientas que les permitan
de partida. Quién justifica su propia explicación en procesar el mundo que les es dado, compuesto por
nombre de la igualdad desde una situación desigua- elementos tan disímiles como los discursos mediá-
litaria la coloca de hecho en un lugar inalcanzable. ticos, la sociedad de consumo, la promulgación de
La igualdad nunca viene después, como un resulta- derechos y sus cotidianeidades a veces insoporta-
do a alcanzar. Ella debe estar siempre delante. Ins- bles. Desde nuestro lugar de educadores podemos
truir puede significar dos cosas exactamente opues- proponer modos de lectura críticos acerca de estos
tas: confirmar una incapacidad en el acto mismo que discursos y situaciones. A través de relatos, juegos,
pretende reducirla o, a la inversa, forzar a una ca- palabras y números podemos intermediar entre la
pacidad, que se ignora o se niega, a reconocerse y crudeza de los hechos de la realidad y su significa-
a desarrollar todas las consecuencias de este reco- ción por parte de los alumnos. Desde ese lugar, re-
nocimiento. El primer acto se llama atontamiento, el sulta posible también ampliar la oferta cultural, dan-
segundo, emancipación. Esto no es una cuestión de do lugar a otros temas, miradas y propuestas. Sin
método, en el sentido de las formas particulares de duda, interceder entre ellos y el mundo dándoles he-
aprendizaje, sino, propiamente, una cuestión de filo- rramientas para entender, interpretar y discutir la rea-
sofía: se trata de saber si el acto mismo de recibir la lidad es una de las mejores formas de cuidado que
palabra del maestro -la palabra del otro- es un tes- podemos desplegar en la enseñanza.
timonio de igualdad o de desigualdad. Es una cues- Frente a la crudeza de ciertas condiciones sociales,
tión de política: se trata de saber si un sistema de en- la educación tiene una función central: transmitir co-
señanza tiene como presupuesto una desigualdad a nocimientos, palabras y herramientas que no dejen a
‘reducir’ o una igualdad para verificar”. los niños solos frente a situaciones críticas y les per-
Esto nos lleva a una comprensión compleja de “la mitan situarse en una trama de significados que los
igualdad” que implica tanto valorar la singularidad habilite para comprender esa realidad. En el marco
de cada uno -sin por eso negar o convalidar la des- de una extendida exclusión social, ésta es una de las
igualdad social- como reconocer un territorio co- formas de inclusión que podemos llevar adelante los
mún que nos une en términos colectivos. En este educadores y que se diferencia radicalmente de la
sentido, sostenemos la idea de que la educación postura que considera que nada se puede hacer con
no sólo debe resistir a la desigualdad sino que debe esos niños, para quienes la educación no sería más
abrir en cada momento una oportunidad para cons- que un compás de espera en el destino de exclusión
truir una vida más justa para todos. Como sostiene (social, económica, laboral, política) que los espera
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

28
en su vida adulta. Proponemos recuperar la confian- ria con los hechos que permita aproximárseles sin
za que nos lleva a correr a los sujetos de la “situación sentirse arrasados por ellos.
de riesgo” en que son estigmatizados, para instalar- Esa es la función de la educación: intermediar entre
los en el horizonte de la igualdad y la sorpresa. Para la realidad y los alumnos enfatizando los significados
eso, es necesario enriquecer la propuesta pedagógi- políticos, sociales y comunes de sus vivencias como
ca, no sólo mediante la incorporación de determina- forma de no “quedar pegados” a la crudeza y do-
dos contenidos, sino también apelando a diversidad lor de la realidad de la pobreza, y dar palabras, jue-
de materiales y elementos que tengan la capacidad gos y herramientas para pensar esa condición como
de generar otros conocimientos, problemáticas, po- responsabilidad colectiva. Este modo de intermedia-
sibilidades e interrogantes. ción habla de incluir las situaciones personales en
“Confianza”, “amparo” y “cuidado” son términos marcos colectivos; y, desde esas perspectivas, ha-
que los educadores debemos tratar conjuntamen- bilitar sus análisis como tema común a todos per-
te. Como hemos intentado señalar en este trabajo, mitiendo y acompañando su simbolización. Por eso,
las generaciones adultas tienen la obligación de “am- es importante que el espacio educativo marque una
parar” a las generaciones jóvenes para que puedan cierta diferencia con el entorno en el que se encuen-
educarse. Perla Zelmanovich (2002), una psicoanalis- tra como una forma de “suspender” en su interior las
ta dedicada a la educación, sostiene que el “cachorro reglas externas y así poder establecer la distancia
humano” viene al mundo muy indefenso, por lo que necesaria que habilite nuevas comprensiones.
debe haber quien lo reciba y ampare hasta que pue- Para el caso específico de los adolescentes, Zelma-
da ocuparse de sí mismo de manera independiente. novich sostiene que es necesario pensar que sus
A diferencia de otras especies animales, el desam- “personajes” muchas veces son “ensayos de subje-
paro -al que diferencia del abandono- es la condi- tividades” y no identidades fijas e inmutables ya asu-
ción “natural” con la que llegamos al mundo; los hu- midas para el resto de sus vidas. Esos ensayos tie-
manos no nacemos listos para valernos por nosotros nen mucho de “juego” y “exploración” personal, por
mismos sino que, para poder hacerlo, precisamos un lo que no pueden ser tomadas como estigmatiza-
“andamiaje” que lleva tiempo incorporar y que, pro- ciones definitivas. Por eso, sostiene al respecto que
bablemente, no puede darse por terminado nunca. el “derecho al amparo” de los jóvenes debe ser una
En las circunstancias en que el desamparo se man- respuesta a las manifestaciones juveniles esperables
tiene o vuelve a producirse -como en ciertos casos como el exabrupto, el recurso de la violencia verbal y
de abandono o maltrato-, los sujetos quedan des- física y los actos intempestivos, los que muchas ve-
provistos de estas herramientas, con graves per- ces se ven estimulados por las malas condiciones
juicios para el ejercicio pleno de sus derechos. Por materiales de vida. Si el adulto se limita a confrontar
eso es tan importante que haya alguien ahí esperán- al adolescente con la supuesta realidad de ese “per-
donos. Dar amparo tiene que ver con instalar una sonaje” con el que el chico se encuentra identificado
red de significaciones ante una realidad inexplicable en ese momento, no logrará otra cosa más que refor-
que proteja, resguarde y posibilite el acceso a la so- zar la alienación. Se trata de dar lugar para el ensayo.
ciedad y la cultura, que brinde a los sujetos las he- Esto no implica que esos “exabruptos” deban ser
rramientas necesarias para que puedan incorporar tolerados o permitidos, sino que es necesario habi-
e incorporarse en ellas aún en las situaciones más litar algo más que su sanción. Por ejemplo, tratar de
extremas y penosas. No tiene que ver con engañar, habilitar un “acá no” como forma de respeto mutuo
sino con ayudar a establecer una distancia necesa- y, sobre todo, como condición para que otras cosas
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

29
B iblioteca
novedosas puedan suceder en ese espacio. “Acá
no se habla así”, porque de esa forma podemos co-
nocer o inventar nuevas formas de hablar; “acá no
se canta eso”, porque así podemos cantar otras co- • Pineau, Pablo (2008). “La educación como De-
sas; etc. Esas marcas y limitaciones deben pensar- recho”. Artículo digital disponible en http://www.
se más como circunstancias de aparición de algo feyalegria.org.ar/articulos/educacion_como_de-
nuevo que como actos represivos que buscan inútil- recho_pineau.pdf
mente frenar el cumplimiento de un destino prefija- • Ramos, Juan (1911). Historia de la Instrucción
do del cual los adolescentes no pueden ya escapar. Pública en la República. Argentina (1810-1910).
En esta noción de “destino no elegido” radica la po- Bs. As, ed. Jacobo Peuser (tomo II).
tencialidad de la educación para la formación de • Alberdi, Juan B. (1852). Bases y puntos de par-
mundos más justos. Por eso, George Steiner (2004) tida para la organización política de la República
sostiene: “Hasta en un nivel humilde - el del maestro Argentina. Varias ediciones.
de escuela- enseñar, enseñar bien, es ser cómplice • Sarlo, Beatriz (2001). Tiempo Presente. Buenos
de una posibilidad trascendente. Si lo despertamos, Aires, Siglo XXI.
ese niño exasperante de la última fila tal vez escriba • Southwell, Myriam (2002). “Una aproximación
versos, tal vez conjeture el teorema que mantendrá al proyecto educacional de la Argentina post-dic-
ocupados a los siglos”. tatorial: el fin de algunos imaginarios”, en Cua-
La “posibilidad trascendente” se vincula con la idea dernos de Pedagogía N˚10. Rosario, Laborde
de inaugurar algo nuevo, de poder romper con un Editor.
destino supuestamente prefijado. Y ser docente es • Duschatzky,Silvia (2007). Maestros Errantes.
ser “cómplice” de ese hecho; no haber sido su au- Experimentaciones sociales a la intemperie. Bs.
tor, su único responsable, sino un participante de As, Paidos.
un proyecto que involucra a otros, y especialmen- • Finnegan, Florencia y Pagano Ana (2007). El
te a nuestros alumnos. Es creer que el acto educati- derecho a la educación en Argentina. Disponi-
vo vale la pena, y que puede inaugurar condiciones ble en http://www.lpp-uerj.net/olped/documen-
nuevas e inesperadas. tos/2189.pdf
• Dussel, Inés (2003). “La gramática escolar de
la escuela argentina: Un análisis desde la historia
de los guardapolvos”, en: Anuario de la Socie-
dad Argentina de Historia de la Educación No. 4,
Buenos Aires, 2003, pp.11-37.
• Cerletti, Laura (2006). Las familias, ¿un proble-
ma escolar? Sobre la socialización escolar infan-
til. Buenos Aires, Noveduc.
• Redondo, Patricia (2004) Escuelas y pobreza.
Entre el desasosiego y la obstinación. Buenos Ai-
res, Paidós.
• O’Donnell, Guillermo (2004). “Notas sobre la de-
mocracia en América Latina”, en El debate con-
ceptual sobre la democracia, Informe PNUD.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

30
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res”, en Sociología del delito amateur. Buenos Ai-
res, Editorial Paidós.
• Beatriz, Sarlo (1998). La máquina cultural: maes-
tras, traductores y vanguardistas. Bs As, Ariel.
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rismo. Madrid, Taurus.
• Meirieu, Philippe (1998) Frankenstein educa-
dor. Barcelona, Laertes.
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dos: la tarea pendiente”. Educere, vol. 7, núm.
23, octubre-diciembre, 2003. Venezuela. Postítu-
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te. Barcelona, Laertes.
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Buenos Aires, Del estante editorial.
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nómica.
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tros. Madrid, Siruela.
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“Las condiciones de enseñanza en contextos crí-
ticos”. Bs. As. Ministerio de Educación. Disponi-
ble en http://repositorio.educacion.gov.ar:8080/
dspace/handle/123456789/96780 y htttp://por-
tal.oas.org/LinkClick.aspx?fileticket=jl4tTlZ9lng
%3D&tabid=1896
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

31

Capítulo 2
Transmisión, autoridad y
justicia
2.1. Transmisión intergeneracional
2.2. Autoridad: el problema de la autoridad peda-
gógica
2.3. Justicia y educación

L os momentos educativos ponen en juego un sa-


ber, una experiencia, una tradición que se cree
importante y vital para un otro. En ese proceso de
transmisión nos encontramos con la necesidad de
autorizar nuestro rol y mensaje, de dimensionar la
relevancia que tiene la distribución de ese saber
para nuestra sociedad.
Preguntas en torno al proceso de transmisión, a la
construcción de la autoridad y a la justicia curricular
son las que nos ocuparán en este capítulo. Pregun-
tas que se producen desde los tiempos de Herodes
hasta nuestros días, pero que al situarlas en el con-
texto socio-histórico contemporáneo cobran un re-
lieve determinado y particular.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

32
2.1. Transmisión E
n este apartado nos detendremos en los aportes
que realiza Jacques Hassoun (1996) a lo largo de
su obra Los contrabandistas de la memoria. Trabaja-

intergeneracional remos alrededor de la idea de “transmisión interge-


neracional”.
Está muy difundida la creencia de que otrora la trans-
misión de una cultura, de una historia, de las tradicio-
nes, se desarrollaba en forma natural, sin inconve-
nientes; lo que implica creer, entonces, que hoy esa
naturalidad en la transmisión se ha perdido. Nuestra
misión aquí es poner en cuestión este supuesto y lo-
grar comprender qué hay de similar y qué de diferen-
te en las formas de transmisión a lo largo del tiempo.
La idea de un pasado en el que existía una reproduc-
ción en la transmisión, la imagen bucólica y nostál-
gica de nuestros antepasados rurales transmitiendo
sin inconvenientes la cultura, es falsa. Es común a
todo cambio de algo antiguo por algo novedoso una
cuota de temor, de vacilación, de peligro por la pér-
dida de una estabilidad: “el origen de este malestar
es el desgaste psíquico que lo nuevo exige siempre
a la vida psíquica y la incertidumbre llevada hasta el
extremo de la expectativa ansiosa, que lo acompa-
ña” (Hassoun, 1996: 10).
¿Qué necesidad de emprender tan desgastador ca-
mino? En cada generación late la necesidad de trans-
mitir a los nuevos de nuestra sociedad lo que nos han
dado nuestros ascendientes. Esta necesidad se pue-
de rastrear a lo largo de la historia; Hassoun mencio-
na a modo de ejemplo la forma en que los beduinos
se interrogan al cruzarse: ¿a dónde vas, quién eres,
de dónde vienes? Se traduce un interés que excede
lo geográfico y que se inscribe entonces en el recorri-
do personal relacionado con lo que se ha transmitido.
Hasta aquí hemos hablado del carácter universal de
la idea de transmisión, pero también nos pregunta-
mos por su diferenciación: ¿Existen distintos mo-
mentos en la historia de los hombres y las mujeres
que marcan diferentes tipos de transmisión? Si bien
la herencia de la cultura es constante, hay momen-
tos críticos en los cuales el valor de la transmisión
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

33
toma dimensiones estructurantes. Es ahí, en la con- éxito, a la movilidad social o a la felicidad. Es así
moción, en el conflicto, en la guerra, en la migración como muchas veces miles de argentinos hijos de in-
masiva, donde la idea de transmisión de vuelve vital. migrantes se sienten foráneos en el centro mismo
Esta asociación que establecemos entre crisis y del país en el que han venido al mundo; siendo la
transmisión también es histórica y universal; todos escuela, entre otros tantos aparatos culturales, una
somos conscientes, y así lo fueron nuestros antepa- de las instituciones con más peso en potenciar ese
sados, de que somos mortales. Es para garantizar sentimiento de fracaso. Sin embargo, es en la escue-
un mínimo de continuidad que Hassoun afirma en la misma donde reside la posibilidad de poder sim-
relación a la cultura: “Somos sus depositarios y sus bolizar aquello que muchos padres no pueden con-
transmisores. Somos sus pasadores” (Ib.: 15). tar a sus hijos sobre su propia historia, de estimular
¿Cómo pensar la transmisión más allá de la repro- una “transmisión lograda” que hable del pasado y
ducción? Lo que hemos heredado es modificado de del presente: la existencia se torna menos dolorosa
acuerdo a las particularidades de nuestra vida. So- si se escucha a los padres, a los docentes, a quienes
mos siempre distintos a quienes vinieron antes que nos quieren y rodean hablar de la propia historia y de
nosotros y seguramente nuestros descendientes to- la cotidianeidad compartida.
men caminos diferentes a los nuestros. Sin embargo, ¿Cómo posicionar la historia de nuestros chicos en
la transmisión existe y se inscribe en esa doble dife- contextos tan distintos, en tradiciones culturales
rencia. Para dar cuenta de una buena transmisión, tan opuestas? La mera enunciación de las raíces o
Hassoun utiliza el término “transmisión lograda”; la postal folclórica no satisfacen los requisitos para
ésta “ofrece a quien la recibe un espacio de liber- una buena transmisión: “no será entonces sino una
tad y una base que le permite abandonar el [pasado] burla mentirosa adecuada para crear una rebeldía ra-
para [mejor] reencontrarlo” (Ib.: 17). Una transmisión dical, una marginalidad o una desesperación extre-
lograda es, entonces, la posibilidad de reconocer y ma, acompañadas de una tentación a reconstruir, en
tramitar las dificultades que se producen en la con- otro tiempo y en otro espacio, un modelo pasatista
ciliación entre la historia pasada de cada uno y el de- […] ¿todas estas situaciones no nacen de la nostal-
seo subjetivo, personal, del aquí y ahora. En térmi- gia por un pasado enigmático y de un presente vivi-
nos más limpios: una transmisión lograda prepara a do como discordante al que los padres [podríamos
nuestros chicos y chicas para hacer frente a las difi- tomarnos la licencia y ampliar la idea a todo proce-
cultades que se dan a lo largo de la vida. so educativo] no han podido en verdad enfrentar?”
¿Qué sucede cuando un pibe o una piba ignora su (Ib.: 23). En este contexto, en el que una generación
pasado? ¿Qué sucede cuando su historia es un se siente huérfana de historia y la otra, incapaz de
enigma que se le es negado? Supongamos por un transmitir algo, es donde son más fértiles los razona-
momento la infinidad de niños que nacen en Argen- mientos de extrema derecha, que permiten llenar ve-
tina y cuyos padres son extranjeros. Comparten su lozmente de contenido “nacional” ese espacio vacío.
vida cotidiana, en su primera socialización, un es- “Romper el silencio, ¿no es transmitir?”, se pregunta
pacio común familiar, una cultura, unas costumbres, Hassoun. ¿Qué acciones desarrollamos para que se
una historia para enfrentarse. ¿Quiénes son ellos? rompa ese silencio, para que un niño pueda indagar
¿De dónde vienen? ¿A dónde los llevan sus padres? sobre sus orígenes y para que se produzcan en nues-
Es habitual que se nieguen las historias de los pa- tros momentos educativos columnas de porqués que
dres sobre su emigración, sintiéndose, en muchos traccionen la historia oculta en las sombras?
casos, como extranjeros que no tienen derecho al Los ejemplos más drásticos que se suceden a la
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

34
hora de pensar en torno a la transmisión se basan de aquellos cuya genealogía es diferente y entre los
en los cambios geográficos movidos por eventos cuales transcurre mi vida” (Ib.: 150).
traumáticos: pérdida del trabajo, guerras, dictadu- Repongamos las posibilidades presentadas hasta
ras, desastres climáticos, etc. Sin embargo, Has- ahora. Toda transmisión implica la presencia de tres
soun, insistiendo en la idea de que transmitir es un generaciones. Analizamos la opción más maniquea
imperativo constante de todas las sociedades en to- del mimetismo: “reproducción minuciosa de los ges-
dos los tiempos, afirma que: “todos somos exiliados tos de las generaciones precedentes, fijando el tiem-
de nosotros mismos y de nuestra historia, sea cual po y el espacio, instalándose en un tensión imitadora
fuere nuestro grado de sedentarismo” (Ib.: 27). de sus antepasados, sean cuales fueran las circuns-
tancias exteriores” (Ib.: 156). Otra posibilidad radica
en abrir una grieta temporal, un paredón que niega el
pasado; aquí los sujetos niegan su trayectoria.
2.1.2. La construcción Por último, están los contrabandistas de la memoria
que “se dejan trabajar por la herencia sin importarles
de la transmisión la profundidad del abismo que los separa de sus as-
cendientes” (Ib.: 157). Estos contrabandistas reco-

R etomemos el peligro de la reproducción que es-


bozamos en el apartado anterior: “¿Existe algo
más ridículo, más insoportable que ver esos clones,
nocen que toda transmisión es del orden de la crea-
ción: “si la repetición inerte implica con frecuencia
una narración sin ficción, la transmisión reintroduce
que, como si fuesen sombras, imitan con la mayor la ficción y permite que cada uno, en cada genera-
seriedad a sus padres o sus ancestros?” (Ib.: 141). ción, partiendo del texto inaugural, se autorice a in-
A esto podemos llamarlo mimetismo, una acción ri- troducir las variaciones que le permitirían reconocer
dícula que fuerza una reproducción que nunca pue- en lo que ha recibido como herencia, no un depósi-
de ser tal. to sagrado e inalienable, sino una melodía que le es
La transmisión -en un sentido amplio y necesario- propia. Apropiarse de una narración para hacer de
se asocia a un saber-vivir; desde las posibilidades ella un nuevo relato, es tal vez el recorrido que todos
de trabajar la tierra hasta poder asimilar determina- estamos convocados a efectuar” (Ib.: 178).
das normas de escolaridad, saber que un fruto es Existe una cita, ya casi canónica en el mundo de la
venenoso, entonar una canción religiosa, y así la lis- educación que ilustra a estos contrabandistas de la
ta nos resulta infinita. ¿Cómo hacer esto sin caer en memoria. Eduardo Galeano (1993) nos cuenta:
el mimetismo o en calcomanías de los adultos en los “A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus
chicos? Hassoun utiliza un término que es ilustrati- años tardíos. Se le nublan los ojos, las manos le tiem-
vo y da nombre a su obra: el discurso de la transmi- blan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre
sión, la herencia, opera clandestinamente a modo la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece
de “contrabando” de medianoche en la frontera. al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradi-
La homogeneidad entre sujetos deja de ser un va- ción, entre los indios del noroeste de América: el ar-
lor supremo: “es más hacia la diferenciación que ha- tista que se va entrega su obra maestra al artista que
cia la especificidad que se dirige la transmisión […], se inicia. Y el alfarero joven no guarda esa vasija per-
aquella que permite aprehender plenamente lo que fecta para contemplarla y admirarla, sino que la estre-
me diferencia de quienes poseen una historia simi- lla contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge
lar a la de los míos, pero que también me diferencia los pedacitos y los incorpora a su arcilla”.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

