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IGLESIA CRISTIANA VERDAD Y VIDA PARA LAS NACIONES

Tema principal: la lucha espiritual

Condición caída: dudar de la salvación

Cuestión crítica: Qué debemos hacer para permanecer firmes en la fe.

EL YELMO DE LA SALVACIÓN
“Tomad también el YELMO DE LA SALVACIÓN…” (Ef 6: 17ª).

Introducción

Mientras estemos como peregrinos y extranjeros camino hacia


nuestra patria celestial, nuestro adversario el diablo buscará
sacarnos del camino, empleando toca clase de artimañas. El
Apóstol Pedro dijo: “Sed de espíritu sobrio, estad alerta.
Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león
rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pe 5: 8); es decir, ya
el SEÑOR nos ha libertado y nos ha hecho sus hijos e hijas, Y
por tanto no debemos dudar de nuestra salvación, más
bien debemos librar la batalla contra las huestes del mal
teniendo en cuenta que ya hemos sido redimidos por CRISTO
JESÚS.

Y en la lucha espiritual, debemos batallar conociendo que la


salvación es presente y también futura. La salvación es
presente porque CRISTO ya venció, nos rescató y estamos en
camino hacia nuestra patria celestial; y es futura porque
esperamos la resurrección y transformación gloriosa de
nuestros cuerpos que se dará en la segunda venida de nuestro
SEÑOR JESUCRISTO. Por lo tanto en nuestro transitar hacia la
tierra prometida, la cual es nuestra patria celestial, no hay que
dudar de nuestra salvación sino permanecer firmes

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sabiendo que un día veremos la recompensa gloriosa que


nuestro Amado SEÑOR Y SALVADOR nos ha prometido.

Transición: Escuchemos qué debemos hacer para ganar las


batallas espirituales.

I. Tomar el yelmo de la salvación

Antiguamente los soldados usaban un “yelmo”, el cual era un


casco de protección para cubrirse la cabeza de los peligros; si
un soldado era herido en su cabeza, quedaba expuesto a perder
la batalla. Llevando esto al plano espiritual, vemos que el
conocimiento de la salvación sirve como yelmo
protector para direccionar nuestros pensamientos. En
otro lugar el Apóstol Pablo dice: “Pero nosotros, que somos del
día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y
de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo” (1 Tes
5: 8).

ECHEMOS MANO DEL YELMO DE LA SALVACIÓN. Estas palabras


expresadas en la primera Carta a Timoteo también son para
nosotros hoy: “Pelea la buena batalla de la fe; echa mano de
la vida eterna a la cual fuiste llamado, y de la que hiciste buena
profesión en presencia de muchos testigos” (1 Tim 6: 12). Ya
tenemos la vida eterna puesto que JESÚS dijo: “Y esta es la
vida eterna, que te conozcan a ti, y a JESUCRISTO a quien has
enviado” (Jn); es decir, la salvación la hemos obtenido por
medio de CRISTO JESÚS, y no debemos dudar porque en Él
tenemos garantía y seguridad.

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JESÚS expresó: “En verdad, en verdad os digo: el que oye mi


palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a
condenación, sino que ha pasado de muerte a vida” (Jn 5: 24).
Esta verdad debemos tenerla siempre presente: Que
fuimos salvos cuando por la fe creímos al Evangelio. Mas
debemos saber que estamos en un transitar hacia nuestra
patria eterna, y por lo tanto debemos perseverar en la fe.

Transición: Algo más debemos hacer para ganar la batalla


espiritual

II. Batallar con el yelmo de la salvación

El ser humano es un ser integral, poseemos cuerpo, alma y una


mente. JESÚS dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mt 22: 37).
Nuestra mente es parte vital de nuestro ser, y debemos
cuidarla desechando la duda y la inseguridad porque a
través de ella direccionamos nuestras vidas. En la Carta a los
Romanos dice: “Pues no habéis recibido un espíritu de
esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis
recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!16 El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Rom 8: 15-16).

Y tenemos una lucha espiritual que se libra en el campo de


nuestra mente. Hay huestes de mal maldad procurando que los
hijos e hijas de DIOS perdamos el gozo de la salvación. Y si la
persona pierde la batalla en su mente, entonces su
voluntad quedará doblegada y perderá la lucha

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espiritual. Por eso el Rey David en su oración de


arrepentimiento expresó: “No me eches de tu presencia, y no
quites de mí tu santo Espíritu. 12 Restitúyeme el gozo de tu
salvación, y sostenme con un espíritu de poder” (Sal 51: 11-
12).

El yelmo de la salvación protege nuestros pensamientos,


sujetando nuestra mente a la obediencia de CRISTO. Usamos
el yelmo de la salvación cuando tenemos presente la redención
de nuestros cuerpos que DIOS tiene preparada para nosotros,
y por lo tanto rechazamos aquellos pensamientos malos que
buscan desviarnos del propósito de DIOS, y no dudamos sino
que nos afirmamos en la fe. En la Carta a los filipenses dice:
“Piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece
respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo
que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable
y merece ser alabado” (Filipenses 4:8).

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