35
m omento tienen que atravesar los llegados del altipla-

r
no, una realidad que “El imperio de los colores”

de eflexión
torna vívida, a partir de recorrer tres peque-
ñas historias de inmigrantes bolivianos en Río
Cuarto. El documental, que llegó al gran público
1 Les proponemos la lectura de la siguien- a través de la pantalla de Canal 13 el fin de se-
te reseña3 del cortometraje “El imperio de mana anterior, instala la idea de que toda mi-
los colores”4 gración arrastra a la construcción de una nue-
va realidad y se detiene en este niño, que con
La conmovedora historia de Fidel, un niño su bicicleta deambula por la ciudad en busca
boliviano de película de protección social.
Su humilde y, a la vez, muy rica vida es un A lo largo de 23 minutos, el valioso producto
disparo al blanco para comprender las penu- audiovisual realizado y producido por Marcos
rias por las que tienen que atravesar los in- Altamirano y Hugo Curletto, de la Universidad
migrantes del altiplano. Nacional de Río Cuarto, resalta los aspectos
positivos del fenómeno de la migración como
Fidel tiene 13 años y cada día le pone el cuerpo una estrategia de vida, como un derecho esen-
y el alma a la dolorosa adaptación por la que cial e inalienable que contribuye a la inclusión
deben atravesar quienes, apremiados por la social y el respeto por la diversidad cultural.
más aguda miseria, dejan para siempre sus “Mi nombre es Fidel Mamanillo Cruz, tengo 13
lugares de origen y deciden radicarse en estas años y vengo de Bolivia”, dice en el filme el niño,
tierras. Es boliviano, nació en Potosí y desde mientras sale de la casa que alquilan -de techo
hace tres años está en Río Cuarto. Muy pobre bajo, con los ladrillos blocks al desnudo, piso
e hijo de padres separados, se convirtió en el rústico y construida varios metros por deba-
protagonista de “El imperio de los colores”, una jo del nivel de la calle- y se monta en su bici-
película que duele y cautiva por su realismo so- cleta de color bordó, para luego transitar las
bre la inmigración latinoamericana en la ciudad. calles de la ciudad, mientras se escucha su re-
“En la escuela no me llevaba bien con los chi- lato: “Nosotros teníamos unos familiares que
cos… me decían andate a tu país, qué haces vivían acá, que nos esperaron en la llegada de
acá, no te entiendo lo que hablás… me dibuja- Bolivia. Y nos llevaron a su casa. Ahí vivimos
ban cosas en el pizarrón, me insultaban…”, re- casi una semana… y después de algunos meses
lata n una de las escenas más duras del cor- mis padres se pelearon, discutieron por pro-
to, este chico que vive en una precaria casita blemas, cosas de ellos… y mi mamá y mi papá
de la calle Río Juramento al 600, en el barrio se separaron… No teníamos plata para vivir y
San José de Calasanz, y cuyo único sostén es mi papá vivía en otro lado… mi mamá se fue
su madre, que habla en quechua y su dificul- a buscar trabajo y no la aceptaban porque no
tad para comunicarse en español se traduce podía hablar y no tenía documentos. Y después
en problemas para conseguir trabajo. yo hice unos trámites para el documento, para
Su humilde y a la vez muy rica vida, a pe- que trabaje mi madre… ella sufría porque no
sar de tan corta edad, es un disparo al blan- podía hablar… ahora entiende un poco…”. Luego
co para comprender las penurias por las que se lo ve tocando el siku, cuyo sonido se escucha
3 • Fuente: www.puntal.com.ar/v2/article.php?id=70690
4 • El imperio de los colores. Río Cuarto. 2010. 23 minutos. Documental. Realización: Marcos Altamirano y Hugo Curletto. Producción: Marcos Altamira-
no. Cámara: Hugo Curletto. Sonido: Gastón Molayoli. Edición y Postproducción: José Tabarelli. Música original: Kayab. Trailer en la web: http://vimeo.
com/14056886
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

36
mientras Fidel confiesa que le gustaría volverse quechua, que la mujer escuchaba con atención,
a Bolivia y que extraña los amigos, el paisaje, mientras asentía con la cabeza.
las fiestas y a todos los que lo querían. “Ella ahora está hablando algunas palabras en
“Yo lloraba mucho y pasé un año sin ir al cole- español y entiende más, pero hasta hace poco
gio” “Una de las cosas que más extraño de Bo- no podía comunicarse…”, indicó este niño, que
livia es la comida y a todos los que me quieren se comporta casi como un hombre y que de-
y que se quedaron allá, familia y amigos. Y ex- cididamente ha tomado las riendas de la inte-
traño cómo son las ciudades y cómo te hablan gración en esta sociedad y se ha convertido en
las personas. Pero no hay trabajo, allá se vive un comprometido guía de esa familia, un pre-
de las minas y cuando se acaba eso se queda maturo jefe de hogar, al tiempo que dijo: “Mi
toda la familia sin trabajo”, dijo este chico a madre se quedó sin empleo en el vivero donde
PUNTAL que, tras el certero golpe que produjo trabajaba y se está dedicando a limpiar casas.
con su aparición en la pantalla del canal abier- Pero no es mucho. Ella anda buscando trabajo.
to de Río Cuarto, fue al encuentro del pequeño Yo no trabajo, porque no hay nada para mí.
protagonista de esa gran historia. Pero cuando mi mamá estaba en el vivero iba
“Ya nos estamos acostumbrando, aunque no a ayudarla. Y ahora ya no tengo tanto tiempo,
es fácil. Al principio fue muy duro. Yo estaba porque comencé a jugar al fútbol para Atenas,
todo el tiempo encerrado en la casa. No salía, voy dos días en la semana y los sábados, y
porque me daba miedo que me trataran mal. El estoy estudiando”.
acento que llevamos nosotros genera risas, a Agregó: “Con ella me comunico todo el tiempo en
veces insultos. Yo lloraba mucho y pasé un año quechua, aunque prefiere que le hable en es-
sin ir al colegio”, contó Fidel Mamanillo Cruz, pañol para aprender un poco más. Pero como
aunque rápido agrega: “Los chicos son así. An- ella me habla en quechua, yo le respondo igual
tes no entendía por qué me decían esas co- (risa…)”. Y siguió: “Ella nunca pudo ir a un co-
sas, pero ahora los entiendo, porque siempre legio, es del campo y no estudió. Y, como no
se dicen estas cosas. Ahora ya casi me siento fue a la escuela, sólo aprendió a hablar como
como ellos. Al principio fue mucho más difícil, en la casa”.
porque no conocía nada, ni a nadie”. “Esto es algo que la complicó para conseguir
“Antes, estábamos todos juntos y mi papá trabajo. Ella no podía hablar y la gente no la
trabajaba de ayudante -de albañil-. Él empezó entendía. Ahora ya entiende más y habla poco,
a hacer eso porque no conocía nada de acá y pero mucho más que antes”, acotó el chico, que
además mi papá y mi mamá no tenían docu- fiel a una de las características salientes de
mentos y se les complicó para trabajar. Prime- sus paisanos, marca bien las eses al hablar,
ro fuimos a vivir a Banda Norte, después nos tiene la piel del color de la tierra, los ojos rasga-
vinimos para acá. Un año vivimos todos juntos, dos, con un lóbulo en su parte inferior, el cabe-
después ellos se separaron. Y mi mamá tenía llo negro y lacio, la boca carnosa y oscura y una
que trabajar, pero necesitaba el documento…”, mirada piadosa a la vez que vivaz y tímida.
narró Fidel, mientras su madre lavaba ropas Fidel juega al fútbol en Atenas en la categoría
a mano, en una batea en el patio de esa humil- '97, como volante. El 25 de octubre va a cumplir
de vivienda. Y, de vez en cuando, él la actuali- 14 años. Y cursa el tercer año en el Ipem N˚27,
zaba sobre la conversación con una síntesis en donde almuerza los días de semana. Dice que le
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

37
va bien en la escuela y que le gusta estudiar. más la escasa productividad local, influyeron en
“A mí me encantaría ser futbolista, pero no sé la economía mediante la producción y comerciali-
si va a ser posible. Si no puedo, me gustaría zación fruti-hortícola. También llegó otro grupo
estudiar para contador. Quisiera ir a la Uni- vinculado con la construcción y los hornos de
versidad, porque nadie de mi familia pudo ha- ladrillos, aunque con más precariedad laboral”.
cerlo. Mi mamá no fue a la escuela y mi papá Siguen: “La condición de extranjero provoca ma-
hizo el primario nomás”, contó. yor vulnerabilidad y tiene una expresión crítica
“Ya no bajan de los barcos. Ahora llegan en co- en la ausencia de derechos que afecta a inmi-
lectivos. La mayoría proviene del altiplano. Las grantes irregulares, en general, y más profun-
causas principales que influyen en la decisión damente a mujeres y niños”.
migratoria se relacionan con aspectos econó- “En el imaginario social, la idea de crisol de ra-
micos, laborales y familiares. Toda migración zas que forman el origen del pueblo argentino,
arrastra a la construcción de una nueva reali- pareciese excluir, en cierto modo, a los oriun-
dad”, indica uno de los mensajes que aparecen dos de países latinoamericanos, arribados al
en este producto del Instituto de Desarrollo Re- país en las últimas décadas del siglo XX. Si
gional y la Dirección de Comunicación y Cultura bien hoy no hay plena aceptación ciudadana,
de la Facultad de Ciencias Económicas, realizado se comienza a ver que la presencia de es-
en el marco del Proyecto “Planificación y ges- tos inmigrantes contribuye con la identidad y
tión territorial del desarrollo del aglomerado Río la economía de la ciudad; la década del noven-
Cuarto. Situación actual. Escenarios futuros y ta estuvo signada por reacciones xenófobas y
estrategias políticas”, dentro del Programa “Sis- obstáculos en el acceso al trabajo, la salud y
temas productivos locales y ciudades interme- a la educación”.
dias. Dinámica actual y escenarios futuros en “El desafío para el futuro es reconocer y acep-
el aglomerado Río Cuarto”. tar los aspectos positivos del fenómeno de in-
Se indica que “la llegada considerable de inmi- migración como una estrategia de vida, como
grantes latinoamericanos se produjo en la déca- un derecho esencial e inalienable, que contribuye
da del noventa, con lo cual se modificó la com- a la inclusión social y el respeto por la diver-
posición étnica de las comunidades extranjeras sidad cultura,”, concluyen.
en Río Cuarto, donde residen pobladores prove-
nientes de Paraguay, Perú, Chile, Uruguay, Co- Protagonista del documental
lombia, Brasil, Venezuela, Ecuador, Cuba, Re- Sobre su trabajo en “El imperio de los colores”,
pública Dominicana”. Y agregan: “Sin embargo, Fidel dijo que conoció a Marcos Altamirano, el
sólo se identifica como colectivo al boliviano, realizador del documental, a través de un ami-
ya que hubo una importante entrada de gente. go que se hizo en la Defensoría del Pueblo,
Crearon su propio barrio, mantienen sus cos- donde fue a golpear las puertas para tramitar
tumbres, consolidan el reclutamiento mediante los documentos para él, su hermano y su ma-
redes migratorias, fortalecieron su territorio y dre. “Fuimos charlando y se dio así nomás. Lo
generaron riqueza. Mantienen escaso contacto disfruté, pero tenía miedo, porque nunca me
con el resto de la sociedad riocuartense… Se es- habían filmado. La cámara me seguía por toda
tablecieron en el cinturón verde de la ciudad y, la ciudad y la gente me miraba. No lo pensé
aprovechando el amplio mercado de ese sector, mucho al principio”, comentó.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

38
La madre se llama Eugenia y aunque parece 5 En los ejemplos que pensaron en el punto an-
tener muchos más, es una mujer de apenas terior, ¿qué papel juegan o podrían jugar las
37 años, que trabaja como empleada domésti- diversas instancias educativas?
ca por diez pesos la hora. Y para llegar a una
de las casas camina durante una hora, sacri-
ficio del que la suele salvar su hijo Fidel que
la lleva en la parrilla trasera de su bicicleta.
Su hermano más chico tiene 12 años, va al co-
legio Almirante Brown, y ahora a esa humilde
casa se sumó su hermana María, de 18 años,
que acaba de separarse de su marido y fue
en búsqueda de refugio para ella y su hijito
de un año y medio.
“Todavía no tenemos los documentos que tanto
necesitamos. La verdad, se nos complica para
recibirlos. Tenemos que ir a Córdoba, nos di-
jeron que los teníamos que esperar acá, pero
como no nos llegaron vamos a tener que via-
jar para reclamar, aunque no sé con qué plata,
porque no tenemos”, indicó Fidel, a la vez que
agregó: “Tenemos que pagar la luz y el alquiler
de 300 pesos y comprar la garrafa de gas. Mi
mamá trabaja, pero a veces no comemos mu-
cho y a veces no hay nada. De la Municipalidad
nos dan un bolsón, pero no nos alcanza”.

2 Analicen la nota en función de las ideas de-


sarrolladas. Localicen las distintas generaciones
en juego y los roles que ocupan.

3 ¿Qué ejemplos de la historia argentina se


muestran como puntos críticos o de inflexión
en los relatos de transmisión?

4 Elaboren un ejemplo de trasmisión miméti-


ca –copia o reproducción-, y otro de transmi-
sión lograda – “contrabandistas de memoria” en
los términos trabajados. Pueden basarse en la
biografía personal, ajena o en una construc-
ción hipotética.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

39
2.2. Autoridad: E
n este apartado nos proponemos analizar el pro-
blema de la autoridad pedagógica, entendida
como una de las principales temáticas teóricas edu-

el problema de la cativas actuales, por lo que puede pensarse como


eje común del conjunto de los temas que desarro-
llaremos.
autoridad pedagógica ¿Qué es lo que nos autoriza a educar? ¿Por qué con-
sideramos que podemos ponernos delante de los
otros para acompañarlos y guiarlos en un proceso
educativo? ¿Qué relación guarda la autoridad con la
transmisión? ¿Cómo se construye hoy una autoridad
pedagógica igualitaria, que establezca las distancias
óptimas entre los sujetos que participan? Estas son
algunas de las preguntas que debemos tener laten-
tes a lo largo de la lectura.
Vivimos en una época supuestamente signada por
una “crisis de la autoridad”, que en el terreno edu-
cativo lleva, por lo general, a la consolidación de dos
posiciones antagónicas: o bien se trataría de “recu-
perar” una autoridad perdida, aquella sostenida en
otros tiempos dorados, con otras instituciones, otros
sujetos y otros proyectos políticos más sólidos y me-
nos dispersos, o bien habría que “abandonar” el in-
tento de toda refundación de autoridad, accediendo
al aplanamiento de las relaciones maestro-alumno y
a la total simetría generacional/relacional. Estas dos
posiciones tienen efectos en el modo de plantear po-
sibles formas de establecer relaciones pedagógicas,
investigar acerca de la autoridad y promover desa-
rrollos profesionales.
A diferencia de estas dos posiciones, proponemos
pensar una alternativa que no renuncie al lugar de
autoridad de aquel que enseña como condición de
producción de sociedades más justas -que se dis-
tancia tanto de la copia fiel del pasado signado por
el vínculo autoritario como de la fuga a modelos más
próximos a un presente consumista- para inaugurar
un modo responsable, habilitante, emancipador, que
se traduzca en múltiples formas de hacer lugar a la
igualdad como potencia, a partir de la comprensión
de la autoridad como “autorización”.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

40
desarrollar en el niño cierto número de estados físi-
2.2.1. La autoridad como cos, intelectuales y morales, que exigen de él la so-
ciedad política en su conjunto y el medio especial al
imposición que está particularmente destinado”.
Esta posición determina con fuerza el lugar del edu-

L a historia, y muchas veces nuestra propia bio-


grafía, nos ha hecho desconfiar del término “au-
toridad” cuando se lo aplica a temas educativos:
cador (las generaciones adultas) y del educando (las
que no están todavía maduras para la vida social);
lugares que son tomados, en forma prioritaria, por
rápidamente se desliza hacia autoritarismo, y des- los adultos y los infantes respectivamente.
ata recuerdos e imágenes desagradables, silencios Partiendo de una separación absoluta entre los suje-
obligados y hasta humillaciones diversas. En estos tos intervinientes, se construyó así una figura docente
casos, la autoridad pedagógica aparece pura y ex- sin fisuras, que debía constituirse en ejemplo -físico,
clusivamente como un acto de imposición absoluta, biológico, moral, social, epistémico, etc.- de con-
omnímoda y omnipotente, un “porque lo digo yo”, ducta a seguir por sus alumnos. El alumno se definió
sin ningún lugar a un porqué, a una explicación, a como el sujeto incompleto, imposibilitado de respon-
un diálogo. sabilizarse por sus actos, sobre el cual el docente es-
Como todo, esta situación tiene un origen histórico. taba habilitado a ejercer su autoridad. Dice Durkheim
En la modernidad comenzó el proceso de diferencia- (1984): “La sociedad encuentra a cada nueva gene-
ción de las edades, y el colectivo “infancia” -y más ración en presencia de una tabla casi rasa, en la cual
tardíamente “juventud”- fue separado del de los ma- tendrá que construir con nuevo trabajo. Hace falta
yores. Así, se aportó a la construcción de su espe- que, por las vías más rápidas, al ser egoísta y asocial
cificidad diferenciándola de la adultez. Los menores que acaba de nacer, agregue ella otro capaz de llevar
fueron comprendidos como seres incompletos, lo una vida moral y social. He aquí cuál es la obra de la
que los convirtió en sujetos que debían ser educa- educación, y bien se deja ver toda su importancia”.
dos en instituciones específicas. Se construyó un su- Así, docente y alumno aparecen como las únicas
jeto pedagógico, el “alumno”, y se lo volvió sinónimo posiciones de sujetos educativos posibles. El maes-
de infante normal. Desde entonces, educar se enten- tro se presenta como el portador de lo que no porta
dió como completar al niño para volverlo adulto. Esto el alumno, y el alumno -construido sobre el infante-
llevó a una infantilización de todo aquel que, en cual- no es comprendido nunca en el proceso pedagógi-
quier circunstancia, ocupara el lugar de alumno (por co como un “igual” o “futuro igual” del docente, sino
ejemplo, el adulto analfabeto, el adulto que se for- indefectiblemente como alguien que siempre -aun
ma o capacita para trabajar como docente, el adulto cuando haya concluido la relación educativa- será
que concurre a actividades educativas comunitarias, menor respecto del otro miembro de la díada.
etc.). En este marco, la autoridad aparece como un La desigualdad es la única relación habilitada entre
dato natural y evidente, como una relación desigual los sujetos, negándose la coexistencia de planos de
constituyente del vínculo. igualdad o de diferencia. Esto estimula la construc-
Esta concepción se condice con la definición de ción de mecanismos de control y continua degrada-
educación presentada por Emilio Durkheim en 1911: ción hacia el subordinado: “el alumno no estudia, no
“La educación es la acción ejercida por las genera- lee, no sabe nada”. Cabe agregar, finalmente, que
ciones adultas sobre las que todavía no están ma- cuando este tipo de relación se establece entre el
duras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y alumno y el docente, también se entabla entre el do-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

41
cente y sus superiores: la autorización sigue un ca-

m omento
r
mino jerárquico de un solo sentido, en el que los “ya
autorizados” autorizan a “los nuevos”. Al respecto,
un profesor puede decir “a mí no me tienen que au- de eflexión
torizar mis alumnos porque ya me autorizaron mis
docentes”, basándose en que entiende el proceso Les proponemos la lectura del siguiente po-
educativo como una operación mediante la cual los sible modelo de reglamento escolar5.
ya-Completos completan a los aún-Incompletos. Disciplina
De esta forma, el profesor se funde en la autoridad. • Formar en la fila, mirando la nuca del
Históricamente, esta situación se materializó en la de adelante, porque sólo querían ver una
obtención “de una vez y para siempre” del título ha- cabeza.
bilitante. Su tenencia autorizaba al portador a ense- • Ubicarse entre dos, uno un poco más bajo
ñar, y era dado y controlado en forma monopólica y otro un poco más alto. Pararse dentro de
por el propio aparato escolar con una fuerte inter- una baldosa, tomar distancia y estirar el bra-
vención estatal. El “título habilitante” marcaba una zo apenas rozando el hombro del compañero.
clara línea divisoria y establecía una jerarquía de au- • Levantar la mano para pedir la palabra. Y
toridad entre quienes habían sido formados por las esperar que sea dada. Pararse cuando entra
instituciones autorizadas y quienes podían ejercer la un adulto. Y merecer su generosidad para vol-
docencia de manera transitoria hasta tanto el cargo ver a sentarse.
fuera cubierto por alguien con autoridad plena. Así, • Cortarse el pelo a dos dedos del cuello de la
el docente gozaba de una autoridad “vitalicia” otor- camisa. Atarse y recogerse el cabello. Sacarse
gada por la tenencia de cierto capital institucionali- el flequillo de la cara.
zado que se materializaba en el título habilitante ex- • No usar jeans, ni pulseras, ni aros colgantes.
pedido por el Estado. Bajar los ruedos de los delantales, tensar las
En esta concepción, el docente se siente autorizado medias tres cuartos, subir la corbata hasta el
a enseñar lo que enseña “porque así lo dicen los que tope, ajustarse el último botón de la camisa.
saben”. La “actualización en contenidos” y la consti- • Referirse al otro de “Usted”, y recibir el mis-
tución del “buen gusto” son sus dispositivos de legi- mo trato.
timación más frecuentes, en cuyos debates ocupan • Saber que no se estaba en la cancha.
un lugar primordial la determinación de los saberes • El silencio ante todo: era a la vez el punto de
erróneos y obsoletos que deben ser quitados de la partida, la necesidad y el objetivo de la tarea.
escuela, la inclusión de los conocimientos “de pun- Un silencio que se buscaba siempre y en todo
ta” y el armado de un cierto canon escolar de sabe- lugar, que tapaba las voces interiores, que a
res y experiencias validadas por la Academia. veces se escuchaba tanto que ensordecía.
• Quietud permanente que sólo debía interrum-
pirse con movimientos medidos, controlados y
coordinados.
• Empujones, golpes menores, palmadas, tiro-
nes de orejas y patillas. Plantones, demoras y
retenciones.
• Degradaciones sutiles y efectivas, humillacio-
5 • Fuente: Di Pietro, Susana y Pineau, Pablo (2008): Aseo y presentación: un ensayo sobre la estética escolar, Buenos Aires, edición del autor.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

42
nes y sadismos varios. Sentirse expuesto ante construcción de la autoridad. En caso de no en-
los otros, ante los pares, ante quienes luego contrar en su memoria películas, pueden basar-
sacarían provecho de la situación. se en obras literarias, series televisivas, etc.
De adultos, insólitamente, algunos añoran esos
muros que encerraban hasta ahogar, extrañan
la separación entre alumnos y docentes, entre
hombres y mujeres, reclaman el retorno de esa 2.2.2. Críticas y propuestas
autoridad absorbente y lamentan la pérdida de
aquel orden opresor que les daba seguridad
y garantías tan grises como el color de esas
paredes.
A lo largo del siglo XX se fueron constituyendo
críticas a la concepción de la autoridad como
imposición. La mayoría de ellas se refirieron al lu-
gar que se daba al alumno en tanto sujeto sobre el
1 Busquen datos en su biografía que podrían que se aplica una autoridad decidida y ejercida por
ampliar esta posible lista de normas. otros. En algunos casos -como explicaremos más
adelante- estas críticas fueron utilizadas para cons-
2 “La disciplina es la forma extrema de la truir la concepción de educación como satisfacción
forma de autoridad pedagógica moderna”. ¿Qué de demandas, muchas veces traicionando las posi-
argumentos pueden esgrimir para consolidar ciones político-pedagógicas de quienes las habían
esta afirmación? enunciado.

p mirar
Lorenzo Luzuriaga, un pedagogo español que se

ara
exilió en la Argentina luego de la Guerra Civil, pro-
ponía en la década del cincuenta -en clara oposi-
ción a la concepción durkheimiana- un rescate de
la juventud como motor de cambio social, contra
No sólo la literatura, sino también el cine, ha una generación adulta que debía aceptar su fracaso
dado muchos ejemplos de esta concepción de como condición imprescindible para la construcción
“autoridad” presente en el acto educativo. Les de una “nueva educación”.
proponemos ver dos clásicos como ejemplos, y En sus propias palabras: “En un mundo dividido como
analizar allí la concepción de autoridad presente: el actual, con conflictos agudos y antagonismos al
parecer irreductibles, la juventud es nuestra última
• “Los cuatrocientos golpes (Les quatre cents esperanza. El fracaso de los adultos al promover o no
coups, 1959), dir: François Truffaut. evitar dos guerras mundiales en poco más de vein-
• “El Muro” (The wall,1982), dir: Alan Parker te años es demasiado evidente para que podamos
tener fe en los hombres actuales. Al mismo tiempo,
Otras opciones pueden encontrarse en el Ar- los problemas de la posguerra en todos los órdenes
chivo Fílmico Pedagógico, http://www.bue- -políticos, económicos, sociales- se han ido acumu-
nosaires.gov.ar/areas/educacion/cepa/filmico. lando de tal modo, que los adultos de hoy parecemos
php?menu_id=16817 incapaces de resolverlos. […] La juventud es nuestra
Observen la lista de películas relacionadas con el última esperanza, nuestra única solución. Es necesa-
eje de Autoridad, ¿agregarían otra? ¿Por qué? rio que los adultos, en vista de sus fracasos, se reti-
Descríbanla brevemente focalizándose en la ren humildemente a un segundo plano y que dejen la
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

43
escena a las nuevas generaciones para que ensayen,
actúen e incluso se equivoquen. De los yerros ven- 2.2.3. La autoridad como
drán los aciertos. Tiempo tendrán para rectificar sus
errores, que desde luego difícilmente serán mayores satisfacción de demandas
que los nuestros” (Luzuriaga, 2002: 111 y ss.).

pescuchar E n las últimas décadas, las críticas a estas for-

ara
mas de autoridad condujeron a la generación de
nuevas formas en las que, a diferencia de los casos
anteriores, la autorización no se presenta como un
dato previo al encuentro educativo sino como el re-
En 1990, Ignacio Copani cantaba “A quién le im- sultado de su puesta en práctica. La escuela pierde
porta”, una canción de protesta ya un tanto su poder de autolegitimación como espacio educati-
demodée, en la que un alumno cuestionaba la vo, como institución que tiene algo específico y dis-
selección curricular propuesta por la escuela. tinto que decir, y ahora son los sujetos involucrados
En 1973 , Sui Generis, también desarrolló un (los alumnos, las familias, la comunidad), entendidos
himno que cuestionaba distintas dimensiones como consumidores, quienes en última instancia la
de la vida escolar. autorizan en función de la satisfacción de sus de-
Les proponemos escucharlas: mandas. Quedan habilitadas así formas de “autori-
dad a demanda”.
• “A quién le importa” Ignacio Copani. Disco: Co- En las últimas décadas, la llegada de las teorías em-
pani (1990) http://youtu.be/DriXoILGwtE presariales al campo educativo parece haber fundi-
• “Aprendizaje” Sui Generis. Disco: Confesiones do el concepto de “Autoridad” en el de “Control de
de un invierno (1973) http://youtu.be/OK2x2lLsljw Calidad”. En consonancia con esto, las políticas re-
formistas de los noventa caracterizaron a los mo-

m omento
delos anteriores como “gestión burocrática” ejem-

de reflexión
plificados en currículum centralizados que no se
aplicaban o se aplicaban mal. Uno de los modelos
que se contrapuso fue el de la “gestión por resulta-
dos” mediante definición de estándares o dispositi-
1 Busquen textos, imágenes, historietas o can- vos de evaluación de la calidad según parámetros
ciones en los que puedan encontrarse impug- internacionales supuestamente objetivos.
naciones a la concepción clásica de autoridad. Junto a esto, la “autoridad vitalicia” que otorgaba la
Identifiquen regularidades entre ellos (época de tenencia de un cierto capital institucional -ejemplifi-
escritura, género al que pertenecen, autores y cado en el título habilitante- comenzó a ser horadada
movimientos, etc.). por el discurso de la profesionalización docente y por
la generalización de la idea de la obsolescencia de
2 Tomen las citas presentadas de Durkheim, los conocimientos que trasmiten las agencias educa-
Luzuriaga, Copani y Sui Generis. Indaguen en tivas. Por ejemplo, en los últimos años se ha introdu-
sus períodos de producción y establezcan rela- cido en América Latina la discusión sobre las carreras
ciones entre las situaciones contextuales y sus docentes, en cuyo marco se cuestiona la idea de que
consideraciones sobre la autoridad pedagógica. sea el título y la antigüedad -es decir, la acumulación
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

44
de experiencia reconocida bajo la forma del “ascen- los cuales nos encontramos, por la fuerza inexorable
so” y de aumentos de salarios- la forma principal del de las cosas, en una situación de diferenciación natural
reconocimiento de la trayectoria profesional. Asisti- connotada en términos de superioridad, y tenemos
mos entonces a la intensificación de los requisitos de incluso la impresión de que no existe una educación,
capacitación y de actualización profesional y, más re- familiar o escolar, sin una dimensión de disimetría, sin
cientemente, a las propuestas que insisten en la ne- el reconocimiento de una especie de desnivel que es
cesidad de que los docentes se sometan a evalua- el único que parece hacer posibles la autoridad y la
ciones periódicas. En la misma línea se encuentra la transmisión. Sin embargo, también sabemos que no
tendencia a asociar carreras docentes a los resulta- podemos ni debemos vivir en adelante esta relación
dos en los aprendizajes de los alumnos. La autoridad en la modalidad que va vinculada, en las sociedades
vitalicia que se consolidaba e incrementaba por el tradicionales, a la relación de los superiores naturales
paso del tiempo es suplantada por una noción de au- (o quienes se presentaban a sí mismos de ese
toridad que debe ser validada y renovada periódica- modo) con los inferiores. Y no podemos hacerlo en
mente, lo que en algunas propuestas implica some- la medida en que, también aquí, el trabajo de la
terla a criterios externos como es el cumplimiento de igualdad ha llevado a cabo su labor, aunque por otras
“estándares” para los docentes y para los alumnos. vías. [....] Toda la dificultad reside entonces en esto:
Si bien en estos temas están imbricadas numerosas el régimen de la equiparación, que ya forma parte de
dimensiones, nos interesa recorrerlas desde la pers- las costumbres, encuentra por sí mismo sus propios
pectiva de la autoridad, ya sea estatal, docente e in- límites que no puede, sin embargo, fijar con claridad.
cluso curricular. Tanto las propuestas de evaluación (Jacquard, Menent y Renaut, 2004)
de desempeño como aquellas que proponen aso-
ciar las carreras profesionales al rendimiento de los
alumnos, desplazan la autoridad de una legitimidad
burocrática -que como tal se asienta en normas y en
M ás allá de estas críticas, también sabemos que
es imposible una propuesta educativa sin au-
toridad. De acuerdo a Richard Sennett (1982) la au-
procedimientos-, hacia una legitimidad basada en la toridad no es sólo cuestión de la credibilidad y la le-
responsabilidad por los resultados cercana al “con- gitimidad que tiene quien la ejerce, sino también de
trol de calidad”, es decir, en una autoridad sostenida las necesidades por parte de quienes la padecen de
en el cumplimiento de compromisos verificables es- sentirse habilitados por ella. Como sostienen los au-
tablecidos previamente. tores en la cita que encabeza este apartado, la caída
de las formas tradicionales y autolegitimadoras de
la autoridad educativa debe permitir la construcción
de nuevas formas que den respuesta a los cuestio-
2.2.4. Una nueva propuesta: namientos, sobre todo respecto del establecimiento
de nuevos posicionamientos en el plano de la igual-
la apuesta a la autorización dad entre los sujetos intervinientes. El docente debe
hacerse cargo de su ineludible ejercicio de autoridad
La enorme confusión en la que actualmente estamos para la concreción del acto educativo, y las institu-
inmersos en los espacios en los que se desarrolla la ciones educativas deben volverse un lugar autoriza-
educación, es decir, la familia y la escuela, procede al do pero no autoritario, que no disuelva las asimetrías
menos en gran parte de esta circunstancia ineludible. En sino que las vuelva motor de trabajo, y las ponga
la educación, nos relacionamos, en efecto, con seres ante en diálogo y fricción con las otras formas de rela-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

45
ción (igualdad, diferencia, autonomía) entre alumnos autorizado a enseñar lo que enseña “porque está en
y maestros. el programa”. El supuesto es que quien lo ha determi-
Etimológicamente, el término “autoridad” -autoritas- nado en la esfera estatal goza de la legalidad y la legi-
proviene de la palabra latina auctor -autor-, que a su timidad para hacerlo, y de esta forma irradia la autori-
vez viene del verbo augere, que significa “hacer au- dad a los que deben llevarlo a cabo. A su vez, habilita
mentar, hacer crecer”. Es decir, que el origen de la dispositivos de control sobre el resto de los elemen-
palabra no es “mandar”, sino “hacer crecer”. Ya he- tos, como la aprobación de los libros de texto.
mos dicho que la cadena principal de interpretación Esta forma de autorización muestra sus facetas más
fue “autoridad-autoritarismo-imposición-desigual- conflictivas especialmente en aquellos campos del
dad plena”. Pero vale recordar que pueden pensar- saber más “opinables”, en los cuales no hay un cla-
se otras más fértiles a la hora de problematizar esta ro referente académico. Un ejemplo clásico en la es-
cuestión, y que están presentes en la raíz del térmi- cuela media es la enseñanza de los saberes vincu-
no. Específicamente, creemos fértil indagar en la ca- lados con la educación sexual o con la formación
dena “autoridad-autorizar-autorizarse”. ciudadana. Para el caso argentino, el de la formación
Analicemos a continuación algunas de las respues- ciudadana es uno de los que más ha cambiado de
tas actuales posibles. Por supuesto, debe recordar- denominación a lo largo de los años en consonancia
se que no son excluyentes entre sí, y en las prácti- con los cambios políticos. Se lo ha llamado Instruc-
cas concretas admiten miles de matices. ción Cívica, Doctrina Nacional y Cultura Ciudadana,
Educación Democrática, Estudios de la Realidad So-
cial Argentina (ERSA), Formación Cívica, Formación
Moral y Cívica, Educación Cívica y Formación Ética
2.2.4.1. Las formas “a oferta” y Ciudadana, entre otras.
Así, esta posición hace que la problemática educati-
La autorización estatal va quede demasiado sujeta a los avatares políticos,
y -como nuestra historia lo demuestra- esto puede

N os estamos refiriendo aquí a la operación de


autorización del docente mediante la esfera
política de los Estados modernos. La concepción
favorecer procesos sociales autoritarios al no existir
formas de contralor del accionar estatal.

de la educación como un juego de deberes y dere- La autorización académica


chos, la constitución del Estado educador como su
garante, el establecimiento del andamiaje jurídico En este caso, nos referimos a la operación por la que
-leyes y decretos- y administrativo -Ministerios, se- quienes están autorizados a determinar qué enseñar
cretarías y demás instancias burocráticas- fomen- son aquellos que ocupan un sitial destacado en la
tan esta concepción. producción de saberes “académicos” -sean cientí-
El Estado se vuelve el gran agente de determinación ficos o expresivos-. Son los expertos, los “sabios”,
curricular, basado en su condición de ser el órgano quienes otorgan la autoridad al docente.
representativo de la soberanía popular. De esta for- Universidades, centros de investigación y asociacio-
ma, sanciona la enseñanza obligatoria de ciertos sa- nes científicas, así como las instituciones legitimadas
beres que se consideran necesarios para la formación del campo artístico -críticos literarios, museos, fun-
de la ciudadanía. Su materialización son los planes y daciones- construyen un cierto “buen saber” cientí-
currículos “oficiales”. El docente se siente entonces fico y estético que la escuela debe trasmitir. En este
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

46
caso, el docente se siente autorizado a enseñar lo los alumnos a los cuales va a enseñársele. Así, lo
que enseña “porque así lo dicen los que saben”. que se enseña está autorizado por su capacidad
La “actualización en contenidos” y la constitución del para responder a las características individuales y
“buen gusto” son sus dispositivos de autorización personales de los alumnos, tales como su nivel evo-
más frecuentes. En sus debates, ocupan un lugar pri- lutivo, sus intereses y gustos, la cercanía a sus mun-
mordial la determinación de los saberes erróneos y dos y prácticas, o la utilidad y aplicación que pue-
obsoletos que deben ser quitados de la escuela, la dan darle. La psicologización de la pedagogía a lo
inclusión de los conocimientos “de punta” y de las largo del siglo XX fue la base del fortalecimiento de
nuevas teorías y el armado de un cierto canon escolar esta posición, ejemplificada en la canción de Ignacio
de saberes y experiencias validados por la Academia. Copani presentada más arriba. Esta forma de auto-
Desde perspectivas críticas, es posible denunciar rización abre una instancia de negociación con los
que la supuesta “objetividad” que otorga la cientifi- alumnos entre lo que se pretende enseñar y lo que
cidad a esta forma de autoridad en realidad encubre ellos quieren/pueden aprender. A diferencia de los
luchas sociales e impone como válida para el con- casos anteriores, la autorización no es un dato pre-
junto una visión del mundo que responde a un cierto vio al encuentro educativo, sino un resultado de su
grupo. Un buen ejemplo de esto es, sencillamente, puesta en práctica: el docente no está autorizado de
considerar que la ciencia es el mejor saber posible. antemano; debe autorizarse en el acto.
A la autoridad estatal y a la autoridad académica es En los últimos años, al calor del neoliberalismo y de
necesario sumar, para algunos casos concretos -a ciertas lecturas autodenominadas “constructivistas”,
veces en sintonía y a veces en oposición- la autori- esta posición muchas veces fundió ambos térmi-
dad eclesial, que hablita su imprimatur para la ense- nos y creyó que debía enseñarse lo que los alumnos
ñanza y circulación de ciertos saberes. querían aprender. Se habilitaron formas pedagógi-
Más allá de sus diferencias, estas tres formas de au- cas de “satisfacción de la demanda”, o de “atención
torización, que dominaron los debates en el pasado, al cliente”, que pusieron en duda la función escolar
comparten su condición de ser formas “a oferta”; de “abrir el mundo” a las nuevas generaciones. Phi-
esto es, formas con una fuerte capacidad proposi- lippe Meirieu (1998) critica fuertemente las prácticas
tiva que generaba prácticas educativas que creían pedagógicas basadas en los “intereses del sujeto”
tener “algo bueno para dar a sus alumnos”. Por su- al sostener que: “Atender sus peticiones, someterse
puesto, esto fue una puerta abierta a variadas y crea- a sus necesidades, proponerle tan sólo aquello que
tivas formas de represión, censura y autoritarismo. tiene ganas de hacer y que ya es capaz de hacer, es
arriesgarse a mantenerlo en un estado de dependen-
cia, incluso en una vida vegetativa en la que, priva-
do de exigencias, se dejará caer al nivel más bajo.
2.2.4.2. Las formas “a La educación, entonces, se reduciría a la contempla-
ción embobada de unas aptitudes que se despiertan;
demanda” ratificaría todas las formas de desigualdad y dejaría
a los ‘hombrecitos’ completamente inermes, incapa-
La autorización psicológica ces de entender lo que ocurre, privados de voluntad
y prisioneros de sus caprichos y de toda clase de

E sta forma de autorización pedagógica pone su


centro no ya en los saberes a trasmitir, sino en
manipulaciones demagógicas”.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

47
La autorización institucional por definición, tratar de comunicárselo a todos”.
A estas últimas formas de autorización “a demanda”,
También en los últimos años se vio fortalecida una podemos sumar la llamada “autorización familiar”,
posición que basa la autoridad del docente en los vinculada a la idea de la autoridad incuestionable de
acuerdos que éste pudo alcanzar con los sujetos “la familia” en las cuestiones educativas. Por un lado,
con los que se relaciona. A diferencia de las posicio- esta posición se basa en una concepción “ideal” y
nes “a oferta”, en las que los criterios de autoridad ahistórica de la institución familiar y, por otro, limita
eran muy lejanos -el Estado, la Ciencia, la Acade- las posibilidades de ampliación de los universos cul-
mia, el Dogma-, esta posición se basa en la cerca- turales con los que concurren sus alumnos. En mu-
nía de concertación de los involucrados directos. La chos casos, los “intereses” de los alumnos, las fa-
propuesta del docente es un acuerdo idiosincráti- milias o las comunidades son comprendidos como
co entre sus propias posiciones, las de sus colegas, elementos innatos y asociales a los que debe some-
las de los directivos y las de los alumnos y los pa- terse la totalidad del accionar educativo. Esto es, no
dres, englobados todos en el término “comunidad se concibe lo que interesa como producto de expe-
escolar”. A su vez, implica un trabajo del sujeto en riencias sociales como el consumo y los medios de
la autorización, que ya no le es externa y dada por comunicación, sino como marcas identitarias pro-
un ajeno, sino resultado de su propio accionar. Una pias y personales, “verdaderas”, que deben ser res-
de sus manifestaciones materiales son los PEI (Pro- petadas a rajatabla, por lo que todo intento de cues-
yecto Educativo Institucional), entendido como los tionamiento y modificación es una práctica educativa
acuerdos alcanzados por las partes involucradas. El autoritaria entendida como “imposición”.
docente se siente autorizado a enseñar lo que en- A nuestro entender, estas posiciones son mezquinas
seña porque está en el PEI, un contrato pedagógi- porque se corren de la función de “abrir el mundo”
co de validez local. En esta operación lo comunitario a las nuevas generaciones implicada en todo acto
sustituye a lo general, a lo “objetivo”, como criterio educativo y, por consiguiente, dificultan el ejercicio
de autoridad. Como en el caso anterior, esta forma de ciertos derechos. En una posición que acerca pe-
de autorización puede ser fuertemente solidaria con ligrosamente la educación al marketing y al geren-
las posiciones neoliberales, al sostener que lo que la ciamiento empresarial y que convierte a los alumnos
escuela debe enseñar es lo que la comunidad quiere y la comunidad en “consumidores inteligentes” que
aprender y así limitar su accionar a responder a su saben todo lo que necesitan, por lo que concurren al
horizonte de expectativas cercano. Su mayor riesgo mercado educativo a saciar “demandas previas” in-
es la atomización y fragmentación del sistema, en el cuestionables, a cuya satisfacción debe limitarse el
que cada escuela enseña lo que considera, perdien- acto educativo.
do la dimensión de lo común que implica toda pro-
puesta educativa democrática.
Dice Meirieu (1998) en defensa de la universalidad
del currículum: “Porque sería una extraña educación 2.2.5. Reponiendo la trama
aquella que renunciase de golpe al horizonte posi-
ble de una dimensión universal en la que pudiera ha-
ber concordancia entre los hombres […] Enseñar es
tratar de comunicar lo más grande y lo más hermo-
H emos realizado una genealogía de la escuela
que encuentra su presente en crisis. Esta crisis
radica en la naturalización que se hace de la escuela
so que los hombres han elaborado pero también es, y es por eso que nos interesa pensar en términos de
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

48
genealogía, que en nuestros días se expresa como ticulares de cada población, permiten encontrar fácil
el pasaje de la “autorización por oferta” a la “autori- respuesta en el paradigma neoliberal, produciéndo-
zación por demanda”. se una segmentación cualitativa más que cuantita-
Como vimos, por un lado, a lo largo del siglo XX fue- tiva. Ahora bien, dicha segmentación se materializa
ron hegemónicas las formas de legitimación susten- en fragmentación: el mapa educativo se interpreta
tadas en la autoridad estatal, académica y eclesial, como la yuxtaposición de distintos nichos que de-
que tenían en común la cualidad de basarse en “la mandan un tipo de educación; la analogía con el su-
oferta"; es decir, formas con una fuerte capacidad permercado es evidente. ¿Cómo se ven validados
propositiva que producían una escuela convencida estos conocimientos? De la habilitación del Estado
de tener algo bueno para dar a sus alumnos, y que, a se ha pasado a una habilitación del mercado: todo
su vez, posibilitaban distintas formas de represión y puede ser ahora enseñado; siempre y cuando haya
autoritarismo. Por otra parte, el afianzamiento de las quien esté dispuesto a aprenderlo. ¿Qué tipo de re-
teorías neoliberales y empresariales en el área edu- conocimiento que no sea económico se podrá per-
cativa concatenaron la idea de autoridad con la de cibir? ¿El tipo de reconocimiento que los docentes
control de calidad, lo que hizo que la escuela pier- reclamamos se ajusta a la concepción neoliberal del
da su poder de autolegitimación como espacio edu- conocimiento? ¿Cómo se lee e imparte el reconoci-
cativo, como institución que tiene algo específico y miento cuando la educación tiende a ser la satisfac-
distinto que decir, y situó a los sujetos consumido- ción ciega de una demanda?
res (los alumnos, las familias, la comunidad) como
quienes en última instancia la autorizan en función
de la satisfacción de sus demandas. Quedan habili-
tadas así formas de autoridad “a demanda”. La idea 2.2.6. A modo de conclusión
de formación permanente y de organismos exter-
nos de evaluación se instala en el sistema educa- Hasta en un nivel humilde -el del maestro de escuela-
tivo. En simultáneo con esta búsqueda externa de enseñar, enseñar bien, es ser cómplice de una posibilidad
eficiencia -búsqueda en el modelo empresarial- se trascendente. Si lo despertamos, ese niño exasperante de la
produce una recapitulación en los mecanismos de última fila tal vez escriba versos, tal vez conjeture el teorema
legitimación docente: desdibujada ya la tríada Esta- que mantendrá ocupados a los siglos. (Steiner, 2004)
do-Academia-Iglesia, la escala se acota: la propues-
ta pedagógica del docente pasa a ser un acuerdo
idiosincrásico entre los miembros de la “comunidad
escolar”. A su vez, el sujeto queda implicado en la
E n este apartado hemos revisado la problemática
de la autoridad pedagógica desde la perspecti-
va de la autorización del docente, en una fuerte ten-
autorización, ya que deja de ser externa y dada por sión entre el autoritarismo castrador (“porque lo digo
alguien de afuera para pasar a ser, en parte, el resul- yo”) y la demagogia condescendiente (“porque vos
tado se su propia práctica. Lo común cede frente a lo querés”); entre la autorización externa jerárquica y
lo local y cercano: la atención a las demandas parti- la autorización local situacional; entre la autorización
culares. En este análisis aparecen de vuelta las cate- “de una vez y para siempre” y la autorización inesta-
gorías de lo particular (autoridad como cualidad, au- ble y en construcción.
toridad carismática) y lo general (efecto institucional, En debate a la vez con la concepción “natural” de la
autoridad burocrática). autoridad y con las nociones que provienen del neo-
La atención a la diversidad y a las necesidades par- liberalismo y sus discursos asociados, proponemos
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

49
nuevas formas de autoridad docente que acepten su res. Esos intérpretes se animan a “legislar” so-
condición de puesta en discusión, que no por eso bre lo que vale la pena enseñar y aprender, a
se deriven de otros externos al propio sujeto, como construir una autoridad cultural y pedagógica,
los estándares objetivos, la evaluación de resulta- y al mismo tiempo evitan la tentación autori-
dos, la satisfacción de las demandas de los alumnos taria sosteniendo que esas normas permanez-
o la comunidad ni la adecuación a los intereses de can abiertas a lo que las nuevas perspecti-
aquellos. Creemos que el docente debe ser alguien vas y generaciones van aportando.” (Dussel y
que se sienta autorizado a serlo. Y, como tal, que se Southwell, 2008)
sienta capaz de autorizarles mundos a sus alumnos.
De acuerdo a esto, como sostiene la cita de Stei- 1 ¿En qué situaciones cotidianas de su prác-
ner, la mejor forma de autorización es la que se des- tica o de colegas pueden visibilizar esta ten-
prende de creer que el acto educativo vale la pena y sión?
que puede inaugurar condiciones inesperadas. Así, Tenti Fanfani (2004) encuentra un par de
si en la primera clase es lícito que el docente deter- oposición para pensar la autoridad: cualidad
mine qué enseñar en uso de su autoridad pedagó- intrínseca de los sujetos vs. efecto institucional.
gica, debe ser un fuerte objetivo que a lo largo del Senett (2006) presenta también un par de
desarrollo del curso se expliquen los porqués y, a análisis, partiendo de una concepción weberia-
su vez, aceptar que los alumnos pueden compren- na de la autoridad: autoridad burocrática -la
derlos, pero no necesariamente compartirlos. Y que institución se hace responsable de mí, y es por
también, en este último caso, no necesariamente el ello que obedezco voluntariamente- vs. autori-
docente debe modificarlos. dad carismática –la relación me completa en lo
En ese juego irreductible de posiciones y sujetos, los que carezco, y es por ello que obedezco volun-
habremos autorizado a crecer. Y lo habremos hecho tariamente. Ahondando en la crisis de autori-
nosotros también. dad, el autor la lee como el divorcio entre po-

m
der y autoridad -cualesquiera de las dos antes
omento
de reflexión
mencionadas-; para esto elabora el concepto de
institución mp3, donde las relaciones de poder
existen, pero aparecen invisibilizadas.

Frente al sentimiento de crisis, ocurre habi- 2 ¿Qué ejemplos encuentran para cada una de
tualmente una solución instantánea: volver a estas categorías? ¿Cuáles de los conceptos de
la situación donde la autoridad no estaba en estos dos autores se relacionan con los pre-
cuestionamiento; pero la añoranza del pasa- sentados en los apartados previos?
do, la vuelta a la tradición, no es efectiva. Una Autoridad. Acción y autonomía. ¿En qué se
construcción contemporánea posible, sin caer piensa cuando en la actualidad se habla de
en el autoritarismo, es la que proponen Dussel autoridad? Cuáles son los parámetros y pers-
y Southwell: “En vez de convertirnos en celosos pectivas al momento de concebir en la escuela
guardianes de un pasado al que no deberíamos quién es el que “manda” y quién el “subordina-
querer volver, habría que buscar autorizarnos do”. Qué paradojas y contradicciones se pre-
como intérpretes y puentes que dibujen otros sentan en el discurso escolar cada vez que se
cruces entre las generaciones y entre los sabe- invoca (casi como a los dioses) a la imprescin-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

50
dible autoridad docente. El texto de Estanislao poner un poco de orden.
Antelo y María Aleu propone algunas claves Sabemos que estos reclamos se manifiestan
para reflexionar estos temas desde dos ejes con honda preocupación. Se escriben libros trá-
tan controvertidos como necesarios de presen- gicos, se piden cabezas, se señala con el dedo.
tar en la discusión cotidiana de las institucio- Es el vocabulario básico sobre la autoridad.
nes educativas: la acción y la autonomía. Vocabulario básico, complaciente y fútil. La pe-
A continuación les sugerimos la lectura del ar- rorata restauradora que a toda hora nos em-
tículo “Autoridad. Acción y autonomía” de Antelo barga, choca con la misma piedra: el mundo
y Aleu, publicado en la revista 12(ntes) que condenamos es el que alegremente fabri-
camos. Despreciamos nuestra simiente, aquello
Acción que, solícitos, hemos ayudado a nacer. Les di-
¿Por qué sujetarse a la autoridad en un mundo jimos a los nuevos que sólo tenían que hacer-
que premia la autonomía, la iniciativa, el em- lo y lo hicieron. Los retoños, que se resisten a
prendimiento, la competencia técnica, y el pa- la domesticación, son nuestro más desprecia-
saje a la acción? ¿Por qué dejarse guiar en un do tesoro. Podemos entonces lanzar renovadas
mundo que condena la inacción, la incompeten- escatologías al ruedo. El fin del mundo, el des-
cia, la apatía, la inhibición y la dependencia? enfreno del libre albedrío, el caos, la definiti-
¿Por qué los niños y jóvenes que habitan nues- va corrosión, The End. Podemos resignarnos a
tras escuelas deberían refrenarse, someterse, las nuevas reglas, porque es totalmente falso
doblegarse o inmovilizarse cuando anhelamos afirmar que no hay más reglas, límites y auto-
exactamente lo contrario: incentivarlos, estimu- ridades. Podemos activamente disfrutar de la
larlos, motivarlos, hacerlos capaces y compe- nueva y atlética consigna: el límite lo ponés vos.
tentes? Pero además podemos pensar.
Dios está de paro. Ese es el rumor que se es- Sólo se tiene autoridad sobre lo que puede
cucha a toda hora. Todo está permitido y eso reaccionar. La autoridad supone la posibilidad
parece ser una auténtica tragedia. A causa de de una oposición y la renuncia conciente y vo-
la renuencia del Sr. a proseguir con su tra- luntaria a la realización de esa posibilidad. Si
bajo todo parece estar perdido y hacen falta no existe la posibilidad de reaccionar no hay
retornos, volveres, restauraciones, presencias. autoridad. La definición (que es de Alexandre
Es ahí donde se acostumbra a situar la auto- Kòjeve) toca el meollo de la cuestión. La autori-
ridad, primera en la lista de objetos perdidos. dad es una relación social y en esa relación, vo-
Retornos de valores, manos duras, límites y le- luntariamente, una de las partes suspende la
yes. Volver al viejo orden, a la vieja disciplina acción. El ejemplo tenía que ser escolar; el dedo
de la vieja escuela, a los viejos principios, a que señala la puerta y la consabida frase: se
los viejos ayeres, y al viejo y respetuoso res- va inmediatamente de acá…Y el otro se va, sin
peto. Restauraciones de la asimetría que se- chistar o a regañadientes, increíblemente, pu-
para maestros de alumnos y que a causa de diendo no irse, se va. Con frecuencia olvidamos
la excedida democracia, se ha degradado. Por- que se puede reaccionar. Es lo que hace Fa-
que según dicen todo se degrada. Y por último, cundo. Reacciona y le propina feroz golpiza a
presencias: de los padres, de las autoridades, su maestro. Facundo el primitivo desenfrenado
de los amos, en fin, de alguien que venga a que está en y entre nosotros.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

51
No hay Autoridad cuando hay fuerza bruta. mos y elogiamos diversos estallidos por venir.
No existe Autoridad no reconocida. Toda Au- Nos sorprende el desenfreno al mismo tiempo
toridad es legítima. que elogiamos las capacidades y el aguante. El
Para tener autoridad no hay que hacer nada. programa básico para vivir en comunidad se
Esas son las coordenadas elementales sobre ha vuelto extraño.
la autoridad cuyo estudio puede ofrecer otro Sabemos que la calma, la espera y el refrena-
destino que la degradación y el fin del mundo. miento fueron el remedio educativo para esa
La brevedad que se nos ha solicitado impide la tendencia, indestructible en la cría sapiens, a la
paciencia argumental pero digamos que la no- indocilidad. La educación, esa sujeción primor-
vedad consiste en la omnipresencia de una pa- dial, hubo de ser suficientemente efectiva a la
tología que administra nuestros actos: la pato- hora de amansar a las criaturas. Todo quie-
logía de la acción que es también patología del re indicar que ya no funciona. Los exacerbados
espacio público. y excesivos no son sólo niños y jóvenes. Ellos,
Estudiada por Alain Ehrenberg en su instruc- como ha sido desde siempre, siguen a tientas
tivo libro denominado “La fatiga de ser uno nuestras instrucciones. Los promotores de lo
mismo”, enseña, sin miramientos, la constancia que despreciamos somos nosotros, adultos. En
del exceso en las ciudades en las que vivimos. educación la responsabilidad es siempre adulta
El imperativo es el tú puedes. Sólo hazlo. Es y es por eso que una educación acaba cuando el
en esa ruta donde localizamos y explicamos los otro puede responder por sus actos. Se puede
problemas escolares ligados al movimiento: hi- ser un exceso viviente, pero eso tiene un precio.
peractividad o inacción. Nos sorprende que los Y en lugar de mandar las autoridades escola-
niños enfermen de movimiento al mismo tiem- res (que renuncian a presentarse como auto-
po que los exhortamos a moverse. Patología ridades y prefieren ser denominados gesto-
de la acción que nos recuerda a cada instante res) res) tienen una modesta obsesión: que no
el esfuerzo enorme que la vida en comunidad pase nada. Lo mejor es no hacer nada. Se ce-
requiere. Los viejos entrenan a los nuevos en lebra que no pase nada. Una buena gestión es
el arte de soportar lo que no se comprende la que tiene menos siniestros. Como decía una
y en la renuncia voluntaria al exterminio. Uno directora en voz baja, en una reunión sobre la
aprende a lidiar con la perturbación de lo que violencia escolar: nosotras (las directoras) te-
se aproxima demasiado. Eso se llama ser edu- nemos nuestras casas como Bien de familia.
cado. Un educado es el que deliberadamente se Y eso es todo.
deja guiar. Es el que practica diversas formas ¿Dónde habremos de encontrar las fuerzas ca-
de la renuncia. Practica la autocoacción pu- paces de enfrentarse al desenfreno que acti-
diendo no hacerlo. Se deja amansar. Pero hay vamente (muchas veces en las escuelas pero no
cada vez menos de esto. Este mundo regala sólo en las escuelas) hemos promovido? ¿En
surtidos de monos primitivos, sin coto. Nos las escuelas?
sorprende que una madre entre a una escue-
la y acabe con las carótidas de una maestra Autonomía
al mismo tiempo que la invitamos a pasar a Hoy en día la dependencia parece ser algo de
la acción. Nos sorprende el estallido recurrente lo que uno no debería enorgullecerse. Es lo que
al mismo tiempo que, complacientes, disfruta- Marge le reprocha a Homero Simpson cuando
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

52
en un intento por salvar su matrimonio él le mía y sus derivados?
confiesa: “ya sé que es lo que tengo para darte En una sociedad de individuos la autoridad
y que ningún otro podría, mi total y absoluta ya no manda, se trata mas bien de múltiples
dependencia”. Pero no siempre la dependencia autoridades que no logran conservar su lugar
fue considerada una experiencia humillante, so- por mucho tiempo, de múltiples referentes que
bre todo porque no se presentaba como una son juzgados con un único parámetro relati-
responsabilidad de los sujetos. Uno era, por vo y cambiante: el que construye uno mismo,
así decirlo, lo que le tocaba en suerte: rey, em- el del individuo soberano. Lo que parece reinar
perador, maestro o preceptor. son autoridades autónomas, individuos exito-
La autonomía parece ser (o haber sido) el he- sos en el dominio de sí mismos que practican
chizo de la modernidad, su encanto. Era la pro- diariamente el ejercicio del desapego, militantes
mesa que llegaría en principio con el simple incasables de la lucha contra la dependencia.
paso del tiempo, con volverse adultos y en la Como señala Richard Sennett, se trata de una
que la escuela desempeñó un lugar fundamen- de las formas del poder moderno, de un poder
tal. Una promesa asentada en el extraño su- sin protección, de figuras de autoridad que no
puesto de que el sometimiento consentido de pretenden cuidar de nadie. De sujetos capaces
los alumnos a valores y reglas canónicas los de juzgar con calma y distancia a otras perso-
convertiría en hombres libres. nas sencillamente porque no buscan desespe-
Quizás, la lucha por liberarse, por emancipar- rados su aprobación.
se de las ataduras que constreñían la liber- La autonomía y el dominio de sí inspiran res-
tad de los individuos parece haber triunfado peto, engendran una fuerza que tiende a inti-
y la estabilidad y seguridad que brindaban las midar y fascinar a los demás y los coloca en
normas, ceden ante otras que incitan a cada una situación de sumisión voluntaria. Los jefes
uno a la iniciativa individual, volviéndolos úni- contemporáneos son jefes no jefes, jerarcas sin
cos responsables de sus actos y sobre todo, jerarquías, mandones sin mando, gente como
de sus elecciones. uno. La Autoridad es el coach, emprendedor
Pero se trata más de una libertad individual y motivador, autónomo hiperactivo las 24 hs.
concedida que conquistada. De la abundancia de Gente móvil ocupada haciendo cosas relevantes
individuos sujetos (atados, amarrados) a los que se jacta de estar más cerca de la realidad
efectos de sus propias decisiones, de indivi- y cuya actividad principal es la reunión. Au-
duos que deben autorregularse, autodirigidos, toridades que no dan órdenes sino que ejercen
auto programables, autogobernados. Se trata influencia, que coordinan, gestionan y practican
de lo que algunos describen como procesos de una política impersonal, que demuestran has-
individualización de la acción, de la desregula- ta que punto están en dominio de sí mismos
ción y privatización de las tareas y responsa- mediante actos de indiferencia hacia los otros.
bilidades de la modernización, de la ineficiencia Sujetos que parecen no precisar aferrarse ni
de las leyes y tradiciones para explicar y pre- depender de otros, o mejor dicho, no hacerse
decir el resultado de lo que somos y las con- historia con nada ni con nadie.
secuencias de lo que hacemos. Somos propie- Sujetos autónomos, librados a su propia ley,
tarios de nosotros mismos. ¿Qué lugar tiene la escuelas que promueven la autonomía, que ex-
autoridad en un mundo que celebra la autono- hortan a sus alumnos hacia la independencia
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

53
pero que al mismo tiempo insisten en trabajar construimos la idea de autoridad. Y viene a mi
sobre la comprensión, la importancia del víncu- mente una situación que viví hace unos años.
lo y el respeto por la diversidad. La escuela se Estaba yo en la escuela con un grupo de chi-
encuentra cuanto menos, en un terreno ambiguo. cos que iban a ser abanderados, entonces es-
La pregunta es ¿qué puede hacer la escuela taban todos preparándose, había una madre
para que su pretensión de formar sujetos crí- sacando fotos, y como parte de una práctica
ticos y autónomos no clausure su intento de tradicional, yo los estaba arreglando, peinando,
establecer vínculos, de enlazar a viejos y nue- acomodando, porque iban a estar expuestos
vos? ¿Cómo lidiar diariamente en las escuelas públicamente. Entonces les decía: “cuando va-
con sujetos independientes, autónomos, auto- yan con la bandera van a estar al frente, to-
regulados? ¿Será la promoción del par acción- dos los van a ver, los van a aplaudir, tienen
autonomía la solución? que pararse bien, firmes, derechitos…” Y una
mamá me preguntó por qué les decía “firmes”,
3 Reflexionen en torno al carácter relacional que por qué un alumno para ir a la bandera te-
se le da al concepto de autoridad, ¿qué se le nía que estar firme, si firme era una expre-
opone a una mirada relacional? ¿Qué tensio- sión militar, era de otro ámbito, no del ámbito
nes existen entre autonomía y dependencia a educativo. La verdad es que me hizo pensar
la hora de construir una relación de autoridad? mucho y lo traigo a colación ahora porque la

m
relación de autoridad, si bien tiene instancias

omento culturales generales -mucho más ahora con la

de reflexión
globalización-, tiene mucho que ver con nuestra
historia y con nuestra forma de pensar y de
ver las cosas. Y a mí me había quedado un
esquema mental de lo que es estar cerca de la
1 Les sugerimos la lectura de la entrevista rea-
bandera correctamente, que significaba cierta
lizada a Jorge Apel6 sobre el concepto de au-
relación con una autoridad militar. O sea que
toridad, publicada en la revista 12(ntes).
no es lineal lo que nosotros vamos construyen-
A través de sus palabras, Jorge Apel nos
do como idea de autoridad: es social, es gene-
plantea la nueva situación por la que atravie-
ral, es personal, y estas dimensiones se
sa la autoridad docente hoy. La analiza desde
van interceptando constantemente y uno va
diversas perspectivas y nos invita a reflexio-
creando una determinada idea de autoridad.
nar sobre cómo reconstruirla en el marco de un
Es decir que la idea de autoridad deviene de
nuevo contexto, aportándonos ejemplos concre-
muchas circunstancias. Pero con respecto a
tos de experiencias que nos ayudan a enfocar
la autoridad docente, y respondiendo su pre-
el problema desde un nuevo ángulo.
gunta, creo que estamos muy devaluados hoy
en relación a antes. Habría que definir qué
12(NteS): ¿Qué Sucede con la autoridad hoy en
es “antes”, porque hubo muchos antes, pero
las escuelas? ¿Observa cambios en compara-
por establecer algún parámetro, podríamos
ción con lo que sucedía en otras épocas?
hablar de 20 años atrás.
Jorge Apel: Creo que para responder esta pre-
12(NteS): ¿A qué se debe, a su criterio, esa
gunta es importante primero pensar en cómo
6 • El entrevistado es Lic. en Psicología y Especialista en Didáctica (UBA). Ex director de la escuela Jean Piaget A-61. Participa en la Asesoría Pedagógica
de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA).
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

54
devaluación? te atacada desde varios frentes.
J.A.: La devaluación de la autoridad docente No estoy quejándome de estos “ataques”, sino
viene de varias causas. Por un lado, la autori- tratando de describir la situación, ya que mu-
dad del conocimiento. Los docentes como auto- chos de ellos son positivos. Por ejemplo, el con-
ridad de conocimiento estamos muy amenaza- sejo de convivencia es una clara muestra de
dos por diversas circunstancias. Una de ellas que nuestro poder absoluto, tal como el de los
es que ahora hay muchas fuentes de informa- reyes, ha sido cercenado y que tenemos que
ción al alcance de la mano. La televisión es una acordar con otros actores institucionales, in-
fuente de información y los chicos saben mu- cluso con los propios alumnos, con aquellos
chísimas cosas por ella. No saben con el estilo que son objeto de educación. O sea que desde
y el modo que demanda la organización curri- el punto de vista formal la autoridad ha sido
cular, pero saben mucho y entonces no somos claramente acotada por otras instancias que
la única palabra autorizada, hay muchas pala- fueron creadas.
bras dando vuelta. Desde el punto de vista exterior a la escuela
Otro ejemplo es Internet, que no sólo tiene pa- también hay una serie de derechos individuales
labras sino una memoria prodigiosa, envidia- que surgen con fuerza en diferentes lugares
ble. La tecnología permite guardar lo que uno del mundo y que la gente los invoca en función
quiera y poder convocarlo y allí está. Eso es de respetarse a sí misma y hacer respetar
fantástico: en comparación con la capacidad de sus derechos. Tenemos muchas más limitacio-
la memoria humana y con la capacidad del do- nes para hacer cosas. Por ejemplo, es muy di-
cente de almacenar información, es increíble lo fícil que un docente quiera salir a pasear con
que permite Internet. También estamos deva- sus alumnos porque su autoridad con los chi-
luados como sostén de autoridad en función de cos es severamente cuestionada fuera del ám-
que los conocimientos cambian muy rápido y se bito de la escuela desde el punto de vista legal,
acumulan muchísimo. Se producen exponencial- si hacemos cualquier cosa mal, somos punibles
mente, entonces sabemos mucho menos, nues- de sanción, incluso cárcel, y no estoy hablando
tra ignorancia ha aumentado muchísimo, más de brutalidades sino que estoy hablando de que
que nuestro conocimiento. Somos mucho más hay un accidente y se cuestiona si procedimos
concientes de lo que no sabemos. Ya no “nos la bien o mal y estamos personalmente afecta-
creemos” tanto. O sea que la valoración propia dos y no sólo como representantes del Estado.
del rol cambia y es menor. Entonces, desde el Desde esta perspectiva también la autoridad
punto de vista de la autoridad de conocimien- ha cambiado, no es lo mismo que antes. Y hay
to, hemos realmente cambiado por esta varie- un tercer factor, no menos importante, y es
dad de circunstancias. Por otro lado, podemos que la autoridad, no la del conocimiento ni la
hacer este mismo análisis con respecto a otro reglamentaria, sino la autoridad moral ha sido
aspecto de la autoridad: la que nos asigna cercenada.
el Estado, como capaces de ejercer sanciones Cuando yo era chico, en Santa Fe, mi maes-
desde distintos ángulos, ya sea disciplinaria- tra salía caminando de la escuela y ninguno de
mente o por la carencia de conocimientos, es los chicos se atrevía a pasar delante de ella.
decir, calificar. Esta dimensión reglamentaria No ibas a pasar a la maestra, era la señori-
tampoco es igual que antes, ha sido claramen- ta, y ese gesto simbolizaba cierto concepto de
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

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autoridad. Por supuesto, esta pérdida de au- modelo escolar está modificándose.
toridad va ligada a varias situaciones, la re- Considero que estamos atravesando ese pro-
tribución económica es distinta, el docente ha ceso de cambio, lo cual hace que estemos en
perdido prestigio y no sólo en términos de co- medio de la confusión y por lo tanto sea muy
nocimiento sino también prestigio social. An- difícil hacer algo coherente al encontrarnos en
tes se iba a consultar al docente para algunos un momento en que la escuela está virando de
problemas. Esto ahora no es así. Y también ha un modelo a otro. En medio de esto la posibi-
perdido vigencia la pasión por el aprender. Los lidad de fortalecerse es a través de trabajar
chicos y los adolescentes muchas veces no tie- en grupos de docentes y esa me parece una
nen pasión por aprender, como plantea el pe- fortaleza real pero que es muy difícil de lograr
dagogo español Del Río. Él estudia por qué hay porque no hay una acción deliberada para que
menos pasión por aprender, menos ganas. Sin los grupos docentes se constituyan como tales.
pasión por aprender, es muy difícil enseñar. Creo que cuando sucede es de manera ocasio-
No hay autoridad que valga si el otro no quie- nal porque justo coincide una matriz de grupo
re aprender. Al mismo tiempo hay un cambio social que en una escuela determinada se lleva
familiar, hay otra estructura familiar, y por bien y entonces puede interactuar y a su vez
lo tanto la relación escuela-familia también ha se encuentra con cierto pensamiento, cierta mo-
cambiado y consecuentemente también se modi- dalidad del directivo que está con ese grupo.
fica nuestra relación de autoridad. Son razones Pero esto es azaroso, es una coincidencia for-
de diferente orden que hablan del cambio de la tuita cuando en realidad debería ser la manera
autoridad en la escuela. en que hoy por hoy se puede solventar la nueva
situación: con los grupos docentes en primera
12(NteS): Frente a este panorama, una acti- instancia. El grupo es una fuerte posibilidad
tud habitual suele ser la nostalgia, ¿cómo ha- de que el docente esté mejor, tenga más auto-
cer para construir una autoridad válida dentro ridad, esté más sostenido dentro de la escuela.
de la escuela en estas nuevas condiciones sin
caer en una queja por todo lo que es distinto? 12(NteS): Usted al inicio de esta entrevista de-
cía que uno suele acercarse a ciertos conceptos
J.A.: Hay un estudio de Lidia Fernández en el en función de su propia historia o biografía,
cual ella analiza el quiebre en el Bajo Flores – tanto de alumno como de docente, y en este
CABA- en la época del 2001, en donde la es- sentido la idea de autoridad uno la naturaliza
cuela resistió como pudo mientras otras ins- cuando es en realidad una construcción gene-
tituciones no resistían, y su estudio se centra rada por ciertas prácticas y experiencias. Si
en las consecuencias de esta crisis desde el uno repiensa la autoridad hoy, ¿en qué debería
punto de vista de los docentes. En su artículo, basarse la autoridad docente?
Prácticas educativas en los márgenes, plantea
que los docentes resistieron mejor en aquellas J.A.: La primera respuesta que se me ocurre
escuelas en las que había algún equipo docente es no lo sé; no tengo una respuesta prearma-
mínimo, alguna confianza entre el grupo y en da, definida. Me parece que por lo que venimos
la dirección. Creo que allí ya hay una forma de diciendo, la idea de autoridad se arma desde
salir, de paliar esta circunstancia mientras el modelos que están dentro de uno y los mode-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

56
los actuales de autoridad son muy difíciles de en una docente en particular, callada, muy sen-
aceptar socialmente. Esto complica porque los cilla, muy modesta, con 25 o 30 años de expe-
modelos sociales influyen mucho en cualquiera riencia, piel oscura de caminar al sol, profeso-
de nosotros. ra de escuela de adultos, 25 alumnos, 15 de los
¿De qué hablamos hoy cuando hablamos de cuales son adolescentes de 18 años repetidores
autoridad? ¿De barrabravas? ¿De invasión a a mansalva y el resto de edades variadas, de
Irak? ¿Del Papa disculpándose por sus dichos los cuales hay dos de 80 años que nunca van a
sobre los musulmanes? ¿De qué autoridad y aprobar pero que van todos los días a la clase
forma de elección de la autoridad hablamos porque a la escuela “hay que ir”. Esta profe-
hoy? Si pensamos qué modelos sociales de au- sora hizo un plan de clases que tenía como eje
toridad tenemos hoy, es muy complicado. Pero la Laguna Negra, que es una laguna de aguas
si no pienso en modelos, y pienso en cambio servidas, de cloacas, que está entre Rawson
en alguna experiencia reciente que tenemos, me y Trelew. Creció mucho, nadie se ocupa, pero
parece que hay una punta interesante para los alumnos de la señora vienen con picaduras
tener en cuenta. El docente tiene una situación porque viven al lado. Entonces ella quiere hacer
que creo que a veces él desconoce y es que to- un trabajo sobre la Laguna Negra para que
davía hay una utopía dando vuelta, de la cual los alumnos hagan algo para todos y para ellos
el docente no es consciente a veces y no siem- también y además quiere enseñarles que no es
pre se puede poner en palabras pero que es bueno estar picados por los insectos de ese
parte de la profesión misma. A veces es tan lugar. A mí me parece que eso es lo que hay
poco consciente que, si uno lo pone en pala- que hacer, o sea tomar los problemas puntua-
bras, incluso no sé si el propio docente que la les, reales, ver cómo se participa, enseñarles
sostiene me cree. a participar, creer que algo se puede mejorar.
Esa utopía es que a esa persona que está ahí Ella cree que puede hacer algo con eso. Sin es-
delante de él y que es su alumno, tiene que irle cándalo, ella hace su plan de clases y me pa-
bien en la vida. No se sabe qué es la vida, no rece que esa es una reserva que tiene la es-
se sabe qué es irle bien, pero hay una serie cuela. La escuela no se valora a sí misma, se
de preceptos morales que son importantes y ataca todo el tiempo planteando todo lo que le
que son lo que los docentes siguen enseñando falta, pero a la educación siempre le va a fal-
en el aula. tar, por definición de educación. Entonces más
Voy a dar un ejemplo de esto. Vengo de una allá de eso, esta es una posibilidad de repen-
serie de talleres en el interior por un trabajo sar. Esta profesora no se basó en un mode-
de la Secretaría de Medio Ambiente. Los docen- lo de escuela anterior, es decir, acumulativo de
tes tenían que hacer planes de clase con rela- conocimientos: el análisis de las causas, el es-
ción al ambiente circundante, tema complejo si tudio del mosquito… Se basó en una acción po-
los hay porque plantea una encrucijada entre sible, en un estudio para una acción concreta
lo político, lo social, lo cultural, lo económico, el y en una toma de decisión. Me parece que del
concepto de natural, de desarrollo, de susten- modelo enciclopedista vamos a ese otro modelo,
table… Y uno veía allí a esos docentes y sus este es el pasaje. Y yo creo que a esta profe-
propuestas, y encontraba esto de lo que estoy sora la van a respetar. Ella está haciendo su
hablando, esa utopía estaba presente. Pienso trabajo, no se está planteando cómo recuperar
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

57
autoridad, sino que está llevando adelante una intercambio: él les garantizaba que aprobaban
experiencia con sentido y cuando uno hace algo un examen parcial si ellos consentían en que les
que tiene sentido, te escuchan. cortara el pelo. El docente sostenía que el pelo
largo en los varones era propio de “maricones”.
2 ¿Encuentran ecos o discrepancias con las Algunos chicos aceptaron el intercambio y otros
experiencias o miradas de Jorge Apel? no. El propio docente llevó a la clase un guarda-

m
polvo blanco y elementos de peluquería y pro-
omento cedió a cortar el cabello a los que aceptaron la

de reflexión
propuesta. Cuando el hecho tomó estado públi-
co se hicieron sentir las protestas de padres
y alumnos y se generó una situación de males-
Les proponemos la lectura de dos casos hipo- tar entre los docentes. Como resultado de todo
téticos, con claro anclaje en la cotidianeidad de esto, el profesor recibió tres días de suspen-
la escuela, para luego reflexionar en torno a las sión, tras lo cual presentó una demanda legal
siguientes preguntas: hacia la escuela.

1 Pensar los cambios en las formas de cons- Caso 2:


trucción de la autoridad en el contexto de las El profesor Martínez descubrió que Horacio le
transformaciones sociales y culturales. ¿Qué "robó" el libro que había dejado sobre el escrito-
relación pueden establecer entre estas situacio- rio, ya que sólo él se había quedado terminando
nes con la sensación de “crisis de autoridad”? el examen para poder salvar la nota del primer
bimestre. No se trataba de un libro cualquiera.
2 ¿Cómo construyen la autoridad cada uno de Era el "abc" para preparar sus clases de his-
los docentes de los dos casos? ¿Qué tensiones toria del Siglo XX y tenía anotaciones suyas de
aparecen con otros actores de la institución? cuando fue a escuchar a su autor, el profesor
Erick Hobsbawm, que había estado de paso
3 ¿Qué lugar ocupa el conocimiento en la cons- por Buenos Aires. Para él, había sido una ex-
trucción de la autoridad en cada una de las periencia que le cambió la manera de pensar
situaciones? los temas y de dictar sus clases.
Cuando se dio cuenta de lo ocurrido, comenza-
4 Analizar las tensiones que aparecen entre ron sus devaneos. En primer lugar, el profesor
las representaciones de joven y alumno cons- Martínez sintió la preocupación por el libro, un
truidas por la escuela y otras vivencias de ju- hito en su trayectoria profesional. Luego, pensó
ventud que pugnan por ingresar en ella. ¿Cómo en cómo afrontaría la situación con ese chico,
quedan posicionados los jóvenes en cada una Horacio, a quien todos en la escuela catalogaban
de estas situaciones? ¿Qué lugar ocupa el pro- como el "pibe chorro" y por quien él había apos-
ceso de transmisión en los dos casos? tado —contra la opinión de sus colegas— para
ayudarlo a salirse de ese drama de vivir en
Caso 1: los márgenes. Y el libro dejó de ser la prioridad
En una escuela media pública, un profesor de sus devaneos porque lo que verdaderamen-
propuso a los alumnos de un curso el siguiente te angustiaba al profesor era cómo salir de la
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

58
situación, sosteniendo su apuesta por Horacio.
El profesor Martínez abrió la primera clase del
segundo bimestre comentándoles a sus alum-
nos cuánto le había gustado prepararla, ya que
se refería a un tema que él, dos años atrás,
pensaba de una manera muy diferente. Así les
comentó a sus alumnos que, a partir de escu-
char al autor del libro La historia del Siglo XX
en una charla a la que había tenido oportuni-
dad de asistir, su manera de pensar el tema
había cambiado radicalmente. Había descubierto
que se podía pensar el siglo ya no convencio-
nalmente, sino por los acontecimientos que mar-
caron quiebres en la historia. En este caso, el
autor del libro proponía pensar al "corto siglo
XX" entre la primera Guerra Mundial y la caída
del muro de Berlín. Un siglo de apenas setenta
y cinco años. ¡El corto siglo XX! ¡Cómo se había
asombrado al escucharlo!
El profesor les contó a sus alumnos, tam-
bién en esa clase, que había recurrido a unos
apuntes que guardaba de aquella charla, por-
que no había encontrado el libro para prepa-
rar el tema, a pesar de haber dado vuelta su
biblioteca. Ese libro que tanto significaba para
él puesto que le había "dado vuelta" su manera
de pensar el tema y su materia.
Horacio permanecía callado.
A la salida, en la esquina de la escuela, el mu-
chacho salió al cruce:—Profesor, el libro lo ten-
go yo.
—Te debe haber gustado tanto como a mí, se-
guramente...
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

59
2.3. Justicia E
n este apartado nos proponemos reflexionar en
torno a dos ejes: a) la tensión nosotros/otros y
las consecuencias simbólicas y materiales de los

y educación nombres que utilizamos para nominar; b) la pregun-


ta por la formación de un currículum justo.

2.3.1. El reconocimiento de
la pobreza
E s muy habitual oír en distintos espacios de la
educación, la frase “a mí no me prepararon para
esto” (Serra, 2004), en relación a la presencia de la
pobreza material en aulas o talleres educativos. Se
articulan, entonces, diversas respuestas frente a la
pregunta: “¿qué hacer con el otro? (cuando el otro es
pobre)”. Veamos las distintas respuestas que da la
autora Silvia Serra a esta situación que ella plantea.
Pensemos, primero, en la institución escolar de fi-
nes del siglo XIX y principios del siglo XX: la pobre-
za era leída como un déficit que la educación venía
a suplir. En simultáneo, el tener ese carencia “marca-
ba el territorio donde los sujetos estaban inscritos,
nos hablaba de sus raíces, de sus filiaciones y de
sus herencias” (Ib.), y sobre eso se operaba, inten-
tado homogeneizar -disciplinamiento, ciudadaniza-
ción, civilización, ficción de ciudadanía universal- los
rasgos distintos que se percibían como amenaza-
dores; entonces, en esta primera respuesta afirmará
que “la educación se dirigía al pobre en la operación
de construir un Nosotros” (Ib.).
En segundo lugar, se ubica un abordaje contemporá-
neo: “la operación actual consiste en ubicar al pobre
como el Otro, a través del énfasis en sus caracterís-
ticas diferenciales” (Ib.). Una aproximación demagó-
gica se dirige hacia una “atención a la cultura de la
pobreza que reconfigura la operación pedagógica y,
en nombre del respecto y de la atención a las dife-
rencias, se desdibuja el nosotros y con él la ilusión de
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

60
la igualdad” (Ib.). El Otro se construye con cimientos nita. “No admitir tan rápidamente los diagnósticos
firmes a partir del principio que equipara la carencia que se ofrecen […], desdibujar las jerarquías presen-
de bienes materiales con la escasez de bienes sim- tes en el binarismo Nosotros/Otros […], ubicarnos a
bólicos y la posibilidad de educarse. nosotros mismos como otros” (Serra, 2004). Nótese
En línea con esta segunda respuesta, Kaplan (2004) las similitudes que tiene este planteo con lo que tra-
afirma que “todos […] entran por la misma puerta bajaremos en el capítulo 3 en relación a la infancia
a la escuela; aunque no a todos se los señale de como enigma.
igual modo mientras van entrando” (Ib.: 69), en cla-
ra alusión a la prácticas diferenciadoras que se rea-
lizan frente al conjunto de alumnos que se considera
pobre. Sin embargo, el autor reconoce que existen 2.3.2. ¿Cómo construir un
ojos que “al mirar a los alumnos mientras van en-
trando, comienzan a imaginar cómo podrían contri- currículum justo? El problema
buir a des-marcarlos, a superar las profecías de un
aparente inexorable fracaso” (Ib.). El problema de las sobre lo que se enseña
nominalizaciones, sostiene, más allá de la performa-
tividad propia de cualquier palabra, es que “desig-
nándolo como ‘pobre’, lo cierto es que la pobreza
puede ser tratada como nota esencial del alumno.
N os proponemos a continuación identificar las
respuestas que diversos autores han planteado
frente a esta misma pregunta. Creemos que los dife-
[…] La pobreza individualizada o individualizante rentes abordajes no son contradictorios entre sí, sino
-que no es lo mismo que la denuncia de la condición que ponen el foco de atención sobre distintos ejes.
socio-histórica de la pobreza de ciertos individuos o
grupos- aparece como el primer término de la rela-
ción con la escuela y como constitutivo de su perso-
nalidad social, operando como una suerte de carnet 2.3.2.1 Justicia curricular
de identidad originario” (Ib.: 70).
El riesgo de pensar en categorías dicotómicas tota-
lizantes -pobres por un lado, no pobres por el otro-,
no es lo que la categoría hace visible, sino lo que
R obert Connell (1997) sostiene que es primordial
establecer una estricta relación entre las esfe-
ras educativas y la justicia social: no todos acceden
oculta, ya que inhibe la visibilización de las relacio- a la totalidad de los niveles. El sistema educativo no
nes sociales construidas históricamente, el cómo y sólo reparte bienes culturales, sino que conforma, a
el porqué, que dieron origen a esa desigualdad. De partir de sus títulos y diplomas, las sociedades futu-
esta manera, se naturalizan con etiquetas distintas ras. Que la sociedad sea justa, entonces, depende
situaciones que son, en realidad, construcciones so- en buena parte del sistema educativo. Por último,
cio-históricas. es imposible separar la justicia de la educación, ya
Por último, permitámonos considerar una alternativa, que ésta es en sí misma una empresa moral, es una
en el abordaje de la pobreza por parte de la educa- práctica para la acción. Connell reconoce que usual-
ción, que intente evitar el Nosotros homogeneizador mente el debate gira en torno a la justicia distribu-
(“todos deben ser igual a mí”) y el Otro paralizan- tiva: a cuántos y cuánto. Sin embargo, esto es in-
te (“el otro distinto y amenazante”): esta tercera res- suficiente; es necesario reflexionar sobre la relación
puesta es pensar la alteridad como enigma o incóg- entre los contenidos y la distribución. Es por eso que
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

61
debemos pensar no sólo en una justicia distributiva, activa vida democrática. Esto fue malinterpretado o
sino también en una justicia de índole curricular. intencionalmente utilizado, asociando la escolariza-
Puesta ya la atención en los contenidos -que no son ción común con el control de la población. Sin em-
ni más ni menos que producciones de carácter so- bargo, el argumento sostiene la existencia de un cu-
cial- pensemos en cómo éstos se seleccionan. Los rrículum común -para todos y todas- que incluya los
aportes de las últimas décadas en torno a la arbi- contenidos para una vida democrática, tales como
trariedad cultural en su selección son un avance, el trabajo sobre “la toma de decisiones colectivas,
aunque esta mirada puede desembocar en los peli- […] la comprensión de las culturas y los intereses de
gros del relativismo epistemológico -no todo vale lo otros participantes” (Ib.: 67).
mismo-. Más allá del carácter relativo y contextual c) La producción histórica de la igualdad. Pensemos
de todo contenido, lo que merece más atención es cómo articular los dos principios previos; es decir,
su carácter no neutral. Y es en este punto donde el cómo lograr el currículum común que se requiere
autor expone su necesaria falta de neutralidad afir- para la participación democrática y, a su vez, hacer-
mando que es imprescindible formular un currícu- lo desde la posición de los menos favorecidos. “Se
lum contrahegemónico; que es necesario incorporar puede manejar el conflicto entre ambos -principios-
la posición de las personas menos favorecidas en la en forma productiva, advirtiendo el carácter históri-
estructuración del currículum. co de las estructuras sociales que producen la des-
Con ese propósito en mente, el autor propone tres igualdad” (Ib.: 69). Se sugiere entonces el análisis
principios para la creación de ese currículum contra- histórico de las condiciones que promueven la des-
hegemónico: a) plantear los temas desde los inte- igualdad.
reses de los menos favorecidos; b) contenidos que Más allá de estos tres principios sobre la construc-
apunten a una voz común; y c) para articular los dos ción de un currículum contrahegemónico, es rele-
principios anteriores -¿cómo lograr el currículum co- vante mencionar que exceden la convicción política
mún que se requiere para la participación democrá- o la justicia social. Connell encuentra una profunda
tica y, a la vez, hacerlo desde la posición de los me- convicción epistemológica-científica en esta cons-
nos favorecidos?- es necesario advertir el carácter trucción: su incorporación produce una revolución
histórico de la igualdad. conceptual sobre los conocimientos existentes; es
Detengámonos en cada principio: intelectualmente mejor. A modo de ejemplo, mere-
a) Los intereses de los menos favorecidos: “plantear cen mención las variadas ramificaciones en todos
los temas económicos desde la situación de los po- los campos que produjeron los estudios feministas
bres, y no de los ricos. Establecer cuestiones de gé- y de género.

m
nero desde la posición de las mujeres…” (Ib.: 64).

omento
Este acto sonoro, opuesto al silencio de la aneste-

de reflexión
sia, promueve un currículum contrahegemónico. Un
currículum contrahegemónico es, entonces, partir
desde la posición de los menos favorecidos, pero,
también, hacer esa perspectiva universal.
b) Participación y escolarización común, la voz co- 1 Elijan un contenido que crean se ajuste a los
mún. Es propio de muchos currículum sostener en tres principios propuestos, elijan otro que no
sus propósitos la preparación de futuros -¿por qué lo haga y desarrollen los motivos.
no decir también presentes?- ciudadanos para la
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

62
economía y sea percibido como única cosmovisión
2.3.2.2. Otras miradas posible? ¿Cómo se logró la naturalización de la so-
ciedad neoliberal? Al desandar este camino encuen-
complementarias tra dos grandes dimensiones: por un lado, la sucesi-
va separación de la realidad en campos académicos

S e presentan a continuación debates que enri-


quecen la pregunta por la formación de un cu-
rrículum justo.
cada vez más específicos, acotados y separados del
resto y, por el otro, la organización de los saberes
modernos con la organización del poder colonial e
En primer lugar, Michael Apple (1981/1997) pone imperial típicos del mundo moderno. La narrativa que
atención, entre otras tantas dimensiones, a la forma tiene punto cúlmine en nuestros días, comenzó en-
curricular. Le interesa, en especial, notar cómo la ló- tonces con la conquista española de América; a par-
gica empresarial entra en la organización de los con- tir de ella se instituyó la constitución colonial de los
tenidos a partir de un control particular y logra ins- saberes, de la memoria y del imaginario.
talar una lógica de desadiestramiento. ¿Cuántos de Por su parte, Boaventura de Sousa Santos (2008),
nosotros hemos notado lo llenas que están las au- en consonancia con los otros autores presentados,
las y bibliotecas de “módulos” prediseñados? Son localiza el problema de la construcción de un currí-
coloridos, vistosos, fáciles de usar y no dan lugar al culum justo sobre la pregunta acerca de la forma en
error: en este control técnico, todo está pautado, re- que conocemos. La posmodernidad puso en crisis
glado y evaluado desde un lugar ajeno al de la im- la matriz positivista con la cual se construyó la cien-
plementación. ¿Qué consecuencias guarda esto so- cia moderna. Es por eso que -aquí hay que remar-
bre los docentes? Un profundo desadiestramiento car las semejanzas con el discurso de Connell en
que los transforma en meros ejecutores de paque- relación a la revolución de la ciencia- propone co-
tes curriculares. Sobre los alumnos, propicia un in- nocer desde el sur: no sólo en sentido geográfico,
dividuo posesivo, elemento típico de las economías sino como postura epistemológica. Además, pensar
corporativas. No es difícil encontrar en nuestra prác- desde el sur permite ver un desarrollo no occiden-
tica o experiencia educativa situaciones similares a tal del mundo, con otras temporalidades; superar el
las que describe Apple. colonialismo como estructura que rige nuestras re-
Sin embargo, el autor reconoce que hay lugar para laciones sociales.
las resistencias; lo primordial es hallarlas y estimular- Por último, Bolivar (2005) asocia la pregunta por un
las. Apple cree en la importancia de hacer un mapa, currículum justo con la igualdad. Pero, ¿qué enten-
una topografía del terreno en el que se desatan estas demos cuando decimos igualdad? ¿Igualdad de
luchas por la hegemonía: un terreno signado por el qué? ¿Igualdad de oportunidades, de enseñanza,
control técnico, el desadiestramiento, la transforma- de conocimiento y éxito escolar, de resultados? De
ción del trabajo, la contradicción de clase de los do- todas las dimensiones de la igualdad podemos de-
centes, pero, también, un terreno de oportunidades. tenernos en la igualdad de oportunidades. Sin em-
Por otra parte, para Edgardo Lander (2003) pregun- bargo, es necesario hacer una distinción en relación
tarse por un currículum justo es preguntarse por los con las ideologías que la propugnan ya que las res-
saberes que operan y viven en él. Este autor recono- puestas a la pregunta por la igualdad serán distintas:
ce el peso que tuvo el neoliberalismo en la educación así, por ejemplo, un conservador puede asociar su
y se pregunta: ¿qué mecanismos tuvieron que librar- respuesta a la educación privada o al uso de becas
se para que el neoliberalismo exceda el ámbito de la estímulo a los alumnos ‘brillantes’, mientras que una
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

63
B iblioteca
respuesta más progresista oscilaría entre la gratui-
dad y la discriminación positiva.

m omento
r
• Hassoun, Jacques. (1996). Los contrabandis-
tas de la memoria. Bs. As., De la Flor.

de eflexión • Galeano, Eduardo (1993). Las palabras Andan-


tes. Ciudad de Mexico. S XXI.
“La señora Claribel de Los Arcos se reúne con • AA.VV. Dossier “La autoridad en cuestión” en
sus nuevos vecinos, una joven pareja a tomar El Monitor N˚ 20, Revista del Ministerio de Edu-
el té en su amplia casa de campo. La joven cación Nacional, Buenos Aires, Argentina. Dis-
pareja es recibida y atendida por Miriam, una ponible en: http://www.me.gov.ar/monitor/nro0/
mujer de 33 años que trabaja con la señora Cla- pdf/monitor20.pdf PAG 25-40.
ribel hace 16 años; la empleada viste un unifor- • Durkheim, Emile (1984). Educación y Sociolo-
me de mucama típico de principios de siglo XX. gía. México, Colofón.
Entre medio de charlas sobre la historia del • Luzuriaga, Lorenzo (2002). “La educación de
barrio y variados chismes, se aparece debajo la juventud”, en La Escuela nueva pública, Ma-
de una mesita llena de masas secas y peque- drid, Losada.
ñas tortitas una niña de tres años, tiene un • Jacquard, Albert; Menent, Pierre y Renaut, Alain
chupete y está vestida igual que Miriam. Clari- (2004). ¿Una educación sin autoridad ni sanción?
bel, distendida, presenta a la niña como la hija Barcelona, Paidos.
de Miriam. La dueña de casa nota en la mira- • Sennett, Richard (1982). La Autoridad. Madrid,
da de sus invitados algo incómodo, no dejan de Alianza Editorial.
ver la ropa de la niña, idéntica al uniforme de • Meirieu, Philippe (1998). Frankenstein educa-
la madre. Claribel suspira entendiéndolo todo, dor. Barcelona, Laertes.
luego les explica: para nosotros es una más • Steiner, George (2004). Lecciones de los maes-
de la familia, le compramos su uniforme chi- tros. Madrid, Siruela.
quito monono, el jueguito de escoba y palita, la • Dussel, Inés; Southwell, Myriam (2008). “La au-
mandamos a la escuelita, ella y su mami son toridad docente en cuestión: líneas para el deba-
parte de mi historia. Los invitados mantienen te” Revista El Monitor N˚ 20, Ministerio de Educa-
los ojos abiertos expresando su asombro e in- ción Nacional, Buenos Aires, Argentina.
comodidad.” • Sennet, Richard (2006). La cultura del nuevo
capitalismo. Barcelona, Anagrama.
1 ¿Cómo se construye en el relato la tensión no- • Tenti Fanfani, Emilio (2004). “Viejas y nuevas
sotros/otros? ¿Qué sería construir un currícu- formas de autoridad docente”, Revista Todavía,
lum justo en ese contexto? ¿Qué argumentos N˚7, abril, Buenos Aires, Fundación OSDE.
esgrimiría la pareja incómoda y la señora due- • Sennet, Richard (2006). La cultura del nuevo
ña de casa? capitalismo. Anagrama, Barcelona.
• Revista 12(ntes) número 11, año 2, Buenos Ai-
2 Les sugerimos esbozar un texto y un dibujo res, 2007. Págs. 12-13
de la situación a modo de respuesta y reflejo • Revista 12(ntes) número 11, año 2, Buenos Ai-
de todos los interrogantes presentados. res, 2007. Págs. 10-11.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

64
• Serra, Silvia (2004). “Cuando el otro es pobre”.
En "El periódico" de Amsafé.
• Kaplan, Carina. “Las nominaciones escolares:
¿alumnos pobres o pobres alumnos?” En: Revis-
ta Cuaderno de Pedagogía de Rosario, Año 7,
N˚ 12.
• Connell, Robert (1997). Escuelas y justicia so-
cial. Madrid, Morata.
• Apple, Michael (1981/1997). “El currículum y
el proceso de trabajo: la lógica del control técni-
co”, en Teoría crítica y educación. Buenos Aires,
Miño y Dávila.
• Lander, Edgardo (2003). “Ciencias sociales: sa-
beres coloniales y eurocéntricos”, en: Lander, E.
(comp.), La colonialidad del saber: eurocentris-
mo y ciencias sociales. Perspectivas latinoameri-
canas. Buenos Aires, CLACSO.
• Santos, Boaventura de Sousa (2008). “De lo
posmoderno a lo poscolonial, y más allá de am-
bos”, en: Santos, Boaventura de Sousa (2008),
Conocer desde el Sur. Para una cultura política
emancipatoria. La Paz, CLACSO.
• Bolívar, Antonio (2005). “Equidad educativa
y teorías de la justicia” en: Revista Electrónica
Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cam-
bio Educativo. Vol. 3. N˚ 2. Disponible en: URL:
(http://www.rinace.net/reice.htm)
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

65

Capítulo 3
La construcción de los
sujetos pedagógicos
3.1. Llenando de sentido el plural: infancias y
adolescencias
3.2. El sujeto pedagógico
3.3. La construcción histórica de las edades
3.4. ¿Expulsión o exclusión?
3.5. La producción mediática de la infancia
3.6. Tensiones de género
3.7. Las nuevas configuraciones familiares
3.8. Dar cobijo al enigma de lo nuevo
3.9. Asistencia, cuidado y amparo al enigma de la
infancia

La educación tiene que ver con la natalidad, con


el hecho de que constantemente nacen seres
humanos en el mundo. (Arendt, 1996)

E n este capítulo nos proponemos presentar al-


gunas de las problemáticas actuales en torno a
la construcción de los sujetos pedagógicos, que in-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

66
cluyen las cuestiones etarias, las diferencias socia-
les y culturales y la reconfiguración actual de ciertas
instituciones modernas como la familia, la escuela
y el género.

En la actualidad, los sujetos pedagógicos moder-


nos -resumibles en la categoría “alumno” y “docen-
te”- se presentan en crisis, por lo que es necesario
complejizar su construcción para la elaboración de
nuevas prácticas educativas. En los apartados si-
guientes presentaremos algunas de estas impugna-
ciones contemporáneas y las respuestas que se han
generado.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

67
3.1. Llenando de sentido P
revio a nuestro recorrido histórico en torno a los
sentidos atribuidos a las infancias y adolescen-
cias, nos proponemos reflexionar sobre lo novedoso

el plural: infancias y y plural que hay en ellas: ¿qué queremos significar


cuando hablamos de las nuevas infancias y adoles-
cencias? Surge la pregunta: ¿de dónde proviene el
adolescencias carácter novedoso y múltiple?
Nos ayuda a responder esta pregunta Kántor (2008):
“Las adolescencias y las juventudes siempre fueron
‘nuevas’; ellos/as son ‘los nuevos’ entre nosotros,
como nosotros fuimos los nuevos para los de antes”
(Ib.: 16). Este sentido clásico y casi universal asocia lo
nuevo al recambio, pudiéndose aplicar en cualquier
contexto histórico y cultural. Sin embargo, existe algo
sustancialmente novedoso para los nuevos de nues-
tra época: “la brecha socioeconómica sin precedentes
entre los nuevos […], la brecha cultural sin preceden-
tes entre diferentes generaciones contemporáneas”
(Ib.: 16). Es esta distancia, esta distribución inequita-
tiva de recursos económicos y diferenciación de cir-
cuitos culturales, lo que define a nuestros nuevos, a
nuestras infancias y adolescencias.
Complementariamente, podría pensarse el uso del
plural como consecuencia de las pasiones de las
políticas neoliberales -irónicamente multiculturalis-
tas-: un reconocimiento casi lúdico y “marketinero”
de la diversidad cultural, que permite la instalación
de políticas focalizadas que dilapidan la posibilidad
de universales comunes; surgen así millones de indi-
vidualidades particularizadas, que se ven impedidas
de formar un colectivo que ponga en relieve sus de-
mandas, sus visiones del mundo y sus derechos. En
franca oposición, el sentido que le debemos otorgar
es otro: lo plural pone de relieve, denuncia, la impo-
sibilidad de que una expresión en singular aúne las
desigualdades de nuestros nuevos.
Por último, quisiéramos sumarle una cualidad solida-
ria que define lo novedoso: lo adolescente, lo joven,
y la infancia -otrora, el recambio y la diferencia casi
neutral- se desplazan de lo extraño a lo hostil; el pa-
radigma de la infancia y la adolescencia como libera-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

68
dora del mal de la sociedad, como fuerza de cambio
y como esperanza, ese paradigma, está estallado.
Lo infantil, lo joven, lo adolescente, lo nuevo, lo sin-
gular y lo plural tienen acepciones que estigmatizan
y otras que invitan a pensar sujetos plenos de de-
recho. Es necesario, entonces, que en este redirec-
cionamiento del discurso sobre los nuevos jóvenes
y adolescentes podamos pensar nuestras acciones
pedagógicas.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

69
3.2. El sujeto T
oda propuesta pedagógica define y recorta a sus
sujetos intervinientes. Esto es, los sujetos peda-
gógicos no son un dato previo al acto educativo, sino

pedagógico que son una construcción de y sobre los sujetos so-


ciales que participan del acto educativo: se recor-
ta una población determinada y se imprimen sobre
ellas determinadas características. En ese sentido,
Puiggrós (1990) entiende por “sujeto pedagógico”
a la relación entre educador y educando, producto
de la vinculación entre los sujetos sociales que in-
gresan a las situaciones educativas. El sujeto peda-
gógico, entonces, excede la figura de alumno o do-
cente particular, y reúne a la totalidad del discurso
pedagógico, de la misma forma que cuando nos re-
ferimos a sujeto social no lo hacemos pensando en
un individuo concreto. El sujeto pedagógico explici-
ta y argumenta la relación compleja entre educador
y educando, resultante del abanico producido por la
vinculación entre ambos. Es así que podemos hablar
de la forma en la cual el discurso pedagógico del si-
glo XIX -cuyo exponente más influyente fue Domingo
Faustino Sarmiento- construye al alumno o a la do-
cencia de un modo particular, distinto, por ejemplo,
al aprendiz peronista, al docente de la Carpa Blan-
ca de la década de los noventa, al alumno del ba-
chillerato popular del siglo XXI, etc. Es aquí donde
distintos discursos, miradas y poderes se disputan
y tensionan el sentido de los sujetos pedagógicos:
decimos que educador, docente, alumno, educan-
do, infancias, adolescencias son, todas y cada una,
construcciones histórico-sociales.
Los discursos educativos interpelan y construyen su-
jetos pedagógicos “ideales” a partir de específicas
operaciones de identificación, ordenamiento, jerar-
quización, ocultamiento o negación -entre otras ope-
raciones posibles-, y han construido dispositivos ver-
bales, materiales, epistemológicos, espaciales, etc.
para lograr tales fines. Esa construcción tiene efec-
tos en el futuro, es performativa y predictiva, porque
generalmente viene acompañada de un “mandato”
o una “profecía” sobre dicho sujeto. Se espera que
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

70
actúe en la forma asignada por esa relación de cons-
trucción, que cumpla con todas y cada una de las
características que se le atribuyen. Son preguntas
pertinentes para cualquier acto educativo: ¿qué su-
cede cuando la profecía no se cumple? ¿Qué con-
secuencias implica la permanencia de antiguos mo-
delos ideales para la visibilización de subjetividades
emergentes? ¿Cómo atraviesan sus días los sujetos
que no se ajustan a los parámetros ideales estableci-
dos? Entonces, ¿qué cobijos pedagógicos podemos
construir para el desarrollo de subjetividades plenas?
Como sugieren las preguntas previas, los sujetos
concretos no terminan de reconocerse en esas inter-
pelaciones y modelos ideales, lo que impide que di-
cha operación de normalización suture. Por ejemplo,
el sujeto pedagógico “alumno” heredado del mode-
lo escolar del siglo XIX implica una especial relación
con los niños concretos a los que se dirige que privi-
legió ciertas marcas sobre otras en su construcción,
a la vez que desconoció otras que fueron recupera-
das posteriormente; como la condición de sujetos
sexuados, la pertenencia a pueblos originarios, la
identificación con los distintos géneros, la capacidad
de construir hipótesis, etc. Al decir de Dubet (2006),
la escuela común se creó como un dispositivo de
producción de “alumnos”, en tanto sujetos homogé-
neos carentes de marcas previas -la famosa imagen
de la “tábula rasa”-, que debían incorporar ciertos
saberes establecidos para su inclusión social. Pero
a lo largo del siglo XX, distintos discursos -la nueva
escuela, el psicoanálisis, la sanción de los derechos
de la infancia, etc.-, fueron volviendo “niño” al viejo
sujeto pedagógico “alumno”. La entrada del “niño”
a la escuela implicó la inclusión de estas dimensio-
nes culturales, sociales, subjetivas, etc. -el ingreso
de sus derechos, de su cultura, de su familia, de sus
intereses- y puso en jaque al modelo fundacional,
obligando a la búsqueda de nuevas soluciones.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

71
3.3. La construcción H
istóricamente, en las sociedades occidenta-
les, la infancia y la juventud fueron etapas sig-
nadas por una “moratoria social” y una “moratoria

histórica de las edades vital” (Margulis, M., 2001). Por “moratoria vital” en-
tendemos la cantidad de capital energético y vital de
los jóvenes, esa posibilidad de “tener años” y ener-
gía a caudales por delante. Si bien esta propiedad
es de todos los jóvenes, pertenezcan o no a las cla-
ses populares, es sometida a una lógica de mercado
e intercambio en la sociedad: la “moratoria vital” se
transforma en el siglo XXI en un tipo de “capital vi-
tal”. Así, la juventud es poseedora de un bien ansia-
do por la totalidad de la sociedad -esto pueden verse
en las publicidades de moda, que tienen como desti-
natarios tanto a los niños más pequeños como a los
adultos de la sociedad que confluyen en un punto
medio que tiene su síntesis en la vestimenta juvenil
y adolescente-. Por otra parte, la “moratoria social”
es entendida como un “permiso de espera” que go-
zan los jóvenes y que les retrasa positivamente su
participación en la totalidad de las experiencias de la
vida social -como el trabajo, la obtención de recur-
sos, la reproducción, el cuidado de otros, la asisten-
cia a ciertos rituales, el consumo de ciertas sustan-
cias, etc.- para dedicar ese período a su preparación
y formación para la “vida adulta”.
Desde esta perspectiva, esta “prohibición” del pre-
sente incluía una “promesa” de mejora en el futuro.
Los niños y jóvenes debían educarse para volverse
hombres y mujeres. La adultez era el resultado de un
proceso educativo que los habilitaba para el ingre-
so pleno a la vida social en las mejores condiciones
posibles. Como sostiene la definición de Durkheim,
“La educación es la acción ejercida por las genera-
ciones adultas sobre las que todavía no están ma-
duras para la vida social” (ver apartado 2.2.), esos
momentos vitales debían dedicarse a la educación,
en tanto preparación para dicha inclusión en el mun-
do adulto.
En el primer capítulo de este módulo se problemati-
zó el desarrollo histórico sobre la construcción de las
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

72
diversas juventudes configuradas en el siglo pasado.
Vimos la forma en que se dieron los procesos de di-
ferenciación -construcción de juventudes normales y
anormales, alumnos y menores jurídicos, jóvenes de
clase media y de clases populares- junto con pro-
cesos de homogeneización cultural -fuerte presión
mediática por imponer un conjunto de valores uni-
versales sobre la sociedad globalizada-. Junto con
estos movimientos dicotómicos y complementarios
de homogeneización y diferenciación cultural, las úl-
timas décadas del siglo XX se vieron acompañadas
por procesos de empobrecimiento de gran parte del
país y, simultáneamente, concentración de la rique-
za. Es allí donde surgen dos figuras que desplazan
la construcción de alumno que supo ser sinónimo de
infante: el niño de la calle y el niño consumidor. La
convertibilidad, la transnacionalización de la econo-
mía y los movimientos globalizantes posibilitaron que
los gustos de los niños más afortunados en el plano
material se acomoden fácilmente a los caprichos de
un mercado globalizado, mientras que los excluidos
de un país en constante desindustrialización debían
hacer suyo lo único que no es privado: la calle. Sin
embargo, la oposición no es tal, ya que existe cierta
solidaridad en la que todos son considerados consu-
midores. Este niño de la calle, además de tensionar-
se con el consumidor, puede ser reinterpretado por
los medios de comunicación como niño peligroso o
niño víctima. Lo llamativo de estas dos nuevas figu-
ras son las implicancias analíticas. Podemos dete-
nernos aquí a reflexionar en las distintas representa-
ciones mediáticas de estas infancias: por momentos
se construye al niño peligroso para que el sujeto-es-
pectador se paralice, se horrorice de la situación im-
posibilitándose cualquier contextualización histórica
del hecho, piense sólo en el presente y los efectos a
futuro; desde el otro vértice, se construye el niño víc-
tima que apela a la compasión social, a la canaliza-
ción de mayores demandas de justicia inmersas en
una realidad mediática vaciada de historia.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

73
3.4. ¿Expulsión o H
emos tensado el hilo hasta la imposibilidad de la
experiencia escolar, ¿qué sucede cuando éste
se corta? ¿Cómo se rearma una trama no necesa-

exclusión? riamente escolar, sino educativa en sentido amplio?


¿Cómo pensar con los expulsados de toda oferta pe-
dagógica, incluso las degradadas por la sociedad?
Estas preguntas nos invitan a reflexionar sobre la ad-
jetivación que se les otorga a estos sujetos: ¿exclui-
dos o expulsados? Duschatzky y Corea (2001) pien-
san a los jóvenes desde la expulsión, argumentando
que el término pone de relieve la relación entre el es-
tado de exclusión y las causas que lo generaron. Se
habla de expulsados, entonces, porque remite a un
acto ajeno a ellos, el haber sido expulsados por la
sociedad. Se pone de manifiesto que es el resultado
de una producción social que podría ser de otra ma-
nera. Además, si se limita la caracterización en la ex-
clusión, se hablaría sólo desde el déficit; lo que no se
es o lo que no se posee.
Este posicionamiento en torno a la nomenclatura no
hace más que reiterar las condiciones sociales y cul-
turales específicas de producción de subjetividad. Si
hablamos del carácter situado -es decir, contextual
e histórico- de la juventud, y ponemos la lupa sobre
nuestra contemporaneidad, podemos volver a insis-
tir en la existencia de una alteración en la base de
la constitución subjetiva de los jóvenes como con-
secuencia del desplazamiento de la promesa esta-
tal y el avance de la promesa del mercado. En ese
corrimiento de promesas que tuvo su apogeo en la
década del noventa es donde se insertan los jóve-
nes expulsados, y es en ellos donde emergen nue-
vos significados para términos tales como choreo,
ranchada, ser mujer, etc. Por ejemplo, Duschatzky y
Corea, a partir de un vasto trabajo de campo, anali-
zan el significante choreo, descubriendo que el sig-
nificado otorgado por los jóvenes marginales en si-
tuación de calle toma al choreo como elemento que
potencia la cohesión del grupo/ranchada frente al
vacío de ofertas asociativas por parte del resto de
la sociedad. Remarcan que el robo no se produce
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

74
sólo por las condiciones de necesidad: en el marco
de la constitución de la grupalidad, el choreo es un
sistema referencial que permite organizar al grupo.
En esta línea de resignificación, si pensamos que la
competitividad y la sociedad de riesgo son los valo-
res de la clase profesional del siglo XXI, “el aguante”
y “el ventaje” son sus correspondientes en los chi-
cos marginales.
En estos chicos sin referente familiar adulto en su
vida cotidiana, ¿qué peso cobra la fraternidad? La
relación con los pares no es una resignificación de la
institución familiar, sino que tiene características dis-
ruptivas frente a la ineficacia simbólica del modelo
clásico, ya que los vínculos fraternos en estos chicos
pueden tener mayor fuerza -ya que son los porta-
dores de los patrones de identificación- frente a una
institución familiar que opera como un significante
vacío para ellos. A diferencia de los valores produci-
dos por una genealogía cultural, en estos contextos
los valores nacen de la experiencia y su peso se gana
con la eficacia para sobrevivir en situaciones concre-
tas. La experiencia es la única productora de los va-
lores compartidos por los chicos.
Si retomamos la definición de educación producida
por Durkheim, podemos notar que la ranchada no pre-
para para salir al mundo, sino para defenderse de él.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

75
3.5. La producción E
n el breve y rápido recorrido histórico que hemos
hecho, se manifestó la relevancia de pensar en
las infancias y adolescencias como construcciones

mediática de la infancia sociales. En las últimas décadas, el discurso mediá-


tico ejerció un peso significativo en dichas construc-
ciones. Por ello, decidimos detenernos en la forma
en que se dan las producciones sobre las infancias
y adolescencias "peligrosas" en el plano mediático.
Corea (1999) analiza la producción mediática de la
infancia, notando la forma en que la lógica del dis-
curso mediático presenta una crisis de la infancia
que imposibilita la percepción del agotamiento del
modelo pedagógico fundacional ya descripto: “el
tratamiento discursivo que proponen los medios
de la crisis de la infancia reprime la percepción del
agotamiento de las instituciones que la forjaron. Se
cumple una vez más una ley del funcionamiento dis-
cursivo: la repetición de enunciados reprime la le-
gibilidad de sus condiciones históricas de enuncia-
ción” (Ib.: 10). ¿A qué hace referencia esta ley, este
principio de repetición? ¿Qué es lo que se repite?
Son habituales, por ejemplo, las declaraciones por
parte de diversos medios sobre los hechos de vio-
lencia o delito infantil y juvenil. En dicha repetición
no se traslucen -más bien, lo opuesto, se invisibili-
zan- las condiciones que dan lugar a determinados
actos que pueden ser considerados violentos. Ade-
más, genera un mundo peligrosamente falaz donde,
por un lado, la repetición de casos es suficiente para
corroborarse a sí mismo y, además, produce una
teoría explicativa o causal: la violencia existe por re-
petición, porque los chicos vivieron situaciones vio-
lentas, y así sucesivamente.
Así, este principio de repetición no termina por ex-
plicar nada, ya que sólo es capaz de autoexplicarse.
En consecuencia, es conveniente pensar la repeti-
ción sistemática de las características “violentas”
como síntoma del agotamiento de las instituciones
que dieron forma a la infancia y adolescencia, antes
que entenderla como principio y propiedad constitu-
tiva de los nuevos de nuestro tiempo.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

76
Paula y Juan en el baño: un caso, tres
3.6. Tensiones de miradas.

género B años, vestimentas, juegos, roces, miradas, no-


viazgos, amistades, abrazos. Los espacios edu-
cativos, en tanto lugar de encuentro de personas,
encierran infinidad de situaciones que los transfor-
man en sede donde las distintas posturas en torno
al género, a la orientación sexual y a la sexualidad
se hacen presentes. Leamos la siguiente construc-
ción ficcional para comenzar a problematizar distin-
tas perspectivas:

Corría diciembre en una escuela media, una perso-


na se acerca comentando sus deseos de terminar la
secundaria. Mantiene una reunión con la rectora del
colegio, se presenta como Paula, pero le aclara que
en el DNI figura como Juan. La directora la inscribe y
mantiene conversaciones con algunos de los profe-
sores de la escuela con el fin de que Paula pueda ser
integrada de la mejor manera posible.
Hablando con los preceptores, se encuentra con un
primer interrogante: ¿cómo la anotamos en el regis-
tro de asistencia de alumnos? Después de mucho
conversar este tema se decide anotarla con el nom-
bre que figura en el documento, pero habla con los
preceptores para que al tomar lista, respeten el nom-
bre de Paula, con el cual ella se identifica, informan-
do de esto también a los profesores.
Las clases se inician y con el correr de los días se co-
mienza a producir una fractura en el cuerpo docente:
por un lado están quienes aceptaron llamarla Paula y
por otro quiénes no aceptan llamarla así y eligen lla-
marla Juan. Las discusiones se suceden día a día en
la sala de profesores sin resolución.
En forma simultánea se va formando un nuevo inte-
rrogante, ¿A qué baño debe ir Paula? La directora
se reúne con un grupo de profesores para plantear-
lo. Se escuchan las siguientes opiniones: están quie-
nes sostienen que no puede ir al baño de hombres,
ya que se viste como mujer; otros, en cambio, opi-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

77
nan que si va al baño de mujeres, los padres pueden table y solamente al siguiente:
elevar quejas; frente a la posibilidad de que vaya al
único baño restante, el de los docentes, algunos do- Existencia de pene → Se esperan una personalidad
centes sugieren que eso sería discriminarla, ya que viril, determinado uso de ropa, un gusto especial por
no la integran al mundo escolar como al resto de sus el deporte, cierto control de las emociones (género)
compañeros y compañeras. → una atracción sexual hacia las mujeres (orienta-
La directora, desbordada, decide pedir ayuda a la ción sexual heterosexual) → una sexualidad con fi-
supervisora de su zona. nes reproductivos.
¿Es homologable la postura de la directora con la
En una primera lectura llama la atención el tratamien- de esta matriz? Podríamos decir que, si bien busca
to de la situación como “problema” por parte de los escapar a este posicionamiento rígido, nos permite
miembros del colegio, incluyendo a la directora: des- pensar desde una matriz de género clásico: el géne-
de un lado se opera bajo la regulación sexista y he- ro como lectura cultural del sexo; sin embargo, este
teronormativa más llana, por el otro -y aunque sea último es dicotómico por naturaleza. Es decir, en esta
imposible de saber, suponemos con las mejores in- primera aparición se extrapola el género a todas las
tenciones- se transforma a Paula en un objeto exóti- dimensiones de la vida, se lo toma como una cons-
co. Sea cual sea la postura, la educación sexual rei- trucción cultural y, en consecuencia, hay una ruptura
nante en el colegio -por más que sea tácita- es de trascendental con la matriz esencialista, ya que re-
corte moralizante, es decir con notas normativas y conoce la posibilidad de distintas maneras de sen-
prescriptivas (Weeks, 1998). tir, vestir y amar no condicionadas con la genitalidad
En esta historia hipotética, que seguramente se de nacimiento ni con la cultura establecida reinante.
hace carnadura en diversas instituciones, un tema Sin embargo, podemos afilar los argumentos y reco-
cotidiano como el uso del baño -que pone en evi- nocer que en esta segunda matriz no se cuestiona la
dencia la condición corporal y sexuada de los suje- naturalidad del sexo: “en todas estas perspectivas,
tos- permite analizar diversas posiciones en torno a el cuerpo y el sexo quedan del lado de lo que ‘es’,
las tensiones de género que se suceden en la escue- mientras que el género como teoría, en su fabrica-
la. Nuestro propósito es ver, a la luz de este caso, la ción cultural y simbólica, es erigido dando por sen-
forma en que se definen y articulan las categorías de tados esos cimientos, lo cual impide conceptualizar
género, sexualidad y orientación sexual. a los cuerpos más allá de la ideología de lo dado”
Una primera postura se encierra en la matriz esen- (Alonso y Morgade, 2008: 22-23).
cialista, para ella: 1- hay sólo dos sexos, masculino y Alejándonos de estas dos miradas, afirmamos que
femenino; 2- el sexo tiene como fin la reproducción; se puede ir por otro camino y suponer que el sexo
3- la familia es la unidad elemental natural. ¿Qué ele- también es construido. ¿En qué sentido? El reco-
mentos aparecen en la situación vivida por Paula? nocimiento y la visibilización de la intersexualidad
¿Cuáles de estas máximas aparecen? Bajo esta mi- -coexistencia de ambos aparatos genitales simultá-
rada, no hay lugar para la construcción, creación o neamente- es un detonante que cuestiona la natu-
aparición de nuevas características en la construc- ralidad de los sexos: “la paradoja de la ambigüedad
ción de subjetividades: el género no se despega de anatómica pone en cuestión que macho y hembra
la sexualidad ni de la orientación sexual, ninguno es sean datos biológicos que fuerzan la cultura de dos
independiente del otro. Podemos representarla en el géneros. Más bien sugieren una cultura dicotómica
siguiente diagrama, donde cada eslabón lleva inevi- que fuerza no sólo la interpretación de los cuerpos
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

78
sino su misma apariencia” (Cabral y Maffia, 2003: 88). portamiento no es adecuado; en caso de que alguien
Si bien no hay aquí casos de intersexualidad y no actúe igual -consciente o inconscientemente-, ya sa-
se lleva a cabo un disciplinamiento quirúrgico -nadie brá el trato que recibirá. Por último, esbozamos una
sugiere, por ejemplo, que Paula adecue su sexo para tercera posición de la cual no encontramos interlocu-
“encajar” en alguno de los baños-, sí existe un claro tor en nuestra historia: la posibilidad no sólo de ha-
disciplinamiento social: con todas las medidas y de- cer una lectura cultural del sexo, sino también pensar
bates planteados lo que queda claro es que la forma el sexo como construcción cultural -esta perspectiva
en que está siendo Paula no es correcta, es diferen- será desarrollada más adelante-.
te de la del resto del colegio, y debemos encontrar la
manera de que ella encaje en la institución. Perturba
en la institución que el fenotipo -la apariencia, lo que
se ve y, en este caso, lo que se decide mostrar- no 3.6.1. El sexo como
se corresponda con la construcción que se hizo en
torno al genotipo -base biológica-. construcción cultural
De todas formas, como la genitalidad de Paula es típi-
ca a la asignada a los hombres, el argumento reinan-
te se basa en un “imperativo biológico” -común a la
matriz esencialista- “misteriosamente ubicado en los
Y a sea desde una perspectiva de género clásica
o desde una biologicista, las asignaciones im-
plicadas en el contrato afectan la relación entre los
genitales” (Weeks, 1998: 18). Sin embargo, los senti- géneros en un sentido definitorio: son dichas asig-
mientos de Paula hacen caso omiso a ese imperativo. naciones un par de antípodas -con ánimos renova-
En suma, vimos los modelos esencialistas -la “ver- dores, aunque eufemísticos, es pertinente también
dad de nuestro ser”, a partir de lo cual todo lo pos- la imagen del gradiente- que permiten definir, por
terior puede ser juzgado en relación al molde esen- mera negación, un género opuesto. En simultáneo,
cial “hombre” o “mujer”- en algunos preceptores y los géneros se enquistan en sí mismos, estimulando
docentes que no querían llamarla por el nombre con la concepción dicotómica ya planteada.
el cual se sentía representada; este modo de juzgar- Ahora bien, Butler (Freire, 2009), teórica pionera en
la es reduccionista -asume que la complejidad del feminismo y teoría queer, pondrá objeciones a estos
mundo de Paula, y de cualquier otro u otra, se limi- planteos. Su intención será “despolarizar” sexo y gé-
ta a la genitalidad- y determinista -supone un modo nero. La categoría sexo siempre se presentó como
de vida correcto que se desenvuelve sobre la base dicotómica: genitalidad del hombre o de la mujer.
biológica naturalizada-. Una frase contundente que Para llenar las insuficiencias de análisis, el género
puede sintetizar esta postura es la siguiente: “Los resultó efectivo a la hora de llenar ese vacío: más allá
hombres son hombres, y las mujeres, mujeres” (Ib.). de la genitalidad natural, también se hacen presente
También ubicamos a la directora -con sus cuestio- -y sin relación con el sexo- características femeni-
namientos y su buena voluntad- en los primeros es- nas o masculinas, entendidas éstas como construc-
tudios de género -la posibilidad de incorporar una ciones culturales propias de cada sociedad. Butler
lectura cultural del sexo-. Las consecuencias son sugiere que en ambas -sexo y género- rige la matriz
dobles: defensivas y preventivas. Son defensivas en bipolar heteronormativa. ¿Es entonces la incorpora-
tanto y en cuanto hacen saber a Paula de su extra- ción de la construcción cultural de género suficien-
ñeza. Son preventivas en tanto y en cuanto sientan te? ¿No permite volver a justificar la ley del deseo
jurisprudencia: Paula no se ajusta al colegio; su com- de la matriz esencialista -deseo a mi opuesto- ya no
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

79
desde el sexo, sino del género? lino y las menos, con lo femenino; por ejemplo, las
Es frente a estas preguntas que surgen las críticas ciencias se vinculan a los chicos y las artes, a las chi-
de Butler, llevándonos a cuestionar la matriz que cas; al interior de cada disciplina se distinguen ramas
se toma para analizar las construcciones sociales más masculinas y otras más femeninas; se promue-
o materiales. Sólo se accede a dichas construccio- ve la idea de que las chicas son más meticulosas,
nes a través de discursos, prácticas y normas; But- honestas y trabajadoras, mientras que los hombres
ler acusa así la forma en que sexo y género pueden son más activos, asertivos en la comunicación y to-
ser funcionales a una matriz heteronormativa cultu- man roles protagónicos.
ral, sexual y epistemológica -posiciones opuestas y Este diagnóstico, junto al análisis de la situación,
complementarias dan fuerza a una ciencia del sen- pone en evidencia la urgente necesidad de pensar
tido común-. en una pedagogía que albergue a los sujetos que se
escapan a esta mirada heteronormativa.
¿Cómo salir del exotismo, de la diversidad en tan-
to muestra de lo otro, visto desde la normatividad?
3.6.2. Una pedagogía queer ¿Se puede pensar al cuerpo más allá de nuestras
palabras? Es decir, ¿cómo se niega el cuerpo como
El corpus de conocimientos sobre el niño es, en reali- naturaleza prediscursiva, cómo se niega esa creen-
dad, una construcción que parte de un ideal de niño: cia de que el género es construido pero el resto es
aburguesado, masculino, blanco y heterosexual. En- “natural”? ¿Cómo correr al género desde una pro-
tonces, estas construcciones toman un conjunto yección difusa del sexo pensado dicotómicamente
acotado. Claro está que surgen operaciones lingüís- -características femeninas o masculinas-, hacia un
ticas que pretenden paliar la situación; tal es el caso género pensado como “peligro”?
del uso del término “infancia” como forma de poner Para problematizar e intentar responder algunas de
en evidencia la existencia de otros y otras. Interesa las preguntas presentadas, la teoría queer -raro, in-
entonces detenerse en las características relativas al usual- nos da una idea: “una pedagogía queer su-
género que se suponen naturales; es decir, analizar pera la instancia en que la multiculturalidad, la ho-
los estereotipos de género que pesan sobre las/os mosexualidad o el género son toleradas o incluidas
niñas/os: la niña como potencial, futura mujer y ma- meramente como creaciones “exóticas”, como men-
dre, la infancia como antesala del ser adulta; el niño ciones necesarias en un currículum con corrección
como oposición violenta a la supuesta pasividad fe- política” (Alonso y Morgade, 2008: 25). No se trata
menina, en un ponerse a prueba constante. Así, la sólo de visibilizar diferencias de superficie política-
mujer se asoció a los “sentimientos” y el hombre, a mente correctas, sino de producir la diferencia, de
lo “cerebral”, pudiendo él construir “la” cultura. trabajar con la inestabilidad y precariedad de todas
Los contenidos y disciplinas escolares, junto a las -sí, todas, la de Paula, la Directora, los preceptores
formas de abordarlos, también se alinean según las y preceptoras, los docentes-. El eje de la pedago-
asignaciones de género: varones que justifican la gía queer es el corrimiento de la diferencia hacia uno
complejidad de un tema en la falta de estudio, mien- mismo: la diferencia al interior de uno/a como ele-
tras muchas mujeres creen en limitaciones persona- mento constitutivo y desesencializador. Esta postu-
les que se sintetizan en la frase “es un tema que a ra radical excede el conflicto del baño analizado: es
nosotras nos cuesta más”. Las áreas más valoriza- una forma amplia de entender a la educación; de ahí
das en la sociedad son relacionadas con lo mascu- que decimos pedagogía queer. Dar cobijo a lo que
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

80
percibimos como distinto es positivo, pero, más allá la inacción hasta que realmente surja algún conflic-
de eso, ¿cómo generar las condiciones para la pro- to. Esto no implica una naturalización ahistórica que
ducción y aparición de la diferencia? Notemos que no reconozca las luchas y desigualdades que sufren
esta pregunta es propia de todo acto educativo que gays, lesbianas, travestis, transexuales e intersexua-
dé lugar a los y las nuevas en la sociedad. les en su paso por las instituciones educativas, más
Una pedagogía queer, entonces, sería capaz de po- bien, todo lo contrario. Quizás las acciones no ten-
ner en la superficie pedagógica el cuestionamiento, gan que ver directamente con el baño, sino con ge-
la incertidumbre y la desnaturalización como propó- nerar condiciones para que los debates y segrega-
sitos y estrategias del acto educativo; es poner el ciones en torno al uso del baño no aparezcan.
foco en preguntas que perturben, que molesten; es, Si nos ponemos propositivos, si pensamos acciones
quizás, reponer la libido -la energía- en el proceso de concretas para el trabajo de la situación presentada,
enseñanza-aprendizaje. podemos afirmar que la escuela requiere de un pro-
Reiteramos: el pensar la sexualidad como una cons- grama sistemático de educación sexual integral. Po-
trucción histórica y social también es parte de la pe- demos sintetizar los aspectos esenciales a introducir:
dagogía queer, aunque esto no sea todo. “[L]o que incorporar un enfoque de género que problematice e
definimos como ‘sexualidad’ es una construcción historice expectativas, estereotipos y desigualdades
histórica, que reúne una multitud de distintas posi- en torno a lo femenino y masculino; reconceptualizar
bilidades biológicas y mentales […] que no necesa- la mirada acerca de los cuerpos; desnaturalizar la vio-
riamente deben estar vinculadas, y que en otras cul- lencia cotidiana; incorporar la dimensión del placer y
turas no lo han estado” (Weeks, 1998: 19), entonces, del cuidado de uno y de otros y otras; todo esto arti-
la sexualidad puede entenderse como “las maneras culado/enfrentado a las argumentaciones esencialis-
múltiples e intrincadas en que nuestras emociones, tas y sus silogismos -analogía con el mundo animal,
deseos y relaciones son configurados por la socie- la tiranía de las mayorías/promedios, el agujero negro
dad en que vivimos” (Ib.: 28). Parados desde la idea llenado por la biología “aséptica”-, y también, tenien-
de construcción social, los esencialismos caducan de do presente la relación que existe entre dominación
inmediato. y subordinación en el mundo de la sexualidad -inclu-
Ahora bien, ¿qué implica hacerse cargo de la ines- yendo las variables de clase, género y etnia-.
tabilidad de los cuerpos? ¿Cómo hacemos visible El objetivo último, entonces, es la justicia de género;
lo no hegemónico sin transformarlo en exótico? esto es el “reconocimiento y redistribución de sabe-
¿Cómo pensar la sexualidad como producto histó- res y poderes sobre el propio cuerpo y el cuerpo de
rico, de luchas e intereses? Hay casos donde la ac- los/as otros/as, ya sean niños/as, adolescentes, jóve-
ción más propositiva es la aparente inacción, es de- nes y también para el ‘cuerpo docente’ en todos sus
cir, donde se hacen cosas para que nada cambie: sentidos” (Fraser en Alonso y Morgade, 2008: 38).

penarauenta
¿No es éste el caso de la escuela analizada? ¿Hay

tener
que hacer algo con Paula? ¿Demostró ella algún tipo

c
de incomodidad en la escuela? ¿Siente dificultad en
el proceso de aprendizaje? Todas estas preguntas
no llegan a tener respuesta, ya que todas las accio-
nes que se toman se hacen en torno al nombre y Nuestro país cuenta con una Ley Nacional de
a la ropa que decide usar Paula. No se intenta pe- Educación Sexual, esto quiere decir que todas
car de inocente, pero, una primera acción puede ser las jurisdicciones deben incorporarla en todos
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

81
sus niveles y modalidades. Sugerimos la lectura
de los materiales propuestos por el Ministerio
de Educación Nacional.

En la web: http://www.me.gov.ar/me_prog/esi.
html
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

82
3.7. Las nuevas E
l impacto de los distintos planos históricos, eco-
nómicos y culturales presentados hasta ahora,
tiene consecuencias en muchas dimensiones de la

configuraciones vida cotidiana y educativa de los sujetos. En este


apartado nos interesa pensar la forma en que es re-
definida la “familia”, y en especial su vínculo con el
familiares sistema escolar.
Existe una larga discusión sobre qué se entiende por
“familia”. En algunos casos, hace referencia a vín-
culos sanguíneos -lo que tradicionalmente se llama
“el linaje”-, en otros, a vínculos de cohabitación, y en
otros, a compartir “la olla”, es decir, a acceder y par-
ticipar conjuntamente en la alimentación básica. Esta
situación impide el armado de una definición única y
ahistórica, aplicable a todos los momentos y culturas.
A su vez, la caída del modelo de familia nuclear bur-
guesa, compuesta por dos generaciones de inte-
grantes -madre, padre y un número pequeño de hi-
jos-, que se repetía en cada generación, ha dado
lugar a nuevas formas como las familias ensambla-
das, las familias monoparentales, las familias sus-
titutas, las familias compuestas por más de dos
generaciones, las familias separadas y las familias
homoparentales, entre otras opciones posibles.
Por estas situaciones, las actuales definiciones de
familia no se refieren a marcas identificables “objeti-
vamente” en todos los casos, sino a marcas “subje-
tivas” de los sujetos. Esto es, la familia de cada suje-
to está compuesta por aquellos otros que ese sujeto
considera su familia por los motivos que sean. Se
prefiere entonces hablar de “familias” o “tipos de fa-
milias” en plural para dar cuenta del mosaico de op-
ciones y realidades contemporáneas.
Al ser las familias productos sociales, sus configu-
raciones no pueden ser ajenas a los cambios que
se producen en la sociedad. En consonancia con el
diagnóstico que se hace de la educación, suele es-
cucharse que la familia está en crisis, que los cam-
bios producidos en el siglo XX y principios del si-
glo XXI han desarticulado su poder aglutinador y de
contención de la infancia. ¿Puede pensarse en tér-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

83
minos de crisis general de la familia o, en otros tér-
minos, esa crisis habla específicamente de un tipo
de familia nuclear? La segunda mitad del siglo XX
tuvo como eje transformador de la dinámica eco-
nómica y cultural al proceso de globalización. ¿Qué
cambios produjo? Por un lado, es más usual encon-
trar hogares unipersonales en las grandes ciudades
y otros hogares monoparentales. Pero, por lo otro,
si ponemos la atención en las funciones y no en la
composición se abre otro campo de nuevas fami-
lias: aquellas que se redefinen al cuestionar los tí-
picos roles asignados al hombre y a la mujer, trans-
formándose así la organización y responsabilidad de
los miembros de la familia.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

84
3.8. Dar cobijo al H
emos comenzado este capítulo con una cita ino-
cente y provocadora. Hemos sugerido que la
educación guarda íntima relación con el nacimiento de

enigma de lo nuevo nuevos y nuevas entre nosotros. ¿Es ésta una afirma-
ción obvia y trivial? ¿Qué entendemos por nacimien-
to? ¿Podemos establecer relaciones entre el naci-
miento y la novedad? ¿Entre la novedad y el enigma?
Larrosa (1994) nos permite problematizar estas pre-
guntas a través de un provocador artículo cuyo título
nos es clave para repensar todos los contenidos tra-
bajados: "El enigma de la infancia". Este enigma es
tan contemporáneo como lo fue para todos los hom-
bres y las mujeres a lo largo de la historia. Nuestro
propósito aquí es pensar los enigmas de nuestras in-
fancias y adolescencias.
Usualmente, pensamos a las infancias y adolescen-
cias como algo que nuestros saberes ya han captura-
do: las podemos explicar, prever, intervenir, nombrar.
Nuestros chicos y chicas se transforman en objeto
de estudio, en blanco de nuestro poder como socie-
dad. Desde este posicionamiento, pareciera que le
imprimimos un molde a nuestra infancia en función
de los distintos modelos históricos y culturales vi-
gentes. Sin embargo, y al mismo tiempo, la infancia
es lo otro: “Es insistir una vez más: los niños, esos
seres extraños de los que nada se sabe, esos seres
salvajes que no entienden nuestra lengua” (Ib.: 166).
Es reconocer que hay algo que se nos escapa, que
se cuela entre los dedos: la aparición de lo nuevo.
Entonces, acordamos en pensar la infancia más allá
de los saberes certeros que creemos tener sobre ella,
pero tampoco podemos definirla como aquello que
no sabemos aún: el trabajo no consiste en reducir lo
que todavía hay de desconocido y salvaje en los ni-
ños. Pensar a la infancia como enigma, como lo otro
novedoso, “nos lleva a una región en la que no rigen
las medidas de nuestro saber y de nuestro poder”
(Ib.: 167). En ese sentido, esto no sólo tiene impacto
en la construcción de subjetividad de las y los nue-
vos, sino que también es motor epistemológico de
la sociedad, permitiendo la aparición de la novedad.
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

85
No es cuestión de desandar por completo la defi- miento que escapa a lo posible, que no está determi-
nición propuesta por Durkheim, es real y necesario nado por lo que sabemos o lo que podemos: “La ver-
crear desde el nacimiento condiciones para que el dad de la infancia no está en lo que decimos de ella
niño comience a ser uno de nosotros en tanto miem- sino en lo que nos dice en el acontecimiento mismo
bro de la sociedad; en términos de Larrosa: “la edu- de su aparición entre nosotros como algo nuevo […]
cación es el modo como las personas, las institucio- la verdad no es tanto la cualidad de una proposición
nes y las sociedades responden a la llegada de los como el acontecimiento que se da en el instante mis-
que nacen” (Ib.: 169). mo en que nuestras verdades se nos muestran como
¿Qué sucede cuando se impide la aparición de la no- mentiras” (Ib.: 176).
vedad y se fuerza la incorporación de la infancia al Cuando un niño o una niña alcanzan lo singular e
mundo adulto como copia impuesta? A lo largo de irrepetible, hemos logrado un acto educativo que
la historia, las formas de normalización, estos “tota- permitió el pasaje de lo imposible a lo verdadero.
litarismos”, van mutando. En relación a esto, Larro-
sa sostiene que “nuestro totalitarismo consiste en la
captura pragmática de la novedad, en su administra-
ción y en su venta en el mercado del Futuro. La espe-
ra de lo inesperado que tiembla en cada nacimiento
se ha convertido en nuestro mundo en la fabricación
y la administración de la novedoso” (Ib.: 173).
Podría pensarse entonces que el rol de la escuela es-
triba en pasar de lo posible a lo real. Sin embargo, el
poder es el que hace que lo posible se mueva hacia
lo real y es posible lo que está al alcance de nuestro
poder. ¿Qué novedad puede surgir si lo posible está
dado de antemano por nuestros conocimientos? Re-
tomando la definición clásica de Durkheim que mar-
có profundamente el pensamiento pedagógico, po-
demos ver cómo, desde esta mirada, la educación es
casi un proceso técnico: el resultado debe producir-
se según lo que ha sido previsto antes de empezar; la
educación será entonces el pasaje de lo posible a lo
real. Larrosa transforma este pasaje entre lo posible
y lo real, para resignificarlo en la transformación de lo
imposible a lo verdadero.
¿Qué sentido cobrará cada término? Lo imposible es
lo que se escapa de nuestro saber y de nuestro po-
der, no es una acción técnica. Y, por otra parte, la
verdad no es aquella basada en la razón tecnocientí-
fica, positivista, donde la concordancia entre los he-
chos y las proposiciones reina. ¿Qué es la verdad,
entonces? Está íntimamente relacionada con el naci-
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

86
3.9. Asistencia, “A
sistir es responder, estar en un lugar. El que
asiste, está presente” (Antelo, 2005). Esta si-
tuación invita a preguntarse: ¿Cómo se configuran el

cuidado y amparo al cuidado, la asistencia y la enseñanza? ¿Qué se enseña


cuando cuidamos? ¿Cómo es entendida la asimetría?
Southwell y Dussel (2005) problematizan estas pre-
enigma de la infancia guntas realizando un desarrollo de la relación entre
cuidado y enseñanza, para luego sugerir un vínculo
que articule en forma positiva -creadora- las tensio-
nes que generan entre sí y hacia afuera. Desde una
mirada clásica, la relación sugiere una equivalencia
entre educación y cuidado del afuera, una guía para
desenvolverse en el mundo adulto ajeno al niño. Otra
acepción surge en el siglo XX. La medicina impone la
idea de un cuidado preventivo, reparativo, del afue-
ra y de los otros, mientras que en la postrimería del
siglo, la relación implica una idea asistencialista del
cuidar; las consecuencias de esto son la instalación
de una asimetría -entendida ésta como desigualdad
irremediable- entre cuidador y cuidado.
Como punto de partida, las autoras instalan la ne-
cesidad de establecer equivalencias entre cuidado,
conocimiento y asistencia. Avanzan también sobre
la idea de reconocerse dador y necesitado de cuida-
do, de la real existencia de la asimetría entre adultos
y jóvenes, de pensar el conocimiento como algo in-
acabado e inacabable, del cuidado que no parte del
miedo. El adulto -y en particular, el docente- debe
ser, entonces, responsable, dador y receptor de cui-
dados que reincorporen en su discurso y en sus ac-
ciones al amor como un dar impersonal y a la justicia
en su carácter de distribuidora de igualdad.
Zelmanovich (2003) enfatiza su trabajo en la nece-
sidad de un amparo para niños, jóvenes y adultos.
Ahora bien, reconoce asimetrías estructurales entre
ellos: la diferencia radica en la posibilidad de asumir
la propia responsabilidad.
En lo que respecta a los niños es menester reins-
talar la diferencia en su dimensión de amparo y de
protección, sin caer en autoritarismo. El adulto es el
mediador, provee de la comida y de los significados,
Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

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B iblioteca
pasajes para el desarrollo biológico y cultural res-
pectivamente.
Los jóvenes ensayan al amparo de un adulto. Ellos y
ellas están expresados claramente en el drama sub- • Carli, Sandra (1999). La infancia como cons-
jetivo: los jóvenes van procurando, ensayando, un lu- trucción social. En Carli, S. (Compiladora) De la
gar, un nombre para afrontar el mundo adulto; el tér- Familia a la Escuela: Infancia, socialización y sub-
mino drama da cuenta de ese ensayo, de ese sujeto jetividad. Buenos Aires, Santillana.
que se está constituyendo, ensayando. Frente a estos • Ministerio de Salud de la Nación. Programa Na-
ensayos, el amparo que debe brindar el adulto con- cional de Salud Sexual y Procreación Responsa-
siste en reconocer el deseo que subyace en los jóve- ble (2008) “JÓVENES Y SEXUALIDAD. Una mi-
nes para afrontar el mundo, ya que “vislumbrar la po- rada sociocultural”. Disponible en: http://www.
sibilidad de un deseo es abrir una dimensión en la que msal.gov.ar/saludsexual/pdf/jovenes-sexuali-
algo por venir es posible” (Zelmanovich, 2003: 57). dad.pdf
Asistencia, cuidado y amparo -términos que introdu- • Arendt, Hannah (1996). Entre pasado y futuro.
jimos en nuestro primer capítulo sobre la educación Ocho ejercicios sobre educación y política. Bar-
como derecho- permiten “traer a los vínculos peda- celona, Península.
gógicos esa fuerza motora de los seres humanos, • Kántor, Débora (2008). Variaciones para edu-
esa señal de nuestra fragilidad e incompletitud pero car adolescentes y jóvenes. Bs. As., Editorial del
también de nuestra fortaleza, de aquello que nos Estante.
conmueve al punto de dejarnos sin apetito o de que- • Puiggrós, Adriana (1990). Historia de la Educa-
rer devorarnos la Tierra” (Dussel y Southwel, 2005). ción Argentina. Tomo I: Sujetos, disciplina y cu-
rrículum en los orígenes del sistema educativo
argentino. Bs. As., Galerna.
• Margulis, Mario (2001). La juventud es más
que una palabra. Buenos Aires, Biblos.
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ción: Profesiones, sujetos e individuos ante la re-
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democracia en América Latina”, en El debate
conceptual sobre la democracia, Informe PNUD.
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Versión preliminar, Para uso interno Problemáticas de la educación contemporánea

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¿Se acabó la infancia? Ensayos sobre la destitu-
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señar Hoy. Una introducción a la educación en
tiempos de crisis. Bs. As., Fondo de Cultura
Económica.
Versión preliminar, Para uso interno

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